DEVOCIONARIO AL ANGÉLICO SAN NICOLÁS DE TOLENTINO
SEPTENARIO
ESCRITA EN FRANCÉS POR EL
P. ANTONINO M. TONNA - BARTHET
de la misma Orden,
Y TRADUCIDA AL CASTELLANO POS EL
P. PEDRO CORRO DEL ROSARIO
Agustino Recoleto. 1901
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Dios eterno, que sois
admirable en vuestros santos, y queréis que, con sus ejemplos, salgamos de
nuestra tibieza y nos movamos a amaros! Si, postrados en vuestra presencia,
confesamos humildemente nuestros pecados, y confiados en la intercesión del
ilustre Taumaturgo y Esplendor de la Orden Agustiniana, San Nicolás de
Tolentino, esperamos conseguir por sus méritos un espíritu de oración, que nos
retraiga del mundo y de sus vanidades, y un espíritu de penitencia, con que
sometamos nuestros apetitos a la ley de la razón, y un espíritu de abnegación
que nos haga seguir sus admirables ejemplos. Con un protector tan poderoso,
¿qué tendremos que temer? Por eso Vos, que sois Dios de bondad y de amor,
queréis que honremos a vuestros Santos, para que sus méritos y protección nos
obtengan las gracias que nosotros no podemos obtener por nuestras iniquidades. Acoged,
pues, piadoso estos pobres homenajes con que honramos a vuestro siervo San
Nicolás; haced que, elevándose hasta el Cielo nuestras plegarias, desciendan a
nosotros transformadas en copiosa lluvia de gracias y bendiciones, para que,
conociendo vuestras bondades, se abrasen nuestros corazones en las vivas llamas
de vuestro amor, y por la intercesión del glorioso San Nicolás merezcamos llegar
felizmente al puerto seguro de la Gloria. Amén.
DÍA PRIMERO
¡Oh estrella esplendente de santidad, decoro y gloria de
la Orden Agustiniana, valeroso protector nuestro San Nicolás, que os complacéis
en oír desde el Cielo las súplicas de vuestros devotos! No rehuséis favorecernos;
pues, en prenda de nuestra devoción, vamos recordando vuestras heroicas
virtudes, para imitar, del mejor modo posible, vuestros ejemplos, ayudados con
la gracia divina.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
¡Qué grande fué el gozo de vuestros afortunados padres
cuando supieron por boca de un ángel que tendrían en Vos, ¡glorioso San
Nicolás, un hijo que satisfaría sus deseos y agradaría al Señor! ¡Oh! Dignaos
secundar los deseos de nuestro corazón, y haced que vayan siempre dirigidos a
procurar la mayor gloria de Dios y a conseguir nuestra salvación eterna.
¡Oh afortunado San Nicolás, que habiendo nacido fruto de
fervorosas oraciones y de frecuentes visitas al sepulcro del santo Obispo de
Bari, recibisteis el nombre del ínclito Taumaturgo, y así se vieron plenamente cumplidas
las promesas del celestial mensajero! Consolad nuestras esperanzas con una feliz
eternidad, y enriquecednos de méritos para conseguirla.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
Prevenido con bendiciones de dulzura ¡oh glorioso San
Nicolás!, mostrasteis desde vuestra infancia aquella aura suave del Paraíso que
transpiraba de vuestro rostro, y jamás se oyó de vuestros labios una queja
infantil. Haced que, justamente afligidos y trabajados por los afanes de este
mundo, obtengamos un espíritu de cristiana resignación.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
¡Oh dulcísimo San Nicolás! Espectáculo admirable fué para
los hombres y para los ángeles el vero retirado, siendo todavía tierno infante,
en los lugares más ocultos, y allí dirigir al Cielo ardientes suspiros, que
salían de lo íntimo de vuestro inocente pecho. Tened piedad de nosotros, que
hemos perdido, con la culpa, las primicias de nuestros años, y haced que podamos
redimirlas con una contrición sincera de nuestro corazón.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
Crecisteis ¡oh piadosísimo San Nicolás! en edad, y
crecieron también en vos la
devoción y el fervor, fruto de la esmerada educación de
vuestros padres, de tantas gracias con que fuisteis enriquecido, y de vuestra dócil
cooperación a ellas. Pedid este espíritu de educación cristiana para los
creyentes, y haced que, cuanto más falaz y perverso sea el mundo, tanto más
crezca en nosotros la mutua edificación y el buen ejemplo.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
Cómo se derretiría de ternura vuestra hermosa y enamorada
alma, ¡oh bienaventurado San Nicolás!, al recibir el singular privilegio de contemplar
en la sagrada Hostia a Jesús en forma de hermoso Niño, y al oír deciros que los
inocentes y rectos de corazón son los que viven unidos con El. ¡Ah! Infundidnos
la debida reverencia a los sacrosantos misterios, y haced
que, cuantas veces venga nuestro celestial Esposo á morar en nuestros corazones,
aprendamos a oír sus voces, a cumplir sus deseos y a corresponderle con nuestros
afectos; para que así aquel manjar de vida nos sirva de prenda para conseguir la
gloria inmortal.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
Ahora pedirá cada uno la gracia que desea alcanzar en
este Septenario por la intercesión de San Nicolás.
ANTÍFONA
San Nicolás, verdadero pobre de Cristo, y virgen elegido
por Dios, guardando una constante obediencia, ilustró la Orden de Ermitaños con
virtudes y milagros.
L/: Rogad por
nosotros, San Nicolás.
R/: Para que
seamos dignos de alcanzar las promesas de N. S. Jesucristo.
OREMOS
Os suplicamos ¡oh Dios omnipotente! Que concedáis a vuestra
Iglesia, que brilla con la gloria de las virtudes y milagros de vuestro confesor
San Nicolás, que por su intercesión y méritos goce de una paz y unidad
perpetuas. Guarde ¡oh Señor! a tu pueblo tu gracia, para que los que
constantemente imploran el auxilio de su confesor San Nicolás consigan el
efecto saludable de sus peticiones por Cristo Nuestro Señor. Amén.
