martes, 20 de febrero de 2024

DIEZ MINUTOS

 


DIEZ MINUTOS

DEDICADOS A LOS DOLORES DE MARÍA SANTÍSIMA 


EN EL PÉSAME DEL VIERNES SANTO


ORACIÓN

¡Oh Virgen Purísima, Reina inmaculada del cielo y de la tierra, aquí me tienes arrodillado ante tu bendita imagen, implorando el perdón a mis innumerables pecados. Tú padeciste acerbos dolores, dolores sin comparación cuando injustamente condenaron a muerte a tu Santísimo Hijo Nuestro Señor Jesucristo. Y por qué fué? Por amor a nosotros que tan ingratamente nos manejamos ofendiéndolo a cada segundo en esta vida. Tú Virgen Divina, sufriste en el alma todos los tormentos de Jesús con una abnegación sin nombre. Y esos padecimientos tanto tuyos como de tu Hijo Sacratísimo sólo han sido para nuestro bien. ¡Yo soy muy ingrato contigo! Pero desde hoy prometo enmendarme. Tú Virgen nobilísima no haces aprecio de mis ofensas, al contrario nos amas con mayor vehemencia.

¿Quién como tú? ¿Quién es el causante de tus indescriptibles penas? El pecador ¡oh Madre que te hace desfallecer de amor, y anhelas con el ardor de tu alma mi verdadera felicidad. Tú me velas si estoy despierta; tú me sostienes con tu mano si estoy herida por mi culpa y aún te inclinas a levantarme si caigo. Tú me curas si estoy tu me alegras si me hallo triste; tú me acompañas en mis negocios, como si fueran tuyos; te invoco y me escuchas; y aunque abandone el mundo todo, tú no puedes abandonarme, porque eles mi Madre. Si suspiro por tí en el mundo, mi suspiro hace eco en tus purísimo corazón. Si levanto los ojos al cielo encuentro el consuelo, y tú, Madre, desde tu Trono me diriges una mirada expresiva; y si te digo que te amo, te sonríes y me muestras tu corazón amante. Pues bien, amor mío, ya que eres tan compasiva, mi querida Madre, tan dulce y amorosa, déjame abrirte mi corazón y comunicarte mis secretos, exponerte mis necesidades, y entregarme toda en tus manos. ¡Sí! yo me entrego toda a Tí, lo que soy y cuánto a mí pertenece, mi cuerpo y mi alma, mi pasado y mi presente, mi porvenir, las circunstancias de mi vida y mi destino eterno; más para que aceptes mi ofrenda, ¡oh Madre de los Dolores! concededme una verdadera devoción; no estoy contenta con experimentar al ver tu imagen, ni con mis tibias oraciones que te dirijo, ni aún con las lágrimas que suelen derramar mis ojos cuando medito tus bondades, y porque una triste experiencia me enseña que muy pronto olvido mis resoluciones, se apaga mi fervor. Yo no reformo mis costumbres; ¿ Qué hacer, pues, con una desgraciada así de inconstante e ingrata y desleal? ¡Ah! Madre mía, yo no hallo qué decirte, sino que te dignes por piedad robarme el corazón; compadécete de mi suerte, Madre, que te ofrezco mi vida tan recargada de culpas y de crímenes, que yo misma me avergüenzo en tu presencia, pero tú, Madre, me has de defender en el Tribunal de tu Divino Hijo; y siempre que miro, sus sacratísimas llagas, me acuerdo que te tengo convidada para las tres necesidades que son a la hora de la muerte, y cuando me esté tomando cuenta, y cuando me esté sentenciando a las penas que por mi culpa merezco; como mi Madre, te pido que me defiendas; no te separes entonces de mi cabecera y hazme sentir consuelos en tu presencia, y háblame con palabras que alienten mi esperanza e inflamame en el fuego de la caridad divina sorprendeme y agráciame con las virtudes de tu resplandeciente rostro, y recibe en tus virginales brazos mi pobre alma, para que desde el asilo seguro de tu seno, oiga del Juez Supremo la sentencia de mi salvación eterna. Amén.


Tres Ave Marías por intención de las personas que llevan a efecto esta devoción.


HIMNO

A NTRA SEÑORA DE LOS DOLORES


CORO:

De rodillas. hermanos oremos,

A la Madre Sagrada de Dios.

Y llorando su amor imploremos

Por su pena tan grande y atróz.


Tú sufriste dolor sin segundo

Cuando a tu hijo tormento le dieron,

Tus angustias un éco tuvieron

En tu amante e infeliz corazón.


Abrazando la Cruz que nos salva

Si sentido un momento quedaste;

Y mil quejas sin nombre exhalaste

Al morir El que vida nos dió,


Hoy recuerdan las almas cristianas

Tus amargos sentidos clamores

Y en el nombre de aquellos dolores

Te pedimos nos tengas piedad.


Desde lo alto del cielo, Señora,

Do se eleva un trono esplendente,

Tus miradas dirige clemente

A este valle de pena y dolor.


Pon tus ojos en tanta miseria

Que domina tu pueblo querido;

A mis quejas inclina tu oído,

Llegue á tí mi doliente clamor.


A ofrecerte venimos canciones

Que de amor y ternura están llenas,

Y á decirte también nuestras penas;

Que torturan nuestros corazones.


Y de fé y de dolor poseídos

Elevemos á tí nuestra queja,

Imitando el cimbrar de la abeja

Que bajará alrededor de tu altar.

DOCE MINUTOS

 


DOCE MINUTOS

EN COMPAÑÍA DE MARÍA SANTÍSIMA DE GUADALUPE


México. -Imprenta de Antonio Vanegas Arroyo, Calle de Santa Teresa núm 1.


GOBIERNO ECCO. DEL ARZOBISPADO DE MÉXICO 


México, Noviembre 24 de 1892.

Visto el parecer del Pbro. Doctor D. Leopoldo Rus, a cuya revisión y censura pasó el manuscrito denominado: "Doce minutos en compañía de Maria Sma. de Guadalupe," damos nuestra licencia para que se imprima y publique, con calidad de que antes de darse á luz sea cotejado por el mismo Eclesiástico Censor y de que se inserte esta licencia. Así lo decretó y firmó el Ilmo. Sr. Arzobispo, Administrador de la Diócesis de Cuernavaca.


M. El Arzobispo.

DR. JOSÉ MORA.

PRO - SRIO.


México, Noviembre 24 de 1892.

Concedemos ochenta días de Indulgencia por cada vez que se rece la oración á que se refiere la licencia anterior. Así lo decretó y firmó el Ilmo. Sr. Arzobispo, Administrador de la Diócesis de Cuernavaca.


El Arzobispo.

DR. JOSÉ MORA.

PRO-SRIO.


