DEVOCIONES A SANTA RITA DE CASIA
NOVENA
ABOGADA DE LAS CAUSAS DIFÍCILES, DESESPERADAS E IMPOSIBLES
Compuesta
por el muy Reverendo Padre Maestro Joaquín Navarro, de la Compañía de Jesús,
Doctor y Catedrático de Vísperas de la Universidad de Alcalá de Henares
Murcia
1887
ACTO DE CONTRICION
Señor mío
Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Criador y Redentor mío, pos ser Vos quien
sois, infinitamente bueno, y digno de ser amado sobre todas las cosas, me pesa,
Señor, de todo corazón haberos ofendido, y propongo con vuestra divina gracia
nunca más pecar, y confió que, por los méritos de vuestra sagrada Pasión y
muerte, me habéis dé perdonar y dar gracias para perseverar en vuestro santo
servicio, hasta el fin de mi vida. Amen.
ORACION PARA TODOS
LOS DIAS
Dulcísima Esposa de Jesucristo, señalada con una de sus
espinas, presentad mi corazón contrito y humillado ante el Tribunal de la
Divina Misericordia, para que por vuestra intercesión consiga el perdón de mis
pecados, y el favor particular que deseo y pido en esta Novena, dirigiendo mis
súplicas y afectos, principalmente, a honra y gloria de Dios; y al bien
espiritual de mi alma. Amén.
PRIMER DIA
Ángeles
gloriosísimos, recibid en vuestro Coro a la coronada Esposa de Jesucristo Santa
Rita de Casia, Ángel por su pureza, que llamo ángeles suyos á Jos gusanos que
la atormentaban viva, viviendo ella de solo padecer, y alimentada por mucho
tiempo de solo el pan de los ángeles: presentad sus merecimientos ante el trono
de la Divina Clemencia, para que por ellos y vuestra intercesión, consiga yo
alimentarme cada día del pan de lágrimas por mis pecados, y la gracia
particular que pido en esta Novena, deseando no apartarme en nada do la
voluntad de Dios. Amen.
ORACION PARA TODOS
LOS DIAS
Gloriosísima Santa Rita, sagrada protectora de imposibles,
llamada por boca del mismo Dios, remedio de afligidos y astro brillante en el
cielo de la Iglesia, para conducir a los mortales al seguro puerto de
salvación, consolad, Santa mía, a los mortales que vivimos en este valle de lágrimas,
y alumbrad nuestras almas con la luz del verdadero desengaño, haciéndolas
conocer lo caduco de los bienes temporales y lo inestimable de los eternos. Y
por la preciosísima sangre de Jesús, y la Inmaculada Concepción de María, su
Santísima Madre; manifestad en nosotros la virtud, poder y gracia que os
comunicó el cielo, haciendo que nuestros corazones se retiren y extraigan de
las continuas olas y borrascas que excita en ellos el peligroso mar del mundo,
para que así lleguemos seguros al puerto de salvación en la Bienaventuranza,
para lo cual nacimos, vivimos y debemos morir, descansando en paz con el Señor,
que es el principio y fin de todas las criaturas. Y también os suplicamos, nos
alcancéis el especial favor que deseamos lograr y os pedimos en esta Novena, si
es para mayor gloria de Dios y bien de nuestras almas, y, sino que se haga en
todo su santísima voluntad, y nosotros nos conformamos con ella. Amen.
ÚLTIMA ORACION
Dulcísimo, amorosísimo y dolorosísimo Jesús, que para que
todo tu sacratísimo Cuerpo fuese herido y atormentado por nuestras culpas,
quisiste que tu santísima y divina Cabeza, fuese coronada de agudas y punzantes
espinas, y te dignaste de regalar una de ellas a tu escogida sierva Santa Rita,
marcándola con esta señal, y señalándola en la frente por Esposa tuya;
concededme, Señor, por su intercesión, y por la sangre preciosísima que
sirviendo de instrumento las espinas, manó de tu delicadísima Cabeza y corrió
por tu bellísimo Rostro, que regándose con ella mil alma, se limpie y purifique
de las espinas de tantos pecados como mortalmente han herido, y así regalada y
purificada, lleve copiosos frutos de buenas obras, señalándolos con Ja final
perseverancia, a la cual tiene prometida la vida eterna, en donde te goce y
alabe con tu coronada esposa, mi protectora! y abogada, con todos los Coros de
Santos y Ángeles que le alaban y bendicen en la gloria, por toda la eternidad.
