NOVENA
EN HONOR DE MARÍA AUXILIADORA
I.
Oh Santísima María, Auxilio poderoso de los cristianos! que acuden confiados al trono de vuestra misericordia, escuchad las plegarias de un pecador, que implora vuestra asistencia para poder huir siempre del pecado y de las ocasiones de pecar.
-Tres Avemarías y Gloria. etc.
-Maria Auxilio de los cristianos, ruega por nosotros.
II.
Santísima María Madre de bondad y de misericordia, que con vuestro visible patrocinio habéis librado tantas veces al pueblo fiel de los asaltos y de la barbarie de los musulmanes; librad, os lo suplico, a mi alma de las asechanzas del demonio, del mundo y de la carne; y concededme en todo tiempo la más completa victoria sobre los enemigos de mi alma.
III.
Poderosísima Reina de los Cielos, que sola pudisteis triunfar de las innumerables herejías que pretendían arrancar a tantos fieles del seno de nuestra Madre la Iglesia, ayudadme, por piedad, a permanecer firme en la fe; y a conservar puro mi corazón de las asechanzas y del veneno de tan perversas doctrinas.
IV.
Dulcísima Madre mia, que por vuestros innumerables actos de abnegado heroismo, merecistes el titulo de Reina de los Mártires, dignaos comunicar a mi corazón la fortaleza necesaria para ser constante en vuestro servicio; concededme, además, la gracia de que, venciendo todo respeto humano, pueda practicar públicamente mis deberes religiosos, y gloriarme de ser hijo vuestro hasta la muerte.
V.
Amada Madre mía, que en el triunfo del gran Pio VII disteis otra prueba de la eficacia de vuestro patrocinio, cobijad bajo vuestro piadoso manto a la Iglesia toda, y especialmente a su augusto Jefe el Sumo Pontifice; defendedle en todo tiempo contra los ataques de sus enemigos, hacodle más llevaderas, sus penas, y asistidle siempre para que pueda guiar al puesto la navecilla de San Pedro, triunfando de las oleadas que quieran sumergirla.
VI.
Oh, María, Reina de los Apóstoles, tomad bajo vuestra valiosa protección a los ministros del Altar y a los miembros todos de la Iglesia Católica; alcanzadies espíritu de unión, de perfecta obediencia al Romano Pontifice y de ardiente celo por la salvación de las almas. Especialmente os suplico que veléis con amorosa asistencia sobre los Misioneros, a fin de que puedan llevar la fe de Jesucristo a todos los pueblos de la tierra, y formar del mundo entero un solo rebaño, que reconozca por Jefe a vuestro Vicario, el Sumo Pontifice.
VII.
¡Oh Maria, Madre de piedad y misericordia!, que con vuestra intercesión habéis librado tantas veces a los cristianos de la peste, de la guerra y de otras calamidades; acudid en nuestro socorro, y libradnos ahora de la irreligión y del vicio que, por medio de la prensa, de las asociaciones y de las escuelas implas, a tantos alejan de la Iglesia y de las virtudes. Madre mía, animad a los buenos, para que perseveren, fortaleced a los débiles, y haced que se conviertan los descarriados y los pecadores, a fin de que, triunfando la verdad aquí en la tierra, y estableciéndose el reinado de Jesucristo, sea mayor vuestra gloria y mayor el número de los elegidos del Cielo.
VIII.
Oh Maria, columna espiritual de la Iglesia y Auxiliadora de los Cristianos!, as suplico me alcancéis la perseverancia en el bien, y la libertad de los hijos de Dios. Por mi parte os prometo no manchar ni encadenar mi alma con el pecado; no afiliarme a ninguna sociedad secreta, y aborrecer a la masonería, condenada por la Santa Sede. Es mi deseo, Madre mía, obedecer al Sumo Pontifice y a los Obispos que están en comunicación con él, y vivir y morir en el seno de la Religión Católica, en la cual tengo la seguridad de salvar mi alma.
IX.
Piadosísima Madre mia que en todo tiempo quisisteis ser la «Auxiliadora de los Cristianos» asistidme con vuestro poderoso patrocinio durante mi vida, pero especialmente en la hora de la muerte; y haced que después de haberos amado y honrado en la tierra, pueda cantar vuestras misericordias en el Cielo.
V. Concededme, Virgen sagrada, la dicha de poder alabaros.
R. Dadme fortaleza contra vuestros enemigos.
ORACIÓN
Omnipotente y misericordioso Señor que para defender al pueblo cristiano, establecísteis maravillosamente un perpetuo Auxilio en la Bienaventurada Virgen María; concedednos propicio que sostenidos por esta asistencia los que luchamos en esta vida, obtengamos en la hora de la muerte completa victoria de nuestro enemigo, por los meritos de Nuestro Señor Jesucristo, Vuestro Hijo que vive y reina con Vos y con el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Así sea.
Con licencia celesiástica,
Escuelas Profesionales Salesianas-Pamplona.
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