ORACIÓN 

¡Oh Madre Santísima de Guadalupe! Aquí tienes á este indigno pecador, que viene á desahogar por un momento los tiernos y ardientes incendios de amor y gratitud en que se abrasa su corazón. Pero… ¿Cómo empezaré, Virgen Madre? Yo busco expresiones y palabras, y siempre siento que la lengua explica con tibieza el fuego de mi espíritu, y que el impetuoso torrente del alma se detiene y tropieza en la grosera explicación de mis labios. ¡Madre, esperanza, asilo, refugio y alegría de México! María de Guadalupe ¿Quién te dió título tan sublime? ¿quién te amó con este nombre tan dulce y amable para todo buen mexicano? Maria de Guadalupe. ¡Oh, qué nombre tan encantador

y divino! El solo es más apacible a los oídos que la música más armoniosa, más dulce a los labios que la sabrosa miel, y más tierno y amoroso al corazón que todas las criaturas. María de Guadalupe: ¡Oh, nombre de gratísima melodía, de irresistible atractivo, de mística y celestial poesía ¡Si! Maria de Guadalupe, Madre de los mexicanos, he aquí el nombre que lo encierra todo, que lo dice todo. Este es aquel mismo nombre que allá en nuestra infancia nos enseñaron á balbucir los labios benditos de nuestros padres; este es el nombre que en éxtasis altísimo contemplan los ángeles en el cielo, este es, en fin, el nombre con que el mismo Dios honró á María, cuando con estupor de los cielos hizo que bajase á las humildes montañas del Tepeyac y quiso que llamásemos Madre de los mexicanos, á la que Él también llama Madre! Pero, ¿cómo es, ¡oh Reina y Madre de grandeza! cómo es que nuestros inmundos labios osan pronunciar un nombre tan augusto, un nombre tan sagrado? ¿Cómo es que nuestra alma no queda abismada á la sola consideración de un nombre adecuado á tanta grandeza y tan superior á todas las criaturas? ¡Oh, misterio de amor! ¡Oh, océano de misericordia! ¡Oh, abismo de felicidad! Escuchad, sino, cuán buena es para nosotros la Virgen María de Guadalupe.... Si, Madre tierna de los mexicanos, dulzura nuestra, delicia nuestra: mientras la incredulidad y la herejía se enfurecen y se llenan de rabia al oír tu augusto nombre; mientras el demonio se cae por tierra derribado como por un rayo cuando te llamamos Madre de Dios, y las huestes infernales se deshacen como el humo, cuando llenos de júbilo te proclamamos también Madre nuestra, nosotros los venturosos mexicanos, sentimos almibarada nuestra lengua, dilatado el corazón, alborozado nuestro pecho y transportado nuestro espíritu por un sentimiento de confianza filial y de célica complacencia. Oh, ¡cuán grato es pensar y decirse á sí mismo en esos momentos: María Santísima de Guadalupe es mi abogada, mi defensora, mi hermana, mi amiga y mi Madre; pero es mi abogada más solícita, mi defensora más constante, mi hermana más cariñosa, mi amiga más leal y mi Madre la más tierna y amante que desear pudiera! ¡Ah! Sí, encantadora Virgen del Tepeyac: tú tienes para mí un corazón de madre que te hace desfallecer de amor y anhelar con todo el ardor de tu alma mi verdadera felicidad. Tú me velas si estoy dormido, tú me cuidas si estoy despierto, tú me sostienes con tu mano si tropiezo y me levantas sí caigo en el lodazal inmundo de la culpa. Tu me curas si estoy enfermo, tú me alegras si me hallo triste, tú te ocupas de mis negocios, cual si fueran tuyos: tú me escuchas aún antes de invocarte y aunque todos los del mundo me abandonen, tú no quieres ni puedes abandonarme. Si suspiro por tí en la tierra, mi suspiro hace eco en tus purísimas entrañas; si levanto mis ojos hacia el cielo, tú desde tu trono me diriges la más ardiente y expresiva mirada; y si te digo que te amo, tú sonríes festiva y me muestras tu corazón amante.


Pues bien, amor mío, ya que eres tan compasiva y tierna, tan dulce y amorosa, tan accesible y buena, déjame abrirte mi corazón, comunicarte mis secretos, exponerte mis necesidades y entregarme todo en tus manos. Sí, yo te entrego de la manera más absoluta todo cuanto soy y cuanto á mí pertenece; mi cuerpo, mi alma, mi pasado, mi presente, mi porvenir, las circunstancias todas de mi vida y mi eterno destino.... Más...... para que aceptes mi humilde ofrenda, ¡oh tierna Madre de Guadalupe! concédeme ante todo tu verdadera y sólida devoción. No estoy contento con sólo estos sentimientos de ternura que experimento al ver tu soberana imagen, ni con las tibias oraciones que te dirijo, ni aun con las lágrimas que suelen derramar mis ojos cuando medito tus bondades, por que, ¡ay! una triste experiencia me enseña, que muy pronto olvido mis resoluciones, se apaga mi fervor y no reformo mis costumbres. Que haces, pues, con un desgraciado tan inconstante, tan ingrato y tan desleal?.... ¡Ah, Madre mía! yo no hallo qué decirte, sino que te dignes por piedad robarme el corazón.


Compadécete de mí, Señora, mira que el proceso de mi vida está tan recargado de culpas y de crímenes, que yo mismo me avergüenzo de mi iniquidad. Defiende, pues, mi causa en el Tribunal divino, y siempre que mires las sacratísimas llagas de tu querido hijo, acuérdate de mi ruego. Yo te invoco especialmente, Madre mía de Guadalupe, para aquella terrible hora en que mi alma ha de partir de este mundo. No te separes entonces de mi cabecera, hazme sentir tu consoladora presencia, háblame al corazón con palabras que alienten mi esperanza, inflámame en el fuego de la caridad divina, sorpréndeme agradablemente con la vista de tu resplandeciente rostro y recibe en tus virginales brazos mi pobrecita alma, para que desde el asilo seguro de tu seno oiga del Supremo Juez el fallo de mi salvación eterna.


Yo te ruego también, Madre amorosa, por el Sumo Pontífice reinante y por todos los superiores y ministros eclesiásticos y seculares así como por las necesidades espirituales y temporales de nuestra Madre la Iglesia. Vuelve oh Virgen de Guadalupe, tus ojos benignísimos hacia esta nación mexicana, hacia estos tus pobres hijos, de que te has dignado ser su augusta y dignísima Patrona. Y así como el águila abriga con sus alas á sus polluelos, cubre tú también con tu manto á todos los que te imploramos, y bendícenos misericordioso como bendijiste la sagrada imagen que respetamos y veneramos con la mayor efusión del alma. Permite, Madre de Guadalupe, que al terminar mi humilde oración, ponga bajo tu amparo maternal á mis amigos y enemigos, á mis bienhechores y conocidos, á todos mis prójimos y especialmente á las personas de mi familia, entre quienes deseo y te pido que se transmita de generación á generación, como la más rica herencia, filial amor y una ardentísima devoción á tí, Madre Santísima de Guadalupe, madre tierna de todos los mexicanos. Amén.


