CATECISMO
MENOR DEL ACTO DE OFRENDA AL AMOR MISERICORDIOSO DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
TOMADO
DE LOS ESCRITOS DE SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS
CON
LICENCIA ECLESIÁSTICA
Nihil Obstat
Baj. die 17 Sept. 1932
Ph. Moreau
Imprimatur
+ Franciscus Maria
ep. Baj et Lix.
Baj. die 17 Septembris, 1932.
ADVERTENCIA
Este Catecismo menor, tiene por objeto responder a las
numerosas preguntas de esclarecimiento por personas deseosas de imitar a Santa
Teresa del Niño Jesús en su Acto de Ofrenda al Amor Misericordioso. Ha parecido
de utilidad para luz y consuelo de un gran número, fijar aquí de una manera
precisa, según los textos originales de la Santa y las enseñanzas que ella dio
a sus novicias, el conjunto de sus pensamientos referentes a este Acto, nuevo
en los anales de la Santa Iglesia, y que ha brotado espontáneamente de su
corazón en el apogeo de su vida espiritual.
Océano de gracias, según confesión propia, inundó su
alma inmediatamente después de esta donación de 9 de junio de 1895. El sueño de
nuestra Santa era de procurar el mismo beneficio a todas las almas de buena
voluntad, sinceramente deseosas de amar a Dios y darle gusto.
Puedan estas humildes páginas llevarles a todas, con
sus encarecimientos, su invitación presente a hacer a su vez con la
misericordia de Dios, la misma bienhechora experiencia.
Las Carmelitas de Lisieux
OFRENDA
DE SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS COMO VÍCTIMA DE UN HOLOCAUSTO AL AMOR
MISERICORDIOSO
Oh Dios mío, Santísima Trinidad, deseo amarte y hacerte amar, trabajar por la glorificación de la Santa Iglesia salvando las almas que están en la tierra y liberando a las que sufren en el purgatorio. Deseo cumplir perfectamente tu voluntad. y llegue al grado de gloria que me has preparado en tu reino, en una palabra, deseo ser santo, pero siento mi desamparo, y te pido, oh Dios mío, que seas tú mismo mi santidad, me amaste tanto que me das a tu único Hijo para que sea mi salvador y mi Esposo, los tesoros infinitos de sus méritos son míos, te los ofrezco con alegría, rogándote que me mires sólo a través del Rostro de Jesús, y en su Corazón ardiendo de amor.
Te ofrezco de nuevo todos los méritos de los Santos que están en el Cielo y en la tierra, sus actos de amor y los de los Santos Ángeles. Finalmente, te ofrezco, oh Santísima Trinidad, el amor y los méritos de la Santísima Virgen, mi Madre querida, es a ella a quien dejo mi ofrenda, rogándole que te la presente, Su divino Hijo, mi amado Esposo, en los días de su vida mortal, nos dijo: Todo lo que pidáis a mi Padre, en mi ¡Él te lo dará!, por eso estoy seguro de que cumplirás mis deseos... Lo sé, oh Dios mío, cuanto más quieres dar, más deseas.
Siento en mi corazón inmensos deseos, y es con confianza que te pido que vengas y tomes posesión de mi alma. ¡Ay! No puedo recibir la Sagrada Comunión con la frecuencia que quisiera; pero, Señor, ¿no eres todopoderoso? Quédate en mí, como en el sagrario, no te alejes nunca de tu pequeña hueste... Quisiera consolarte de la ingratitud de los malvados y te suplico que me quites la libertad para desagradarte. Si por debilidad me cae a veces, que tu divina mirada purifique inmediatamente mi alma, consumiendo todas mis imperfecciones, como el fuego que todo lo transforma en sí mismo.
Te doy gracias, oh Dios mío, por todas las gracias que me has concedido, especialmente por haberme hecho pasar por el crisol del sufrimiento. Con alegría te contemplaré en el último día, llevando el cetro de la Cruz; ya que te has dignado compartir conmigo esta preciosa cruz, espero en el Cielo asemejarme a ti, y ver brillar sobre mi cuerpo glorificado los sagrados estigmas de tu Pasión.
