VISITA
AL NIÑO JESÚS DE SANTA MARÍA DE ATOCHA.
Alma
mía después de tantos trabajos cansancios y fatigas, has llegado por fin ante
la milagrosa y benditísima imagen del Santo niño de Atocha, alguien con tanto
anhelo deseabas ver, manifestar su agradecimiento por tantos beneficios
recibidos de su majestad santísima, y ante cuyas plantas querías postrarte
reverente para manifestarle todas tus congojas, tus males y tus sufrimientos
para que los remedie según sea su santísima voluntad.
Ya
estás en su santísima presencia, pero antes de que le hables, considera
atentamente quién es Él, recuerda siquiera un poquito lo que ha hecho por ti, y
piensa algo de lo que todavía puede hacer por ti, por los tuyos y por todos los
hombres, para que así le pidas con mayor fe y en la tienda con más grande
caridad.
Alma
mía estás en presencia de tu Dios. Esta imagen del Santo niño que ven tus ojos
es la imagen del hijo de Dios, que se hizo hombre milagrosamente en el vientre
purísimo de María santísima por obra del Espíritu Santo para salvarte.
Miralo
que pequeñito, que gracioso, pero que poderoso y te mira risueño invitándote a
que te acerques a Él con toda la confianza como diciendo; no temas yo soy Dios
y conozco todo lo bueno y lo malo que has hecho en tu vida, pero me hice hombre
para salvarte Ven a mí, por ti, siendo yo Dios y dueño de todo lo creado nací
pobre, de padres pobres, en un pesebre, sufriendo el frío y todas las molestias
de esta vida y hasta el desprecio de los hombres.
Por
ti sufrí la persecución de Herodes. Por ti me sujeté a trabajar. Por ti dediqué
mi doctrina y la confirmé con Milagros. Por ti sudé sangre en el huerto. Por ti
sufrí más de 5000 azotes, cargue la cruz
en mis hombros y por fin morí clavado en ella. Por ti fue herido mi corazón y
establecí mi iglesia dejando en ella, los siete sacramentos para que en ellos
recibieras el precio infinito de mi sangre y así salvarte. No temas pues, dime
tus penas, que aunque las conozco quiero que tus labios me las digan para que
descanse en mi tu corazón y yo aliviarte.
Yo
tengo Consuelo para todas las aflicciones, en mis manos hasta la muerte, la
salud y la vida, yo soy dueño de remediar todos los males, no sólo los tuyos
sino también los de tus parientes y amigos y los de todos los hombres, por eso
dejé escrito en mi Evangelio: "venid a mí todos los que estáis afligidos
bajo el peso de vuestra carga que yo os aliviaré".
Ábreme
pues con toda confianza tu corazón, puesto que ya sabes quién soy y lo que por
ti puedo hacer, no exigiendo de ti en cambio sino que me ames deveras con todo
tu corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario