sábado, 18 de mayo de 2024

DEVOCIÓN AL ESPÍRITU SANTO

 



DEVOCIÓN AL ESPÍRITU SANTO

Tomado del Manual de Nuestra Señora del Valle de Catamarca

Año de 1934

 

EXHORTACIÓN

Al dios desconocido: tal es la célebre inscripción que los atenienses hicieron poner en el frontispicio de su templo. ¿No convendría también hoy fijarla en cada uno de los templos vivos del Espíritu Santo? Se honra al Padre Eterno, se ama y adora al Divino Hijo; mas, cuán pocos son los cristianos que se preocupan de rendir sus homenajes a la tercera persona de la augustísima Trinidad, al Espíritu Santo, que es, como el Padre y el Hijo, un solo y mismo Dios.

El Espíritu Santo es el que anima y vivifica a la Iglesia de Jesucristo; este mismo Espíritu es el que debe animar y dirigir a todos los fieles. El habita en nuestras almas: dulce huésped del alma. Disipa en ellas las tinieblas que producen la ignorancia y la concupiscencia: es luz de los corazones. Nos santifica haciendo de nosotros criaturas agradables a Dios, porque es Santificador omnipotente. Consuela nuestros corazones atribulados, y por esto se llama Paráclito: consolador excelso. Nos llena de sus dones, como dice el Profeta: "Y sobre él descansará el espíritu del Señor: el espíritu de sabiduría y de entendimiento, el espíritu de consejo y de fortaleza, el espíritu de ciencia y de piedad, y lo llenará el espíritu de temor del Señor. Produce finalmente en nuestras almas las virtudes llamadas frutos del Espíritu Santo: caridad, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, longanimidad, mansedumbre, fe modestia, continencia y castidad.

Despierta, pues, cristiano, en tu corazón el amor al Paráclito; pídele con constancia y confianza que cada día te ilustre más y más con su luz, y encienda en tu corazón los ardores de su caridad. Invoca a menudo a este Divino Espíritu, en tus dudas, en tus trabajos y aflicciones; hónrale con tus prácticas de devoción, y, más que todo, dejándote guiar por sus inspiraciones, y así serás verdaderamente hijo de Dios: que el Espíritu Santo sea la luz de tu inteligencia, el amor de tu corazón, la fortaleza de tu voluntad, a fin de que puedas aquí en la tierra conocer, amar y practicar los deberes que te impone la santa ley del Señor.

 

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

¡Oh Fuego de amor!, purificad mi corazón e inflamadme con vuestra ardiente caridad. ¡Oh Padre de los pobres!, destruid en mi alma todo lo que no sea según vuestros deseos; dadme la sencillez y rectitud para que no busque otra cosa que vuestra amistad. ¡Oh dulce Consolador! Vos sabéis mis penas, mis temores, mis tristezas; sed mi alegría, mi paz, mi contento. ¡Oh Dedo de Dios!, grabad en mi corazón vuestra ley santa, enseñadme a cumplir vuestra voluntad. ¡Oh Fuente de vida!, apagad en mi corazón la sed de las cosas terrenas, y dadme el gusto, el deseo de las celestiales y eternas. ¡Oh Unción espiritual!, allanadme el camino de la santidad, haced que corra alegre por el camino de la perfección y del amor. ¡Oh ESPÍRITU SANTO!, espejo de mi alma, santificador de las almas, luz de la Iglesia!, hacedme todo amor, todo fervor: llenadme de vuestros dones. Gracias infinitas os sean dadas por las misericordias, gracias y consuelos que me habéis concedido: por haber santificado a María Santísima, por el amor que tenéis a la Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana. Amén.

 

EJERCICIOS EN HONOR DEL ESPÍRITU SANTO

ACTO DE CONTRICIÓN 

Omnipotente y sempiterno Dios, en quien confesamos tres personas distintas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y una sola esencia divina, miradnos postrados al pie de vuestro trono con el corazón contrito y humillado, arrepentido de haberos ofendido, prometiéndoos firmemente nunca más pecar y auxiliados de vuestra gracia serviros y amaros hasta el fin de la vida. Amén.

 

ORACIÓN

¡Oh Espíritu divino, Espíritu de verdad y de amor, autor de la santificación de nuestras almas!, os adoramos, porque sois el principio de nuestra eterna felicidad: os damos gracias, porque sois el dador soberano de los bienes que recibimos de lo alto; os invocamos, porque sois la fuente perenne de la luz y fortaleza de que hemos menester para conocer el bien y practicarlo. Dignaos, ¡oh Espíritu Santo!, iluminar nuestro entendimiento, fortalecer nuestra voluntad, purificar nuestro corazón, dirigir todos nuestros afectos, hacernos dóciles a vuestras divinas inspiraciones y otorgarnos la gracia de disponernos santamente a recibiros en nuestra alma en el día de vuestra solemne festividad. Así sea.

 

 

ORACIÓN PARA IMPLORAR LOS SIETE DONES DEL ESPÍRITU SANTO

Venid, ¡oh Espíritu Santo!, y concedednos el don de sabiduría, que, dándonos a conocer la verdadera dicha, nos separe de las cosas del mundo y nos haga gustar y amar los bienes celestiales.

 

L/: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

R/: Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Venid, ¡oh Espíritu Santo!, y concedednos el don de entendimiento, para que más fácilmente conozcamos y penetremos las verdades y misterios de nuestra santa religión.

