NOVENA A LOS SANTOS MÁRTIRES JUAN DE PERUSA Y PEDRO DE SAXOFERRATO
Por un Sacerdote devoto de los Santos.
Barcelona
Tipografía Católica, calle del Pino, 5.
Año de 1903.
MODO DE HACERSE ESTA NOVENA A MAYOR GLORIA DE DIOS, HONOR DE LOS SANTOS MÁRTIRES Y UTILIDAD DE LAS ALMAS.
Primero y último día, ó por lo menos alguno de los de la Novena, es muy conveniente, para que reconciliados con Dios los Santos nos oigan, confesar y comulgar. También será loable dar una limosna y tomar alguna voluntaria mortificación los días que pudiere, en imitación de las muchas que practicaron los Santos Mártires.
Empiézase la Novena puesto de rodillas el devoto ante las imágenes de los Santos, y hecha la señal de la cruz se reza la oración siguiente:
ACTO DE CONTRICIÓN Y ORACIÓN PREPARATORIA
Señor mío Jesucristo, que nos amáis y sois digno de infinito amor, yo siento de lo íntimo del alma haberos ofendido por ser Vos tan bueno que no merecéis tal ingratitud. Concédenos luz y gracia para meditar las heróicas virtudes y esclarecidos ejemplos de vuestros siervos San Juan y San Pedro para que, reparando en lo venidero nuestras pasadas infidelidades, seamos dignos imitando sus obras, de alcanzar el premio de la gloria. Amén.
DÍA PRIMERO
CONSIDERACIÓN
Sobre la fidelidad de los Santos Mártires a la vocación
Considera en este día la fidelidad y correspondencia de San Juan y San Pedro a la vocación divina con que fueron llamados a la Orden de San Francisco. Aunque de pueblos distintos tuvieron la misma docilidad á la gracia, y venciendo las dificultades que les impedían el cumplimiento de la divina voluntad obedecieron prontamente al Señor, que los llamaba del bullicio del mundo al retiro y sosiego del claustro; de las delicias que gozaban en sus casas á la vida austera y rigurosa de los Franciscanos. Juan, que después de muchos sacrificios había logrado ser sacerdote, en vísperas de adquirir una prebenda, al oír a San Francisco sintióse movido á seguirle, y así lo realizó. Pedro, hijo de padres nobles y regalado en su hogar, abandonó cuanto tenía, y aunque no le faltaba instrucción, quiso asegurar más su salvación en los trabajos humildes de los legos. Ved ahí los principios de su santidad heroica donde descansan: en la correspondencia a las inspiraciones del cielo, en la docilidad con que se dejaron en las manos del Señor. Y nosotros ¿qué hacemos? ¿Por qué andamos tan flojos en su servicio, tan decaídos en el ejercicio de las virtudes? ¿Acaso no hemos sido llamados a la cristiandad para copiar en nuestras almas las virtudes de Cristo? ¡Oh! Tal vez por una nueva gracia de predilección hemos también seguido la vocación religiosa; pero admitidos en la Religión, hemos continuado nuestros esfuerzos para secundar siempre los movimientos de la gracia? ¿Hemos recibido con atención y delicadeza las visitas que Dios nos hacía con sus inspiraciones? Pidamos a nuestros hermanos y protectores que nos alcancen su generosidad en seguir la voluntad divina.
Meditese.
ORACIÓN
Gloriosísimos y santísimos Mártires de mi Señor Jesucristo San Juan y San Pedro, hijos del Serafín humano y Vice-Cristo San Francisco, y herederos de su seráfico espíritu y celo apostólico, y que por tales os eligió el mismo sagrado Alférez de nuestra Redención, para que vinieseis á la ciudad de Teruel á santificarla con vuestra presencia y llenarla de beneficios y favores del cielo. Humildemente os suplico que, por vuestros grandes merecimientos, sea yo elegido en el dichoso número de los predestinados, y purificado con la verdadera contrición de mis culpas, merezca entrar y habitar en la ciudad de la triunfante Jerusalén á gozar para siempre de la presencia de mi Dios y Señor y de la vuestra. Amén.
