sábado, 10 de marzo de 2018

DEVOCIONARIO A SANTA RITA DE CASIA




DEVOCIONES A SANTA RITA DE CASIA



NOVENA 

ABOGADA DE LAS CAUSAS DIFÍCILES, DESESPERADAS E IMPOSIBLES

Compuesta por el muy Reverendo Padre Maestro Joaquín Navarro, de la Compañía de Jesús, Doctor y Catedrático de Vísperas de la Universidad de Alcalá de Henares
Murcia 1887

ACTO DE CONTRICION

 Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Criador y Redentor mío, pos ser Vos quien sois, infinitamente bueno, y digno de ser amado sobre todas las cosas, me pesa, Señor, de todo corazón haberos ofendido, y propongo con vuestra divina gracia nunca más pecar, y confió que, por los méritos de vuestra sagrada Pasión y muerte, me habéis dé perdonar y dar gracias para perseverar en vuestro santo servicio, hasta el fin de mi vida. Amen.

ORACION PARA TODOS LOS DIAS
Dulcísima Esposa de Jesucristo, señalada con una de sus espinas, presentad mi corazón contrito y humillado ante el Tribunal de la Divina Misericordia, para que por vuestra intercesión consiga el perdón de mis pecados, y el favor particular que deseo y pido en esta Novena, dirigiendo mis súplicas y afectos, principalmente, a honra y gloria de Dios; y al bien espiritual de mi alma. Amén.

PRIMER DIA
 Ángeles gloriosísimos, recibid en vuestro Coro a la coronada Esposa de Jesucristo Santa Rita de Casia, Ángel por su pureza, que llamo ángeles suyos á Jos gusanos que la atormentaban viva, viviendo ella de solo padecer, y alimentada por mucho tiempo de solo el pan de los ángeles: presentad sus merecimientos ante el trono de la Divina Clemencia, para que por ellos y vuestra intercesión, consiga yo alimentarme cada día del pan de lágrimas por mis pecados, y la gracia particular que pido en esta Novena, deseando no apartarme en nada do la voluntad de Dios. Amen.

ORACION PARA TODOS LOS DIAS
Gloriosísima Santa Rita, sagrada protectora de imposibles, llamada por boca del mismo Dios, remedio de afligidos y astro brillante en el cielo de la Iglesia, para conducir a los mortales al seguro puerto de salvación, consolad, Santa mía, a los mortales que vivimos en este valle de lágrimas, y alumbrad nuestras almas con la luz del verdadero desengaño, haciéndolas conocer lo caduco de los bienes temporales y lo inestimable de los eternos. Y por la preciosísima sangre de Jesús, y la Inmaculada Concepción de María, su Santísima Madre; manifestad en nosotros la virtud, poder y gracia que os comunicó el cielo, haciendo que nuestros corazones se retiren y extraigan de las continuas olas y borrascas que excita en ellos el peligroso mar del mundo, para que así lleguemos seguros al puerto de salvación en la Bienaventuranza, para lo cual nacimos, vivimos y debemos morir, descansando en paz con el Señor, que es el principio y fin de todas las criaturas. Y también os suplicamos, nos alcancéis el especial favor que deseamos lograr y os pedimos en esta Novena, si es para mayor gloria de Dios y bien de nuestras almas, y, sino que se haga en todo su santí­sima voluntad, y nosotros nos conformamos con ella. Amen.

ÚLTIMA ORACION
Dulcísimo, amorosísimo y dolorosísimo Jesús, que para que todo tu sacratísimo Cuerpo fuese herido y atormentado por nuestras culpas, quisiste que tu santísima y divina Cabeza, fuese coronada de agudas y punzantes espinas, y te dignaste de regalar una de ellas a tu escogida sierva Santa Rita, marcándola con esta señal, y señalándola en la frente por Esposa tuya; concededme, Señor, por su intercesión, y por la sangre preciosísima que sirviendo de instrumento las espinas, manó de tu delicadísima Cabeza y corrió por tu bellísimo Rostro, que regándose con ella mil alma, se limpie y purifique de las espinas de tantos pecados como mortalmente han herido, y así regalada y purificada, lleve copiosos frutos de buenas obras, señalándolos con Ja final perseverancia, a la cual tiene prometida la vida eterna, en donde te goce y alabe con tu coronada esposa, mi protectora! y abogada, con todos los Coros de Santos y Ángeles que le alaban y bendicen en la gloria, por toda la eternidad. Amen.

