sábado, 10 de marzo de 2018

DEVOCIONARIO A SAN NICOLÁS DE TOLENTINO


 
DEVOCIONARIO AL ANGÉLICO SAN NICOLÁS DE TOLENTINO



SEPTENARIO

ESCRITA EN FRANCÉS POR EL

P. ANTONINO M. TONNA - BARTHET

de la misma Orden,

Y TRADUCIDA AL CASTELLANO POS EL

P. PEDRO CORRO DEL ROSARIO

Agustino Recoleto. 1901


ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

¡Oh Dios eterno, que sois admirable en vuestros santos, y queréis que, con sus ejemplos, salgamos de nuestra tibieza y nos movamos a amaros! Si, postrados en vuestra presencia, confesamos humildemente nuestros pecados, y confiados en la intercesión del ilustre Taumaturgo y Esplendor de la Orden Agustiniana, San Nicolás de Tolentino, esperamos conseguir por sus méritos un espíritu de oración, que nos retraiga del mundo y de sus vanidades, y un espíritu de penitencia, con que sometamos nuestros apetitos a la ley de la razón, y un espíritu de abnegación que nos haga seguir sus admirables ejemplos. Con un protector tan poderoso, ¿qué tendremos que temer? Por eso Vos, que sois Dios de bondad y de amor, queréis que honremos a vuestros Santos, para que sus méritos y protección nos obtengan las gracias que nosotros no podemos obtener por nuestras iniquidades. Acoged, pues, piadoso estos pobres homenajes con que honramos a vuestro siervo San Nicolás; haced que, elevándose hasta el Cielo nuestras plegarias, desciendan a nosotros transformadas en copiosa lluvia de gracias y bendiciones, para que, conociendo vuestras bondades, se abrasen nuestros corazones en las vivas llamas de vuestro amor, y por la intercesión del glorioso San Nicolás merezcamos llegar felizmente al puerto seguro de la Gloria. Amén.

DÍA PRIMERO

¡Oh estrella esplendente de santidad, decoro y gloria de la Orden Agustiniana, valeroso protector nuestro San Nicolás, que os complacéis en oír desde el Cielo las súplicas de vuestros devotos! No rehuséis favorecernos; pues, en prenda de nuestra devoción, vamos recordando vuestras heroicas virtudes, para imitar, del mejor modo posible, vuestros ejemplos, ayudados con la gracia divina.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

¡Qué grande fué el gozo de vuestros afortunados padres cuando supieron por boca de un ángel que tendrían en Vos, ¡glorioso San Nicolás, un hijo que satisfaría sus deseos y agradaría al Señor! ¡Oh! Dignaos secundar los deseos de nuestro corazón, y haced que vayan siempre dirigidos a procurar la mayor gloria de Dios y a conseguir nuestra salvación eterna.


¡Oh afortunado San Nicolás, que habiendo nacido fruto de fervorosas oraciones y de frecuentes visitas al sepulcro del santo Obispo de Bari, recibisteis el nombre del ínclito Taumaturgo, y así se vieron plenamente cumplidas las promesas del celestial mensajero! Consolad nuestras esperanzas con una feliz eternidad, y enriquecednos de méritos para conseguirla.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Prevenido con bendiciones de dulzura ¡oh glorioso San Nicolás!, mostrasteis desde vuestra infancia aquella aura suave del Paraíso que transpiraba de vuestro rostro, y jamás se oyó de vuestros labios una queja infantil. Haced que, justamente afligidos y trabajados por los afanes de este mundo, obtengamos un espíritu de cristiana resignación.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

¡Oh dulcísimo San Nicolás! Espectáculo admirable fué para los hombres y para los ángeles el vero retirado, siendo todavía tierno infante, en los lugares más ocultos, y allí dirigir al Cielo ardientes suspiros, que salían de lo íntimo de vuestro inocente pecho. Tened piedad de nosotros, que hemos perdido, con la culpa, las primicias de nuestros años, y haced que podamos redimirlas con una contrición sincera de nuestro corazón.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Crecisteis ¡oh piadosísimo San Nicolás! en edad, y crecieron también en vos la
devoción y el fervor, fruto de la esmerada educación de vuestros padres, de tantas gracias con que fuisteis enriquecido, y de vuestra dócil cooperación a ellas. Pedid este espíritu de educación cristiana para los creyentes, y haced que, cuanto más falaz y perverso sea el mundo, tanto más crezca en nosotros la mutua edificación y el buen ejemplo.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Cómo se derretiría de ternura vuestra hermosa y enamorada alma, ¡oh bienaventurado San Nicolás!, al recibir el singular privilegio de contemplar en la sagrada Hostia a Jesús en forma de hermoso Niño, y al oír deciros que los inocentes y rectos de corazón son los que viven unidos con El. ¡Ah! Infundidnos
la debida reverencia a los sacrosantos misterios, y haced que, cuantas veces venga nuestro celestial Esposo á morar en nuestros corazones, aprendamos a oír sus voces, a cumplir sus deseos y a corresponderle con nuestros afectos; para que así aquel manjar de vida nos sirva de prenda para conseguir la gloria inmortal.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Ahora pedirá cada uno la gracia que desea alcanzar en este Septenario por la intercesión de San Nicolás.

ANTÍFONA
San Nicolás, verdadero pobre de Cristo, y virgen elegido por Dios, guardando una constante obediencia, ilustró la Orden de Ermitaños con virtudes y milagros.

L/: Rogad por nosotros, San Nicolás.
R/: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de N. S. Jesucristo.

OREMOS
Os suplicamos ¡oh Dios omnipotente! Que concedáis a vuestra Iglesia, que brilla con la gloria de las virtudes y milagros de vuestro confesor San Nicolás, que por su intercesión y méritos goce de una paz y unidad perpetuas. Guarde ¡oh Señor! a tu pueblo tu gracia, para que los que constantemente imploran el auxilio de su confesor San Nicolás consigan el efecto saludable de sus peticiones por Cristo Nuestro Señor. Amén.



