miércoles, 28 de septiembre de 2022

CATECISMO MENOR DEL AMOR MISERICORDIOSO


CATECISMO MENOR DEL ACTO DE OFRENDA AL AMOR MISERICORDIOSO DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

 

TOMADO DE LOS ESCRITOS DE SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS

 

CON LICENCIA ECLESIÁSTICA

 

Nihil Obstat

Baj. die 17 Sept. 1932

Ph. Moreau

 

Imprimatur

+ Franciscus Maria

ep. Baj et Lix.

Baj. die 17 Septembris, 1932.

 

ADVERTENCIA

Este Catecismo menor, tiene por objeto responder a las numerosas preguntas de esclarecimiento por personas deseosas de imitar a Santa Teresa del Niño Jesús en su Acto de Ofrenda al Amor Misericordioso. Ha parecido de utilidad para luz y consuelo de un gran número, fijar aquí de una manera precisa, según los textos originales de la Santa y las enseñanzas que ella dio a sus novicias, el conjunto de sus pensamientos referentes a este Acto, nuevo en los anales de la Santa Iglesia, y que ha brotado espontáneamente de su corazón en el apogeo de su vida espiritual.

Océano de gracias, según confesión propia, inundó su alma inmediatamente después de esta donación de 9 de junio de 1895. El sueño de nuestra Santa era de procurar el mismo beneficio a todas las almas de buena voluntad, sinceramente deseosas de amar a Dios y darle gusto.

Puedan estas humildes páginas llevarles a todas, con sus encarecimientos, su invitación presente a hacer a su vez con la misericordia de Dios, la misma bienhechora experiencia.

Las Carmelitas de Lisieux

 

 

OFRENDA DE SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS COMO VÍCTIMA DE UN HOLOCAUSTO AL AMOR MISERICORDIOSO

Oh Dios mío, Santísima Trinidad, deseo amarte y hacerte amar, trabajar por la glorificación de la Santa Iglesia salvando las almas que están en la tierra y liberando a las que sufren en el purgatorio. Deseo cumplir perfectamente tu voluntad. y llegue al grado de gloria que me has preparado en tu reino, en una palabra, deseo ser santo, pero siento mi desamparo, y te pido, oh Dios mío, que seas tú mismo mi santidad, me amaste tanto que me das a tu único Hijo para que sea mi salvador y mi Esposo, los tesoros infinitos de sus méritos son míos, te los ofrezco con alegría, rogándote que me mires sólo a través del Rostro de Jesús, y en su Corazón ardiendo de amor.

Te ofrezco de nuevo todos los méritos de los Santos que están en el Cielo y en la tierra, sus actos de amor y los de los Santos Ángeles. Finalmente, te ofrezco, oh Santísima Trinidad, el amor y los méritos de la Santísima Virgen, mi Madre querida, es a ella a quien dejo mi ofrenda, rogándole que te la presente, Su divino Hijo, mi amado Esposo, en los días de su vida mortal, nos dijo: Todo lo que pidáis a mi Padre, en mi ¡Él te lo dará!, por eso estoy seguro de que cumplirás mis deseos... Lo sé, oh Dios mío, cuanto más quieres dar, más deseas.

Siento en mi corazón inmensos deseos, y es con confianza que te pido que vengas y tomes posesión de mi alma. ¡Ay! No puedo recibir la Sagrada Comunión con la frecuencia que quisiera; pero, Señor, ¿no eres todopoderoso? Quédate en mí, como en el sagrario, no te alejes nunca de tu pequeña hueste... Quisiera consolarte de la ingratitud de los malvados y te suplico que me quites la libertad para desagradarte. Si por debilidad me cae a veces, que tu divina mirada purifique inmediatamente mi alma, consumiendo todas mis imperfecciones, como el fuego que todo lo transforma en sí mismo.

Te doy gracias, oh Dios mío, por todas las gracias que me has concedido, especialmente por haberme hecho pasar por el crisol del sufrimiento. Con alegría te contemplaré en el último día, llevando el cetro de la Cruz; ya que te has dignado compartir conmigo esta preciosa cruz, espero en el Cielo asemejarme a ti, y ver brillar sobre mi cuerpo glorificado los sagrados estigmas de tu Pasión.

Después del destierro de la tierra, espero gozarme en la Patria, pero no quiero amasar méritos para el cielo, quiero trabajar sólo por vuestro amor, con el único fin de agradaros, de consolar vuestro Sagrado Corazón y de salvar almas que os amarán por siempre. En la tarde de esta vida, me presentaré ante ti con las manos vacías, porque no te pido, Señor, que cuentes mis obras... ¡Todas nuestras justicias tienen manchas en tus ojos! Justicia, y recibir de tu Amor la posesión eterna de ti mismo. No quiero otro trono ni otra corona que tú, ¡oh mi Amado!... A tus ojos, el tiempo no es nada, un solo día es como mil años. Puedes, por tanto, en un instante, prepararme para que me presente ante ti...

Para vivir en un acto de Amor perfecto, me ofrezco como víctima de holocausto a tu Amor misericordioso, rogándote que me consumas sin cesar, dejando desbordar en mi alma los torrentes de infinita ternura que en ti se contienen, y que así me haga mártir de tu amor, ¡oh Dios mío! ¡Que este martirio, después de haberme preparado para comparecer ante ti, me haga finalmente morir, y que mi alma se eleve, sin demora, al abrazo eterno de tu Amor Misericordioso! Quiero, oh mi Amado, con cada latido de mi corazón, para renovarte esta ofrenda un nombre infinito de tiempos, hasta que, desvanecidas las sombras, pueda volver a decirte mi amor en un eterno cara a cara.

 

María Francisca Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, ocd.

Fiesta de la Santísima Trinidad, 9 de junio del año de gracia de 1895.

 

(1) Los pasajes impresos en cursiva y entre comillas, sin referencias, están tomados de las palabras textuales de Santa Teresa del Niño Jesús o fragmentos de sus escritos.

 

I.

ANTES DE LA OFRENDA AL AMOR MISERICODIOSO

 

ACLARACIONES Y NOCIONES PRELIMINARES

 

1.    ¿Cuál es el propósito de este Acto de Ofrenda? Para compensar al buen Dios del rechazo que las criaturas oponen al Amor que Él quiere prodigar en ellas.

 

2.    ¿Cómo le damos a Dios esta compensación? Ofreciéndole su corazón, para que "haga fluir allí los torrentes de su infinita ternura (1)".

3.    ¿Esta Ley no tiene otras intenciones? Menciona varios otros, es cierto, pero todos vuelven al objetivo esencial que acabamos de definir.
He aquí lo que dice Santa Teresa del Niño Jesús sobre este tema: "Quiero trabajar sólo por tu amor, oh Dios mío, con el único fin de agradarle, de consolar su Sagrado Corazón y de salvar almas que le amarán eternamente." Se notará: su deseo de salvar almas es sólo una segunda intención, porque si quiere salvarlas, es menos para su felicidad personal, que para procurar más amor al buen Dios.

 

4.    ¿Cuál es el origen de esta Ley? Santa Teresa del Niño Jesús nos lo enseña en el libro de su Vida: “En el año 1895 recibí, escribe ella, la gracia de comprender, mejor que nunca, cuanto desea Jesús ser amado: Pensando un día en las almas que se ofrecen como Víctimas a la Justicia de Dios a fin de  desviar, atrayéndolos hacia sí, los castigos reservados a los pecadores, encontré esta ofrenda grande y generosa, pero estaba muy lejos de sentirme inclinada a hacerla. ¡Oh mi Divino Maestro!, exclamé del fondo de mi alma, ¿sólo vuestra justicia recibe las hostias de holocausto? Vuestro Amor Misericordioso, ¿no las necesita también? De todas partes es duramente desechado; los corazones a quienes deseáis prodigarle se vuelven a las creaturas pidiéndoles la felicidad de un miserable y efímero cariño, en lugar de echarse en vuestros brazos y aceptar la deliciosa hoguera de vuestro Amor infinito, ¡Oh Dios mío! Vuestro Amor menospreciado ¿permanecerá encerrado en vuestro Corazón? Me figuro que si encontrarais almas que se ofrecieran como víctimas de holocausto a vuestro Amor, las consumiríais rápidamente y os alegraríais de dilatar las llamas de infinita ternura que encierra vuestro pecho”. “Si a vuestra justicia gusta de descargarse siendo que sólo se extiende sobre la tierra ¡cuánto más vuestro Amor Misericordioso deseará abrasar las almas, ya que vuestra misericordia se eleva hasta los cielos! ¡Oh Jesús! que sea yo esta dichosa Víctima; consumid vuestra pequeña hostia con el fuego del divino Amor”.

 

5.    ¿Por qué esta expresión Amor Misericordioso?  Misericordia, siguiendo la etimología, viene de: Misere-cor-dare; quiere decir: dar su corazón a los miserables. El alma que se ofrece al Amor Misericordioso de Dios hace un llamado, con todas sus miserias, a esa inclinación inefable del Corazón divino que lo lleva irresistiblemente a derramarse por completo sobre lo que es vil y despreciable.

 

6.    ¿En qué disposiciones debe encontrarse el alma que quiere atraer dentro de sí este Amor Misericordioso?  En disposición de humildad confiada. Ella debe ofrecerse al buen Dios como vaso vacío para que derrame allí las olas de su Amor, o como hogar a la espera del cual Él encenderá la chispa, que encenderá con el torrente de llamas con el que ella quisiera ser consumida.

 

7.    ¿No debería primero corregir sus fallas o, al menos, mejorarse de alguna manera? Él se da tal como es, sin preparación: no hay que querer empezar por devolverle su fruto limpio, quitándole las impurezas, es el Amor, ayudado por su buena voluntad, quien hará esta obra. "Extenderé mi mano sobre ti, dice el Señor, y derretiré tu escoria y quitaré todas las partículas de plomo" (Is. 1, 25).

 

8.    ¿Por qué esta palabra Víctima?  Con esta palabra Víctima, Santa Teresa del Niño Jesús quiso marcar una oblación total de sí misma al Amor divino, con el deseo de que toda vida personal desaparezca, como absorbida por este Amor.  Ella usó esta expresión Víctima del Amor en contraposición a la de Víctima de la Justicia en un impulso espontáneo de su corazón tan delicado que no quería que el atributo más hermoso de Dios fuera menos favorecido que el otro, que tiene desde hace mucho tiempo sus víctimas

 

9.    ¿Qué significa esta palabra Holocausto? Holocausto significa, según el pensamiento del Santo, que el alma sumergida "en el horno delicioso del Amor infinito del buen Dios" aspira allí a consumirse completamente y transformarse allí hasta convertirse en fuego en el contacto perpetuo con fuego divino.

 

10.  ¿Es esto, sin duda, lo que ella llama un martirio?  El martirio que debe acompañar su vida es el estado de ánimo creado por la infinita ternura de Dios que se desborda sin medida, según la expresión de Santa Teresita, en un corazón humano necesariamente limitado: "Te ruego, dice ella, que dejes rebosar en mi alma los torrentes de infinita ternura que en ti se contienen, ¡Me convierto en mártir de tu Amor, oh Dios mío!" Ella completa su pensamiento: "Que este martirio, después de haberme preparado para comparecer ante ti, me haga finalmente morir". Esta desproporción entre la ternura infinita de Dios y el corazón finito de la pobre criaturita romperá un día su envoltura mortal: es la muerte del amor.