DÍA SEGUNDO
Aún no había brillado en vuestra mente ¡oh inspirado San
Nicolás! la luz de la razón, cuando penetró en ella un rayo de aquella luz
soberana que no tiene ocaso. Por eso mostrasteis desde entonces un gran empeño en
instruiros en la ciencia de los Santos, y de conocer adónde os guiaba el
espíritu del Señor. ¡Ah! En estos tiempos infelices en los que, entre la
ignorancia de las cosas divinas, tanto prevalece la corrupción de máximas y costumbres,
haced que se conserve pura é intacta en nosotros la fe, y brille luminosa con
la santidad de las obras.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
¡Oh fervoroso San Nicolás! Vuestras delicias eran el
estar siempre unido con Dios, y por eso, habiendo sido llamado por el Señor a
su casa, os dedicasteis prontamente al culto divino, sin que el mundo pudiera
arrebataros uno solo de vuestros afectos. Enseñadnos a nosotros, que andamos
ocupados en las vanidades terrenas, á agradar a aquel Dios a quien servir es
reinar sobre la Tierra, y gozar una prenda del Reino preparado a los elegidos.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
¡Oh sapientísimo San Nicolás! Vos elegisteis morar en la
casa de Dios mejor que entre los tabernáculos de los pecadores, y distinguido por
vuestras virtudes, fuisteis alistado en la milicia clerical, a la que como fiel
antorcha servisteis de ornamento. Retiradnos también de las diversiones
profanas, y concedednos en el santo templo un espíritu de devoto recogimiento.
¡Oh castísimo San Nicolás, que os conservasteis en el
campo evangélico como lirio entre espinas por el noble aprecio de vuestra inquebrantable
pureza, y por eso tratasteis a vuestra carne como enemiga, extenuándola casi
todos los días de la semana con un riguroso ayuno á pan y agua! Alcanzadnos al
menos la virtud de la templanza, que es eficaz preservativo contra el vicio de
la impureza.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
Más penetrante que aguda espada de dos filos fué aquella
palabra divina que traspasó ¡oh animoso San Nicolás! vuestra alma y vuestro
corazón, pues al oír hablar sobre el desprecio del mundo no tardasteis un
momento en alejaros de él con un total y absoluto desprendimiento. Despertad en
nosotros el desprecio de las vanidades de la Tierra, y enseñadnos por lo menos
a desprender de ella nuestros afectos.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
Ni la ternura de los parientes, ni el amor de la patria,
ni los regalos y comodidades de la vida os contuvieron un instante ¡oh
magnánimo San Nicolás! de abrazaros estrechamente a la desnudez de la Cruz.
Traednos también a nosotros al olor de vuestras virtudes, y, haciéndonos
superiores a todo respeto humano, enseñadnos, en el cumplimiento exacto de
nuestros particulares deberes, a no cuidarnos de las irrisiones del mundo y a no
preferir los bienes caducos a los eternos.
Padrenuestro, Avemaría
y Gloria.
Vos, pues ¡oh ejemplarísimo San Nicolás! voláis cual
tímida paloma a las aberturas de la piedra misteriosa; entráis en el instituto
de Ermitaños de San Agustín, y, mientras ocultáis en toscos hábitos la nobleza
y delicadeza de vuestra sangre, se descubre el esplendor de tantas dotes
espirituales, que os hacen para los demás modelos de perfección. Invitadnos
también a nosotros con el deseo de seguiros, ó descubridnos por lo menos los
engaños del mundo, para que huyamos prontamente de él y aseguremos el descanso de
nuestro corazón.
Padrenuestro, Avemaría
y Gloria.
DÍA
TERCERO
¡Oh penitente
San Nicolás, encerrado en el silencio del claustro como en un dilatado campo de
penitente austeridad! ¿Quién podrá contar las estudiadas maneras con que atormentasteis
vuestro cuerpo puro e inocente con hierros, con cordeles, con cadenas, con cilicios
y con azotes? ¿Qué haremos nosotros, pecadores, si tanto hicisteis vos siendo
inocente? ¡Ah! Concedednos que al menos podamos borrar de los libros de la
Justicia divina nuestras deudas con una sincera y profunda penitencia de
corazón.
Padrenuestro,
Avemaría y
Gloria.
Que la vida del
hombre sobre la Tierra sea una continuada milicia, bien lo sabéis
vos ¡oh atribulado
San Nicolás!, que en el tranquilo retiro fuisteis molestado por quien trataba
de haceros abandonar vuestras acostumbradas mortificaciones! Enseñadnos a
vencer la más fatal sugestión con que el enemigo
infernal procura
hacernos diferir de día en día la obra de una sincera conversión.
¡Oh pacientísimo
San Nicolás! No consintió el Cielo veros por más tiempo entre temores, angustias
y amargas desolaciones de espíritu, sino que se complació en recrearos con suaves
melodías angélicas, ¡y os aseguró que el tenor de vuestra vida era agradable al
Señor! ¡Oh! ¿Quién puede lisonjearse de otro tanto? Al menos, infundidnos vos
una dulce esperanza de obtener el perdón de las culpas cometidas.
Padrenuestro, Avemaría
y Gloria.
Fué un oloroso
holocausto ¡oh devotísimo San Nicolás! que presto se elevó hasta el Trono de
Dios, la profesión de los votos sagrados que pronunciasteis con vuestros
fervorosos labios y observasteis con escrupulosa fidelidad hasta el fin de
vuestra vida. Haced que cumplamos las promesas que hicimos en el sacramento de la regeneración con la exacta observancia de la ley santa
de Dios.
Padrenuestro, Avemaría
y Gloria.
¡Oh invencible
San Nicolás! A fin de que obtuvieseis nuevas coronas de gloria permitió Dios al
maligno tentador que se desencadenase contra vos y os asaltase con horribles injurias
y aprensiones espantosas. ¡Ah, Santo amado! Libradnos de los asaltos de las tentaciones,
ó haced que la tentación nos halle siempre, como á vos, defendidos con la armadura
de los fuertes.
Padrenuestro, Avemaría
y Gloria.