DÍA SEGUNDO
Aún no había brillado en vuestra mente ¡oh inspirado San Nicolás! la luz de la razón, cuando penetró en ella un rayo de aquella luz soberana que no tiene ocaso. Por eso mostrasteis desde entonces un gran empeño en instruiros en la ciencia de los Santos, y de conocer adónde os guiaba el espíritu del Señor. ¡Ah! En estos tiempos infelices en los que, entre la ignorancia de las cosas divinas, tanto prevalece la corrupción de máximas y costumbres, haced que se conserve pura é intacta en nosotros la fe, y brille luminosa con la santidad de las obras.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

¡Oh fervoroso San Nicolás! Vuestras delicias eran el estar siempre unido con Dios, y por eso, habiendo sido llamado por el Señor a su casa, os dedicasteis prontamente al culto divino, sin que el mundo pudiera arrebataros uno solo de vuestros afectos. Enseñadnos a nosotros, que andamos ocupados en las vanidades terrenas, á agradar a aquel Dios a quien servir es reinar sobre la Tierra, y gozar una prenda del Reino preparado a los elegidos.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

¡Oh sapientísimo San Nicolás! Vos elegisteis morar en la casa de Dios mejor que entre los tabernáculos de los pecadores, y distinguido por vuestras virtudes, fuisteis alistado en la milicia clerical, a la que como fiel antorcha servisteis de ornamento. Retiradnos también de las diversiones profanas, y concedednos en el santo templo un espíritu de devoto recogimiento.


¡Oh castísimo San Nicolás, que os conservasteis en el campo evangélico como lirio entre espinas por el noble aprecio de vuestra inquebrantable pureza, y por eso tratasteis a vuestra carne como enemiga, extenuándola casi todos los días de la semana con un riguroso ayuno á pan y agua! Alcanzadnos al menos la virtud de la templanza, que es eficaz preservativo contra el vicio de la impureza.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Más penetrante que aguda espada de dos filos fué aquella palabra divina que traspasó ¡oh animoso San Nicolás! vuestra alma y vuestro corazón, pues al oír hablar sobre el desprecio del mundo no tardasteis un momento en alejaros de él con un total y absoluto desprendimiento. Despertad en nosotros el desprecio de las vanidades de la Tierra, y enseñadnos por lo menos a desprender de ella nuestros afectos.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Ni la ternura de los parientes, ni el amor de la patria, ni los regalos y comodidades de la vida os contuvieron un instante ¡oh magnánimo San Nicolás! de abrazaros estrechamente a la desnudez de la Cruz. Traednos también a nosotros al olor de vuestras virtudes, y, haciéndonos superiores a todo respeto humano, enseñadnos, en el cumplimiento exacto de nuestros particulares deberes, a no cuidarnos de las irrisiones del mundo y a no preferir los bienes caducos a los eternos.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Vos, pues ¡oh ejemplarísimo San Nicolás! voláis cual tímida paloma a las aberturas de la piedra misteriosa; entráis en el instituto de Ermitaños de San Agustín, y, mientras ocultáis en toscos hábitos la nobleza y delicadeza de vuestra sangre, se descubre el esplendor de tantas dotes espirituales, que os hacen para los demás modelos de perfección. Invitadnos también a nosotros con el deseo de seguiros, ó descubridnos por lo menos los engaños del mundo, para que huyamos prontamente de él y aseguremos el descanso de nuestro corazón.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.


DÍA TERCERO
¡Oh penitente San Nicolás, encerrado en el silencio del claustro como en un dilatado campo de penitente austeridad! ¿Quién podrá contar las estudiadas maneras con que atormentasteis vuestro cuerpo puro e inocente con hierros, con cordeles, con cadenas, con cilicios y con azotes? ¿Qué haremos nosotros, pecadores, si tanto hicisteis vos siendo inocente? ¡Ah! Concedednos que al menos podamos borrar de los libros de la Justicia divina nuestras deudas con una sincera y profunda penitencia de corazón.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Que la vida del hombre sobre la Tierra sea una continuada milicia, bien lo sabéis
vos ¡oh atribulado San Nicolás!, que en el tranquilo retiro fuisteis molestado por quien trataba de haceros abandonar vuestras acostumbradas mortificaciones! Enseñadnos a vencer la más fatal sugestión con que el enemigo
infernal procura hacernos diferir de día en día la obra de una sincera conversión.


¡Oh pacientísimo San Nicolás! No consintió el Cielo veros por más tiempo entre temores, angustias y amargas desolaciones de espíritu, sino que se complació en recrearos con suaves melodías angélicas, ¡y os aseguró que el tenor de vuestra vida era agradable al Señor! ¡Oh! ¿Quién puede lisonjearse de otro tanto? Al menos, infundidnos vos una dulce esperanza de obtener el perdón de las culpas cometidas.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Fué un oloroso holocausto ¡oh devotísimo San Nicolás! que presto se elevó hasta el Trono de Dios, la profesión de los votos sagrados que pronunciasteis con vuestros fervorosos labios y observasteis con escrupulosa fidelidad hasta el fin de vuestra vida. Haced que cumplamos las promesas que hicimos en el sacramento de la regeneración con la exacta observancia de la ley santa de Dios.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

¡Oh invencible San Nicolás! A fin de que obtuvieseis nuevas coronas de gloria permitió Dios al maligno tentador que se desencadenase contra vos y os asaltase con horribles injurias y aprensiones espantosas. ¡Ah, Santo amado! Libradnos de los asaltos de las tentaciones, ó haced que la tentación nos halle siempre, como á vos, defendidos con la armadura de los fuertes.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

El arma más poderosa para vencer al abismo es el fervor de la oración, y ¿quién
mejor que vos supo emplearlo ¡oh fervorosisimo San Nicolás!? En ella pasabais las horas de la noche, en ella ocupabais las horas del día que os quedaban después de los sagrados ministerios. ¡Ah! Obtenednos a nosotros, tan perezosos y fríos en la oración, un ejercicio frecuente y un santo fervor.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Cuán agradables fueron al Cielo vuestras plegarias ¡oh beatísimo San Nicolás!, lo demostraron aquellos serafines bienaventurados que se os aparecían para recogerlas en incensarios de oro, así como el oloroso incienso y la prodigiosa estrella que os conducía al oratorio. ¡Ah! Si veis escasos nuestros méritos, interponed por nosotros los vuestros, y así sentiremos los copiosos y saludables efectos de vuestras súplicas.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.


