martes, 2 de enero de 2024

NOVENA A NUESTRA SEÑORA DEL QUINCHE


 

NOVENA A NUESTRA SEÑORA DEL QUINCHE

 

Compuesta por Segundo F. Ayala

Edit. "El Comercio"

Quito, año de 1943

 

-Por la señal, de la santa Cruz... etc.

-Señor mío Jesucristo, etc.

 

ORACION DE SAN EFREN

(para todos los días)

 Yo os saludo, llena de gracia; yo os saludo, paz, alegría, consuelo y salud del mundo; yo os saludo, refugio de los pecadores, fuente de gracia y de toda consolación; os saludo, dulcísima mediadora entre Dios y los hombres. Madre de nuestro dulcísimo Salvador Jesús, a quien corresponde todo honor, toda gloria, grandeza, poder, alabanza y magnificencia, en unión con el Padre y el Espíritu Santo, ahora, siempre y para siempre en lo infinito. Amén.

 

DÍA PRIMERO

ORACION

¡Oh Inmaculada y Purísima Virgen María, Madre de Dios, Reina del mundo, esperanza de los desesperados! Aquí tenéis a este vuestro pueblo, que se goza en reconocer por su única esperanza después de Dios, y que no aspira a otra dicha que a poder agradaros y a merecer que continuéis cubriéndolo con vuestro poderoso manto y mirándolo como cosa y posesión vuestra. Para ello, benignísima Señora, proseguid derramando vuestras celestiales bendiciones sobre nosotros, concedednos las gracias que necesitamos para no desmerecerlas, y en especial, la que os imploramos por medio de esta novena, si ha de ser para gloria de Dios, honor vuestro y provecho de nuestras almas. Amén.

 

ORACION FINAL PARA TODOS LOS DIAS

¡Oh María, Virgen Santísima del Quinche! humildemente postrado en vuestra presencia y ante vuestra bendita imagen, os venero, alabo, agradezco y amo de todo corazón, como Madre de Dios, Señora y Madre nuestra. A Vos me consagro, y quiero emplearme en vuestro servicio y en propagar vuestra devoción. Libradme, Madre Mía, de todos los peligros de alma y cuerpo; obtenedme de vuestro divino Hijo el perdón de mis pecados y la gracia de no ofenderle nunca más, adquiriendo para siempre y en alto grado las virtudes de fe, esperanza y caridad, junto con la humildad, mansedumbre, paciencia y castidad, propias de un buen cristiano. Vos sois nuestra poderosa protectora y abogada ante el trono de Dios; rogad, pues, por mí, por mi familia, por mi patria. Alejad de ésta la impiedad de pensamiento, palabra y obras, la corrupción de costumbres y la discordia civil entre sus conciudadanos. Por vuestra amabilísima Presentación en el Templo de Jerusalén, os suplico que amparéis muy particularmente la educación católica de nuestros niños y niñas, jóvenes y doncellas de toda nuestra República. Dadnos buenos sacerdotes y buenos gobernantes; conservad, ensanchad y fortaleced entre nosotros el reinado del Sagrado Corazón de Jesús, y reinad Vos mismo, dulcísima Reina y Madre de misericordia, esperanza nuestra y encanto de nuestras almas, a quien deseamos todos contemplar y alabar eternamente en el cielo. Así sea.

(300 días de indulgencia por cada vez que se rece; plenaria al mes, si se reza todos los días. PIO XI)

 

