DEVOCIONARIO DEL GLORIOSO PATRIARCA SAN JOSÉ
Manual del devoto Josefino
CORONA
DE LOS DOLORES Y GOZOS DEL PATRIARCA
SEÑOR SAN JOSÉ
I.
DOLOR Y GOZO
Las
dudas del señor san José
¡Oh
esposo de María, glorioso señor san José! así como fue grande la angustia de
vuestro corazón en la perplejidad sobre abandonar a vuestra inmaculada esposa,
así fué grande también vuestra alegría al saber por el ángel que era voluntad
del Altísimo que permanecierais a su lado.
Por
este dolor y gozo os suplicamos que consoléis a nuestra alma, ahora con una
santa vida y en la hora de nuestra muerte con morir santamente, en medio de
Jesús, María y José. Amen.
Padre
nuestro, Ave María y siete veces:
Señor san José, dignísimo
espose de María y padre putativo de Jesús, ruega por nosotros pecadores ahora y
en la hora de nuestra muerte. Amen, Jesús.
L/:
Gloria a la
Trinidad del cielo, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
R/: Honra a la trinidad de la tierra, Jesús, María
y José.
En
la postrera agonía,
Cuando
mi muerte llegare,
Tu
patrocinio me ampare
Y
el de Jesús y María.
II. DOLOR Y GOZO
Nacimiento
de Jesús en la mayor pobreza
¡Oh
felicísimo Patriarca, escogido por Dios para servir de padre al Verbo de Dios
hecho hombre! grande fué el dolor que sentiste al ver nacer en tan extrema
pobreza al niño Jesús y grande también tu alegría al verte en medio de un
ejército de ángeles que con su presencia y celestiales cánticos convirtieron en
paraíso la miseria del lugar y la crudeza y tinieblas de aquella noche en que
empezó la redención del mundo.
Os
suplicamos por este dolor y gozo que después de esta vida pasemos a oír las
alabanzas que dan a Dios los ángeles y gozar de los resplandores de la gloria
celestial con Jesús, María y José. Amen.
III.
DOLOR Y GOZO
La
circuncisión del Señor
¡Oh
ejecutor obedientísimo de la ley de Dios glorioso señor san José! La sangre
preciosísima que en la circuncisión derramó Jesús te traspasó el corazón; pero
remedió este dolor el consuelo que sentisteis al llamar al niño coa el nombre
dulcísimo de Jesús.
Por este dolor y gozo os suplicamos nos alcancéis la gracia de que corregidos
en vida de nuestros vicios, amemos a Jesús, para que grabando en nuestro
corazón tan dulce nombre, tengamos la dicha de morir pronunciando Jesús, María
y José. Amen.
IV.
DCLOR Y GOZO
José
y María delante de Simeón.
¡Oh
fidelísimo santo, glorioso señor san José, a quien Dios concedió tener
parte en los misterios de la redención! Si el anuncio que oísteis de los labios
de Simeón sobre lo qué había de padecer Jesús y María os afligió en gran
manera,
os
consoló mucho más el saber que serían infinitas las almas que se habían de
salvar en virtud de los padecimientos de Jesús y de María.
Alcanzadnos
por este dolor y por este gozo que seamos del número de los que por los méritos
de Jesús é intercesión de María, hayan de resucitar gloriosos a la vida eterna.
Amen.
V.
DOLOR Y GOZO
La
huida a Egipto
¡Oh
custodio vigilantísimo e íntimo del Hijo de Dios encarnado, glorioso san José!
Mucho afán, mucha pena os ocasionó el cuidado de haber de sustentar al Hijo del
Altísimo, principalmente en la huida a Egipto; pero también os consoló
grandemente el tener al mismo Dios en vuestros brazos y ver caer en su
presencia los ídolos de Egipto.
Os
suplicamos por este dolor y gozo que, alejando de nosotros al tirano infernal
del pecado, sobre todo, huyendo de las ocasiones peligrosas, caigan de nuestro
corazón los ídolos de los afectos terrenos, para que no perteneciendo sino a Jesús
y María, vivamos con ellos para morir santamente en Jesús, María y José.
VI.
DOLOR Y GOZO
Vuelta
de Egipto á Nazaret
¡Oh ángel de la tierra, glorioso señor san José, que
admirasteis al Rey del cielo, obediente y sujeto a una señal vuestra! Si el
consuelo que tuvisteis al recibir del ángel la orden de sacar a Jesús de Egipto
lo enturbió la noticia de que reinaba Arquelao en lugar de Herodes, asegurado, no
obstante, por el ángel arribasteis gozoso á Nazaret con Jesús y María.
Por
este dolor y gozo os rogamos nos alcancéis que libre nuestro corazón de temores
nocivos, con tranquilidad de espíritu vivamos y muramos con Jesús y María, y
también con vuestra compañía dulcísima. Amen.
VII.
DOLOR Y GOZO
La
pérdida y hallazgo de Jesús en el templo
¡Oh
modelo de toda santidad, glorioso señor san José! Si perdisteis, y no por culpa
vuestra, al divino niño Jesús, añadiendo a tal dolor la angustia de no encontrarlo
en tres días, tuvisteis al fin el consuelo de hallarle en el templo honrado y
admirado de los doctores.
Por
este dolor y gozo os suplicamos con todas las veras de nuestro corazón que
intercedáis para que jamás perdamos a Jesús por culpa grave; y si tuviésemos
tal desgracia, le busquemos sin descanso hasta encontrarle, y especialmente en
el artículo de la muerte, para pasar a gozar de él en el cielo, donde con vos
podamos cantar eternamente las misericordias del Señor con Jesús y María. Amen.
OFRECIMIENTO
José
santísimo, ejemplo admirable de todas las virtudes, yo te ofrezco estos siete padres
nuestros, Ave Marías y Señor san José con Gloria Patri, en veneración de los
siete dolores y gozos de tu corazón purísimo, y te suplico me alcances de la
piedad Divina que mi alma te acompañe en tus afectos, doliéndome en tus
dolores, gozándome en tus gozos, y que logre lo que te pido en este día, para
mayor gloria de Tuya, bien de mi alma y provecho de mis prójimos, Amen, Jesús,
María y José,
PRECES AL SEÑOR SAN JOSÉ
Santa
María,
Señor
san José,
Purísimos
Padres de Jesús,
Señor
san José, esposo de María,
Señor
san José, protector del clero,
José
sacratísimo,
José
dulcísimo,
José
amabilísimo, -
José,
coadjutor del Padre,
José,
padre del Hijo de Dios,
José,
sustituto del Espíritu Santo,
José,
redentor del Redentor,
José,
que alimentaste a Jesús,
José
justísimo,
José,
huésped de Dios,
José
castísimo
José,
depositario del tesoro celestial,
José,
tesoro de los misterios,
José,
erario de los celestes dones,
José,
administrador de la casa de Dios,
José,
templo de la fe,
José,
esperanza nuestra,
José,
incendio de amor,
José,
ejemplar de conformidad,
José,
ejemplar de obediencia,'
José,
ejemplo de pureza,
José,
abismo de penitencias,
José,
maestro de perfección,
José,
paraíso de virtud,
José,
celador de las almas,
José,
protector de los cristianos,
José,
gloria de la iglesia,
José,
protector de los religiosos,
José,
terror de los infiernos,
José,
auxilio de los pecadores,
José,
descanso del perseguido,
José,
consuelo del angustiado,
José,
medicina de los enfermos,
José,
socorro de los necesitados,
José,
perseverancia de los penitentes,
José,
compañero de los eremitas,
José,
libertad del cautivo,
José,
maestro de contemplativos,
José,
reglamento de los vírgenes,
José,
refugio de los agonizantes,
José,
protector de los moribundos,
José,
primado de los patriarcas,
José,
ejemplar do los profetas,
José,
norma-de los apóstoles,
José,
fortaleza do los mártires,
José,
director de los confesores,
José,
ejemplar de los esposos.
L/: Ruega por nosotros,
Señor san José
R/:
Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo,
OREMOS: Oh
Dios, que en tu inefable providencia te has dignado elegir al señor san José
esposo de tu santísima Madre y padre putativo de Jesús, concédenos, te
suplicamos, que al que veneramos como protector en la tierra, merezcamos
tenerlo por protector en los cielos. Que vives y reinas por los siglos de los
siglos. Amen.
Bendita
sea la grandeza
Que
el Señor te concedió,
Pues
por. Esposa te dió
A
la celestial Princesa.
Por
dignidad tan excelsa,
José,
esposo de María,
Te
pido desde este día
Con
todo mi corazón
Que
me veas con compasión
Y
me asistas en mi agonía.
PARA LA VISITA DOMICILIARIA DEL SEÑOR SAN JOSÉ
Ven,
José santo, y bendice
Con
tu presencia sagrada
A
todos los que habitamos
En
esta pobre morada.
¡Cuánto
tiempo, José santo,
¡Suspirábamos
tu ausencia!
Y
hoy nos vemos a tus plantas
Postrados
en tu presencia.
Venid,
sí, venid y honrad
A
tus socios, que anhelaban
Verse
a tus pies y esperaban
Vuestra
gran paternidad.
Estamos
en tu presencia
De
todos necesitados;
Mas
fiados en tu clemencia
Quedaremos
remediados.
¡Cuánto,
José, es nuestro gozo
¡Que
tenemos este día!
Pues
veniste a visitarnos
Con
muchísima alegría.
Venid,
jóvenes y ancianos;
Demos
gracias a José,
Que
se dignó visitarnos
Para
aumentar nuestra fe.
Cielo,
sol, luna j estrellas.
Astros,
luceros brillantes,
Hombres,
mujeres, infantes
Adorad
sus plantas bellas.
Ángeles
todos del cielo,
Toda
la Iglesia triunfante,
Alabemos
a José
Con
alabanza constante.
Aire,
fuego, mar y tierra,
Dadle
gloria con gran canto:
Cuanto
el universo encierra
Alabad
a José santo.
Sí,
adoradle y bendecidle,
Porque
volvimos a verte,
Y
volved a visitarnos
En
el trance de la muerte.
Por
tu santísimo Hijo,
Por
la sagrada María,
Asistid
al punto fijo
De
nuestra última agonía.
Y
tenemos la esperanza
Nos
daréis paz en la vida
Y
la bienaventuranza
Al
fin de nuestra partida.
Para
que en eterna gloria
Te
alabemos para siempre
Y
por ti cantar victoria
Yute
Dios eternamente.
DESPEDIDA
Adiós,
divino José,
protector
universal,
Adiós,
adiós, señor nuestro,
Ya
te vas a caminar.
Ya
te vas, padre adorado,
De
los socios tan queridos,
De
tus devotos amado
Y
de Dios obedecido.
¿Es
posible, padre mío,
¿Qué
tan tristes nos quedemos?
Si
te vas de nuestra casa,
¿Hasta
cuándo te veremos?
Si
te vas padre querido,
Quedas
en el corazón
De
tus socios, que por siempre
Te
darán adoración.
Protector
universal
De
la iglesia, pastor bueno,
Te
rogamos por María
Tío
nos dejes sin consuelo.
Llorando
quedan tus socios,
Miradlos;
padre querido,
Llenos
están de dolor
Y
el corazón afligido.
Pues
si te vas, padre mío,
Te
rogamos nos protejas,
Dadnos
consuelo en la vida.
Ya
que tan solos nos dejas.
Mira
que el fiero dragón
Nos
persigue hasta la muerte
Y
nos quiere sepultar
Al
infierno para siempre.
No
permitas, dueño amado,
Que
tal cosa nos suceda;
Que
en tí esperamos confiados
Que
perturbarnos no pueda.
Y
esperamos por Jesús
Que
hemos de volver a verte
En
el terrible momento
De
la hora de nuestra muerte.
Para
que nos des valor
Contra
el poder infernal
Y
pasemos por tu amor
A
la patria celestial.
Para
que a Dios tributemos
Con
cánticos de victoria
Y
contigo le gocemos
Eternamente
en la gloria.
DEVOCION
AL
CORAZON DEL SANTISIMO PATRIARCA SAN JOSÉ
ORACIÓN
Gloriosísimo
Patriarca José, benigno asilo de afligidos, refugio seguro de desconsolados;
derretido mi corazón en afectos, y llena mi alma de gozo, me pongo ante tu
piadosa presencia, pretendiendo mi veneración rendida, recrearse enamorada en
el candor precioso de tu Corazón castísimo: ¡Oh! corazón virginal! ¿Quién pudiera hacerse
lenguas para publicar tus glorias? ¿Quién pudiera registrar sus tamaños, por el
divino amor tan crecidos? Pues mereciste ser sagrado Erario en que divinamente
enamorado nuestro Criador divino, depositó sus altísimos designios y enclaustró
sus divinos secretos: ¡Oh corazón amorosísimo!
En cuya virginal pureza se recreé la Trinidad Beatísima, en cuya acrisolada
fineza afianzó su sustento la humanidad de mi Jesús dulcísimo, en cuya
rectísima justicia vinculó su más acreditada Custodia la Madre Virgen de nuestro
humanado Dios, en cuya piedad caritativa aseguramos el Patrocinio tus devotos. Justísimo
José, esperamos de la benignidad de tu piadoso corazón interpondrás tus ruegos
ante la Majestad Divina, para que, libertados nuestros corazones de los afectos
terrenos, se dediquen siguiendo tus sagradas huellas al amor divino, para esto
pues, pretende nuestra devoción rendida engolfarse en las dulces corrientes, que,
como fuente perenne de virtudes, atesora caritativo tu corazón amoroso. Varón
Castísimo, cristalino espejo de fortaleza, clarísimo ejemplo de la virtud más
heroica, espanto del Infierno y encanto del cielo, poderoso es el amor de tu
finísimo corazón ante Nuestro Dios y Señor, para que por
tu intercesión aplaque la ira de su Divina Justicia, que por nuestras culpas
merecemos, y nos conceda los auxilios de su gracia, que por tu intercesión esperamos.
Oh mi dulcísimo y benignísimo José, putativo Padre de Jesús, verdadero Esposo
de María, rendidamente te pedimos tus humildes dichosos esclavos, ofrezcas ante
la Majestad de Dios Trino y Uno, la sagrada purísima víctima de tu corazón en
las sagradas aras de los corazones de Jesús y María, para que, a vista de
sacrificio tan puro, y de aras tan soberanas, se compadezca su Majestad de
nuestra miseria, librándonos de toda culpa, de toda peste y males contagiosos;
nos conceda su gracia, para que, en tu compañía, en la de Jesús y de María
alabemos a su Divina Majestad en la gloria en donde vive y reina por todos los
siglos. Amen.
Se reza tres veces el
Padre nuestro y Ave María con Gloria Patri y dirás:
Piadoso
corazón de José, ruega por mí al castísimo corazón de Jesús, y al Purísimo
corazón de María.
ORACIÓN
Oh
dulcísimo Jesús, adoptivo Hijo de José, que con amorosa dignidad engrandeció tu
Soberana Majestad el castísimo corazón de este purísimo Patriarca, cuántas
veces Divino Redentor, en amorosos afectos recíprocamente unidos
tu Corazón y el de José, se unieron afectuosos, cuantas veces en canto de
nuestras potencias, con afectos en lugar de voces, se hablaron vuestros dos
amantes finísimos Corazones, siendo para tu fineza dulcísimo Jesús, el purísimo
corazón de José, inmaculado espejo en que con amoroso recreo se miró tu divina bondad,
doite Eterno Dios y Señor mío gracias con todo rendimiento porque benigno criaste
un corazón tan puro y un refugio tan poderoso para los pecadores en José, pues
en el ameno y delicioso Paraíso de su corazón hallamos frutos de virtud para
sabroso alimento de nuestras almas, ríos caudalosos de favor para purificar nuestros
espíritus, sombra benigna para librarnos de las ardientes tentaciones del
demonio. ¡Oh corazón celestial! dechado de virtud, norma sagrada de castidad,
dale tus las gracias a Nuestro Señor, pues tu solo puedes gratificar tanto
favor a la Divina Majestad, á tí te concedió tan puro corazón y en él a todos
nos franqueé su piedad: atendiendo a esto te pido rendidamente mi Redentor
Divino, me concedas un casto corazón para amarte y servirte en esta vida y después
de mi muerte gozarte en compañía de mi queridísimo José en la gloria. Amen.
Jesús, María y José.
ROSARIO
DEL PATRIARCA SEÑOR SAN JOSÉ
ACTO DE CONTRICIÓN
Amantísimo
Jesús, mi Dios, mi Redentor, mi Señor, mi único bien: postrado ante vuestra
soberanía. Yo el mayor pecador del mundo, y la criatura más ingrata a vuestros
beneficios, pido arrepentido perdón de mis yerros, con que infinitamente os he agraviado,
pésame en el alma, una y millares de veces haberos ofendido solo por ser quien
sois, tan digno de ser amado, propongo con todas las veras de mi corazón de no
ofenderos más, de enmendar mi vida, enfrenar mis apetitos y pasiones y
apartarme de todas las ocasiones que han sido la causa de mi perdición: Ea pues
Jesús, amante Padre mío, por los méritos de vuestra preciosísima Sangre, Muerte
y Pasión; por los de María Santísima vuestra Divina Madre, y Madre de los
pecadores, y por los de Señor San José vuestro Siervo, y estimativo Padre, me
perdonéis mis pecados, y me deis gracias para perpetuarme en vuestro santo
servicio, hasta el fin de mi vida Amen.
MISTERIOS
GOZOSOS
lunes
y jueves
PRIMER MISTERIO
Oh
Purísimo José, Hijo de
David, nosotros os ofrecemos estas diez salutaciones al
inefable gozo que tuvisteis, cuando siendo propuesto entre todos los demás de
vuestra Tribu para que fuese escogido el que había de ser Esposo de María
Santísima floreció la vara en vuestra mano declarando el cielo ser Vos el
señalado para tanta dignidad: gozándonos de vuestro gozo, y por él os suplicamos
nos alcancéis ser del número de predestinados y escogidos para la gloria. Amen.
SEGUNDO MISTERIO
Oh
Santísimo José, nosotros os ofrecemos estas diez salutaciones, al inefable gozo
que vuestro corazón tuvo cuando dando la mano a la Reina de los ángeles, os
admitió por Esposo. Gozándonos de vuestro gozo, y por él os suplicamos nos
alcancéis, que seamos perpetuos y verdaderos esclavos de vuestra Santísima
Esposa y vuestro. Amen.
TERCER MISTERIO
Oh
Santísimo José, nosotros os ofrecemos estas diez salutaciones al inefable gozo
que tuvisteis cuando vuestra Santísima Esposa os dio parte del voto que tenía
hecho a Dios de perpetua virginidad; por ser conforme a vuestro deseo, el
mismo, que sin ejemplar tenías hecho: os suplicamos, Señor, por este gozo nos
alcancéis pureza de cuerpo y alma, para que seamos templos vivos de Dios en
esta
vida, y le gocemos en la eterna. Amen.