 

11.  Pero, ¿no podemos pensar humildemente: "Yo no estoy llamado a estas alturas, este Acto no se hace por mí?" Escuchemos a Santa Teresa del Niño Jesús: "¡Es mi misma la que me da la audacia de ofrecerme como Víctima a tu Amor, oh Jesús!" debilidad, el más limpio esa las operaciones de este Amor consumidor y transformador". Y se podría decir que Teresa - como Jesús - vino a conquistar por Amor Misericordioso "no a los justos, sino a los pecadores (Mt. IX, 13)". solas las huestes inmaculadas fueron aprobadas por el Dios fuerte y poderoso; para satisfacer la justicia divina se necesitaban víctimas perfectas; pero a la ley del miedo sucedió la ley del Amor, y el Amor me escogió para holocausto, ¡a mí, criatura débil e imperfecta! ¿No es esta elección digna de Amor? Sí, para que el Amor se satisfaga plenamente, debe rebajarse a la nada, y transformar esa nada en fuego.”  Recordemos que “Todo lo que hizo Teresa, todas las almas pequeñas pueden hacerlo..." ¿No dijo ella: "¡Oh Jesús! Yo sé que si, por imposibilidad, encuentras a uno más débil que el mío, querrías colmarlo de favores aún mayores ..."

 

12.  El Acto de Ofrenda al Amor Misericordioso, ¿no supone en el que lo hace una secreta esperanza de recompensa? Nuestra Santa contesta en la fórmula misma del Acto: “yo no quiero acumular méritos para el Cielo. A la tarde de esta vida compareceré delante de Vos con las manos vacías, ¡Oh Dios mío!, porque no os pido que contéis mis obras”. Y dice más todavía en “La Historia de su alma”: “No son las riquezas y la gloria, ni aún la gloria del Cielo lo que reclama mi corazón; lo que pido y quiero es el Amor”. Y si suplica al Señor de consumir sin demora sus imperfecciones en la hoguera de su Amor, no lo hace buscando su propia belleza, sino únicamente para conservar el privilegio de poder darle gusto, de ser para su Corazón divino un reparador, un indemnizador. “Yo quisiera consolaros de la ingratitud de los malos, le dice ella en su Acto de Ofrenda, y os pido me quitéis la libertad de ofenderos. Si por debilidad caigo alguna vez, que inmediatamente vuestra divina mirada purifique mi alma consumiendo mis imperfecciones, como el fuego que todo lo transforma en él mismo”.

 

13.  ¿No procura este Acto ventajas personales al alma que lo hace?

           Sí, bien que nuestra Santita se las ha buscado directamente, su móvil estuvo desprovisto de todo propio interés. He aquí expresado por ella misma las principales ventajas:

          1º Una constante purificación del alna, ya que sus imperfecciones son continuamente consumidas por el Amor: “¡Ah!, desde ese feliz día de mi ofrenda, exclama Santa Teresita, el Amor me penetra y me rodea; a cada instante este Amor Misericordioso me renueva, me purifica y no deja en mi corazón ningún vestigio de pecado”.

          2º Una perfección superior impresa en todos los detalles de la vida. “Cuando un alma se ha entregado completamente al Amor, todas sus acciones aun las más indiferentes llevan el sello divino”.

          3º Efusión más luminosa de la Verdad, es decir, de humildad, ya que este Amor es luz al mismo tiempo que calor: “Mi alma está completamente brillante y dorada, afirmaba Santa Teresita, porque está expuesta a los rayos del Amor. Si este Sol divino no me enviara más sus luces, me volvería inmediatamente obscura y tenebrosa”. Esta claridad ilumina en el alma el sentimiento cada vez más gustado de su pequeñez, de su nada, al mismo tiempo que el de la Misericordia divina: “Lo que agrada a Dios compréndelo ella, con Santa Teresita, mejor que las aspiraciones más generosas, es el verme amar mi pequeñez y mi pobreza, es mi esperanza ciega en su misericordia. He aquí mi único tesoro”.

          4º Después de haber vivido de Amor, “el alma se arrojará sin demora en el eterno abrazo del Amor Misericordioso de Dios por consiguiente de pasar por el purgatorio”: Para las Víctimas de Amor, promete, en efecto Santa Teresita, no habrá juicio, ya que Dios se apresurará a recompensar con eternas delicias su propio Amor, que Él verá brillar en su corazón. El fuego del amor satisface más que el del purgatorio.

 

 

14. ¿Este acto no tiene además cierto alcance apostólico? Si; procura el alma que se entrega sin reserva al Amor una irradiación apostólica intensa en virtud del lugar privilegiado que le conquista de derecho en el seno de la Iglesia. “En el corazón de la Iglesia, nuestra Madre, yo seré el Amor, podrá decir a ejemplo de Santa Teresita. Gracia a él ella será todo” contribuyendo en todo lugar hasta el fin de los tiempos a todas las obras de conquistas evangélicas, porque “El amor encierra todas las vocaciones”. El solo pone en movimiento los diversos miembros de la Santa Iglesia… el comprende todos los tiempos y lugares, porque es eterno”. Y la eficacia de su rol escondido no puede ser superado por ninguna otra actividad, lo cual se complace en atestiguar Santa Teresita, con N. P. San Juan de la Cruz. “El más pequeño acto de puro amor es más útil a la Iglesia, que todas las otras obras juntas”

 

15. ¿Tendrán todas las almas Víctimas de Amor las mismas prerrogativas? Todas las almas víctimas son consumidas, transformadas por el Amor, y lo hacen irradiar, pero solamente en la medida a que ellas se entregan en este Amor y en que le dejan toda su libertad y su intensidad de acción. Sta. Teresita se lo previene a sus discípulos: “Se es consumido por el amor, dice, tanto cuanto se entrega el Amor”. Así lo mismo “que hay muchas mansiones en la casa del Padre Celestial[1], puede haber también grados en el don de sí mismos… Si todas las almas Víctimas de amor habitan en la hoguera, pueden encontrarse sin embargo algunas que no se exponen plenamente a sus ardores; pero tendrán, sin embargo, mayor número de gracias que aquellas que no han entrado jamás y una ternura especial de Dios las envolverá hasta el último día de su destierro. Para las que no ponen obstáculos a la efusión del Amor divino, el Buen Dios, como con Santa Teresita, hará también maravillas que sobrepasarán infinitamente sus inmensos deseos.

 

16. Estas Víctimas de Amor ¿serán muchas? Pueden ser una legión, ya que Santa Teresita y después el mismo Vicario de Cristo, Su Santidad Pio XI, durante la función solemne de la Canonización ha rogado encarecidamente a Dios de “elegirse una legión de pequeñas víctimas dignas de su Amor”, y que nuestra Santa ha asegurado por otra parte, “que todas sus esperanzas serán cumplidas”.

 

17.  ¿No será preferible ante el temor de una decepción, renunciar a entrar en “la legión de almas pequeñitas Víctimas de Amor”? ¡Oh no! Más cuanto que la Iglesia no renuncia a conferir el sacramento del bautismo a un niño del cual se ignora si perseverará. Todo lo contrario, ella lo enrola en sus filas, dichosa de haber marcado su frente con el sello de la Redención, de haber sumergido un redimido en la fuente de la gracia. Así, la Ofrenda de Víctima al Amor Misericordioso de Dios viene a ser una fuente de bendiciones abundantes para aquellos que, con corazón sincero, aunque no fuera sino por un instante, entran en la Legión. Sin embargo, si se quiere agregar a este mérito el de la obediencia y asegurarse un guía en esta jornada, que sería muy de sentir el hacerla a la ligera, puede ser conveniente tomar consejo de un director, su aprobación será siempre una gran seguridad y su estímulo una fuerza para el alma fiel.

 


II

DESPUES DE LA OFRENDA AL AMOR MISERICORDIOSO

 

DEBERES DE LA VICTIMA DE AMOR, SUS ESPERANZAS, SU ACTITUD EN VISTA DEL SUFRIMIENTO, SU MUERTE DE AMOR

 

18. ¿Cuál es la disposición esencial del corazón para vivir como una ferviente Víctima de amor? Santa Teresita nos responde: “El solo deseo de ser víctima basta…” deseo sincero y perseverante, sostenido por la firme esperanza de obtener de Dios, con una total efusión de su Amor, todas las gracias que le permitan a su vez, corresponderle. En este sentido la Víctima de Amor repite, con Santa Teresita en su Acto de Ofrenda: “Estoy cierta, ¡Oh mi Dios! que atenderéis mis deseos, lo sé, mientras más queréis dar, más hacéis desear”.

 

18. ¿Cuál es la parte en que demostrará el Alma Víctima, su cooperación activa con respecto al Amor Misericordioso? El alma Víctima de Amor tiene una doble tarea que cumplir; una muy activa; la otra aparentemente pasiva, pero no menos generosa. Su primer deber es de tender cada vez más hacia la humildad; tratar, sin cesar, de desprender su corazón y mantenerlo absolutamente vacío de la confianza de sí misma y de todo vano cuidado de las creaturas. “Es preciso consentir en permanecer siempre pobre y sin fuerza”, nos dice Teresita: y “he aquí lo difícil”, porque ¿dónde encontrar la verdadera pobreza de espíritu? Es necesario ir a buscarla muy lejos, es decir, en el anonadamiento, en la nada…”. Dice todavía: “Para gozar de los tesoros del Amor Misericordioso, es preciso humillarse, reconocer su nada y he aquí lo que muchas almas no quieren hacer”. El segundo deber del alma Víctima es de tender más y más al “Abandono de los niños que se duermen sin temor en los brazos de su Padre”, actitud de infancia espiritual, a la cual, no sin razón se le ha atribuido el nombre de Víctima, ya que “nada sacrifica más completamente el yo en el hombre, que volverse sinceramente niño  Santa Teresita no teme afirmar que “solo este abandono entrega, realmente, el alma en los brazos de Jesús” y permite así al Amor ejercitare con toda libertad y según todo el deseo de su poder. Por esto, en el desafío que lanza al alma más débil que la suya, le asegura que “gracias más grandes, todavía, que estas de que ella ha sido colmada, serían su porción, siempre que se abandone con una entera confianza a la Misericordia infinita de Dios”.

 

20. ¿Cuáles son los más grandes obstáculos a esta ferviente vida de Amor? El autor de la Imitación responde con Santa Teresita: “Desde que uno comienza a buscarse a sí mismo, al instante deja de amar[2]. Eso porque se vuelve a llenar su corazón, ya no está vacío, y el lugar ofrecido al amor se encuentra disminuido… La Imitación dice además: “El que no está pronto a abandonarse por completo a la voluntad de su Amado, no sabe lo que es amar”.

 

21. - ¿Es decir que las verdaderas Víctimas de Amor no se debilitarán jamás, a lo menos en estos dos puntos? No; y Santa Teresita las previene asegurándoles: “Sin duda, dice, puede caer, puede cometer infidelidades, pero el Amor sabrá sacar provecho de todo, consumiendo inmediatamente todo lo que puede desagradar a Jesús, no dejando en el fondo de su alma más que una humilde y profunda paz”. El alma puede verse más debajo de sus aspiraciones sin dejar por eso de ser muy agradable a Dios. si a cada caída recurre a una sincera humildad, progresa en el fervor, porque el Amor encuentra en ella el vacío que busca. Nuestra Santita lo asegura firmemente: “Con un acto de Amor, aun no advertido, todo se repara, y adelante”.

 

22.- ¿Cuál será, pues, para la Víctima de Amor el medio de alcanzar la santidad?  Ella cuenta únicamente y en toda circunstancia con el Amor, esperándolo todo de la Omnipotencia infinita y de la liberalidad de este Amor Misericordioso al cual se ha entregado sin reserva. Ella conoce su “incapacidad para subir por sus propias fuerzas aun el primer peldaño de la escala de la santidad”, pero “sabe a quién será confiada”[3] y repite al señor a menudo la formula misma de su Acto de Ofrenda: “Deseo ser santa, pero siento mi impotencia y os pido ¡Oh Dios mío! seáis Vos mismo mi santidad. Todas nuestras justicias están manchadas a vuestros ojos; quiero revestirme de vuestra justicia y recibir de vuestro Amor la posesión eterna de Vos mismo”.