Salúdote Rita Esposa,
Que entre espinas de dolor
Naciste Vaso y aun rosa
De Cristo, divino Amor.


GOZOS


Pues de Dios sois estimada,
De imposibles Protectora,
Sed, vos, nuestra intercesora,
Rita bienaventurada.

Vuestro nacimiento y nombre
Por un ángel fue advertido,
Porque antes de haber nacido
Ya vuestra grandeza asombre;
Y pues tanto a Dios agrada
Vuestro nombre y le enamora,

El día que os bautizaron
De vuestra boca advirtieron,
Que abejas blancas salieron
Donde unos enjambres formaron:
En él se mira cifrado
La dulzura que atesora.

Padecisteis con paciencia
Consintiendo el matrimonio.
Pues que vuestro desposorio
Con Jesús tenéis tratado;
Y pues por obedecer
Mucha virtud se atesora.

Cuando faltó vuestro Esposo
Y dos hijos se os murieron,
Las ansias os renacieron
Leí estado religioso:
Agustino en la morada
Queréis ser habitadora.

Aunque por viuda os negaron
Aquel hábito divino,
Juan, Nicolás y Agustino
En el convento os entraron;
Era imposible la entrada
por vos Dios lo mejora.

Vuestro aflorado Jesús
Os señaló con agrado
Dándoos su Cuerpo sagrado
Con lo que os alimentáis;
en premio a vuestra abstinencia
Os prepara una corona.

Con una de sus espinas
Os señaló vuestro Esposo
Jesús divino y glorioso
La que en la frente os hería.
Y vos, con suma alegría
La bendecís sin amarse.

Consuelo en vuestras piedades
Encuentran los corazones
En tristeza y aflicciones,
En partos y enfermedades;
Su intención mira lograda
Quien os invoca y adora.

Pues de Dios sois estimada,
De imposibles protectora
Sed vos nuestra intercesora
Rita bienaventurada


L/: Señalaste, Señor, a tu sierva Rita.
R/: Con el sello de tu caridad y pasión.

ORACION
Dios y Señor, que a la bienaventurada Rita, te dignaste dar gracia, que, habiéndote imitado con el amor a los enemigos, y que en su corazón y frente llevase las señales de tu caridad y pasión; rogámoste, nos concedas, por su intercesión y méritos, amor a nuestros enemigos, y con la espina de compunción y dolor, contemplar perpetuamente los dolores de tu pasión santísima, que vives y reinas por todos los siglos. Amen.

DIA SEGUNDO
Sagrados Arcángeles, empleados en anunciará los hombres las empresas más altas de Divina Providencia, recibid en vuestro Coro a la sagrada y milagrosa protectora de imposible, Santa Rita, nuevo arcángel, que anunció con palabras y obras al mundo, la grande empresa de perdonar y amar más á los mayores enemigos, ajustándose a lo que había anunciado y practicado su divino Esposo Jesucristo, que pidió en la Cruz por los que más le atormentaban; presentadle el corazón de esta su Esposa amante, para que por sus méritos, infunda en el mío un verdadero amor a todos mis enemigos, y me conceda el favor particular que pido en esta Novena, par: gloria suya y provecho de mi alma. Amen.

DÍA TERCERO
 Sublimes principados, en quienes resplandece como principal divisa la unión con Dios recibid en vuestro Coro a la coronada Esposa de Jesús, Santa Rita, nuevo principado, que caminando de virtud en virtud, logró con Dios tan estrecha unión en espíritu, como si no tuviera cuerpo: presentad al Señor, las ansia: que tenia de salir de esta vida, para unirse con El, más íntimamente en la eterna: por ella: y vuestra intercesión, alcance yo vivir unid con su Majestad en perfecta caridad, y o favor que pido y deseo en esta Novena, resignado eternamente en su voluntad santí­sima. Amen.