Después del destierro de la tierra, espero gozarme en la Patria, pero no quiero amasar méritos para el cielo, quiero trabajar sólo por vuestro amor, con el único fin de agradaros, de consolar vuestro Sagrado Corazón y de salvar almas que os amarán por siempre. En la tarde de esta vida, me presentaré ante ti con las manos vacías, porque no te pido, Señor, que cuentes mis obras... ¡Todas nuestras justicias tienen manchas en tus ojos! Justicia, y recibir de tu Amor la posesión eterna de ti mismo. No quiero otro trono ni otra corona que tú, ¡oh mi Amado!... A tus ojos, el tiempo no es nada, un solo día es como mil años. Puedes, por tanto, en un instante, prepararme para que me presente ante ti...
Para vivir en un acto de Amor perfecto, me ofrezco
como víctima de holocausto a tu Amor misericordioso, rogándote que me consumas
sin cesar, dejando desbordar en mi alma los torrentes de infinita ternura que
en ti se contienen, y que así me haga mártir de tu amor, ¡oh Dios mío! ¡Que
este martirio, después de haberme preparado para comparecer ante ti, me haga
finalmente morir, y que mi alma se eleve, sin demora, al abrazo eterno de tu
Amor Misericordioso! Quiero, oh mi Amado, con cada latido de mi corazón, para
renovarte esta ofrenda un nombre infinito de tiempos, hasta que, desvanecidas
las sombras, pueda volver a decirte mi amor en un eterno cara a cara.
María
Francisca Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, ocd.
Fiesta
de la Santísima Trinidad, 9 de junio del año de gracia de 1895.
(1) Los pasajes impresos en cursiva y entre comillas, sin referencias, están tomados de las palabras textuales de Santa Teresa del Niño Jesús o fragmentos de sus escritos.
I.
ANTES DE LA OFRENDA AL AMOR MISERICODIOSO
ACLARACIONES Y
NOCIONES PRELIMINARES
1. ¿Cuál
es el propósito de este Acto de
Ofrenda?
Para compensar
al buen Dios del rechazo que las criaturas oponen al Amor que Él quiere
prodigar en ellas.
2. ¿Cómo
le damos a Dios esta compensación? Ofreciéndole
su corazón, para que "haga fluir allí los torrentes de
su infinita ternura (1)".
3. ¿Esta
Ley no tiene otras intenciones? Menciona
varios otros, es cierto, pero todos vuelven al objetivo esencial que acabamos
de definir.
He aquí lo que dice Santa Teresa del Niño Jesús sobre este tema: "Quiero trabajar sólo por tu amor,
oh Dios mío, con el único fin de
agradarle, de consolar su Sagrado Corazón y de salvar almas
que le amarán eternamente."
Se notará: su deseo de salvar almas es sólo una segunda intención, porque si
quiere salvarlas, es menos para su felicidad personal, que para procurar más
amor al buen Dios.
4. ¿Cuál es el origen de
esta Ley? Santa Teresa del Niño Jesús nos lo enseña
en el libro de su Vida: “En el año 1895 recibí, escribe ella, la gracia de
comprender, mejor que nunca, cuanto desea Jesús ser amado: Pensando un día en
las almas que se ofrecen como Víctimas a la Justicia de Dios a fin de desviar, atrayéndolos hacia sí, los castigos
reservados a los pecadores, encontré esta ofrenda grande y generosa, pero
estaba muy lejos de sentirme inclinada a hacerla. ¡Oh mi Divino Maestro!,
exclamé del fondo de mi alma, ¿sólo vuestra justicia recibe las hostias de
holocausto? Vuestro Amor Misericordioso, ¿no las necesita también? De todas
partes es duramente desechado; los corazones a quienes deseáis prodigarle se
vuelven a las creaturas pidiéndoles la felicidad de un miserable y efímero
cariño, en lugar de echarse en vuestros brazos y aceptar la deliciosa hoguera
de vuestro Amor infinito, ¡Oh Dios mío! Vuestro Amor menospreciado ¿permanecerá
encerrado en vuestro Corazón? Me figuro que si encontrarais almas que se
ofrecieran como víctimas de holocausto a vuestro Amor, las consumiríais
rápidamente y os alegraríais de dilatar las llamas de infinita ternura que
encierra vuestro pecho”. “Si a vuestra justicia gusta de descargarse siendo que
sólo se extiende sobre la tierra ¡cuánto más vuestro Amor Misericordioso
deseará abrasar las almas, ya que vuestra misericordia se eleva hasta los
cielos! ¡Oh Jesús! que sea yo esta dichosa Víctima; consumid vuestra pequeña
hostia con el fuego del divino Amor”.
