NOVENA DE LAS 5 AVE MARÍAS
EN HONOR DE
NUESTRA SEÑORA DEL SAGRADO CORAZÓN
Para una causa desesperada
Año de 1958
Prólogo
El principal aviso que nos da el apóstol Santiago, para obtener de Dios las gracias que pedimos, es rogar con una completa seguridad de ser escuchado sin la más leve duda. La confianza no es, en realidad, sino la fe en el amor y ¿cómo no creer en la pruebas de amor y sin límites que nos ha dado?
Hablemos a Nuestro Señor en nuestras necesidades espirituales y temporales, con el amor, la fe y la confianza con que le hablaron lo que obtuvieron sus misericordias, como nos refiere el Evangelio.
La piedad de los fieles, iluminadas por el Espíritu Santo, ha dado en estos últimos tiempos a María Inmaculada un título conmovedor y perfectamente verdadero. Nuestra Señora del Sagrado Corazón que nos muestra en esta buena Madre a la Dueña y por decirlo así, a la Tesorera del Corazón de Jesús; está en la puerta de este santuario divino y tiene el derecho de abrirlo, y de hacer llegar hasta el Rey los homenajes de sus amantes súbditos.
Demos pues, a nuestra devoción este último rasgo que la hará perfecta. En toda ocasión recurramos a María para llegar a Jesús, y ofrezcamos todo a Jesús por medio de María; y de este modo jamás serán despreciadas nuestras ofrendas y la gracia que pedimos no nos será nunca rehusada.
Aún al borde del sepulcro, en los extremos del dolor y del peligro, no perdáis jamás la confianza. Si vuestra situación os parece sin esperanza, esperad más todavía. Dios se complace en manifestar su poder, no cuando principian nuestras pruebas, sino cuando todo nos parece desesperado.
Es el tiempo escogido por Dios para venir en socorro nuestro. (San Juan Crisóstomo).
La humilde esperanza de un alma que confía en Dios consigue cuanto desea de su bondad. (San Juan de la Cruz).
¡Perseverad en la oración con humilde confianza, aún contra toda esperanza!
L/: Dios mío, venid en mi auxilio.
R/: Apresuraos Señor, a socorredme.
I.
Señor Jesús a quien nada es imposible sino el dejar de compadeceros de los miserables; tened misericordia de nosotros que lo somos, y concédenos las gracias que os pedimos por la intercesión de vuestra Santísima Madre, que lo es también nuestra, la celeste Tesorera de vuestro misericordiosísimo Corazón; a quien nada podéis negar.
¡Señora Nuestra del Sagrado Corazón, esperanza de los desesperados, rogad por nosotros! – Ave María.
II.
Señor Jesús, infinitamente bueno y soberamente compasivo, que nos habéis dado vuestra palabra y comprometido vuestra fidelidad diciéndonos: “Pedid y recibiréis, buscad y hallareis, golpead y se os abrirá”, llamamos a la puerta de vuestro Corazón, y en nombre de vuestras infinitas ternuras, ¡oh Vos a quien tanto agrada glorificar a vuestra Santísima Madre, escuchadnos Señor.
¡Señora Nuestra del Sagrado Corazón, Abogada de las causas desesperadas, rogad por nosotros! – Ave María.
III.
Con el ciego del Evangelio, permitid que os diga:”Señor Jesús, Hijo de David, tened misericordia de mí.” Con la Cananea: “Señor, tened compasión de mí”. “Señor, socorredme”. Con el Centurión: “Señor, yo no soy digno de que me oigáis;pero mándalo con una palabra y todo será como lo espero de Vos”, sí Señor os lo ruego, porque os complacéis en colmarnos de beneficios y nos habéis dado a vuestra Madre, la “Omnipotencia” suplicante para nuestro consuelo y a Ella hemos confiado nuestra causa.
¡Señora Nuestra del Sagrado Corazón, rogad por nosotros!
– Ave María.
IV.
Dadnos la fe que todo lo obtiene. Señor Jesús, que dijisteis al ciego: “Ve, tu fe te ha salvado”; a la Cananea: “Hágase conforme tú lo deseas”y al Centurión: “Vete y sucédate conforme has creído”, nosotros también esperamos esta palabra de la infinita bondad de vuestro Corazón, que es más tierno que el de una madre, oh, Vos que lleno de compasión y benevolencia habéis consolado tanto dolores y sanado a tantos enfermos: ”contra toda esperanza”, esperamos y confiamos en Vos, que no nos entregareis a la amargura del dolor, porque nos hemos cobijado bajo la protección de vuestra Madre misericordiosísima, y como sois un hijo incomparable, no podéis rechazarla a Ella jamás.
¡Señora Nuestra del Sagrado Corazón, refugio de los pecadores y afligidos, rogad por nosotros!
– Ave María.
V.
Señor Jesús, que resucitasteis al Hijo de la Viuda de Naim; que llorasteis con Marta y María y volvisteis la vida a Lázaro; que curasteis al paralítico que hacía 38 años que esperaba y confiaba; que amáis tanto a los niños, que perdonasteis al Hijo pródigo y habéis querido ser llamado el amigo de los pecadores arrepentidos, porque sois el Dios de amor y de esperanza, y la verdad infinita; y nos habéis dicho que no nos olvidaríais jamás; lo que nos probáis hasta este momento, con una ternura paternal, sanando y consolando una multitud de miserias, ahí donde se ama a vuestra madre a quien habéis hecho la “sublime Esperanza de los desesperados”, dándole todo poder sobre vuestro Corazón, abierto por amor nuestro en la Cruz.
¡Señora Nuestra del Sagrado Corazón, esperanza de los desesperados, rogad por nosotros! – Ave María.
-Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.
-Sagrado Corazón de Jesús, yo creo en tu amor para conmigo.
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