Gioria al Padre, etc.

 

Venid, ¡oh Espíritu Santo!, y concedednos el don de consejo, que nos haga elegir en todo el mundo lo que contribuya a la mayor gloria de Dios y a nuestra propia santificación.

Gioria al Padre, etc.

 

Venid, ¡oh Espíritu Santo!, y concedednos el don de fortaleza, que haciéndonos superar todos los obstáculos que se oponen a nuestra salvación, nos una tan íntimamente a Dios nuestro Señor, que nada ni nadie pueda seperarnos de él.

Gioria al Padre, etc.

 

Venid, ¡oh Espíritu Santo!, y concedednos el don de ciencia, que nos dé el perfecto conocimiento de Dios y de nosotros mismos, y de los medios que debemos poner en práctica y de los peligros que debemos evitar para llegar al cielo.

Gioria al Padre, etc.

 

Venid, ¡oh Espíritu Santo!, y concedednos el don de piedad, que nos conduzca a cumplir con facilidad todo lo que sea del servicio de Dios y nos haga encontrar siempre dulce y ligero el yugo del Señor.

Gloria al Padre, etc.

 

Venid, ¡oh Espíritu Santo!, y concedednos el don de temor de Dios, que nos haga evitar con el mayor cuidado en todos los instantes de nuestra vida, lo que pueda desagradar a nuestro Padre celestial.

Gloria al Padre, etc.

 

Venid, ¡oh Santo Espíritu consolador. padre de los pobres, dulce esposo y suave refrigerio de las almas!, venid, y enriquecednos con las misericordias de vuestros siete dones, y dadnos con ellos vuestros preciosos frutos: a fin de que con vuestra divina asistencia guardemos puro nuestro corazón en la tierra y merezcamos después ver a Dios eternamente en el cielo. Así os lo pedimos por Cristo Señor nuestro, que con Vos y el Eterno Padre vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

 

HIMNO AL ESPÍRITU SANTO

Ven. ¡oh Criador Espíritu!

Y nuestras mentes visita;

Los pechos que tú formaste

Llene tu gracia divina.

 

Don altísimo y Paráciito

Con razón te denominas,

Pues fuego, amor, unción santa

Eres, y fuente de vida.

 

Tú, septiforme en tus dones,

Poder del Dios que te envía

Cual prometiera, a tus siervos

Todo idioma facilitas.

 

Alumbra nuestros sentidos,

Tu amor en el pecho inspira,

Y esta nuestra débil masa

Con tu soplo vigoriza.

 

Lejos huya el enemigo,

Concédeme paz benigna,

Para que el mal evitemos

Siempre por tu impulso y guía.

 

Haz que el Padre conozcamos

Y al Hijo, ciencia divina,

Y en ti creamos por siempre,

¡Oh amor! que entrambos envían.

 

Sea a Dios Padre la gloria

Y al Hijo, que hizo cautiva

La muerte, y a ti, joh Paráclito!

Por edades infinitas. Así sea.

 

L/: Enviadnos, Señor, vuestro Espíritu, y nuestros corazones serán creados de nuevo.

 

R/: Y renovaréis la faz de la tierra.

 

ORACIÓN

¡Oh Dios que os dignasteis ilustrar los corazones de vuestros fieles con la claridad del Espíritu Santo!, concedednos que, animados de este mismo Espíritu, sepamos juzgar y obrar con rectitud, y disfrutemos siempre obrar con rectitud, y disfrutemos siempre de sus celestiales consuelos. Así sea.

 

OTRO HIMNO

Venid, Espíritu Santo, y enviadnos desde el alto cielo un rayo de vuestra divina luz.

 

Venid, Padre de los pobres, venid, dador de los dones, venid luz de los corazones.

 

Consolador el más bueno, dulce huésped del alma, dulce refrigerio.

 

Sois nuestro descanso en el trabajo, templáis nuestros ardores y dais consuelos a nuestro lanto.

 

¡Oh Luz beatísima! llenad lo más íntimo de los corazones de vuestros fieles.

Sin vuestra ayuda nada hay en el hombre, nada que no le sea nocivo.

 

Lavad lo que está manchado, regad lo que está seco, sanad lo que está llagado.

 

Doblegad lo que está rígido, calentad lo que está frío, regid lo que anda desviado.

 

Conceded a los fieles que en Vos confían el feliz éxito en su salvación y el gozo sempiterno. Así sea.

 

Enviad vuestro Espíritu y serán creadas las cosas.

Y renovaréis la faz de la tierra.

 

Oid, Señor, mi oración.

Y mi clamorllegue a Vos.

 

OREMOS 

Oh Dios, que por la gracia del Espíritu Santo infundisteis los dones de la caridad en los corazones de los fieles, conceded a vuestros siervos, en cuyo favor imploramos vuestra clemencia, la salud del alma y cuerpo, para que os amen con todas sus fuerzas y con perfecto amor cumplan lo que os agrada. Por Jsucristo nuestro Señor. Así sea.

 

100 días cada vez que se rece uno de los himnos, rogando por las intenciones ordinarias. 300 días, rezando cualquiera de los himnos el domingo de Pentecostés y durante la octava, rogando por las intencioncs del Papa. Plenaria, una vez al mes, rezándolo todos los días.

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