Amen.
Salúdote Rita Esposa,
Que entre espinas de
dolor
Naciste Vaso y aun
rosa
De Cristo, divino
Amor.
GOZOS
Pues de
Dios sois estimada,
De
imposibles Protectora,
Sed, vos, nuestra intercesora,
Rita bienaventurada.
Vuestro
nacimiento y nombre
Por un
ángel fue advertido,
Porque
antes de haber nacido
Ya vuestra
grandeza asombre;
Y pues
tanto a Dios agrada
Vuestro
nombre y le enamora,
El día que
os bautizaron
De vuestra
boca advirtieron,
Que abejas
blancas salieron
Donde unos
enjambres formaron:
En él se
mira cifrado
La dulzura
que atesora.
Padecisteis
con paciencia
Consintiendo
el matrimonio.
Pues que vuestro
desposorio
Con Jesús tenéis
tratado;
Y pues por
obedecer
Mucha
virtud se atesora.
Cuando
faltó vuestro Esposo
Y dos
hijos se os murieron,
Las ansias
os renacieron
Leí estado
religioso:
Agustino
en la morada
Queréis
ser habitadora.
Aunque por
viuda os negaron
Aquel
hábito divino,
Juan,
Nicolás y Agustino
En el
convento os entraron;
Era
imposible la entrada
por vos
Dios lo mejora.
Vuestro
aflorado Jesús
Os señaló
con agrado
Dándoos su
Cuerpo sagrado
Con lo que
os alimentáis;
en premio a
vuestra abstinencia
Os prepara
una corona.
Con una de
sus espinas
Os señaló
vuestro Esposo
Jesús
divino y glorioso
La que en
la frente os hería.
Y vos, con
suma alegría
La
bendecís sin amarse.
Consuelo
en vuestras piedades
Encuentran
los corazones
En tristeza
y aflicciones,
En partos
y enfermedades;
Su
intención mira lograda
Quien os
invoca y adora.
Pues de
Dios sois estimada,
De
imposibles protectora
Sed vos nuestra intercesora
Rita bienaventurada
L/: Señalaste, Señor, a tu sierva Rita.
R/: Con el sello de tu caridad y pasión.
ORACION
Dios y
Señor, que a la bienaventurada Rita, te dignaste dar gracia, que, habiéndote
imitado con el amor a los enemigos, y que en su corazón y frente llevase las
señales de tu caridad y pasión; rogámoste, nos concedas, por su intercesión y
méritos, amor a nuestros enemigos, y con la espina de compunción y dolor,
contemplar perpetuamente los dolores de tu pasión santísima, que vives y reinas
por todos los siglos. Amen.
DIA SEGUNDO
Sagrados
Arcángeles, empleados en anunciará los hombres las empresas más altas de Divina
Providencia, recibid en vuestro Coro a la sagrada y milagrosa protectora de
imposible, Santa Rita, nuevo arcángel, que anunció con palabras y obras al
mundo, la grande empresa de perdonar y amar más á los mayores enemigos,
ajustándose a lo que había anunciado y practicado su divino Esposo Jesucristo,
que pidió en la Cruz por los que más le atormentaban; presentadle el corazón de
esta su Esposa amante, para que por sus méritos, infunda en el mío un verdadero
amor a todos mis enemigos, y me conceda el favor particular que pido en esta
Novena, par: gloria suya y provecho de mi alma. Amen.
DÍA TERCERO
Sublimes principados, en quienes resplandece
como principal divisa la unión con Dios recibid en vuestro Coro a la coronada
Esposa de Jesús, Santa Rita, nuevo principado, que caminando de virtud en
virtud, logró con Dios tan estrecha unión en espíritu, como si no tuviera
cuerpo: presentad al Señor, las ansia: que tenia de salir de esta vida, para unirse
con El, más íntimamente en la eterna: por ella: y vuestra intercesión, alcance
yo vivir unid con su Majestad en perfecta caridad, y o favor que pido y deseo
en esta Novena, resignado eternamente en su voluntad santísima. Amen.
