viernes, 27 de septiembre de 2024

VISITA SABATINA A NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED

 


SALUTACIÓN SABATINA A NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED


Por la señal de la santa Cruz, etc.


ORACIÓN PREPARATORIA

DULCÍSIMA VIRGEN de la Merced, Redentora piadosa de los pobres cautivos: humildemente rendido a tus sagradas plantas vengo a ofrecerte la presente visita por mi y en nombre de todos los asociados a tu amantísima Salutación. Acógela con agrado, oh Madre de clemencia, no mirando la pequeñez del homenaje ni mi propia indignidad, sino el afecto filial con que confiado me acerco tributártelo. Atraído vengo por el esplendor de tu gloria inefable y la fragancia de tus virtudes, abatido por la amargura de las tribulaciones del mundo, y anhelando cobijarme, necesitado de amparo, bajo tu manto protector. Mas, ¡ay! en tu presencia inmaculada comprendo más que nunca el abismo de mi torpe ingratitud y miseria y no me atrevo a elevarte mis pobres oraciones, porque me agobia el recuerdo de mis culpas y me avergüenza ofrecerte un corazón por ellas tan manchado. Purificalo, Señora, con tu misericordia y perdón, que ya me pesa acerbamente de cuantas veces renové tus dolores ofendiendo a mi Dios; propongo consagrar en adelante todas las fuerzas de mi ser a su servicio y a tu gloria, y suplícote con toda la efusión de un alma arrepentida que te dignes admitirme dignamente en tu regazo maternal, y, escuchando propicia nuestros ruegos, alcanzar de la divina bondad cuantas gracias necesitemos y en particular las que a tu soberana intercesión confiadamente encomendamos en las siguientes plegarias y salutaciones.


I.

MADRE SIN mancilla del Cordero de Dios, de cuya sangre preciosa, divinizada en Jesucristo, brotó por la Redención el cuerpo místico de la Iglesia católica, por la amargura que sufriste en su primera persecución, rogámoste Señora, te sirvas apiadarte de su triste opresión y cautiverio, destruir las asechanzas de la impiedad contra ella, congregar en su seno maternal a la humanidad entera, apresurar la aurora de su triunfo, confortar y libertar al Pontificado, sostener e iluminar a los Pastores todos que dirigen la ley del Señor, purificar y enfervorizar más y más a los ministros de Dios y las sagradas milicias regulares dedicadas al bien de las almas, bendecir y proteger al apostolado seglar en su combate entre los peligros del mundo, y otorgarnos el don inapreciable de vivir fielmente y morir en nuestra santa fe.

-Ave María.


L/: Santa, santa, santa eres, María, vencedora del infierno, Redentora de cautivos y Madre de toda merced, y llenos están los cielos y la tierra de tu gloria.


R/: Gloria a María, Hija de Dios Padre; gloria a María, Madre de Dios Hijo; gloria a María, Esposa de Dios Espíritu Santo.


II.

SOBERANA SEÑORA de cielos y tierra, bajo cuyo excelso patrocinio colocaron a España nuestros Reyes en agradecimiento a tus mercedes infinitas, dirigimoste asimismo como amantes hijos fervorosa oración por el pueblo fiel que defendió el primero tu Concepción sin mancha, que mereció recibir de tu amor inestimable prenda de cristiana fe en el Pilar, de esperanza bendita en Covadonga y de caridad inagotable en tu descenso a Barcelona para libertar de horrenda esclavitud a nuestros infelices hermanos, que te elevó un santuario en cada risco y un altar en el corazón de cada uno de sus hijos, que aprendió de tus labios y repitió a la humanidad el dulcísimo Rosario que a uno de ellos inspiraste, que a tu gloria consagró todas las suyas, y en todas sus necesidades encontró valimiento en tu excelsa protección: recuerda que en las presentes se acoge también confiadamente a ella, presérvala de todo error y corrupción, conservándola inquebrantable en la fe, y atiende benigna a nuestra ardiente súplica por su constante independencia y libertad, por su prosperidad y grandeza entre todos los pueblos, y para que siempre sea la nación predilecta de tu cariño de Madre y de Reina, y la más ferviente y solícita en tu culto y devoción.

-Ave María.

Santa, santa, etc.


III.

TESORERA INAGOTABLE de las misericordias de un Dios, que derramó toda su sangre por la salvación de los hombres, por el inmenso amor de tu purisimo Corazón hacia los pobres pecadores que adoptaste por hijos junto al árbol de la Cruz, pedimoste en su nombre dirijas una mirada compasiva a sus miserias; y así como te dignaste descender de los cielos para quebrantar los grillos de cien mil esclavos, y abandonó tu milagrosa Imagen el trono de su gloria para volar solícita en socorro de tus amantes náufragos, atiende a nuestros ruegos libertando a tus hijos extraviados de las cadenas del pecado, tanto más terribles cuanto más ocultas y floridas; extiende sobre ellos tu poderosa mano salvándolos del naufragio en que los sumieron sus culpas, y conduciéndolos como en otro tiempo a tus libertos a rendirte gracias por tu bondad, haz que reconocidos a ella y renunciando para siempre a los halagos del vicio, se hagan dignos de tu protección por sus virtudes y jamás se aparten del camino del bien.

-Ave María. 

Santa, santa, etc.


ORACIÓN FINAL

GLORIOSÍSIMA VIRGEN de la Merced, por cuya mediación confiamos alcanzar cuantas gracias te hemos pedido en esta santa visita, concede finalmente a nuestro amor filial la del aumento de tu devoción dulcísima y su universal propagación hasta reinar en el corazón de todos los hombres convirtiendo a tu cariño la sociedad entera. Líbrala, Señora, del abismo de perdición en que hoy se precipita por tu olvido y su contumacia en el mal, protege a nuestras familias, bendice nuestras empresas, remedia nuestras necesidades, mitiga nuestros pesares, perdona nuestros pecados, atiende a nuestras miserias y alienta nuestra flaqueza, sosteniéndola en las tentaciones contra el del enemigo, desarraigando en nuestras almas toda inclinación pecaminosa y coadyuvando a la divina gracia poder, para que sobre ellas derrame su raudal copiosisimo de bendiciones y méritos. Acuérdate especialmente de los que hemos acudido a tu santuario en este día, para tejerte esa corona de místicas flores que depositamos a tus plantas, y otórganos la merced, oh soberana Dispensadora de ella, de que cuantos nos reunimos en torno de tu solio en la tierra para dirigirte nuestros ruegos y ensalzar tus virtudes en el himno ferviente de nuestras plegarias, podamos eternamente contigo entonar el de las grandezas de Dios y gozar de tu gloria soberana en la del cielo. Amén.


ORACIÓN DE SAN BERNARDO

ACORDAOS OH piadosísima Virgen María, que jamás se oyó decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza, a Vos también acudo, oh Virgen madre de las vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a parecer ante vuestra presencia soberana. ¡Oh Madre de Dios! no despreciéis mis súplicas, antes bien escuchadlas y acogedlas benignanemte. Así sea.


L/: Madre. Señora y Abogada nuestra,

R/: Ruega a Dios por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.


L/: Gloria Patri et Filio et Spiritu Sancto.

R/: Sicut erat in principio et nunc et semper et in sæcula sæculorum. Amen.








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