El arma más
poderosa para vencer al abismo es el fervor de la oración, y ¿quién
mejor que vos
supo emplearlo ¡oh fervorosisimo San Nicolás!? En ella pasabais las horas de la
noche, en ella ocupabais las horas del día que os quedaban después de los
sagrados ministerios. ¡Ah! Obtenednos a nosotros, tan perezosos y fríos en la
oración, un ejercicio frecuente y un santo fervor.
Padrenuestro, Avemaría
y Gloria.
Cuán agradables
fueron al Cielo vuestras plegarias ¡oh beatísimo San Nicolás!, lo demostraron
aquellos serafines bienaventurados que se os aparecían para recogerlas en incensarios
de oro, así como el oloroso incienso y la prodigiosa estrella que os conducía
al oratorio. ¡Ah! Si veis escasos nuestros méritos, interponed por nosotros los
vuestros, y así sentiremos los copiosos y saludables efectos de vuestras
súplicas.
Padrenuestro, Avemaría
y Gloria.
DÍA
CUARTO
¡Oh virtuosísimo
San Nicolás! No obstante, la plenitud de vuestros méritos y la
abundancia de
favores celestiales, ¿quién no admirará vuestra profunda humildad, por la que
os considerabais como el más vil de vuestros hermanos, y os ofrecíais al
servicio de todos, y sufríais con gusto los más duros ultrajes y persecuciones?
Alcanzadnos estos sentimientos de aquel Dios que da la gracia
á los humildes y
resiste a los soberbios.
Padrenuestro,
Avemaría y
Gloria.
¡Oh amabilísimo
San Nicolás! Cual fuego que, cuanto más encerrado y escondido, tanto más arde y
consume, era el ardor de vuestra caridad: por eso, si la humildad os hacía
ingenioso para ocultaros, la fama de vuestra santidad, divulgada por tantos
lugares, os atraía la veneración pública, y un continuo recurso a vos en las
necesidades; y vos os prestabais solícito y prodigioso a ayudar a vuestros prójimos.
¡Oh! Ahora que descubrís mejor desde el Cielo nuestras necesidades, tened compasión
de nosotros, que en las aflicciones y peligros tenemos el consuelo de poder
repetir: «San Nicolás, protégenos».
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
¡Oh amabilísimo
San Nicolás! Apenas fuisteis destinado por vuestros Superiores a la predicación
evangélica, ¿quién puede decir con cuánta diligencia emprendisteis tan fatigosa
empresa? Los templos no eran capaces de contener las apiñadas gentes,
hambrientas por recibir de vos el Pan de la vida; así que
en las campiñas,
en las calles y en las plazas oías resonar vuestra voz. Disponed nuestro corazón
como un terreno escogido, en el que la semilla de la palabra divina produzca
sus frutos multiplicados.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
¡Oh virtuoso San
Nicolás! Poderoso en la palabra y en las obras, llenaba vuestro
corazón de un gozo
inexplicable el ver caer a vuestros pies, humillados y contritos, los más pérfidos
pecadores, y vos sanabais sus llagas con el sacramento de la reconciliación.
Renovad desde el Cielo vuestras maravillas para la conversión de las almas, y
haced por vuestra intercesión que sobreabunde la gracia en donde hasta ahora ha
abundado el pecado.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
¡Oh compasivo
San Nicolás! No sólo se distinguió vuestra caritativa piedad por la salud de
las almas para con los vivos, sino que también se extendió a las almas del
Purgatorio, pues que se os apareció una de aquellas ilustres prisioneras para
procurar vuestros sufragios. Encended en nuestro corazón tan piadosos sentimientos,
y haced que experimenten aquellas hermosas almas vuestra merced y una ayuda
pronta y oportuna.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
¡Oh misericordioso
San Nicolás! A la vista de las acerbísimos penas que sufren
aquellas desoladas
esposas del Cordero en la cárcel del Purgatorio, y que os fueron manifestadas, se
enfervorizó vuestro corazón en ayudarles con sufragios; así que servisteis de un
medio eficaz para que saliese una festiva multitud a la eternidad de la Gloria.
Ayudad con vuestra mediación a las almas que esperan
de nosotros tan
caritativo oficio, y acordaos de las nuestras cuando estén sufriendo en
aquellas llamas.
Padrenuestro,
Avemaría y
Gloria.
La tristeza de
las granjas, la pobreza de los asilos, el horror de las cárceles, no os retrajeron
de la piedad ¡oh ángel consolador San Nicolás! Así que emprendisteis penosos viajes
para instruir a los rústicos, anduvisteis mendigando de puerta en puerta para
proveer a los miserables, convertisteis en las cárceles, con vuestras
paternales visitas, a los malhechores, y a muchos les alcanzasteis la absolución
de la pena que les era debida. Reanimad piadoso esta infatigable conmiseración,
que ahora puede decirse que está apagada en nosotros, y haced desde el Cielo
que se extienda la vuestra, benéfica y generosa,
sobre todos los
mortales.
Padrenuestro,
Avemaría y
Gloria.
DÍA
QUINTO
¡Oh ínclito
Taumaturgo, en cuyas manos reposó el Omnipotente, mejor que en las manos del
caudillo hebreo la virtud admirable de obrar los más ruidosos prodigios para
socorro de la humanidad! Si Moisés con la vara, vos con una frágil caña
hicisteis manar de la árida tierra aguas saludables. Tocad la aridez de nuestro
corazón para que derramemos lágrimas copiosas que borren nuestras culpas.
Padrenuestro,
Avemaría y
Gloria.
¡Oh beneficentísimo
San Nicolás! Parecía que la Naturaleza estaba pronta a vuestras órdenes, o que
el Autor de la Naturaleza jugueteaba con vos, rivalizando con la ternura de
vuestros compasivos afectos, mientras visteis no pocas veces convertirse en frescas
rosas el pan que llevabais para alimentar á los mendigos. Sacudid nuestra
indiferencia y cambiadla por una generosa y abundante misericordia para con los
pobres de Jesucristo.
Padrenuestro,
Avemaría y
Gloria.