DIA CUARTO
Elevadas Potestades,
en quienes residen especialmente el imperio sobre los espíritus malignos,
recibid en vuestro Coro, Esposa de mi amado Jesús, Santa Rita, Potestad
sagrada, a cuyo poder cedieron los demonios innumerables veces dejando libres
con solo oír su nombre, a los que poseía y atormentaban; presentad ante el trono
de la Divina Clemencia, los crecimientos de esta humildísima criatura, y por
ellos, libradnos del poder de las tinieblas, alcanzando del Señor, que brille,
siempre en nuestras almas la luz de la divina gracia, y consigamos el favor
particular que pedimos en esta Novena, para su mayor honra y gloria. Amen.
DIA QUINTO
Prodigiosisimas
Virtudes, en quienes principalmente resplandece la de hacer milagros,
manifestando el divino poder: recibid en vuestro Coro a la coronada Esposa de
Jesucristo, Santa Rita, nueva Virtud, en quien se ostentó la Omnipotencia, con
estupendos c innumerables portentos, siendo el mayor milagro cada una de sus
heroicas virtudes: presentádselas al Señor, y alcanzadnos por su intercesión,
una fervorosa vida, que logre por premio la eterna gloria, y el favor
particular que pedimos en esta novena, resignados a su santísima voluntad.
Amen.
DIA SEXTO
Prodigiosisimas
Dominaciones, que presiden a los espíritus inferiores, rendidos todos a la
Divina Voluntad; recibid en vuestro coro a la prodigiosa abogada de los
imposibles, Santa Rita de Casia, dominación excelsa sobre sus propios afectos,
hasta conseguir el querer solamente lo que Dios quería haciendo una sola
voluntad con la Divina: ofrecedle los afectos de esta su coronada esposa, y
para nosotros, que dominando los nuestros, los enderecemos principalmente a las
cosas eternas, y el favor particular que por su intercesión le suplicamos,
encaminándole a un mismo fin, que es el de su mayor gloria. Amen.
DIA SEPTIMO
Elevadísimos
Tronos, en quienes descansa el Señor de la Majestad, recibid en vuestro coro a
la Corona esposa del mismísimo Señor, Santa Rita, Trono verdaderamente nuevo,
en cuyo corazón descanso, ocupándole el solo, no hallando el mismo corazón más
descanso que en solo Dios, y en padecer por su amor, presentarle este corazón
fervoroso con todas sus ansias, y pedidle que el nuestro arroje de sí todos los
deseos de las cosas de la tierra, llenándose de las del cielo, y el favor especial
que deseamos, encaminándose siempre a la gloria de Dios y bien de nuestras
almas. Amen.
DIA OCTAVO
Espíritus
excelsos, en quienes se admira la plenitud de ciencia, y por tanto lográis el
renombre de Querubines, recibid en vuestro Coro a la coronada Esposa de la
Sabiduría Encarnada, Santa Rita, nuevo portentoso Querubín, que fundó su
ciencia sobre el temor del Señor, y la coronó con el amor del mismo:
presentadle su corazón, y alcanzadnos por sus méritos, la verdadera sabiduría
de proponer lo temporal á lo eterno, y la gracia particular que esperamos
lograr en esta Novena, cediendo en gloria de Dios y bien de nuestras almas.
Amen.
DIA NOVENO
Abrazadísimos
Serafines que vivís de amor; recibid en vuestro Coro a la coronada Esposa del
Divino Verbo humanado por el nuestro, Santa Rita, Serafín prodigioso, que nunca
dijo basta al amor, hasta morir de amor corno había vivido; presentad a la
Beatísima Trinidad estos excesos de amor, y alcanzad una centella del mismo,
para que nuestros corazones aprendan á descansar en este sagrado' fuego, que es
vida del alma, y el favor particular que deseamos en esta Novena, a mayor
gloria de Dios y bien de nuestras almas. Amen.
SEMANA DEVOTA
ACTO DE CONTRICIÓN
¡Gran Dios, todo bueno en
vos mismo, y todo bueno para mí! Verdaderamente debiera ser un imposible dejar
de amaros, y mucho más el ofenderos, cuando por vuestras perfecciones y
vuestros beneficios sois amable infinitamente. No obstante, es punto de hecho.
A pesar de vuestra bondad, yo he dejado de amaros, y a despecho de cuantos
bienes os he debido, he tenido mil ocasiones la osadía de ofenderos. ¡Ay! lo conozco,
y humildemente lo confieso, pidiéndoos perdón de mi injurioso atrevimiento y de
mi ingratitud. Vos sois muy bueno y bienhechor, y no despreciareis un corazón
contrito, que detesta sus culpas, y ayudado de vuestra gracia, o da, para lo
porvenir, Una palabra firme de estar pronto a morir, antes que volver a pecar.