CUARTO MISTERIO
Oh
Providentísimo José, nosotros os ofreceos estas diez salutaciones al inefable
gozo, que vuestro corazón sintió, cuando habiendo determinado ausentaros y
dejar a vuestra Purísima esposa, por no saber el Misterio, os revelo el Ángel
diciéndoos: que su Hijo era obra del Espíritu Santo, Gózome de vuestra alegría
y por ella os suplicamos, nos alcancéis santa y sencilla intención, para juzgar
siempre lo mejor de nuestros prójimos. Amen.
QUINTO MISTERIO
Oh
humildísimo José, nosotros os ofrecemos estas diez salutaciones al inefable
gozo, que vuestro corazón sintió, cuando informado del ángel, que vuestra
Santísima Esposa había concebido al Hijo de Dios por obra del Espíritu Santo,
la visitasteis con profunda humildad y reverencia, venerándola como verdadera
Madre de Dios: Os suplicamos, Señor, por este gozo nos alcancéis exaltación de
nuestra Santa Fé católica, extirpación de las herejías, paz y concordia
entre los príncipes cristianos, prosperidad de los católicos reinos y buenos
sucesos de esta República, que están bajo de vuestro patrocinio y amparo; salud
corporal y espiritual de vuestros devotos, y que después de esta vida os
acompañemos en la eterna. Amen.
MISTERIOS DOLOROSOS
Martes y Viernes
PRIMER MISTERIO
Oh
Justo José, nosotros os ofrecemos estas diez salutaciones al gravísimo dolor
que vuestro corazón sintió, cuando viendo preñada a vuestra Santísima Esposa,
ignorando el Misterio, determinasteis el ausentaros, y dejarla antes que infamarla;
por este gravísimo dolor os suplicamos nos alcancéis perfecta paciencia en los
trabajos y prudencia en nuestras determinaciones, Amen.
SEGUNDO MISTERIO
Oh
José benignísimo, nosotros os ofrecemos estas diez salutaciones al dolor y
compasión, que vuestro corazón sintió cuando cumpliendo con el edicto del
César, que mandaba, que se matriculasen todas las familias, yendo a Jerusalén a
matricularos, no hallasteis en toda la ciudad albergue ni posada, y os obligó
la necesidad a salir de ella, y buscar un humilde pesebre en que naciese el
Hijo de Dios: os suplicamos, Señor, por este Dolor nos alcancéis perfecta
resignación y alegría para que se cumpla la voluntad de Dios. Amen.
TERCER MISTERIO
Oh
José obedientísimo, nosotros os ofrecemos estas diez salutaciones al Dolor, que
vuestro corazón sintió, cuando en la Circuncisión del Señor, a los ocho días de
su nacimiento le visteis derramar su sangre y lágrimas de dolor por cumplir con
el precepto, aunque no le obligaba la ley: Suplicámoste por este Dolor nos alcancéis
celo de la guarda de la ley, y perfecta observancia de todos los preceptos.
Amen.
CUARTO MISTERIO
Oh
José Benditísimo, nosotros os ofrecemos estas diez salutaciones al dolor y
trabajos, que padecisteis, y sintió vuestro Corazón, cuando avisado del Ángel,
que Herodes pretendía quitar la vida al Niño Dios, huisteis a Egipto llevándole
con su Santísima Madre. Os suplicamos, por lo que merecisteis en el viaje, nos
alcancéis de este Soberano Señor, que, despreciadas todas las comodidades de la
tierra, y deshechos de todo consuelo humano solo pretendamos los verdaderos
gozos del cielo Amen.
QUINTO MISTERIO
Oh
José Pacientísimo, nosotros os ofrecemos estas diez salutaciones al rigoroso
dolor, que vuestro Corazón, sintió, cuando volviendo del Templo de Jerusalén á
Nazareth, y juzgando que el Niño Jesús iba en compañía de su Santísima Madre
conocisteis su falta, echándole menos en la compañía de entre ambos: os
suplicamos Señor nos alcancéis que nuestro mayor dolor y pena sea perder a Dios
por el pecado, y que mereciendo hallarle por la penitencia, le tengamos eternamente,
y por este dolor os pedimos la exaltación de nuestra santa Fé católica,
extirpación de las herejías, paz y concordia entre los Príncipes Cristianos,
prosperidad de los católicos reinos, y buenos sucesos de esta República, que
está bajo de vuestro Patrocinio, y amparo, salud corporal y espiritual de
vuestros devotos, y que después de esta vida os acompañemos en la eterna. Amen.
MISTERIOS
GLORIOSOS
miércoles, sábado y domingo
PRIMER MISTERIO
Oh
poderoso José, nosotros os ofrecemos estas diez salutaciones a la gloria
inefable, que tuvisteis por ser custodio, y verdadero Esposo de la Virgen María
Madre de Dios, y que como tal le sustentasteis con vuestro sudor, y trabajo: Os
suplico Señor por esta dignidad, y gloria nos concedáis vuestro Patrocino y
amparo, para que merezcamos ser verdaderos esclavos de esta celestial Reina, y Señora
nuestra Amen.
SEGUNDO MISTERIO
Señor
San José, digno de este título soberano: nosotros os ofrecemos estas diez
salutaciones a la inefable gloria y honra que el Cielo os concedió, haciéndoos
Tesorero de los Misterios de la Redención, que no mereció otro alguno de los
hombres; os suplicamos nos alcancéis de nuestro Redentor, que no se malogre en
nosotros los trabajos de su Cruz y Muerte, sino que logremos los frutos de su sangre.
Amen.
TERCER MISTERIO
¡Oh
Fidelísimo José! nosotros os ofrecemos
estas diez Salutaciones a la gloria y honra que tuvisteis de ser Señor, y
Cabeza de la Casa, y Familia de Jesús y de María, venerándoos todos los
Espíritus Soberanos, y obedeciéndoos el Rey de las Eternidades: Os suplicamos
por esta gloria indecible, nos alcancéis aborrecimiento de toda altivez y
soberbia, perfecta obediencia, y resignación con la voluntad de Dios Amen.
CUARTO MISTERIO
Oh
José sapientísimo, nosotros os ofrecemos estas diez salutaciones a la
gloria y honra que el Eterno Padre os concedió, dándoos facultad para que a su
Unigénito Hijo le pusierais el nombre de Jesús: os suplicamos Señor que por
vuestra intercesión consigamos la salud y remedio que significa este dulcísimo
Nombre y que sea la defensa de nuestros peligros y tentaciones en la
peregrinación y el objeto de nuestra gloria en la Patria Celestial. Amen.
QUINTO MISTERIO
Oh
José dichosísimo: nosotros os ofrecemos estas diez salutaciones a la gloria de
vuestro dichoso tránsito, pues fué en los brazos de Jesús y de María. Suplicámoste
Señor nos alcancéis buena muerte, y que a la hora de ella gocemos de vuestra
presencia, para que con ella aseguremos los peligros de la rigorosa cuenta y
tentaciones de los enemigos y riesgos de la salvación, y pues gozáis tan
supremo lugar en la gloria, amparad estos reinos que están bajo de vuestro patrocinio,
pidiendo al Señor nos conceda paz entre los príncipes cristianos, exaltación de
nuestra santa Fé católica, extirpación de las herejías, prosperidad en los
católicos reinos y buenos sucesos en esta República, salud corporal y
espiritual de vuestros devotos y en especial de los que con verdadero afecto os
invocan, y que después de esta vida os acompañemos en la eterna. Amen
DEVOCIÓN AL SANTÍSIMO PATRIARCA SAN JOSÉ
ACTO DE CONTRICION.
Jesús mío dulcísimo: ¿con qué cara se pondrá en tu
presencia el mayor de todos los pecadores? ¿Cómo parecerá sin confusión la más
ingrata de las criaturas? Sí, bien mío: solo confiado en tu bondad y para
anegar en un copioso llanto el enorme peso dé mis culpas, me presento ante tus
ojos. Mas, ¿qué conseguiría sin el arrimo y sostén de la gracia que tú
mereciste en la cruz? Nada, nada ciertamente. Báñame, pues, con tu sangre, ¡oh
dulcísimo Jesús: Limpia mi corazón de tantas manchas, dejándome en ese océano
infinito de amor, purificado de las inmundas heces de mis vicios: mírame, en
fin, como hijo de José y María, para que me perdones y me salves. Amen.
Tres Padre nuestros y Ave Marías, gloriados,
en memoria de los tres principales privilegios de nuestro amantísimo Santo:
Primero: Ser padre
putativo de Jesús.
Segundo: Esposo dignísimo
de María,
Tercero: Depositario y
dispensador de los tesoros inmensos de la gracia.
Concluyendo con esta:
ORACIÓN
Santísimo José esposo dignísimo de María y padre putativo
de Jesús; por ambos títulos el más dichoso y feliz de todos los santos: nada
tenemos más cierto, padre santísimo que el que tienes en tus manos todo el
poder de un Dios, para disponer, según tu voluntad, de los tesoros todos y
riquezas de la gracia. Porque (si como dice David) tiene Dios gusto en
obsequiar a los justos haciendo su querer y voluntad ¿cuánto más la tuya, que
eres por tu dignidad el más santo y sublimé de todos los santos? A tí, pues, á
tí José Santísimo, á tí venimos; no sólo atraído de tu santidad y tus dulzuras,
sino enviados también del Todopoderoso, que nos dice, como Faraón a los
egipcios: Id a José, Gozo inefable nos causa, ¡oh padre amantísimo! saber que nuestros
trabajos y tribulaciones tenemos un recurso tan seguro en tu patrocinio y tu
bondad. Es general tu imperio, sobre todo. No tiene término tu ilimitada
autoridad. El cielo y la tierra te obedecen. Ninguna criatura osará jamás
traspasar tus mandamientos, pues el Omnipotente los respeta y Jesús y María
obsequiarán humildes tu precepto y voluntad. Manda, pues, Santo mío, que cesen
(estos temblores, pestes, etc.) Una palabra tuya bastará para remediarnos. Restitúyenos
las dulzuras de la paz; alcanzándonos que removiendo de nuestros corazones los
obstáculos de la culpa, terminemos en gracia nuestra presente y breve vida,
para pasar después a alabarte y alabar contigo a Jesús y María en la gloria.
Amen.
SIETE PRINCIPALES
DOLORES Y GOZOS DEL SANTÍSIMO PATRIARCA SEÑOR SAN JOSÉ
ACTO DE CONTRICIÓN.
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, por ser
vos quien sois, bondad infinita, siento haberos ofendido, y propongo con
vuestra gracia no pecar más, la que espero me concedáis por los dolores y gozos
de vuestro putativo padre Sr. S. José, para perseverar en vuestro santo
servicio hasta alabaros en el cielo. Amen.
ORACION
¡Dichoso Patriarca, Sr. San José, que padeciendo dolores
mereces los mayores gozos y especiales privilegios, por ser Esposo de María y
Padre de Jesús! Suplicote me alcanees perdón de mis culpas, gracia para no
pecar más, y el favor que te pido, saludándote por tus siete dolores y gozos.
Amen.
Dame afectos fervorosos,
José porque con amores
Recordando tus dolores
Solemnice yo tus gozos.
Primer privilegio
PRIMER DOLOR Y GOZO
Conseguir sus devotos por su intercesión la virtud de la
castidad.
Padre mío, Sr. San José: por el dolor que tuviste viendo
preñada á tu amada Esposa, y por el gozoso aviso que te dio el ángel de ser obra
del Espíritu Santo, te suplico me alcances la virtud de la castidad en el más
alto grado.
Amen. Padre Nuestro y Ave María.
Por este gozo y dolor,
Te pedimos, Padre amante,
Que una fé firme y constante
Nos alcances del Señor.
Segundo privilegio
SEGUNDO DOLOR Y GOZO
Alcanzar sus devotos poderosos auxilios para salir del miserable
estado de la culpa.
Protector mío, Sr. San José, por el dolor que tuviste
viendo nacer á Jesús despreciado y con pobreza y por el gozo adorado de
pastores y de reyes; te alcances un verdadero dolor de mis pecados volverá la
amistad de mi Dios.
Padre Nuestro y Ave María.
Tercer privilegio
TERCER DOLOR Y GOZO
Conseguir por tu intercesión la verdadera devoción á María
Santísima.
Abogado mío, San José: por el dolor que tuviste viendo derramar
la sangre preciosísima de tu hijo circundándole, y por el gozo que tuviste al oír
que se le puso el dulce nombre de Jesús nuestro Salvador, te suplico que me alcances
un crecido afecto y devoción á María Santísima. Padre Nuestro y Ave María,
Cuarto privilegio
Lograr sus devotos por su intercesión una buena muerte
CUARTO DOLOR Y GOZO
Patrón mío Señor San José, por el dolor que sentiste
profetizando Simeón la muerte de Jesús, y por el gozo qué tuviste sabiendo que
moriría por redimirnos: Suplicote me alcances una muerte en gracia, y entregar
mi espíritu en manos de Jesús, María y José. Amen. Padre Nuestro etc.
Quinto privilegio
QUINTO DOLOR Y GOZO
QUINTO DOLOR Y GOZO
Temblar y huir los demonios á la invocación del
santo nombre de JOSE.
Patriarca Sr. San
José: por el dolor que tuviste sabiendo que-Herodes quería degollar a tu hijo
Jesús, y por el gozo que te anunció el ángel guardarte en Egipto, Suplicote,
purísimo José á cuya dulce invocación huyen los demonios, me Signes
con el sello de tu nombre, para que grabado en mi corazón y repetido con mis
labios, me sirva de fuerte escudo en todo mal. Amen. Padre Nuestro etc.
Sexto Privilegio
Alcanzar por tu intercesión remedio de las necesidades
corporales.
SEXTO DOLOR Y GOZO
Defensor mío, Sr. S. José; por el
temor con que obediente caminaste á tierra de Israel y por el gozoso anuncio
que tuviste para ir a Nazaret; Suplicote me alcances paciencia y el remedio de
mis trabajos y tribulaciones, Amen.
Padre nuestro etc.
Séptimo PrivilegioLograr
por su intercesión la sucesión conveniente en las familias.
SÉPTIMO DOLOR Y GOZO
Santo mió, Sr. S. José: por el dolor que sentiste la
ausencia de Jesús, y por el gozo que tuviste de verle enseñando en el templo, Suplicote
alcances á las familias católicas la sucesión deseada y que más les convenga.
Amen.
Padre nuestro etc.
ORACION FINAL
Santísimo Patriarca Señor S. José, dignísimo esposo de la
Virgen María y Padre putativo de
nuestro Redentor Jesús, por tus heroicas virtudes, dolores y gozos, mereciste
tan singulares títulos, y por ellos tan singulares privilegios para interceder
por tus devotos; Suplicote Santo mío, alcances pureza entera a los mozos y
doncellas, castidad a los casados, continencia a los viudos, santidad y celo a
los sacerdotes, paciencia á los confesores, obediencia a los religiosos,
fortaleza a los perseguidos, discreción y consejo a los superiores, auxilios
poderosos á los pecadores é infieles para que se conviertan, perseverancia
á los penitentes, y que todos logramos ser devotos de tu amada Esposa María Santísima;
para que por su intercesión y la tuya, podamos vencer á nuestros enemigos, por
los méritos de Jesús, y conseguir las gracias y favores que te hemos pedido en
este septenario, para santificar nuestras almas, hasta conseguir dichosa muerte y gozar de Dios
eternamente en el cielo. Amen.
CARTA DE ESCLAVITUD AL SEÑOR SAN JOSÉ
¡Oh José Santísimo! Padre y Señor mío: yo N. N.
postrado a vuestros pies, me ofrezco y constituyo por esclavo vuestro,
como lo soy de Jesús Sacramentado y de María Santísima, concebida sin culpa
original en el primer instante de su ser, para que así tenga siempre en mi corazón
a todos tres señores, Jesús, María y José, y en señal de esta esclavitud os pagaré,
dulcísimo Padre y Señor mío, el tributo diario, rezando siete dolores y siete
gozos que tuvisteis en compañía de vuestra amada Esposa. Suplicoos, piadosísimo
Padre, me miréis con ojos de misericordia, y recibáis en el número de vuestros
dichosos esclavos, y por vuestras santísimas penas me libréis de las que se me
pueden ofrecer en este valle de lágrimas, y por vuestros santísimos gozos
alcancéis a mi alma el gozo de una buena conciencia, santa vida y dichosa
muerte, en la cual por vuestra intercesión goce yo, santísimo Padre mío, de los
favores y asistencia de Jesús, María y José, para que, con tal compañía,
consolado y perdonadas todas mis culpas, vaya a verla, gozarla y alabarla
eternamente en el cielo. Amen.
De tu
hermosura eminente
No es
posible que prescinda,
Pues
Dios en su mente linda
Te
formó tan lindamente:
Es,
José, tan excelente
Tu
hermosura, que el afecto
A Dios
llevó, y en efecto
Dios
la perfección te dio;
Pero
de ella se valió
Para
hacerse hombre perfecto.
ESTACIONES
AL SANTISIMO PATRIARCA SEÑOR SAN JOSÉ
AL SANTISIMO PATRIARCA SEÑOR SAN JOSÉ
Por la cual promete el Santo alcanzarnos de Dios Nuestro
Señor cuanto deseáremos, si nos conviniere, rezándole siete estaciones en cada
uno de los siete jueves.
Puesto de rodillas ante una imagen del Santísimo
Patriarca, y habiéndose persignado, se comienza con el siguiente:
ACTO DE CONTRICION.
Señor
mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, criador y redentor mío, a mí me
pesa de todo corazón de haberos ofendido, por ser vos quien sois, y porque os
amo sobre todas las cosas, propongo, Señor, ayudado de vuestra divina gracia,
nunca más pecar, y confío en vuestra misericordia, que me perdonaréis por los
merecimientos de vuestra vida, pasión y muerte; y por los méritos del Patriarca
Sr. San José, y me daréis gracia para no volveros a ofender, y perseverar en
vuestro servicio hasta el fin de mi vida. Amen.
Ahora comienzan las siete estaciones:
PRIMERA ESTACIÓN
AL NACIMIENTO DEL SANTÍSIMO PATRIARCA
OFRECIMIENTO
Gloriosísimo Patriarca, Padre mío, Sr. S. José:
yo te ofrezco esta estación, y te pido, que por el singularísimo favor que Dios
Nuestro Señor te hizo en haberte criado para Esposo castísimo de María
Santísima, y padre putativo de Jesús, me concedas el favor que solicito, por Nuestro
Señor Jesucristo. Amen.