 

23. - Pero, ¿qué hogar, aquí abajo, alimentará esta Vida constante de Amor? “El Hogar Divino donde el Alma Víctima irá a sacar Vida", será la Sagrada Comunión, esta inigualable invención del Amor Misericordioso del buen Dios deseoso de fundirse con la miseria humana ... Es esta "fusión" misteriosa e incomparable, que - mediante su Acto de Ofrenda - Santa Teresa del Niño Jesús aspiraba a ver extendida y estrecha, espiritualmente, en todos los momentos de su vida, diciendo al buen Dios con humilde audacia: "Es con confianza que te pido venir y tomar posesión de mi alma. ¡Ay! No puedo recibir la Sagrada Comunión con la frecuencia que quisiera; pero Señor, ¿no eres todopoderoso? Quédate en mí como en el Sagrario, no te apartes nunca de tu pequeña hostia.” (La palabra hostia equivale, para ella, a Víctima.)

 

24. ¿Y por qué signo externo se revelará la sinceridad de esta Vida de Amor? A través de un constante aumento de la verdadera caridad fraterna, que es la consecuencia natural del amor sincero de Dios, Santa Teresa del Niño Jesús nos lo cuenta, fue después de su Ofrenda al Amor Misericordioso que recibió la gracia de "comprender en todo su alcance el precepto de la caridad": “Me dediqué sobre todo a amar a Dios, explica, y amándolo descubrí el secreto de su mandamiento nuevo... el de amarnos como Jesús. Él mismo nos amó... (Jn. XIII) , 34.) Y lo comprobaba, cada día, en la práctica: "Cuanto más estoy unida a Jesús, más amo también a todas mis Hermanas" - Después de ella, la verdadera Víctima del Holocausto, entregada al ardor consumidor. de la Caridad divina, podrá volver a decir: "Ya que esta dulce llama consume mi corazón, corro con deleite, oh Dios mío, por el camino de tu nuevo mandato..."

 

25. ¿La Víctima de Amor se entrega, en virtud de su Ofrenda, a un sufrimiento excepcional? Apunta sólo al Amor, "don excelentísimo (I Cor. XIII, 31.)". Es al Amor Misericordioso -es decir, tierno y compasivo- del buen Dios a quien ella se abandona, sin otro deseo que el de amarlo y hacerlo amar, sin volverse sobre sí misma- aun y lo que le suceda. a él. “Es el hijo que se entrega a los deseos de su Padre, para sufrir o gozar, según su amor (“Nada imposible ser Santo”.

 

26. ¿Vio Santa Teresa del Niño Jesús una disposición más perfecta que el deseo de sufrir? Sí, y esto es lo que especifica la fórmula del Acto de Ofrenda desde sus primeras líneas: "Deseo, oh Dios mío, cumplir perfectamente tu voluntad ". Nuestra Santa, al final de su vida, confirmó así su pensamiento sobre este punto: "Ya no sé pedir nada con ardor, sino el perfecto cumplimiento de la voluntad de Dios sobre mi alma... Ya no deseo el sufrimiento o la muerte. Durante mucho tiempo los llamé como mensajeros de la alegría... Hoy es sólo el Abandono el que me guía, no tengo otra brújula". "No me gusta una cosa más que otra. Lo que el buen Dios ama más y elige para mí, eso es lo que más me agrada. ¡Es lo que hace lo que amo! " ¿Te encanta la "Víctima feliz"?  Sí, es precisamente porque este Abandono, " fruto delicioso del Amor (San Agustín)", es suave, incluso en el sufrimiento. El amor, en efecto, "hace dulce lo más amargo (Im. III, v, 3.)". Sin duda "tiene sus tiempos de prueba como sus tiempos de goce (Id. Réflexion)", un gozo imperceptible, tal vez, como este mismo Amor, pero "sobre todo gozo" y que santa Teresa del Niño Jesús había experimentado cuando cantaba: "Sí, sufrir amando es la felicidad más pura ... Mi gozo es amar el sufrimiento ..." Es esta alegría perfecta, flor exquisita del Amor, que ella ve como prerrogativa de las Víctimas felices de su Legión y que quiere legar a sus hermanas como prenda suprema de su ternura fraterna: " No os prometo ahorraros las pruebas, les dijo antes de dejarlos para el Cielo, pero haré que los ames, y vendrás a decir conmigo: Me llenas de alegría, Señor, con todo lo que haces (Sal. XCI, 4.).”

 

27. En resumen: ¿no se podrá deducir que el Acto de Ofrenda al Amor Misericordioso procura la verdadera felicidad del Alma Víctima  Sí, el alma Víctima, haciendo un llamado a la “ternura infinita de Dios”, ha ganado a todos en paz y gozo interior, porque la caridad divina invadiendo un corazón humano no puede menos que proporcionarle todos los gérmenes de la felicidad. Además, el Acto de Ofrenda entregando el alma a merced del Amor Misericordioso de Dios, le da la seguridad que este Amor “tendrá compasión de su debilidad, la tratará, en toda ocasión, a través de todas las vicisitudes del destierro, con dulzura, con Misericordia y con una soberana liberalidad. Santa Teresita lo declara en esta “última prueba”  que según confesión propia, “le quitó todo sentimiento de goce: “jamás había comprendido mejor que el Señor es dulce y misericordioso”. Y cuando le llegó la agonía y las sombras de la muerte, repetía todavía como un cántico de victoria: “No me arrepiento de haberme entregado al amor, al contrario”.

28.  Morir de amor, ¿sería morir en el transporte? Si la muerte de amor implica, para el alma Víctima, una disposición fundamental de paz y confianza amorosa, no supone, sin embargo, la supresión de los sufrimientos, que son, en la muerte, el tributo del pecado. Nos lo señala santa Teresa del Niño Jesús, la que recibió una grandísima comunicación de los sufrimientos redentores: “¡Nuestro Señor murió en la Cruz, angustiado, y sin embargo aquí está la muerte de amor más hermosa que jamás hayamos visto! Morir de amor no es morir en el transporte.” Se había asegurado de advertir a sus hermanas al comienzo de su enfermedad: "No se preocupen por eso, les dijo, si sufro mucho y si no veis en mí ningún signo de felicidad en el momento de la muerte... ¡Nuestro Señor sí que ha muerto Víctima de amor, y ved cuál fue su agonía!" Pero los sufrimientos de los últimos momentos, dispensados ​​a cada alma de manera diferente, según los designios de la Sabiduría divina, son sin embargo suavizados para la Víctima del Amor, por la certeza de que Aquel en quien ella ha confiado ciegamente "le dará valor en proporción a sus sufrimientos... Yo soy no temas, si aumentan tiene ella derecho de repetir con santa Teresita, porque al mismo tiempo aumentará mi paciencia.”

30. ¿Qué significa realmente la expresión Morir de amor?  Según el pensamiento de Santa Teresa del Niño Jesús, y sin pretender agotar los secretos de la divina Misericordia, esta expresión morir de amor significa, que, en la hora suprema, el buen Dios " desbordará, con insospechada profusión, las oleadas de su infinita ternura sobre la Víctima del Holocausto, preparándola, en un instante, para presentarse ante Él y romper de repente la red de su vida (Esta es la palabra de nuestro Santo inspirada en San Juan de la Cruz:)" bajo la presión de su Amor. Porque es la de la más extrema MISERIA para todos los hijos de Adán, esta hora de angustia provocará Amor MISERICORDIOSO del Padre celestial, para derramarse totalmente, más allá de toda medida, sobre la pequeña Víctima, hasta transformarla en Sí mismo en un "abrazo eterno..." Esta muerte enteramente de amor, espléndida conclusión de una tierra la existencia, no necesariamente se siente, ni se manifiesta afuera; no está relacionado con signos externos de alegría, ni siquiera con pleno conocimiento o devoción. Pero, ¿cómo no creer que ocurre infaliblemente según lo que la Víctima fiel habrá esperado de la Misericordia?, porque es magnífico en sus recompensas, "puede hacer en nosotros infinitamente más de lo que pedimos o conservamos (Ef. III, 21.) y "es glorificarle esperar de él grandes cosas (San Juan de la Cruz.)".

 

APENDICE

30. ¿Es necesario para ser una verdadera Víctima de Amor recitar a menudo el Acto de Ofrenda compuesto por Sta. Teresita? No. Santa Teresita asegura que “la oración es un impulso del corazón, una simple mirada hacia el cielo”. Ella dice también en la fórmula misma del Acto: “Quiero ¡Oh mi Bien Amado! A cada latido de mi corazón renovar esta ofrenda un número infinito de veces”, lo que no admite la recitación de ninguna palabra. La donación total de la Víctima de amor es, pues, ante todo, “una disposición del corazón”. No depende absolutamente del uso más o menos frecuente de una fórmula cualquiera. No obstante, la Santa Iglesia, queriendo invitar a los fieles, no solamente a realizar este Acto de Ofrenda, sino que, aún más, a penetrarse de los pensamientos y de las palabras mismas de Santa Teresita, ha enriquecido con preciosas indulgencias el texto de la oración que broto del Corazón de la Santita bajo el soplo del Divino Espíritu. He aquí el detalle de estas indulgencias:

 

Indulgencias a perpetuidad por recitar el Acto de Ofrenda compuesto por Santa Teresita, a partir de las palabras “A FIN DE VIVIR EN UN PERFECTO ACTO DE AMOR”.

 

1º 300 días de indulgencia, cada vez que se rece con devoción este Acto de Ofrenda.

 

2º Indulgencia plenaria cada mes con las condiciones ordinarias a todos los que la hubieran rezado todo el mes.

 

Dado en Roma, en la S. Penitenciaría el 31 de Julio de 1922.

 

 

ACTO DE OFRENDA AL AMOR MISERICORDIOSO

(Parte indulgenciada)

 

“… A fin de vivir en un acto de perfecto Amor, me ofrezco como Víctima de Holocausto a vuestro Amor Misericordioso suplicándoos que me consumáis sin cesar, dejando desbordar en mi alma los raudales de ternura infinita que se encierran en Vos y, de este modo, venga a ser mártir de vuestro Amor, ¡Oh Dios mío! Que este martirio, después de haberme preparado a comparecer delante de Vos, me haga por fin morir y que mi alma de lance sin demora en un eterno abrazo a Vuestro Misericordioso Amor.

“Deseo, ¡oh mi Bien Amado!, a cada latido de mi corazón renovaros esta ofrenda un número infinito de veces hasta que las sombras se hayan desvanecido ¡y pueda repetiros mi Amor cara a cara eternamente!”.

 

FIN

 

 


 

 

 


 

lunes, 19 de septiembre de 2022

ORACIONES A NUESTRA SEÑORA DE LA SALETTE

 


ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LA SALETTE PARA APLACAR LA IRA DIVINA

Oh Nuestra Señora de La Salette, Virgen santísima, que descendiste sobre una de las montañas más altas de los Alpes para dar a conocer las amenazas del Señor a tu pueblo para que se convierta, haz que, dócil a tu saludable consejo, nos dejes poner fin a los crímenes que irritan al Cielo y que levantan el brazo de Dios contra nosotros. Reconocemos que hemos merecido demasiado bien los castigos que sufrimos; pero estamos arrepentidos. Con corazones contritos y humillados, venimos pues, oh Virgen misericordiosa, a conjurarte a rogar a tu divino Hijo que levante su brazo que nos pesa, para alejar de nosotros los flagelos de la guerra y del cólera, del hambre y de la mortalidad de los niños pequeños, y derramar sus bendiciones sobre nuestras familias y sobre nuestras cosechas. Entonces, oh María, llena de viva gratitud, exaltaremos sin cesar las misericordias del Señor y publicaremos por doquier tus beneficios.

 

 

PEDIR POR LA CONVERSIÓN DE LOS PECADORES

Augusta Madre de Dios, Madre misericordiosa de los hombres, tu amor por nosotros te ha traído a esta tierra cubierta de crímenes. Has hecho oír tus quejas, tus amenazas y tus promesas maternas. ¡Pero cuántos pecadores no se convierten y siguen siendo insensibles! ¡Buena madre!  no dejéis de usar vuestro derecho de suplicante omnipotencia sobre el adorable Corazón de vuestro divino Hijo, ya sea para frenar su brazo tan justamente armado para herirnos, o para obtener de su infinita misericordia gracias de conversión para todos los pecadores y de santificación para los justos. Que así sea.