DOMINGO
La vanidad del siglo, los malos tratamientos, las injurias
y las calumnias, en fin, los mismos favores del cielo no hallaron en tí, oh
Rita bienaventurada, sino un corazón todo humilde. Niña aun despreciaste los atavíos,
con que se quería engalanarte. Las palabras desentonadas, y tal vez los golpes
del marido insufrible no hicieron salir de tus labios la más mínima queja. Las
calumnias levantadas contra tu honor, jamás disminuyeron ni un punto tu
tranquilidad. Las caricias, por último, de tu esposo Jesús, que sobre tu seno
derramaba á torrentes sus favores y gracias, no encontraron en tí, sino unos
labios silenciosos para encubrirlas, y un espíritu lleno de su propio
conocimiento para no insolentarse. ¡Oh humildad heroísima en los desprecios, y
mucho más maravillosa entre las humas! ¡Oh si yo consiguiera un temple tal para
mi corazón, que ni las injurias fuesen bastantes a alterarlo, ni las
prosperidades capaces de ensoberbecerlo! Si me lo alcanzarás, dulce Rita: yo lo
espero de tu mediación, me lo alcanzarás, impetrándome de tu Esposo un corazón
manso y humilde.
LUNES
La virginidad, estado el más dichoso, y al mismo tiempo el
más perfecto, fué, amada Rita, el dulce encanto de tus amores. Sin embargo, una
tan preciosa azucena no dudaste rendirla a la voluntad de tus padres, tomando, por
obedecerlos, el estado del matrimonio. La obediencia sola pudo obligarte a este
sacrificio. ¿Pero qué mucho? Tu obediente espíritu no había menester para
obrar, ni aun la intimación de las órdenes. Bastaba adivinar el gusto de tus
superiores, y su voluntad luego era hecha. Más si tu obediencia estaba llena de
ojos para explorar su voluntad, y ejecutarla antes de la orden, ella era ciega
absolutamente para no poner réplica a lo mandado. Sean viles los oficios; no
los huyes, si te mandan Sean inútiles, y aun imprudentes, al parecer; tú nada contradices
Un leño seco y desarraigado recibe tu riego el espacio de un año entero. Mas si
él reverdece, si no da flores, si no lleva fruto; ¡oh cuantos, y cuan preciosos
produjo en tu alma esta obediencia! Oh amada Rita, consiga yo por tu
intercesión una, obediencia pronta, tina, obediencia ciega: obediencia a Dios,
y obediencia a todos aquellos que Píos me ha puesto en su lugar.
MARTES
Si los bienes, miserables
del mundo tienen, gloriosa Rita, tanto poder para deslumbrar a los hombres,
ellos, para tu corazón jamás tuvieron atractivo. Una moneda de oro, hallada
acaso en un camino, se te hace un peso soportable; y luego la arrojas de tí.
Haces que un rio se la arrebate, porque las riquezas caducas no te deben otro
concepto, que el de un torrente que presto pasa. Desprendida, pues, de todo
amor hacia ellas, solos los bienes sólidos, los bienes del espíritu, los bienes
celestiales fueron el blanco de tus deseos, de tu cuidado y solicitud. ¡Oh cuan
rica estuviste de estos! ¡Mas, oh cuan pobre de los fútiles y los vanos! Dígalo
tu celda pequeña; tu lecho, que era una tarima; tu cabecera, que era una
piedra; tu hábito, en fin, con que profesaste, con que te vestiste desde
entonces hasta lo último de tu vida, y con que hasta el día de hoy está
cubierto tu cadáver ¡Que pobreza! Un solo habito te bastó para tantos siglos; ¡y
a la avaricia de los mortales no basta el mundo todo para unos breves días!
Arranca, Santa mía, por medio de tu valimiento, arranca de nuestros corazones
todo afecto hacia lo caduco, y ruega a tu esposo plante en ellos un amor grande
a la virtud, y un ardiente deseo de las riquezas del Paraíso.