DÍA CUARTO
¡Oh virtuosísimo San Nicolás! No obstante, la plenitud de vuestros méritos y la
abundancia de favores celestiales, ¿quién no admirará vuestra profunda humildad, por la que os considerabais como el más vil de vuestros hermanos, y os ofrecíais al servicio de todos, y sufríais con gusto los más duros ultrajes y persecuciones? Alcanzadnos estos sentimientos de aquel Dios que da la gracia
á los humildes y resiste a los soberbios.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

¡Oh amabilísimo San Nicolás! Cual fuego que, cuanto más encerrado y escondido, tanto más arde y consume, era el ardor de vuestra caridad: por eso, si la humildad os hacía ingenioso para ocultaros, la fama de vuestra santidad, divulgada por tantos lugares, os atraía la veneración pública, y un continuo recurso a vos en las necesidades; y vos os prestabais solícito y prodigioso a ayudar a vuestros prójimos. ¡Oh! Ahora que descubrís mejor desde el Cielo nuestras necesidades, tened compasión de nosotros, que en las aflicciones y peligros tenemos el consuelo de poder repetir: «San Nicolás, protégenos».
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

¡Oh amabilísimo San Nicolás! Apenas fuisteis destinado por vuestros Superiores a la predicación evangélica, ¿quién puede decir con cuánta diligencia emprendisteis tan fatigosa empresa? Los templos no eran capaces de contener las apiñadas gentes, hambrientas por recibir de vos el Pan de la vida; así que
en las campiñas, en las calles y en las plazas oías resonar vuestra voz. Disponed nuestro corazón como un terreno escogido, en el que la semilla de la palabra divina produzca sus frutos multiplicados.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

¡Oh virtuoso San Nicolás! Poderoso en la palabra y en las obras, llenaba vuestro
corazón de un gozo inexplicable el ver caer a vuestros pies, humillados y contritos, los más pérfidos pecadores, y vos sanabais sus llagas con el sacramento de la reconciliación. Renovad desde el Cielo vuestras maravillas para la conversión de las almas, y haced por vuestra intercesión que sobreabunde la gracia en donde hasta ahora ha abundado el pecado.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

¡Oh compasivo San Nicolás! No sólo se distinguió vuestra caritativa piedad por la salud de las almas para con los vivos, sino que también se extendió a las almas del Purgatorio, pues que se os apareció una de aquellas ilustres prisioneras para procurar vuestros sufragios. Encended en nuestro corazón tan piadosos sentimientos, y haced que experimenten aquellas hermosas almas vuestra merced y una ayuda pronta y oportuna.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

¡Oh misericordioso San Nicolás! A la vista de las acerbísimos penas que sufren
aquellas desoladas esposas del Cordero en la cárcel del Purgatorio, y que os fueron manifestadas, se enfervorizó vuestro corazón en ayudarles con sufragios; así que servisteis de un medio eficaz para que saliese una festiva multitud a la eternidad de la Gloria. Ayudad con vuestra mediación a las almas que esperan
de nosotros tan caritativo oficio, y acordaos de las nuestras cuando estén sufriendo en aquellas llamas.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

La tristeza de las granjas, la pobreza de los asilos, el horror de las cárceles, no os retrajeron de la piedad ¡oh ángel consolador San Nicolás! Así que emprendisteis penosos viajes para instruir a los rústicos, anduvisteis mendigando de puerta en puerta para proveer a los miserables, convertisteis en las cárceles, con vuestras paternales visitas, a los malhechores, y a muchos les alcanzasteis la absolución de la pena que les era debida. Reanimad piadoso esta infatigable conmiseración, que ahora puede decirse que está apagada en nosotros, y haced desde el Cielo que se extienda la vuestra, benéfica y generosa,
sobre todos los mortales.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

DÍA QUINTO
¡Oh ínclito Taumaturgo, en cuyas manos reposó el Omnipotente, mejor que en las manos del caudillo hebreo la virtud admirable de obrar los más ruidosos prodigios para socorro de la humanidad! Si Moisés con la vara, vos con una frágil caña hicisteis manar de la árida tierra aguas saludables. Tocad la aridez de nuestro corazón para que derramemos lágrimas copiosas que borren nuestras culpas.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