5. ¿Por
qué esta expresión Amor Misericordioso? Misericordia, siguiendo la etimología, viene
de: Misere-cor-dare; quiere decir: dar su corazón a los miserables. El alma que
se ofrece al Amor Misericordioso de Dios hace un llamado, con todas sus
miserias, a esa inclinación inefable del Corazón divino que lo lleva
irresistiblemente a derramarse por completo sobre lo que es vil y despreciable.
6. ¿En
qué disposiciones debe encontrarse el alma que quiere atraer dentro de sí este
Amor Misericordioso? En disposición de humildad confiada. Ella
debe ofrecerse al buen Dios como vaso vacío para que derrame allí las olas de
su Amor, o como hogar a la espera del cual Él encenderá la chispa, que
encenderá con el torrente de llamas con el que ella quisiera ser consumida.
7. ¿No
debería primero corregir sus fallas o, al menos, mejorarse de alguna manera?
Él se da tal como es, sin preparación: no hay que querer empezar por devolverle
su fruto limpio, quitándole las impurezas, es el Amor, ayudado por
su buena voluntad, quien hará
esta obra. "Extenderé mi mano sobre ti, dice el Señor, y
derretiré tu escoria y quitaré todas las partículas de plomo" (Is. 1, 25).
8.
¿Por qué esta palabra
Víctima? Con esta palabra Víctima, Santa Teresa del
Niño Jesús quiso marcar una oblación total de sí misma al Amor divino, con el
deseo de que toda vida personal desaparezca, como absorbida por este Amor. Ella usó esta expresión Víctima del Amor en
contraposición a la de Víctima de la Justicia en un impulso espontáneo de su
corazón tan delicado que no quería que el atributo más hermoso de Dios fuera
menos favorecido que el otro, que tiene desde hace mucho tiempo sus víctimas
9.
¿Qué significa esta
palabra Holocausto? Holocausto significa,
según el pensamiento del Santo, que el alma sumergida "en el horno
delicioso del Amor infinito del buen Dios" aspira allí a consumirse
completamente y transformarse allí hasta convertirse en fuego en el contacto
perpetuo con fuego divino.
10.
¿Es esto, sin duda, lo que ella llama un
martirio? El martirio que debe
acompañar su vida es el estado de ánimo creado por la infinita ternura de Dios
que se desborda sin medida, según la expresión de Santa Teresita, en un corazón
humano necesariamente limitado: "Te ruego, dice ella, que dejes rebosar
en mi alma los torrentes de infinita ternura que en ti se contienen, ¡Me
convierto en mártir de tu Amor, oh Dios mío!" Ella completa su
pensamiento: "Que este martirio, después de haberme preparado para comparecer
ante ti, me haga finalmente morir". Esta desproporción entre la
ternura infinita de Dios y el corazón finito de la pobre criaturita romperá un
día su envoltura mortal: es la muerte del amor.
11.
Pero, ¿no podemos pensar humildemente:
"Yo no estoy llamado a estas alturas, este Acto no se hace por mí?"
Escuchemos a Santa Teresa del Niño Jesús: "¡Es mi misma la que me da la audacia
de ofrecerme como Víctima a tu Amor, oh Jesús!" debilidad, el más
limpio esa las operaciones de este Amor consumidor y transformador". Y se
podría decir que Teresa - como Jesús - vino a conquistar por Amor
Misericordioso "no a los justos, sino a los pecadores (Mt. IX, 13)".
solas las huestes inmaculadas fueron aprobadas por el Dios fuerte y poderoso;
para satisfacer la justicia divina se necesitaban víctimas perfectas; pero a la
ley del miedo sucedió la ley del Amor, y el Amor me escogió para holocausto, ¡a
mí, criatura débil e imperfecta! ¿No es esta elección digna de Amor? Sí, para
que el Amor se satisfaga plenamente, debe rebajarse a la nada, y transformar
esa nada en fuego.” Recordemos que “Todo
lo que hizo Teresa, todas las almas pequeñas pueden hacerlo..." ¿No dijo
ella: "¡Oh Jesús! Yo sé que si, por imposibilidad, encuentras a uno más
débil que el mío, querrías colmarlo de favores aún mayores ..."
12. El Acto de Ofrenda al Amor Misericordioso,
¿no supone en el que lo hace una secreta esperanza de recompensa? Nuestra
Santa contesta en la fórmula misma del Acto: “yo no quiero acumular méritos
para el Cielo. A la tarde de esta vida compareceré delante de Vos con las manos
vacías, ¡Oh Dios mío!, porque no os pido que contéis mis obras”. Y dice
más todavía en “La Historia de su alma”: “No son las riquezas y la gloria, ni aún la
gloria del Cielo lo que reclama mi corazón; lo que pido y quiero es el Amor”.