MIÉRCOLES
El lirio hermoso de la virginidad se había robado, o
amable Rita, los dulces amores de tu alma. Tu niñez, pues, lo conservó, cómo un
tesoro inestimable. Mas ya que tuviste por bien sacrificar solo a la
obediencia, guardaste después una castidad conyugal, luego la propia de la
viudez, y últimamente, la que votaste en tu profesión religiosa. ¡Ah, y qué
conatos no puso el impuro Asmodeo para robarte este tesoro! Pero inútilmente,
porque tú supiste guardarlo, y defenderlo con valor, de todas sus astucias.
Debilitada con abstinencias rigorosísimas, revolcada sobre la nieve, y
aplicando ya tus dedos, y ya tus plantas, a un fuego abrasador, saliste siempre
victoriosa de sus asaltos y combates, de sus tentaciones y ardides. Yo aplaudo
tu triunfo; y las inmortales coronas que ellos te merecieron, suplicándote que
me alcances del inmaculado Cordero castidad en mis pensamientos, pureza en mis
plabras, honestidad en todas mis obras, y un gran cuidado de valerme de las
armas precisas para triunfar en este género de batalla la más difícil.
JUEVES
¡Querida Rita! ¿Qué es lo que hoy miro en Tus huesos?, que
se traslucen por la piel, tu piel pegada a los huesos mismo, tus labios
amortiguados, tu semblante pálido, no me presentan sino la imagen de la
penitencia y rigor, ¿Y qué otro efecto pedían hacer tus crueldades santas en ese
cuerpo delicado, sino extenuarlo y consumirlo? ¿Qué habían de hacer tus casi
continuos ayunos, y muchísimos á pan y agua? ¿Qué, los punzantes cilicios, con
que ceñáis tus carnés? ¿Qué los severos azotes con que tres veces cada día, ya
con duras correas, ya con cordeles dolorosos, ya con disciplinas de hierro te
herías y atormentabas? ¿Qué finalmente, todas las otras austeridades de tu
admirable mortificación? No, no te hizo falta para ser émula de los pasmosos Anacoretas
de la Tebaida y de la Escitia, el no haber podido retirarte a aquel yermo, y a
aquella gruta, porque suspirabas, cuando niña. En medio del convento de la
Magdalena de Casia hiciste ver prodigios de penitencia, que hubieran asombrado
a los desiertos de Palestina. ¡Qué valor tan heroico, en una mujer delicada!
¡Qué rigor tan maravilloso en una criatura inocente! ¡Y qué bochorno lo uno y
lo otro para mí, que, siendo culpado, no tengo, ánimo para castigar mis excesos
con la santa mortificación! Alcánzamelo, Rita penitentísima, pidiendo al Señor
me conceda la gracia, ya que no te seguí inocente, de imitarte a lo menos
penitente.
VIERNES
Esposa de un Jesús, todo amor para con los hombres, ¿cómo
no habías de estar, oh amantísima Rita, Mena de amor para con tus prójimos? Sí:
tu visitabas a los enfermos: consolabas a los afligidos: socorrías los
necesitados: reducías los extraviados al buen camino: orabas por los pecadores:
estabas llena de ternura para con los justos, de compasión para con las almas
purgantes, y de piedad y devoción para con las bienaventuradas. A todos
abrasaba tu corazón por el amor. ¿Y podré yo admirarme de ello, cuando del Calor
de tu caridad no se escondían ni a tus enemigos? Unos alevosos con una muerte
cruel te arrancaron a tu marido: te dejaron viuda, y con dos prendas huérfanas.
¡Terrible golpe para una esposa! ¡Mucho más terrible para una madre, que queda
viuda! ¿Mas cómo te portaste en él? Sentiste, te afligiste, derramaste amargas
corrientes sobre el destrozado cadáver; pero no dejaste de amar. Amaste aun a
tus enemigos: sinceramente los perdonaste; y aun para apartar de todo peligro
de que pagasen con su sangre algún día aquella muerte, pediste é Dios se
llevase a tus hijos, que ya mostraban inclinación a la venganza. ¡Qué amor! ¡Qué
caridad! Alcánzame una semejante, para que ame a todos mis prójimos, aun a mis
enemigos, no solo con las palabras y con la lengua, más con obras y con verdad.
SÁBADO
¿Como seguiré, oh abrasada Rita, el vuelo de tus llamas? La
contemplación de las perfecciones divinas, las dulces memorias de los misterios
sacrosantos, un Dios hecho hombre por los hombres, muerto en un patíbulo para salvarlos,
escondido en la Eucaristía para servirles de alimento, producen en tu corazón
un luego, que te abrasa, y un incendio en tu espíritu, que lo hace volar a su centro.