SEGUNDA ESTACIÓN
A SUS DESPOSORIOS
OFRECIMIENTO
Dulcísimo
Padre y Señor mío, Sr. San José: yo te ofrezco esta estación y te pido, que,
por la dignidad tan alta, dones y privilegios que el Señor te concedió al dar
la mano de Esposo a la Reina de los cielos; me alcances de esta soberana
Señora el buen despacho de mi petición, si conviniere para su mayor honra y
gloria, por
Nuestro Señor
Jesucristo. Amen.
TERCERA ESTACIÓN
A SUS CELOS
OFRECIMIENTO
Afligidísimo Padre mío, señor San José: yo te ofrezco
esta estación, y te pido que por aquella prudencia, resignación, silencio y
humidad con que toleraste el dolor de tus celos, padeciendo a solas tus
tormentos, me alcances de tu Santísima Esposa el buen despacho de mi petición, si
conviene, por Nuestro Señor Jesucristo. Amen.
CUARTA ESTACIÓN
AL GOZO QUE
TUVO EN EL NACIMIENTO DEL NIÑO DIOS
OFRECIMIENTO
Amorosísimo Padre mío señor San José: yo te doy los
plácemes por el gozo inefable que tu corazón tuvo en el nacimiento del divino
Niño Jesús, cuando en los brazos de la Aurora adoraste al Sol de Justicia; te
ofrezco esta estación y te pido me alcances de este Señor y de tu Santísima Esposa
lo que más me convenga para bien de mi alma, por Nuestro Señor Jesucristo.
Amen.
QUINTA ESTACIÓN
AL GOZO QUE TUVO EN LA
ADORACIÓN DE LOS SANTOS REYES
OFRECIMIENTO
Felicísimo Padre mío Sr. S. José: no cabe en humano
entendimiento el gozo que tuviste en ver, conocido y adorado de tres reyes a tu
dulcísimo Hijo Jesús; yo te pido que por estos inefables gozos me alcances el
de la buena conciencia, y lo que sabes te pido y necesito, siendo para la mayor
honra y gloria de Dios y bien de mi alma, por Nuestro
Señor Jesucristo. Amen.
SEXTA ESTACIÓN
AL DOLOR QUE LE CANSÓ LA HUIDA A EGIPTO
OFRECIMIENTO
Angustiadísimo Padre mío Sr. S. José: cuánta fué tu
congoja y sentimiento, cuando en compañía de tu Santísima Esposa salisteis a la
media noche huyendo para Egipto, por guardar la vida del divino Niño Jesús! yo
te ofrezco esta estación, y te pido que por estas tus penas que padeciste, en
compañía de tu Santísima Esposa, me alcances de esta Señora amabilísima lo que
me convenga para el bien de mi alma por Nuestro Señor Jesucristo: Amen.
SÉPTIMA ESTACIÓN
A SU DULCÍSIMO TRÁNSITO
OFRECIMIENTO
Dulcísimo abogado mío y padre amantísimo, Sr. San José:
¿quién podrá expresar la dulzura de amor divino que tanto creció en tu
candidísima alma, que, quitándote la vida, entregaste tu espíritu en manos de
Jesús y de María? Yo te ofrezco, Patriarca Santísimo, esta oración, y por esta
felicidad humildemente te pido que logre yo entregar mi alma en tus manos y las
de tu Santísima Esposa, para cantar eternamente los beneficios que de tí he
recibido las misericordias de mi Dios y Señor. Amen.
Se ofrecen todas las estaciones con la siguiente:
ORACIÓN
Amorosísimo
Señor mío y gloriosísimo Patriarca Señor San José, consuelo de los
desamparados, seguro norte de nuestra esperanza y remedio universal de
nuestras necesidades, en cuyas manos depositó Dios liberalmente los tesoros de su
Omnipotencia, en beneficio de vuestros devotos y de los que en sus
aflicciones se valen de vuestro patrocinio y amparo: acordaos
gloriosísimo Santo mío, de vuestras piedades, y que ninguno hasta ahora
de los que do veras se han acogido a vuestro patrocinio ha salido desconsolado de
vuestra presencia: mirad, pues, Padre mío, mi aflicción y necesidad para
socorrerla; y si acaso lo que os pido no ha de ser para mayor honra
vuestra y gloria de Dios, borrad de mi corazón este deseo, imprimiendo en su
lugar en mi alma una humilde sujeción y conformidad perfecta con su santísima
voluntad; por cuyo medio y de la poderosísima intercesión de vuestra queridísima
Esposa María Santísima y la vuestra, consiga morir en ósculo suavísimo de mi
Redentor Jesús, para ir a alabarlo, bendecirlo y glorificarlo por todos los
siglos. Amen.
SALUTACIÓN
AL SANTÍSIMO PATRIARCA
Al
esposo feliz de María
Que
de rayos de gloria vestido se ve,
Saludemos
alegres los hombres
Diciendo
festivos con voz de placer
Salve
José.
Tus
favores benignos imploran
Pidiendo
a tus aras rendidos con fe,
Que
les abras las puertas del cielo,
Que
hierros indignos cerraron otra vez.
Salve
José.
Si
tu vara florida descolla
En
cada pimpollo animado un vergel,
Es
presagio que anuncia la gracia
Que
esperan felices en tus manos tener.
Salve
José.
Para
darle la muerte a la culpa
Que
al mundo le quita la vida y el ser,
No
te olvides de que eres Esposo
De
Virgen que puso la culpa a sus pies.
Salve
José.
En
tu casa las flores descollan
Con
mil resplandores, por ser Nazaret,
Donde
á influjo del cielo benigno
Se
vio encarnada la flor de José.,
Salve
José.
Vuelve,
esposo, benigno los ojos,
A
ver de los hombres las culpas, y ved
Que,
en un golfo de mares sin remos,
Navega
perdido, del alma el bajel.
Salve
José.
De
tu boca escuchamos felices
Partidos
tus labios, por cuyo clavel,
Que
seremos dichosos, teniendo
Primero
la gracia, la gloria después.
Salve
José.
TRIDUO
EN
OBSEQUIO
DEL CASTÍSIMO PATRIARCA SEÑOR SAN JOSÉ
ORACIÓN PARA TODOS LOS DIA
Con
que confianza, con cuanta satisfacción vengo a tus pies, ¡José Santísimo
á implorar tu socorro y protección en mis necesidades! ¡Oh! yo no temo que no
quieras oír mis ruegos porque por experiencia sé, que no te sabes negar al que
con fe te hace una súplica. Tú que en el mundo probaste todas las amarguras de la
vida, y que conoces bien las duras afecciones del corazón humano, ¿te harás
sordo cuando algún mortal con la fe y el consuelo que inspira tu dulce nombre
te invoca, y te descubre el centro de su alma que sufre traspasado de alguna
pena? tú, que puedes sacar la punzante espina de un corazón afligido, ¿te
mostrarás indiferente y verás sin lastimarse tu eminente caridad, Todas las
lágrimas, de tus devotos, sin extender tu benéfica mano y secar su llanto? ¿Acaso
necesitas para hacernos un beneficio O darnos el consuelo, de otra cosa que tu
voluntad? ¿Y habrá quién pueda imaginarse que no habiéndose menester más de tu
voluntad santísima, no quieras acceder a calmar quitar nuestras tribulaciones?
¿Desconfías tú, que tu Hijo Santísimo te niegue lo que pidieres? ¿Será posible Santo
mío, que aquel que en el mundo alimentaste? ¿y que vi tu noble frente cubierta
dé sudor para proporcionarle su alimento, y el de su Santísima Madre, te
desairé cuando vayas a suplicarle te conceda alguna gracia? Aquel que te
escogió para que le sirvieras de padre, y que se regocijaba cuando le dabas el
tierno nombre de Hijo, ¿no querrá acceder a tus peticiones? ¿qué, no es él que
en la tierra te obedecía, y que tantas veces tuviste en tus brazos
acariciándole dulcemente? ¿No es el mismo que desde toda la eternidad te señaló
con su Omnipotencia para Esposo de la inmaculada Virgen María? Grandes, muy
grandes son estos títulos para que no puedas con Dios todo lo que quieras, y
grandes son también las esperanzas que a mí me infunden tan estupendas prerrogativas.
Posible es, Padre mío, que yo te pida otra cosa que no me sea conveniente, y
esto es efecto de mi ignorancia; pero no es posible que me dejes sin consuelo
en mis necesidades: sí, yo no quiero que hagas tú mi voluntad sino la de Dios,
pues si lo que pido no es a su mayor honra y gloria y provecho de mi
alma, no la quiero, sino en todo tiempo tu amistad y protección. Si trabajos, sí
enfermedades y disgustos, es lo que me conviene en la vida, yo los recibo con
el mayor placer por ser voluntad de Dios; y solo te pido me alcances su
santísima gracia para sufrir resignado y alcanzar en la eternidad el premio que
es a lo que aspiro. Amen.
DIA PRIMERO
Santísimo
José, aquí me tienes postrado a tus plantas, y muy confiado de tu patrocinio, siento
que en mi pecho nace una ligera esperanza al invocarte, porque estoy convencido
de tu poder y valimiento con el Altísimo; porque sé que son infalibles los
ruegos tuyos unidos con los de tu purísima Esposa María, y porque sé también
que tienes gusto en favorecer a tus devotos. Pues bien, llévame de la mano al
trono de tu Santísimo Hijo y dile: «este que ves aquí, me ha invocado, se ha
valido de mí en sus penas, y yo quiero aliviárselas; él no se levantará de tu
presencia, ni yo me retiraré de este lugar sin haber conseguido lo que deseo en
bien de mi devoto; acuérdate, Hijo mío, de las aflicciones que en el mundo tuve
cuando fuiste servido de encargarme de tu cuidado, y no me niegues lo que
solicito.» ¡Ah! no podrá negarse a este ruego, te concederá lo que pides, Santo
mío, y yo volveré a tener la felicidad que perdí, y todos mis días serán de
regocijo, teniéndote a ti en mi favor y amparo. Amen.
Padre
nuestro, Ave María y Gloria Patri.
JACULATORIA
Sírvanos
de guía y de luz
en
nuestra necesidad,
la
inagotable bondad
del
dulcísimo Jesús.
Sea
toda nuestra alegría,
sea
todo nuestro consuelo,
la
medianera en él cielo,
la
inmaculada María.
Padre nuestro etc.
Se
acabarán, bien se ve,
nuestras
penas y dolores
teniendo
por protectores
Jesús,
María y José.
Padre nuestro, Ave María
etc.
ORACIÓN FINAL
Ya
estoy a los pies del dulcísimo José, ya estoy postrado ante este felicísimo
Patriarca, y ya nada temo ¿ni qué podría temer teniéndole por abogado? Vengan
las aflicciones, la orfandad, la enfermedad y la miseria, yo no las temo;
impávido levantaré la cabeza en medio de los mayores infortunios. Nada podrán
contra mí, porque José es mi Refugio: las maquinaciones de mis enemigos para
perderme, serán destruidas: la lengua viperina del que injustamente me persiga,
enmudecerá: al ladrón se le frustrará el lazo que me tienda: el asesino no
podrá levantar el brazo para herirme, y el aire corrupto y la peste no
infestará mi casa. Nadie, nadie podrá dañarme. José es mi protector. José ha abierto
los brazos para recibirme y salvarme. José va a hacer de mí un hombre nuevo.
José va a borrar mis malas inclinaciones. José va a ser mi guía en el camino de
las virtudes; y José, en fin, rogará a Dios por mí y yo seré salvo. Amen
SEGUNDO DIA
Glorioso
Patriarca, yo que soy el más grande pecador, necesito de tu Hijo la más grande misericordia:
ruega por mí y no me deseches, atiende que te invoco, mira que, te suplico que
no me retires de tu presencia sin consuelo: nada soy, nada valgo, nada merezco;
pero tengo que alegarte en mi favor tus propias virtudes y la de tu Esposa
María: tengo que acordarte que el Salvador derramo su sangre preciosísima por
mí, y que, aunque indigno, soy criatura tuya, Si tú te interesas por mí y haces
esto presento al Todopoderoso, nada me faltará y quedarán remediadas mis
necesidades: así lo creo, a lo espero, lleno de fé y muy consolado queda mi corazón
esperando que con tu intercesión santísima seré feliz en esta vida y en la
otra, come lo espero. Amen.
DIA TERCERO
Oh
amabilísimo José, Padre estimativo felicísimo del Salvador del mundo, y no
cesaré desalabarte ni de confiar en tu patrocinio, ni cesaré de invocarte hasta
el último instante dé mi vida y pedir que ruegues por mí. No desprecies mis
oraciones, aunque tibias y sin fervor: suple mi devoción, ilumina mi entendimiento,
fortalece mi corazón en las virtudes, y dame todo aquello que sea necesario
para el bien de mi alma, juntamente con el socorro y amparo en mis necesidades:
ya tú las sabes, no tengo para qué repetirlas, y mejor que yo sabes lo que me
es más conveniente y necesario. No hagas conmigo (te lo repito) lo que yo
quiera, sino lo que más agradable sea a tu querido Hijo, no se haga en mí y en
todas mis cosas sino la voluntad de Dios para que en todo tiempo y a toda hora,
yo cante sus alabanzas en la tierra, y des pues vaya á cantarlas en el cielo en
tu compañía. Amen.
SEMANA DEVOTA
ACTO DE CONTRICIÓN
Ahora
sí, dulcísimo Jesús, ahora sí que llegaré a tí sin sustos ni temores porque te
veo en los brazos de tu venerado Padre y protector mío, el Santísimo Patriarca
José, te veo en brazos de José, y no es tribunal ese de donde salen condenados
los reos. Yo confieso que he merecido mil veces el infierno, y que has usado de
una grande misericordia aguardándome a que conozca mi maldad y me convierta á
tí: pues yo lo hago, Jesús mío; ya me arrepiento de haberte enojado, y
me duelo cíe esto tanto, que ninguna: mayor dicha podré tener, que morir dé dolor
pues está mi corazón en tus manos, enciéndelo en tu amor, de manera qué todo él
sé abrase, se consuma y todo se haga cenizas a la fuerza de su llanto, aparta
para esto los ojos de su inequidad y ponlos en tu amantísimo Padre: estoy cierto
de que, si contemplas esa mansedumbre suya, ese corazón pacífico, esa dulzura y
amabilidad de alma, no has de tener tu corazón para negarme el perdón que te
pido por el amor de tu Padre José. Amen.
ORACIÓN Á MARÍA SANTÍSIMA
Purísima Esposa del castísimo
José, María Mi Señora: yo no hallo palabras con que expresarme y manifestarte
mis deseos de ser verdadero devoto y esclavo fiel de tu Esposo, mi amado protector
Sr. S. José: entra en mi corazón y verás en él la pena que me causa no amarlo
como quisiera, no venerarlo como deseo, y no sacrificarme a su servicio, a su
Culto y a su devoción como lo pide el alto juicio que tengo formado de su
eminente santidad, y el poder que Dios le tiene concedido
para favorecer a sus devotos. Si yo no soy digno de ser esclavo de José, José
es dignísimo de ser dueño y señor de todo el mundo: concédeme el favor de
contarme entre sus esclavos y devotos, mira que es honra tuya no negar cosa
que se te pide por el amor que tienes a tu Esposo. Amen.
Se
rezan los siete Padres nuestros y Ave Marías y luego la siguiente:
DOMINGO
Patriarca
gloriosísimo Sr. San José: ¿cómo pudiera tener yo ánimo para, ponerme en
tu presencia, si no entendiera que esa mansedumbre, esa amabilidad, esa
bondad que, hacia tu carácter en la tierra, la conservas ahora con toda perfección
en el cielo? ¿Cómo se atrevería un pecador todo cieno, todo inmundicia y
miseria, a ponerse, delante de un varón santo, armiño de pureza,
cielo animado por su limpieza cristalina admiración de los ángeles,
porque vivió en cuerpo como si fuese espíritu? ¿Cómo podría tener valor
para presentarme yo en tu presencia, sino me alentara mi necesidad y tu
bondad? Si no me amas a mí por indigno do tu amor y benevolencia, no
puedes dejar de amar la pureza y la castidad; pues por el honor de esa virtud;
por la honra de tu Esposa María Santísima, Reina de las vírgenes, te pido, te
suplico y te ruego, uses conmigo del privilegio que Dios te tiene concedido de
inspirar castidad y pureza a los que se acogen a tu patrocinio.
Alcánzame de tu Hijo divino Jesús, lágrimas de contrición para lavar las
manchas pasadas, y fortaleza para admitir la muerte antes que volver a
mancharme. Amen.
LUNES
Patriarca
gloriosísimo José: ¿qué felicidad se puede comparar con la de estar en amistad y
gracia de Dios Nuestro Señor, ni que infelicidad mayor que la de estar en su
desgracia? Ninguno mejor que tú está cierto de esa verdad: yo he irritado a mi
Señor con mis innumerables pecados; le he causado mil enojos; he perdido su amistad,
y conozco que justamente estará enojado conmigo; pero qué, ¿han de durar para
siempre sus enojos? ¿no ha de contentarse con quien protesta su arrepentimiento
y su dolor? ¿no querrás tú ser iris de paz que convierta los rigores de su justicia
en rocío de misericordia? Si, sí, que para eso eres su padre y ha de
desagradarte negándotelo si lo pides, ni tú has de dejar de pedírselo si yo te
lo ruego por el amor que le tenías a tu Esposa. Pues ea, protector mío, en
tu
mano está el hacerme feliz: saca del seno de tu Esposa una de las gracias que
están en el cofre de tu divina bondad, cuyas llaves tiene en sus manos:
fortalece mi espíritu con un auxilio eficaz, que lo haga arrepentirse de
corazón de sus pecados, y entrar en la amistad y en la gracia de tu santísimo
Hijo. Amen.
MARTES
Patriarca
gloriosísimo y protector mío, José: ninguna petición más agradable para tí, y ninguna
más útil para mí, que la que hoy te vengo a hacer: vengo a pedirte que me hagas
verdadero devoto, fiel esclavo y siervo obediente de tu esposa María Santísima:
¿podrás negarte a esta súplica: ¿darás mal despacho a esta petición? ¿qué puede
embarazar el logro de mi súplica, el ser yo indigno pecador? ¿pero no es tu
Esposa abogada de los pecadores, madre de los pecadores, y refugio de los
pecadores? ¿yerra acaso la Iglesia santa en saludarla todos los días con estos títulos?
Antes me imagino yo, que al paso que soy el mayor pecador tengo mayor derecho a
su amparo: el más enfermo tiene más derecho a la asistencia del médico: el más
pobre tiene más derecho a la limosna del rico; soy pecador, pero ya no quiero
serlo sino deberte a tí la felicidad de mudarme y convertirme, del mayor
pecador, en el más humilde, fervoroso y constante devoto de María. Amen.