Y si suplica al Señor de consumir sin demora sus imperfecciones en la hoguera
de su Amor, no lo hace buscando su propia belleza, sino únicamente para
conservar el privilegio de poder darle gusto, de ser para su Corazón divino un
reparador, un indemnizador. “Yo quisiera consolaros de la ingratitud de
los malos, le dice ella en su Acto de Ofrenda, y os pido me quitéis la libertad
de ofenderos. Si por debilidad caigo alguna vez, que inmediatamente vuestra
divina mirada purifique mi alma consumiendo mis imperfecciones, como el fuego
que todo lo transforma en él mismo”.
13. ¿No procura este Acto ventajas personales al
alma que lo hace?
Sí, bien que nuestra Santita se las ha buscado
directamente, su móvil estuvo desprovisto de todo propio interés. He aquí
expresado por ella misma las principales ventajas:
1º
Una constante purificación del alna, ya que sus imperfecciones son continuamente
consumidas por el Amor: “¡Ah!, desde ese feliz día de mi ofrenda, exclama Santa
Teresita, el Amor me penetra y me rodea; a cada instante este Amor
Misericordioso me renueva, me purifica y no deja en mi corazón ningún vestigio
de pecado”.
2º
Una perfección superior impresa en todos los detalles de la vida. “Cuando un
alma se ha entregado completamente al Amor, todas sus acciones aun las más
indiferentes llevan el sello divino”.
3º
Efusión más luminosa de la Verdad, es decir, de humildad, ya que este Amor es
luz al mismo tiempo que calor: “Mi alma está completamente brillante y dorada,
afirmaba Santa Teresita, porque está expuesta a los rayos del Amor. Si este Sol
divino no me enviara más sus luces, me volvería inmediatamente obscura y
tenebrosa”. Esta claridad ilumina en el alma el sentimiento cada vez más
gustado de su pequeñez, de su nada, al mismo tiempo que el de la Misericordia
divina: “Lo que agrada a Dios compréndelo ella, con Santa Teresita, mejor que
las aspiraciones más generosas, es el verme amar mi pequeñez y mi pobreza, es
mi esperanza ciega en su misericordia. He aquí mi único tesoro”.
4º
Después de haber vivido de Amor, “el alma se arrojará sin demora en el eterno
abrazo del Amor Misericordioso de Dios por consiguiente de pasar por el purgatorio”:
Para las Víctimas de Amor, promete, en efecto Santa Teresita, no habrá juicio,
ya que Dios se apresurará a recompensar con eternas delicias su propio Amor,
que Él verá brillar en su corazón. El fuego del amor satisface más que el del
purgatorio.
14.
¿Este acto no tiene además cierto alcance apostólico? Si; procura el alma que se entrega sin reserva al Amor
una irradiación apostólica intensa en virtud del lugar privilegiado que le
conquista de derecho en el seno de la Iglesia. “En el corazón de la Iglesia,
nuestra Madre, yo seré el Amor, podrá decir a ejemplo de Santa Teresita. Gracia
a él ella será todo” contribuyendo en todo lugar hasta el fin de los tiempos a
todas las obras de conquistas evangélicas, porque “El amor encierra todas las vocaciones”. El solo pone en movimiento
los diversos miembros de la Santa Iglesia… el comprende todos los tiempos y lugares, porque es eterno”. Y la eficacia de su
rol escondido no puede ser superado por ninguna otra actividad, lo cual se
complace en atestiguar Santa Teresita, con N. P. San Juan de la Cruz. “El más
pequeño acto de puro amor es más útil a la Iglesia, que todas las otras obras
juntas”
15. ¿Tendrán
todas las almas Víctimas de Amor las mismas prerrogativas? Todas las almas víctimas son consumidas, transformadas
por el Amor, y lo hacen irradiar, pero solamente en la medida a que ellas se
entregan en este Amor y en que le dejan toda su libertad y su intensidad de
acción. Sta. Teresita se lo previene a sus discípulos: “Se es consumido por el
amor, dice, tanto cuanto se entrega el Amor”. Así lo mismo “que hay muchas
mansiones en la casa del Padre Celestial[1], puede haber también grados en el don de sí mismos… Si
todas las almas Víctimas de amor habitan en la hoguera, pueden encontrarse sin
embargo algunas que no se exponen plenamente a sus ardores; pero tendrán, sin
embargo, mayor número de gracias que aquellas que no han entrado jamás y una
ternura especial de Dios las envolverá hasta el último día de su destierro.
