NOVENA
A NUESTRA SEÑORA DEL QUINCHE
Compuesta
por Segundo F. Ayala
Edit.
"El Comercio"
Quito,
año de 1943
-Por
la señal, de la santa Cruz... etc.
-Señor
mío Jesucristo, etc.
ORACION
DE SAN EFREN
(para
todos los días)
Yo os saludo, llena de gracia; yo os saludo,
paz, alegría, consuelo y salud del mundo; yo os saludo, refugio de los
pecadores, fuente de gracia y de toda consolación; os saludo, dulcísima
mediadora entre Dios y los hombres. Madre de nuestro dulcísimo Salvador Jesús,
a quien corresponde todo honor, toda gloria, grandeza, poder, alabanza y
magnificencia, en unión con el Padre y el Espíritu Santo, ahora, siempre y para
siempre en lo infinito. Amén.
DÍA
PRIMERO
ORACION
¡Oh
Inmaculada y Purísima Virgen María, Madre de Dios, Reina del mundo, esperanza
de los desesperados! Aquí tenéis a este vuestro pueblo, que se goza en
reconocer por su única esperanza después de Dios, y que no aspira a otra dicha
que a poder agradaros y a merecer que continuéis cubriéndolo con vuestro
poderoso manto y mirándolo como cosa y posesión vuestra. Para ello, benignísima
Señora, proseguid derramando vuestras celestiales bendiciones sobre nosotros,
concedednos las gracias que necesitamos para no desmerecerlas, y en especial,
la que os imploramos por medio de esta novena, si ha de ser para gloria de
Dios, honor vuestro y provecho de nuestras almas. Amén.
ORACION
FINAL PARA TODOS LOS DIAS
¡Oh
María, Virgen Santísima del Quinche! humildemente postrado en vuestra presencia
y ante vuestra bendita imagen, os venero, alabo, agradezco y amo de todo
corazón, como Madre de Dios, Señora y Madre nuestra. A Vos me consagro, y
quiero emplearme en vuestro servicio y en propagar vuestra devoción. Libradme,
Madre Mía, de todos los peligros de alma y cuerpo; obtenedme de vuestro divino
Hijo el perdón de mis pecados y la gracia de no ofenderle nunca más,
adquiriendo para siempre y en alto grado las virtudes de fe, esperanza y
caridad, junto con la humildad, mansedumbre, paciencia y castidad, propias de
un buen cristiano. Vos sois nuestra poderosa protectora y abogada ante el trono
de Dios; rogad, pues, por mí, por mi familia, por mi patria. Alejad de ésta la
impiedad de pensamiento, palabra y obras, la corrupción de costumbres y la
discordia civil entre sus conciudadanos. Por vuestra amabilísima Presentación
en el Templo de Jerusalén, os suplico que amparéis muy particularmente la
educación católica de nuestros niños y niñas, jóvenes y doncellas de toda
nuestra República. Dadnos buenos sacerdotes y buenos gobernantes; conservad,
ensanchad y fortaleced entre nosotros el reinado del Sagrado Corazón de Jesús,
y reinad Vos mismo, dulcísima Reina y Madre de misericordia, esperanza nuestra
y encanto de nuestras almas, a quien deseamos todos contemplar y alabar
eternamente en el cielo. Así sea.
