miércoles, 28 de septiembre de 2022

CATECISMO MENOR DEL AMOR MISERICORDIOSO


CATECISMO MENOR DEL ACTO DE OFRENDA AL AMOR MISERICORDIOSO DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

 

TOMADO DE LOS ESCRITOS DE SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS

 

CON LICENCIA ECLESIÁSTICA

 

Nihil Obstat

Baj. die 17 Sept. 1932

Ph. Moreau

 

Imprimatur

+ Franciscus Maria

ep. Baj et Lix.

Baj. die 17 Septembris, 1932.

 

ADVERTENCIA

Este Catecismo menor, tiene por objeto responder a las numerosas preguntas de esclarecimiento por personas deseosas de imitar a Santa Teresa del Niño Jesús en su Acto de Ofrenda al Amor Misericordioso. Ha parecido de utilidad para luz y consuelo de un gran número, fijar aquí de una manera precisa, según los textos originales de la Santa y las enseñanzas que ella dio a sus novicias, el conjunto de sus pensamientos referentes a este Acto, nuevo en los anales de la Santa Iglesia, y que ha brotado espontáneamente de su corazón en el apogeo de su vida espiritual.

Océano de gracias, según confesión propia, inundó su alma inmediatamente después de esta donación de 9 de junio de 1895. El sueño de nuestra Santa era de procurar el mismo beneficio a todas las almas de buena voluntad, sinceramente deseosas de amar a Dios y darle gusto.

Puedan estas humildes páginas llevarles a todas, con sus encarecimientos, su invitación presente a hacer a su vez con la misericordia de Dios, la misma bienhechora experiencia.

Las Carmelitas de Lisieux

 

 

OFRENDA DE SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS COMO VÍCTIMA DE UN HOLOCAUSTO AL AMOR MISERICORDIOSO

Oh Dios mío, Santísima Trinidad, deseo amarte y hacerte amar, trabajar por la glorificación de la Santa Iglesia salvando las almas que están en la tierra y liberando a las que sufren en el purgatorio. Deseo cumplir perfectamente tu voluntad. y llegue al grado de gloria que me has preparado en tu reino, en una palabra, deseo ser santo, pero siento mi desamparo, y te pido, oh Dios mío, que seas tú mismo mi santidad, me amaste tanto que me das a tu único Hijo para que sea mi salvador y mi Esposo, los tesoros infinitos de sus méritos son míos, te los ofrezco con alegría, rogándote que me mires sólo a través del Rostro de Jesús, y en su Corazón ardiendo de amor.

Te ofrezco de nuevo todos los méritos de los Santos que están en el Cielo y en la tierra, sus actos de amor y los de los Santos Ángeles. Finalmente, te ofrezco, oh Santísima Trinidad, el amor y los méritos de la Santísima Virgen, mi Madre querida, es a ella a quien dejo mi ofrenda, rogándole que te la presente, Su divino Hijo, mi amado Esposo, en los días de su vida mortal, nos dijo: Todo lo que pidáis a mi Padre, en mi ¡Él te lo dará!, por eso estoy seguro de que cumplirás mis deseos... Lo sé, oh Dios mío, cuanto más quieres dar, más deseas.

Siento en mi corazón inmensos deseos, y es con confianza que te pido que vengas y tomes posesión de mi alma. ¡Ay! No puedo recibir la Sagrada Comunión con la frecuencia que quisiera; pero, Señor, ¿no eres todopoderoso? Quédate en mí, como en el sagrario, no te alejes nunca de tu pequeña hueste... Quisiera consolarte de la ingratitud de los malvados y te suplico que me quites la libertad para desagradarte. Si por debilidad me cae a veces, que tu divina mirada purifique inmediatamente mi alma, consumiendo todas mis imperfecciones, como el fuego que todo lo transforma en sí mismo.

Te doy gracias, oh Dios mío, por todas las gracias que me has concedido, especialmente por haberme hecho pasar por el crisol del sufrimiento. Con alegría te contemplaré en el último día, llevando el cetro de la Cruz; ya que te has dignado compartir conmigo esta preciosa cruz, espero en el Cielo asemejarme a ti, y ver brillar sobre mi cuerpo glorificado los sagrados estigmas de tu Pasión.