NOTA. Se suplica á las personas que recen cada oración tengan á bien pedir á la virgen, mediante un Ave Maria, por las personas que arreglaron esta devoción.


HIMNO A MARÍA SANTÍSIMA DE GUADALUPE

¡Gloria, gloria! gozosos cantemos

uno á otro confín del Anahuac,

á la Virgen de Israel adornemos,

Ya que aquí visitó el Tepeyac.


¡Reina del empíreo cielo.

Guadalupana Maria,

Que quisiste en fausto dia

En México aparecer.


Paz en el indiano suelo

A tus hijos prodigaste,

Cuando amable te dignaste

Al Tepeyac descender.


Tú eres del americano.

La madre tierna y amante,

Su faro de luz radiante.

Su hermosa estrella polar.


Extiende tu augusta mano

Hacia la patria querida,

Donde fuiste aparecida,

De un modo tan singular.


Hoy que la Iglesia celebra

Tus glorias, ¡Madre adorada!

Su grey á tus pies postrada

Te viene humilde á pedir.


Le concedas bondadosa

La quietud, la dulce calma,

Y la pureza del alma

Para tranquila vivir.


Recibe aquí cuál tributo

A tu Majestad debido,

El que hayamos concurrido.

Con flores ante tu altar.


Y cúbrenos con las orlas

De ese tu estrellado manto,

Escuchando el tierno canto

Que venimos a entonar.


El día á tí consagrado

Es para honrar la memoria

De la más plausible historia

Que es la de tu Aparición.


Y acepta, excelsa María,

Este homenaje que ufanos

Te ofrecen los mexicanos

Con todo su corazón.


De tí esperamos, Señora,

Felicidad y consuelo

Si nos envías desde el cielo

Tu maternal bendición.


Para que al fin de la vida

Do nuestro amor te ofrecemos,

Tu rostro mirar logremos

En la celeste mansión.


¡Gloria, gloria! gozosos cantemos

De uno á otro confín de Anahuac,

a la Virgen de Israel coronemos,

La que aquí visitó el Tepeyac.


IMPORTANTE

Por cada Ave María que se rece delante de cualquiera imágen de Nuestra Señora de Guadalupe, se ganan quinientos días de Indulgencia, y diciendo Ave María, ó solicitando devotos, ó dando á conocer el prodigio, trescientos días.


JACULATORIA

Madre mía de Guadalupe,

Por tus cuatro apariciones,

Antes de cuarenta días

Remedia mis aflicciones.

Madre mía de Guadalupe,

Remedio de todo mal,

Líbrame de la miseria

Y de la culpa mortal.

martes, 6 de febrero de 2024

NOVENA A NUESTRA SEÑORA DEL REFUGIO "LA PEREGRINA"


 

NOVENA

A LA MADRE DE DIOS NUESTRA SAÑORA DEL REFUGIO

QUE CON EL TITULO DE LA

DIVINA PEREGRINA

QUE SE VENERA

EN LA IGLESIA DEL EXTINGUIDO COLEGIO SEMINARIO DE MISIONEROS APOSTÓLICOS DE SAN FRANCISCO

DE SAHAGUN,

 

LEON. — 1855.

 

Establecimiento tipográfico de la Viuda é Mijos de Miñón

 

Indulgencias concedidas por cada día que se asista a esta Novena, o por rezar una Salve, o un Ave María ante su imagen.

El Excmo. Señor Cardenal Arzobispo de Toledo concede cien días de indulgencia. Los ilustrísimos Señores Arzobispos de Santiago, Burgos, y Valencia cada uno ochenta días. Los ilustrísimos Señores Obispos de León, Palencia, Valladolid, Segovia, Sigüenza, Ávila, Astorga, Vich, Cádiz, Perth-Coadjutor, Zamora, Osma, Santander, y Puerto Victoria, y otros, cada uno cuarenta días.

 

ADVERTENCIA

Este Novenario va dispuesto en nueve Peregrinaciones, que hizo en este mundo la Emperatriz de los Cielos a beneficio de nuestras almas, según consta especialmente de la V. M. María de Jesús de Agreda, de cuya celebérrima Historia, intitulado Mística Ciudad de Dios, se han copiado casi en formales palabras, como se puede ver en las citas que van puestas,

El modo de hacer con fruto esta Novena es prevenirse con una buena confesión; procurar cada día pedir, y ejercitar aquella virtud que se señala, y practicó en su jornada la Divina Peregrina; tener gran confianza que se conseguirá el favor que se intenta, si conviniere al bien de su alma; y finalmente puesto de rodillas delante de una imagen de María Santísima, persignándose, dirá todos los días el acto de Contrición, y salutación como se sigue:

 

ACTO DE CONTRICIÓN

Para todos los días de la Novena.

Altísimo Señor, y Dios eterno, uno en esencia, y trino en personas, yo vil criatura y pecador miserable, postrado con humildad ante el trono de vuestra infinita piedad, confieso que pequé contra vos mi Criador, mi Padre, y mi Señor; pero reconocido de mis culpas, me pesa de corazón, de todas ellas, no tanto por la gloria que perdí y el infierno que gané, cuanto por haber ofendido vuestra infinita bondad, digna de infinito amor, propongo Dios mío, enmendar mis yerros y apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, y para esto pido con toda mi alma a mi Madre y Señora la divina Peregrina, se digne mirarme con los ojos de su clemencia para que siendo mi medianera, protectora y abogada; consiga el perdón de mis culpas, el conservarme en el feliz estado de la gracia y cuanto deseo alcanzar por medio de esta Novena, la que ofrezco a gloria suya, y mayor bien de mi alma. Amen.

 

SALUTACIÓN Á MARÍA SANTÍSIMA PARA TODOS LOS DÍAS

Dios te Salve María, Hija de Dios Padre;

Dios te Salve María, Madre de Dios Hijo:

Dios te Salve María, Esposa de Dios Espíritu Santo.

Dios te Salve María, Templo, y Sagrario de la Santísima Trinidad.

Dios te Salve María Santísima, Madre de Dios, y Señora nuestra, concebida en gracia en el primer instante de su ser natural. Amen Jesús.

 

PRIMERA PEREGRINACIÓN

A JUDEA.

(Mist. Ciud. de Dios de la V. M. Agreda, p. 2 lib. 5 cap. 16.)