Ahora se rezan tres Padre nuestros, Ave María y Gloria Patri, y la siguiente:
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Altísimo Señor de las eternidades, Criador universal del cielo y tierra, Padre, Redentor y Salvador de las almas, en quien esperamos todo el bien y nuestra salud especial, como de la fuente perenne de las gracias; como humildes y rendidos á tu infinita grandeza os consagramos con toda nuestra voluntad y con los afectos de nuestro corazón este Novenario que ofrecen los devotos á los invictos Mártires de Teruel, presentándolos delante del trono de tu misericordia, para que, experimentando vuestra divina clemencia, estemos más rendidos en la observancia de vuestros divinos Mandamientos. Y vosotros, Sagrados Mártires, pues os consagran nuevos y reverentes cultos vuestros hermanos y cordiales devotos, oid nuestras peticiones, atended á nuestras súplicas, presentadlas ante el tribunal de la divina misericordia, para que, experimentando vuestro sagrado patrocinio, sirvamos á nuestro Dios con todo afecto, le amemos con más cariño, aborrezcamos las culpas y los pecados, y sólo tengamos empleadas nuestras potencias en lo que sea de la voluntad divina; y logremos por vuestra eficacísima intercesión el estado dichoso de la gracia que nos conduzca á vuestra eterna compañía en la gloria. Ruégoos también, Abogados y Patronos míos, me alcancéis de la Majestad divina el favor que os pido en esta Novena, si ha de ser para gloria de Dios y utilidad de mi alma. Amén.
ANTÍFONA
Alégranse en los cielos las almas de los Santos que han seguido las huellas de Cristo; y porque por su amor derramaron su sangre, por esto se regocijan con Cristo sin fin.
L/: Se regocijarán los Santos en la gloria.
R/:Y se alegrarán en sus moradas.
ORACIÓN
¡Oh Dios omnipotente! os suplicamos que concedáis un apoyo y refugio seguro á nuestra flaqueza, para que así como nos gozamos con los triunfos de vuestros bienaventurados Mártires Juan y Pedro, así también no nos avergoncemos de imitar su constancia que con placer celebramos. Por Cristo Señor nuestro. Amén.
DÍA SEGUNDO
CONSIDERACIÓN
Sobre la caridad de los Santos Mártires.
La virtud que hoy quieren enseñarnos los Santos Mártires es la caridad fraterna, de la cual tantas muestras dieron entre nosotros. Llenos ya de amor de Dios en el convento, y hallándolos San Francisco dispuestos para prender aquel divino fuego en los fieles, dióles su bendición para que fuesen á predicar por el mundo y convirtiesen á los infieles y mahometanos á la fe de Cristo. Y como las obras convencen más que las palabras y elocuentes discursos, en ellas se enamoraron de un modo especial nuestros Santos, llevando como enseña gloriosa de su apostolado el sasacrificio por sus hermanos, que fué el celestial distintivo con que Jesús quiso sellar á sus verdaderos hijos. Basta recordar lo mucho que hicieron en Teruel y Valencia. Desde sus primeros días buscaron á los pequeñuelos para adoctrinarlos, se mezclaban con los labradores y obreros para contarles ejemplos de los Santos, y pidiendo limosna de puerta en puerta todo cuanto recogían era para los pobres de las cuevas, que en sus necesidades acudían á la provisión, que siempre hallaban generosa en manos de nuestros Santos. Cuando eran necesarios milagros, Dios probaba con ellos cuánto le complacían las limosnas de sus Siervos. ¿Quién no desea la gloria de estas hazañas? ¿Quién no suspira por la fama y renombre de generoso y noble delante Dios y de los hombres? Todos lo deseamos; pero ¿seguimos el camino de la abnegación, sacrificio desinterés que ellos trillaron?
Meditese.
ORACIÓN
Gloriosísimos y santísimos Mártires de mi Señor Jesucristo San Juan y San Pedro, que habiendo llegado á la ciudad de Teruel os dignasteis de hacer en ella vuestra morada y mansión y con dulcísima mansedumbre os ejercitabais en enseñar á los niños la Doctrina Cristiana y en instruirlos en los misterios y articulos de la santa fe católica, haciendo oficios de padres amorosísimos y de maestros: yo os suplico rendidamente que me admitáis en el feliz gremio de vuestros amados hijos y discípulos, para que, aleccionado y amaestrado con vuestra saludable doctrina y palabras de vida eterna, aprenda a amar y servir á mi Dios y Señor, el cual para este fin me crió y redimió con la preciosísima Sangre de su Unigénito y mi Señor Jesucristo. Habladnos, Santos y Patronos nuestros, al corazón, que ya oyen y siempre oirán vuestros siervos y verdaderos devotos, depositando en sus almas vuestra doctrina. Amén.