Tus dulces transportes, tus amorosas languideces, tus frecuentes éxtasis
demuestran que está tu alma más donde ama, que donde anima. Sí; tu alma está
toda en Dios, y Dios mutuamente está en ti. Este es el efecto precioso de la
caridad santa. El que está en ella, está en Dios, y Dios está en él. Por eso
tus pensamientos son de Dios, tus palabras de Dios, oh con Dios, tus obras todas
dirigidas a honor de Dios. ¡Oh felicidad! ¡oh delicia! ¡oh bienaventuranza! ¿No
me alcanzarás, seráfica Rita, el que yo tenga parte en ella? Sí: impétrame, te
ruego, un grande amor por Dios, que por su ser infinitamente amable merece
todas las ternuras, por sus beneficios es acreedor todo reconocimiento. Impétrame
este amor, que con la vista del sumo Bien ha de hacer la bienaventuranza de la
otra.
DÍA VEINTIDÓS
Hincado de rodillas ante
la imagen de Santa Rita, se dirá lo siguiente:
ORACIÓN
¡Oh Dios verdaderamente admirable! ¿Quién no alabará á
vista de Rita las maravillas de tu poder?, Su concepción de estériles, y
ancianos padres: su nacimiento, sin dolor de quien la dio a luz: su niñez
prevenida con bendiciones de dulzura: su estado conyugal santificado con una
invicta mansedumbre, y una inalterable paciencia; y todas las virtudes propias
de aquella mujer fuerte, recomendada por Salomón: su entrada al monasterio
enteramente milagrosa: su religiosa vida empleada en la observancia de sus santas
obligaciones, resplandeciente con todo género de virtudes heroicas, distinguida
con singularísimas gracias, coronada con una muerte la más preciosa y la más
dulce, seguida en fin de los más ruidosos prodigios obrados para testimonio de
su mérito y santidad: todo, Señor, todo anuncia tu gloria, y todo excita nuestros
ánimos a ensalzar tu nombre, y a dar gracias a tu bondad. Sí, Dios grande y
maravilloso, yo te alabo y bendigo, y con toda aquella ternura de que es capaz
mi corazón, te doy tendidas gracias por todos los favores, de que colmaste la
vida, y con qué ilustraste la muerte de esta tu muy querida esposa: pidiéndote
por su intercesión el que te dignes de concederme en el discurso de mi vida,
cuanto menester para que ella te sea agradable, y en la hora crítica de mi
muerte, cuanto es necesario, a fin de que ella sea preciosa ante tu divino
acatamiento.
Se
rezarán veinte y dos Aves Marías, y luego está:
ORACIÓN
¡Oh amada Esposa de Jesús, dulcísima abogada mía Santa
Rita de Casia! Déjame, te ruego, transportar un instante a alabar esa espina
que atravesó tu feliz frente. EL dolor que produjo en tu alma la consideración
de los que tu esposo divino padeció en su augusta cabeza con la corona de
cambrones, te hizo desear el ser partícipe de sus penas. El, pues,
condescendiendo con tus suspiros, hace un arco de su misma corona, y flecha de
una de sus espinas, y disparándola con fuerte impulso, te la deja fija en la frente;
te causa un dolor intensísimo: te abre una llaga muy dolorosa, y te pone en
ella para él resto todo de tu vida un seminario de paciencia. ¡Oh espina más preciosa
que los rayos del sol! ¡oh llaga más amable que las púrpuras de los
emperadores! ¡oh frente más dichosa que las coronadas con diamantes y con
rubíes! ¡qué bien brillas, Rita gloriosa, con esa espina que te distingue y te
señala como á esposa muy escogida y muy privilegiada del Rey coronado de
espinas! Yo te doy los plácemes de este tan singular favor, y te pido por él,
me impetres de tú mismo esposo, el que clave en mi corazón una espina de compasión
hacia tus dolores, otra espina de dolor por mis culpas, otra espina de temor
por sus juicios, para que, penetrado profundamente de estas espinas, viva de
modo en este mundo, que ellas se me cambien en rosas de inmortalidad y de
gloria en la dichosa eternidad. Amén.
Una
salve por las Almas del Purgatorio.
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