Para las que no ponen obstáculos a la efusión del Amor divino, el Buen Dios,
como con Santa Teresita, hará también maravillas que sobrepasarán infinitamente
sus inmensos deseos.
16.
Estas Víctimas de Amor
¿serán muchas? Pueden ser una legión,
ya que Santa Teresita y después el mismo Vicario de Cristo, Su Santidad Pio XI,
durante la función solemne de la Canonización ha rogado encarecidamente a Dios
de “elegirse una legión de pequeñas víctimas dignas de su Amor”, y que nuestra
Santa ha asegurado por otra parte, “que todas sus esperanzas serán cumplidas”.
17. ¿No será preferible ante el temor de una decepción, renunciar a entrar en “la legión de almas pequeñitas Víctimas de Amor”? ¡Oh no! Más cuanto que la Iglesia no renuncia a conferir el sacramento del bautismo a un niño del cual se ignora si perseverará. Todo lo contrario, ella lo enrola en sus filas, dichosa de haber marcado su frente con el sello de la Redención, de haber sumergido un redimido en la fuente de la gracia. Así, la Ofrenda de Víctima al Amor Misericordioso de Dios viene a ser una fuente de bendiciones abundantes para aquellos que, con corazón sincero, aunque no fuera sino por un instante, entran en la Legión. Sin embargo, si se quiere agregar a este mérito el de la obediencia y asegurarse un guía en esta jornada, que sería muy de sentir el hacerla a la ligera, puede ser conveniente tomar consejo de un director, su aprobación será siempre una gran seguridad y su estímulo una fuerza para el alma fiel.
II
DESPUES
DE LA OFRENDA AL AMOR MISERICORDIOSO
DEBERES
DE LA VICTIMA DE AMOR, SUS ESPERANZAS, SU ACTITUD EN VISTA DEL SUFRIMIENTO, SU
MUERTE DE AMOR
18. ¿Cuál es la
disposición esencial del corazón para vivir como una ferviente Víctima de amor?
Santa Teresita nos responde: “El solo deseo de ser víctima basta…” deseo
sincero y perseverante, sostenido por la firme esperanza de obtener de Dios,
con una total efusión de su Amor, todas las gracias que le permitan a su vez,
corresponderle. En este sentido la Víctima de Amor repite, con Santa Teresita
en su Acto de Ofrenda: “Estoy cierta, ¡Oh mi Dios! que atenderéis mis deseos,
lo sé, mientras más queréis dar, más hacéis desear”.
18.
¿Cuál es la parte en que
demostrará el Alma Víctima, su cooperación activa con respecto al Amor
Misericordioso? El alma Víctima de Amor
tiene una doble tarea que cumplir; una muy activa; la otra aparentemente
pasiva, pero no menos generosa. Su primer deber es de tender cada vez más hacia
la humildad; tratar, sin cesar, de desprender su corazón y mantenerlo
absolutamente vacío de la confianza de sí misma y de todo vano cuidado de las
creaturas. “Es preciso consentir en permanecer siempre pobre y sin fuerza”,
nos dice Teresita: y “he aquí lo difícil”, porque ¿dónde encontrar la verdadera pobreza de
espíritu? Es necesario ir a buscarla muy lejos, es decir, en el anonadamiento,
en la nada…”. Dice todavía: “Para gozar de los tesoros del Amor
Misericordioso, es preciso humillarse, reconocer su nada y he aquí lo que
muchas almas no quieren hacer”. El segundo deber del alma Víctima es de
tender más y más al “Abandono de los niños que se duermen sin temor en los
brazos de su Padre”, actitud de infancia espiritual, a la cual, no sin razón se
le ha atribuido el nombre de Víctima, ya que “nada sacrifica más completamente
el yo en el hombre, que volverse sinceramente niño Santa Teresita no teme afirmar que “solo este
abandono entrega, realmente, el alma en los brazos de Jesús” y permite así al
Amor ejercitare con toda libertad y según todo el deseo de su poder. Por esto,
en el desafío que lanza al alma más débil que la suya, le asegura que “gracias
más grandes, todavía, que estas de que ella ha sido colmada, serían su porción,
siempre que se abandone con una entera confianza a la Misericordia infinita de
Dios”.