Después del destierro de la tierra, espero gozarme en la Patria, pero no quiero amasar méritos para el cielo, quiero trabajar sólo por vuestro amor, con el único fin de agradaros, de consolar vuestro Sagrado Corazón y de salvar almas que os amarán por siempre. En la tarde de esta vida, me presentaré ante ti con las manos vacías, porque no te pido, Señor, que cuentes mis obras... ¡Todas nuestras justicias tienen manchas en tus ojos! Justicia, y recibir de tu Amor la posesión eterna de ti mismo. No quiero otro trono ni otra corona que tú, ¡oh mi Amado!... A tus ojos, el tiempo no es nada, un solo día es como mil años. Puedes, por tanto, en un instante, prepararme para que me presente ante ti...

Para vivir en un acto de Amor perfecto, me ofrezco como víctima de holocausto a tu Amor misericordioso, rogándote que me consumas sin cesar, dejando desbordar en mi alma los torrentes de infinita ternura que en ti se contienen, y que así me haga mártir de tu amor, ¡oh Dios mío! ¡Que este martirio, después de haberme preparado para comparecer ante ti, me haga finalmente morir, y que mi alma se eleve, sin demora, al abrazo eterno de tu Amor Misericordioso! Quiero, oh mi Amado, con cada latido de mi corazón, para renovarte esta ofrenda un nombre infinito de tiempos, hasta que, desvanecidas las sombras, pueda volver a decirte mi amor en un eterno cara a cara.

 

María Francisca Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, ocd.

Fiesta de la Santísima Trinidad, 9 de junio del año de gracia de 1895.

 

(1) Los pasajes impresos en cursiva y entre comillas, sin referencias, están tomados de las palabras textuales de Santa Teresa del Niño Jesús o fragmentos de sus escritos.

 

I.

ANTES DE LA OFRENDA AL AMOR MISERICODIOSO

 

ACLARACIONES Y NOCIONES PRELIMINARES

 

1.    ¿Cuál es el propósito de este Acto de Ofrenda? Para compensar al buen Dios del rechazo que las criaturas oponen al Amor que Él quiere prodigar en ellas.

 

2.    ¿Cómo le damos a Dios esta compensación? Ofreciéndole su corazón, para que "haga fluir allí los torrentes de su infinita ternura (1)".

3.    ¿Esta Ley no tiene otras intenciones? Menciona varios otros, es cierto, pero todos vuelven al objetivo esencial que acabamos de definir.
He aquí lo que dice Santa Teresa del Niño Jesús sobre este tema: "Quiero trabajar sólo por tu amor, oh Dios mío, con el único fin de agradarle, de consolar su Sagrado Corazón y de salvar almas que le amarán eternamente." Se notará: su deseo de salvar almas es sólo una segunda intención, porque si quiere salvarlas, es menos para su felicidad personal, que para procurar más amor al buen Dios.

 

4.    ¿Cuál es el origen de esta Ley? Santa Teresa del Niño Jesús nos lo enseña en el libro de su Vida: “En el año 1895 recibí, escribe ella, la gracia de comprender, mejor que nunca, cuanto desea Jesús ser amado: Pensando un día en las almas que se ofrecen como Víctimas a la Justicia de Dios a fin de  desviar, atrayéndolos hacia sí, los castigos reservados a los pecadores, encontré esta ofrenda grande y generosa, pero estaba muy lejos de sentirme inclinada a hacerla. ¡Oh mi Divino Maestro!, exclamé del fondo de mi alma, ¿sólo vuestra justicia recibe las hostias de holocausto? Vuestro Amor Misericordioso, ¿no las necesita también? De todas partes es duramente desechado; los corazones a quienes deseáis prodigarle se vuelven a las creaturas pidiéndoles la felicidad de un miserable y efímero cariño, en lugar de echarse en vuestros brazos y aceptar la deliciosa hoguera de vuestro Amor infinito, ¡Oh Dios mío! Vuestro Amor menospreciado ¿permanecerá encerrado en vuestro Corazón? Me figuro que si encontrarais almas que se ofrecieran como víctimas de holocausto a vuestro Amor, las consumiríais rápidamente y os alegraríais de dilatar las llamas de infinita ternura que encierra vuestro pecho”. “Si a vuestra justicia gusta de descargarse siendo que sólo se extiende sobre la tierra ¡cuánto más vuestro Amor Misericordioso deseará abrasar las almas, ya que vuestra misericordia se eleva hasta los cielos! ¡Oh Jesús! que sea yo esta dichosa Víctima; consumid vuestra pequeña hostia con el fuego del divino Amor”.