 

CARIDAD

En esta primera peregrinación hay que considerar a la divina Peregrina, caminando con su Esposo S. José, desde Nazareth a las montañas de Judea, a visitar a su prima Santa Isabel, llevando en su purísimo vientre al Verbo humanado; y aunque en este viaje ejercitó su Alteza heróicas virtudes, la caridad fue la que sobresalió como se verá en los prodigios siguientes. Halló en un lugar a una pobre doncella gravemente enferma, y usando de la potestad de Reina de las Criaturas, mandó a la calentura que dejase a la doncella, y a los humores que se compusiesen; y al punto la enferma quedó sana en el cuerpo, y tan mejorada en el espíritu que llegó a ser Santa. Llegó nuestra divina Peregrina a casa de Santa Isabel, y a su vista, y voz dulcísima, no solo quedó Isabel llena del Espíritu Santo, santificado en su vientre el Bautista, y su padre Zacarías recuperada el habla, sino que también quedó santificada toda la familia, y otro gran número de almas. En la casa de Santa Isabel servía una criada de muy perversas costumbres, a quien acompañaban muchos demonios ansiosos de apresar su alma, y solo cuando estaba en la presencia de María Santísima se retiraban los enemigos, y no sentía la criada los malos efectos de su infeliz compañía: con esto se aficionó a la Señora, y esta mandó a los demonios que la dejasen, y al instante quedó libre la paciente, y tan trocada en el espíritu que en adelante vivió santamente. No era de mejor condición otra vecina de la casa de Zacarías, que vivía licenciosamente en la guarda de la honestidad: por curiosidad fue a ver a nuestra Peregrina Reina, y apenas puso en ella los ojos, cuando la Madre de la pureza la trocó en otra, sacando en recambio la virtud de la castidad, y el verdadero arrepentimiento de sus pecados.

 

-Aquí se recoge un rato al interior a considerar las maravillosas piedades de nuestra gran Reina, y se la pide esta virtud de la caridad, y el favor que se intenta, conseguir por esta Novena.

 

ORACIÓN

PARA ESTE DIA PRIMERO

Emperatriz Soberana, Misionera divina, embajadora de paz, mística Carroza del mejor Salomón, Peregrina Paloma, de cuya dulcísima voz, se formaron las maravillas que veneramos en esta sagrada jornada. Suplícote Madre mía, te dignes visitar mi alma, quebrantando las cadenas de la culpa, y ahuyentando de

ella las sombras, de que se mira cercada, para que alumbrada con la peregrina luz de tu celestial visita, pueda lograr la verdadera paz de la bienaventuranza. Amen.

-Ahora se reza una Salve en reverencia de los pasos de esta primera jornada.

 

GOZOS

DE ESTA PRIMERA PAREGTINACION.

Pues sois en peregrinar

la Doctora más divinas:

Salve Madre Peregrina,

Salve, Refugio sin par.

 

El enardecido celo

que vuestro corazón baña,

hoy os lleva a una montaña

para transformarla en Cielo,

peregrino vuestro anhelo

camina allá sin parar.

 

Pan, fruta, y poro pescao

fue vuestra repostería. sor

y Carroza de María:

fue un jumentillo prestado,

Cielo y tierra se ha admirado

de humildad tan singular.

 

No cansa vuestra piedad

del hombre la ingratitud

á todos dais la salud

usando de caridad:

testigo de esta verdad

fue una doncella vulgar.

 

Por madre os saluda amante

vuestra prima reverente

del Dios que mira presente

en vuestro claustro brillante:

todo se hizo en un instante

dando a todos que admirar.

 

De Zacarias la casa

queda toda transformada,

y hasta una pobre criada

logra favores sin tasa;

mas ¿qué mucho si esto pasa

en quien os llega a mirar?

 

Misionera afortunada

fuisteis en esta ocasión,

pues se logró la misión

de esta divina embajada;

la gente queda admirada,

y se deshace a llorar.

 

L/: Ora pro nobis, Santa Dei Genitrix.

R/: Ut digni eficiamur promissionibus Christi.

 

OREMUS

Concede misericors Deus fragilitati nostre presidium, ut qui Sanctee Dei benilricis memoriam agimus, intercessionis ejus auxilio 4 nostris iniquitatibus resurgamos. Per eundem Christam Dominum Nostrum. Amen.

 

 

SEGUNDA PEREGRINACIÓN

A BELEN.

(V. M. Agreda p. 2. lib. 4. desde el cap. 9 hasta el 19).

 

POBREZA

En esta segunda peregrinación se nos propone a la consideración la divina Peregrina, caminando con su Santo Esposo José desde Nazareth hasta Belén, y entre las virtudes que practicó, resplandeció con primor la Santa pobreza. En esta jornada caminaban nuestros celestiales Peregrinos tan solos como pobres y despreciados a lo del mundo; pero a lo del cielo prósperos, abundantes y magníficos, Tuvieron en este viaje algunas penalidades, pues al llegar a las posadas, unas veces oían palabras ásperas, y descorteses, otras les admitían con desprecio en un rincón, del portal; otras les despedían como a gente despreciable, y tenían, que retirarse a lugares menos decentes y más humildes, en donde los brutos les daban el lugar y cortejo que les negaban los hombres. Llegaron a Belén nuestros: Peregrinos, y ni aun entre sus parientes y conocidos hallaron posada; por lo que, les fue preciso retirarse a un pobre portal o cueva, tan humilde, y despreciable, que por serlo; nadie se dignó de ocuparla; y es que solo les estaba bien esta humilde choza a los Maestros de la pobreza Cristo, y María. Este fue el palacio, que tenía preparado el Supremo Rey de los Reyes para hospedar a su unigénito humanado: entraron en él nuestros Santos Peregrinos, y dadas gracias al Señor por el hospicio, le limpiaron ayudados de los ángeles, y en la medianoche nació de María Virgen el Sol de justicia Cristo, allí le adoraron los pastores y los reyes, y allí fue el oriente de todas nuestras felicidades.

-Aquí se considera como el día primero.

 

ORACIÓN

PARA ESTE SEGUNDO DÍA

Peregrina Princesa de los Cielos y la tierra, mística nave de la gracia, donde fue conducido el pan del Cielo para remedio del mundo, Arca del testamento, que en esta peregrinación disteis a luz el verdadero Maná; Suplícote, Madre mía, te dignes mirar mi alma con los dulces ojos de tu clemencia, para que, mejorada en los dones, de las virtudes que espero por tu dulce patrocinio disponga decente hospicio a mi Dios Sacramentado y logre la dicha de la eterna bienaventuranza. Amen.

-Una Salve como el primer día.

 

GOZOS

Peregrina; Hermosa Flor

de candores más fragantes:

Guiad a vuestros amantes

al gozo de su Señor.

 

Vuestro parto ya cercano

público edicto dispone;

y vuestra obediencia pone

para el camino la mano;

prácticas, vos, caso es llano,

de la pobreza el primor.

 

Todo el camino es portentos

á favor de los mortales,

más estos se portan tales

que los ganan los jumentos:

sus muchos atrevimientos

sufrís vos con grande amor.