MIÉRCOLES
Poderosísimo
patrón del humano linaje, amparo piadoso de los hombres, José Santísimo: si alguna
cosa hay que modere el susto que me causa la consideración de la muerte, y la
triste sentencia de condenación que merecen mis pecados, solo es tu asistencia
en aquella hora, y la satisfacción que debo tener de que nada te niega tu Hijo
Santísimo, como tú te empeñes en suplicárselo; pues no quede frustrada mi
confianza: sea este el único favor que me conceda tu divino Hijo: sea este solo
el fruto que produzca mi devoción a tu persona: nada deseo, nada te pido, sino
que hagas de suerte conmigo que disponiéndome desde ahora con una vida ajustad
a la voluntad de mi Señor y mi Dios, me haga digno de tu asistencia y amparo:
mira que te lo pido por amor de aquella Esposa tuya que te asistió con tanta
caridad y dolor á la hora de tu muerte. Amen.
JUEVES
Patriarca
felicísimo, José, abogado fidelísimo de los mortales. José santo, José justo,
José inocente, José bienaventurado. ¿Quién pudiera tener siempre en la boca tu
nombre, y no despedir un soló aliento, una sola respiración, sino acompañada de
tu nombre santísimo? ¿quién pudiera nombrar a José con aquel respeto, con aquel
puro amor, y con aquella gracia con que lo pronunciaba María Santísima tu
Esposa? Acuérdate, José mío, de aquella prontitud con que acudías a ver a tu
Esposa cuando te llamaba, y date prisa a acudir en la mayor necesidad en la
hora de mi muerte; que ahuyentado el demonio despida yo el último aliento
envuelto en tu nombre, y en nombre de Jesús y María. Amen.
VIERNES
Purísimo
y felicísimo Esposo de Marín, amadísimo abogado mío. José: bien conozco que mis
graves e innumerables culpas me hacen acreedor a los males, enfermedades y
trabajos que le vinieron al hombre por su desobediencia e infidelidad, pero
también conozco que la bondad grande e inmensa de mi Dios no se da por ofendida
de que le pidamos el remedio de ellas, y más si le ponemos por intercesores
aquellos amigos y siervos suyos que supieron agradarle ¿Y quién supo agradarle
más que tú? ¿quién supo servirle mejor que tú? Ye no puedo persuadirme de que
si le alegas a tu Santísimo Hijo los servicios que le hiciste: y a buscando el pan
para sustentarlo, ya ocultándolo para librarlo de los que le buscaban para
quitarle la vida y ya otros muchos que tiene él en su memoria no puedo creer
que te niegue cosa alguna, pues pídele por mí: pídele que me libre del pecado y
del infierno, y que en mis trabajos me de paciencia y
resignación
en su voluntad santísima. Amen
SÁBADO
Purísimo
José: ¿cuál de los mortales ha logrado honor igual al que te concedió a tí la
bondad de nuestro Dios? a quién de los mortales se le ha dado dignidad tan alta
como la que se te confiné a ti de ser cabeza de la más ilustre, más santa
y grande familia que vio jamás la tierra? su santidad, padre mío; tu eminente
santidad, fué la que te hizo digno de tanto honor. ¿Y qué, aquel respeto
humilde, aquel amor que te profesaron en la tierra tu Hijo y tu Esposa, no ha
de valer ahora en el cielo? ¿acaso son menos atendidas ahora tus súplicas? No,
no puedo creer
que se haga sorda a tus voces una Esposa que es la misma piedad y la clemencia:
ruega, les conceda el Padre de misericordias la sucesión deseada a las
familias, el fruto de bendición a los santos matrimonios, y a todos los fieles nos
dé auxilios para cumplir con las obligaciones que contraemos en los desposorios
que celebró nuestra alma con el Esposo sagrado Jesucristo, en el día en que nos
bautizamos. Amen.
ALABANZAS
AL SANTÍSIMO NOMBRE
DEL
SEÑOR
SAN JOSÉ
AVE
JOSÉ, ENTE LOS HOMBRES ESCOGIDO
Justísimo
Patriarca y padre putativo del Verbo humanado: yo te llamo, justísimo Patriarca
y protector mío, é invoco tu grande poder, pues es tu nombre José.
AVE
JOSE, DE DIOS OBEDECIDO
Observantísimo
celador de la honra de Jesús y de María: yo te llamo observantísimo celador de
la ley divina: enséñame a obedecer, pues la: enséñame a obedecer pues es tu
nombre José.
Padre
nuestro y Ave María.
AVE
JOSE, DE DIOS PADRE PUTATIVO
Santísimo
ayo y custodio de Dios, yo te llamo santísimo custodio de Jesús, no me dejes de
proteger, pues es tu nombre José.
Padre
nuestro y Ave María.
AVE JOSE, DE LA MADRE DE DIOS ESPOSO AMADO
Esposo
amabilísimo de la Emperatriz del cielo y de la tierra: yo te amo, esposo amabilísimo
de María: quiere a mis ruegos atender, pues es tu nombre José.
Padre
nuestro y Ave María.
OFRECIMIENTO
Oh
Santísimo José, ¡esposo castísimo de la Madre de Dios y fidelísimo custodio de
Jesús! yo, miserable pecador y humilde
esclavo vuestro, ofrezco estos Padre nuestros y Ave Marías, en memoria y
reverencia de las letras que componen vuestro nombre santísimo, y
encarecidamente os suplico me alcancéis de vuestro dulcísimo Jesús, que a
imitación vuestra no piense en más, que en los intereses de la gloria de Dios;
no hable más que palabras santas y de provecho al prójimo, ni me emplee en
otras cosas que, en buenas obras del agrado de Dios, para que siguiendo las
huellas que me dejasteis estampadas para la imitación, alcance el verme con vos
en el cielo, gozando en compañía vuestra de aquel bien que solo es bien, de
aquel bien que solo es seguro, de aquel bien que solo es eterno, de la
bienaventurada vista de Dios por los siglos de los siglos. Amen.
PIADOSA
NOVENA
A
SAN
JOSÉ
EN
SU DOLOROSO DESTIERRO
ORACIÓN PREPARATORIA
Prudentísimo y obedientísimo Patriarca Señor
San José, que, recibida la orden de Dios por el Santísimo ángel, a la media
noche, para que caminaseis a Egipto con el Niño Jesús y su Santísima Madre;
humilde y sumiso te pusiste luego en camino traspasado tu purísimo corazón de
dolor, considerando la delicadeza do Hijo y Madre, para sobrellevarlos trabajos
de camino tan dilatado, airado y solitario; y estando destituido por tu santa
pobreza de medios para proporcionar a tus tiernos peregrinos algunas
comodidades en camino tan penoso. Yo te ruego, benignísimo José, me alcances
del Señor, luz a mi entendimiento, y afectos fervorosos a mi voluntad, para que
con toda mi alma medite y compadezca los trabajos que en esta caminata
padeciste con Jesús y María, para que por este medio me hagáis digno de los
favores y gracias de Jesús, María, y tuyos. Amen.
DIA PRIMERO
Considera la obediencia tan puntual de
Señor San José, pues apenas el ángel le ordena tome al Niño Jesús y a su Madre
Santísima, y camine para Egipto, luego, sin esperar la luz del día, y sin
oponer dificultades ni conferir con el ángel sobre puntos que no podían menos
que ofrecerse a quien emprendía caminata tan larga, no hizo más que responder a
las órdenes del cielo, con aquella obediencia que han aplaudido con expresiones
magníficas algunos padres de la Iglesia.
Siete padres nuestros, Aves Marías y
glorias.
ORACIÓN FINAL
¡Oh admirable Señor San José! el más
dichoso de todos los hombres, el más feliz de todos los ángeles, y el
privilegiado de todas las criaturas, pues aquel Dios Todopoderoso, que por su
infinita bondad, llama a todos los afligidos y trabajados, para que hallen en
él su descanso y consuelos este mismo Señor busca en tí el descanso y consuelo
de su Santísima Humanidad; pues tú eres, dulcísimo santo mío, más propiamente
aquella maravillosa columna que sirvió de guía en el desierto al antiguo pueblo
de Israel, siendo tú la columna que amparó y guió por el desierto a Jesús y
María, y les mostró el camino de Egipto. Columna misteriosa, que mucho mejor que la
otra, le asistió un ángel, para que con lar órdenes de Dios moviese a su
escogido pueblo, Jesús y María. Aplaudan tu dicha, Santo de mi corazón. los
ángeles y santos del cielo y justos de la tierra; y todos se regocijen dándote
festivos parabienes, porque después de tantos trabajos padecidos con Jesús y
María, volviste a tu patria victorioso de todos los enemigos del Niño Jesús.
Recibe, santo de mi alma, estos ejercicios, que en memoria de los trabajos y
padecimientos que sufrieron en tan largos caminos, con Jesús y María he
practicado en estos días: para que, llevando yo con resignación y conformidad,
los trabajos de esta vida mortal, llegue por fin, por medio de tu poderosa intercesión a la
patria celestial, en donde puesto a tus sagrados pies, te alabe por toda una
eternidad y a Jesús y María. Amen.
DIA SEGUNDO
Considera la aflicción y congoja del
Santísimo Patriarca, al emprender tan dilatado camino; pues de Belén a la
ciudad Hérmópolis, en donde se estableció la Sagrada Familia, en Egipto, hay ciento
treinta y tres leguas, por lo que era necesario muchos días de viaje para
concluirlo; y un camino tan largo, aun cuando se hiciera con prevenciones y
comodidades, sería una molestia continuada. ¿Cuáles serían, pues, los trabajos del
Santísimo José, con una tierna y delicada doncella que llevaba en sus brazos a
su dulcísimo Niño de solo algunos meses de nacido, sin más prevenciones y
comodidades que las que le suministraba su pobreza, en un humilde jumentillo, y
con unos pececillos y fruta seca? por lo que no hay que dudar que Señor San
José tuvo mucho que sufrir en esta caminata.
DIA TERCERO
Considera que si este viaje de Señor San
José con su Santísima Familia, se hubiera hecho por caminos poblados, tal vez
hubiera encontrado algunas posadas menos incómodas; mas come la mayor parte fué
por el desierto, considera atentamente los padecimientos del Niño Jesús y de su
Santísima Madre, por el día, con los ardores del sol, vientos abrasadores, por
el polvo, arena, insectos molestos, etc.; y de noche, por el desabrigo, sereno,
frío, hambre y sed de los Soberanos Peregrinos: considera muy despacio estos trabajos.
DIA CUARTO
Considera al Santísimo José caminando a
pie por el camino arenoso del desierto, sirviéndole de diestro al humilde
jumentillo en que iba sentada la Emperatriz de cielos y tierra; y la que,
apeándose algunas veces, rogaba a su Santísimo Esposo montara un poco para que
se aliviara del cansancio, lo que el prudentísimo Santo jamás admitió, por lo
que caminaban María y José a pie, llevando la Señora de las criaturas a su
dulcísimo Niño en su virginal regazo. Traspasado de dolor el castísimo corazón
de Señor San José, viendo padecer a Jesús y María: acompáñalos tú con
fervorosos afectos.
DIA QUINTO
Considera como algunas veces la Santísima Virgen,
con inefable dignación entregaba al dichosísimo Esposo el Niño Dios, para
consuelo de su espíritu; el que recibía el Santo puesto de rodillas, y luego lo
acariciaba y estrechaba en su corazón, derramando dulcísimas lágrimas de
devoción y ternura, liquidándose su purísima alma en afectos tiernos, y
abrasándose en amorosos incendios de caridad; y de este modo caminaba el Santo
con el dulcísimo Niño Jesús en sus brazos haciéndole sombra con su manto, para
que el sol o el viento caliente no ofendiese a su tierno infante.
DIA SEXTO
Considera que des pues de muchos días de
camino, llegaron, por fin, Jesús, María y José a la ciudad Hérmópolis, en
Egipto, muy cansados y fatigados por los trabajos de tan largo viaje, sin
conocimiento alguno, en tierra extraña, en donde todos los habitantes eran
idólatras. Aquí, pues, permaneció la Sagrada Familia por mucho tiempo, cuidada
y auxiliada por los esmeros de Señor San José.
DIA SEPTIMO
Considera que después de algunos años de
morar la Sagrada Familia de Señor San José en la ciudad de Hermópolis, luego
que el Santo recibió la orden del ángel, de volverse a tierras de Israel, luego
sin escusa ni oposición alguna, tomó
al Hijo y Madre Santísimos, y sin más
precauciones que las que trajo cuando salió de Judea, emprendió por segunda vez
el mismo dilatado y áspero camino, y con los mismos o mayores trabajos.
DIA OCTAVO
Considera que como cuando la Santísima
Familia volvió de Egipto, ya el Niño Jesús tenía [según sentir de algunos autores]
como nueve años, naturalmente ya no podía ser llevado en los brazos de su
Purísima Madre; y por esto considera que muchas veces caminaba el dulcísimo Niño
a pie llevándole de las manitas María y José, llenándoles de consolaciones
divinas. Considera también, que, por lo muy arenoso del camino, y por la
delicadeza de Hijo y Madre, se cansarían y fatigarían demasiado, por lo que el
Santísimo José sentaría a la Princesa del Cielo en el jumentillo, y al Niño
Jesús lo llevaría en brazos, por grandes espacios de tiempo, cargando sus hombros
al que con un dedo sostiene la inmensa máquina del universo.
DIA NOVENO
Considera que después de haber caminado la
Santísima familia doscientas sesenta y seis leguas, de ida y vuelta, llegaron,
por último, los divinos viajeros a tierra de Israel; mas con las noticias de
que Arquelao, rey impío, reinaba en Judea, temió Señor San José mucho por la
seguridad del dulcísimo Niño, por lo que, avisado del santo ángel, se fué á
Galilea, a su patria Nazaret.
TRISAGIO
AL
PATRIARCA
SAN JOSÉ
Santo,
Santo, Santo,
es
José, en verdad
Padre putativo
de
la Santidad.
Todo el orbe cante,
con grao voluntad,
del patriarca Santo
la felicidad.
Canten que es Esposo
de aquella Beldad,
que forma el encanto
de la Trinidad.
El Padre lo elige
en la eternidad,
para darle parte
de su potestad.
De su mano el Hijo,
con suma humildad,
recibe el portento
de su humanidad.
El divino espíritu
con seguridad,
de José escoge
la fidelidad.
¡Oh José dichoso!
que por tu humildad
la afección mereces
de la Trinidad.
Padre estimativo,
es en realidad,
de todo un Dios Hombre,
¡qué felicidad!
Cristianos celosos
á Dios ensalzad
y del santo Esposo
la dicha alabad.
Tú, reina del cielo,
las voces juntad
de los santos todos,
en una, y cantad.
Logre el que agoniza,
la conformidad,
del más duro trance
de la eternidad.
A tu voz se ahuyente
la calamidad,
y a tu imperio ceda
toda enfermedad.
No haberse valido;
de tu gran piedad
el réprobo, triste,
llora sin cesar.
Confiese la tierra
que es universal
Patrón de toda
cruel calamidad.
DÍA VEINTE DE CADA MES
EN
HONOR Y CULTO
DEL
TRANSITO DEL SEÑOR SAN
JOSÉ
Hecha la señal de la cruz, se dice:
ACTO DE CONTRICION
Dulcísimo Jesús,
dueño de mi alma: ¿cuál cubería ser mi confusión y vergüenza al presentarme
tantos y tan enormes delitos con que be ofendido a tu inmensa bondad? Y ¿cuál
deberá ser el temor que ocupe mi corazón, al ver despreciada por mis pecados la
recta justicia? Mas ¡oh amor de Dios! Tu bondad, sí, solo tu bondad y
misericordia me alientan, y vuelvo a tí arrepentido y lleno de confianza de que me perdonarás, y más cuando te
veo reclinado en ese corazón. todo encendido de caridad; en ese propiciatorio divino de los brazos de tu
estimativo Padre Señor San José esperando por los méritos de tu sagrada pasión,
y por la intercesión de este tu fiel siervo, me has de perdonar y dar tu gracia
para no ofenderte más, y servirte hasta el fin de mí vida. Amen.
ORACIÓN
Protector mío
Señor San José: sí, como es una verdad que conforme sea la vida así será la
muerte ¿cuál sería tu felicísimo fin, pues tu vida fue tan prodigiosa y
admirable, que por tus virtudes y excelsa santidad mereciste te asistieran
personalmente en tu muerte, con admirable dignación, Jesús y María! Alcánzame,
Santo mío, por este tan singular privilegio, el que cuando yo llegue al término
de mi vida, no me falten del corazón y labios, Jesús, María y José. Amen.
Aquí
se rezará un Credo y se dirá la siguiente:
ORACIÓN
Patriarca
soberano, Señor San José, que habiendo sido tu vida en todo conforme con el
Divino beneplácito, y habiendo sido también un fidelísimo cooperador a los
altísimos designios de la Providencia, en orden á los hombres; en el tránsito
que hiciste de este mundo a la eternidad, consumaste tu último aliento,
conformando tu voluntad con la de Dios, ausentándote de tu adorado Hijo Jesús
tu amantísima Esposa María Santísima, y desempeñando cumplidamente los oficios
de precursor del Hijo de Dios para con los Santos padres del Limbo; concédeme,
Santo glorioso, el que por tus méritos é intercesión, así cumpla yo la divina
voluntad en mi vida, que en los últimos instantes de ella merezca el que me
anuncies la posesión de la bienaventuranza de la gloria. Amen.
Se
hace la petición, y se reza la siguiente:
ORACIÓN
Santísima Madre
de Dios y Señora Nuestra, que en el tránsito felicísimo de tu castísimo Esposo
señor San José, no solo llevaste con resignación el apartarte de su dulcísima
compañía, sino que, en unión de tu Hijo y Dios verdadero, presentaste a tu
Eterno Padre el preciosísimo tesoro de su purísima alma, enriquecida y adornada
con las más inestimables virtudes, gracias y privilegios. Conozco, Señora,
cuánto te agrada el que los hombres honremos en esta vida a tu Esposo
Santísimo; y por complacerte le consagro este día, haciendo memoria en él de su
dichosísimo tránsito de esta vida a la eterna. Y dando gracias a la Beatísima
Trinidad por la incomparable gloria a que sublimó a este su fiel siervo, y
pidiendo humildemente que por sus méritos y por la poderosísima intercesión de
este Santísimo Patriarca, merezca yo en la hora de mi muerte sea mi alma
presentada en su acatamiento por manos de Jesús, María y José. Amen.