 

5.    ¿Por qué esta expresión Amor Misericordioso?  Misericordia, siguiendo la etimología, viene de: Misere-cor-dare; quiere decir: dar su corazón a los miserables. El alma que se ofrece al Amor Misericordioso de Dios hace un llamado, con todas sus miserias, a esa inclinación inefable del Corazón divino que lo lleva irresistiblemente a derramarse por completo sobre lo que es vil y despreciable.

 

6.    ¿En qué disposiciones debe encontrarse el alma que quiere atraer dentro de sí este Amor Misericordioso?  En disposición de humildad confiada. Ella debe ofrecerse al buen Dios como vaso vacío para que derrame allí las olas de su Amor, o como hogar a la espera del cual Él encenderá la chispa, que encenderá con el torrente de llamas con el que ella quisiera ser consumida.

 

7.    ¿No debería primero corregir sus fallas o, al menos, mejorarse de alguna manera? Él se da tal como es, sin preparación: no hay que querer empezar por devolverle su fruto limpio, quitándole las impurezas, es el Amor, ayudado por su buena voluntad, quien hará esta obra. "Extenderé mi mano sobre ti, dice el Señor, y derretiré tu escoria y quitaré todas las partículas de plomo" (Is. 1, 25).

 

8.    ¿Por qué esta palabra Víctima?  Con esta palabra Víctima, Santa Teresa del Niño Jesús quiso marcar una oblación total de sí misma al Amor divino, con el deseo de que toda vida personal desaparezca, como absorbida por este Amor.  Ella usó esta expresión Víctima del Amor en contraposición a la de Víctima de la Justicia en un impulso espontáneo de su corazón tan delicado que no quería que el atributo más hermoso de Dios fuera menos favorecido que el otro, que tiene desde hace mucho tiempo sus víctimas

 

9.    ¿Qué significa esta palabra Holocausto? Holocausto significa, según el pensamiento del Santo, que el alma sumergida "en el horno delicioso del Amor infinito del buen Dios" aspira allí a consumirse completamente y transformarse allí hasta convertirse en fuego en el contacto perpetuo con fuego divino.

 

10.  ¿Es esto, sin duda, lo que ella llama un martirio?  El martirio que debe acompañar su vida es el estado de ánimo creado por la infinita ternura de Dios que se desborda sin medida, según la expresión de Santa Teresita, en un corazón humano necesariamente limitado: "Te ruego, dice ella, que dejes rebosar en mi alma los torrentes de infinita ternura que en ti se contienen, ¡Me convierto en mártir de tu Amor, oh Dios mío!" Ella completa su pensamiento: "Que este martirio, después de haberme preparado para comparecer ante ti, me haga finalmente morir". Esta desproporción entre la ternura infinita de Dios y el corazón finito de la pobre criaturita romperá un día su envoltura mortal: es la muerte del amor.

 

11.  Pero, ¿no podemos pensar humildemente: "Yo no estoy llamado a estas alturas, este Acto no se hace por mí?" Escuchemos a Santa Teresa del Niño Jesús: "¡Es mi misma la que me da la audacia de ofrecerme como Víctima a tu Amor, oh Jesús!" debilidad, el más limpio esa las operaciones de este Amor consumidor y transformador". Y se podría decir que Teresa - como Jesús - vino a conquistar por Amor Misericordioso "no a los justos, sino a los pecadores (Mt. IX, 13)". solas las huestes inmaculadas fueron aprobadas por el Dios fuerte y poderoso; para satisfacer la justicia divina se necesitaban víctimas perfectas; pero a la ley del miedo sucedió la ley del Amor, y el Amor me escogió para holocausto, ¡a mí, criatura débil e imperfecta! ¿No es esta elección digna de Amor? Sí, para que el Amor se satisfaga plenamente, debe rebajarse a la nada, y transformar esa nada en fuego.”  Recordemos que “Todo lo que hizo Teresa, todas las almas pequeñas pueden hacerlo..." ¿No dijo ella: "¡Oh Jesús! Yo sé que si, por imposibilidad, encuentras a uno más débil que el mío, querrías colmarlo de favores aún mayores ..."