 

Y a que a Belén has llegado

del camino fatigada,

en vez de encontrar posada

desprecios has encontrado;

quedó José traspasado

de este suceso al rigor.

 

Superior impulso os lleva

á buscar acogimiento

en el humilde aposento

de un pobre portal 6 cueva;

ya con esto el cielo aprueba

de la pobreza el valor.

 

Por manos angelicales

este portal se compone,

tu beldad ya dispone

as fajas y los pañales;

estas fueron las señales

de nuestro Reparador.

 

El arte de misionar

practicáis en el camino,

pues vuestro celo divino

todo lo sabe allanar;

solo vos sabéis ganar

al más duro pecador.

 

 

DÍA TERCERO

TERCERA PEREGRINACIÓN

Á JERUSALÉN.

(V. M. Agreda p. 2 lib, A. cap. 19).

 

OBEDIENCIA

En esta peregrinación hay que considerar a la divina Peregrina caminando desde Belén a Jerusalén a cumplir la ley de la purificación, acompañada de San José, y entre las virtudes que practicó fue singular la obediencia. La ley de la purificación obliga a las mujeres no limpias, y siendo nuestra Reina más pura que las estrellas, no la obligaba la ley; pero quiso sujetarse a ella, enseñándonos en esto el primor de la obediencia. Caminaban, nuestros Santos Peregrinos rodeados de innumerables ángeles, que descendían de las alturas a venerar y admirar a su Rey niño, y Peregrino en los, brazos de su Madre. Llegaron a Jerusalén, y previniendo la Peregrina del Cielo dos tórtolas, y dos velas, se fue al Templo, y entregó su dulcísimo hijo al Santo Sacerdote Simeón, quien lleno del Espíritu Santo le ofreció al Eterno Padre, y profetizó a María el cuchillo de dolor que atravesaría su Purísima alma y la religiosa Reina, determinó hacer una Sagrada novena, repitiendo al Eterno Padre la gustosa ofrenda de su Hijo; y multiplicando oraciones por todos los pecadores; y el Altísimo le concedió unos grandes privilegios a favor de sus devotos, quienes siempre la hallarán Madre, Refugio y Amparo si buscan su patrocinio.

-Una salve como el primer día.

 

ORACIÓN

Clementísima Señora; Madre de Dios, Hijo Hija de Dios Padre, Esposa de Dios Espírita Santo, toda pureza y Santidad, que para mí doctrina y enseñanza obedeces la ley que no te-obliga, queriendo ser tenida por una de tantas; siendo en todo, para singular y peregrina, ruégote, Señora, y Madre mía, me alcances de tu Santísimo Hijo que yo venza mi soberbia, y obedezca y me sujete a las leyes de verdadero Cristiano, poniendo por obra los divinos mandamientos, para que su guarda me ponga con felicidad en la triunfante Jerusalén de la gloria. Amen.

-Una salve como el primer día.

 

GOZOS

Peregrina en quien se esmera

de Dios el poder sagrado.

Condúzcanos tu cuidado

a la dicha verdadera.

 

No estas Señora obligada

á la ley de las demás

pero no estuvo de mas

el hacer esta jornada;

pues queda así acreditada

la obediencia más entera.

 

A pie con pasos hermosos

Peregrina te contemplo

llevando la ofrenda al templo

que hizo a los hombres dichosos;

si los ángeles gozos

te sirven en la carrera.

 

Con. el precioso Cordero

que cielo y tierra enriquece

dos tortolillas ofrecen

vuestro afecto: verdadero;

Simeón con todo esmero,

su gran fortuna pondera.

 

Con su profético ardor

á vos Cordera Sagrada

os profetiza la espada

del más acerbo dolor,

cuando al mismo Salvador,

le anuncia la muerte fiera.

 

Una novena, Señora,

en el templo disponéis,

y por respuesta tenéis

será feliz nuestra hora:

esto logra el que os implora

con humildad verdadera.

 

Predicáis con Cristo en mano

como insigne misionera;

y al verte de esta manera

todos vienen a tu mano;

hasta el gentil más insano

toma segura Carrera.

 

 

DÍA GUARTO

CUARTA PEREGRINACIÓN

A EGIPTO

(V. M. Agreda, p. 2. lib. 4. cap. 22. hasta el 30).

 

PACIENCIA

En esta peregrinación se nos ofrece a la consideración nuestra divina Peregrina caminando desde Jerusalén a Egipto en un humilde jumentillo, llevando en sus brazos a su dulcísimo niño Jesús, y en compañía de San José, y los ángeles y entre las virtudes que practicó en es la jornada sobresalió la paciencia, y entera resignación en la voluntad de Dios. Salieron de Jerusalén nuestros Santos Peregrinos, Jesús, María, y José, en el silencio, y oscuridad de la noche, huyendo de Herodes, que quería matar al niño Dios; y aunque naturalmente les daban pena a los dos castos Esposos las forzosas incomodidades del camino, todo lo vencieron con una invicta paciencia y altísima resignación en la voluntad de Dios. Llegaron a la ciudad de Gaza, y allí la divina Peregrina dió perfecta salud a dos enfermos, dejó buena y sana a una que estaba baldada y a cuantos la veían o hablaban, les mejoraba en el alma. Prosiguiendo sus jornadas entraron en un desierto de más de sesenta leguas, en donde tuvo bien que lucirlo su paciencia, porque les faltó el abrigo, y se levantó un temporal de agua, y vientos destemplados que les fatigaba y cegaba, sin dejarles dar un paso. Llegaron a los poblados de Egipto, y tomaron asiento en Heliópolis. A su entrada dieron en tierra los ídolos, cumpliéndose la profecía de Isaías, que dice: subirá el Señor sobre una nube ligera (que era su Santísima Madre) entrará en Egipto, y se conmoverán sus simulacros. Salían de ellos los demonios, dejando también libres a muchos gitanos, a quienes catequizaba, enseñaba, y convertía nuestra Peregrina Madre, haciendo con ellos oficio de Misionera.

-Aqua se considera como el primer día.

 

ORACIÓN

Soberana Madre del amor hermoso, Peregrina Nube del mejor refugio, en quien el Sol de justicia Cristo Jesús hizo sagrada jornada para llenar a Egipto de gracias y maravillas: Misionera divina que con obras y palabras destierras la ceguedad de gentes bárbaras, atrayéndolas con tu dulce eficacia a la verdadera

luz del conocimiento de Dios; Suplícote Peregrina Señora, visites mi pobre alma, y arrojes de ella los ídolos de afectos desordenados, desterrando de ella los horrores de la culpa, y poniéndola con tu intercesión en la claridad de la gracia, para que sirviendo a Dios en espíritu de es he merezca ala. y gozarle para siempre. Amén.