¡Oh beneficentísimo San Nicolás! Parecía que la Naturaleza estaba pronta a vuestras órdenes, o que el Autor de la Naturaleza jugueteaba con vos, rivalizando con la ternura de vuestros compasivos afectos, mientras visteis no pocas veces convertirse en frescas rosas el pan que llevabais para alimentar á los mendigos. Sacudid nuestra indiferencia y cambiadla por una generosa y abundante misericordia para con los pobres de Jesucristo.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Fué tan conspicua la obediencia con que negasteis vuestra voluntad y la sometisteis a la voluntad ajena ¡oh dulcísimo San Nicolás!, que, obligado por el Superior a mitigar vuestras rigurosas abstinencias, empeñasteis los milagros para no violar la obediencia, y disteis vida a las aves aderezadas que os presentaron para que recobraseis la salud y reparaseis las fuerzas. ¡Ah! Humillad la soberbia de nuestro espíritu, y hacednos dóciles para llevar el suave yugo de Jesucristo hasta el fin de nuestra vida.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Apiadado el Cielo del riguroso tratamiento que dabais a vuestro cuerpo ¡oh austerísimo penitente San Nicolás!, renovó para con vos el prodigio de las bodas de Canaán, haciéndoos gustar muchas veces cambiada en vino la insípida agua que bebíais siempre para apagar la sed. Mitigad nuestra sed con la fuente de las dulzuras celestiales, y haced que tengamos fastidio de toda lisonja de placer
terreno.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Las maravillas obradas por Elías y Elíseo en grata recompensa de las almas bienhechoras no fueron extrañas para vos, ¡oh agradecidísimo San Nicolás!, que librasteis de los infortunios, sanasteis de las enfermedades, proveísteis con la multiplicación de la harina y del pan a los corazones generosos que secundaban los deseos de vuestra ternura en socorro de la indigencia. Excitad en nuestro corazón una gratitud sincera a los beneficios divinos, siendo éste el medio seguro para obtener otros nuevos.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

¡Qué consolación tan dulcísima sintió vuestra alma sobre el lecho de vuestra enfermedad ¡oh amantísimo San Nicolás!, ¡cuando se os apareció la Reina augusta de las vírgenes y, dándoos a gustar un poco de pan mojado en agua, os restituyó la primitiva salud! ¡Ah! Rogad por nosotros a la Inmaculada María,
y hacednos dignos de su maternal protección.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Eficacísimo remedio, no sólo para las enfermedades del cuerpo, sino también para las aflicciones del alma, experimentan todavía los fieles ¡oh portentoso San Nicolás! con el pan bendecido en vuestro nombre. Con él se alejan las pestes, se apagan los incendios, se ahuyentan los espíritus infernales, se calman las tempestades, se serenan los espíritus y se consuelan los corazones. ¡Oh! Si Dios quiso glorificaros de tantos modos por todo el mundo católico, recordad que mucho más motivo tiene de ser glorificada por vos aquella Providencia que os dio el ser, y con la que se perfeccionó la obra de vuestra santificación.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.


DÍA SEXTO
Alegraos ya ¡oh ínclito San Nicolás! de sentir próximo el término de vuestra peregrinación, que el Cielo mismo, desde que recibisteis el aviso, lo celebró seis meses antes, haciéndoos gustar todas las noches las más suaves melodías del Paraíso. ¡Ah, sí! La Tierra no tendrá ya la dicha de poseeros; preparad para nosotros una morada allá en la Gloria, donde reina un gozo perpetuo.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Si al anunciaros la proximidad de vuestra muerte podía afligiros algún pensamiento, era solamente el de no poder consagraros más al provecho de las almas y al servicio de Dios. Por eso ¡oh insaciable San Nicolás!, recogiendo, aun en los últimos momentos de vuestra vida, vuestras lánguidas fuerzas, os ejercitasteis en acoger a penitencia a los pecadores, en aconsejar a los dudosos y en confortar con vuestro celo apostólico a los vacilantes. ¿Qué será de nosotros, que nos hallamos vacíos de méritos? ¡Oh! Supla vuestra abundancia por nuestra pobreza, y así hacednos solícitos para merecer la eterna recompensa.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

¡Oh excelso San Nicolás, calmad vuestras ansias de abrazaros presto con Jesús en la Gloria; refrenad vuestros deseos, que os hacen exclamar con San Pablo que queréis desataros de las prisiones del cuerpo para volar a la Patria de los Santos, ¡y volved una mirada compasiva a nosotros, que nos dejáis inciertos de nuestra eterna salvación! Encended en nosotros unos vivos deseos de los goces
celestiales, y haced que no sean estériles, sino fecundos en buenas obras, para merecer poseerlos.


¡Oh felicísimo San Nicolás! Como el ciervo busca la fuente, así vuestro espíritu anhelaba el torrente de la eterna dulzura cuando se os aparecieron, para daros un sorbo, nuestro Padre San Agustín, la Virgen María y Jesús, quien con amable aspecto os dijo: «¡Ea, siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu Señor!» ¡Ah! En nuestras agonías acreciéntese vuestra ayuda cuanto más crezcan entonces nuestras necesidades.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

¡Oh benemérito San Nicolás! Con aquella mirada segura con que tantas veces descubristeis a otros su porvenir, visteis vos próximo el momento de vuestra muerte, y lo predijisteis a vuestros Hermanos los Religiosos, diciéndoles que os acercabais a la Gloria, ¡ah!, redoblad vuestro empeño en prepararnos para nuestro último tránsito, pues a la hora que menos pensemos vendrá la muerte, y haced que no nos engañemos en un momento del que depende nuestra eternidad.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

¡Oh fervorosisimo San Nicolás! Lejos de sentir las amarguras de vuestra agonía,
entonasteis con el arpa de David cánticos de alegría y de alabanza a la eterna Bondad, que rompía ya los lazos del duro destierro, y renovasteis en la presencia de Dios el sacrificio de vos mismo. Avivad en nosotros la confianza en la benignidad divina, para que así le agrade la oferta que le hacemos de todos nosotros, y sea el resto de nuestra vida una hostia viva, santa y agradable a sus purísimos ojos.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

El último suspiro que salió de vuestros labios ¡oh enamorado San Nicolás!, fué
al mismo tiempo de dolor y de amor. Quisisteis que se os trajese el Leño sacrosanto de la Cruz para meditar en ella las penas que sufrió el divino Redentor, y os sentisteis embriagado en el cáliz de la mirra recordando la excesiva caridad del Nazareno, que dejó su vida sobre el duro tronco de la Cruz; y, así, con un vivo transporte de amor exhalasteis el último suspiro. Sea este saludable Leño nuestro refugio en esta vida y nuestra fortaleza en la hora de nuestra muerte, en la que, sí nos espantan nuestros pecados, nos anime el pensamiento de que Jesús derramó en la Cruz su sangre preciosísima para expiarlos.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.