DIA CUARTO
Elevadas Potestades, en quienes residen especialmente el imperio sobre los espíritus malignos, recibid en vuestro Coro, Esposa de mi amado Jesús, Santa Rita, Potestad sagrada, a cuyo poder cedieron los demonios innumerables veces dejando libres con solo oír su nombre, a los que poseía y atormentaban; presentad ante el trono de la Divina Clemencia, los crecimientos de esta humildísima criatura, y por ellos, libradnos del poder de las tinieblas, alcanzando del Señor, que brille, siempre en nuestras almas la luz de la divina gracia, y consigamos el favor particular que pedimos en esta Novena, para su mayor honra y gloria. Amen.

DIA QUINTO
Prodigiosisimas Virtudes, en quienes principalmente resplandece la de hacer milagros, manifestando el divino poder: recibid en vuestro Coro a la coronada Esposa de Jesucristo, Santa Rita, nueva Virtud, en quien se ostentó la Omnipotencia, con estupendos c innumerables portentos, siendo el mayor milagro cada una de sus heroicas virtudes: presentádselas al Señor, y alcanzadnos por su intercesión, una fervorosa vida, que logre por premio la eterna gloria, y el favor particular que pedimos en esta novena, resignados a su santísima voluntad. Amen.

DIA SEXTO
Prodigiosisimas Dominaciones, que presiden a los espíritus inferiores, rendidos todos a la Divina Voluntad; recibid en vuestro coro a la prodigiosa abogada de los imposibles, Santa Rita de Casia, dominación excelsa sobre sus propios afectos, hasta conseguir el querer solamente lo que Dios quería haciendo una sola voluntad con la Divina: ofrecedle los afectos de esta su coronada esposa, y para nosotros, que dominando los nuestros, los enderecemos principalmente a las cosas eternas, y el favor particular que por su intercesión le suplicamos, encaminándole a un mismo fin, que es el de su mayor gloria. Amen.

DIA SEPTIMO
Elevadísimos Tronos, en quienes descansa el Señor de la Majestad, recibid en vuestro coro a la Corona esposa del mismísimo Señor, Santa Rita, Trono verdaderamente nuevo, en cuyo corazón descanso, ocupándole el solo, no hallando el mismo corazón más descanso que en solo Dios, y en padecer por su amor, presentarle este corazón fervoroso con todas sus ansias, y pedidle que el nuestro arroje de sí todos los deseos de las cosas de la tierra, llenándose de las del cielo, y el favor especial que deseamos, encaminándose siempre a la gloria de Dios y bien de nuestras almas. Amen.

DIA OCTAVO
Espíritus excelsos, en quienes se admira la plenitud de ciencia, y por tanto lográis el renombre de Querubines, recibid en vuestro Coro a la coronada Esposa de la Sabiduría Encarnada, Santa Rita, nuevo portentoso Querubín, que fundó su ciencia sobre el temor del Señor, y la coronó con el amor del mismo: presentadle su corazón, y alcanzadnos por sus méritos, la verdadera sabiduría de proponer lo temporal á lo eterno, y la gracia particular que esperamos lograr en esta Novena, cediendo en gloria de Dios y bien de nuestras almas. Amen.

DIA NOVENO
Abrazadísimos Serafines que vivís de amor; recibid en vuestro Coro a la coronada Esposa del Divino Verbo humanado por el nuestro, Santa Rita, Serafín prodigioso, que nunca dijo basta al amor, hasta morir de amor corno había vivido; presentad a la Beatísima Trinidad estos excesos de amor, y alcanzad una centella del mismo, para que nuestros corazones aprendan á descansar en este sagrado' fuego, que es vida del alma, y el favor particular que deseamos en esta Novena, a mayor gloria de Dios y bien de nuestras almas. Amen.





SEMANA DEVOTA


ACTO DE CONTRICIÓN

¡Gran Dios, todo bueno en vos mismo, y todo bueno para mí! Verdaderamente debiera ser un imposible dejar de amaros, y mucho más el ofenderos, cuando por vuestras perfecciones y vuestros beneficios sois amable infinitamente. No obstante, es punto de hecho. A pesar de vuestra bondad, yo he dejado de amaros, y a despecho de cuantos bienes os he debido, he tenido mil ocasiones la osadía de ofenderos. ¡Ay! lo conozco, y humildemente lo confieso, pidiéndoos perdón de mi injurioso atrevimiento y de mi ingratitud. Vos sois muy bueno y bienhechor, y no despreciareis un corazón contrito, que detesta sus culpas, y ayudado de vuestra gracia, o da, para lo porvenir, Una palabra firme de estar pronto a morir, antes que volver a pecar.