NOVENA
A LOS SIETE SANTOS DOLORES DEL CASTÍSIMO PATRIARCA SAN JOSÉ
ACTO DE
CONTRICCIÓN
Omnipotente
Señor Dios de todos los siglos, que por el amor de nuestras almas tomaste
nuestra humana carne, pasible, mortal y con ella naciste, padeciste y moriste
con una muerte afrentosa é ignominiosa, conociendo, Señor, que lo ejecutaste
por mí, pata redimirme, con verdadero arrepentimiento de mi corazón me pesa de
haberte ofendido en repetidas veces, cuando debiera, en recompensa de tu amor,
amarte sobre todas las cosas: eres dueño mío: pequé, Señor; ya conozco mi
maldad y advierto mi ingratitud; ya la confieso arrepentido, y si esto buscas en el pecador para perdonarlo,
atiende a mi dolor, perdóname, Padre amantísimo, que te doy palabra de no pecar
más, solo por ser quien eres, y porque por tu amor aborrezco la culpa, que
tanto daño me hizo, perdiendo por ella tu amistad. Muévete el amor de tu
estimado padre y padre mío Señor San José; por sus altos méritos y elevadas
virtudes, hagamos las amistades; que confío en tu divina gracia conseguirlo,
con tal padrino; y olvidando mis vicios vivir ajustado a tu ley sacrosanta, y con
ella permanecer agradable a tu divina aceptación hasta morir. Amen.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Santísimo
Patriarca, dueño amoroso, refugio de pecadores, alivio de necesitados, consuelo
de tristes y protector general del género humano: postrado a tus
pies, José amabilísimo, me compadezco de los acervos dolores que padeciste, y
por ellos te suplico rendidamente me alcances de tu Santísimo estimativo Hijo,
verdadero dolor de mis culpas. Bien conozco lo indignado que te tengo con mis
pecados; pero tu piedad me ha de alcanzar auxilies para borrarlos con lágrimas
de penitencia; para acompañarte en gracia en tus dolores y desagraviar a tu
Hijo mi Dios, Emplea, padre Santísimo, toda tu intercesión, que toda la
necesito: tal me han puesto mis yerros, que de tus ruegos espero el perdón para
mudar .mi delincuente vida, y ser desde hoy obediente a la ley para serte agradable,
y que se logre en mí el fruto de tus dolores, y de la sangre preciosa de Cristo
Señor Nuestro; que vive y reina con el Padre y él Espíritu Santo, Dios por los
siglos de los siglos. Amen.
PRIMER DIA
ORACIÓN
Dios te salve, purísimo José, padre
estimativo de Cristo y Esposo amantísimo de María: con grande amargura
de mi corazón te acompaño en el dolor que padeciste cuando viste preñada a tu
querida Esposa, conociéndola paraíso ameno de la más pura castidad, y siendo
tú el lirio más fragante y azucena más encendida de la pureza, te obligó tu
dolor a disponer la ausencia de tu amada, creciendo con este pensamiento tanto
tu pena, que. casi desfalleció el valor de tus sentidos: haz, Señor mío, que mi
corazón sea tan puro que pueda resistir los asaltos de la sensualidad carnal, y
vencidos sus peligros, viva casto y limpio hasta la muerte. Amen.
Ahora se rezará siete veces el Padre
nuestro y Ave María, con Gloria Patri, etc., y se dirán todos los días estas
oraciones:
DEPRECACIÓN
Santísimo José, que, escogido entre todos los hombres, te colmó de
gracia el Espíritu Santo, asistiéndote siempre el poder del Padre y el amolde
Cristo tu estimativo Hijo: dichoso eres, y agradable a Dios desde que fuiste
santificado y electo para nuestra defensa: ruega por nosotros, interponiendo lo
acerbo de tus dolores, para que en vista de ellos se mueva a piedad la Majestad
de nuestro Dios. Mira nuestra miseria, y que esta nada de nuestro ser se pone
bajo tu patrocinio, porque así la reciba el Señor, y nos conceda, por tí, las
grandes misericordias ofrecidas a tus devotos. No desdeñes nuestro ruego, te
invocamos humildes, y esperamos por este medio alcanzar vivir en gracia, para
irte a ver a la gloria. Amén.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Señor mío Jesucristo, Hijo estimativo dé
José, a quien escogisteis para asiló universal del género humano y conducto
seguro de Nuestra salvación: haced, Señor, que se imprima en nosotros, una
cordial devoción de vuestro putativo Padre, para que mediante ella, se
enciendan nuestros corazones en el más vivo amor de vuestra deidad; no teniendo
otro pensamiento que el de agradaros, y para conseguirlo evitar toda culpa y
deleite mundano, solo por vos; y de esta suerte aprovechar más cada día en
todas las virtudes. José Santísimo alcánzalo así de tu Hijo Jesús: y ofrécele
por nosotros el caudal admirable de tus prerrogativas y gracias, para
que en vista de tal tesoro, nos conceda benigno el bien que le pedimos en esta novena, y haciendo
o que convenga a su mayor honra, y gloria: y pídele, por el valor de tus
méritos, por el precio de tu vida, por el Sumo Pontífice, prelados y jueces
eclesiásticos, por nuestro católico gobierno y todos los príncipes y jueces
seculares, para que en todo acierten en sus gobiernos ajustados a la rectitud
de la justicia: intercede por los que están en pecado mortal para su
conversión, por los justos, para su perseverancia; por los gentiles y herejes
para su perseverancia; por los gentiles y herejes para su reducción y
obediencia a la iglesia católica; por los pobres cautivos y encarcelados, para
su libertad; por los afligidos y atribulados, para su consuelo; por las ánimas
del purgatorio, para el fin de sus penas; y por nosotros, para vivir en gracia
y tener una buena y sosegada muerte, para ir a gozar de tu vista en el cielo.
Amen.
SEGUNDO
DÍA
ORACIÓN
Dios te salve, castísimo José amabilísimo,
Padre estimativo dichosísimo de Cristo, y esposo amantísimo de María: yo te
acompaño, con gran dolor en mi corazón, al dolor que sentiste viendo derramar
lágrimas a tu querido Hijo, nacido en un pesebre, de lo que fué tal tu pesar,
que se te destiló el corazón por los ojos: haz padre mío, que de tal suerte
sienta yo tus penas, que por ellas alcancé auxilios poderosos para salir del
pecado y volver a la amistad de mi Jesús, como está prometido a tus devotos, y
que así persevere hasta la muerte. Amen.
TERCER
DÍA
ORACIÓN
Dios te salve, castísimo José, Padre
putativo dichosísimo de Cristo, y Esposo amantísimo de María: con la mayor
compasión de mi alma te acompaño en el agudo dolor que sentiste viendo
primicias de la pasión de tu Hijo Jesús, derramando su sacratísima sangre en la
circuncisión, cuya pena te llegó tan al alma, que casi desfallecía el vigor de
tu esfuerzo: haz, padre mío, que derrame, tantas lágrimas de compunción, que
por ellas merezca alcanzar la gracia y devoción de tu querida Esposa, como está
ofrecido a tus devotos, y con ella viva siempre derretido y engarzado mi
espíritu en amores de María Santísima, hasta la muerte. Amen.
CUARTO
DÍA
ORACIÓN
Dios te salve, José piadosísimo, Padre estimativo dichosísimo de
Cristo, y Esposo de María: con el mayor sentimiento te acompañó en el grave
dolor que padeciste al oír la profecía del Santo Simeón, anunciando la pasión y
muerte de tu Hijo Jesús, cuya pena te penetró hasta lo íntimo de tu alma, pues
conociste los tormentos que había de padecer: haz, padre mío, que yo me compadezca
de tu pena, y por ella se logre en mí el fruto de la pasión de Cristo; y que
mediante ella consiga buena muerte y defensa en ella contra el demonio, como
está prometido a tus devotos. Amen.
QUINTO
DÍA
ORACIÓN
Dios te salve, José dolorosísimo, padre putativo dichosísimo de
Cristo, y esposo amantísimo de María: con gran pena en mi alma te acompaño en
el dolor que tuviste cuando llegaste a entender que la crueldad de Herodes
solicitaba a tu Hijo Jesús, para quitarle la vida, siéndote preciso para librarlo,
huir a Egipto con tu querida Esposa; siendo esta pena tanto mayor cuanto
duplicados los motivos: haz, padre mío, que de tal suerte me aproveche de tus
trabajos, que merezca alcanzar el gozar, si conviene, perfecta salud en el
cuerpo, y que esta sea medio, para servir con valor a Dios hasta la muerte.
Amen.
SEXTO
DÍA
ORACIÓN
Dios te salve, dulcísimo José, padre
estimativo dichosísimo de Cristo, y esposó amantísimo de María: yo te acompaño,
con grande angustia en mi corazón, al dolor que, tuviste cuando saliste de
Egipto con tu Hijo y Esposa, sabiendo la muerte de Herodes; pero te contristó
tanto la noticia de que reinaba Arquelao, que ya contemplaste muerto a sus
manos a Jesús; dolor tan fuerte, que penetró por mil partes tu angustiado
corazón: haz, padre mío, que se engendre en mí grave pena de verte adolorido; y
que por este tormento tuyo, Cristo Nuestro Señor me conceda el remedio que
convenga de mis trabajos corporales, y agradecido yo a sus beneficios le sirva
en recompensa, hasta la muerte. Amen.
SÉPTIMO
DÍA
ORACIÓN
Dios te salve, Santísimo José, padre putativo dichosísimo de Cristo, y
esposo amantísimo de María: con. amargo sentimiento te acompaño en el acervo
dolor que sentiste, cuando viste perdido a tu Jesús, y afligida a tu Esposa por
su falta, de que fué tu congoja tan prolija, que era bastante a perder con ella
la vida; por lo grande de tu amor, por la fatiga de la solicitud que en
¿buscarlo ponías, y el crecido raudal de lágrimas que derramabas: haz, padre
mío, que viertan tantas mis ojos, y ponga tanto esmero en buscar a Dios, que
por este servicio me conceda su Majestad la integridad de mi honra y crédito,
para que yo cooperé a la suya y a su divina gloria, hasta la muerte. Amen.
OCTAVO DÍA
ORACIÓN
Dios te salve, soberano José, padre
estimativo dichosísimo de Cristo, y esposo amantísimo de María: con las mayores
veras dé mi corazón te acompaño en las graves angustias qué padeciste al
contemplar se acercaba el tiempo en que había de ejecutarse la pasión y muerte
de Jesús, pena tan atroz para tu corazón, que creyendo no habías de tener
tolerancia para verlo, escogiste antes morir que llegarlo a experimentar: haz,
padre mío, que sienta mi alma tu pena de tal suerte, que siempre meditando la
pasión de tu estimativo Hijo, mi Señor, se me abran los ojos del entendimiento,
y encienda mis afectos para tener siempre en mi corazón tu amor y amante pensar
en tí, para vivir seguro de mis enemigos con la invocación do tu nombre, como
lo consiguen tus devotos, por privilegio tuyo, y así aprovechar en la virtud
hasta la muerte. Amen.
ULTIMO DÍA
ORACIÓN
Dios te salve, José castísimo, padre
putativo dichosísimo de Cristo, y esposo amantísimo de María, con el mayor
exceso de sentimiento te acompaño en el último dolor que padeciste al
contemplar la ingratitud del hombre, que habiendo logrado por su Redentor a Jesús, había de
despreciar tan alto beneficio, poniendo las manos sacrílegas en su sacratísimo
cuerpo, correspondiendo á tal fineza con continuadas culpas, como hasta ahora
estamos cometiendo; yo me compadezco de tu, dolor, y te suplico md ampares,
para que mude de mi errado camino al de penitencia. Haz, padre mío, que sea
tanto mi conflicto por tu penar, que por mis repetidas lágrimas de contrición
consiga por tí, de la bondad de Dios, que si van algo torcidas mis peticiones
las endereces para mi mayor bien [como hacías con tu devota Santa Teresa] y de
esta Suerte sea mi petición a su mayor honra y gloria, y la procure siempre
hasta la muerte. Amen.
NOVENA
AL
CASTÍSIMO
CORAZÓN
DEL
PATRIARCA SAN JOSÉ
Puesto de rodillas delante de una
imagen del Santo, y hecha la señal de la cruz, se dice el
ACTO DE CONTRICIÓN
¡Oh divino amante de mi Redentor Jesús!
Que después de haber sido tan innumerables veces despreciado de los hombres,
con sus culpas, Aun espera tu divina misericordia: a tus pies tienes, Señor, el
más ingrato pecador; aquí está el mayor desagradecido, que con sus pecados te
puso en esa cruz. ¡Oh si mis ojos y los poros todos de mi cuerpo se hicieran
¡fuentes de lágrimas y mares de sangre, para llorar tal ofensa! ¡Cómo no me
abraso de amor de un Dios tan bueno! ¡Cómo no me muero de agradecido! ¡Oh si me
quitase la vida el pesar de haber pecado contra tí! Aunque no hubiera infierno,
solo por ser quién eres, me pesa de haberte ofendido, y por lo mismo propongo
firmísimamente con. tu divina gracia, de nunca más pecar; prometo, Señor,
apartarme de todas las ocasiones y peligros, de ofenderte, de confesarme
enteramente y cumplir la penitencia que me fuere impuesta: Confío, benignísimo
Señor, en tu infinita misericordia, que me has de perdonar y dar tu gracia para
servirte y amarte, hasta el último instante de mi vida. Amen.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh corazón rectísimo de mi amado Señor
San José! que desde vuestra formación
mereciste ser asistido con especiales providencias de Dios, como que os escogió
para Esposo de María Santísima elevando vuestra dicha entre los hombres, a que
solo de vos se dijese que el mismo Dios era vuestro; que se tuviese y reputase
por vuestro único Hijo, haciéndoos archivo del registro de las divinas
misericordias, y encendiéndoos tanto en el fuego del amor divino, que si el
mismo Señor que os mantenía no os dura virtud y Fuerzas para no desfallecer
hubiera vuestro ardientísimo corazón y espíritu desatado las cadenas de vuestro
purísimo y virginal cuerpo con la fuerza del amor. Por estos favores te pido me
concedáis, que siga yo siempre este vuestro amor con un corazón, si fuera
posible semejante al vuestro, para merecer así obsequiaros eternamente
en la gloria. Amen.
Se rezan siete Padres nuestros, Aves
marías gloriados, y se dice la oración que varía todos los días.
PRIMER
DIA
ORACIÓN
¡Oh dichosísimo Patriarca Señor San José!
Yo venero profundísimamente vuestro castísimo corazón, jamás manchado de
impureza alguna; pues rectificando nuevamente el Señor vuestras potencias, para
que fueseis digno Esposo de Nuestra Señorada Virgen María, os llenó de gracias,
confirmándoos en ella por tan admirable modo, que quedaste más puro que el
supremo de todos los serafines, pues la pureza que ellos tienen sin cuerpo, os
la concedió el Señor en cuerpo terreno y carne mortal: me alegró, santo mío, de
ésta, como de una excelencia que glorifica tanto vuestro purísimo corazón, y os
suplico por ella purifiquéis este indigno corazón mío, para merecer lo que
deseo conseguir en esta novena, Si es para gloria de Dios, honra de vuestro purísimo
corazón, y bien de mi alma. Amen.
ORACIÓN
FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Santísimo corazón de Jesús! que como
tan amante de los hombres, quisisteis encarnando, naciendo y muriendo,
dejarnos el provecho y remedio seguro de nuestras almas; yo os suplico, Señor,
con el mayor empeño de mi rendido afecto, entrañéis en mi alma un
aborrecimiento y horror grande, a todo aquello que fuere ofensa y agravio de
vuestro amoroso y sagrado corazón: bien veis, Señor, la muchedumbre de mis
culpas; ya lo conozco así; ¿pero será acaso más mi malicia que vuestra
misericordia? No. ¿Supera mi iniquidad al abismo de santidad de vuestra Madre y
nuestra, María Santísima? Tampoco. ¿Excederán mis ingratitudes a los
perfectísimos méritos de vuestro putativo Padre y mi Señor San José? No puede
ser. Pues estos méritos y aquella santidad, os presento por mis especiales
abogados en esta causa; y espero ¡oh santísimo corazón de mi Jesús! que á vista
del corazón de mi Señora la Virgen María, y del corazón purísimo de mi Señor
San José, quedaréis perfectamente satisfecho, me perdonaréis mis pecados, y me
daréis gracia para amar y servir en esta vida a vos, Jesús mío, a mi Señora la
Virgen María, a mi Señor San José, y después, gozar de sus dulcísimos corazones
en la bienaventuranza eterna. Amen.
SEGUNDO
DIA
ORACIÓN
¡Oh felicísimo Patriarca Señor San José!
Que, mereciendo la vista y conversación de la divina sabiduría humanada, os
colmó el Señor de tantas virtudes en grado tan perfecto, que después de vuestra
divina Esposa María Santísima, excediste a todos en santidad, y ninguno os
adelantó, causando en vuestro espíritu este beneficio tales efectos de humildad,
reverencia y amor, que sirviendo de grande admiración a los ángeles, fue así
mismo de sumo agrado y complacencia al mismo Dios: y me gozo, Santo mío, de
esta dicha, y doy los parabienes a vuestro dichoso corazón, por el cual os pido
me alcancéis una humilde y recta resignación en mis trabajos, no negándome
vuestro favor y asistencia en mi mayor necesidad, que es la de mi muerte; y
ahora, concediéndome lo que deseo en esta novena, si es para mayor gloria de
Dios, honra de vuestro purísimo corazón y bien de mi alma. Amen.
TERCER DIA
ORACION
¡Oh gloriosísimo Patriarca Sr. San José! objeto dé las divinas
delicias, amado y querido de Dios sobre todos los hijos de los hombres, yo me
humillo profundísimamente en honra y reverencia de vuestro sagrado corazón, confiando
hallar en él el asilo y amparo de que gozan cuantos a él se acogen. ¡Oh José
Santísimo! Con haber tenido vos la dignidad de ser padre de Jesús, y Esposo de
María, logro yo la dicha de ser hijo vuestro. Pues con este favor, ¿cómo no me
adelantaré yo a invocar el amparo de vuestro piadoso corazón? Yo confieso mis
grandes méritos, más por eso mismo ocurro a vos conociendo mi desamparo, porque
creo que será tanto mayor gloria de vuestro patrocinio, cuanto más se empleare
en favorecerme. Exceda, pues, Santísimo Padre mío, la caridad de vuestro amable
corazón á manera que, mereciendo vuestra protección, logre lo qué deseo
conseguir': en esta novena si es para mayor honra de Dios, honor y gloria de
vuestro purísimo corazón, y bien de mi alma. Amen.