Fué tan
conspicua la obediencia con que negasteis vuestra voluntad y la sometisteis a
la voluntad ajena ¡oh dulcísimo San Nicolás!, que, obligado por el Superior a
mitigar vuestras rigurosas abstinencias, empeñasteis los milagros para no
violar la obediencia, y disteis vida a las aves aderezadas que os presentaron
para que recobraseis la salud y reparaseis las fuerzas. ¡Ah! Humillad la
soberbia de nuestro espíritu, y hacednos dóciles para llevar el suave yugo de
Jesucristo hasta el fin de nuestra vida.
Padrenuestro,
Avemaría y
Gloria.
Apiadado el
Cielo del riguroso tratamiento que dabais a vuestro cuerpo ¡oh austerísimo penitente
San Nicolás!, renovó para con vos el prodigio de las bodas de Canaán, haciéndoos
gustar muchas veces cambiada en vino la insípida agua que bebíais siempre para
apagar la sed. Mitigad nuestra sed con la fuente de las dulzuras celestiales, y
haced que tengamos fastidio de toda lisonja de placer
terreno.
Padrenuestro,
Avemaría y
Gloria.
Las maravillas
obradas por Elías y Elíseo en grata recompensa de las almas bienhechoras no
fueron extrañas para vos, ¡oh agradecidísimo San Nicolás!, que librasteis de
los infortunios, sanasteis de las enfermedades, proveísteis con la
multiplicación de la harina y del pan a los corazones generosos que secundaban
los deseos de vuestra ternura en socorro de la indigencia. Excitad en nuestro
corazón una gratitud sincera a los beneficios divinos, siendo éste el medio
seguro para obtener otros nuevos.
Padrenuestro,
Avemaría y
Gloria.
¡Qué consolación
tan dulcísima sintió vuestra alma sobre el lecho de vuestra enfermedad ¡oh amantísimo
San Nicolás!, ¡cuando se os apareció la Reina augusta de las vírgenes y,
dándoos a gustar un poco de pan mojado en agua, os restituyó la primitiva
salud! ¡Ah! Rogad por nosotros a la Inmaculada María,
y hacednos
dignos de su maternal protección.
Padrenuestro,
Avemaría y
Gloria.
Eficacísimo
remedio, no sólo para las enfermedades del cuerpo, sino también para las
aflicciones del alma, experimentan todavía los fieles ¡oh portentoso San
Nicolás! con el pan bendecido en vuestro nombre. Con él se alejan las pestes,
se apagan los incendios, se ahuyentan los espíritus infernales, se calman las
tempestades, se serenan los espíritus y se consuelan los corazones. ¡Oh! Si
Dios quiso glorificaros de tantos modos por todo el mundo católico, recordad
que mucho más motivo tiene de ser glorificada por vos aquella Providencia que
os dio el ser, y con la que se perfeccionó la obra de vuestra santificación.
Padrenuestro,
Avemaría y
Gloria.
DÍA
SEXTO
Alegraos ya ¡oh
ínclito San Nicolás! de sentir próximo el término de vuestra peregrinación, que
el Cielo mismo, desde que recibisteis el aviso, lo celebró seis meses antes, haciéndoos
gustar todas las noches las más suaves melodías del Paraíso. ¡Ah, sí! La Tierra
no tendrá ya la dicha de poseeros; preparad para nosotros una morada allá en la
Gloria, donde reina un gozo perpetuo.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
Si al anunciaros
la proximidad de vuestra muerte podía afligiros algún pensamiento, era
solamente el de no poder consagraros más al provecho de las almas y al servicio
de Dios. Por eso ¡oh insaciable San Nicolás!, recogiendo, aun en los últimos
momentos de vuestra vida, vuestras lánguidas fuerzas, os ejercitasteis en
acoger a penitencia a los pecadores, en aconsejar a los dudosos y en confortar
con vuestro celo apostólico a los vacilantes. ¿Qué será de nosotros, que nos
hallamos vacíos de méritos? ¡Oh! Supla vuestra abundancia por nuestra pobreza,
y así hacednos solícitos para merecer la eterna recompensa.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
¡Oh excelso San Nicolás,
calmad vuestras ansias de abrazaros presto con Jesús en la Gloria; refrenad
vuestros deseos, que os hacen exclamar con San Pablo que queréis desataros de
las prisiones del cuerpo para volar a la Patria de los Santos, ¡y volved una
mirada compasiva a nosotros, que nos dejáis inciertos de nuestra eterna
salvación! Encended en nosotros unos vivos deseos de los goces
celestiales, y
haced que no sean estériles, sino fecundos en buenas obras, para merecer poseerlos.
¡Oh felicísimo
San Nicolás! Como el ciervo busca la fuente, así vuestro espíritu anhelaba el
torrente de la eterna dulzura cuando se os aparecieron, para daros un sorbo,
nuestro Padre San Agustín, la Virgen María y Jesús, quien con amable aspecto os
dijo: «¡Ea, siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu Señor!» ¡Ah! En
nuestras agonías acreciéntese vuestra ayuda cuanto más crezcan entonces nuestras
necesidades.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
¡Oh benemérito
San Nicolás! Con aquella mirada segura con que tantas veces descubristeis a
otros su porvenir, visteis vos próximo el momento de vuestra muerte, y lo predijisteis
a vuestros Hermanos los Religiosos, diciéndoles que os acercabais a la Gloria,
¡ah!, redoblad vuestro empeño en prepararnos para nuestro último tránsito, pues
a la hora que menos pensemos vendrá la muerte, y haced que no nos engañemos en
un momento del que depende nuestra eternidad.
Padrenuestro,
Avemaría y
Gloria.
¡Oh
fervorosisimo San Nicolás! Lejos de sentir las amarguras de vuestra agonía,
entonasteis con
el arpa de David cánticos de alegría y de alabanza a la eterna Bondad, que
rompía ya los lazos del duro destierro, y renovasteis en la presencia de Dios
el sacrificio de vos mismo. Avivad en nosotros la confianza en la benignidad
divina, para que así le agrade la oferta que le hacemos de todos nosotros, y
sea el resto de nuestra vida una hostia viva, santa y agradable a sus purísimos
ojos.
Padrenuestro,
Avemaría y
Gloria.