DÍA SEGUNDO

ORACION

¡Oh excelsa Virgen y Princesa soberana de cielos y tierra, sublimada al más alto grado de gloria a que puede aspirar criatura alguna, siendo asociada por Dios a la obra de la redención del linaje humano, y a ser medianera junto con vuestro divino Hijo ante el Eterno Padre; cuánto es mi gozo, Señora mía, al ver que los pobres pecadores tenemos tan poderosa abogada que interceda por nosotros, e interponga sus ruegos delante del trono de la Divinidad! Mi corazón se siente inundado de una dulcísima esperanza al saber que la salud eterna de mi alma se halla puesta en vuestras manos y que mi felicidad depende de vuestra intercesión; porque en ningunas otras manos puede estar más asegurada que en las vuestras, y en cuanto a vuestra intercesión, no puedo dudar un sólo momento que la habré de conseguir, porque nada deseáis tanto como el que acudamos a Vos, para tener ocasión de dispensarnos vuestras misericordias. No me arredra ni aún la multitud de mis pasadas iniquidades, porque sois el refugio de los pecadores arrepentidos; sólo temo mi inconstancia, mas, su remedio lo he de encontrar en esa misma benignísima piedad con que acudís a los que os llaman en su auxilio, y en esa ternura maternal con que habéis querido mirar por este vuestro pueblo, que, reconocido a vuestras misericordias, jamás cesará de engrandecerlas. Soy también, Señora mía, hijo de este mismo pueblo: merézcalas igualmente yo, y en especial, aquella particular que hoy de Vos imploro como gracia singular de esta novena, si puede ser para gloria de Dios, honor vuestro y bien de mi alma. Amén.

 

 

DÍA TERCERO

ORACION

¡Oh Soberana y Santísima Madre de Dios, trono inflamado donde descansa la gloria de la Divinidad, consoladora después del Espíritu Santo, mediadora después del Mediador del mundo, puente seguro que conduce a las playas de la bienaventuranza, complemento de las gracias de la Trinidad , como os llama San Efrén; y pues sois el consuelo, la vida, la luz, la esperanza y el refugio del mundo entero, no os desdeñéis de socorrer a quienes cubiertos de confusión no sabrán dirigir a Dios una mirada de confianza, para implorar el perdón de sus crímenes y la curación de las llagas, ni levantar sus manos hacia Aquel a quien con tantas iniquidades tienen irritado; y pues, al constituiros Madre del linaje humano y refugio de miserables, os entregó el Señor las llaves de sus tesoros, para que los que por nuestras culpas tememos acercarnos a la justicia de Dios, no dudemos recurrir a vuestras misericordias, no, no nos las neguéis, pues, Madre benignísima, y en especial concedednos aquellas que necesitamos para asegurar la consecución de nuestra eterna bienaventuranza, mediante la fidelidad a vuestros favores; y si ha de ser para gloria de Dios, honor vuestro y provecho de nuestras almas, alcanzadnos también la gracia especial, que por medio de esta novena imploramos. Amén.

 

 

DÍA CUARTO

ORACION

¡Oh Madre de bondad y Reina de toda clemencia! Si, cuanto a Vos os pertenece, os diremos con San Bernardo, está lleno de gracia y de piedad; porque como Madre de dulzura os habéis constituído deudora por justos y pecadores, abriendo para todos el seno de vuestras misericordias. ¡Pobres de nosotros si no tuviéramos tal Madre! Donde no hay mujer, dice el Espíritu Santo, gime y padece el enfermo; y nosotros os diremos con San Juan Damasceno: Vos sois, Soberana María, esa mujer, de cuya ausencia se resiente todo enfermo. Por eso, con razón sois comparada con la misericordiosa Rebeca, la cual, da el agua que le pide sólo para sí el criado de Abrahán también para sus camellos, porque vuestra incomparable liberalidad se entiende no sólo a los criados de Abrahán, es decir, a los fieles siervos del Señor, sino también a los miserables pecadores, justamente figurados en aquellos animales, yendo siempre en vuestros favores más allá de lo que pueden pediros nuestras súplicas. Ya, pues, Señora benignísima, que tan deseosa os mostráis de favorecernos, aquí tenéis en nosotros en quienes podáis ejercitar vuestra tierna misericordia. Somos, es verdad, hijos ingratos, pero confiados en esa misericordia no vacilamos en arrojarnos a vuestras plantas soberanas, implorando de vuestra liberal magnificencia todas aquellas gracias temporales y eternas necesarias para salvarnos, y la especial que os pedimos en esta novena, a mayor gloria de Dios y vuestro sagrado culto. Amén.