CUARTO DIA
ORACION
¡Oh corazón admirable de mi Señor S. José!
que concediéndoos el Señor para, mayor colmo de vuestra santidad, especial luz
y conocimiento de los beneficios y favores divinos, hasta llegar a gozar de la
vista clara dé la divina esencia, en la que se os manifestó sin velo ni embozo
alguno la incomprensible divinidad, lograste que la Beatísima Trinidad os
recogiese y destinase por Precursor de Cristo, para que, a los Santos Padres
del Limbo, nuevamente evangelizaseis su redención. ¡Oh José Santísimo, y cuánto
me gozo de estos favores! quisiera que los corazones de todas las criaturas se
juntaran al mío, para que todos te alabaran por esta dicha, y dieran gracias al
Señor que os crio; para gloriarse tan altamente con vuestro virgíneo corazón,
por el cual os pido infundáis en mi alma un perfecto conocimiento de los
beneficios que debo a Dios, un horror grande a toda culpa, fortaleza contra las
tentaciones del demonio, gracia para merecer vuestro patrocinio, y conseguir lo
que deseo en esta novena; si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra de
vuestro purísimo corazón, y bien de mi alma. Amen.
QUINTO
DIA
ORACION
¡Oh suavísimo corazón de mi Señor San José! escogido y amado de Dios,
que por serlo mereciste que el poderoso brazo del Altísimo, obrando copiosamente
en vuestro sagrado espíritu efectos tan divinos, os infundiera perfectísimos
hábitos de todas las virtudes y dones, llenando de gracia y confirmando en ella
vuestras potencias. ¡Oh miseria mía! y ¿qué pareceré yo en presencia de mi
Señor San José? No obstante, creo, santísimo Padre mío, que, llegando con
humildad, no me abandonará vuestra clemencia; antes amparado del poderoso
patrocinio de vuestro piadoso corazón, espero ser tan otro del que soy, que,
ardiendo mi corazón en el fuego de vuestro amor de Dios, merezca también, gozar
de vuestra dichosa compañía en la gloria, y ahora lo que deseo conseguir en
esta novena, si es para gloria de Dios, honra de vuestro purísimo corazón y
bien de mi alma. Amen.
SEXTO
DIA
ORACION
¡Oh corazón pacientísimo de mi Señor San
José! que, tolerando con incomparable sufrimiento y grandeza de vuestro ánimo,
la gravedad y peso de los trabajos y dolores que padecisteis, os concedió el
Señor, que manifestándose los ángeles en forma humana, visible a vuestros ojos,
os hablaron y trataron de la Divinidad y de sus infinitas perfecciones,
encendiendo con esto el amor de vuestra alma purísima, para mayor aumento de
vuestros méritos. Corrido y avergonzado estoy ¡oh Santísimo José! de mi poca
resistencia, á vista de vuestra grande fortaleza. No hay en mí otra cosa para
obsequiaros, que un corazón pobre, muy pequeño y muy rebelde, eso os endono,
Padre mío: ya sois dueño de él, no es mío, vuestro es, deshacedlo, destruidlo y
aniquiladlo, para que formándolo vos de nuevo, merezca imitar vuestro
sufrimiento, tolerando en amor de Dios los trabajos y miserias de esta vida, no
desamparándome vuestra protección en el amargo trance de mi muerte, y
concediéndome ahora lo que os pido en esta novena, si conviene para gloria de
Dios, honra de vuestro purísimo corazón y bien de mi alma. Amen.
SEPTIMO
DIA
ORACION
Oh corazón candidísimo de mi Señor S. José que acercándose el término
de vuestra santa y ajustada vida merecisteis en aquéllos últimos días próximos
a vuestra dichosa muerte, la asistencia y cuidado dé vuestro santísimo Hijo
Jesús y la de vuestra Esposa María Santísima tan especial quien ni de día ni de
noche quedaste solo sin alguno de los dos ¡Oh dicha grande de mi Señor San
José! ¿Quién llegara a merecerlo que vos? ¿Qué os negara el que así os ama?
¿Que no conseguiréis de quien así os honra? Grande infelicidad fuera la mía en
acogerme a vuestro patrocinio, siendo de tanto valimiento para con Dios. Por
cuyo amor os pido me concedáis, que en los últimos instantes de mi vida;
merezca la asistencia especial de vuestro patrocinio, para que triunfando de
mis enemigos en esta vida, logre rendiros gracias en la otra; y ahora, lo que
deseo conseguir en esta novena, si es para gloria de Dios, honra de vuestro
purísimo corazón y bien de mi alma. Amen.
OCTAVO DIA
ORACION
¡Oh corazón amorosísimo de mi Señor S.
José! que, llegada la hora de vuestra preciosa y feliz muerte, intentando
vuestra humildad y reverencia ponerse de rodillas en el suelo para pedir su
bendición a vuestro dulcísimo Jesús y que, llegando su Majestad a vos, os
recibió en los brazos, en los cuales entregasteis vuestra purísima y santísima
alma ¡Oh felicidad suma de mi Señor San José! Yo os conozco Padre mío por el
que sois; y me abato y postro profundísimamente, en obsequio de vuestro sagrado
corazón doy infinitas gracias al Señor, que para ostentación eje su poder os
llenó de tanta santidad ¡Oh si yo la dicha de merecer uno de vuestros siervos!
¡Cómo me complacería yo, y la estimara en más que cuantas felicidades tiene el
mundo! Miradme José Santísimo, con ojos de piedad, para que, con vuestro favor,
mejorando de vida, merezca yo en la hora de la muerte, entregar mi alma en
vuestros divinos brazos, para que vos la presentéis ante el divino acatamiento;
y ahora lo que deseo conseguir en esta novena, si es para gloria de Dios, honra
de vuestro purísimo corazón y bien de mí, alma. Amen.
NOVENO
DIA
ORACION
¡Oh corazón sagrado de mi Señor San José, Esposo y compañero
fidelísimo de mi Señora la Virgen María, Padre dignísimo de nuestro Salvador
Jesús, amparo y refugio de los pecadores! Con entera y humilde confianza llega
mí corazón, satisfecho de que vuestra clemencia a ninguno ha desamparado, de
cuantos a vos se han acogido. ¿Y había yo de ser entre tantos que han logrado
vuestro favor el infeliz que experimentara el rigor de vuestra repulsa? Bien lo
merecía la gravedad de mis culpas; pero no sea así; acordaos que por mi remedio
os vino la dignidad de ser Padre de Jesús, mirad que mi rescate costó no menos
que la sangre de un Dios humanado: y consentiréis así, mi malicia malogre el
infinito precio de mi redención. No, José mío, no: tomad desde luego absoluta
posesión
de mi corazón; cortadle y hacedle por las
medidas del vuestro, para que se emplee solo en amar a Dios, y no quiera más de
aquello que quiere vuestro santo y recto corazón. Quisiera, santo mío, publicar
por todo el mundo vuestra grandeza, para que en todo él fuese conocido,
honrado, servido y obsequiado vuestro purísimo corazón, y después en el cielo,
alabado de todos vuestros devotos, entre los cuales espero gozar de vuestra
dichosa vista. Amen.
NOVENA
DEL PATROCINIO DE SAN JOSÉ
NOTA: El Patrocinio de San José es el
día en que se le eligió como patrono, puede ser cualquier día del año
ACTO
DE CONTRICIÓN
¡Oh Redentor mío, dulcísimo Jesucristo!
¡Si alguna vez te has mostrado Padre de misericordia, nunca con más razón que
ahora que tienes a tus pies un monstruo de maldad y de ingratitud! ¡Qué más
pudieras haber hecho por mí que morir en una cruz, cercado de dolor y
tormentos! Cuanto deberían pasmarse los espíritus angélicos, al ver un exceso
de amor que no podía caber sino en un corazón infinito, Pero ¿cuál ha sido mi
correspondencia? ¿Cuál la paga que te he dado? Apartar de tí mi corazón y
ponerlo en las criaturas, volverte las espaldas y renovar con mis culpas tus
heridas. ¡Oh, si tuviera un arrepentimiento tan grande como mi maldad! ¡Oh si
pudiera pagar con lágrimas de mis ojos la sangre que derramaste por mí, Pero ya
ves tú, Señor, que nada puedo sin tí: añade, pues, a tus antiguas misericordias
la de darme un dolor verdadero de mis culpas; que ya entretanto, vencido de tu
amor, te amo, sobre todo, y con todo mi corazón, me arrepiento de mis pecados,
por ser ofensas contra tí; las aborrezco porque tú los aborreces, ya no más
pecar, ¡ya no más ofenderte! Amen
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh José Santísimo! ahora conozco cuánto desea mi salud Jesús,
pues después de haberse hecha él abogado, mío con su padre, á tí te hace
abogado mío para consigo mismo: después de haber procurado mi salud con tantos medios,
quiere que concurran también con sus méritos tus ruegos. Tus ruegos, sí,
aquellos ruegos que se respetan en el cielo como mandatos. Alentado yo por
esto, vengo a ponerme bajo de tu sombra y a valerme de tu patrocinio. A tí te
elijo por padre, á tí te elijo por mi protector y abogado, y confió tanto en
ti, que si mí. salvación estuviera en mis manos, la trasladara luego de mis
manos a las tuyas; tanto más fio de tí que de mí mismo. Si yo con mis maldades
embarazo el logro de tus súplicas, tú has de allanar este embarazo, y has de conseguir
que ayude yo con una vida arreglada tus súplicas y tus ruegos. No se sabe que
alguna causa protegida eficazmente por ti, se haya perdido. ¿Y qué ha de ser la
mía la primera que se pierda? No, no, dígnate solamente decir a Jesús que yo
soy tuyo, que estoy bajo tu protección, que me he valido de tu nombre, que
vengo a buscar tu amparo, que con esto no temo perecer: Amén.
Se rezan siete Padre Nuestros y siete
Ave Marías en memoria de los siete dolores y gozos del Santísimo Patriarca, y
luego dice la oración propia del día.
DIA
PRIMERO
A qué gracia tan alto de excelencia te ha
elevado la virtud ¡oh José Santísimo! Habiendo de elegir el Padre Eterno quien
sustituyese su persona él el mundo, no halló entre los hombres todos, otro que
mejor que tú pudieses sustituirla. Constituido en esta dignidad, y
desempeñándola tan satisfacción del Padre Eterno, ¿qué le pediríais en el mundo
que no te concediese? Y qué, ¿han de: ser ahora menos eficaces tus súplicas?
¿Ha de negarte alguna cosa que le pidas? Yo no lo puedo creer, sin hacerle un
grande agravio a vuestra infinita caridad. ¿Pues en qué puedes mejor emplear tu
valimiento, que en socorrer a un desvalido que pone en tí toda su confianza?
Acuérdale al Padre Eterno que estás Cambien elegido para patrón y protector
nuestro, y que el desempeño de este título no ha de ser otro que; el de
conducirnos hasta el cielo y darle en tu compañía las gracias a nuestro
bienhechor por toda la eternidad. Amen.
Se rezarán tres, Ave Marías, y se
dice la siguiente
ORACIÓN PARA TODOS LOS DIAS
¡Oh Santísima Virgen María verdadera Madre
de Dios, y por este augusto título acreedora a los más profundos respetos de
los hombres! ¡Qué armonía tan bella y tan graciosa hacen en tí la alteza de tu
dignidad y la benignidad de tu corazón! siendo como eres la mayor de todas las
puras criaturas, inferior solo a Dios, y la obra más hermosa y más, perfecta
que salió de aquellas divinas manos. Estando en un grado casi divino por ese
lazo de Sangre tan estrecho que te une con el Hombre Dios; en medio de tal
grandeza, no te olvidas de los miserables; antes estoy persuadido á que por
ello tu poder es de más gusto; porque lo puedes emplear en. su socorro, los
otros amigos nos, abandonan en nuestras necesidades; pero tú nos miras entre
ellas con ojos más amorosos. Bendito mil veces aquel Dios que te hizo a un
tiempo tan poderosa y tan piadosa, y juntó en tí un corazón de Madre tan
tierno, con una majestad tan respetable y venerable. Inclina, pues, esos ojos
misericordiosos, a los que, cercados de miserias, y llenos de temor y
sobresalto, se acogen al patrocinio de tu castísimo Esposo José. No tenemos en
este valle de lágrimas otro consuelo que el que nos ofrece tu protección. Une
tus súplicas a las mías, y ruega a tu Hijo Divinísimo nos mire como á esclavos
tuyos y de tu Esposo. Nuestro único consuelo sea tener a favor nuestro á Jesús,
María y José. Amen.
SEGUNDO
DIA
José Santísimo: ¡con cuánta confianza no
deberé llegar, á implorar tu patrocinio, viéndote sublimado a hacerle corte a
aquel Señor, en cuyas manos está mi suerte, y de quien tú fuiste honrado,
venerado y obedecido en este mundo! Porque ¿cómo podrá negarse a tus ruegos en
el cielo, quien se dignó llamarse y manejarse como Hijo tuyo en la tierra!
¿Cómo se negará a tus ruegos, quien quiso sujetarse a tus mandatos? Ruégale a
tu Hijo Divinísimo que me mire como cosa tuya: pídele que se acuerde que, si te
eligió para Padre suyo, también te eligió para protector mío. Pídele que el
amparo y protección tuya qué el experimentó en su persona, lo logre yo igualmente
en la mía y que así como quiso ponerse en tus manos para librarse de sus
enemigos cuando le buscaban para quitarle la vida, a mí también me ponga en
ellas para librarme de tos enemigos de mi alma. Amen.
TERCER DIA
¡Oh José Santísimo! que, destinado para Esposo de la Reina de los
ángeles, mereciste tener por Esposa y compañera a la que es Esposa del Espíritu
Santo. ¡Cuán venerable, cuán recomendable y cuan autorizada queda tu persona
con tan alto y apreciable enlace! ¿Qué súplica, si va marcada con tu nombre, si
va auxiliada con tu protección y amparo, no será atendida y despachada en el
tribunal de aquel Señor que se gloría de ser Espíritu consolador? El mismo,
Espíritu divino, ese mismo cuya Esposa fio á tu custodia, es quien clama en el
cielo con gemidos inexplicables y continuos por mi salvación: acompáñale tú, y
junta tus clamores a los suyos: no ceses de pedir y de clamar por este esclavo
tuyo, que cercado de peligros y combatido de tribulaciones, no cesa de implorar
tu patrocinio. Válgale la confianza con que se pone a tu sombra: válgale el que
pone por intercesora a tu purísima Esposa María. Amen.
CUARTO DIA
¡Oh Patriarca purísimo! Cuando te
contemplo tan puro, que viviendo en el cuerpo como si no lo tuvieras, eras
envidia de los ángeles mismos: cuando te miro tan puro, que por esta
excelentísima virtud te hiciste digno de que Dios te entregase por Esposa a la
Reina de la pureza, María Santísima, apenas me atrevo a ponerme delante de tus
castísimos ojos, más sin embargo, desde este asqueroso cieno en que me tiene mi
malicia, te suplico me alcances tantas lágrimas, qué basten a lavar mis pasadas
manchas: tanta gracia, que me de fuerzas para elegir la muerte antes que volver
a mancharme. Ea ¡oh purísimo José! fija en mí, tus ojos piadosísimos, y no los
retires hasta que mudándome en otro del que soy. me alcances del Todopoderoso,
quede aquí en adelante te imite y te siga en la limpieza de corazón. Mira que
soy en este punto mi mayor enemigo; líbrame de mí mismo, y podré ir a darte las
gracias por tan grande beneficio al reino dé la bienaventuranza. Amen.
QUINTO DIA
¡Oh José Santísimo! ¡Dé qué consuelo tan
grande se llena mi corazón al contemplarte al lado de aquella Señora que
lograste por Esposa en el mundo, y ahora la ves sublimada en el cielo, y
coronada como Emperatriz jurada del cielo y de la tierra! Acuérdate, Santo mío,
de las mortales congojas que te causó su preñada, y del inexplicable júbilo que
bañó tu espíritu, la noticia que té dio el ángel se ser aquella obra del
Espíritu Santo: atiende a las congojas en que me pone la consideración de mi
desastrada vida, y del riesgo de perder a mi Dios por una eternidad. Dadme el
consuelo de declararte a mi favor, de decirle a Dios que soy tuyo, y que corre
de cuenta tuya mi eterna felicidad. Amen.
DIA SEXTO
¡Oh José Santísimo! de qué celestiales
júbilos se mudó tu corazón al ver nacido en el portal de Belén aquel Divinísimo Infante que venía a hacer las
paces entre Dios y tos hombre ¿Y quién encendió estos afectos en tu espíritu,
sino aquella fervorosa caridad con que anhelabas la gloria de Dios y el bien de
los mortales? Pues ves aquí que uno de estos, y el más
necesitado se acoge a tu patrocinio: no tengo méritos para ser
atendido; pero esa fervorosa caridad que arde aun todavía en tu corazón,
me da alientos para clamar á tí, para rogar y suplicarte y para esperar que tus
ruegos é intercesión logre el feliz efecto de que yo sea admitido a la gracia
de mi Criador: que me perdone las ofensas con que yo le he agraviado, y que se
hagan las paces entre mí y su divina Majestad. Amen.
DIA
SEPTIMO
¡Oh José Santísimo! ¿Cuál sería la ternura
y compasión que penetró tu espíritu al ver que el divino Infante que acababa de
nacer, comenzaba ya en la circuncisión a derramar aquella sangre que después se
había de derramar toda en el madero santo de la Cruz? No quiero ya, Santísimo
Patriarca, que mires a mis no pido que tus ojos se empleen en mirar mi
indignidad; mira esa sangre que corre a mares del cuerpo de tu Hijo Divinísimo;
mira rotas las venas todas de ese cuerpo de tu Hijo Santísimo, y no con otro
fin, sino con el de prepararme un baño, en donde sane de la lepra asquerosa de
mis culpas. Ea, José Santísimo, aplica siquiera una gota de esa sangre a mi
alma enferma: no permitas que se malogre el fruto de esa sangré en un alma que
se acoge a tu patrocinio. Amen.
OCTAVO DIA
¡Oh José Santísimo! ¡Cuán grande será el
galardón que te dio en el empíreo aquel Señor que te hizo tan magníficas
promesas en su Evangelio, á los que en las personas de los pobres dieron el
sustento a su divina Majestad, y en la persona de los pobres le cubrieron su
desnudez! No ya en la persona de los pobres, sino en su persona misma diste el
alimento necesario al Hombre Dios, y en su persona misma cubriste su desnudez.
Acuérdale que esas manos por ahora juntas para pedirle por mí, son las mismas
que se afanaron y trabajaron para mantener su vida preciosísima, y que ese
rostro que ahora levantas para abogar en mi favor, es el que se bañaba en sudor
para buscarle la comida y el vestido; y no dejes de pedirle hasta que no
consigas que sea yo uno de aquellos a quienes ha de llamar benditos de su
Padre, para entrar en el reino de la gloria. Amen.