El último
suspiro que salió de vuestros labios ¡oh enamorado San Nicolás!, fué
al mismo tiempo
de dolor y de amor. Quisisteis que se os trajese el Leño sacrosanto de la Cruz
para meditar en ella las penas que sufrió el divino Redentor, y os sentisteis
embriagado en el cáliz de la mirra recordando la excesiva caridad del Nazareno,
que dejó su vida sobre el duro tronco de la Cruz; y, así, con un vivo
transporte de amor exhalasteis el último suspiro. Sea este saludable Leño nuestro
refugio en esta vida y nuestra fortaleza en la hora de nuestra muerte, en la
que, sí nos espantan nuestros pecados, nos anime el pensamiento de que Jesús
derramó en la Cruz su sangre preciosísima para expiarlos.
Padrenuestro,
Avemaría y
Gloria.
DÍA
SÉPTIMO
¡Oh admirable
San Nicolás! Desde aquel resplandeciente trono de gloria al que
Dios quiso
sublimaros, miráis con ojos complacidos el lugar donde reposa vuestro cuerpo; en
el que se ve una fuente de gracias celestiales para la casa de David; y los
ciegos curados, los tullidos enderezados, los obsesos librados, los que evadieron
la muerte, y los resucitados a la vida, repiten vuestro nombre entre mil
tributos de gratitud y amor. ¡Qué afortunados somos con la posesión de tan
inestimable tesoro! Haced Vos que no desmerezcamos una dicha tan grande.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
¡Oh héroe
inmortal San Nicolás! No debían sentir vuestros sagrados despojos los
daños de la corrupción mortal, habiendo sido templo vivo y sagrario
del Espíritu Santo; pues hasta el agua que sirvió para lavaros las
manos y los pies, después de muerto en el lecho de la pobreza religiosa,
se conservó largo tiempo incorrupta, y sirvió para obrar las más
raras maravillas. Caiga sobre nuestro corazón una gota que apague
enteramente el fuego de la concupiscencia terrena.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
Si alrededor de
la piscina probática se agrupaba una multitud innumerable de enfermos para
conseguir la salud, el sonido espontáneo de las campanas invitaba con un prodigio
extraordinario, aun a los pueblos lejanos, a que se acercasen a vuestro
sepulcro para que recibiesen abundantes gracias y favores.
Así Dios, con
modos extraordinarios, quiere excitar a los fieles a esperar en vuestro poderoso
patrocinio. Acordaos que sois nuestro, y que tenemos más razón que otros para
contar con vuestra generosa beneficencia.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
Al júbilo universal
de la Iglesia Católica, cuando fuisteis inscrito solemnemente, por el Oráculo
infalible del Vaticano, en el catálogo de los Santos, ¡oh glorioso San Nicolás!
se agregó la viva gratitud dg los fieles, que
vieron por
vuestra merced terminados los cismas que laceraban la vestidura de la Esposa del
Nazareno. ¡Ah! Conservadnos a todos en la unidad de nuestra augusta Religión, y
haced que unánimes trabajemos por dilatar sus glorias.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
Mejor que los
huesos del antiguo José, que profetizaron después de su muerte, sirviendo de protección
al pueblo hebreo para llegar a la tierra prometida, vuestros huesos, ¡oh
milagroso Nicolás!, preconizaron elocuentes, con un nuevo prodigio, aquella
feliz inmortalidad de que serán revestidos algún día. Y por eso, cuarenta años
después de vuestra muerte, los sagrados brazos que se os cortaron, por una
indiscreta devoción, manaron sangre viva y un milagroso maná. Confirmadnos a
todos en las verdades de la fe, y haced que estemos prontos a sellarlas con
nuestra sangre.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
No una vez sola
manaron sangre vuestros brazos portentosos, ¡oh poderosísimo San Nicolás!, sino
muchas veces en la serie de los siglos, y especialmente cuando nos amenazan los
golpes de la divina Justicia, para que corramos solícitos a impedirlos. Os
damos infinitas gracias por esta paternal solicitud; mas empeñaos aún con la
Divina Majestad para que con su gracia venza la dureza de nuestro corazón y nos
conceda tiempo para hacer penitencia y enmendar nuestra vida.
Así como el
Cordero inmaculado y divino fundó y adornó la Iglesia con su sangre, así también
el Taumaturgo de Tolentino la sostiene y protege con la suya: éste es el elogio
que de Vos ¡oh magnífico San Nicolás! Hizo el Sumo Pontífice Alejandro VII
declarando que, en las calamidades de la Iglesia de Jesucristo, vos renováis
con vuestra sangre la señal de vuestra poderosa protección. Velad sobre el Supremo
Jerarca de los fieles, sobre el Prelado de este pueblo, sobre nuestros hermanos
religiosos, sobre vuestros devotos y sobre toda la grey católica, y haced que tranquila
y pacíficamente lleguemos todos un
día a ser dichosos
compañeros vuestros en la Jerusalén celestial. Amén.
Padrenuestro,
Avemaría y
Gloria.
TRIDUO AL EXTÁTICO Y ANGÉLICO PADRE
SAN NICOLÁS DE TOLENTINO
Compuesto por el Rvd. Padre Felipe López, de
la Orden de San Agustín, Madrid, España 1845
ACTO DE CONTRICIÓN
Soberano Señor, a vuestros pies postrado, me arrepiento de mis culpas,
porque conozco que vuestra bondad no debe ser injuriada por esta vil criatura,
sean mis suspiros las voces, con que mi corazón, herido de la muerte que me han
causado mis yerros, me pesa Señor de todo corazo0n el haberos ofendido, por ser
vos quien sois, y os pido perdón con toda mi alma, proponiendo firmemente el
nunca más pecar, fortalecido con el auxilio de vuestra divina gracia, yo os doy
palabra de confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta,
ofreciéndoos mi vida, obras y trabajos en satisfacción vuestra, y como lo
suplico, así confío que me perdonareis y me daréis la gracia para serviros y
amaros. También os lo suplico, por los méritos de San Nicolás de Tolentino, a
quien elijo como mi particular abogado en este Triduo, el que os alabe en el
mundo y después goce en la vida eterna. Amén.