-Una salve como el primer día.

 

GOZOS

Peregrina que en verdad

Sois la nube más divina.

A quien a amarte se inclina

dad gozos de eternidad.

 

De salir de vuestra tierra

orden recibió del Cielo,

pues de Herodes el desvelo

hace a Jesús cruda guerra;

ésta, Señora, os destierra

con toda penalidad.

 

Fué Gaza muy venturosa

en lograros Peregrina,

pues halla en ti medicina

con solo ver una Rosa;

fue cosa maravillosa

sanar toda enfermedad.

 

Continuando la jornada

de Gaza salís, Señora,

y no halláis quien os socorra,

estando tan fatigada;

dejase ver extremada

vuestra gran necesidad.

 

A vuestras insinuaciones

el Cielo propicio asiste,

y el desierto luego viste

de admirables refecciones

con manjar y pabellones

defiende vuestra beldad.

 

Ya sobre la nube leve

entra en Egipto el Señor,

va su brazo superior

á los ídolos conmueve,

ya el demonio no se atreve

a ostentar su vanidad.

 

Aquí como Misionera

hacéis la causa de Dios,

y todos miran en vos

su ventura verdadera;

en todo sois milagrosa

como Madre de piedad.

 

 

DÍA QUINTO

QUINTA PEREGRINACIÓN

A NAZARETH

(V. M. Agreda, p. 2. lib. 4. cap. 50).

 

PIEDAD Y MISERICORDIA

En esta peregrinación hay que considerar a nuestra divina Peregrina de vuelta. de Egipto a Nazaret, en que ejercitó con excelencia la piedad y misericordia. Siete años estuvieron en Egipto nuestros desterrados peregrinos Jesús, María y José, en que ejecutaron tantas maravillas, que si se hubieran de escribir no cupieran en muchos libros, los cuales cumplidos habló en sueños el Ángel del Señor a San José, y le dijo se volviese a tierra de Israel con el niño y la Madre, porque ya era muerto Herodes y los demás que procuraban la muerte al niño Dios: con este aviso determinaron su jornada, repartiendo primero entre los pobres las alhajas que tenían en la casa; dándoselas María Purísima al niño Dios para que por sus manos corriese esta obra de piedad y misericordia. A la despedida eran tantas las lágrimas y sollozos de los conocidos, que á no facilitarlo el poder divino, no les permitieran salir de la ciudad; pero, siendo precisa la jornada, salieron de Heliópolis, y como la fama de sus maravillas estaba ya divulgada en toda aquella Provincia, eran sin número los que de los lugares del tránsito salían a visitarles; y solo con verlos salían de su presencia socorridos de la gracia. Continuando sus jornadas volvieron a pasar los desiertos arenosos por donde había ido a Egipto, padeciendo los mismos trabajos. Al fin llegaron a Nazareth su patria, en donde el divino infante fue creciendo en edad y sabiduría, siempre sujeto a sus Padres y llamado de todos Nazareno, según lo que estaba escrito.

-Aquí se considera como el primer día.

 

ORACIÓN

Piadosísima Señora, y Madre de misericordia, que cumplido tu destierro vuelves Peregrina a tu patria, llenando de beneficios a los que se llegan a ti con algún piadoso afecto; Suplícote Madre mía, me asistas propicia en este valle de lágrimas, para que acabando en gracia el merecido destierro de esta triste vida, alcance con felicidad los gozos de la eterna patria. Amén.

-Una salve como el primer día.

 

GOZOS

Peregrina, hermoso asiento

del Cordero, que es León.

Válganos tu intercesión.

para el eterno contento,

 

De peregrinar aviso

tuvo en sueños vuestro Esposo,

á Nazareth presuroso

que camine el Cielo quiso;

y vos tenéis por preciso

darle entero cumplimiento.

 

Vuestra piedad singular

se conoce en la partida

dando a los pobres la vida

con repartir el ajuar:

en cada don sabéis dar

un riquísimo talento.

 

Lágrimas amargas vierte

Egipto en vuestra partida;

de buena gana la vida

trocaría por la muerte,

pues se le muda la suerte

con tan duro apartamiento.

 

Humilde y pobre equipaje

lleváis, divina María,

más celeste compañía

hizo célebre el viaje;

fue milagroso el pasaje,

y peregrino el sustento.

 

Vuestro peregrino celo

á favor de nuestras almas

consigue triunfos y palmas

para alegría del Cielo;

aquí logra vuestro anhelo

en cada pasó un portento.

 

Sois Misionera Sagrada,

Misionera Peregrina

pues la palabra divina

repartís en la jornada;

una cosecha colmada

supo lograr tu ardimiento.

 

 

DIA SEXTO,

SEXTA PEREGRINACION

A JERUSALEN.

(V. M. Agreda, p. 2. lib. 5. cap. 3.)

 

RELIGION

En esta peregrinación se nos ofrece a la consideración nuestra divina Peregrina caminando a Jerusalén a celebrar la Pascua, siendo la virtud de la Religión la que movía sus hermosos pasos. Mandaba la ley a los Israelitas que tres veces al año se presentasen en el templo de Jerusalén a dar culto al Señor; y aunque esta solo obligaba a los varones, por determinación del divino Maestro Jesús iba solo San José las dos veces, y la tercera iban juntos Jesús, María, y José a celebrar la Pascua de los ácimos, y a tributar al Señor este acto de religión: al salir de casa nuestra Soberana Reina pedía la bendición puesta de rodillas a su Hijo y a su Esposo San José; y aunque cuando el niño era pequeño le llevaban sus Padres algunos ratos en brazos; pero después por lo común todos tres hacían su viaje a pie, que siendo de treinta leguas, fatigaba a nuestro divino infante, enterneciendo a su Peregrina Madre, que de compasión lloraba, y limpiaba el sudor del rostro de su dulcísimo Hijo, y le enjugaba las lágrimas que por nuestro remedio derramaba en el camino. En llegando a Jerusalén, luego se retiraban al

templo en que el Verbo humanado se ofrecía al Eterno Padre para remedio del mundo, en lo que le acompañaba nuestra Peregrina Reina y habiendo celebrado así la Pascua, se volvían a su patria.

-Aquí se considera como del primer día,

 

ORACIÓN

Religiosísima Peregrina, Madre de Dios y Señora nuestra, que en el culto y veneración de la suprema Majestad fuiste la única, singular y Peregrina, saliendo todos los años de Nazareth tu patria para la casa de Dios y templo de Jerusalén, donde en premio de tu religión heroica mereciste extraordinarios favores del Altísimo para bien de tus devotos; Suplícote Madre purísima, me alcances con tu patrocinio que así adore al Altísimo acá en la tierra, que merezca

el favor de alabarle, y gozarle en la eterna bienaventuranza. Amén.

-Una salve como el primer día.