 

 

PARA SOLICITAR LA CONVERSIÓN DE BLASFEMOS

Oh Virgen Santa, Madre de mi Salvador, tú cantabas en aquel hermoso cántico que la Iglesia repite todos los días: Que el nombre de Dios es santo. Este adorable nombre es hoy blanco de las más espantosas profanaciones. Bocas criminales vomitan incesantemente mil horrores contra él... Es para la gloria de Dios y la salvación de las almas, es para obtener por medio de ti la conversión de estos desdichados blasfemos, oh Madre mía tierna, que me postro ante ti; Te encomiendo, oh Virgen de las vírgenes, a estos miserables pecadores; dígnate presentar mis deseos y mis lágrimas a tu divino Hijo... Detén, oh Nuestra Señora de La Salette, el brazo vengador de Dios dispuesto a herir al mundo a causa de sus blasfemias; que por vuestras incesantes oraciones, oh María, esta abominación sea desterrada de entre nosotros, y que en lugar de ultrajes a la divina Majestad, ya no oigamos por todas partes sino estas palabras: "El nombre de Dios es santo" Que así sea.

 

ORACIÓN DE UN PECADOR A NUESTRA SEÑORA DE LA SALETTE PARA PEDIR SU PROPIA CONVERSIÓN

A ti levanto mis ojos, oh soberana de los ángeles y de los hombres, madre tierna y compasiva de los pobres pecadores, y me regocijo en el amor que les tienes y que te ha hecho decidir dejar el cielo para venir a lavar con tus lágrimas esta tierra. mancillado por tantos crímenes. No te contentaste con aparecernos sumida en el más amargo dolor y derramar lágrimas por nosotros, quisiste darnos las más serias advertencias: lágrimas, promesas, amenazas, utilizas todos los recursos del amor materno para obligar a tus hijos a partir el camino del vicio y reanudar el de la virtud. Siempre buena Madre, ya que amas con tanta ternura al pecador, que lo persigues, aun cuando se entrega a los mayores desórdenes, tengo la dulce confianza de que no me rechazarás ahora que vuelvo a ti, que siempre quiero para amarte y complacerte. Es la gracia que te conjuro a que me concedas por Jesucristo, tu divino Hijo y Señor nuestro. Que así sea.

 

ORACIÓN DE UN ENFERMO A NUESTRA SEÑORA DE LA SALETTE PARA PEDIR SU CURACIÓN

Oh Nuestra Señora de La Salette, Madre misericordiosa, es justo que el universo cristiano te venere como la cura de los enfermos y que la Iglesia te llame la salud de los enfermos. Siguiendo el ejemplo de Jesús, devuelves el oído al sordo, la vista al ciego, el movimiento al paralítico, sanas toda clase de languidez. De todas partes del mundo veo llegar a tu santuario una multitud de enfermos que, después de haberte invocado en los lugares santificados por tu presencia y de haber lavado sus heridas en la fuente de agua pura que ha brotado bajo tus pies, recobran inmediatamente la salud del cuerpo y casi siempre la del alma, y regresa bendiciendo tu santo nombre y en todas partes exaltando tu poder. Veo a otros que, con el corazón movido de gratitud, vienen a ofrecerte humilde acción de gracias por los admirables beneficios que les has obtenido. Oh Madre llena de ternura, ¿se dirá que Yo solo entre todos tendré vuestros corazones sin haber sido escuchada? Mira el estado lamentable en que me encuentro, y que tus entrañas maternas se conmueven en favor de tu desdichado hijo. Yo sé, Santísima Virgen, que soy indigno de tus favores, ya que muchas veces he ultrajado a tu divino Hijo; pero pongo toda mi confianza en tu misericordia. Si me atrevo a suplicaros para obtener mi salud, os la pido sólo en cuanto pueda ser útil para la gloria de Dios y la salvación de mi alma. Totalmente resignado a la voluntad divina, estoy dispuesto a sufrir más si tal es el beneplácito de tu amado Hijo; pero entonces, oh tierna Madre, dígnate obtenerme la gracia de soportar con alegría todas las penas que el Señor quisiera enviarme. Que así sea.

 

ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LA SALETTE POR UN NIÑO ENFERMO

Oh Nuestra Señora de La Salette, mi tierna Madre, tú que eres todopoderosa con Dios y todo misericordiosa con los hombres, dígnate dirigir una mirada de compasión a mi pobre hijo que te implora en su angustia. Ved el peligro en que estoy de perder lo que más quiero en el mundo; sé sensible, te lo conjuro, a la desgracia que me amenaza. Oh tú que lloraste por nosotros en La Salette y que, en el Calvario, te partiste el corazón de dolor al ver morir a tu amado Hijo, no me abandones en este momento en que recurro particularmente a ti; ruega al Señor para que le devuelva la salud a aquel que te venera y te ama como a su madre y que ha puesto en ti toda su confianza. Te conjuro con la espada del dolor que atravesó tu alma al ver a Jesús, tu Hijo, muriendo en la cruz por nosotros. Que así sea.

 

ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LA SALETTE POR UNA MADRE ENFERMA

Oh Nuestra Señora de La Salette, Virgen Santa, Madre mía tierna, dígnate recordar a la que me dio a luz. Mira el extremo peligro en que la han sumido sus sufrimientos, y, conmovido de compasión al ver el estado desdichado al que nos reduciría su muerte, dígnate curarla, oh tú, a quien la Iglesia llama curación de los enfermos y del consolador de los afligidos. Muéstranos que eres todopoderoso con tu Hijo, y dígnate conceder la petición de un niño que te quiere como a su madre y que siempre quiere complacerte; Os conjuro por los méritos de Jesucristo nuestro Señor. Que así sea.

 

ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LA SALETTE PARA PEDIR LA CONVERSIÓN DE UNA PERSONA QUERIDA PARA NOSOTROS

 

Oh Reina del cielo y de la tierra, el amor que tienes por los pecadores te inspira a pedir con fervor misericordia por ellos, y constantemente haces resplandecer tu poder sobre el Corazón adorable de Jesús para llevar a los más perdidos. No hace mucho, conmovido por la compasión por tus desdichados hijos, viniste a nosotros bajando a La Salette , y tu Aparición fue seguida inmediatamente por la conversión de los habitantes de la tierra feliz favorecida por tu visita. Desde este eventomemorables para siempre, cuántos pecadores , oh Virgen misericordiosa, se han visto de repente transformados en fervientes cristianos, ya sea subiendo al monte santificado por tu presencia, o sirviéndose del agua de la fuente milagrosa que ha brotado bajo tus pies ! Testigo de estos prodigios, nuestro siglo te proclama el Reconciliador de los pecadores , y bajo este título te invoca con plena confianza. Atravesado por el mismo sentimiento, vengo, oh María, a recomendar are licitud maternal una pobre alma perdida que me es querida. Dígnate, oh Madres tierna, tomar bajo vuestra protección a este niño pródigo y obtened para él, como habéis obtenido para tantos otros, la gracia de una conversión sincera. Por Jesucristo nuestro Señor. Que así sea.

 

ORACIÓN PARA AGRADECER A NUESTRA SEÑORA DE LA SALETTE DE UNA CONVERSIÓN DEBIDA A SU INTERCESIÓN

Oh Nuestra Señora de La Salette, divina María, me postro de amor a tus pies para darte gracias por el favor señalado que me has hecho, al obtenerme la conversión de una persona que me es querida en tantos títulos. Cumpliste mis deseos cambiando este corazón rebelde; y, al convertirlo en penitencia, lo rescataste del abismo del infierno. Tu misericordia, oh María, excita mi confianza, y me atrevo a esperar nuevas gracias de tu bondad. Así que espero, oh Querida Madre, que completes lo que tan bien has comenzado, y que esta alma, convertida por tu intercesión, sea en adelante objeto de tu dulcísima mirada. Por mí, llena de gratitud, hasta mi último suspiro publicaré tus beneficios, tu amor por tus hijos, ¡Oh Nuestra Señora de La Salette!

 

ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LA SALETTE PARA DAR GRACIAS POR LA CURACIÓN OBTENIDA POR SU INTERCESIÓN

¡Oh Nuestra Señora de La Salette, te bendigo! Yo estaba quebrantado por el sufrimiento, y tú viniste, como un médico celestial, a derramar el bálsamo sobre todas mis llagas; me has obtenido la gracia de mi curación. Os bendigo, esta cura me llena de alegría y esparce en mi corazón consuelos indecibles. Te bendigo, oh divina y tierna Madre, porque sanando mi cuerpo, has tocado, iluminado, fortalecido mi alma. Dígnate aceptar con la expresión de mi eterna gratitud el homenaje de mi devoción filial. De ahora en adelante publicaré por todas partes las maravillas de tu amor, y repetiré a tu pueblo las palabras de salvación que has venido a traer para hacernos volver al camino de tu Hijo adorable.

 

INVOCACIÓN

Nuestra Señora de La Salette, Reconciliadora de los pecadores, ruega sin cesar por nosotros, que recurrimos a ti.

 

OTRA INVOCACIÓN

Nuestra Señora de La Salette, no dejes de sostener el brazo de tu Hijo y de orar a Dios por nosotros.

 

 

 




domingo, 31 de julio de 2022

NOVENA EN HONOR A SANTA ANA

NOVENA EN HONOR A SANTA ANA, MADRE DE LA VIRGEN MARÍA

Adaptación de la Novena publicada en Valencia en el siglo XVIII por un devoto de Santa Ana; los Gozos son de autoría del Padre Fray Antonio Garcés y Maestre OP. Tomada de UT QUIS FIDELES INVENIATUR.

  


NOVENA EN HONOR A SANTA ANA, 

MADRE DE LA VIRGEN MARÍA

Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

  

ADORACIÓN A LA SANTÍSIMA TRINIDAD Y ACTO DE CONTRICIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Adórote, bendígote y alábote, Santísima e Individua Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero, en quien espero, y a quien amo sobre todas las cosas, a quien adoro, venero y reverencio, con toda mi alma, potencias y sentidos, vida y corazón. Me pesa una y mil veces haber ofendido a mi Dios. Confiado en tu divina bondad, espero alcanzar de tu misericordia el perdón de mis pecados, y la gracia de la perseverancia final, para que después de esta vida mortal, merezca mi alma gozar eternamente de ti en la gloria, por los siglos de los siglos. Amén.

 

DÍA PRIMERO - 17 DE JULIO

PRIMER GOZO: SER ESCOGIDA PARA SER MADRE DE LA MADRE DE DIOS

Considera, alma mía, cuán grande sería el gozo que tuvo Santa Ana, cuando después de tan larga y conocida esterilidad, tuvo celestial revelación de que sus oraciones eran oídas, y que por tanto sería madre de la mejor hija que hubo en el mundo. ¿Has visto un campo, después de un largo y triste invierno, reverdecer en la primavera tan vistoso que parece estarse riendo y recibiendo alegría? ¿Pues cual no sería el gozo de aquella dama, cuando, en el invierno de su edad, conoció que ella reverdecería fecunda a pesar de su esterilidad envejecida? ¡Cómo alabaría al Altísimo! ¡Cómo le ofrecería ya desde entonces el fruto de su vientre! ¡Cómo se olvidaría ya de su oprobio, que el cielo remediaba con tal fruto de bendición y santidad! Sería la madre de la Santísima Virgen María, ¡Ella sería su hija! Admitid, santa gloriosa, mi alegría por vuestro gozo. Hacedme participante de él, alcanzando fecundidad también a mi alma, fecundidad en buenas obras y en el servicio a Dios Nuestro Señor.