(300
días de indulgencia por cada vez que se rece; plenaria al mes, si se reza todos
los días. PIO XI)
DÍA
SEGUNDO
ORACION
¡Oh
excelsa Virgen y Princesa soberana de cielos y tierra, sublimada al más alto
grado de gloria a que puede aspirar criatura alguna, siendo asociada por Dios a
la obra de la redención del linaje humano, y a ser medianera junto con vuestro
divino Hijo ante el Eterno Padre; cuánto es mi gozo, Señora mía, al ver que los
pobres pecadores tenemos tan poderosa abogada que interceda por nosotros, e
interponga sus ruegos delante del trono de la Divinidad! Mi corazón se siente
inundado de una dulcísima esperanza al saber que la salud eterna de mi alma se
halla puesta en vuestras manos y que mi felicidad depende de vuestra
intercesión; porque en ningunas otras manos puede estar más asegurada que en
las vuestras, y en cuanto a vuestra intercesión, no puedo dudar un sólo momento
que la habré de conseguir, porque nada deseáis tanto como el que acudamos a
Vos, para tener ocasión de dispensarnos vuestras misericordias. No me arredra
ni aún la multitud de mis pasadas iniquidades, porque sois el refugio de los
pecadores arrepentidos; sólo temo mi inconstancia, mas, su remedio lo he de
encontrar en esa misma benignísima piedad con que acudís a los que os llaman en
su auxilio, y en esa ternura maternal con que habéis querido mirar por este
vuestro pueblo, que, reconocido a vuestras misericordias, jamás cesará de
engrandecerlas. Soy también, Señora mía, hijo de este mismo pueblo: merézcalas
igualmente yo, y en especial, aquella particular que hoy de Vos imploro como
gracia singular de esta novena, si puede ser para gloria de Dios, honor vuestro
y bien de mi alma. Amén.
DÍA
TERCERO
ORACION
¡Oh
Soberana y Santísima Madre de Dios, trono inflamado donde descansa la gloria de
la Divinidad, consoladora después del Espíritu Santo, mediadora después del
Mediador del mundo, puente seguro que conduce a las playas de la
bienaventuranza, complemento de las gracias de la Trinidad , como os llama San
Efrén; y pues sois el consuelo, la vida, la luz, la esperanza y el refugio del
mundo entero, no os desdeñéis de socorrer a quienes cubiertos de confusión no
sabrán dirigir a Dios una mirada de confianza, para implorar el perdón de sus
crímenes y la curación de las llagas, ni levantar sus manos hacia Aquel a quien
con tantas iniquidades tienen irritado; y pues, al constituiros Madre del
linaje humano y refugio de miserables, os entregó el Señor las llaves de sus
tesoros, para que los que por nuestras culpas tememos acercarnos a la justicia
de Dios, no dudemos recurrir a vuestras misericordias, no, no nos las neguéis,
pues, Madre benignísima, y en especial concedednos aquellas que necesitamos
para asegurar la consecución de nuestra eterna bienaventuranza, mediante la
fidelidad a vuestros favores; y si ha de ser para gloria de Dios, honor vuestro
y provecho de nuestras almas, alcanzadnos también la gracia especial, que por
medio de esta novena imploramos. Amén.
DÍA
CUARTO
ORACION
¡Oh
Madre de bondad y Reina de toda clemencia! Si, cuanto a Vos os pertenece, os
diremos con San Bernardo, está lleno de gracia y de piedad; porque como Madre
de dulzura os habéis constituído deudora por justos y pecadores, abriendo para
todos el seno de vuestras misericordias. ¡Pobres de nosotros si no tuviéramos
tal Madre! Donde no hay mujer, dice el Espíritu Santo, gime y padece el
enfermo; y nosotros os diremos con San Juan Damasceno: Vos sois, Soberana
María, esa mujer, de cuya ausencia se resiente todo enfermo. Por eso, con razón
sois comparada con la misericordiosa Rebeca, la cual, da el agua que le pide
sólo para sí el criado de Abrahán también para sus camellos, porque vuestra
incomparable liberalidad se entiende no sólo a los criados de Abrahán, es
decir, a los fieles siervos del Señor, sino también a los miserables pecadores,
justamente figurados en aquellos animales, yendo siempre en vuestros favores
más allá de lo que pueden pediros nuestras súplicas. Ya, pues, Señora
benignísima, que tan deseosa os mostráis de favorecernos, aquí tenéis en
nosotros en quienes podáis ejercitar vuestra tierna misericordia. Somos, es
verdad, hijos ingratos, pero confiados en esa misericordia no vacilamos en
arrojarnos a vuestras plantas soberanas, implorando de vuestra liberal
magnificencia todas aquellas gracias temporales y eternas necesarias para
salvarnos, y la especial que os pedimos en esta novena, a mayor gloria de Dios
y vuestro sagrado culto. Amén.