DÍA TERCERO
CONSIDERACIÓN
Sobre el celo de la salvación de las almas, de los Santos Mártires.
Quien ama á Dios cela su honra y procura que se le aumente el número de sus siervos; ved ahí porque los Santos no quieren salvarse solos, sino rodeados de brillante cortejo de compañeros, á quienes comunican su espíritu y fervor por la predicación y el buen ejemplo. Por eso nuestros Mártires se sacrificaron tanto en viajes á pie, en romerías á Santuarios, en excursiones á diferentes pueblos y en frecuentes visitas á las casas. Querían salvar almas, querían sacar del poder de Satanás las que tenía cautivas por el pecado; querían, aun á costa de su descanso, librar á sus hermanos de caer en la cárcel del infierno. ¡Qué edificante era oírles hablar de los medios que emplearían para reducir á los extraviados! ¡Qué hermoso verlos impacientes por llegar á tierra de moros y predicarles la fe para convertirlos á su Dios! ¡Qué sublime y arrebatador verlos en presencia del Rey sarraceno pidiéndole que deje sus errores, para borrar los cuales ellos derramaran su sangre! ¡Dichosos ellos, que merecieron la conversión de su verdugo, como San Esteban la de San Pablo! ¡Dichosos ellos, que anhelando la salvación de las almas, merecieron tanta gloria y exaltación en el cielo! ¿Y permaneceremos nosotros fríos ante tan grandes incendios de divino fuego? ¿No aprenderemos siquiera a rogar por la conversión de los pecadores?
Meditese.
ORACIÓN
Gloriosísimos y santísimos Mártires de mi Señor Jesucristo San Juan y San Pedro, que con apostólico celo predicasteis repetidas veces por las calles y plazas de la ciudad, haciendo tan copioso fruto con vuestros sermones, como el convertirse á Dios los pecadores y hacerse Teruel y su comarca un paraíso de virtudes: yo os suplico, Patronos y abogados míos, que por vuestra poderosa intercesión reciba mi alma la semilla de la divina palabra, y con ella produzca frutos dignos de penitencia y de todas las virtudes, y que, olvidando las vanidades del mundo, sea todo mi trato y conversación en el cielo. Amén.
DÍA CUARTO
CONSIDERACIÓN
Sobre la humildad de los Santos Mártires.
Todas las virtudes son excelentes y preciosas, todas necesarias para la perfección; pero sin la humildad no tendrían base ni cimiento, y vendrían á convertirse en un peligro para nuestras almas. El conocimiento de nuestra nada y de la bondad de Dios, que obra en nosotros cuánto hay de alguna consideración, son dos cuadros que deben abarcarse con una sola mirada. Quien esto hace se libra de la vanagloria y rinde a Dios la honra que á Él sólo se debe. Nada le parece pequeño si Dios quiere que lo haga, y las mayores dignidades juzga por sombras si el Señor en ellas no es bien servido. Humildes eran nuestros Santos, y por esto lo mismo cavaban en el huerto para hallar un manantial, que predicaban en la iglesia para enseñar la ley de Dios. Tan honrados se creían visitando hospitales y sirviendo enfermos, como cuando los sabios eclesiásticos y nobles seglares les encargaban la dirección de sus conciencias. Tan pacíficos y tranquilos quedaban cuando ó por su oración ó con el agua de su pozo habían curado dolientes de gravedad, como al recibir desacatos é injurias en sus excursiones apostólicas. ¿Deseáis alcanzar esta sublime igualdad de ánimo? Sed humildes como los Santos Mártires; apartad lo precioso de lo vil; dad á Dios la gloria de todo lo bueno, y á vosotros atribuid todo el mal que os sobreviene; sed humildes y Dios os colmará de gracias.
Meditese.