  

PRIMERA VIRTUD: FE ADMIRABLE

Pondera, alma mía, cuán firme y segura la Fe de la gloriosa Santa Ana. No sólo creyó todos los misterios divinos revelados a su pueblo, sino también la revelación del ángel que, de parte de Dios, le anunció la hija que de sus entrañas -hasta entonces estériles- había de nacer. La experiencia de tantos años hacía parecer imposible la promesa y perder la esperanza de verla cumplida. Pero esta hija de Adán creyó, y con Fe viva, nada dudó. Esta Fe sí que fue como el grano de mostaza; por eso de ella nació el más hermoso árbol: María Santísima, en cuyos ramos y brazos no descansaron sólo los ángeles del cielo, sino el mismo Dios de los ángeles cuando se hizo hombre. Aviva, alma mía, tu Fe, y júntale buenas obras para que no sea una Fe muerta. Si es poca, ayudad, Santa gloriosa, mi Fe, para que sea tal que mueva montañas.

 

Rezar un Credo, Padre Nuestro y Ave María. Luego decir 3 veces: “Santa Ana, socorred a los miserables”.

 

ORACIÓN PARA PEDIR LA GRACIA QUE SE DESEA OBTENER

Gloriosísima Señora Santa Ana, madre de la Madre de Dios, poderosa intercesora nuestra y refugio seguro de los que a vos recurren. Yo me gozo en tu honor. Estimo que sea tanta vuestra excelencia, tan sublime vuestra dignidad, y vuestro poder tan admirable, que no puedan dejar de ser también entrañas de piedad y misericordia las vuestras, pues engendraron a la Madre de Misericordia. Por eso recurro a Vos, confiado, pidiéndoos de todo corazón me recibáis bajo vuestro amparo. Alcanzadme Fe viva, Esperanza firme y Caridad perfecta, pureza de alma y de cuerpo, devoción cordial a vuestra santísima hija: la Virgen María Señora Nuestra, deseo eficaz de servir a Dios, dolor muy verdadero de haberle ofendido y propósito de enmienda. Haced que este propósito me acompañe hasta la hora de mi muerte, y en ella alcanzadme victoria contra las tentaciones del demonio y la gracia de la perseverancia final. También os pido que empeñéis vuestra especial intercesión para que consigáis la merced que de vos pretendo en esta novena. [Pedir aquí la gracia que se desea]

  

Mostrad, Santa gloriosa, la eficacia de vuestro patrocinio en procurar el buen despacho de mis peticiones. No atendáis a lo poco que yo merezco, sino a lo mucho que vos podéis. Favorecedme con aquella misma instancia con que pedíais al Señor el remedio de vuestra esterilidad. Por aquel gozo con que entendisteis ser vuestra oración oída, oíd ahora mis oraciones. Por aquella confianza y autoridad de madre de la que lo había de ser del mismo Dios, interceded ante vuestra hija santísima. ¿Qué le podéis vos pedir que no tenga buen despacho de parte de Ella? ¿Y qué memorial vuestro puede Ella presentar a su Hijo, vuestro Nieto Santísimo, a que Él no quiera convenir? ¡Qué falta, pues, gloriosa Santa Ana, sino que vos queráis interceder!, pues ¿para qué os hizo Dios tan poderosa sino para remedio de los atribulados que acuden a vuestro amparo? Valedme pues, Santa poderosísima, que en vos confío. Valedme para crédito de vuestro poder, para honra de vuestra Hija y de Nuestro Señor Jesucristo, vuestro Nieto. Valedme para que vuestro nombre sea cada más conocido y acudan a vos todos aquellos que tanto necesitan de vuestro amparo. Bien sé que no merezco vuestro valimiento, pero será ilustre misericordia vuestra atender a mis súplicas sin haber en mí merecimiento. Y espero, que luego de ayudado por vuestra intercesión, os sepa vivir agradecido. Amén.

 

GOZOS PARA HONOR DE SANTA ANA

   

Dulce madre de María,

Amorosa protectora:

Ahora y en la última hora,

Sed, Ana, abogada mía.

   

La Suprema Trinidad,

La llena de bendiciones.

Benditas las oraciones,

Que alaban la gran bondad.

Su amor encanta, enamora,

Al que en su piedad confía.

Ahora y en la última hora,

Sed, Ana, abogada mía.

   

Ana, “Gracia” significa,

Según enseña la Glosa;

Su alma feliz y dichosa

Con gracias Dios magnifica:

Su Hija le es honradora,

Tesoro, y Tesorería.

Ahora y en la última hora,

Sed, Ana, abogada mía.

  

A María diste el ser,

Y los naturales dones;

Y buenas inclinaciones

De piadosa en proteger:

De amorosa Defensora,

Con ternura y melodía.

Ahora y en la última hora,

Sed, Ana, abogada mía.

    

En las Entrañas cerrada

Llevaste a María rosa;

Os dio Santidad hermosa,

Como olor, flor ocultada:

La diste leche, Señora,

Tres años de noche y día.

Ahora y en la última hora,

Sed, Ana, abogada mía.

  

Vuestra hija muy amada,

En el templo presentaste.

Con ella a Dios aplacaste,

Y su justicia enojada.

Tú serás mi bienhechora,

Mi dulce bien y mi guía.

Ahora y en la última hora,

Sed, Ana, abogada mía.

  

Con sólo este don precioso,

Ofrecisteis más a Dios,

Su padre Joaquín y vos,

Que todo justo glorioso.

Más que todos atesora,

Gracia y santidad María.

Ahora y en la última hora,

Sed, Ana, abogada mía.

  

Es Nieto Jesús querido,

Es Joaquín amado Esposo,

San José Yerno dichoso,

Yo vuestro favorecido:

Os alaba, y os venera

Mi gratitud, Madre mía.

Ahora y en la última hora,

Sed, Ana, abogada mía.

    

A una leve insinuación,

De su Madre Limosnera,

María su Tesorera

Lo hace con admiración:

Ahora que en el Cielo mora,

¿Lo que pide negaría?

Ahora y en la última hora,

Sed, Ana, abogada mía.

     

Cuanto Santa Ana desea

A favor de sus amantes,

Su Nieto Jesús cuanto antes

Decreta luego: “Así sea”:

Sednos vos la intercesora,

Sed nuestra eterna alegría.

Ahora y en la última hora,

Sed, Ana, abogada mía.

 

Santa Ana, por vuestro amor,

Conseguidnos en la muerte,

Gracia, paz y buena suerte,

Por María, vos y el Señor.

Pues sois la consoladora,

En la última agonía.

Ahora y en la última hora,

Sed, Ana, abogada mía.

  

Tenedme siempre en memoria,

En la celestial morada.

Mi alma está enamorada,

De vos que estáis en la gloria.

Mi amor que suspira y llora,

Quiere haceros compañía.

Ahora y en la última hora,

Sed, Ana, abogada mía.

   

Dulce madre de María,

Amorosa protectora:

Ahora y en la última hora,

Sed, Ana, abogada mía.

  

℣. Ruega por nosotros, bienaventurada Santa Ana.

℞. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

        

ORACIÓN

Omnipotente y misericordioso Dios, que proporcionando siempre a los hombres los medios de salvación y de consuelo, llenasteis de tanta gracia, dulzura y suavidad los nombres de Jesús, María y José, Joaquín y Ana, a favor de los que, por reverencia a tan soberanos nombres, los pidiesen el remedio de sus necesidades y consuelo en sus aflicciones: Os suplicamos rendidos que a todos los que con Fe, amor y devoción, invocaren tan augustos nombres, les concedáis en esta vida los dulces consuelos de tu divina gracia, y en la otra reciban el Cielo como premio. Por Cristo Señor Nuestro. Amén.

  

En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.


DÍA SEGUNDO

SEGUNDO GOZO: CONCEBIR A LA VIRGEN SANTÍSIMA

Considera, alma mía, cuál sería el gozo de Santa Ana en aquella dichosa hora en que, en su vientre, a un tierno cuerpecito de niña se unió la santísima alma de la Señora concebida sin pecado original. ¡Cómo llenaría Dios de júbilo y de gozo a Santa Ana en aquel punto, en el cual la hizo concha de tan preciosa perla, y sagrario de tan venerable y santa reliquia! ¡Con qué inefable consolación bañaría el Cielo a Santa Ana, cuando empezó a rayar la aurora del Sol de Justicia! ¡Oh, qué secretos y qué misterios en el vientre de Ana! Tesoro guardado por los ángeles y admirado por los más soberanos espíritus. ¡Y cómo es posible que tan altos misterios, dejasen de redundar grandes afectos en la santa, y que con tan gran tesoro, dejase ella de participar de esas riquezas! Alégrome, Santa gloriosa, de vuestra gran ventura. Vos sois aquélla a quien el Artífice Soberano escogió para vaso de honra excelsa, pues encerráis la más pura criatura entre las humanas, únicamente Ella preservada de la mancha del pecado. Alcanzadme gracia del Señor, y que alegre de servirle, huya de adquirir en mi alma cualquier género de culpa.

 

SEGUNDA VIRTUD: ESPERANZA FIRME

Pondera, alma mía, cuán segura e invencible fue la esperanza de esta gloriosa santa. Los años iban pasando como las olas, más todas quebraban en el risco firme de su esperanza en Dios, nunca vacilante. Por eso vio tan bien logrado el fruto de esta confianza, porque la tuvo en Dios tan segura. Esperaba fruto de su vientre, y tuvo tal fruto cual no lo esperaba. Como la flor de su esperanza, ni con las tempestades del tiempo, ni con los imposibles humanos, llegó a caer, por eso fructificó admirablemente. ¿Quién dijera que la despreciada, estéril e infecunda, había de tener fecundidad tan bien lograda? Lo cierto es que puede mucho ante Dios la esperanza firme en su bondad y misericordia. En Vos, Señor, únicamente confío, por más que el mundo y el demonio eternamente se opongan. Sois Dios y Padre, habéis de tener misericordia. Os lo pido por los merecimientos e intercesión de la gloriosísima Santa Ana.


DÍA TERCERO

TERCER GOZO: SU FELIZ PARTO

Considera, alma mía, el inefable gozo que tendría la señora Santa Ana en su feliz parto, en el cual dio el mundo, no a Isaac: sonrisa de su madre Sara, sino a la Virgen María, alegría del mundo entero. Si en el nacimiento del Bautista se alegraron muchos, según la promesa del ángel, ¡cuántos más se alegrarían en el nacimiento de la Santísima Virgen, y cómo este gozo cubriría a la felicísima madre, Santa Ana! Ella fue sin duda el monte que destiló dulzura, porque de ella salió la dulcísima Virgen María, a quien la Iglesia llama “dulzura nuestra”. Si todas las madres, como dice Cristo, se olvidan de sus dolores luego del nacimiento de sus hijos, y se alegran porque ha nacido un hombre, cuál no sería el gozo de esta madre admirable, viendo nacer de sus entrañas a aquella niña, de la cual había de nacer en el mundo el Hombre Dios. Sea para bien, dichosa madre, Santa Ana, el suceso felicísimo de vuestro parto. Para bien nuestro y de todo el mundo, pues estamos en obligación de honraros, gracias a vos tenemos a María. A honra de tan célebre y deseado nacimiento de la Emperatriz de cielo y tierra, hacedme la merced de que sea participante de vuestro gozo, loando al Altísimo en agradecimiento por haberos otorgado las peticiones que os tengo encomendadas.


TERCERA VIRTUD: CARIDAD ARDIENTE PARA CON DIOS

Pondera, alma mía, cuán ardiente fue la Caridad y el amor de nuestra santa. Veíase tan obligada con los favores celestiales, que no podía su espíritu dejar de amar al autor de ellos. Veíase madre de la que había de serlo del Amor Perfecto, y no podía dejar de emplear en el amor a Dios todos sus afectos. Por eso su gozo y toda su alegría venían a parar en loores al Altísimo, en darle honra y gloria por todo, y en engrandecer su Santo Nombre. ¡Oh, cómo es cierto que sólo en Dios hay verdadera alegría, y sólo los que aman a Dios de todo corazón viven consolados! Las alegrías del mundo vienen siempre llenas de pesares, porque en el mundo no hay alegría verdadera. Sólo quien ama a Dios de todo corazón, lo tiene lleno de alegría, porque Dios es su fuente y su perenne manantial. ¡Os amo, Dios mío, de todo corazón! Y si aún no os amo de todo corazón, Vos, por la intercesión de Santa Ana, concededme vuestro amor, un amor grande, fervoroso y ardiente, un amor que me posea, que me inflame y me consuele. Amén.


