ORACIÓN A SAN VICENTE FERRER
EN LA VISITA DOMICILIARIA
Oh glorioso taumaturgo San Vicente, elegido por Dios para avivar la fe en las almas, levantar hasta el cielo los vuelos de la esperanza e inflamar en los corazones el divino fuego de la caridad; te has dignado visitarnos. ¡Bien venido seas! Ven a este hogar cristiano, en donde tu amor y devoción tienen su trono; en donde se te alaba e invoca con frecuencia; en donde se confía en tu singular y poderosa protección. Ven y contempla el cuadro digno de lástima que te ofrece nuestro hogar. Ven, ¡oh glorioso San Vicente Ferrer!, y bendice como Padre a todos cuantos habitamos en él. Ven y remedia compasivo todas nuestras necesidades; aviva nuestra fe, aumenta nuestra esperanza, inflama en el divino fuego de la caridad nuestros corazones, santifica nuestras costumbres, aleja de nosotros todo pecado. Ven y establece entre nosotros una vida verdaderamente cristiana, en la cual la práctica de la divina ley y la imitación de tus virtudes sean todo nuestro empeño. Ven y consuélanos en nuestras tristezas, sánanos de nuestras enfermedades, así del alma como del cuerpo. Tú conoces los males que nos aquejan, las pasiones, que nos dominan, las amarguras sin cuento que nos devoran el corazón; ven, pues, ¡oh bondadoso San Vicente Ferrer!, endulza nuestras tribulaciones y alcanzanos la divina gracia para que santificados con ella imitemos tus preclaras virtudes, cumplamos con exactitud la ley divina y alcancemos la felicidad eterna por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Un Padre nuestro, nueve Aves Marías y Glorias.
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