DÍA SÉPTIMO
¡Oh admirable San Nicolás! Desde aquel resplandeciente trono de gloria al que
Dios quiso sublimaros, miráis con ojos complacidos el lugar donde reposa vuestro cuerpo; en el que se ve una fuente de gracias celestiales para la casa de David; y los ciegos curados, los tullidos enderezados, los obsesos librados, los que evadieron la muerte, y los resucitados a la vida, repiten vuestro nombre entre mil tributos de gratitud y amor. ¡Qué afortunados somos con la posesión de tan inestimable tesoro! Haced Vos que no desmerezcamos una dicha tan grande.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

¡Oh héroe inmortal San Nicolás! No debían sentir vuestros sagrados despojos los daños de la corrupción mortal, habiendo sido templo vivo y sagrario del Espíritu Santo; pues hasta el agua que sirvió para lavaros las manos y los pies, después de muerto en el lecho de la pobreza religiosa, se conservó largo tiempo incorrupta, y sirvió para obrar las más raras maravillas. Caiga sobre nuestro corazón una gota que apague enteramente el fuego de la concupiscencia terrena.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Si alrededor de la piscina probática se agrupaba una multitud innumerable de enfermos para conseguir la salud, el sonido espontáneo de las campanas invitaba con un prodigio extraordinario, aun a los pueblos lejanos, a que se acercasen a vuestro sepulcro para que recibiesen abundantes gracias y favores.
Así Dios, con modos extraordinarios, quiere excitar a los fieles a esperar en vuestro poderoso patrocinio. Acordaos que sois nuestro, y que tenemos más razón que otros para contar con vuestra generosa beneficencia.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Al júbilo universal de la Iglesia Católica, cuando fuisteis inscrito solemnemente, por el Oráculo infalible del Vaticano, en el catálogo de los Santos, ¡oh glorioso San Nicolás! se agregó la viva gratitud dg los fieles, que
vieron por vuestra merced terminados los cismas que laceraban la vestidura de la Esposa del Nazareno. ¡Ah! Conservadnos a todos en la unidad de nuestra augusta Religión, y haced que unánimes trabajemos por dilatar sus glorias.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Mejor que los huesos del antiguo José, que profetizaron después de su muerte, sirviendo de protección al pueblo hebreo para llegar a la tierra prometida, vuestros huesos, ¡oh milagroso Nicolás!, preconizaron elocuentes, con un nuevo prodigio, aquella feliz inmortalidad de que serán revestidos algún día. Y por eso, cuarenta años después de vuestra muerte, los sagrados brazos que se os cortaron, por una indiscreta devoción, manaron sangre viva y un milagroso maná. Confirmadnos a todos en las verdades de la fe, y haced que estemos prontos a sellarlas con nuestra sangre.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

No una vez sola manaron sangre vuestros brazos portentosos, ¡oh poderosísimo San Nicolás!, sino muchas veces en la serie de los siglos, y especialmente cuando nos amenazan los golpes de la divina Justicia, para que corramos solícitos a impedirlos. Os damos infinitas gracias por esta paternal solicitud; mas empeñaos aún con la Divina Majestad para que con su gracia venza la dureza de nuestro corazón y nos conceda tiempo para hacer penitencia y enmendar nuestra vida.


Así como el Cordero inmaculado y divino fundó y adornó la Iglesia con su sangre, así también el Taumaturgo de Tolentino la sostiene y protege con la suya: éste es el elogio que de Vos ¡oh magnífico San Nicolás! Hizo el Sumo Pontífice Alejandro VII declarando que, en las calamidades de la Iglesia de Jesucristo, vos renováis con vuestra sangre la señal de vuestra poderosa protección. Velad sobre el Supremo Jerarca de los fieles, sobre el Prelado de este pueblo, sobre nuestros hermanos religiosos, sobre vuestros devotos y sobre toda la grey católica, y haced que tranquila y pacíficamente lleguemos todos un
día a ser dichosos compañeros vuestros en la Jerusalén celestial. Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.





TRIDUO AL EXTÁTICO Y ANGÉLICO PADRE

SAN NICOLÁS DE TOLENTINO

Compuesto por el Rvd. Padre Felipe López, de la Orden de San Agustín, Madrid, España 1845

ACTO DE CONTRICIÓN
Soberano Señor, a vuestros pies postrado, me arrepiento de mis culpas, porque conozco que vuestra bondad no debe ser injuriada por esta vil criatura, sean mis suspiros las voces, con que mi corazón, herido de la muerte que me han causado mis yerros, me pesa Señor de todo corazo0n el haberos ofendido, por ser vos quien sois, y os pido perdón con toda mi alma, proponiendo firmemente el nunca más pecar, fortalecido con el auxilio de vuestra divina gracia, yo os doy palabra de confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta, ofreciéndoos mi vida, obras y trabajos en satisfacción vuestra, y como lo suplico, así confío que me perdonareis y me daréis la gracia para serviros y amaros. También os lo suplico, por los méritos de San Nicolás de Tolentino, a quien elijo como mi particular abogado en este Triduo, el que os alabe en el mundo y después goce en la vida eterna. Amén.

DIA PRIMERO

ORACION A LA SANTÍSIMA TRINIDAD
Oh Padre Eterno, Dios de Inmensa Majestad, yo te bendigo y te alabo por el don tan singular con que decoraste a tu siervo San Nicolás de Tolentino, dándole poder en el cielo, en la tierra y los abismos para que obrase prodigios y portentos. Yo te alabo y glorifico, Verbo Divino, imagen del Padre, por la gracia especial con que adornaste a tu siervo Nicolás, para que sacase del cieno de la culpa a infinitos pecadores. Yo te amo y ensalzo oh Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, por el particular privilegio con que caracterizasteis el alma de San Nicolás, haciéndola tu templo perpetuo, siendo casto toda su vida, sin manchar su alma del pecado mortal. Os ruego Señor, Uno en esencia, Trino en persona, por los méritos de este gran santo, me concedáis vuestro auxilio para poder amaros, una voluntad sincera de evitar todo lo que os desagrada, y la gracia final para perseverar en vuestra justicia durante el término de mis días, y después gozar de vuestra visión beatifica. Amén.
 3 padres nuestros.