DÍA CUARTO

CUARTO GOZO: EN LA RECREACIÓN O TRATO CON SU HIJA

Considera, alma mía, el inefable gozo que tuvo Santa Ana en la recreación con María, en pasar momentos con su santísima hija. ¡Qué alivio y alegría en el trato con aquella niña, cuya conversación buscaban los mismos ángeles, suspensos y admirados! ¡Qué ventura tan hermosa, el recibir obsequios de madre, de parte de la niña que es servida por los celestiales espíritus como su señora! ¡Oh, dichosa familia, y bienaventurada Santa Ana! Las otras santas son conocidas, o por las espadas, o por los instrumentos de sus martirios: A Santa Ana se le conoce por tener en sus brazos y llevar de la mano a María Santísima. ¡Oh cuánto me alegro, santa gloriosa, de que sea tan digno de honor el báculo de vuestra vejez, y tan sublime el cetro de vuestro poder, ya que tenéis de vuestra mano a la Señora del Universo! Pídele que Ella me tenga de su mano, y que juntamente con vos, interceda en mi favor delante del Altísimo.

   

CUARTA VIRTUD: CARIDAD COMPASIVA CON EL PRÓJIMO

Pondera, alma mía, cómo no sólo a su benditísima hija sustentó la gloriosa Santa Ana de su propia sustancia, sino también a los pobres y necesitados, con los cuales gastaba la tercera parte de su hacienda. Ella fue la mujer que abrió libremente las manos a los mendigos, y dio a los pobres el mismo cuidado que a los domésticos, porque las larguezas de sus limosnas convertían en domésticos a los extraños. Tuvo tantas veces en su regazo, y llevaba a su pecho, a la que había de ser Madre de misericordia, que no podía dejar de pegarse a su corazón el fuego de la Caridad y ser caritativa. Había recibido tan abundantes gracias y dones del Señor, que no era mucho que agradeciese a Dios los beneficios, en haciendo el bien a los pobres. También yo, gloriosa Santa Ana, soy pobre, y necesito de vuestro patrocinio. Vos ahora sois más poderosa aun y comprensiva. Por limosna os pido que remediéis y despachéis la comisión, la gracia que os tengo encomendada.


DÍA QUINTO

QUINTO GOZO: EN LA PRESENTACIÓN EN EL TEMPLO

Considera, alma mía, cuál no sería el gozo de Santa Ana cuando presentó en el templo a su santísima hija a la edad de tres años. Si no fuera tal madre, muy excesiva pena sentiría al quitar de sí una hija de tanto agrado, y tan dotada de bienes de gracia y de naturaleza. Mas no fue así con nuestra santa, pues si bien sentía el apartamiento de criatura e hija tan amable, con todo, mayor era el gusto de dedicarla a Dios, como lo había prometido. Sabía que Dios estima lo que se le da, no con tristeza y necesidad, sino con alegría, y mucho alegrábase de tener don tan excelente para ofrecer a Dios. Cuál sería, pues, el júbilo de su corazón, cuando veía con qué gracia y ligereza subía su bendita hija los escalones, las quince gradas del Templo, con la admiración del sacerdote. Cuál su consolación, viendo cómo aquella pequeña y casta tórtola, escogía ya desde entonces para sí un nido junto a los altares del Señor. Más tarde, vendría Ella misma a ofrecer, el día de su purificación, a su preciosísimo Hijo, Jesucristo. Las prendas que ya desde entonces campeaban en aquella niña la admiración del sacerdote y de los ministros, el agrado que con tal don era recibido por el Altísimo, y los sublimes misterios que en aquella ocasión tenían principio, eran eficaces motivos para un superior júbilo en el corazón de Santa Ana. Y tú, alma mía, ya que no tienes don tan excelente para ofrecer a Dios, aprende a dedicarte con todas tus potencias a su servicio, como quien sirve a buen Señor.

    

QUINTA VIRTUD: ORACIÓN CONTINUA Y FERVOROSA

Pondera, alma mía, cómo la gloriosa Santa Ana fue continua y fervorosa en el santo ejercicio de la oración, como ni lo fue esa otra madre, la de Samuel, por más que su fervor fuese notado por el Sumo Sacerdote. Baste decir, que por oraciones continuas alcanzó del Señor el remedio de su esterilidad, en una hija tal como la Virgen María. Por eso la dedicó luego al Templo, en donde la niña se diese toda a la oración y a las alabanzas divinas. Quiso, con la oración de su hija, suplir y ayudar a la suya, para que fuese mejor aceptada. Ella, entretanto, habiendo antes hecho un templo de su casa, consideraba frecuentemente los misterios que en ella se obraban, ordenados a la Redención del género humano, pues en aquella sagrada casa nació la que debía ser Madre del Redentor del mundo. Oh, cómo la consideración de ciertos secretos, que es creíble le fuesen revelados, elevaría su espíritu a alabar a Dios, porque la hizo participante, y tan próximamente llegar a tan altos misterios. Oh tú, alma mía: ¿Qué haces que ya no das frutos, y crees y veneras todos estos pasados misterios? Considéralos y medítalos frecuentemente, o con la Santísima Virgen en el templo de Dios, o con Santa Ana en tu casa. Concluye tu oración pidiendo a la santa que en la suya, se acuerde de la necesidad que padeces y que le tienes recomendada.

 

DÍA SEXTO

SEXTO GOZO: MORIR EN LOS BRAZOS DE SU HIJA

Considera, alma mía, cuan excesivo sería el gozo de Santa Ana, quien según graves autores afirman, murió en los brazos de su santísima hija. No es creíble que tan buena hija faltase a su madre en aquella hora, ni que Dios negase a tan buena madre la consolación de morir en los brazos de su hija. ¿Cómo huirían lejos de aquella casa los demonios, estando allí la Virgen, Nuestra Señora? De lejos, y de bien lejos, verían los hechos, por ser apartados por la virtud divina. Veis aquí la ventura de Santa Ana: Ser asistida en los brazos de la Santísima Virgen en aquella hora. Santa Ana tenía derecho a este favor por ser la madre de María. Por eso, santa mía, vos sois abogada para la buena muerte, porque vos, felicísima, ya tuvisteis esa dicha. Vuestra alma se vio primero en el cielo del seno de María, antes de bajar al seno de Abrahán, y esperar que se abriesen los Cielos luego de la muerte de Cristo. Oh, si yo pudiera morir con la misma muerte de esta santa matrona. Ojalá mis novísimos fuesen semejantes a los suyos.

  

SEXTA VIRTUD: CASTIDAD CONYUGAL

Pondera, alma mía, cómo fue perfecta la castidad conyugal de Santa Ana, matrona ejemplarísima. Ella fue, aquella en quien descansaba confiado el corazón de su esposo. Así fue conveniente para que la Virgen de las Vírgenes, María, tuviese por madre una persona no menos casta que Ella. Por eso Santa Ana mereció ser la tierra del cultivo de la más cándida azucena de pureza que se dio en nuestra tierra. Por eso también mereció al morir y salir de este mundo, ser confortada con el virginal olor de este lirio que tuvo a su lado. Santa Ana nunca deseó fecundidad con otro fin que el de la mayor gloria del Altísimo. Nunca, ni entre los oprobios de la esterilidad, hubo algo que manchase en lo más mínimo la pureza de su proceder. ¿Cuál no sería aun mayor su pureza luego, al nacerle su benditísima hija, cuando los rayos de la pureza de María reverberaban en el cristal de su alma? ¡Oh virtud de la pureza, cómo agradas al Altísimo! ¡Oh, castidad matrimonial bien guardada, cómo te asemejas a una virginal pureza! Alcanzadme, gloriosa Santa Ana, esta delicadísima virtud, ya que sois la madre de la Reina de las vírgenes. Pegad a mi alma el olor de esta virtud, para que yo, en vuestra casa, donde nació la Virgen más pura, pueda al menos ser un esclavo deseoso de seguirla y de imitarla, para que merezca la dicha de ver a esta soberana Señora después de muerte, ya que no puedo antes de ella.


DÍA SÉPTIMO

SÉPTIMO GOZO: VER POR PRIMERA VEZ A SU NIETO, NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

Considera, alma mía, cuán incomparable sería el gozo de Santa Ana cuando por primera vez vio a su nieto benditísimo, fuese aún en vida (como lo sientan graves autores), fuere después de su muerte cuando Nuestro Señor bajó al seno de Abraham. Dice Aristóteles que entre abuelos y nietos acostumbra naturalmente ser más excesivo el amor. Yo no puedo decir que Nuestro Señor amara más a Santa Ana que a su Madre, o que Cristo haya sido más amado por su abuela, Santa Ana, que de su Madre Santísima. Pero de cualquier manera, bien se ve el grandísimo amor de Santa Ana hacia Jesús. ¡Llamar “nieto” al mismo Dios, y oír de su boca el amoroso nombre de “abuela”! ¡Oh ternura, oh consolación! Suponiendo que Santa Ana haya visto a su nieto luego de la Cruz, cómo parecería ya un Cielo abierto, aquella subterránea cárcel del Limbo de Abrahán con la visita del alma del Redentor. Cuando en el día de la Resurrección, con la confianza de abuela, ella tocase las llagas de sus pies y de sus manos, y bebiese en la dulzura de su costado, ¡cómo daría entonces por bien empleado el tiempo del oprobio de su esterilidad, y la aflicción de su esperanza dilatada! Era Cristo el ardiente deseo, o el deseado incesante, no sólo de los collados eternos, sino de todas las gentes, y por eso fue necesario que Él, ¡hasta de su abuela, Santa Ana!, fuese deseado como una prolongada esperanza. Más por fin, llegó el día, y la esperanza se convirtió en realidad, la pena en júbilo y la aflicción en gozo: El nacimiento del Redentor. Mil parabienes os doy, matrona santa, por vuestra buena fortuna. Y ya que estáis tan favorecida, como próxima a vuestro Nieto santísimo, acordaos de los que a vos recurren, y emplead vuestro poder en amparar a vuestros devotos.

  

SÉPTIMA VIRTUD: PACIENCIA INVICTA

Pondera, alma mía, la invicta paciencia de Santa Ana, no sólo en los trabajos ordinarios, que es fuerza acompañen a una madre de familia, sino muy particularmente en las angustias de su esterilidad. La esterilidad era en aquel pueblo el mayor oprobio, porque como se esperaba que de aquella nación nacería el Hijo de Dios, si alguna casada era infecunda, se la tenía por reprobada por Dios, pues ella era entonces excluida de las que podían dar a luz al Mesías. Por eso, el mismo Sumo Sacerdote, después de advertir la infecundidad de nuestros santos casados, no quiso admitir sus ofrendas, por ser provenientes de personas a quienes parecía que Dios reprobaba. Mirad los juicios de los hombres cómo son falsos y falaces. Los hombres desprecian a Ana como reprobada de Dios, y ella es la escogida por el mismo Dios. Ahora padeced, matrona santa, que ya vendrá el día en que los hombres que ahora os desprecian, esos mismos admirarán vuestra ventura, y conocerán que por vuestra paciencia habéis merecido gloria tan excesiva. Ayudadme, santa mía, a padecer con conformidad, y a sujetar mi juicio y mi voluntad a las disposiciones divinas, que por caminos que parecen muy diversos, nos llevan derecho a los fines que intentan.