DIA PRIMERO
ORACION A LA SANTÍSIMA TRINIDAD
Oh Padre Eterno, Dios de Inmensa Majestad, yo
te bendigo y te alabo por el don tan singular con que decoraste a tu siervo San
Nicolás de Tolentino, dándole poder en el cielo, en la tierra y los abismos
para que obrase prodigios y portentos. Yo te alabo y glorifico, Verbo Divino,
imagen del Padre, por la gracia especial con que adornaste a tu siervo Nicolás,
para que sacase del cieno de la culpa a infinitos pecadores. Yo te amo y
ensalzo oh Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, por el particular
privilegio con que caracterizasteis el alma de San Nicolás, haciéndola tu
templo perpetuo, siendo casto toda su vida, sin manchar su alma del pecado
mortal. Os ruego Señor, Uno en esencia, Trino en persona, por los méritos de
este gran santo, me concedáis vuestro auxilio para poder amaros, una voluntad
sincera de evitar todo lo que os desagrada, y la gracia final para perseverar
en vuestra justicia durante el término de mis días, y después gozar de vuestra
visión beatifica. Amén.
3
padres nuestros.
ORACION AL SANTO
¡Oh amado del Altísimo, y fino amante de la
Santísima Trinidad, glorioso Padre mío San Nicolás de Tolentino! Gózome y alabo
a Dios, por el grande incendio de amor que su Majestad Divina excitó en ti
dulce y tierno corazón, pues no habláis sino de las cosas de Dios, hechas para
beneficio del hombre, no pensabas sino en los misterios de la redención,
verificados para sanar al hombre de la mordedura de las serpientes, no obrabas
sino en la práctica de las virtudes, santificando tu bendita alma, y la de los
prójimos. Ruégote Santo mío, me alcances de su divina piedad, que mi corazón se
aleje de todo lo profano, y me una más a Dios por el vínculo de la caridad,
para que siguiendo en esta vida tus huellas, pase a gozar de Dios en vuestra
compañía. Amén. (Aquí se hace la petición)
ANTÍFONA: Anuncio Dios a su pueblo la virtud infinita de sus obras
maravillosas por su siervo Nicolás, y le hizo protector de las almas que desean
su Divino Amor.
L/: Ruega Nicolás bendito por nosotros
R/: Ampara y defiende a tus devotos
ORACION: Omnipotente y Sempiterno Dios, que te dignasteis engrandecer a tu
Iglesia, con una providencia especial, concediendo la gracia de obrar multitud
de milagros al Bienaventurado San Nicolás, te rogamos, que por sus méritos,
goce tu Iglesia, de una unidad y paz perpetua. Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.
DIA SEGUNDO
ORACION LA SANTÍSIMA VIRGEN MARIA
¡Oh Reina Soberana, Virgen Madre de Dios, María Señora nuestra! Puesto
que a vuestros pies se postran todos los espíritus angélicos y humanos que
alaban a Dios en el cielo y tierra, hacedme ¡oh Señora! Uno de ellos para que
no cese en alabaros. No me desprecies Madre mía, por ser grandes mis pecados,
pues sois la corredentora del mundo y conocéis mis miserias. Mostrad que sois
mi madre, que yo os mostrare el ser hijo, consagrándome a Dios y a vos toda mi
vida, como lo hizo vuestro siervo San Nicolás, a quien, bajando desde el cielo,
le disteis la medicina del pan, que el curo todas sus dolencias. Bendita seáis,
Señora, pues tanto cuidado tenéis con vuestros devotos, válgame a mi vuestro
soberano patrocinio, para sanar todas mis enfermedades espirituales y corporales,
para seguir la gracia de Dios y servirle para siempre. Amén. 5
aves Marías
ORACION
AL SANTO
¡Oh glorioso Padre mío San Nicolás de
Tolentino! Gózome y alabo a Dios por el don tan singular de devoción con que te
doto su Majestad Divina a la Reina de los Ángeles desde tu tierna edad, pues no
pensabas sino en agradar a esta, tu querida Madre, extendiendo su culto por
todas partes. Ruégote, Santo mío, me alcances de Dios, gracia particular para
ser muy devoto de María Santísima, y que, mediante su clemencia, consiga el
perdón de mis culpas, una muerte dichosa, y después, vuestra compañía en el
cielo. Amén. (Aquí se hace la petición)
ANTÍFONA: Lirio candísimo de virginal pureza fue Nicolás por ser devoto de
María, a visitarlo bajo esta Señora de su esfera celestial.
L/: Ruega Nicolás bendito por nosotros
R/: Ampara y defiende a tus devotos
ORACION: Omnipotente y Sempiterno Dios, que te dignasteis engrandecer a tu
Iglesia, con una providencia especial, concediendo la gracia de obrar multitud
de milagros al Bienaventurado San Nicolás, te rogamos, que, por sus méritos,
goce tu Iglesia, de una unidad y paz perpetua. Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.
DIA TERCERO
ORACION POR LAS ÁNIMAS BENDITAS DEL PURGATORIO
Oh Señor Dios Omnipotente, yo os suplico por los méritos infinitos de
vuestro santísimo Hijo, y principalmente por el sacrificio cruento en la Cruz,
y por la Sagrada Eucaristía, libres las almas del Purgatorio, en particular de
nuestros padres, parientes y amigos, para que os alaben eternamente en compañía
de vuestro querido Hijo y del Espíritu Santo. También os lo pedimos por los
méritos de María Santísima y del glorioso San Nicolás, saques las almas de
nuestros bienhechores y de nuestra obligación para que pasen a gozar del
descanso eterno. Amén. 3 padres nuestros, intercalando un Réquiem
ORACION AL SANTO
¡Oh glorioso y bienaventurado San Nicolás de
Tolentino! Gózome y alabo a Dios por el don tan singular de misericordia con
que os doto la Majestad Divina, para socorrer a las benditas almas del Purgatorio,
pues no hacías otra cosa sino orar, rezar y celebrar misas en su sufragio, por
cuya causa, las tenías muchas veces en tus aposentos pidiéndote auxilio, y el
todopoderoso te concedió las sacases de penas a cada instante, siendo
innumerables las almas que tú has librado de las penas de aquel lugar. Ruégote
Santo mío, saques de penas a las almas que hoy existen en él, y en particular
las de nuestra obligación. También te pedimos, saquéis las nuestras del pecado,
y que, si a la hora nuestra muerte nos destina el Señor al Purgatorio, nos
consueles desde el cielo, y nos libres de las llamas voraces, para que
descansemos en paz en tu compañía, por los siglos de los siglos. Amén. (Aquí
se hace la petición)
ANTÍFONA: Concedió Dios a Nicolás las llaves del abismo, saco las almas del
Purgatorio, y por su gran devoción, le hizo protector de ellas.