ORACIÓN
Gloriosísimos y santísimos Mártires de mi Señor Jesucristo San Juan y San Pedro, cuya piadosa caridad y compasiva misericordia se empleó y ejercitó muchos años en visitar y consolar á los enfermos en el Hospital y en las casas de Teruel, mostrando también vuestra dulcísima clemencia en el consuelo de todos los afligidos y remedio de los necesitados; humildemente os ruego, sagrados Protectores, que por vuestra compasiva piedad, tan agradable á los ojos de Dios, me alcancéis de su divina clemencia que sean perdonadas todas mis culpas, y así sea y quede libre de todas las enfermedades y dolencias de mi alma, y perseverando en la salud y vida dichosa de la gracia, llegue á merecer los premios eternos de la gloria. Amén.
DÍA QUINTO
CONSIDERACIÓN
Sobre la gratitud de los Santos Mártires.
No es de pequeña importancia en los Santos el espíritu de agradecimiento, y bien será que estudiemos bajo este aspecto á nuestros Compatronos. Con Dios vale tanto la gratitud, que á ella vincula la repartición de sus dones, y es la llave que abre ó cierra las entrañas de su misericordia y generosidad. Los hombres la estiman de tal modo, que á quien no la procura tildan de grosero y lo apartan de sí como baldón de su linaje. Por esto se comprende que San Juan y San Pedro cautivasen á los terulenses, fueran por ellos bien recibidos y decorosamente albergados; pero ¿qué no hicieron nuestros Santos para pagar estas finezas? ¿Quién contará las maravillas que realizaron por sus habitantes? ¿Quién reducirá á guarismo los milagros que en vida y después de muertos hicieron á favor nuestro? Sólo el pozo que con su industria cavaron fué una fuente perenne de beneficios para nuestra ciudad. Y ¿qué significa la traslación de sus reliquias á Teruel, sino que los Santos quisieron pagar después de su martirio la buena acogida que les hicieron nuestros padres? Recordemos estas pruebas finísimas de la gratitud de los Santos Mártires, y pensemos como debemos nosotros agradecer por nuestra parte las gracias que por su mediación hemos recibido.
Meditese.
ORACIÓN
Gloriosísimos y Santísimos Mártires de mi Señor Jesucristo San Juan y San Pedro, cuyas sagradas y benditas manos abrieron el pozo y fuente de aguas vivas que continuamente obran admirables prodigios en todos los enfermos que con verdadera fe y confianza se acogen á vuestro amparo, siendopara todos una milagrosa piscina; yo os suplico por la benignisima piedad con que á costa de vuestros apreciables sudores quisisteis dejarnos aguas tan saludables, que se quebrante y destile en agua la obstinada piedra de mi corazón, y que la derrame en la divina presencia en lágrimas de verdadera contrición de mis culpas, para que lavado y purificado mi corazón, no lo desdeñe ni desprecie mi Dios y Señor, sino que se digne de habitar para siempre en él. Amén.
DÍA SEXTO
CONSIDERACIÓN
Sobre la imitación de Cristo que los Santos Mártires se propusieron.
Hay un camino breve para alcanzar la perfección de las virtudes, y un atajo seguro para conseguir en poco tiempo grandes méritos. El que se resuelve á caminar por él no necesita muchos preceptos ni le precisan los estudios para salir santo y gran santo, porque se halla en él la teoría y práctica unidas de un modo sencillo á la par que sublime. Nos referimos á la imitación de Cristo, modelo que los Santos procuran copiar y luego salen con el intento, porque el Señor, que secunda y favorece todo buen deseo, recibe y abraza con singular cariño á los que quieren imitar á su Hijo, y con su gracia y el esfuerzo que ellos ponen se obran grandes cosas en sus almas. Ese es el camino que siguieron nuestros Compatronos, y el empeño principal que tuvieron en su vida religiosa: imitar á Jesús; sufrir como El; padecer y ser despreciados por El; rogar por sus enemigos, y como El ofrecer su muerte por los que los atormentaron. ¡Ah! como habían conversado con el Seráfico Francisco, que salió copia exacta del divino original, y habían aprendido en su Regla el arte de llegar á la cabal imitación de sus virtudes; también ellos fueron diseños hermosos de Cristo, y Cristo crucificado. Y nosotros, ¿cuántos rasgos de semejanza tenemos con nuestro Divino Maestro? Mejor dicho: ¿hay algo en nosotros que nos haga dignos del título de cristianos y religiosos?
Meditese.