DÍA OCTAVO

OCTAVO GOZO: SUBIR AL CIELO CON CRISTO

Considera, alma mía, cuán grande sería el gozo y la alegría de la Señora Santa Ana, y cuán su gloria sin medida, cuando su alma bienaventurada subía al Cielo en compañía de su santísimo Nieto. En el día de la Ascensión, llevó Cristo consigo, como fruto de sus victorias, a los cautivos que del seno de Abrahán había rescatado. Los más seguirían su triunfal carroza como siervos, pero ¿quién duda que haría el Señor especial honra a su abuela felicísima en aquel día? José era virrey en Egipto, y Jacob un pobre pastor. Quiso José que sus hijos, nietos de Jacob, venerasen con respeto al santo y viejo abuelo. ¡Y cómo es posible, y creíble, que Cristo Redentor se olvidase de las atenciones que Él encomienda a hijos y nietos, y se olvidase de darlas a su abuela! Por eso, los Cantares preguntan quién es la venturosa alma que sube de este mundo, recostada sobre su amado. O como reza una leyenda sobre su nieto: ¿Quién ha de ser sino el alma de nuestra gloriosa santa, la que reclinada en su amoroso Nieto, sube triunfante al Empíreo? Bienaventurada santa, que subís con tanta gloria, dadme licencia para que celebre vuestra alegría, y con vivas aclamaciones, siga en espíritu vuestro triunfo. Y ya que con él, dice la Escritura, repartió vuestro Nieto santísimo dones a los hombres, encaminad para mí los que yo necesito, especialmente los que os tengo recomendados.

  

OCTAVA VIRTUD: HUMILDAD PROFUNDA

Pondera, alma mía, cuán profunda fue la humildad de nuestra santa. Era descendiente de la casa real de David, y se trataba a sí misma como persona muy común. Tenía dones muy especiales de Dios Nuestro Señor, y soportaba, con conocimiento profundo de su vileza, la opinión que corría en el pueblo de que era reprobada del mismo Dios. ¿Veis aquí por qué el Señor la levantó a tan alta gloria, y cómo abatió a los soberbios? Por eso, Dios se allegó tan cerca de nuestra santa, que se hizo no sólo pariente suyo, sino su mismo Nieto. Bien se cumplió en ella, aquello de que los humildes son ensalzados, porque, por su humildad, nuestra santa fue exaltada y elevada al Cielo junto al mismo Cristo. Oh, poder grande de la humildad, que atraéis a Dios hacia el humilde, siendo Dios tan alto. Y levantáis al humilde hasta Dios, siendo el hombre tan bajo. Y tú, alma mía, ¿de qué te ensoberbeces a vista de tanta humildad? Si un monte tan elevado como Santa Ana, se abate tanto delante de Dios y de los hombres, el polvillo rastrero de la tierra que eres tú, ¿cómo presume subir y levantarse? Ayudad, santa humildísima, éste mi propio conocimiento, el de mi nada, para que de allí pase a mis acciones, y no venga yo a perder por la soberbia vuestro favor y patrocinio, y menos aun el de Dios.


DÍA NOVENO 

NOVENO GOZO: ESTAR EN EL CIELO CON TODA SU FAMILIA

Considera, alma mía, la gloria y el gozo grande que tendría la señora Santa Ana en el Cielo, al verse en él con toda su familia: Allí tiene a su esposo San Joaquín, a su hija la siempre Virgen María con su esposo San José, y a su nieto Jesucristo. En esto, se verifica bien que la generación de los rectos y de los justos será bendita. Dichosa casa de la tierra, que no era otra cosa sino la casa de Dios y la puerta del cielo (“domus Dei et porta cœli”), por donde salieron tantos que entraron al Cielo. Oh, ¡cómo será la gloria de Santa Ana en el Cielo, dentro de toda esta Sagrada Familia! ¡Cómo será de hermosa esta casta generación con la claridad de su gloria! ¡Cuánto querría yo ver esta celestial y santa constelación de estrellas místicas, todas juntas, y todas de la mayor magnitud, dentro de las cuales está el mismo Sol de Justicia! ¡Qué luces, qué resplandores de gloria y de júbilo, serán los que reverberan de unos hacia otros! También yo quisiera, gloriosa santa, pertenecer de algún modo a vuestra Sagrada Familia, a lo menos bajo el título de siervo. Yo me dedico y consagro desde hoy a servir en tan buena casa. Recibidme ya desde ahora. Y en la hora de mi muerte, introducidme en esta dichosa mansión de la gloria, de la que vos ahora gozáis por toda la eternidad.

 

NOVENA VIRTUD: MORTIFICACIÓN Y PENITENCIA RELIGIOSA

Pondera, alma mía, cómo la gloriosa Santa Ana fue rigurosa en su mortificación y penitencia. Cuántas y cuán continuas son las ocasiones en que una madre de familia, en el gobierno de sus cosas domésticas y en el trato con los extraños, encuentra motivos para sentir y para inmutarse. Pues en todas estas cosas, se mortificó de tal modo nuestra santa, que como escriben los Santos Padres, ella fue siempre irreprensible. Y fuera de esto, dice san Vicente Ferrer que sus ayunos eran muy frecuentes, sus vigilias muy continuas, no pocas sus visitas al Santo Templo de Jerusalén con los pies descalzos desde Nazaret. ¿Qué no tendrá esta vida de atribulada y miserable? Pero lo cierto es que, de este modo y por este camino, consiguió toda esa gloria que hemos ponderado. Tal mortificación y penitencia fueron el arado que, abriendo la tierra de su cuerpo, lo prepararon para sembrar en él simiente de tan gloriosa felicidad: María. No se consigue premio grande, sin trabajo grande. Quien más se mortifica en esta vida, logra mayor bienaventuranza en la otra. ¡Oh, feliz campo! Yo me acomodo en él. Esto es, ahora he de mortificarme por el breve tiempo de la vida presente, para después descansar en él por los interminables espacios de la eternidad. Vos, santa gloriosa, ayudadme con vuestra intercesión, para que el amor propio no pueda más que este propósito que tengo, y que me importa más que todo.

  

NOVENA A SAN JOAQUÍN

Novena dispuesta a solicitud de un cordialisimo devoto Franciscano de este Glorioso Santo, y a expensas de una afectuosísima devota de dicho Santo Patriarca San Joaquín, impresa en Murcia en la Oficina de Antonia Ramírez, viuda de Felipe Teruel, entre 1781 y 1799.

MODO DE HACER LA NOVENA

Como el fin principal de esta Novena mira a implorar, o impetrar de Dios algún beneficio, forzoso es disponerse de modo que no se haga indigno de alcanzarle, porque es temeridad y arrojo pedir favores a quien se desagrada y ofende. Por eso el primer paso de esta Novena ha de ser examinar la conciencia, y el que reconociere en sí grave culpa, purificar su Alma por el Sacramento de la Penitencia, para que reconciliado con Dios, esté dispuesto a que su Majestad y su Santo Abuelo le favorezcan. Y siempre en cualquier acontecimiento será muy laudable que a lo menos un día de la Novena, no deje de confesar y comulgar. Asimismo ha de pedir con total resignación en la Divina voluntad, no deseando sino lo que fuere más gloria de Dios, y utilidad de su alma. Con eso confiado puede esperar, si lo que pide es conforme a estos fines, no dejará de lograrlo. Y si alguna vez no alcanzare lo que solicitaba, esté cierto que no le convenía, y que no será frustrada su petición, pues el Santo en lugar de ella le alcanzará otra cosa que le sea más útil.

Para más obligar al Santo Patriarca, cada día proponga imitar una de sus virtudes, y ponga cuanto cuidado pudiere en cumplir con puntualidad lo que ofreciere, siendo su principal empleo, en aquel día, ejercitar la virtud que le toca, y este es el mayor servicio que puede hacer al Santo. Asimismo, cada día, acuérdele al Santo uno de sus mayores gozos, y por él le puede pedir, le haga la merced que solicita. Finalmente, no se olvide que, como dice San Bernardo, pedir riquezas, dignidades, honras, y otros bienes de esta calidad, que son propios del mundo, las más veces, es a instancias del amor propio, y así es menester purificar la intención y dirigirla bien a Dios, para que no le desagrade. Con estos avisos puede dar principio a su Novena, en la forma que se sigue, valiéndose de las oraciones aquí puestas, o de las que le dictare su devoción.
 


DEVOCIÓN Y NOVENA DEL GLORIOSO PATRIARCA SEÑOR SAN JOAQUÍN, 
ABUELO DE JESUCRISTO Y PADRE DE LA SERENÍSIMA VIRGEN MARÍA 
NUESTRA SEÑORA
 
Puesto de rodillas (si no lo impidiere alguna indisposición) delante de la Imagen del Santo, se persignará con devoción, y levantando el corazón a Dios, diga:
   
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
  
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios, y Hombre verdadero, Criador, y Redentor mío, por ser Vos quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido, y propongo firmemente de nunca más pecar, y de apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, y de confesarme, y cumplir la penitencia que me fuere impuesta; y ofrezco mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados; y como os lo suplico, así confío en vuestra bondad y misericordia infinita, me los perdonaréis por los merecimientos de vuestra Sangre y Pasión, y me daréis gracia para enmendarme, y para perseverar hasta la muerte. Amén Jesús.
   
ORACIÓN A SAN JOAQUÍN
PARA TODOS LOS DÍAS
Gloriosísimo Patriarca San Joaquín, que entre todos los Santos del Cielo fuisteis privilegiado y escogido para una dignidad tan suprema, como ser Padre de la más Divina Aurora, de la más preciosa Perla, de la más fragrante Flor, de la más lucida Estrella; y en fin, de la más hermosa y pura criatura, María Santísima, Madre de pecadores y Reina de los Ángeles. Gózome con todo el afecto de mi corazón, de que Dios te hiciese tan dichoso y feliz, señalándote por Padre de la que escogió para Madre suya, y por Abuelo del Verbo Divino, vestido de nuestra naturaleza humana. Por eso considerando tu gran poder en esa Corte Celestial, donde así el Nieto, como la Hija, te miran con la estimación debida a tu dignidad y excelencia, y las Angélicas Jerarquías por su respeto te veneran y sirven. Yo miserable pecador afligido en este valle de lágrimas, con esta enfermedad, trabajo o desconsuelo (según fuere) que al presente me congoja, recurro a las aras de tu piedad, con firme esperanza de que seré socorrido, y así te ofrezco el obsequio de esta Novena, corta dádiva para quien tanto merece. Ruégote que la recibas con agrado, atendiendo al amor con que te invoco, y merezca yo que me seas Abogado ante el Trono de la Divina Clemencia.

Patriarca glorioso, Santísimo Joaquín, humildemente te ruego, que si lo que en esta Novena pido es para gloria de Dios, honra tuya y bien de mi alma, interpongas tu autoridad con la Majestad Divina, y alcances del Todopoderoso me lo conceda, en el modo que para Él sea más agradable, y para mí más útil; y si no, te pido con instancia, que en lugar de esta petición, logre yo lo que más conduce para el bien de mi alma, que es lo que principalmente deseo. Padre mío, Abogado y Protector mío, atiende a la confianza con que te invoco. Recibe el piadoso sacrificio de mis ruegos, no deseches la triste amargura de mi necesidad; y pues en el mundo fuisteis atribulado, padeciendo desconsuelos y aflicciones, compadécete de quien en las suyas te llama. Consuélame, piadosísimo y amado Padre, para que logrando este beneficio, sea perpetuo mi reconocimiento. Esto te suplico por el amor que tuviste a tu Santísima Hija, para que asistido de tu protección Soberana, viva como quien sabe que ha de morir, y en aquella triste hora no me olvides, para que asistido de tu favor, alcance perseverancia final en la gracia, que me lleve a gozar a tu amorosa compañía, en la gloria. Amén.

Aquí rezará tres Padre nuestros, tres Ave Marías, y tres Gloria Patri, a los tres inefables gozos del Santo. El primero, de haber sido escogido para Abuelo del Hijo de Dios Humanado. El segundo, de haber sido elegido para Padre de la Madre del mismo Dios. Y el tercero, por ser entre todas las criaturas (después de la Santísima Virgen), el más conjunto en parentesco a la Beatísima Trinidad. 
       