 

 

DÍA QUINTO

ORACION

¡Oh Madre y Señora nuestra del Quinche! aquí nos tenéis prosternados a vuestras divinas plantas, lleno de dulcísima confianza en vuestras misericordias, y seguros de vuestra bondad, suplicándoos no rehuséis vuestros benignísimos ojos desde el elevado trono de vuestra gloria sobre los que hoy acudimos a Vos, animados del poder, amor y benignidad, con que quiso enriqueceros Dios, para que como Reina de misericordias remediéis nuestras miserias. Bien conocemos, Soberana Señora, nuestra indignidad y nuestra ingratitud, que tantas veces nos han hecho merecedores de que el Señor nos despojara de las gracias que nos había concedido por vuestra mediación; empero este mismo conocimiento aumenta nuestra confianza en Vos, porque sabemos que buscáis miserias que remediar. Aquí tenéis, pues, Señora, las nuestras, y, por cierto, muy grandes, tanto temporales como eternas. Remediadlas, Señora benignísima; alcanzadnos todas aquellas gracias interiores que necesitamos para obtener nuestra eterna salvación; y de las temporales, sólo os pedimos las que nos han de servir para asegurar las primeras; así como también la especial que de Vos imploramos en esta novena, si ha de ser para gloria de Dios, culto vuestro y bien de nuestras almas. Amén.

 

 

DÍA SEXTO

ORACION

¡Oh Madre del Santo Amor! ¡Oh Virgen y Reina magnificentísima! ¡Oh vida, refugio y esperanza nuestra! Criatura la más liberal y la más reconocida a los pobres obsequios con que aquí en la tierra pueden honraros vuestros siervos. Ya, pues, que vuestro divino Hijo Jesús, no contento con hacerse nuestro perpetuo abogado para con su Eterno Padre, quiso además constituiros Medianera por nosotros juntamente consigo, para animar nuestra confianza en sus misericordias, disponiendo para ello que vuestros ruegos ayuden nuestra salvación y dándoles tal eficacia, que jamás dejen de conseguir lo que piden, ¿cómo, Señora benignísima, podremos dejar de acudir a Vos, esperanza de los miserables, nosotros miserables pecadores ; sabiendo por otra parte que quien os busca es imposible que deje de merecer vuestro amparo y se pierda eternamente? Porque, ¿quién es capaz de comprender todos los tesoros de bondad, misericordia, clemencia y liberalidad que encierra vuestro dulcísimo corazón, que nada quiere tanto como un obsequio de nuestra parte, para tener ocasión de dispensarnos sus favores y cubrirnos de sus beneficios? ¿Cómo, pues, no podremos estar seguros de nuestra salvación con tal abogada, si es que con nuestras infidelidades no desmerecemos Vuestra protección? Alcanzadnos Vos misma de vuestro Hijo soberano la dicha de seros siempre fieles y de no aspirar a otra cosa que a amaros y a serviros y a asegurar nuestra salud eterna, para la cual, si viereis que ha de ser conducente, concedednos también la gracia especial que os pedimos en esta novena, a mayor gloria de Dios y culto vuestro Amén

 

 