 

GOZOS

Pues en culto y religión

sois Peregrina tan bella.

Guiad con feliz estrella

nuestro humilde corazón.

 

Tres veces con el afecto

á Jerusalén partiste,

más una sola saliste

cada un año en el efecto;

allí triunfó sin defecto

tu obediencia y religión.

 

El niño Dios se fatiga

suda y lora en la jornada,

y vos Peregrina amada

con él también hacéis liga;

pues el amor os obliga

á tenernos compasión.

 

Treinta leguas de camino

andáis á pie, acompañados

de espíritus, que inflamados

de ver al Verbo divino

en traje de peregrino

se pasman de admiración.

 

Al templo llegáis amante

oración hacéis ferviente,

y por victima excelente

ofrecéis al Dios infante;

celestial milicia cante

vuestra ferviente oración.

 

En el templo y las jornadas

aunque vas de Peregrina

la música más divina

os canta sus alboradas;

todas van encaminadas

á tu gran veneración.

 

Tus pasos fueron Misiones

que hicieron fruto copioso

y lograron su reposo

pecadores a millares;

todos te dan bendiciones

por su feliz conversión.

 

 

 

 

DÍA SÉPTIMO

SÉPTIMA PEREGRINACION

 

Á BUSCAR EL NIÑO DIOS

(V. M. Agreda, p. 2. lib. 5. cap. 4 y 5.)

 

FORTALEZA

En esta peregrinación hay que considerar a nuestra. divina Peregrina caminando a Jerusalén en busca del niño Dios, descubriendo en este penoso lance el primor de su magnanimidad y fortaleza. Siendo ya el niño Dios de edad de doce años,

fue con sus Padres a Jerusalén a celebrar la Pascua como lo tenían de costumbre; y a la vuelta, al salir de la Ciudad, se quedó el niño en Jerusalén, sin que lo conociesen sus Padres, porque pensaba cada uno que iría en compañía del otro:

así caminaron todo un día, cada uno por distinto camino, como era costumbre: pero al encontrarse por la noche, y hallarse sin su soberano Hijo, quedaron traspasados de dolor, pero lo sufrieron con heroica magnanimidad y fortaleza. Buscaron con toda diligencia al querido de su alma, y no ballándole entre los deudos y conocidos, se volvieron a Jerusalén: rodearon calles y plazas, preguntando por su amado; y con la noticia que les dió una mujer de haber dado limosna a un niño de las señas que ellos daban, respiró algún tanto el corazón de la afligida Señora; y continuando su pesquisa, la dijeron en un hospital que un niño de extraordinaria belleza les había visitado, y llevado algunas limosnas, y dejándoles consolados y aliviados de sus males. Con esto se fue la Señora al templo, y le hallo sentado entre los doctores, preguntándoles y respondiéndoles sobre lo que disputaban; aguardó la Señora (dando gracias a Dios) a que acabase la disputa, reprimiendo con fortaleza su gozo, y echándole como amorosa Madre los brazos, le dijo: Hijo ¿por qué lo habéis hecho así? Mirad que vuestro Padre y yo, llenos de dolor. os andábamos buscando. Con esto descansó aquel columbino corazón, y el niño se volvió con sus Padres a Nazareth, refiriéndoles en el camino cuanto había ejecutado en los tres días.

-Aquí se considera como el primer día.

 

ORACIÓN

Peregrina Señora, Reina de los Ángeles, Maestra de las virtudes, que en las mayores tribulaciones de tu alma descubres el oro purísimo de tu magnanimidad y fortaleza, caminando como sedienta cierva en busca de tu verdadera vida, y haciendo por encontrar las más vivas diligencias; Suplícote Madre mía, me asistas con tu protección amorosa para que lleve en paciencia los trabajos de la vida, y acierte á buscar de todas veras al que tantas veces he perdido por mis culpas, para que continuando en buscarle con íntimo dolor de todas ellas, merezca encontrarle sin la contingencia de perderle por toda la eternidad. Amén.

-Una salve como el primer día.

 

GOZOS

Pues en busca de tu amado

caminas fuerte y constante.

Sed, Madre norte brillante

para el puerto deseado.

 

Al cumplir los años doce

el regio encarnado Sol

quiere que de su arrebol

el mundo los rayos goce;

ya es justo se desemboce

el Verbo Dios humanado.

 

Esta gran solemnidad

continuáis por siete días

y entre gozos y alegrías

os miráis con soledad,

pues del niño la beldad

con misterio se ha ausentado.,

 

Con ansias de amor ferviente

le buscáis por los caminos,

no le halláis entre vecinos,

entre amigos ni parientes;

sentís las luces ausentes

de ese Sol que se ha ocultado.

 

Tres días de larga ausencia

anduvo vuestro cuidado;

señas dais de vuestro amado

mas no dais con su presencia;

solo encuentra tu clemencia

indicios de lo buscado.

 

A un hospital te encamina

tu deseo fervoroso

y tu corazón ansioso

allí logra luz divina

con esto vais, Peregrina

al templo más afamado.

 

Ya en el templo le encontráis

disputando con los sabios,

y que la gracia en sus labios

está derramada halláis;

quejas amantes le dais

el dolor que os ha causado.

 

 

DÍA OCTAVO

OCTAVA PEREGRINACIÓN

A ZARAGOZA

(V. M. Agreda, p. 3. lib, 7. cap. 17.)

 

CELO SANTO

En esta peregrinación se ofrece a la consideración la divina Peregrina caminando desde Jerusalén a Zaragoza en manos de Serafines a visitar al Apóstol Santiago, y entre otras virtudes practicó como celestial Misionera el celo santo a favor de nuestras almas. Después de la Ascensión de Cristo a los Cielos, estaba su Purísima Madre en Jerusalén haciendo oración por el feliz logro de la predicación de los Apóstoles; en particular pedía por el Apóstol Santiago, Patrono de España. Apareciósela su Santísimo Hijo, y le dijo: Madre mía amantísima, es mi voluntad que visitéis en España a mi fiel siervo Jacobo, que se halla predicando en Zaragoza, y le diréis que vuelva a Jerusalén, en donde

padecerá martirio; pero que primero edifique en aquella ciudad un templo, en donde Vos, Madre mía, seáis venerada, como Madre y Protectora de aquel Reino; y para que podáis enriquecerle, deposito en vuestras manos todos mis tesoros. Mandó luego el Señor a los Ángeles que formasen un trono real, y colocando en él a su Reina la trajeron a Zaragoza en alma y cuerpo mortal, llegó nuestra Soberana Peregrina a Zaragoza a media noche, estando nuestro Patrón Santiago en oración con sus discípulos a las márgenes del Ebro; vieron y oyeron lodos los resplandores y música con que traían los Serafines a su Reina: nuestro Apóstol puesto de rodillas la adoró con profunda reverencia: y vio juntamente sobre una columna de mármol una imagen de la misma Señora hecha por mano de Ángeles. Dióle su maternal bendición la piadosa Emperatriz y le dijo: Jacobo, hijo mío, mira que este lugar le ha destinado Dios para Templo dedicado a mi nombre, y quiere que en él se franqueen sus divinas misericordias con todos los fieles que por medio de mi intercesión las pidieren; yo en nombre del Todopoderoso les prometo mi protección y amparo, y en testimonio de esta mi promesa quedará aquí esta columna y colocada en ella mi propia Imagen, y dando nuestro Apóstol humildes gracias a la Soberana Reina, la pidió su especial protección para este reino de España, y habiéndoselo concedido con maternal benignidad, la volvieron los Ángeles a Jerusalén.