DÍA
QUINTO
ORACION
¡Oh
Madre y Señora nuestra del Quinche! aquí nos tenéis prosternados a vuestras
divinas plantas, lleno de dulcísima confianza en vuestras misericordias, y
seguros de vuestra bondad, suplicándoos no rehuséis vuestros benignísimos ojos
desde el elevado trono de vuestra gloria sobre los que hoy acudimos a Vos,
animados del poder, amor y benignidad, con que quiso enriqueceros Dios, para
que como Reina de misericordias remediéis nuestras miserias. Bien conocemos,
Soberana Señora, nuestra indignidad y nuestra ingratitud, que tantas veces nos
han hecho merecedores de que el Señor nos despojara de las gracias que nos
había concedido por vuestra mediación; empero este mismo conocimiento aumenta
nuestra confianza en Vos, porque sabemos que buscáis miserias que remediar.
Aquí tenéis, pues, Señora, las nuestras, y, por cierto, muy grandes, tanto
temporales como eternas. Remediadlas, Señora benignísima; alcanzadnos todas
aquellas gracias interiores que necesitamos para obtener nuestra eterna
salvación; y de las temporales, sólo os pedimos las que nos han de servir para
asegurar las primeras; así como también la especial que de Vos imploramos en
esta novena, si ha de ser para gloria de Dios, culto vuestro y bien de nuestras
almas. Amén.
DÍA
SEXTO
ORACION
¡Oh
Madre del Santo Amor! ¡Oh Virgen y Reina magnificentísima! ¡Oh vida, refugio y
esperanza nuestra! Criatura la más liberal y la más reconocida a los pobres
obsequios con que aquí en la tierra pueden honraros vuestros siervos. Ya, pues,
que vuestro divino Hijo Jesús, no contento con hacerse nuestro perpetuo abogado
para con su Eterno Padre, quiso además constituiros Medianera por nosotros
juntamente consigo, para animar nuestra confianza en sus misericordias,
disponiendo para ello que vuestros ruegos ayuden nuestra salvación y dándoles
tal eficacia, que jamás dejen de conseguir lo que piden, ¿cómo, Señora
benignísima, podremos dejar de acudir a Vos, esperanza de los miserables,
nosotros miserables pecadores ; sabiendo por otra parte que quien os busca es
imposible que deje de merecer vuestro amparo y se pierda eternamente? Porque,
¿quién es capaz de comprender todos los tesoros de bondad, misericordia,
clemencia y liberalidad que encierra vuestro dulcísimo corazón, que nada quiere
tanto como un obsequio de nuestra parte, para tener ocasión de dispensarnos sus
favores y cubrirnos de sus beneficios? ¿Cómo, pues, no podremos estar seguros
de nuestra salvación con tal abogada, si es que con nuestras infidelidades no
desmerecemos Vuestra protección? Alcanzadnos Vos misma de vuestro Hijo soberano
la dicha de seros siempre fieles y de no aspirar a otra cosa que a amaros y a
serviros y a asegurar nuestra salud eterna, para la cual, si viereis que ha de
ser conducente, concedednos también la gracia especial que os pedimos en esta
novena, a mayor gloria de Dios y culto vuestro Amén
DÍA
SÉPTIMO
ORACION
¡Oh
Vos la Madre más grande y más sublime entre todas las criaturas, Virgen Santa!