ORACION AL SANTO

¡Oh amado del Altísimo, y fino amante de la Santísima Trinidad, glorioso Padre mío San Nicolás de Tolentino! Gózome y alabo a Dios, por el grande incendio de amor que su Majestad Divina excitó en ti dulce y tierno corazón, pues no habláis sino de las cosas de Dios, hechas para beneficio del hombre, no pensabas sino en los misterios de la redención, verificados para sanar al hombre de la mordedura de las serpientes, no obrabas sino en la práctica de las virtudes, santificando tu bendita alma, y la de los prójimos. Ruégote Santo mío, me alcances de su divina piedad, que mi corazón se aleje de todo lo profano, y me una más a Dios por el vínculo de la caridad, para que siguiendo en esta vida tus huellas, pase a gozar de Dios en vuestra compañía. Amén. (Aquí se hace la petición)

ANTÍFONA: Anuncio Dios a su pueblo la virtud infinita de sus obras maravillosas por su siervo Nicolás, y le hizo protector de las almas que desean su Divino Amor.

L/: Ruega Nicolás bendito por nosotros
R/: Ampara y defiende a tus devotos

ORACION: Omnipotente y Sempiterno Dios, que te dignasteis engrandecer a tu Iglesia, con una providencia especial, concediendo la gracia de obrar multitud de milagros al Bienaventurado San Nicolás, te rogamos, que por sus méritos, goce tu Iglesia, de una unidad y paz perpetua. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.


DIA SEGUNDO
ORACION LA SANTÍSIMA VIRGEN MARIA
¡Oh Reina Soberana, Virgen Madre de Dios, María Señora nuestra! Puesto que a vuestros pies se postran todos los espíritus angélicos y humanos que alaban a Dios en el cielo y tierra, hacedme ¡oh Señora! Uno de ellos para que no cese en alabaros. No me desprecies Madre mía, por ser grandes mis pecados, pues sois la corredentora del mundo y conocéis mis miserias. Mostrad que sois mi madre, que yo os mostrare el ser hijo, consagrándome a Dios y a vos toda mi vida, como lo hizo vuestro siervo San Nicolás, a quien, bajando desde el cielo, le disteis la medicina del pan, que el curo todas sus dolencias. Bendita seáis, Señora, pues tanto cuidado tenéis con vuestros devotos, válgame a mi vuestro soberano patrocinio, para sanar todas mis enfermedades espirituales y corporales, para seguir la gracia de Dios y servirle para siempre. Amén. 5 aves Marías


ORACION AL SANTO
¡Oh glorioso Padre mío San Nicolás de Tolentino! Gózome y alabo a Dios por el don tan singular de devoción con que te doto su Majestad Divina a la Reina de los Ángeles desde tu tierna edad, pues no pensabas sino en agradar a esta, tu querida Madre, extendiendo su culto por todas partes. Ruégote, Santo mío, me alcances de Dios, gracia particular para ser muy devoto de María Santísima, y que, mediante su clemencia, consiga el perdón de mis culpas, una muerte dichosa, y después, vuestra compañía en el cielo. Amén. (Aquí se hace la petición)

ANTÍFONA: Lirio candísimo de virginal pureza fue Nicolás por ser devoto de María, a visitarlo bajo esta Señora de su esfera celestial.

L/: Ruega Nicolás bendito por nosotros

R/: Ampara y defiende a tus devotos
ORACION: Omnipotente y Sempiterno Dios, que te dignasteis engrandecer a tu Iglesia, con una providencia especial, concediendo la gracia de obrar multitud de milagros al Bienaventurado San Nicolás, te rogamos, que, por sus méritos, goce tu Iglesia, de una unidad y paz perpetua. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.


DIA TERCERO
ORACION POR LAS ÁNIMAS BENDITAS DEL PURGATORIO
Oh Señor Dios Omnipotente, yo os suplico por los méritos infinitos de vuestro santísimo Hijo, y principalmente por el sacrificio cruento en la Cruz, y por la Sagrada Eucaristía, libres las almas del Purgatorio, en particular de nuestros padres, parientes y amigos, para que os alaben eternamente en compañía de vuestro querido Hijo y del Espíritu Santo. También os lo pedimos por los méritos de María Santísima y del glorioso San Nicolás, saques las almas de nuestros bienhechores y de nuestra obligación para que pasen a gozar del descanso eterno. Amén. 3 padres nuestros, intercalando un Réquiem

ORACION AL SANTO

¡Oh glorioso y bienaventurado San Nicolás de Tolentino! Gózome y alabo a Dios por el don tan singular de misericordia con que os doto la Majestad Divina, para socorrer a las benditas almas del Purgatorio, pues no hacías otra cosa sino orar, rezar y celebrar misas en su sufragio, por cuya causa, las tenías muchas veces en tus aposentos pidiéndote auxilio, y el todopoderoso te concedió las sacases de penas a cada instante, siendo innumerables las almas que tú has librado de las penas de aquel lugar. Ruégote Santo mío, saques de penas a las almas que hoy existen en él, y en particular las de nuestra obligación. También te pedimos, saquéis las nuestras del pecado, y que, si a la hora nuestra muerte nos destina el Señor al Purgatorio, nos consueles desde el cielo, y nos libres de las llamas voraces, para que descansemos en paz en tu compañía, por los siglos de los siglos. Amén. (Aquí se hace la petición)

ANTÍFONA: Concedió Dios a Nicolás las llaves del abismo, saco las almas del Purgatorio, y por su gran devoción, le hizo protector de ellas.