L/: Ruega Nicolás bendito por nosotros
R/: Ampara y defiende a tus devotos
ORACION: Omnipotente y Sempiterno Dios, que te dignasteis engrandecer a tu
Iglesia, con una providencia especial, concediendo la gracia de obrar multitud
de milagros al Bienaventurado San Nicolás, te rogamos, que, por sus méritos,
goce tu Iglesia, de una unidad y paz perpetua. Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.
NOVENA A SAN NICOLAS DE TOLENTINO
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero,
a mí me pesa de todo corazón de haberos ofendido por ser vos quien sois; espero
en vuestra infinita misericordia me habéis de perdonar mis pecados, los cuales
propongo no cometer más ni otro alguno, y de todos propongo confesarme
enteramente y hacer penitencia por todos ellos. Así lo espero por intercesión
de mi gran padre San Nicolás de Tolentino.
DIA PRIMERO
ORACIÓN
Dios y Señor mío, que desde lo alto sublime de
tu morada celestial, te dignaste de mirar propicio a tu gran siervo San
Nicolás, aceptando con especial amor el divino Sacrificio de la Misa que
inviolablemente te ofrecía todos los días por vivos y difuntos, queriendo tu
Divina Majestad obrar en cada uno maravillosos prodigios, socorriendo al
punto todas las necesidades que le eran encomendadas, y con mucha especialidad,
las que detenidas en el purgatorio padecían las benditas ánimas, las cuales le
fueron muchas veces aparecidas visiblemente, dándoles grandes voces y
pidiéndole dijese misa por ellas, y al punto serian libres de aquellos
atrocísimos tormentos con que eran atormentadas en el purgatorio: ruego, Señor,
juntes el valor de todos esos con los que en esta octava en honra suya te
ofrecen sus devotos y sus ministros los sacerdotes, para el remedio de las
muchas necesidades que padece al presente tu santa Iglesia católica, y las que
actualmente están padeciendo tus esposas las benditas ánimas del purgatorio, y
de las de todos los que hemos hecho esta novena, valiéndonos del patrocinio de
tu gran siervo San Nicolás de Tolentino, y lo demás que te hemos pedido. Amén.
Se rezan nueve Padre nuestros, y nueve Ave
marías con Gloria Patri, y después la antífona
ANTÍFONA: Nicolás, verdadero pobre de Cristo, escogido
virgen por Dios, guardando continuamente obediencia, honró con milagros y
virtudes el orden de los ermitaños.
L/:
Ruega por nosotros, bienaventurado Nicolás.
R/: Para que dignamente consigamos los
prometimientos de Cristo.
ORACIÓN: Concede, te rogamos, Omnipotente Dios, que tu
Iglesia, la cual, con indecible providencia, en el fin de los siglos,
resplandece con la grandeza de virtudes y milagros de Nicolás, tu confesor; por
méritos e intercesión de él, ahuyentados del todo los errores, con perpetua
tranquilidad y unidad, sea alegre, por Cristo nuestro señor. Amén.
DIA SEGUNDO
ORACIÓN
Gloriosísimo Padre San Nicolás de Tolentino, a
quien con maravilloso prodigio socorrió el cielo en uno de los mayores aprietos
en que te hallaste cuando intimándote la obediencia en una de tus graves
enfermedades, el que te alimentases de la carne, por reconocer los médicos que
era el último remedio para que cobrases la salud y no queriendo tu voluntad
contravenir al mandato de tu superior, y no faltar tampoco al voto que habías
hecho a Dios de no comer de ella jamás, afligido tu corazón, levantaste el
espíritu a Dios, diciéndole: ¡Oh, Dios mío, tú que conoces los secretos de los
corazones, bien sabes, Señor, que por la sola obediencia y no por mi voluntad,
como de esta carne, por tanto te ruego muestres tu voluntad en si quieres que
coma o no!. Y siendo al punto oída tu oración, dispuso el Señor, que luego que
echases la bendición sobre aquella perdiz, que para tu sustento había muerto y
sazonada para ti, al punto se levantase viva y vestida de todas sus plumas,
para manifestar al mundo lo mucho que le agradaba tu obediencia y abstinencia,
con la cual consoló tu afligido corazón. Ea, pues, Santo mío, alienta el mío
socorriendo la necesidad con que al presente sabes que te busco, e imploro tu
patrocinio en esta novena. Amén.
DIA TERCERO
ORACIÓN
Infinitas gracias os doy Eterno Dios, Hacedor
de todas las cosas, por las grandes misericordias con que quisiste enriquecer a
tu gran siervo San Nicolás, dándole poder para curar todo género de
enfermedades; pues con solo poner la mano sobre la cabeza de los enfermos,
huían las calenturas: las fiebres malignas del todo se corregían; los
paralíticos cobraban fuerzas; los ciegos la vista, y todos volvían consolados a
sus casas. Concédeme Santo mío, el que logre yo, por medio de tu patrocinio, la
salud del alma, junto con la del cuerpo; y el que vuelva a mi casa consolado,
logrando el socorro que sabes desea mi corazón, le alcances del Señor en esta
novena, si es para mayor gloria y bien de mi alma. Amén.