Bien sabemos, Señora, que os gloriáis de ser benigna a la par que poderosa, no
ignoramos que os complacéis en ser tan rica, para hacer participantes de
vuestras riquezas a los pobres y menesterosos como nosotros; sabemos que cuanto
más pobres son los que a Vos acuden, tanto más empeño mostráis en protegerlos y
salvarlos; aquí tenéis, pues, Madre misericordiosísima, pobres y desvalidos, a
quienes proteger y salvar, y en quienes ejercer vuestro poder y benignidad. Y
pues, tanto valimiento tenéis con vuestro Hijo soberano, como que tenéis con
qué persuadirle y moverle, presentad vuestras súplicas por estos pobres
esclavos vuestros ante el trono de su misericordia: presentadle esas manos que
tanto tiempo le llevaron, esos pechos que le alimentaron con su leche virginal,
esos dolores y sufrimientos que por su amor tuvisteis que padecer no sólo en su
infancia, sino todo el tiempo de su vida mortal ; vuestro Hijo Santísimo no
podrá menos de moverse ante tales prendas. Alcanzadnos perfecta contrición de
nuestras culpas y lágrimas y espíritu de sincera penitencia, para que,
purificadas ahora en vida, mediante el dolor y la mortificación, tengamos poco
que purgar en la otra; y en medio de los dolores y acerbísimos tormentos del
Purgatorio, cuando allí nos encontremos, sednos, Madre amorosísima, nuestro
consuelo y alivio, y si viereis que no se ha de oponer a nuestra salvación,
alcanzadnos también la gracia especial que os pedimos en esta novena para mayor
gloria de Dios y culto vuestro. Amén.
DÍA
OCTAVO
ORACION
¡Oh
inmaculada y Purísima Virgen María, Madre de Dios, Reina del mundo, esperanza
de los desesperados! Vos sois la alegría de los Santos, Vos la intercesora para
con Dios por los pecadores, Vos la abogada de los desamparados, el puerto seguro
de los que naufragan, el consuelo del mundo, la redención de los esclavos, el
recreo de los afligidos y la salud del universo. ¿Qué lengua habrá ¡oh Princesa
soberana, Reina de cielos y tierra! que pueda enumerar todas vuestras
misericordias, ni retribuir digno hacimiento de gracias por tantos beneficios
como diariamente derramáis en el mundo? Nosotros, abrumados de su multitud y
grandeza, apenas acertamos a manifestaros nuestro reconocimiento; bien veis Vos
empero, los sentimientos de nuestros corazones, y no ignoráis que, agradecidos
a vuestros soberanos beneficios, os protestamos con todo el afecto de nuestra
alma reconoceros siempre por nuestra Reina, nuestro amparo, nuestro refugio,
nuestra abogada y nuestra madre dulcísima. ¡Oh Señora benditísima! no permitáis
que se aparte de nosotros este reconocimiento, ni que desconocidos os volvamos
jamás las espaldas, haciéndonos acreedores con nuestra ingratitud a que nos
abandone la singular protección, con que hasta aquí nos habéis amparado.
Alcanzadnos estas gracias de vuestro Hijo santísimo, así como la que de una
manera especial os pedimos en esta novena, si ha de ser para gloria de Dios,
honor vuestro y provecho de nuestras almas. Amén.
DÍA
NOVENO
ORACION
¡Oh
Virgen y Madre de Dios, Reina de toda clemencia y benigna y misericordiosa con
tan ingratos y desconocidos pecadores como nosotros! Cuán llenos de confusión y
de vergüenza nos presentamos a vuestras soberanas plantas, reconociendo nuestra
ingratitud a los favores de que habéis querido colmarnos. ¿Quien, Señora, os
diremos con San Bernardo, puede medir la longitud, latitud y profundidad de
vuestras misericordias para con nosotros? ¿Qué hay de cuanto nos rodea que no
publique vuestros favores? Los campos nos dicen que Vos sois nuestro sustento, los
aires y los elementos que sois el refugio en nuestras calamidades, la vida y
salud de nuestros enfermos; y los ángulos todos de nuestra nación, que sois la
paz y la alegría de nuestras familias, la tranquilidad de la República, y la
más segura garantía de nuestras Cristianas instituciones. Más ¿cómo os hemos
pagado tantos beneficios? ¡Ah! tal vez, sólo con exteriores manifestaciones de
infructuosa gratitud, e interiormente con ofensas y culpas, que nos han hecho merecedores
de que nos retiraseis vuestra amorosa protección. Arrepentidos y confusos las
venimos a confesar hoy a vuestras plantas, esperando de esa misericordia con
que hasta aquí nos habéis mirado, nos obtendréis gracias abundantes para seros
siempre fieles en adelante, así como la especial que os hemos pedido durante
esta novena, si ha de ser para gloria de Dios, culto vuestro y provecho de
nuestras almas. Amén
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