L/: Ruega Nicolás bendito por nosotros

R/: Ampara y defiende a tus devotos
ORACION: Omnipotente y Sempiterno Dios, que te dignasteis engrandecer a tu Iglesia, con una providencia especial, concediendo la gracia de obrar multitud de milagros al Bienaventurado San Nicolás, te rogamos, que, por sus méritos, goce tu Iglesia, de una unidad y paz perpetua. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.



NOVENA A SAN NICOLAS DE TOLENTINO

ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, a mí me pesa de todo corazón de haberos ofendido por ser vos quien sois; espero en vuestra infinita misericordia me habéis de perdonar mis pecados, los cuales propongo no cometer más ni otro alguno, y de todos propongo confesarme enteramente y hacer penitencia por todos ellos. Así lo espero por intercesión de mi gran padre San Nicolás de Tolentino.

DIA PRIMERO
ORACIÓN
Dios y Señor mío, que desde lo alto sublime de tu morada celestial, te dignaste de mirar propicio a tu gran siervo San Nicolás, aceptando con especial amor el divino Sacrificio de la Misa que inviolablemente te ofrecía todos los días por vivos y difuntos, queriendo tu Divina Majestad obrar en cada uno maravillosos prodigios, socorriendo al punto todas las necesidades que le eran encomendadas, y con mucha especialidad, las que detenidas en el purgatorio padecían las benditas ánimas, las cuales le fueron muchas veces aparecidas visiblemente, dándoles grandes voces y pidiéndole dijese misa por ellas, y al punto serian libres de aquellos atrocísimos tormentos con que eran atormentadas en el purgatorio: ruego, Señor, juntes el valor de todos esos con los que en esta octava en honra suya te ofrecen sus devotos y sus ministros los sacerdotes, para el remedio de las muchas necesidades que padece al presente tu santa Iglesia católica, y las que actualmente están padeciendo tus esposas las benditas ánimas del purgatorio, y de las de todos los que hemos hecho esta novena, valiéndonos del patrocinio de tu gran siervo San Nicolás de Tolentino, y lo demás que te hemos pedido. Amén.
Se rezan nueve Padre nuestros, y nueve Ave marías con Gloria Patri, y después la antífona


ANTÍFONA: Nicolás, verdadero pobre de Cristo, escogido virgen por Dios, guardando continuamente obediencia, honró con milagros y virtudes el orden de los ermitaños.

L/: Ruega por nosotros, bienaventurado Nicolás.
R/: Para que dignamente consigamos los prometimientos de Cristo.

ORACIÓN:  Concede, te rogamos, Omnipotente Dios, que tu Iglesia, la cual, con indecible providencia, en el fin de los siglos, resplandece con la grandeza de virtudes y milagros de Nicolás, tu confesor; por méritos e intercesión de él, ahuyentados del todo los errores, con perpetua tranquilidad y unidad, sea alegre, por Cristo nuestro señor. Amén.


DIA SEGUNDO
ORACIÓN
Gloriosísimo Padre San Nicolás de Tolentino, a quien con maravilloso prodigio socorrió el cielo en uno de los mayores aprietos en que te hallaste cuando intimándote la obediencia en una de tus graves enfermedades, el que te alimentases de la carne, por reconocer los médicos que era el último remedio para que cobrases la salud y no queriendo tu voluntad contravenir al mandato de tu superior, y no faltar tampoco al voto que habías hecho a Dios de no comer de ella jamás, afligido tu corazón, levantaste el espíritu a Dios, diciéndole: ¡Oh, Dios mío, tú que conoces los secretos de los corazones, bien sabes, Señor, que por la sola obediencia y no por mi voluntad, como de esta carne, por tanto te ruego muestres tu voluntad en si quieres que coma o no!. Y siendo al punto oída tu oración, dispuso el Señor, que luego que echases la bendición sobre aquella perdiz, que para tu sustento había muerto y sazonada para ti, al punto se levantase viva y vestida de todas sus plumas, para manifestar al mundo lo mucho que le agradaba tu obediencia y abstinencia, con la cual consoló tu afligido corazón. Ea, pues, Santo mío, alienta el mío socorriendo la necesidad con que al presente sabes que te busco, e imploro tu patrocinio en esta novena. Amén.

DIA TERCERO
ORACIÓN
Infinitas gracias os doy Eterno Dios, Hacedor de todas las cosas, por las grandes misericordias con que quisiste enriquecer a tu gran siervo San Nicolás, dándole poder para curar todo género de enfermedades; pues con solo poner la mano sobre la cabeza de los enfermos, huían las calenturas: las fiebres malignas del todo se corregían; los paralíticos cobraban fuerzas; los ciegos la vista, y todos volvían consolados a sus casas. Concédeme Santo mío, el que logre yo, por medio de tu patrocinio, la salud del alma, junto con la del cuerpo; y el que vuelva a mi casa consolado, logrando el socorro que sabes desea mi corazón, le alcances del Señor en esta novena, si es para mayor gloria y bien de mi alma. Amén. 