 

12.  El Acto de Ofrenda al Amor Misericordioso, ¿no supone en el que lo hace una secreta esperanza de recompensa? Nuestra Santa contesta en la fórmula misma del Acto: “yo no quiero acumular méritos para el Cielo. A la tarde de esta vida compareceré delante de Vos con las manos vacías, ¡Oh Dios mío!, porque no os pido que contéis mis obras”. Y dice más todavía en “La Historia de su alma”: “No son las riquezas y la gloria, ni aún la gloria del Cielo lo que reclama mi corazón; lo que pido y quiero es el Amor”. Y si suplica al Señor de consumir sin demora sus imperfecciones en la hoguera de su Amor, no lo hace buscando su propia belleza, sino únicamente para conservar el privilegio de poder darle gusto, de ser para su Corazón divino un reparador, un indemnizador. “Yo quisiera consolaros de la ingratitud de los malos, le dice ella en su Acto de Ofrenda, y os pido me quitéis la libertad de ofenderos. Si por debilidad caigo alguna vez, que inmediatamente vuestra divina mirada purifique mi alma consumiendo mis imperfecciones, como el fuego que todo lo transforma en él mismo”.

 

13.  ¿No procura este Acto ventajas personales al alma que lo hace?

           Sí, bien que nuestra Santita se las ha buscado directamente, su móvil estuvo desprovisto de todo propio interés. He aquí expresado por ella misma las principales ventajas:

          1º Una constante purificación del alna, ya que sus imperfecciones son continuamente consumidas por el Amor: “¡Ah!, desde ese feliz día de mi ofrenda, exclama Santa Teresita, el Amor me penetra y me rodea; a cada instante este Amor Misericordioso me renueva, me purifica y no deja en mi corazón ningún vestigio de pecado”.

          2º Una perfección superior impresa en todos los detalles de la vida. “Cuando un alma se ha entregado completamente al Amor, todas sus acciones aun las más indiferentes llevan el sello divino”.

          3º Efusión más luminosa de la Verdad, es decir, de humildad, ya que este Amor es luz al mismo tiempo que calor: “Mi alma está completamente brillante y dorada, afirmaba Santa Teresita, porque está expuesta a los rayos del Amor. Si este Sol divino no me enviara más sus luces, me volvería inmediatamente obscura y tenebrosa”. Esta claridad ilumina en el alma el sentimiento cada vez más gustado de su pequeñez, de su nada, al mismo tiempo que el de la Misericordia divina: “Lo que agrada a Dios compréndelo ella, con Santa Teresita, mejor que las aspiraciones más generosas, es el verme amar mi pequeñez y mi pobreza, es mi esperanza ciega en su misericordia. He aquí mi único tesoro”.

          4º Después de haber vivido de Amor, “el alma se arrojará sin demora en el eterno abrazo del Amor Misericordioso de Dios por consiguiente de pasar por el purgatorio”: Para las Víctimas de Amor, promete, en efecto Santa Teresita, no habrá juicio, ya que Dios se apresurará a recompensar con eternas delicias su propio Amor, que Él verá brillar en su corazón. El fuego del amor satisface más que el del purgatorio.

 

 

14. ¿Este acto no tiene además cierto alcance apostólico? Si; procura el alma que se entrega sin reserva al Amor una irradiación apostólica intensa en virtud del lugar privilegiado que le conquista de derecho en el seno de la Iglesia. “En el corazón de la Iglesia, nuestra Madre, yo seré el Amor, podrá decir a ejemplo de Santa Teresita. Gracia a él ella será todo” contribuyendo en todo lugar hasta el fin de los tiempos a todas las obras de conquistas evangélicas, porque “El amor encierra todas las vocaciones”. El solo pone en movimiento los diversos miembros de la Santa Iglesia… el comprende todos los tiempos y lugares, porque es eterno”. Y la eficacia de su rol escondido no puede ser superado por ninguna otra actividad, lo cual se complace en atestiguar Santa Teresita, con N. P. San Juan de la Cruz. “El más pequeño acto de puro amor es más útil a la Iglesia, que todas las otras obras juntas”

 

15. ¿Tendrán todas las almas Víctimas de Amor las mismas prerrogativas? Todas las almas víctimas son consumidas, transformadas por el Amor, y lo hacen irradiar, pero solamente en la medida a que ellas se entregan en este Amor y en que le dejan toda su libertad y su intensidad de acción. Sta. Teresita se lo previene a sus discípulos: “Se es consumido por el amor, dice, tanto cuanto se entrega el Amor”. Así lo mismo “que hay muchas mansiones en la casa del Padre Celestial[1], puede haber también grados en el don de sí mismos… Si todas las almas Víctimas de amor habitan en la hoguera, pueden encontrarse sin embargo algunas que no se exponen plenamente a sus ardores; pero tendrán, sin embargo, mayor número de gracias que aquellas que no han entrado jamás y una ternura especial de Dios las envolverá hasta el último día de su destierro. Para las que no ponen obstáculos a la efusión del Amor divino, el Buen Dios, como con Santa Teresita, hará también maravillas que sobrepasarán infinitamente sus inmensos deseos.