20.
¿Cuáles son los más grandes obstáculos a esta ferviente vida de Amor? El
autor de la Imitación responde con Santa Teresita: “Desde que uno comienza a
buscarse a sí mismo, al instante deja de amar[2].
Eso porque se vuelve a llenar su corazón, ya no está vacío, y el lugar ofrecido
al amor se encuentra disminuido… La Imitación dice además: “El que no está
pronto a abandonarse por completo a la voluntad de su Amado, no sabe lo que es
amar”.
21. - ¿Es decir que las verdaderas Víctimas de Amor no
se debilitarán jamás, a lo menos en estos dos puntos? No;
y Santa Teresita las previene asegurándoles: “Sin duda, dice, puede caer, puede
cometer infidelidades, pero el Amor sabrá sacar
provecho de todo, consumiendo inmediatamente todo lo que puede desagradar a Jesús, no dejando en el fondo de su
alma más que una humilde y profunda paz”. El alma puede verse más debajo de sus
aspiraciones sin dejar por eso de ser muy agradable a Dios. si a cada caída
recurre a una sincera humildad, progresa en el fervor, porque el Amor encuentra
en ella el vacío que busca. Nuestra Santita lo asegura firmemente: “Con un acto
de Amor, aun no advertido, todo se repara, y adelante”.
22.-
¿Cuál será, pues, para la Víctima de Amor el medio de alcanzar la santidad? Ella cuenta únicamente y en toda circunstancia con el Amor, esperándolo todo de
la Omnipotencia infinita y de la liberalidad de este Amor Misericordioso al
cual se ha entregado sin reserva. Ella conoce su “incapacidad para subir por
sus propias fuerzas aun el primer peldaño de la escala de la santidad”, pero
“sabe a quién será confiada”[3]
y repite al señor a menudo la formula misma de su Acto de Ofrenda: “Deseo
ser santa, pero siento mi impotencia y os pido ¡Oh Dios mío! seáis Vos mismo mi
santidad. Todas nuestras justicias están manchadas a vuestros ojos; quiero
revestirme de vuestra justicia y recibir de vuestro Amor la posesión eterna de
Vos mismo”.
23. - Pero, ¿qué hogar, aquí abajo,
alimentará esta Vida constante de Amor? “El Hogar Divino donde el Alma
Víctima irá a sacar Vida", será la Sagrada Comunión, esta inigualable
invención del Amor Misericordioso del buen Dios deseoso de fundirse con la
miseria humana ... Es esta "fusión" misteriosa e incomparable, que -
mediante su Acto de Ofrenda - Santa Teresa del Niño Jesús aspiraba a ver
extendida y estrecha, espiritualmente, en todos los momentos de su vida,
diciendo al buen Dios con humilde audacia: "Es con confianza que te pido venir y
tomar posesión de mi alma. ¡Ay! No puedo recibir la Sagrada Comunión con la
frecuencia que quisiera; pero Señor, ¿no eres todopoderoso? Quédate en mí como
en el Sagrario, no te apartes nunca de tu pequeña hostia.” (La palabra
hostia equivale, para ella, a Víctima.)
24. ¿Y por qué signo
externo se revelará la sinceridad de esta Vida de Amor? A
través de un constante aumento de la verdadera caridad fraterna, que es la
consecuencia natural del amor sincero de Dios, Santa Teresa del Niño Jesús nos
lo cuenta, fue después de su Ofrenda al Amor Misericordioso que recibió la
gracia de "comprender en todo su alcance el precepto de la caridad": “Me
dediqué sobre todo a amar a Dios, explica, y amándolo descubrí el secreto de su
mandamiento nuevo... el de amarnos como Jesús. Él mismo nos amó... (Jn. XIII) ,
34.) Y lo comprobaba, cada día, en la práctica: "Cuanto más estoy unida a
Jesús, más amo también a todas mis Hermanas" - Después de ella, la
verdadera Víctima del Holocausto, entregada al ardor consumidor. de la Caridad
divina, podrá volver a decir: "Ya que esta dulce llama consume mi
corazón, corro con deleite, oh Dios mío, por el camino de tu nuevo
mandato..."
25.