DÍA SÉPTIMO

ORACION

¡Oh Vos la Madre más grande y más sublime entre todas las criaturas, Virgen Santa! Bien sabemos, Señora, que os gloriáis de ser benigna a la par que poderosa, no ignoramos que os complacéis en ser tan rica, para hacer participantes de vuestras riquezas a los pobres y menesterosos como nosotros; sabemos que cuanto más pobres son los que a Vos acuden, tanto más empeño mostráis en protegerlos y salvarlos; aquí tenéis, pues, Madre misericordiosísima, pobres y desvalidos, a quienes proteger y salvar, y en quienes ejercer vuestro poder y benignidad. Y pues, tanto valimiento tenéis con vuestro Hijo soberano, como que tenéis con qué persuadirle y moverle, presentad vuestras súplicas por estos pobres esclavos vuestros ante el trono de su misericordia: presentadle esas manos que tanto tiempo le llevaron, esos pechos que le alimentaron con su leche virginal, esos dolores y sufrimientos que por su amor tuvisteis que padecer no sólo en su infancia, sino todo el tiempo de su vida mortal ; vuestro Hijo Santísimo no podrá menos de moverse ante tales prendas. Alcanzadnos perfecta contrición de nuestras culpas y lágrimas y espíritu de sincera penitencia, para que, purificadas ahora en vida, mediante el dolor y la mortificación, tengamos poco que purgar en la otra; y en medio de los dolores y acerbísimos tormentos del Purgatorio, cuando allí nos encontremos, sednos, Madre amorosísima, nuestro consuelo y alivio, y si viereis que no se ha de oponer a nuestra salvación, alcanzadnos también la gracia especial que os pedimos en esta novena para mayor gloria de Dios y culto vuestro. Amén.

 

 

DÍA OCTAVO

ORACION

¡Oh inmaculada y Purísima Virgen María, Madre de Dios, Reina del mundo, esperanza de los desesperados! Vos sois la alegría de los Santos, Vos la intercesora para con Dios por los pecadores, Vos la abogada de los desamparados, el puerto seguro de los que naufragan, el consuelo del mundo, la redención de los esclavos, el recreo de los afligidos y la salud del universo. ¿Qué lengua habrá ¡oh Princesa soberana, Reina de cielos y tierra! que pueda enumerar todas vuestras misericordias, ni retribuir digno hacimiento de gracias por tantos beneficios como diariamente derramáis en el mundo? Nosotros, abrumados de su multitud y grandeza, apenas acertamos a manifestaros nuestro reconocimiento; bien veis Vos empero, los sentimientos de nuestros corazones, y no ignoráis que, agradecidos a vuestros soberanos beneficios, os protestamos con todo el afecto de nuestra alma reconoceros siempre por nuestra Reina, nuestro amparo, nuestro refugio, nuestra abogada y nuestra madre dulcísima. ¡Oh Señora benditísima! no permitáis que se aparte de nosotros este reconocimiento, ni que desconocidos os volvamos jamás las espaldas, haciéndonos acreedores con nuestra ingratitud a que nos abandone la singular protección, con que hasta aquí nos habéis amparado. Alcanzadnos estas gracias de vuestro Hijo santísimo, así como la que de una manera especial os pedimos en esta novena, si ha de ser para gloria de Dios, honor vuestro y provecho de nuestras almas. Amén.

 

 

DÍA NOVENO

ORACION

¡Oh Virgen y Madre de Dios, Reina de toda clemencia y benigna y misericordiosa con tan ingratos y desconocidos pecadores como nosotros! Cuán llenos de confusión y de vergüenza nos presentamos a vuestras soberanas plantas, reconociendo nuestra ingratitud a los favores de que habéis querido colmarnos. ¿Quien, Señora, os diremos con San Bernardo, puede medir la longitud, latitud y profundidad de vuestras misericordias para con nosotros? ¿Qué hay de cuanto nos rodea que no publique vuestros favores? Los campos nos dicen que Vos sois nuestro sustento, los aires y los elementos que sois el refugio en nuestras calamidades, la vida y salud de nuestros enfermos; y los ángulos todos de nuestra nación, que sois la paz y la alegría de nuestras familias, la tranquilidad de la República, y la más segura garantía de nuestras Cristianas instituciones. Más ¿cómo os hemos pagado tantos beneficios? ¡Ah! tal vez, sólo con exteriores manifestaciones de infructuosa gratitud, e interiormente con ofensas y culpas, que nos han hecho merecedores de que nos retiraseis vuestra amorosa protección. Arrepentidos y confusos las venimos a confesar hoy a vuestras plantas, esperando de esa misericordia con que hasta aquí nos habéis mirado, nos obtendréis gracias abundantes para seros siempre fieles en adelante, así como la especial que os hemos pedido durante esta novena, si ha de ser para gloria de Dios, culto vuestro y provecho de nuestras almas. Amén

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