 

16. Estas Víctimas de Amor ¿serán muchas? Pueden ser una legión, ya que Santa Teresita y después el mismo Vicario de Cristo, Su Santidad Pio XI, durante la función solemne de la Canonización ha rogado encarecidamente a Dios de “elegirse una legión de pequeñas víctimas dignas de su Amor”, y que nuestra Santa ha asegurado por otra parte, “que todas sus esperanzas serán cumplidas”.

 

17.  ¿No será preferible ante el temor de una decepción, renunciar a entrar en “la legión de almas pequeñitas Víctimas de Amor”? ¡Oh no! Más cuanto que la Iglesia no renuncia a conferir el sacramento del bautismo a un niño del cual se ignora si perseverará. Todo lo contrario, ella lo enrola en sus filas, dichosa de haber marcado su frente con el sello de la Redención, de haber sumergido un redimido en la fuente de la gracia. Así, la Ofrenda de Víctima al Amor Misericordioso de Dios viene a ser una fuente de bendiciones abundantes para aquellos que, con corazón sincero, aunque no fuera sino por un instante, entran en la Legión. Sin embargo, si se quiere agregar a este mérito el de la obediencia y asegurarse un guía en esta jornada, que sería muy de sentir el hacerla a la ligera, puede ser conveniente tomar consejo de un director, su aprobación será siempre una gran seguridad y su estímulo una fuerza para el alma fiel.

 


II

DESPUES DE LA OFRENDA AL AMOR MISERICORDIOSO

 

DEBERES DE LA VICTIMA DE AMOR, SUS ESPERANZAS, SU ACTITUD EN VISTA DEL SUFRIMIENTO, SU MUERTE DE AMOR

 

18. ¿Cuál es la disposición esencial del corazón para vivir como una ferviente Víctima de amor? Santa Teresita nos responde: “El solo deseo de ser víctima basta…” deseo sincero y perseverante, sostenido por la firme esperanza de obtener de Dios, con una total efusión de su Amor, todas las gracias que le permitan a su vez, corresponderle. En este sentido la Víctima de Amor repite, con Santa Teresita en su Acto de Ofrenda: “Estoy cierta, ¡Oh mi Dios! que atenderéis mis deseos, lo sé, mientras más queréis dar, más hacéis desear”.

 

18. ¿Cuál es la parte en que demostrará el Alma Víctima, su cooperación activa con respecto al Amor Misericordioso? El alma Víctima de Amor tiene una doble tarea que cumplir; una muy activa; la otra aparentemente pasiva, pero no menos generosa. Su primer deber es de tender cada vez más hacia la humildad; tratar, sin cesar, de desprender su corazón y mantenerlo absolutamente vacío de la confianza de sí misma y de todo vano cuidado de las creaturas. “Es preciso consentir en permanecer siempre pobre y sin fuerza”, nos dice Teresita: y “he aquí lo difícil”, porque ¿dónde encontrar la verdadera pobreza de espíritu? Es necesario ir a buscarla muy lejos, es decir, en el anonadamiento, en la nada…”. Dice todavía: “Para gozar de los tesoros del Amor Misericordioso, es preciso humillarse, reconocer su nada y he aquí lo que muchas almas no quieren hacer”. El segundo deber del alma Víctima es de tender más y más al “Abandono de los niños que se duermen sin temor en los brazos de su Padre”, actitud de infancia espiritual, a la cual, no sin razón se le ha atribuido el nombre de Víctima, ya que “nada sacrifica más completamente el yo en el hombre, que volverse sinceramente niño  Santa Teresita no teme afirmar que “solo este abandono entrega, realmente, el alma en los brazos de Jesús” y permite así al Amor ejercitare con toda libertad y según todo el deseo de su poder. Por esto, en el desafío que lanza al alma más débil que la suya, le asegura que “gracias más grandes, todavía, que estas de que ella ha sido colmada, serían su porción, siempre que se abandone con una entera confianza a la Misericordia infinita de Dios”.