DIA CUARTO
ORACION
Dios y Señor, que para dar a conocer a los
hombres a tu Unigénito Hijo Jesucristo nuestro Señor, quisiste obrase grandes
maravillas, y entre ellas aquel portentoso milagro que cuentan los sagrados
evangelistas San Lucas y San Mateo, arrojando el demonio del cuerpo de un
hombre, al cual tenía mudo y ciego, quedando del todo libre y sano, y toda la muchedumbre
de las gentes admirada: de modo, que alzando entre todos la voz, alabó Marcela
el vientre y pecho virginales de su Santísima Madre: humildemente pedimos, por
los grandes méritos de tu gran siervo San Nicolás, a quien para darnos a
conocer su gran santidad, quisiste obrase este maravilloso milagro, dando el
habla y oído a un mudo y sordo de nacimiento, y junto le comunicaste la gran
virtud de poder arrojar de los cuerpos de los hombres a muchos e innumerables
demonios, con los cuales eran sumamente atormentados, así hombres como mujeres:
concédenos, te rogamos, por los grandes méritos de este gran siervo San
Nicolás, el que nuestros cuerpos sean libres de tan infernales espíritus, para
que no sean poseídos ni por ellos dañados, sino que libres por tu gracia, e
intercesión de tu gran siervo, alabemos todos tu gran poder y su singular
protección, y lo que en esta novena por él te suplico que me otorgues. Amén.
DIA QUINTO
ORACIÓN
Dios y Señor mío Jesucristo, que hablando con
tus amados discípulos les intimaste el que si querían venir en tu seguimiento.
siguiesen la cruz (significación de los trabajos) y fuesen en pos tuya. ¡Oh!
qué bien recibió tu amado siervo San Nicolás esta doctrina tan celestial, pues
viéndose estimado de todos por sus grandes prendas y singulares letras, y sabio
en todas sus artes, obteniendo actualmente la dignidad y rentas de canónigo de
San Salvador, en su misma patria, todo lo dejó luego que oyó tu voz por boca de
un predicador, cuyo tema eran estas palabras: Si queréis ser perfectos, negaos
a sí mismos y coged la cruz de los trabajos e id en pos de Jesucristo: las
cuales hicieron tanta operación en el corazón de tu siervo San Nicolás, que
desde luego trató de despojarse de todo. Pretendió el hábito en la religión del
Gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín, para seguir con más perfección
tus divinos mandatos: concédenos, te rogamos, que por su intercesión sepamos
negarnos a nosotros mismos; y siguiendo su ejemplo, abracemos de corazón la
cruz de los trabajos con resignación y paciencia, y lo que en esta novena te
suplicamos, mediante su intercesión. Amén.
DIA SEXTO
ORACIÓN
Dios y Señor Omnipotente, que en las mayores
necesidades sabes caritativo mostrar tus misericordias, valiéndote como de
instrumento para reparar las de tus criaturas: y si allá te valiste del santo
Moisés y de su vara, para que hiriendo una y otra vez aquel peñasco, brotasen
al punto en caudalosas corrientes las cristalinas aguas, que sedientos pedían
los de tu pueblo a tu caudillo Moisés. Y asimismo, clementísimo en la santa ley
de gracia, nos diste en tu amado siervo San Nicolás otro Moisés, para que por
su santa mano y bendito báculo fuese socorrida la necesidad del monasterio de
Tolentino, en que sedientos por faltarles el agua, y viéndose imposibilitados
de conducirla al monasterio, clamaron como a otro Moisés, a San Nicolás, los
religiosos, pidiéndole socorriese la sed de aquel monasterio; y apenas hubo
dado el primer golpe en la tierra, cerca de la pared de la iglesia, cuando al
instante (no sin gran asombro) vieron que por lo alto de la caña salta un
chorro de agua cristalina, que hasta hoy se conserva con gran veneración. ¡Oh
Dios admirable y prodigioso en tus Santos! Concédenos, te rogamos, por
intercesión de tu siervo San Nicolás, rompas nuestros corazones con el dolor de
haberte ofendido, y corra derretido en copiosos arroyos de lágrimas en muestras
de verdadero arrepentimiento, y lo que en esta novena te suplicamos mediante su
intercesión. Amén.
DIA SEPTIMO
ORACIÓN
Señor y Dios Eterno: infinitas gracias te
damos por habernos dado a tu gran siervo San Nicolás de Tolentino para remedio
de todas las dolencias; pues queriendo fuese conocido como tal, le diste virtud
soberana para sanar sordos, mudos, apostemas, lamparones, hechizados, hidrópicos,
y a otros de caídas muy peligrosas. Concédenos, te rogamos, que, por los
méritos de este admirable médico, seamos libres, de semejantes enfermedades, y
el ser libres de todas las tentaciones, para no caer en la más leve culpa, y lo
que en esta novena te suplicamos nos concedas por su amor. Amén.
DIA OCTAVO
ORACIÓN
¡Oh Dios admirable! Que con muy singular
providencia dispusiste en tu santa Iglesia el soberano sacramento del
matrimonio, queriendo que por medio de él se propagase la humana naturaleza; y
mirando los muchos peligros que hay en los partos; nos diste a tu gran siervo
San Nicolás de Tolentino, para que mediante su gran protección, fuesen libres
de todos ellos innumerables mujeres, las cuales, invocándole, se vieron libres
de los grandes peligros que les amenazaban sus partos, y para que valiéndose
otras de su protección, siendo por su naturaleza estériles, consiguiesen la
fertilidad, dándoles no uno, sino muchos hijos. Concédenos, te pedimos, que por
los méritos de este gran siervo tuyo libres a todas las preñadas de los
peligros del parto, y consueles a todas las que por su esterilidad viven sin
él, haciendo que fructifiquen para Dios, y lo que en esta novena por sus
méritos te rogamos. Amén.
DIA NOVENO
ORACIÓN
¡Oh glorioso Taumaturgo y Protector de las
almas del purgatorio, San Nicolás de Tolentino! Con todo el afecto de mi alma
te ruego que interpongas tu poderosa intercesión en favor de esas almas
benditas, consiguiendo de la divina clemencia la condonación de todos sus
delitos y sus penas, para que, saliendo de aquella tenebrosa cárcel de dolores,
vayan a gozar en el cielo de la visión beatífica de Dios. Y a nosotros, tus
devotos siervos, alcanzadnos, ¡oh gran santo!, la más viva compasión, la más
ardiente caridad hacia aquellas almas queridas, y la gracia que deseamos
conseguir a terminar esta novena. Amén.
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