DOMINGO

La vanidad del siglo, los malos tratamientos, las injurias y las calumnias, en fin, los mismos favores del cielo no hallaron en tí, oh Rita bienaventurada, sino un corazón todo humilde. Niña aun despreciaste los atavíos, con que se quería engalanarte. Las palabras desentonadas, y tal vez los golpes del marido insufrible no hicieron salir de tus labios la más mínima queja. Las calumnias levantadas contra tu honor, jamás disminuyeron ni un punto tu tranquilidad. Las caricias, por último, de tu esposo Jesús, que sobre tu seno derramaba á torrentes sus favores y gracias, no encontraron en tí, sino unos labios silenciosos para encubrirlas, y un espíritu lleno de su propio conocimiento para no insolentarse. ¡Oh humildad heroísima en los desprecios, y mucho más maravillosa entre las humas! ¡Oh si yo consiguiera un temple tal para mi corazón, que ni las injurias fuesen bastantes a alterarlo, ni las prosperidades capaces de ensoberbecerlo! Si me lo alcanzarás, dulce Rita: yo lo espero de tu mediación, me lo alcanzarás, impetrándome de tu Esposo un corazón manso y humilde.

LUNES

La virginidad, estado el más dichoso, y al mismo tiempo el más perfecto, fué, amada Rita, el dulce encanto de tus amores. Sin embargo, una tan preciosa azucena no dudaste rendirla a la voluntad de tus padres, tomando, por obedecerlos, el estado del matrimonio. La obediencia sola pudo obligarte a este sacrificio. ¿Pero qué mucho? Tu obediente espíritu no había menester para obrar, ni aun la intimación de las órdenes. Bastaba adivinar el gusto de tus superiores, y su voluntad luego era hecha. Más si tu obediencia estaba llena de ojos para explorar su voluntad, y ejecutarla antes de la orden, ella era ciega absolutamente para no poner réplica a lo mandado. Sean viles los oficios; no los huyes, si te mandan Sean inútiles, y aun imprudentes, al parecer; tú nada contradices Un leño seco y desarraigado recibe tu riego el espacio de un año entero. Mas si él reverdece, si no da flores, si no lleva fruto; ¡oh cuantos, y cuan preciosos produjo en tu alma esta obediencia! Oh amada Rita, consiga yo por tu intercesión una, obediencia pronta, tina, obediencia ciega: obediencia a Dios, y obediencia a todos aquellos que Píos me ha puesto en su lugar.

MARTES

Si los bienes, miserables del mundo tienen, gloriosa Rita, tanto poder para deslumbrar a los hombres, ellos, para tu corazón jamás tuvieron atractivo. Una moneda de oro, hallada acaso en un camino, se te hace un peso soportable; y luego la arrojas de tí. Haces que un rio se la arrebate, porque las riquezas caducas no te deben otro concepto, que el de un torrente que presto pasa. Desprendida, pues, de todo amor hacia ellas, solos los bienes sólidos, los bienes del espíritu, los bienes celestiales fueron el blanco de tus deseos, de tu cuidado y solicitud. ¡Oh cuan rica estuviste de estos! ¡Mas, oh cuan pobre de los fútiles y los vanos! Dígalo tu celda pequeña; tu lecho, que era una tarima; tu cabecera, que era una piedra; tu hábito, en fin, con que profesaste, con que te vestiste desde entonces hasta lo último de tu vida, y con que hasta el día de hoy está cubierto tu cadáver ¡Que pobreza! Un solo habito te bastó para tantos siglos; ¡y a la avaricia de los mortales no basta el mundo todo para unos breves días! Arranca, Santa mía, por medio de tu valimiento, arranca de nuestros corazones todo afecto hacia lo caduco, y ruega a tu esposo plante en ellos un amor grande a la virtud, y un ardiente deseo de las riquezas del Paraíso.