 

20. ¿Cuáles son los más grandes obstáculos a esta ferviente vida de Amor? El autor de la Imitación responde con Santa Teresita: “Desde que uno comienza a buscarse a sí mismo, al instante deja de amar[2]. Eso porque se vuelve a llenar su corazón, ya no está vacío, y el lugar ofrecido al amor se encuentra disminuido… La Imitación dice además: “El que no está pronto a abandonarse por completo a la voluntad de su Amado, no sabe lo que es amar”.

 

21. - ¿Es decir que las verdaderas Víctimas de Amor no se debilitarán jamás, a lo menos en estos dos puntos? No; y Santa Teresita las previene asegurándoles: “Sin duda, dice, puede caer, puede cometer infidelidades, pero el Amor sabrá sacar provecho de todo, consumiendo inmediatamente todo lo que puede desagradar a Jesús, no dejando en el fondo de su alma más que una humilde y profunda paz”. El alma puede verse más debajo de sus aspiraciones sin dejar por eso de ser muy agradable a Dios. si a cada caída recurre a una sincera humildad, progresa en el fervor, porque el Amor encuentra en ella el vacío que busca. Nuestra Santita lo asegura firmemente: “Con un acto de Amor, aun no advertido, todo se repara, y adelante”.

 

22.- ¿Cuál será, pues, para la Víctima de Amor el medio de alcanzar la santidad?  Ella cuenta únicamente y en toda circunstancia con el Amor, esperándolo todo de la Omnipotencia infinita y de la liberalidad de este Amor Misericordioso al cual se ha entregado sin reserva. Ella conoce su “incapacidad para subir por sus propias fuerzas aun el primer peldaño de la escala de la santidad”, pero “sabe a quién será confiada”[3] y repite al señor a menudo la formula misma de su Acto de Ofrenda: “Deseo ser santa, pero siento mi impotencia y os pido ¡Oh Dios mío! seáis Vos mismo mi santidad. Todas nuestras justicias están manchadas a vuestros ojos; quiero revestirme de vuestra justicia y recibir de vuestro Amor la posesión eterna de Vos mismo”.

 

23. - Pero, ¿qué hogar, aquí abajo, alimentará esta Vida constante de Amor? “El Hogar Divino donde el Alma Víctima irá a sacar Vida", será la Sagrada Comunión, esta inigualable invención del Amor Misericordioso del buen Dios deseoso de fundirse con la miseria humana ... Es esta "fusión" misteriosa e incomparable, que - mediante su Acto de Ofrenda - Santa Teresa del Niño Jesús aspiraba a ver extendida y estrecha, espiritualmente, en todos los momentos de su vida, diciendo al buen Dios con humilde audacia: "Es con confianza que te pido venir y tomar posesión de mi alma. ¡Ay! No puedo recibir la Sagrada Comunión con la frecuencia que quisiera; pero Señor, ¿no eres todopoderoso? Quédate en mí como en el Sagrario, no te apartes nunca de tu pequeña hostia.” (La palabra hostia equivale, para ella, a Víctima.)

 

24. ¿Y por qué signo externo se revelará la sinceridad de esta Vida de Amor? A través de un constante aumento de la verdadera caridad fraterna, que es la consecuencia natural del amor sincero de Dios, Santa Teresa del Niño Jesús nos lo cuenta, fue después de su Ofrenda al Amor Misericordioso que recibió la gracia de "comprender en todo su alcance el precepto de la caridad": “Me dediqué sobre todo a amar a Dios, explica, y amándolo descubrí el secreto de su mandamiento nuevo... el de amarnos como Jesús. Él mismo nos amó... (Jn. XIII) , 34.) Y lo comprobaba, cada día, en la práctica: "Cuanto más estoy unida a Jesús, más amo también a todas mis Hermanas" - Después de ella, la verdadera Víctima del Holocausto, entregada al ardor consumidor. de la Caridad divina, podrá volver a decir: "Ya que esta dulce llama consume mi corazón, corro con deleite, oh Dios mío, por el camino de tu nuevo mandato..."