¿La
Víctima de Amor se entrega, en virtud de su Ofrenda, a un sufrimiento
excepcional? Apunta sólo al Amor, "don excelentísimo (I Cor. XIII,
31.)". Es al Amor Misericordioso -es decir, tierno y compasivo- del buen
Dios a quien ella se abandona, sin otro deseo que el de amarlo y hacerlo amar,
sin volverse sobre sí misma- aun y lo que le suceda. a él. “Es el hijo que se
entrega a los deseos de su Padre, para sufrir o gozar, según su amor (“Nada
imposible ser Santo”.
26.
¿Vio Santa Teresa del Niño Jesús una disposición más perfecta que el deseo de
sufrir? Sí, y esto es lo que especifica la
fórmula del Acto de Ofrenda desde sus primeras líneas: "Deseo, oh Dios
mío, cumplir perfectamente tu voluntad ". Nuestra Santa, al final de su
vida, confirmó así su pensamiento sobre este punto: "Ya no sé pedir nada
con ardor, sino el perfecto cumplimiento de la voluntad de Dios sobre mi
alma... Ya no deseo el sufrimiento o la muerte. Durante mucho tiempo los llamé
como mensajeros de la alegría... Hoy es sólo el Abandono el que me guía, no
tengo otra brújula". "No me gusta una cosa más que otra. Lo que el
buen Dios ama más y elige para mí, eso es lo que más me agrada. ¡Es lo que hace
lo que amo! " ¿Te encanta la "Víctima feliz"? Sí, es precisamente porque este Abandono,
" fruto delicioso del Amor (San Agustín)", es suave, incluso en el
sufrimiento. El amor, en efecto, "hace dulce lo más amargo (Im. III, v,
3.)". Sin duda "tiene sus tiempos de prueba como sus tiempos de goce
(Id. Réflexion)", un gozo imperceptible, tal vez, como este mismo Amor,
pero "sobre todo gozo" y que santa Teresa del Niño Jesús había
experimentado cuando cantaba: "Sí, sufrir amando es la felicidad más pura
... Mi gozo es amar el sufrimiento ..." Es esta alegría perfecta, flor
exquisita del Amor, que ella ve como prerrogativa de las Víctimas felices de su
Legión y que quiere legar a sus hermanas como prenda suprema de su ternura
fraterna: " No os prometo ahorraros las pruebas, les dijo antes de
dejarlos para el Cielo, pero haré que los ames, y vendrás a decir conmigo: Me
llenas de alegría, Señor, con todo lo que haces (Sal. XCI, 4.).”
27. En resumen: ¿no se
podrá deducir que el Acto de Ofrenda al Amor Misericordioso procura la verdadera
felicidad del Alma Víctima Sí,
el alma Víctima, haciendo un llamado a la “ternura infinita de Dios”, ha ganado
a todos en paz y gozo interior, porque la caridad divina invadiendo un corazón
humano no puede menos que proporcionarle todos los gérmenes de la felicidad.
Además, el Acto de Ofrenda entregando el alma a merced del Amor Misericordioso
de Dios, le da la seguridad que este Amor “tendrá
compasión de su debilidad, la tratará, en toda ocasión, a través de todas las vicisitudes del destierro, con
dulzura, con Misericordia y con una soberana liberalidad. Santa Teresita lo
declara en esta “última prueba” que
según confesión propia, “le quitó todo sentimiento de goce: “jamás había
comprendido mejor que el Señor es dulce y misericordioso”. Y cuando le llegó la
agonía y las sombras de la muerte, repetía todavía como un cántico de victoria:
“No me arrepiento de haberme entregado al amor, al contrario”.
28. Morir de amor, ¿sería morir en el transporte?
Si la muerte de amor implica, para el alma Víctima, una disposición fundamental
de paz y confianza amorosa, no supone, sin embargo, la supresión de los
sufrimientos, que son, en la muerte, el tributo del pecado. Nos lo señala santa
Teresa del Niño Jesús, la que recibió una grandísima comunicación de los
sufrimientos redentores: “¡Nuestro Señor murió en la Cruz,
angustiado, y sin embargo aquí está la muerte de amor más hermosa que jamás
hayamos visto! Morir de amor no es morir en el transporte.” Se había
asegurado de advertir a sus hermanas al comienzo de su enfermedad: "No se
preocupen por eso, les dijo, si sufro mucho y si no veis en mí ningún signo de
felicidad en el momento de la muerte... ¡Nuestro Señor sí que ha muerto Víctima
de amor, y ved cuál fue su agonía!" Pero los sufrimientos de los últimos
momentos, dispensados a cada alma de manera diferente, según los designios de
la Sabiduría divina, son sin embargo suavizados para la Víctima del Amor, por
la certeza de que Aquel en quien ella ha confiado ciegamente "le dará
valor en proporción a sus sufrimientos... Yo soy no temas, si aumentan tiene
ella derecho de repetir con santa Teresita, porque al mismo tiempo aumentará mi
paciencia.”