MIÉRCOLES

El lirio hermoso de la virginidad se había robado, o amable Rita, los dulces amores de tu alma. Tu niñez, pues, lo conservó, cómo un tesoro inestimable. Mas ya que tuviste por bien sacrificar solo a la obediencia, guardaste después una castidad conyugal, luego la propia de la viudez, y últimamente, la que votaste en tu profesión religiosa. ¡Ah, y qué conatos no puso el impuro Asmodeo para robarte este tesoro! Pero inútilmente, porque tú supiste guardarlo, y defenderlo con valor, de todas sus astucias. Debilitada con abstinencias rigorosísimas, revolcada sobre la nieve, y aplicando ya tus dedos, y ya tus plantas, a un fuego abrasador, saliste siempre victoriosa de sus asaltos y combates, de sus tentaciones y ardides. Yo aplaudo tu triunfo; y las inmortales coronas que ellos te merecieron, suplicándote que me alcances del inmaculado Cordero castidad en mis pensamientos, pureza en mis plabras, honestidad en todas mis obras, y un gran cuidado de valerme de las armas precisas para triunfar en este género de batalla la más difícil.

JUEVES

¡Querida Rita! ¿Qué es lo que hoy miro en Tus huesos?, que se traslucen por la piel, tu piel pegada a los huesos mismo, tus labios amortiguados, tu semblante pálido, no me presentan sino la imagen de la penitencia y rigor, ¿Y qué otro efecto pedían hacer tus crueldades santas en ese cuerpo delicado, sino extenuarlo y consumirlo? ¿Qué habían de hacer tus casi continuos ayunos, y muchísimos á pan y agua? ¿Qué, los punzantes cilicios, con que ceñáis tus carnés? ¿Qué los severos azotes con que tres veces cada día, ya con duras correas, ya con cordeles dolorosos, ya con disciplinas de hierro te herías y atormentabas? ¿Qué finalmente, todas las otras austeridades de tu admirable mortificación? No, no te hizo falta para ser émula de los pasmosos Anacoretas de la Tebaida y de la Escitia, el no haber podido retirarte a aquel yermo, y a aquella gruta, porque suspirabas, cuando niña. En medio del convento de la Magdalena de Casia hiciste ver prodigios de penitencia, que hubieran asombrado a los desiertos de Palestina. ¡Qué valor tan heroico, en una mujer delicada! ¡Qué rigor tan maravilloso en una criatura inocente! ¡Y qué bochorno lo uno y lo otro para mí, que, siendo culpado, no tengo, ánimo para castigar mis excesos con la santa mortificación! Alcánzamelo, Rita penitentísima, pidiendo al Señor me conceda la gracia, ya que no te seguí inocente, de imitarte a lo menos penitente.



VIERNES

Esposa de un Jesús, todo amor para con los hombres, ¿cómo no habías de estar, oh amantísima Rita, Mena de amor para con tus prójimos? Sí: tu visitabas a los enfermos: consolabas a los afligidos: socorrías los necesitados: reducías los extraviados al buen camino: orabas por los pecadores: estabas llena de ternura para con los justos, de compasión para con las almas purgantes, y de piedad y devoción para con las bienaventuradas. A todos abrasaba tu corazón por el amor. ¿Y podré yo admirarme de ello, cuando del Calor de tu caridad no se escondían ni a tus enemigos? Unos alevosos con una muerte cruel te arrancaron a tu marido: te dejaron viuda, y con dos prendas huérfanas. ¡Terrible golpe para una esposa! ¡Mucho más terrible para una madre, que queda viuda! ¿Mas cómo te portaste en él? Sentiste, te afligiste, derramaste amargas corrientes sobre el destrozado cadáver; pero no dejaste de amar. Amaste aun a tus enemigos: sinceramente los perdonaste; y aun para apartar de todo peligro de que pagasen con su sangre algún día aquella muerte, pediste é Dios se llevase a tus hijos, que ya mostraban inclinación a la venganza. ¡Qué amor! ¡Qué caridad! Alcánzame una semejante, para que ame a todos mis prójimos, aun a mis enemigos, no solo con las palabras y con la lengua, más con obras y con verdad.