 

25. ¿La Víctima de Amor se entrega, en virtud de su Ofrenda, a un sufrimiento excepcional? Apunta sólo al Amor, "don excelentísimo (I Cor. XIII, 31.)". Es al Amor Misericordioso -es decir, tierno y compasivo- del buen Dios a quien ella se abandona, sin otro deseo que el de amarlo y hacerlo amar, sin volverse sobre sí misma- aun y lo que le suceda. a él. “Es el hijo que se entrega a los deseos de su Padre, para sufrir o gozar, según su amor (“Nada imposible ser Santo”.

 

26. ¿Vio Santa Teresa del Niño Jesús una disposición más perfecta que el deseo de sufrir? Sí, y esto es lo que especifica la fórmula del Acto de Ofrenda desde sus primeras líneas: "Deseo, oh Dios mío, cumplir perfectamente tu voluntad ". Nuestra Santa, al final de su vida, confirmó así su pensamiento sobre este punto: "Ya no sé pedir nada con ardor, sino el perfecto cumplimiento de la voluntad de Dios sobre mi alma... Ya no deseo el sufrimiento o la muerte. Durante mucho tiempo los llamé como mensajeros de la alegría... Hoy es sólo el Abandono el que me guía, no tengo otra brújula". "No me gusta una cosa más que otra. Lo que el buen Dios ama más y elige para mí, eso es lo que más me agrada. ¡Es lo que hace lo que amo! " ¿Te encanta la "Víctima feliz"?  Sí, es precisamente porque este Abandono, " fruto delicioso del Amor (San Agustín)", es suave, incluso en el sufrimiento. El amor, en efecto, "hace dulce lo más amargo (Im. III, v, 3.)". Sin duda "tiene sus tiempos de prueba como sus tiempos de goce (Id. Réflexion)", un gozo imperceptible, tal vez, como este mismo Amor, pero "sobre todo gozo" y que santa Teresa del Niño Jesús había experimentado cuando cantaba: "Sí, sufrir amando es la felicidad más pura ... Mi gozo es amar el sufrimiento ..." Es esta alegría perfecta, flor exquisita del Amor, que ella ve como prerrogativa de las Víctimas felices de su Legión y que quiere legar a sus hermanas como prenda suprema de su ternura fraterna: " No os prometo ahorraros las pruebas, les dijo antes de dejarlos para el Cielo, pero haré que los ames, y vendrás a decir conmigo: Me llenas de alegría, Señor, con todo lo que haces (Sal. XCI, 4.).”

 

27. En resumen: ¿no se podrá deducir que el Acto de Ofrenda al Amor Misericordioso procura la verdadera felicidad del Alma Víctima  Sí, el alma Víctima, haciendo un llamado a la “ternura infinita de Dios”, ha ganado a todos en paz y gozo interior, porque la caridad divina invadiendo un corazón humano no puede menos que proporcionarle todos los gérmenes de la felicidad. Además, el Acto de Ofrenda entregando el alma a merced del Amor Misericordioso de Dios, le da la seguridad que este Amor “tendrá compasión de su debilidad, la tratará, en toda ocasión, a través de todas las vicisitudes del destierro, con dulzura, con Misericordia y con una soberana liberalidad. Santa Teresita lo declara en esta “última prueba”  que según confesión propia, “le quitó todo sentimiento de goce: “jamás había comprendido mejor que el Señor es dulce y misericordioso”. Y cuando le llegó la agonía y las sombras de la muerte, repetía todavía como un cántico de victoria: “No me arrepiento de haberme entregado al amor, al contrario”.

28.  Morir de amor, ¿sería morir en el transporte? Si la muerte de amor implica, para el alma Víctima, una disposición fundamental de paz y confianza amorosa, no supone, sin embargo, la supresión de los sufrimientos, que son, en la muerte, el tributo del pecado. Nos lo señala santa Teresa del Niño Jesús, la que recibió una grandísima comunicación de los sufrimientos redentores: “¡Nuestro Señor murió en la Cruz, angustiado, y sin embargo aquí está la muerte de amor más hermosa que jamás hayamos visto! Morir de amor no es morir en el transporte.” Se había asegurado de advertir a sus hermanas al comienzo de su enfermedad: "No se preocupen por eso, les dijo, si sufro mucho y si no veis en mí ningún signo de felicidad en el momento de la muerte... ¡Nuestro Señor sí que ha muerto Víctima de amor, y ved cuál fue su agonía!" Pero los sufrimientos de los últimos momentos, dispensados ​​a cada alma de manera diferente, según los designios de la Sabiduría divina, son sin embargo suavizados para la Víctima del Amor, por la certeza de que Aquel en quien ella ha confiado ciegamente "le dará valor en proporción a sus sufrimientos... Yo soy no temas, si aumentan tiene ella derecho de repetir con santa Teresita, porque al mismo tiempo aumentará mi paciencia.”