DIA CUARTO
ORACION
Dios y Señor, que para dar a conocer a los hombres a tu Unigénito Hijo Jesucristo nuestro Señor, quisiste obrase grandes maravillas, y entre ellas aquel portentoso milagro que cuentan los sagrados evangelistas San Lucas y San Mateo, arrojando el demonio del cuerpo de un hombre, al cual tenía mudo y ciego, quedando del todo libre y sano, y toda la muchedumbre de las gentes admirada: de modo, que alzando entre todos la voz, alabó Marcela el vientre y pecho virginales de su Santísima Madre: humildemente pedimos, por los grandes méritos de tu gran siervo San Nicolás, a quien para darnos a conocer su gran santidad, quisiste obrase este maravilloso milagro, dando el habla y oído a un mudo y sordo de nacimiento, y junto le comunicaste la gran virtud de poder arrojar de los cuerpos de los hombres a muchos e innumerables demonios, con los cuales eran sumamente atormentados, así hombres como mujeres: concédenos, te rogamos, por los grandes méritos de este gran siervo San Nicolás, el que nuestros cuerpos sean libres de tan infernales espíritus, para que no sean poseídos ni por ellos dañados, sino que libres por tu gracia, e intercesión de tu gran siervo, alabemos todos tu gran poder y su singular protección, y lo que en esta novena por él te suplico que me otorgues. Amén.

DIA QUINTO
ORACIÓN
Dios y Señor mío Jesucristo, que hablando con tus amados discípulos les intimaste el que si querían venir en tu seguimiento. siguiesen la cruz (significación de los trabajos) y fuesen en pos tuya. ¡Oh! qué bien recibió tu amado siervo San Nicolás esta doctrina tan celestial, pues viéndose estimado de todos por sus grandes prendas y singulares letras, y sabio en todas sus artes, obteniendo actualmente la dignidad y rentas de canónigo de San Salvador, en su misma patria, todo lo dejó luego que oyó tu voz por boca de un predicador, cuyo tema eran estas palabras: Si queréis ser perfectos, negaos a sí mismos y coged la cruz de los trabajos e id en pos de Jesucristo: las cuales hicieron tanta operación en el corazón de tu siervo San Nicolás, que desde luego trató de despojarse de todo. Pretendió el hábito en la religión del Gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín, para seguir con más perfección tus divinos mandatos: concédenos, te rogamos, que por su intercesión sepamos negarnos a nosotros mismos; y siguiendo su ejemplo, abracemos de corazón la cruz de los trabajos con resignación y paciencia, y lo que en esta novena te suplicamos, mediante su intercesión. Amén.

DIA SEXTO
ORACIÓN
Dios y Señor Omnipotente, que en las mayores necesidades sabes caritativo mostrar tus misericordias, valiéndote como de instrumento para reparar las de tus criaturas: y si allá te valiste del santo Moisés y de su vara, para que hiriendo una y otra vez aquel peñasco, brotasen al punto en caudalosas corrientes las cristalinas aguas, que sedientos pedían los de tu pueblo a tu caudillo Moisés. Y asimismo, clementísimo en la santa ley de gracia, nos diste en tu amado siervo San Nicolás otro Moisés, para que por su santa mano y bendito báculo fuese socorrida la necesidad del monasterio de Tolentino, en que sedientos por faltarles el agua, y viéndose imposibilitados de conducirla al monasterio, clamaron como a otro Moisés, a San Nicolás, los religiosos, pidiéndole socorriese la sed de aquel monasterio; y apenas hubo dado el primer golpe en la tierra, cerca de la pared de la iglesia, cuando al instante (no sin gran asombro) vieron que por lo alto de la caña salta un chorro de agua cristalina, que hasta hoy se conserva con gran veneración. ¡Oh Dios admirable y prodigioso en tus Santos! Concédenos, te rogamos, por intercesión de tu siervo San Nicolás, rompas nuestros corazones con el dolor de haberte ofendido, y corra derretido en copiosos arroyos de lágrimas en muestras de verdadero arrepentimiento, y lo que en esta novena te suplicamos mediante su intercesión. Amén.

DIA SEPTIMO
ORACIÓN
Señor y Dios Eterno: infinitas gracias te damos por habernos dado a tu gran siervo San Nicolás de Tolentino para remedio de todas las dolencias; pues queriendo fuese conocido como tal, le diste virtud soberana para sanar sordos, mudos, apostemas, lamparones, hechizados, hidrópicos, y a otros de caídas muy peligrosas. Concédenos, te rogamos, que, por los méritos de este admirable médico, seamos libres, de semejantes enfermedades, y el ser libres de todas las tentaciones, para no caer en la más leve culpa, y lo que en esta novena te suplicamos nos concedas por su amor. Amén.

DIA OCTAVO
ORACIÓN
¡Oh Dios admirable! Que con muy singular providencia dispusiste en tu santa Iglesia el soberano sacramento del matrimonio, queriendo que por medio de él se propagase la humana naturaleza; y mirando los muchos peligros que hay en los partos; nos diste a tu gran siervo San Nicolás de Tolentino, para que mediante su gran protección, fuesen libres de todos ellos innumerables mujeres, las cuales, invocándole, se vieron libres de los grandes peligros que les amenazaban sus partos, y para que valiéndose otras de su protección, siendo por su naturaleza estériles, consiguiesen la fertilidad, dándoles no uno, sino muchos hijos. Concédenos, te pedimos, que por los méritos de este gran siervo tuyo libres a todas las preñadas de los peligros del parto, y consueles a todas las que por su esterilidad viven sin él, haciendo que fructifiquen para Dios, y lo que en esta novena por sus méritos te rogamos. Amén.


DIA NOVENO
ORACIÓN
¡Oh glorioso Taumaturgo y Protector de las almas del purgatorio, San Nicolás de Tolentino! Con todo el afecto de mi alma te ruego que interpongas tu poderosa intercesión en favor de esas almas benditas, consiguiendo de la divina clemencia la condonación de todos sus delitos y sus penas, para que, saliendo de aquella tenebrosa cárcel de dolores, vayan a gozar en el cielo de la visión beatífica de Dios. Y a nosotros, tus devotos siervos, alcanzadnos, ¡oh gran santo!, la más viva compasión, la más ardiente caridad hacia aquellas almas queridas, y la gracia que deseamos conseguir a terminar esta novena. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ANOTACIONES

Al hablar sobre la piedad popular, es referirnos a aquellas devociones que antaño se hacían en nuestros pueblos y nuestras casas, cuando se...