SÁBADO

¿Como seguiré, oh abrasada Rita, el vuelo de tus llamas? La contemplación de las perfecciones divinas, las dulces memorias de los misterios sacrosantos, un Dios hecho hombre por los hombres, muerto en un patíbulo para salvarlos, escondido en la Eucaristía para servirles de alimento, producen en tu corazón un luego, que te abrasa, y un incendio en tu espíritu, que lo hace volar a su centro. Tus dulces transportes, tus amorosas languideces, tus frecuentes éxtasis demuestran que está tu alma más donde ama, que donde anima. Sí; tu alma está toda en Dios, y Dios mutuamente está en ti. Este es el efecto precioso de la caridad santa. El que está en ella, está en Dios, y Dios está en él. Por eso tus pensamientos son de Dios, tus palabras de Dios, oh con Dios, tus obras todas dirigidas a honor de Dios. ¡Oh felicidad! ¡oh delicia! ¡oh bienaventuranza! ¿No me alcanzarás, seráfica Rita, el que yo tenga parte en ella? Sí: impétrame, te ruego, un grande amor por Dios, que por su ser infinitamente amable merece todas las ternuras, por sus beneficios es acreedor todo reconocimiento. Impétrame este amor, que con la vista del sumo Bien ha de hacer la bienaventuranza de la otra. 





DÍA VEINTIDÓS


Hincado de rodillas ante la imagen de Santa Rita, se dirá lo siguiente:

ORACIÓN

¡Oh Dios verdaderamente admirable! ¿Quién no alabará á vista de Rita las maravillas de tu poder?, Su concepción de estériles, y ancianos padres: su nacimiento, sin dolor de quien la dio a luz: su niñez prevenida con bendiciones de dulzura: su estado conyugal santificado con una invicta mansedumbre, y una inalterable paciencia; y todas las virtudes propias de aquella mujer fuerte, recomendada por Salomón: su entrada al monasterio enteramente milagrosa: su religiosa vida empleada en la observancia de sus santas obligaciones, resplandeciente con todo género de virtudes heroicas, distinguida con singularísimas gracias, coronada con una muerte la más preciosa y la más dulce, seguida en fin de los más ruidosos prodigios obrados para testimonio de su mérito y santidad: todo, Señor, todo anuncia tu gloria, y todo excita nuestros ánimos a ensalzar tu nombre, y a dar gracias a tu bondad. Sí, Dios grande y maravilloso, yo te alabo y bendigo, y con toda aquella ternura de que es capaz mi corazón, te doy tendidas gracias por todos los favores, de que colmaste la vida, y con qué ilustraste la muerte de esta tu muy querida esposa: pidiéndote por su intercesión el que te dignes de concederme en el discurso de mi vida, cuanto menester para que ella te sea agradable, y en la hora crítica de mi muerte, cuanto es necesario, a fin de que ella sea preciosa ante tu divino acatamiento.
Se rezarán veinte y dos Aves Marías, y luego está:

ORACIÓN

¡Oh amada Esposa de Jesús, dulcísima abogada mía Santa Rita de Casia! Déjame, te ruego, transportar un instante a alabar esa espina que atravesó tu feliz frente. EL dolor que produjo en tu alma la consideración de los que tu esposo divino padeció en su augusta cabeza con la corona de cambrones, te hizo desear el ser partícipe de sus penas. El, pues, condescendiendo con tus suspiros, hace un arco de su misma corona, y flecha de una de sus espinas, y disparándola con fuerte impulso, te la deja fija en la frente; te causa un dolor intensísimo: te abre una llaga muy dolorosa, y te pone en ella para él resto todo de tu vida un seminario de paciencia. ¡Oh espina más preciosa que los rayos del sol! ¡oh llaga más amable que las púrpuras de los emperadores! ¡oh frente más dichosa que las coronadas con diamantes y con rubíes! ¡qué bien brillas, Rita gloriosa, con esa espina que te distingue y te señala como á esposa muy escogida y muy privilegiada del Rey coronado de espinas! Yo te doy los plácemes de este tan singular favor, y te pido por él, me impetres de tú mismo esposo, el que clave en mi corazón una espina de compasión hacia tus dolores, otra espina de dolor por mis culpas, otra espina de temor por sus juicios, para que, penetrado profundamente de estas espinas, viva de modo en este mundo, que ellas se me cambien en rosas de inmortalidad y de gloria en la dichosa eternidad. Amén.
Una salve por las Almas del Purgatorio.






















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