ORACIÓN
Gloriosísimos y santísimos Mártires de mi Señor Jesucristo San Juan y San Pedro, que después de haber llenado de beneficios á toda la ciudad de Teruel y su territorio, y después de haber fundado un convento para que en él sea perpetua y gloriosisima vuestra dulce memoria, pasasteis al reino de Valencia á obrar las mismas maravillas y á padecer y morir por la defensa de nuestra santa fe, sellando con la fineza de morir por Cristo la caridad y amor con que siempre le amasteis: yo os ruego y suplico que encendáis mi corazón en vivas ansias de padecer y morir por mi Señor, Criador y Redentor, y como tuvisteis en las penas y tormentos vuestra mayor alegría y gozo, así también le tenga yo en los trabajos, tribulaciones y enfermedades que por disposición de Dios me acontecieren. Amén.
DÍA SÉPTIMO
CONSIDERACIÓN
Sobre la constancia de los Santos Mártires en los tormentos.
Todos los Mártires son modelos de valor y heroísmo en la paciencia, pero los esclarecidos Franciscanos que festejamos tienen algo especial, que sobre causarnos admiración nos confunde y aturde. Y ¿quién no se maravilla de que emprendieran grandes jornadas para buscar la palma del martirio? ¿Acaso sufrían poco con sus penitencias rigurosas en el claustro, que necesitaban otros que los atormentasen? ¿No tenían bastante con la aspereza de la Regla, que algunos creyeron imposible á la flaqueza humana? Y si querían sufrimientos, ¿cómo no contentarse con los que de ordinario tenían en su apostolado? Esto lo preguntamos nosotros, que no sentimos hambre de padecer; pero nuestros Santos, que miraban á Jesús hecho un retablo de dolores; ellos que veían como el Señor de la Majestad habia bajado del cielo a la tierra para comprar las joyas que se encierran en la paciencia, pobreza y sacrificio; ellos tuvieron alientos para presentarse tres veces delante del tirano, sufrir los horrores del calabozo como Sebastián, ser azotados como los Apóstoles, y por fin degollados como San Pablo. Tuvieron firmeza para arrostrar la lluvia de improperios con que los insultaban, recibir con gozo los baldones y denuestos que les decían, y entregar sus cabezas al alfanje, pronunciando una plegaria por sus enemigos y prometiendo la conversión del Rey moro. ¿Dónde hallaron tanto valor sino en la meditación continua de Jesús crucificado? Y nosotros, ¿por qué no tomaremos alguna vez ese libro donde tanto se aprende en poco tiempo?
Meditese.
ORACIÓN
Gloriosísimos y santísimos Mártires de mi Señor Jesucristo San Juan y San Pedro, cuya ardentísima caridad se extendió hasta los enemigos de nuestra santa fe, predicándoles las verdades del Santo Evangelio y convirtiéndolos á millares á costa de innumerables trabajos á la fe de Cristo; y que al mismo tirano que os mandó poner en prisiones, azotar y degollar por vuestra admirable constancia en la fe, le merecisteis con vuestras oraciones y martirio que viniese al gremio de la Santa Iglesia y viviese y muriese en la Religión cristiana: yo os suplico por esta caridad tan ardiente me hagáis verdadero hijo y miembro vivo de la Iglesia Santa, para que así participe del fruto de los Santos Sacramentos y de los méritos de todos los justos; y pues con el mismo tirano que os cortó las cabezas fuisteis tan compasivos y misericordiosos, haced que yo por el divino amor perdone de corazón á todos mis enemigos y á cuantos de palabra ú obra me hubieren agraviado. Amén.
DÍA OCTAVO
CONSIDERACIÓN
Sobre la gloria que merecieron los Santos Mártires por sus trabajos.
¡Cuántos trabajos sufrieron los Santos para alcanzar con seguridad la palma del martirio! Así canta alborozada la Iglesia viendo a sus nobles hijos que, venciendo todos sus apetitos, dominando sus pasiones, llegaron a ceñir la corona de Mártires y empuñar en su mano la palma de victoria. ¡Qué gloria les reportó su paciencia! ¡Qué premios logró su constancia! Levantados á ocupar las sillas de majestad que Dios reparte entre sus fieles siervos, se gozan y sin fin se gozarán con la vista clara de Dios, de la Humanidad de Cristo, de la belleza incomparable de María y de la compañía deseable de todos los Santos. Cuanto más sufrieron más se holgarán en Dios, que ha prometido pagar con gloria infinita los menguados obsequios de sus hijos. ¿Dónde tendrá, pues, á San Juan y San Pedro? ¿Qué alteza habrá concedido á estos campeones de la fe, adalides de la Religión y defensores impertérritos de todas nuestras verdades? Si á quien renuncia las cosas de la tierra le promete el ciento por uno y la vida eterna, ¿qué habrá dado á los que no sólo renunciaron su hacienda y bienestar, sino su honra, su vida y su sangre para afianzar el reino de Cristo? Considerémoslo atentamente ya que no alcancemos á comprenderlo, y que esto nos aliente y esfuerce á la práctica de obras santas, que tan copiosa y abundantemente nos ha de galardonar el eterno Remunerador.