30.
¿Qué significa realmente la expresión Morir de amor? Según el pensamiento de Santa Teresa del Niño
Jesús, y sin pretender agotar los secretos de la divina Misericordia, esta
expresión morir de amor significa, que, en la hora suprema, el buen Dios "
desbordará, con insospechada profusión, las oleadas de su infinita ternura
sobre la Víctima del Holocausto, preparándola, en un instante, para presentarse
ante Él y romper de repente la red de su vida (Esta es la palabra de nuestro
Santo inspirada en San Juan de la Cruz:)" bajo la presión de su Amor. Porque
es la de la más extrema MISERIA para todos los hijos de Adán, esta hora de
angustia provocará Amor MISERICORDIOSO del Padre celestial, para derramarse
totalmente, más allá de toda medida, sobre la pequeña Víctima, hasta
transformarla en Sí mismo en un "abrazo eterno..." Esta muerte
enteramente de amor, espléndida conclusión de una tierra la existencia, no
necesariamente se siente, ni se manifiesta afuera; no está relacionado con
signos externos de alegría, ni siquiera con pleno conocimiento o devoción. Pero,
¿cómo no creer que ocurre infaliblemente según lo que la Víctima fiel habrá
esperado de la Misericordia?, porque es magnífico en sus recompensas,
"puede hacer en nosotros infinitamente más de lo que pedimos o conservamos
(Ef. III, 21.) y "es glorificarle esperar de él grandes cosas (San Juan de
la Cruz.)".
APENDICE
30. ¿Es necesario para ser una verdadera Víctima de Amor
recitar a menudo el Acto de Ofrenda compuesto por Sta. Teresita? No. Santa Teresita asegura que “la oración es un impulso
del corazón, una simple mirada hacia el cielo”. Ella dice también en la fórmula
misma del Acto: “Quiero ¡Oh mi Bien Amado! A
cada latido de mi corazón renovar esta ofrenda un número infinito de veces”, lo que no admite la
recitación de ninguna palabra. La donación total de la Víctima de amor es,
pues, ante todo, “una disposición del corazón”. No depende absolutamente del
uso más o menos frecuente de una fórmula cualquiera. No obstante, la Santa
Iglesia, queriendo invitar a los fieles, no solamente a realizar este Acto de
Ofrenda, sino que, aún más, a penetrarse de los pensamientos y de las palabras
mismas de Santa Teresita, ha enriquecido con preciosas indulgencias el texto de
la oración que broto del Corazón de la Santita bajo el soplo del Divino
Espíritu. He aquí el detalle de estas indulgencias:
Indulgencias a perpetuidad por
recitar el Acto de Ofrenda compuesto por Santa Teresita, a partir de las
palabras “A FIN DE VIVIR EN UN PERFECTO ACTO DE AMOR”.
1º 300 días de indulgencia, cada
vez que se rece con devoción este Acto de Ofrenda.
2º Indulgencia plenaria cada mes
con las condiciones ordinarias a todos los que la hubieran rezado todo el mes.
Dado en Roma, en la
S. Penitenciaría el 31 de Julio de 1922.
ACTO
DE OFRENDA AL AMOR MISERICORDIOSO
(Parte
indulgenciada)
“… A fin de vivir en un acto de perfecto Amor, me
ofrezco como Víctima de Holocausto a vuestro Amor Misericordioso suplicándoos
que me consumáis sin cesar, dejando desbordar en mi alma los raudales de
ternura infinita que se encierran en Vos y, de este modo, venga a ser mártir de
vuestro Amor, ¡Oh Dios mío! Que este martirio, después de haberme preparado a
comparecer delante de Vos, me haga por fin morir y que mi alma de lance sin
demora en un eterno abrazo a Vuestro Misericordioso Amor.
“Deseo, ¡oh mi Bien Amado!, a cada latido de mi
corazón renovaros esta ofrenda un número infinito de veces hasta que las
sombras se hayan desvanecido ¡y pueda repetiros mi Amor cara a cara
eternamente!”.
FIN
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