NOVENO DIA
¡Oh José Santísimo! ¿A quién de los
mortales se le concedió jamás el favor de tener a su cabeza en la última hora a
la sagrada Reina de los ángeles y a su Santísimo Hijo y despedir entre sus
brazos los últimos alientos de su vida? Tú lograste esta felicidad. La
inocencia de tu vida y tus singulares virtudes te hicieron merecedor de esta fortuna:
yo me alegro de ella y te doy los plácemes repetidos, y conociendo cuán lejos
de semejante favor me han puesto las maldades con que he manchado la carrera de
mí vida, humildemente te pido me alcances un dolor verdadero de mis culpas: haz
conmigo, poderosísimo José, haz conmigo, de suerte, que m como á tí te quitó la
vida la fuerza del amor de Dios, así me la quite de dolor de haberle ofendido
por ser quien es, y porque es digno de ser amado, y porque le amó y deseo
amarle por toda la eternidad. Amen.
GOZOS AL
PATROCINIO DE SAN JOSÉ
Pues tus ruegos José, son
Como leyes atendidas,
Para
ser de Cristo oídos
Válganos
tu intercesión.
Las dos prendas más preciosas
Que Dios tiene, á tí las fía
Cuando a Jesús y María
Pone en tus manos piadosas;
Pruebas son nada dudosas
De tu grande estimación.
Privilegio sin igual
Da a tu humildad corona,
Pues sustituir su persona
Te hace, el Padre celestial,
Este es de tu pecho real
El más ilustré blasón.
Tu pureza peregrina
A Dios le complace tanto
Que el mismo Espíritu Santo
Te da su Esposa divina:
¿Quién tal favor imagina
En la humana condición?
Aquel Dios, a quien postrado
Todo el orbe se estremece
Humilde á tí te obedece
Y está pronto a tu mandado,
Mortal alguno ha alcanzado
Tan alta jurisdicción.
Quien el precioso alimento
Reparte a toda criatura,
Para sí y su Madre pura
Espera de tí el sustento:
¿Cuál, pues, su agradecimiento
¿Será?
cuál su galardón?
Quien viste al campo de flores,
Y al cielo de estrellas viste
Cubrir sus carnes lo viste,
A costa de tus sudores:
Pues, ¿cómo tales favores
No tendrá en su corazón?
En el instante prolijo
Be tu postrera agonía,
Está a su lado María
Con su Santísimo Hijo.
¿Cuál sería tu regocijo
En tan crítica ocasión?
Viva
Jesús,
Viva
María Purísima,
Y
su Madre Anna Santísima
Por toda una eternidad. Amen.
NOVENA
DEL
TRÁNSITO
DEL PATRIARCA SAN JOSÉ
Puesto delante de una imagen de Señor
San José, dirás el siguiente:
ACTO
DE CONTRICIÓN
Dulcísimo Redentor mío: amabilísimo Padre
de las misericordias. Dios de todo consuelo; que no queréis se pierdan las
almas que a costa de vuestra preciosísima sangre redimisteis del cautiverio
infame del demonio, sino que deseáis ardientemente su vida, su conversión, su
penitencia: aquí tenéis, Dios mío, postrado a vuestras plantas, al mayor
pecador, que, despreciando vuestra ley, ha abandonado vuestros preceptos; aquí
me tenéis. Padre dulcísimo de mi vida: aquí me tenéis avergonzado y traspasado
de dolor de haberos ofendido. Oh, ¿quién, dueño amorosísimo hubiera muerto
antes que, cometido la más leve ofensa, la ni ligera culpa contra vuestra
bondad? ¡Oh, quién, ya os he ofendido, tuviera tan gran dolor que se le hiciera
pedazos el corazón ¡Ay Dios mío! ¡Ay Dios mío! como me pesa de haberos
agraviado! ¡Ay y cómo me duelo de haberos injuriado! ¡Ay yo me arrepiento y
prometo ya nunca más ofenderos! Dame vuestra gracia y concédeme por los
esclarecidos méritos de vuestro gran José, el que, conservándola hasta la muerte,
me abra las puertas de la gloria. Amen.
ORACIÓN PARA TOCIOS LOS DÍAS
Oh José dulcísimo, nutricio del Hijo de
Dios y fidelísimo custodio de la Virgen Madre, que en la hora de tu muerte
tuviste por enfermeros y asistentes divinos al mejor Hijo, Jesús, y a la mejor
Esposa, María: asístenos, ampáranos; favorécenos en aquél trance terrible, que,
para entonces, pues eres refugio dé agonizantes, te requerimos; para entonces,
cuando no tenernos ni ojos para verte ni boca con que llamarte, te llamemos é
imploremos tu patrocinio. No nos dejes
en aquella hora, cuando procurará
combatirnos terriblemente el demonio, a fin de que perdamos a Dios eternamente.
Muéstranos entonces tu oficio de, padre y patrón del linaje humano: ejercita el
cargo que tienes, José Santísimo, de eficaz auxilio de los afligidos, de
agradable consueto de desamparados. No se pierda ¡oh santo gloriosísimo! no se
pierda entonces quien pone en tí sus esperanzas, y quien desde ahora para
aquella te llama, te invoca y te solicita.
Seas tú nuestro auxilio, nuestra ayuda,
nuestro socorro; para que invocando entonces los dulcísimos nombres de Jesús,
María, y tuyo, vayamos á gozarte: por todos los siglos en la gloria. Amen.
DIA PRIMERO
Considera cómo Cristo Nuestro Señor,
maestro ciertamente grande de los trabajos, lleva por el camino real de estos
al esposo de su Madre, Señor san José, a quien amaba su Majestad sobre todos
los hijos de los hombres; y para acrecentar los merecimientos y corona, antes
que se le acabase el término de merecerla, le dio en los últimos años de su
vida algunas enfermedades de calentura y dolores vehementes de cabeza y
coyunturas del cuerpo muy sensibles, y que le afligieron y extenuaron mucho.
ORACIÓN
Oh pacientísimo José, que en los últimos
años de vuestra vida acrecentáis vuestros merecimientos y corona, con aquel
sufrimiento, paciencia y tolerancia con que sufristeis aquellas enfermedades,
dolores y calenturas que extenuaron vuestro castísimo cuerpo: haced, santo mío
poderosísimo, por esta gran paciencia y mansedumbre, que, en mis trabajos,
dolores y aflicciones, imite vuestra tolerancia, considerando que son regalos
de la mano de Dios e instrumentos para merecer mayores coronas y laureles:
ruegos también, Esposo de mi Reina, me concedáis una dichosa y santa muerte, la
cual sea tránsito para gozaros en la gloria. Amen.
Siete veces el Padre nuestro y Ave
María, y después de cada una esta
JACULATORIA.
En la postrera agonía,
Cuando mi muerte llegare,
Tu patrocinio me ampare
Y el de tu Esposa María.
Después,
para todos los días, esta;
ORACIÓN
Poderosísimo patrón del linaje humano,
amparo de los pecadores, seguro refugio de afligidos, auxilio de los
agonizantes, Padre putativo de Jesús y esposo verdadero de María. ¡Oh santo mío
dulcísimo! no me desamparéis en el terrible trance que me aguarda: mirad cuán
pocas son mis fuerzas para rebatir las asechanzas con que en aquella hora
procurará el demonio derribarme, sugiriéndome malos pensamientos contra la fé,
contra la esperanza y contra la caridad: Mirad que, si vos no me socorréis,
pereceré eternamente y no tendré en lo humano quien me ayude. Si vos no me
ayudáis ¿qué será de mí? ¡Oh santo mío! escuchad mis ruegos y asistidme en
aquel trance, para el cual os invoco desde esta hora. Para esto os interpongo
estas, aunque tibias oraciones, y el amor tan grande con que os asistieron, en
el vuestro, Jesús y María. Alcanzad así mismo, de vuestro Hijo y Esposa,
concordia entre los gobiernos cristianos: victoria contra los infieles y
herejes; exaltación de la Santa Iglesia y del nombre del verdadero Dios;
descanso de las almas del purgatorio; consuelo y alivio a los necesitados,
esfuerzo a los varones apostólicos, amor hacia nuestros enemigos; para toda
colmada gracia y mucha gloria. Amen.
Una Salve a María Santísima y la oración
siguiente:
ORACIÓN
Bellísima María, Esposa del Patriarca
santo José, fuente de piedades y misericordia: que toda os difundís para
remedio de los mortales, especialmente en las postreras agonías, cuando
necesitan de tu socorro: para entonces para entonces os llamo, Señora mía,
confiado en que no habéis de despreciar mis ruegos, que siempre os habéis
mostrado favorable y propicia hacia los que se refugian bajo vuestro
patrocinio, y con especialidad hacia aquellos que tierna, devota y
fervorosamente se ejercitan en los cultos de vuestro querido Esposo José. Por
la intercesión de este Patriarca santo, os ruego tenga yo, y todos los
católicos, en la hora de nuestra muerte, la asistencia de vuestra alteza
Soberana y la de vuestro dulcísimo Hijo Jesús, rey eterno de la gloria. Amen.
SEGUNDO DIA
Considera como sobre estas enfermedades
que afligieron al santo Patriarca, tuvo otro modo de padecer más dulce, pero
muy doloroso, que le resultaba de la fuerza del amor ardientísimo que tenía,
porque era tan vehemente que muchas veces tenía unos vuelos y éxtasis tan
impetuosos y fuertes, que su espíritu purísimo rompiera las cadenas del cuerpo,
si el mismo Señor que se los daba no le asistiera dándole virtud y fuerzas para
no desfallecer con el dolor. Mas esta dulce violencia le dejaba su Majestad
padecer hasta su tiempo; y por la flaqueza natural de un cuerpo tan extenuado y
debilitado, venía a hacer este ejercicio de incomparables merecimientos para el
dichoso santo, no solo en los afectos de dolor que padecía, sino también en la
causa del amor de donde le nacían.
ORACIÓN
Amorosísimo José, en quien se verificó
aquella dulce enfermedad de amor de que adolecía la esposa de los Cantares, y
con tanta vehemencia que rompiera vuestro espíritu las cadenas de la cárcel del
cuerpo, a causa de aquellos impetuosos éxtasis ocasionados del amor, si el
Señor que os los concedía no os asistiera con su virtud divina. Por este amor
tan grande, os suplico que todo me encienda y arda como ascua en las llamas del
amor divino; y por aquellos dolores que os ocasionaba ésta; aunque dulce,
dolorosa enfermedad, os pido me asistáis ahora y en aquella hora de que
depende, o una insufrible eternidad de penas, o una deliciosa eternidad de
gloria. Amen.
TERCER DIA
Considera como corrían ya ocho años que
las enfermedades y dolencias del más que dichoso santo José le ejercitaban,
purificando cada día su espíritu en el crisol de la paciencia y del amor
divino, y creciendo también los accidentes, se iban debilitando sus flacas
fuerza-, desfalleciendo el cuerpo y acercándose al término inexcusable de la
vida, en que se paga el común estipendio de da muerte que debemos todos los
hijos de Adán: crecía también el cuidado y solicitud de su divina Esposa y
nuestra Reina, en asistirle y servirle con inviolable puntualidad; y conociendo
la amantísima Señora con su rara sabiduría, que ya estaba muy cerca la hora o
el día último de su castísimo Esposo, para salir de este pesado destierro, se
fue a la presencia de su Hijo Santísimo, y hablando con su Majestad le pidió lo
asistiese en la hora de su muerte, acordándole el amor y humildad, el colmo de
virtudes y méritos a que había subido el santo patriarca, y poniéndole delante
la fidelidad y solicitud con que había servido al Hijo y a la Madre, la cual
petición aceptó nuestro Salvador.
ORACIÓN
Oh dichosísimo Patriarca, José, que,
acrisolado ya con ocho años de prolijas y dolorosas enfermedades, y acercándose
el plazo de vuestra muerte, tuviste la incomparable dicha de que le asistiese
con puntualidad y cuidado tu dulcísima Esposa, quien interpuso sus súplicas
para con tu Hijo estimativo, para que te asistiese con el brazo poderoso de su
diestra: yo te pido, Santo mío, por estas sumas felicidades, interpongas las
tuyas, para que me asistan en mi trance estos Santísimos Señores. Bien conozco,
padre mío, que por mis muchas culpas me he hecho indigno de estos favores; pero
al mismo tiempo conozco que vale mucho tu patrocinio para con tu Hijo y Esposa;
y no me dejarán de conceder lo que te pido cuando te pongo por mi abogado é
intercesor, para gozar una preciosa muerte, tránsito a una interminable gloria.
Amen.
CUARTO DIA
Considera como nueve días antes del
tránsito de Señor San José, por mandado de Jesucristo tres veces cada día los
santos ángeles daban música celestial al dichoso enfermo, con cánticos de
loores del Altísimo y bendiciones del mismo Santo. A más de esto se sintió en
toda aquella humilde pero inestimable casa, una suavísima fragancia de olores
tan admirables, que confortaban no solo al varón Santo José, sino a todo los
que llegaron a sentirla, que fueron muchos de fuera, a donde redundaba.
ORACIÓN
Oh felicísimo José, Patriarca santo que en
vuestra preciosa muerte, ahuyentando Jesús y María los bramidos del infernal
dragón, que en aquella hora procura combatir a los mortales, merecisteis
escuchar la apacible música de los ángeles, y que vuestra santa casa, santuario
ciertamente en que habitaban la mejor arca, el mejor propiciatorio, y el mejor
altar de timiama Jesús y María, se llenase de suavísima fragancia que
confortaba vuestro cuerpo: yo os pido humildemente conforte mi alma con las
fragancias, de las virtudes, las que conservando hasta el fin de mi vida,
merezca ir a gozar aquella melodía, con que los ángeles cantan: Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los ejércitos, llenos están los cielos y la tierra de tu gloria. Amen.
QUINTO DIA
Considera como un día antes que muriese el
Santísimo Patriarca, sucedió que, inflamado todo del Divino amor con estos
beneficios, tuvo un éxtasis altísimo, que le duró veinticuatro horas,
conservándole el Señor las fuerzas y la vida por milagroso concurso, y en este grandioso
rapto vio claramente la divina Esencia, y en ella se le manifestó sin velo ni
rebozo lo que polla fé había creído, así de la Divinidad incomprensible, como
del misterio de la Encarnación y redención humana y la iglesia militante, con
todos los sacramentos que a ella pertenecen.
ORACIÓN
Oh Patriarca bienaventurado, que
merecisteis tener un éxtasis de tanta duración y tan sublime en que visteis
claramente y sin rebozo la divina Esencia, efecto verdaderamente de aquella fé
tan grande con que creísteis el arcano misterio de la Divinidad, como también
el de la Encarnación y redención humana, y todos los demás sacramentos de
nuestra iglesia. Yo os pido santo mío, una fé tan viva, tan ciega, que en
defensa de estos misterios dé, si fuere necesario, hasta la última gota de mi
sangre; y que viva y muera para ir a ver claramente estas verdades
incontestables por eternidades en la
gloria. Amen.
SEXTO DIA
Volvió Señor San José del rapto, que
dijimos ayer, lleno su rostro de admirable resplandor y hermosura, y su mente
toda deificada de la vista del Ser de Dios; y hablando con su Esposa santísima,
le pidió la bendición, y ella a su Hijo Benditísimo que se la diese, y su
divina majestad lo hizo. Luego la gran Reina, maestra de la humildad, puesta de
rodillas, pidió a San José también la bendijese como esposo y cabeza, y no sin
divino impulso, el varón de Dios, por consolar a la prudentísima Esposa, le dio
su bendición a la despedida, y ella le besó la mano con que la bendijo, y le
pidió que de su parte saludase a los santos padres del Limbo.
ORACIÓN
Oh José santísimo, esposo de la madre de
Dios, y cabeza de la mejor y más noble familia de la tierra, que, estando
cercano a vuestra muerte, pedisteis la bendición a vuestra Esposa, y le disteis
la vuestra para consuelo suyo, la que recibió la maestra grande de la humildad
postrada de rodillas: yo os suplico me bendigáis en todas mis acciones, para
que todas vayan dirigidas a Dios, como a fin último, y me alcancéis me bendigan
también Jesús y María en esta vida, y en aquel terribilísimo trance de que con
tantas bendiciones espero salir en paz, para bendeciros a vos y a Jesús y María,
eternamente en la gloria. Amen.
SEPTIMO DIA
Considera como para que el humildísimo
José cerrase el testamento de su vida con el sello de esta virtud, pidió perdón
a su divina Esposa, de lo que en su servicio y estimación había faltado, como
hombre flaco, terreno, y que en aquella hora no le faltase su asistencia con la
intercesión de sus ruegos. A su Hijo santísimo agradecióle también el santo
Esposo los beneficios que de su mano liberalísima había recibido toda la vida,
y en especial en aquella enfermedad.
ORACIÓN
Oh humildísimo José, varón verdaderamente
justo y agradecido, que nos dejasteis ejemplo, grande de humildad, cuando lleno
de lágrimas, como piadosamente creemos, pedisteis perdón a vuestra Esposa de
aquello en que hubierais faltado a su servicio, siendo así, que fuisteis su
fidelísimo custodio que puntualmente la guardasteis y servisteis: yo os suplico
por esta humildad tan esclarecida me concedáis la imite, pidiendo perdón a los
que hubiere injuriado, y perdonando asimismo a los que me hubieren hecho algún
agravio. Os pido también, por aquellas gracias que disteis a vuestro Hijo
santísimo de los beneficios recibidos de su mano, que me concedáis no olvide
jamás de dárselas también por las innumerables que me ha hecho, para que,
muriendo en gracia, vaya a cantárselas en la gloria. Amen.
OCTAVO
DIA
Considera como después de haber hablado
con su castísima Esposa, se convirtió el varón de Dios a Cristo Nuestro Señor,
y para hablar a su Majestad con profunda reverencia en aquella hora, intentó
ponerse de rodillas en el suelo; pero el dulcísimo Jesús llegó a él, y le
recibió en sus brazos; y estando reclinada la cabeza, dijo: Señor mío y Dios
altísimo, Hijo del Eterno Padre, Criador y Redentor del mundo: dad vuestra
bendición eterna a vuestro esclavo y hechura de vuestras manos: perdonad, Rey
piadosísimo las culpas que como indigno he cometido en vuestro servicio y
compañía; Yo os confiero, agradezco, y con rendido corazón os doy eternamente
gracias, porque entre los hombres me eligió vuestra inefable dignación para
Esposo de vuestra Madre; vuestra grandeza y gloria misma sean mi
agradecimiento, por todas las eternidades El Redentor del mundo le dio la
bendición y le dijo: "Padre mío, descansad en paz y en la gracia de
mi Padre celestial y mientras mis profetas y santos, que os esperan en el
Limbo, daréis alegres nuevas de que se llega ya su redención." Oí
patriarca justísimo, que con la más profunda reverencia y humildad os
despedisteis de vuestro soberano Hijo pidiéndole perdón de vuestras culpas,
aunque no las habías cometido, confesándoos indigno en su presencia
engrandeciendo su Majestad y conociendo su divinidad verdadera, a cuyas
verdaderas palabras correspondió el Señor dándoos la paz y constituyéndoos
precursor hacia los padres del Limbo. Yo os pido humildemente maestro,
excelente de la humildad, me alcancéis de Dios un verdadero dolor de mis
culpas, un conocimiento de su grandeza, de su poder, de su Majestad, y un temor
grande de ofenderos, una preciosa muerte, una perenne gracia y una perpetua
gloria. Amen.
