Devocionario en honor a Nuestra Señora del Rosario de Andacollo, para rezarlo todos los sábados del año.
Extraído del Maná del Cristiano, compuesto por los Misioneros Hijos del Inmaculado corazón de María, con Licencia del ordinario.
Año 1908, Barcelona, imprenta-librería de Montserrat
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, mi Dios, mi padre y redentor amabilísimo de mi alma, que ansioso de mi eterna felicidad, os dignasteis haceros hombre, padecer y morir en una cruz: ved a vuestra á vuestras plantas á un hijo ingrato que ha tenido la audacia de ofenderos. Confieso que os he renovado los tormentos de la pasión en cada una de mis maldades, que he abandonado vuestras amorosas caricias para ir á beber en las fuentes envenenadas del vicio. He perdido la hermosura del alma borrando vuestra imagen, para hacerme esclavo de mis pasiones. Mas ¡ay! Señor, que ahora conozco mi desgracia, la deploro y quisiera borrarla con mi llanto. Tened compasión de un pródigo que no ha podido encontrar la felicidad y el sosiego en los placeres de la vida, y que ahora reclama la clemencia del más afectuoso de los Padres. Soy una oveja descarriada, que quiere volver al aprisco del más solícito de los pastores. No atendáis, Señor, á la multitud de mis pecados ni á la malicia con que os ofendí; mirad sólo los méritos de vuestra augusta Madre que también es madre mía. Vos la habéis mostrado al mundo en figura de una nube sobre el monte Carmelo y á casi todos los países les habéis concedido un santuario donde se dé á conocer y amar. Á los chilenos nos habéis favorecido con el santuario de Andacollo, donde habéis probado no haceros sordo á las plegarias dirigidas en su nombre. Yo me acojo, pues, bajo el manto de esa Virgen Soberana para ponerme a cubierto de vuestra justicia, así como el niño corre á los brazos de la madre cuando ha irritado al autor de sus días, Sedme pues, propicio, que yo procuraré en adelante sólo vivir para Vos. Así sea.ORACIÓN
Dulcísima Virgen María, que para manifestaros propicia á los miserables hijos de Adán, quisisteis elegir como trono de vuestro poder la misteriosa montaña de Andacollo, y desde ahí despedís y comunicáis raudales de luz y gracia a las poblaciones cristianas. Alumbrados por esa luz marchan los devotos sin extraviarse en las tinieblas del mundo, de esos raudales misteriosos beben los labios animados por la Fe y por la Caridad.
¡Virgen Poderosa y Clemente! Haced que también nosotros gocemos de esa felicidad; que atraídos por la fragancia de los divinos aromas, corramos hacia Vos para contemplar vuestro benigno rostro y á oír referir de cerca las maravillas que obráis. Á Vos acuden los pecadores y los aliviáis del peso de sus culpas; acuden los tristes y desconsolados y se vuelven contentos, acuden los pobres y los indigentes y se retiran provistos de un tesoro superior a toda riqueza.
Mostraos pues, como madre tierna para con vuestro devoto, Alcanzadme un verdadero arrepentimiento de mis pecados para serviros y amaros fielmente. Amén.
(Se rezan tres avemarías en reverencia a las tres partes de que se compone el Santo Rosario)
ELOGIOS
Vuestra dulce devoción
Es del hombre firme apoyo
Virgen Pura de Andacollo
Consolad nuestra aflicción
I
En la cumbre misteriosa
De una montaña elevada
Quiso la Bondad increada
Ostentaros portentosa
Para que el alama piadosa
Hallase su protección.
Virgen Pura de Andacollo
Consolad nuestra aflicción
II
Desde entonces el cristiano
El devoto peregrino
Ha seguido aquel camino
Trazado por vuestra mano
Y á vuestro altar soberano
Se Inclina con devoción
Virgen pura, etc.
III
Y ¿qué alma habrá tan dura
Que resista á tu mirada?
¿Y qué alma tan desgraciada
Que no guste la dulzura
Que derrama con ternura
Vuestro dulce Corazón?
Virgen Pura, etc.
IV
Vos sois del pueblo chileno
La joya más apreciada
Y la herencia más sagrada
Que se conserva en su seno;
Que por gozo lleno
Corre a Vos sin dilación
Virgen pura. Etc.
V
Que vuestro nombre sagrado
Me sirva de escudo fuerte
Y en la hora de la muerte
Sea por mí pronunciado
Como el deseo alcanzado
De morir en vuestro amor.
Virgen pura, etc.
L/: Rogad por nosotros, Santa Madre de Dios.
R/: Para que seamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN
Oh Dios, Cuyo unigénito hijo, por su vida, muerte y Resurrección, nos ha alcanzado el premio de la eterna salvación; conceded, os suplicamos, que venerando los misterios del Santísimo Rosario de la bienaventurada Virgen María, imitemos lo que contienen y consigamos lo que prometen. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
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