DÍA PRIMERO
Ruégote, Patriarca Santo mío, que concedáis mi petición en el modo que te tengo significado, por el gozo grande que tuviste cuando el Arcángel San Gabriel serenó la tempestad de tus lágrimas, anunciándote la Concepción Inmaculada de la Santísima Virgen, y mandándote que volvieses a la compañía de tu Esposa. Y para más obligarte propongo en este día imitar tu pureza, guardando mi alma de toda mancha, y procurando apartar de mí todos los pensamientos menos puros, acciones y palabras menos decentes; mortificando los sentidos, y apartando todas las ocasiones que conociere pueden ser ruina de mi alma, retardando el cumplimiento de mi palabra, en la imitación de esta virtud Angélica, la cual confío conseguir por tu intercesión soberana y favor de la Divina gracia. Amén.
   
GOZOS EN HONOR A SAN JOAQUÍN
   
Pues de nuestro Salvador,
Sois el Santo más valido:
Socorred, Joaquín querido,
A quien os pide favor.
 
De Reyes, Sangre y Nobleza,
Nazaret os concedió,
Que el Verbo Divino unió
A su infinita grandeza.
¡Oh qué admirable fineza!
Para vos sublime honor:
Socorred, Joaquín querido,
A quien os pide favor.
 
Fuisteis, cual Sol refulgente,
Desde la primera edad,
Singular en Santidad,
En Virtudes eminente:
De Dios, como llama ardiente,
Os abrasaba el amor:
Socorred, Joaquín querido,
A quien os pide favor.
 
Por larga infecundidad
Padecisteis irrisiones,
Afrentas y mil baldones,
Con grande conformidad
Honró Dios tanta humildad
Con daros la Hija mejor:
Socorred, Joaquín querido,
A quien os pide favor. 
   
Ana pura es vuestra Esposa,
José Justo, amado Yerno;
MARÍA, candor eterno,
Hija vuestra, toda hermosa,
De santidad prodigiosa,
Madre digna del Señor:
Socorred, Joaquín querido,
A quien os pide favor.
 
De toda gracia fecundo
Sois feliz el mejor Padre,
Como vuestra Hija la Madre,
Que hubo jamás en el mundo:
Sois Patriarca sin segundo,
A todos muy superior:
Socorred, Joaquín querido,
A quien os pide favor.
 
MARÍA a Dios ofreciste,
Noble don y más precioso,
Que fuera de Dios, dichoso
Ofrecer a Dios pudiste,
De bien tanto os deshiciste,
De vos mismo vencedor:
Socorred, Joaquín querido,
A quien os pide favor.
 
Con vuestro fruto bendito
A la Iglesia dais aumento,
Más que cuantos (¡oh portento!)
Justos hay en su distrito;
Y perdió Luzbel maldito
Con su insolente furor:
Socorred, Joaquín querido,
A quien os pide favor.
    
De sí misma por deudora
Tenéis a la Virgen Madre,
La querida de Dios Padre,
De todos Reina y Señora,
De sus Padres honradora,
Que es el Empeño mayor:
Socorred, Joaquín querido,
A quien os pide favor.
    
Libró cabal Dispensera
A vos su Padre y modelo,
Y único de Dios Abuelo,
La gracia en valor primera;
De otra suerte no cumpliera
Con las leyes del primor:
Socorred, Joaquín querido,
A quien os pide favor.
 
JESÚS Nieto liberal,
Por tanta Prenda y talento,
Y grande merecimiento,
Os dio gloria Celestial,
Después de la Maternal,
Cualquiera le es inferior:
Socorred, Joaquín querido,
A quien os pide favor.
 
Con júbilo y alegría,
Por tan altas excelencias,
Os tributan reverencias
Ana, José, y MARÍA,
También JESÚS nuestra guía,
Insigne y raro esplendor:
Socorred, Joaquín querido,
A quien os pide favor.
    
¿Cuál será vuestro poder,
Pues se os rinden los mejores
Y más excelsos Señores
Que en el Cielo puede haber?
Feliz quien al fenecer
Os tendrá por valedor:
Socorred, Joaquín querido,
A quien os pide favor.
 
Pues de nuestro Salvador
Sois el Santo mas valido:
Socorred, Joaquín querido,
A quien os pide favor.
 
Antífona: Alabemos al varón glorioso en su generación, porque el Señor le dio la bendición sobre todas las naciones y confirmó su Testamento sobre su cabeza.

℣. Su posteridad será poderosa en la tierra.
℟. La generación de los justos será bendita.

ORACIÓN
Oh Dios, que preferiste ante todos tus Santos al bienaventurado San Joaquín para ser el Padre de la Madre de tu Hijo: concédenos te suplicamos, que cuantos veneramos su Fiesta podamos gozar siempre de su patrocinio. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

DÍA SEGUNDO
Amantísimo Patriarca, en quien mi necesidad busca el alivio: Humildemente te ruego que te compadezcas de este pobre desvalido, y en el modo que sea más útil para mi alma cumplas mi petición, por aquel aventajado gozo que tu alma tuvo cuando volviendo a Jerusalén hallaste en la Puerta Dorada a la Santísima Ana tu Esposa, y participándote el aviso del Cielo que había tenido, en la conformidad de las dos revelaciones, creció la seguridad y el contento. Y para más obligarte, propongo en este día imitar aquella conformidad grande que tuviste siempre con la voluntad Divina, procurando, a ejemplo tuyo, estar muy resignado en el gusto y voluntad de Dios, para aceptar sin repugnancia cuanto de mí dispusiere, y en lo próspero y adverso alabarle y servirle. Amén.
  
DÍA TERCERO
Espejo de toda Santidad, en quien Dios puso lo más esmerado y perfecto de las virtudes, a las Aras de tu piedad llego afligido, y en ellas ofrezco este corazón, que más te ama, aprecia y estima: Ruégote con toda instancia favorezcas los deseos que te manifiesto, por el incomparable gozo que sentiste cuando tu Amantísima Esposa dio a luz el Cielo animado de María Santísima, y viste nacida dentro de tu misma casa la que había de ser Templo y morada del Espíritu Santo, llenándote de alegría espiritual, con las perfecciones y gracias de tan bellísima criatura. Y para más obligarte, propongo en este día imitar la viva Fe con que diste crédito a las palabras de Dios, sin poner duda en tan altos y soberanos Misterios. Por lo cual, cuanto sea de mi parte procuraré estar siempre firme, sin descaecer un punto, en cuanto cree, confiesa y enseña la Santa Iglesia Católica Romana, aun en lo que yo no entiendo ni alcanzo. Amén.

DÍA CUARTO
Dichosísima criatura, y verdaderamente el más feliz de los hombres, a las puertas de tu piedad llama un desvalido a quien las miserias de esta vida han puesto en grande aflicción. Suplícote, Santísimo Patriarca mío, me socorras en este trance, por el crecido gozo que sintió tu Alma, viendo en tus brazos repetidas veces la dulce prenda que tenía embelesados los Coros de los Serafines y envidiosos a todos los Patriarcas antiguos. Y para más obligarte, propongo imitar este día la profunda humildad con que, en medio de tantas honras, viviste reconocido a Dios, de quien con aventajada luz reconocías dimanar tan incomparable favor. Y así a ejemplo tuyo, estaré rendido y sujeto a todas las criaturas, por clamor de mi Criador. Amén.

DÍA QUINTO
Piadoso Padre mío, hoy te invoco con segura confianza, porque la experiencia de tus favores eficazmente me persuade que no me negarás lo que te ruego, y así te pido que concedas lo que te suplico, por el excesivo consuelo y gozo que recibiste cuando, llevando a presentar al Templo tu amada Hija, viste el fervor con que sin ayuda de nadie, subió presurosa las gradas del Templo y como mansísima Paloma voló al nido Sagrado en que supo ejercitar tan elevadas virtudes. Y para que con más gusto me favorezcas, propongo imitar este día la gran Religión con que ofreciste a Dios esta prenda y cuidaste de su Templo Santo, dándole la tercera parte de tu hacienda para su adorno y sustento de los Sacerdotes. Y a ejemplo tuyo procuraré, según alcanzaren mis fuerzas, asistir con toda devoción al Santo Templo, al Santo Sacrificio de la Misa, al Rezo Santo, así de obligación, como de devoción, y a todo lo que sea de la mayor decencia del culto Sagrado. Amén.

DÍA SEXTO
Celestial Abogado mío, a quien confiado invoco en mis mayores tribulaciones y trabajos, humildemente te ruego, por el crecido gozo que recibiste con la gustosa noticia de los alegres Desposorios de tu Hija amada, y mucho más cuando llegaste a conocer que entre todas las Mujeres había sido escogida para Madre del Verbo Humanado, que en sus purísimas entrañas, por obra del Espíritu Santo, había concebido. Por este gozo te pido que me favorezcas, dándome el consuelo que hoy te ruego. Y para más obligarte propongo imitar la firme esperanza con que viviste sin desfallecer en tus mayores aflicciones, esperando en la Divina piedad, que había de consolarte. Así yo, a ejemplo tuyo, desconfiando de las criaturas del mundo y de mí propio, pondré únicamente mis esperanzas en Dios. Amén.

DÍA SÉPTIMO 
Consuelo de los afligidos, en quien hallan alivio todos los que padecen tribulaciones, hoy a instancias de mi necesidad, te busco para que ejercites tu grande piedad con este pobre desconsolado. Ruégote que me seas propicio, atendiendo compadecido a mi aflicción, por aquella alegría que recibiste con el milagroso parto de la Reina de los Ángeles, conociendo su perpetua Virginidad, y como era conocida y publicada por Madre del Hijo Unigénito de Dios, viendo celebrada esta dignidad incomparable de tu Hija Santísima, así de los Coros de los Ángeles, como de los Reyes, Pastores y Justos. Y para más obligarte a que me favorezcas, propongo imitar la invicta paciencia con que sufriste tantas y tan penosas tribulaciones, a cuyo ejemplo haré cuanto mis flacas fuerzas dieren lugar, para sufrir con paciencia las amarguras de esta triste vida, llevando con igualdad de ánimo las mortificaciones que me causaren las criaturas, y abrazando con gusto la Cruz que Dios me enviare. Amén.

DÍA OCTAVO 
Clementísimo y piadoso Joaquín, único Asilo de mis esperanzas, en quien después de Dios las pongo confiado, asísteme en este trabajo que te manifiesto, alcanzándomelo resignado, te pido, por la suma felicidad que gozaste cuando en la hora terrible de la muerte no experimentaste sus agonías, porque asistido de Jesús, María y José, con las caricias y regalos de tan Divinas Personas, se convirtió en gozo y consuelo la penalidad y amargura de aquel trance, y entregando el alma en manos de quien la creó, fue depositada en el seno de los Justos. Y porque me oigas más atento, propongo imitar la pronta obediencia con que supiste obedecer la voluntad Divina, sin apartarte un punto de la observancia de su Santa Ley. Así yo, siguiendo tus pisadas, estaré siempre vigilante y atento a cumplir con las obligaciones de mi estado, y con todo lo que conociere ser del agrado de Dios. Amén.

DÍA NOVENO
Alivio de todos los que padecen, Puerto seguro de los que en el tempestuoso mar de este inundo navegan, busco en ti el descanso de mis fatigas, por lo cual afectuosamente te ruego que serenes la tempestad que me congoja, concediéndome este favor que te pido, por el inefable gozo que tuviste, tienes y tendrás por toda la eternidad , viendo a la misma que tú engendraste Coronarse por Reina de los Cielos, y colocada en Trono sublime, al lado de la Beatísima Trinidad, ser obedecida de las Jerarquías Angélicas, y de toda aquella Corte Soberana que por atención y respeto de tan Soberana Hija, a ti también honra y estima. Y en cambio del beneficio que espero, propongo imitar tu ardiente caridad y aquel amor de Dios tan puro que siempre reinó en tu corazón enamorado: no admitiendo en el mío otro dueño, ofreciéndosele desnudo de todo afecto de criaturas. Así lo espero cumplir con el Soberano amparo de tu poderosa intercesión. Amén.

ANOTACIONES

Al hablar sobre la piedad popular, es referirnos a aquellas devociones que antaño se hacían en nuestros pueblos y nuestras casas, cuando se...