Meditese.
ORACIÓN
Gloriosísimos y santísimos Mártires de mi Señor Jesucristo San Juan y San Pedro, que conservando en el cielo el amor que tuvisteis á Teruel cuando vivíais en el mundo, quisisteis que viniesen y se depositasen allí para siempre vuestros sagrados huesos para que hallemos en ellos refugio y amparo en todos nuestros ahogos, necesidades y tribulaciones, eficaz medicina para sanar de todas las enfermedades espirituales y corporales: yo os suplico, poderosísimos Titulares y Protectores nuestros, que continuéis con nosotros vuestras piedades, y nos ilustréis é iluminéis. para que hagamos el debido aprecio del tesoro inestimable de vuestras sagradas Reliquias. Haced, Santos nuestros, que desprendiendo nuestro corazón de los bienes caducos del mundo, le pongamos en este tesoro tan del cielo. Amén.
DÍA NOVENO
CONSIDERACIÓN
Sobre la confianza que debemos tener en
el patrocinio de los Santos Mártires.
Uno de los frutos principales que hemos de coger en esta Novena, es el de la confianza en el patrocinio y ayuda de los Santos Mártires. Hemos contemplado los cuadros de su vida, que nos los presentan admirables en sus virtudes, y los hemos visto también rodeados del esplendente ropaje de gloria que Dios les dió como premio de su virtud. Y ¿á qué deben encaminarse estas consideraciones sino á despertar en nosotros un gran deseo de imitarlos, y adquirir nuevos argumentos y confiar en su protección y amparo? Si viviendo en carne se desvelaron por sus hermanos y procuraban el alivio de los necesitados, ¿qué dejarán de hacer ahora que están en la patria de la dicha y pueden como confidentes del Señor disponer de su hacienda? Si atendieron las súplicas de nuestros padres cuando les pedían lanzasen de sus confines la langosta y humedeciesen con lluvias la seca y agostada tierra, ¿cómo no oirán las súplicas que les hagamos para alcanzar su espíritu y poder adquirir los bienes del cielo? Si se han mostrado tan solícitos por curar las abrasadas calenturas y las fiebres malignas, ¿cómo dejarán de confeccionar medicinas para curar nuestras almas? Sí, hermanos, aumentemos nuestra confianza; esperemos por medio de los Santos recibir cuanto necesitemos para nuestra salvación, y asegurada ésta no temamos los trabajos de esta vida, que cuanto mayores sean mayor corona nos darán en la gloria. Amén.
Meditese.
ORACIÓN
Gloriosísimos y santísimos Mártires de mi Señor Jesucristo San Juan y San Pedro, cuya poderosa protección repetidas veces ha experimentado la ciudad de Teruel, ya en haber exterminado de ella milagrosamente la formidable plaga de la langosta y preservado (según piadosamente confiamos) para siempre de la misma formidable plaga, ya en extinguir contagios y peligrosas enfermedades que nos afligían, como al presente se experimenta: yo os ruego, piadosísimos Padres, Patronos y milagrosos médicos, que exterminéis de mi alma la muy formidable plaga de la culpa, y extingáis para siempre de todos nuestros corazones la epidemia mortífera del pecado. Hoy se concluyen con este Novenario vuestros cultos públicos, pero mi alma siempre os venera y adora deseosa de agradecer tantos favores como debe y espera deber á vuestra poderosísima intercesión. Admitid, Santos poderosos, los obsequiosos afectos de todos vuestros devotos; conservadnos en los favores de vuestra devoción perpetua, de donde dependen nuestras espirituales y temporales fortunas, y alcanzadnos la divina gracia para merecer con ella la amorosa vista de nuestro Dios y vuestra compañía en la gloria. Amén.
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