30. ¿Qué significa realmente la expresión Morir de amor?  Según el pensamiento de Santa Teresa del Niño Jesús, y sin pretender agotar los secretos de la divina Misericordia, esta expresión morir de amor significa, que, en la hora suprema, el buen Dios " desbordará, con insospechada profusión, las oleadas de su infinita ternura sobre la Víctima del Holocausto, preparándola, en un instante, para presentarse ante Él y romper de repente la red de su vida (Esta es la palabra de nuestro Santo inspirada en San Juan de la Cruz:)" bajo la presión de su Amor. Porque es la de la más extrema MISERIA para todos los hijos de Adán, esta hora de angustia provocará Amor MISERICORDIOSO del Padre celestial, para derramarse totalmente, más allá de toda medida, sobre la pequeña Víctima, hasta transformarla en Sí mismo en un "abrazo eterno..." Esta muerte enteramente de amor, espléndida conclusión de una tierra la existencia, no necesariamente se siente, ni se manifiesta afuera; no está relacionado con signos externos de alegría, ni siquiera con pleno conocimiento o devoción. Pero, ¿cómo no creer que ocurre infaliblemente según lo que la Víctima fiel habrá esperado de la Misericordia?, porque es magnífico en sus recompensas, "puede hacer en nosotros infinitamente más de lo que pedimos o conservamos (Ef. III, 21.) y "es glorificarle esperar de él grandes cosas (San Juan de la Cruz.)".

 

APENDICE

30. ¿Es necesario para ser una verdadera Víctima de Amor recitar a menudo el Acto de Ofrenda compuesto por Sta. Teresita? No. Santa Teresita asegura que “la oración es un impulso del corazón, una simple mirada hacia el cielo”. Ella dice también en la fórmula misma del Acto: “Quiero ¡Oh mi Bien Amado! A cada latido de mi corazón renovar esta ofrenda un número infinito de veces”, lo que no admite la recitación de ninguna palabra. La donación total de la Víctima de amor es, pues, ante todo, “una disposición del corazón”. No depende absolutamente del uso más o menos frecuente de una fórmula cualquiera. No obstante, la Santa Iglesia, queriendo invitar a los fieles, no solamente a realizar este Acto de Ofrenda, sino que, aún más, a penetrarse de los pensamientos y de las palabras mismas de Santa Teresita, ha enriquecido con preciosas indulgencias el texto de la oración que broto del Corazón de la Santita bajo el soplo del Divino Espíritu. He aquí el detalle de estas indulgencias:

 

Indulgencias a perpetuidad por recitar el Acto de Ofrenda compuesto por Santa Teresita, a partir de las palabras “A FIN DE VIVIR EN UN PERFECTO ACTO DE AMOR”.

 

1º 300 días de indulgencia, cada vez que se rece con devoción este Acto de Ofrenda.

 

2º Indulgencia plenaria cada mes con las condiciones ordinarias a todos los que la hubieran rezado todo el mes.

 

Dado en Roma, en la S. Penitenciaría el 31 de Julio de 1922.

 

 

ACTO DE OFRENDA AL AMOR MISERICORDIOSO

(Parte indulgenciada)

 

“… A fin de vivir en un acto de perfecto Amor, me ofrezco como Víctima de Holocausto a vuestro Amor Misericordioso suplicándoos que me consumáis sin cesar, dejando desbordar en mi alma los raudales de ternura infinita que se encierran en Vos y, de este modo, venga a ser mártir de vuestro Amor, ¡Oh Dios mío! Que este martirio, después de haberme preparado a comparecer delante de Vos, me haga por fin morir y que mi alma de lance sin demora en un eterno abrazo a Vuestro Misericordioso Amor.

“Deseo, ¡oh mi Bien Amado!, a cada latido de mi corazón renovaros esta ofrenda un número infinito de veces hasta que las sombras se hayan desvanecido ¡y pueda repetiros mi Amor cara a cara eternamente!”.

 

FIN

 

 


 

 

 


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ANOTACIONES

Al hablar sobre la piedad popular, es referirnos a aquellas devociones que antaño se hacían en nuestros pueblos y nuestras casas, cuando se...