-Aquí se considera como el primer da.

 

ORACION

Purísima Madre de Dios, amparo y refugio nuestro, Peregrina Protectora de todo el reino de España, a quien visitó tu clemencia, haciendo especial jornada a Zaragoza, aun viviendo en esta mortal vida, para asegurarnos a todos de tus amorosas piedades; Suplícote, Peregrina Madre, que pues tan de antemano me buscó tu piedad para hacerme feliz, logre ahora por tu intercesión el que no desmerezca tu protección amorosa, antes con ella consiga en mi última jornada tu asistencia, para subir con felicidad a la gloria. Amen.

-Una salve como el primer día.

 

GOZOS

Pues lo ardiente de tu celo

te acredita Misionera.

La conversión verdadera

pedimos con todo anhelo.

 

Para España de misión

que vengáis ordena el Cielo,

y la jornada de un vuelo

disponéis sin detención;

 

y pues que tu dignación

se vino así a nuestro suelo.

 

Por el aire conducida

y en trono de nube clara

venís Peregrina rara

á darnos la mejor vida;

sí así tu amor nos convida

para el camino del cielo.

 

Vuestra piedad generosa

Templo en España ha escogido,

porque nunca tenga olvido

de Madre tan cariñosa:

arte fue maravillosa

para darnos el consuelo.

 

Tesoro de tu piedad

es aquel Templo dichoso,

en él ofreces reposo

y toda felicidad;

á tan gran benignidad

humilde y constante apelo.

 

Por Misionera queréis

que todo el reino os conozca

y que en esto reconozca

la piedad que le tenéis:

Peregrina vos sabéis

cómo nos mira tú celo.

 

Para hacer vuestra misión

queréis estar muy de asiento,

y por eso con contento

en España hacéis mansión;

vuestra insigne protección

se mira aquí sin recelo.

 

 

DÍA NOVENO

NOVENA PEREGRINACION

A ÉFESO

(V. M. Agreda, p. 3. 1b. 8. Cap. 1, hasta el 5.)

 

AMOR DE DIOS PURO Y CASTO

En esta peregrinación hay que considerar a nuestra divina Peregrina caminando en compañía de San Juan Evangelista desde Jerusalén á Éfeso en la Asia; y entre otras virtudes que practicó en este viaje y estancia sobresalió con primor el celo de la honra de Dios, y amor de la pureza y castidad. Al cuarto día de vuelta de nuestra Peregrina Reina de Zaragoza a Jerusalén, se puso en camino para Éfeso en compañía de San Juan Evangelista, y habiendo llegado al puerto en un humilde jumentillo, tomaron embarcación nuestros Santos Peregrinos; y previniendo nuestra gran Reina los peligros del mar, hizo oración por todos los navegantes, y el Señor la concedió que favorecería a cuantos la invocasen con Piadosa devoción. Los peces reconociendo a su reina, rodearon la nave, y asomando las cabezas hacían meneos agradables; y dándoles la piadosa Madre la bendición, se volvieron a su centro. En pocos días desembarcaron en Éfeso, y fueron innumerables las maravillas que nuestra Peregrina Señora hizo; convirtió muchas almas, sanó enfermos, y libertó a muchos de la tirana posesión de los demonios con solo llegar a su presencia. Había en aquella ciudad una congregación de mujeres que cometían feos y torpes pecados con los demonios inventores de esta falsa secta, cuya capitana fue una llamada Diana, a quien habían dedicado un famoso templo en que vivían aquellas diabólicas mujeres con el pretexto de vírgenes. Quedó traspasado de dolor el corazón purísimo de María Santísima, y celosa de la honra de Dios, y de la virtud Santa de la castidad, mandó a los demonios que saliesen del templo, y al punto cayeron como rayos al infierno; y a un Ángel que arruinase aquel sacrílego templo, lo que hizo en un momento, quedando espantados los de Éfeso, y sepultadas en las ruinas aquellas torpes mujeres, menos nueve, con las cuales, y otras que convirtió nuestra Reina, hizo una congregación que recompensó los agravios que habían hecho las primeras a Dios y a la castidad.

-Aquí se considera como el primer día.

 

ORACIÓN

Eminentísima Señora, Peregrina Misionera, fecunda nube de gracias y maravillas, que en beneficio de las almas extiendes el rocío de tu celestial doctrina por el mar, por la tierra, sin que nadie se pueda esconder del manantial de tu piedad amorosa; Suplícote Reina mía, me admitas debajo de tu protección

y refugio, visitando mi alma como divina Misionera, y lanzando de ella los demonios de las culpas, porque puesta en la libertad de la gracia, acierte a disponer la jornada para la eternidad de la gloria. Amen.

-Una salve como el primer día.

 

GOZOS

Pues en la tierra y el mar

te admiramos Misionera.

Guiadnos en la carrera

hasta llegarte a gozar.

 

Hoy la nube más divina

la Peregrina del Cielo,

vestida de ardiente celo,

por mar y tierra camina;

sois divina Peregrina

que buscáis a quien salvar.

 

Ya las aguas no se atreven

con los que son tus devotos,

pues al mar pusiste cotos,

M sus olas te obedecen;

las tempestades no empiecen

á quien te llega á invocar.

 

Al puerto sin detención

llegáis, Peregrina bella,

y cual Misionera estrella

en Éfeso hacéis mansión,

los frutos de esta misión

¿quién los podrá numerar?

 

Maestra de Misioneros

te acreditan tus acciones,

pues quitas las ocasiones,

arruinando pecaderos

y pues se ven los esmeros

de tu celo singular.

 

Toda la furia infernal

á tu voz quedó rendida,

y Diana fementida

recibió golpe fatal;

aqueste triunfo cabal

consigues con solo hablar.

 

Los demonios envidiosos

de fruto tan abundante

se confiesan sin aguanto

á tantos triunfos gloriosos;

y pues a tantos colosos

derribas con tu mirar.

 

 

ANOTACIONES

Al hablar sobre la piedad popular, es referirnos a aquellas devociones que antaño se hacían en nuestros pueblos y nuestras casas, cuando se...