ULTIMO DIA
Considera como en aquellas palabras de
Jesús a José: "Padre mío, descansad en paz etc. espiró el Varón justo en
los brazos de su santísimo Hijo; y su Majestad le cerró los ojos. Al mismo
instante la multitud de ángeles que asistían con su Rey supremo y Reina,
hicieron dulces cánticos de alabanza, con voces celestiales y sonoras. Luego
por mandado de su Alteza, llevaron la santísima alma al Limbo de los padres y
profetas, donde todos la conocieron llena de resplandores de incomparable
gracia, como Padre putativo del Redentor del mundo y su gran privado, digno de
singular veneración, y conforme a la voluntad y mandato del Señor que llevaba,
causó nueva alegría en aquella innumerable congregación de santos con las
nuevas que les evangelizó de que se llegaba ya su rescate.
ORACIÓN
Oh fidelísimo José, que merecisteis en
vuestra muerte os cerrase los ojos el mismo Hijo del Eterno Padre, y quo en
manos de ángeles, al son de alegres instrumentos y sonoros cánticos de
alabanzas, fuese vuestra candidísima alma, más blanca que la nieve, llevada al
seno de sus padres, que esperaba la redención, la que vos evangelizasteis,
causando en ellos grandísima alegría: yo os pido por estas felicidades, me
concedáis, que cerrando los ojos á todas las vanidades y pompas mundanas, sólo
los abra para ver las cosas del agrado de Dios. Os suplico también por aquella
veneración y culto que os dieron los santos padres en el Limbo, nos empleemos
todos los católicos en vuestra importante devoción, y que perseverando en ella
basta la muerte, merezcamos sean llevadas nuestras almas en manos de los
ángeles a la gloria. Amen.
NOVENA
EN HONOR
DE
LOS
DESPOSORIOS
DEL CASTÍSIMO PATRIARCA SAN JOSÉ
ACTO DE
CONTRICIÓN
He aquí ¡oh Dios
mío! al más grande pecador del mundo ante vuestra Majestad inmensa, implorando humilde
una mirada de compasión y misericordia. Mis pecados abruman de un modo
inexplicable mi lánguido espíritu, y solo vuestra infinita bondad puede sacarme
del abismo insondable de miseria
en que estoy sumergido. Nada soy, cada valgo en vuestra divina presencia; pero
vuestra sangre preciosísima es de un valor inmenso. Por ella, y por los méritos
y poderosa intercesión del glorioso Patriarca Señor San José, a quien os
dignasteis elegir para esposo de la que escogisteis por Madre, os ruego que me
concedáis el perdón de todos mis pecados, y confirméis mis propósitos de no
volverlos a cometer, y de morir antes que incurrir en otra infelicidad que me
haga indigno de llamarme hijo vuestro, y de desmerecer la protección de vuestro
siervo fiel, y digno Esposo de María Señor San José. Amen.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Gloriosísimo
Patriarca Sr. S. José, digno Esposo de María; ¡qué dulzura tan inefable siente mi corazón al pronunciar este
título, que es el timbre de tu grandeza! El me revela la pureza de tu alma, la
santidad de tu vida y la unión íntima de tus afectos y deseos con Dios, puesto
que te dio por Esposa a la más pura y privilegiada entre los ángeles y hombres,
a la que escogió para madre suya. Por eso el día de tus Desposorios, es el día
de tus más brillantes glorias, es el día en que se deja ver toda tu grandeza en
su mayor esplendor por entre el velo de tu profunda humildad, y por eso es el
día en que nada puedes negar a los que nos reunimos a celebrar tus glorias.
Dígnate, pues, oír nuestros humildes ruegos, interceder por la prosperidad de
nuestra Santa Madre la Iglesia; por su cabeza visible, por todo el venerable
clero secular y regular; por las necesidades y por la paz de nuestro país, de
quien eres patrón; por los que tenemos la felicidad de celebrar tus
desposorios. Y tú ¡oh Virgen Purísima! que no puedes dejar de conceder lo que
se te pide en nombre de tu casto Esposo José: intercede por nosotros, presenta
nuestras fervientes súplicas a tu Hijo Divino, para que guardemos sus santos
preceptos fielmente en esta vida, y logremos alabarlo contigo y con tu digno Esposo José
en la eternidad. Amen.
PRIMER
DIA
Tus glorias y
excelencias ¡oh dignísimo Esposo de María, exceden en gran manera a la limitada capacidad del
entendimiento humano. Ellas te merecieron el renombre de varón justo y fiel, y
comprendido en estas pocas palabras el elogio más completo de tus incomparables
virtudes. Y como el principio de todas éstas consiste en la fé, tú la poseíste
en grado sumo, cual si en tí se hubiera concentrado la de todos los antiguos patriarcas. Por esto el Señor quiso premiártela,
desposándote con la que iba a ser su digna Madre, para que gozaras de la
delicia mayor que puede gozarse en esta vida. Por dicha tan singular, yo te
pido que avives mi fe, que ¡a
fortalezcas y animes, para que confesando á Dios en la tierra, logre alabarlo
contigo en el cielo.
Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri.
ORACIÓN
PARA CONCLUIR TODOS LOS DÍAS
Gracias y
alabanzas os damos, Omnipotente y sempiterno Dios, por los dones, gracias y
privilegios Con que os dignasteis enriquecer a vuestro siervo
fiel, el glorioso Patriarca Señor San José. Gracias infinitas os tributamos con todo el afecto de nuestros corazones
por la incomparable dignidad a que lo elevasteis eligiéndolo por Esposo de la
Virgen Santísima vuestra Madre. Y pues nos habéis concedido celebrarlo bajo
este tan sublime título en sus Desposorios, concedednos también que, imitando
sus virtudes en la tierra, cantemos sus glorias en la eternidad. Amen.
SEGUNDO
DIA
Con cuánta
seguridad caminabas, ¡oh Santísimo José! por el áspero camino de esta vida, en
el ejercicio y práctica constante de todas las virtudes. Sostenida tu fe con el
firme apoyo de la esperanza, ésta te conducía a tu más sublime gloria. Sí, en
verdad, tu esperanza fue coronada con la dicha mayor que pudieras concebir. Fuiste escogido para Esposo de María, y el feliz
momento en que tan santa unión se verificará, fue en que recibiste el testimonio
más solemne de tu incomparable grandeza. Por ella te ruego que alientes mi esperanza, para que, guiado por ella en el peligroso
camino de este mundo, celebre tus glorias en la eternidad.
Padre nuestro, etc.
TERCERO
DIA
Nada es
comparable ¡oh dignísimo Esposo de María! a la ardiente caridad de que estaba
poseída tu grande alma. Tu corazón era todo fuego, y no se puede comprender,
hasta qué grado de perfección pudo llegar en tí esta interesantísima virtud, ella te exaltó sobre el género humano;
ella te glorificó en la tierra, y ella, por último, te mereció el título de tu
mayor y más sublime excelencia de ser Esposo de la Esposa misma del Espíritu
divino. Por eso tus Desposorios son el compendio de tus glorias, y nada puedes
negar a los que nos reunimos a celebrarlos. Enciende, pues, en nuestros
corazones el fuego santo de la caridad, para que, amando a Dios sobre todas las cosas, y a nuestros prójimos como a nosotros mismos, logremos
la eterna felicidad.
Padre nuestro, etc.
CUARTO DIA
Tú ¡oh
grandísimo Patriarca José! no separaste jamás de tu mente la idea de que la
verdadera grandeza del
hombre consiste en la humildad, y por eso, aunque tu origen fue
nobilísimo y de sangre miseria,
ejercitando el oficio humilde de un pobre artesano. Fuiste, pues, el más
perfecto modelo de la humildad, y por eso también fuiste elevado a la más
sublime dignidad que pudiera concebirse. Mereciste tener por compañera
inseparable a la que por su profunda humildad es Reina de los ángeles y de los
hombres, y Madre del mismo Dios. Por dicha tan extraordinaria, te pedimos nos
concedas que practiquemos esta virtud divina, para que, despreciando las
grandezas de la tierra, merezcamos las verdaderas grandezas del cielo.
Padre nuestro, etc.
QUINTO DIA
¡Qué grande y
que incomparable eres ¡oh Dios mío en los caminos que preparas a tus escogidos.
Derramas
sobre ellos con profusión los inagotables tesoros de tus misericordias, y los
haces resplandecer en la tierra con el hermoso brillo de tu gloria Así lo
hiciste con el glorioso Patriarca Señor San José, que, como el ángel humanado,
despidió en la tierra por todas partes los preciosos rayos de su pureza. Esta
virtud que tonto nos acerca a la divinidad, fue para tí ¡oh divino José! la
escala de tu exaltación y de tu gloria. Por ella mereciste el título de
castísimo Esposo de Mana, verificándose la unión más hermosa que han visto los
cielos y la tierra, la de un hombre castísimo con la mujer más pura é inmaculada.
Por tan incomparable dicha, te pedimos que nos libres del ardiente fuego de la
impureza, para que limpios en nuestras palabras, obras y pensamientos,
alcancemos gloria eterna.
Padre nuestro, etc.
SEXTO DIA
Entre las muchas
virtudes con que fuiste enriquecido ¡oh Santísimo José! brilla muy
especialmente la del desprendimiento generoso de todas las cosas
terrenas. Tu alma divina, ocupada y poseída toda por el sumo bien, no podía
alimentarse con la pequeñez y vileza de las cosas de la tierra, y por eso las
viste con aquel desprecio santo de las almas grandes. Pero el Señor
Omnipotente, que se recreaba en tus virtudes, no quiso dejar sin premio en la
tierra ese desprendimiento dándote por Esposa a la Reina celestial, que fue
enriquecida por todos los dones de la naturaleza y gracia, como que la escogió
para Madre suya. Concédenos, pues, por esta dicha tan singular, que
despreciemos con generosidad los bienes de la tierra, para obtener los
verdaderos y eternos bienes celestiales.
Padre nuestro, etc.
SEPTIMO DIA
Toda tu vida ¡oh
dignísimo Patriarca José! Es un conjunto admirable de perfección, cuya
contemplación llena de asombro a los más sublimes espíritus. Ese retiro
absoluto del mundo, esa vida oculta, empleada, solo en las cosas de Dios,
cuando pudiste haber hecho ostentación de tu grandeza y de tu gloria, es un
prodigio de la divina gracia y un testimonio de la hermosura de tu alma, el Señor os eligió para esposo de
su Divina Madre, coronando tus virtudes con la diadema de esta grandeza. Recibe
pues el homenaje de regocijo que por él te tributamos, y concédenos que,
retirados del mundo, practiquemos las virtudes que nos han de conducir a la
verdadera felicidad.
Padre nuestro, etc.
DIA
OCTAVO
Tu corazón ¡oh
divino José! Fue el dulce centro del amor divino. Un corazón tan grande no
podía llenarse sino con un bien infinito, y por eso no basta decir que amabas
tiernamente a Dios, sino que amabas de un modo incomprensible y correspondiente
a la elevación de tu espíritu. El Señor se complacía en tu amor, y para darte
un solemne testimonio de su predilección, te dio por esposa a la criatura más
privilegiada y más amada, en la que se hallaban depositados todos los
abundantes tesoros divinos de amor, de modo que a tus desposorios se pueden
llamar sin exageración, los Desposorios del Amor Divino. Por tan inexplicable
felicidad, te pedimos enciendas en nuestros corazones, el fuego santo del amor
de Dios, para que, amándole en esta vida, le gocemos en la eternidad.
Padre nuestro, etc.
NOVENO
DIA
Tus virtudes y
tu santidad ¡oh dignísimo José! son tan incomprensibles como tu constancia en
ejecutarlas. Ningún género
de obstáculos pudo separarte ni solo, punto de la perfección con que
engrandecías tu alma para Dios, mientras nosotros, miserables, a cada paso
incurrimos en infidelidades y quebrantamos nuestros propósitos. Tanta
constancia y firmeza en el camino de la santidad y tanta perseverancia en la
perfección, no pudo menos que ser premiada en la tierra con la felicidad y
grandeza mayor que pueda imaginarse. Recibiste por Esposa a la Madre de Dios, a
la Reina de los cielos; y esta tan singular exaltación, que es el título de tu
grandeza, fue el galardón de tu invicta constancia. Concédenos, pues, a los que
celebramos estas tus glorias en tus Desposorios, el inestimable don de la
perseverancia, para que caminando con
paso firme en el ejercicio de las virtudes, logremos la eterna felicidad.
Padre nuestro, etc.
NOVENA
DEL
GLORIOSÍSIMO
PATRIARCA SEÑOR SAN JOSÉ,
PADRE PUTATIVO DE JESÚS Y
ESPOSO DIGNÍSIMO
DE MARÍA
Grande es José, y tanta su grandeza,
Que no la alcanza entendimiento
criado,
Tan sublime es, ve tan elevado;
Que el orbe todo es peana de su, alteza...
Adórnale la gran naturaleza;
David lo ilustra más a tanto grado
El título de justo lo ha exaltado.
Que ya es el cielo toda su nobleza.
Fué justo,
el
decir, que en compañía
Tuvo toda virtud, cosa que asombra:
Justo, a
quien el querubín lo forma alfombra...
Tan justo, que Jesús le obedecía,
Tan justo, que él Criador, Padre le
nombra.
ACTO DE CONTRICION
Dulcísimo Jesús, Redentor mío, a quien debiendo tantos beneficios he
correspondido con muchos pecados: de estos me pesa de lo íntimo de mi corazón.
por ser tú tan bueno, mi Dios y mi Señor. Con tu gracia, propongo no volverte a
ofender, apartándome de todas las ocasiones de pecar, y espero el perdón de
todos ellos; por tu preciosísima sangre.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Trinidad Santísima, Padre, Hijo y Espíritu Santo, en quien creo como
en verdad infalible, a quien amo sobre todas las cosas, como á bondad inmensa,
en quien espero, como en poder infinito, a quien adoro como a mi Dios y Señor; a
quien deseo ver como centro de mi alma, y a quien alabo como a mi soberano
bienhechor: gracias te doy con todos los afectos de mi corazón, por la
inexplicable dignidad a que sublimaste á Señor San José, haciéndole cabeza de la casa de la Madre de Dios, y dándole en
la tierra, en cierta manera el lugar del Eterno Padre, primera persona de la
Trinidad Augusta, por haberlo escogido para padre putativo de Jesús; y del
Espíritu Santo, tercera persona de la Trinidad Santísima, por haberlo hecho
dignísimo Esposo de María, elevándolo después a tanta gloria y poder en el
cielo: por estos títulos, que tuvo en su vida, animado yo con lo poderoso de su
intercesión, y muy confiado te pido por su medio y favor de que necesito en mi presente
necesidad, cuanto fuere conveniente a tu gloria y mi salvación; y por lo mucho
que gustas, Dios mío, de que lo amemos, te suplico enciendas mi corazón y los
de todo el mundo en el amor y devoción, pava nosotros tan provechosa, del
sacratísimo Patriarca Señor San José. Amen.
DIA PRIMERO
Vigilantísimo Padre mío, Señor San José, más
dichoso que Adán, Abel, Enós y Enoc, pues á tí entregó Dios el Paraíso de sus
delicias en María Señora; ofreciste a Dios por don al Unigénito del Eterno
Padre y de María: no solo invocaste el nombre de Dios, sino que le pusiste nombre
a Jesús, y anduvo tantos años Dios Hombre, viviendo en tu misma casa; pues
tan fiel guarda fuiste de Jesús y de María, concédanos tu ardientísimo amor a
mi Redentor y á mi Madre María Santísima celando en mí y en toda su honra, para
tener con este amor y devoción la prenda que es tan segura de mi salvación.
Aquí
se rezan siete Padre nuestros y siete Ave Marías, con gloria Patri, en memoria de
los siete gozos y dolores de Señor San José, y luego la siguiente:
ORACIÓN
Dulcísimo, poderosísimo, piadosísimo padre
mío Sr. San José, de quien dijo Cristo a sus discípulos. «Yo conversaba con
José en todas las casas como si fuera su hijo: él me llamaba hijo y yo le
llamaba padre, y yo le amaba como a las niñas de mis ojos» Foreste tan singular
amor de tu Hijo Santísimo, que fué el origen de hacerte tan estupendos y
especiales beneficios, con lo que llegaste á tan excelsa santidad; y por el
entrañable amor y reverencia con que te miró y atendió tu Purísima Esposa María
Santísima, te ruego me alcances una verdadera conversión a Dios, siendo tú mi
guarda, mi guía en las virtudes, y mi amparo, en toda mi vida y en la hora de
mi muerto. Intercede también por los que están en pecado mortal, para que
salgan de ese infelicísimo estado: por el acierto de los que se ocupan en ganar
almas para Dios, por la exaltación de la Iglesia y conversión de los herejes infieles;
finalmente, para alcanzar el favor de que ahora necesito. Así lo espero de tu
bondad y poder, si me conviene para mi salvación; más si no es del agrado de
Dios, tengo firme esperanza, Santísimo padre mío, que no me has de dejar sin
consuelo, sino que me has de conseguir de Dios paciencia para lograr el fruto
de los trabajos, enseñado del invicto sufrimiento con que pasaste los tuyos sirviendo
a Jesús y María.
Aquí se hace con toda confianza la
petición de lo que se desea, y se acaba con la siguiente:
ORACIÓN A
MARÍA SANTÍSIMA
Amabilísima Madre, centro dulcísimo de mi corazón,
que tanto gustas de que veneremos a tu Santísimo Esposo José: enciende mi
afecto y los de todos, en la devoción de ese sacratísimo Patriarca; y por la
reverencia y amor que tienes, te pido intercedas con tu Hijo Santísimo en mi
presente necesidad, pues para contigo pongo por medianero á Sr. San José, y no
te puedes negar benignísima Señora a sus ruegos. Hazle, tiernísima Madre, cargo
a tu obsequiosísimo Esposo
José, de mí como hijo tuyo, aunque tan indigno,
y de todos los que te aman; de los que hicieron esta novena, de todos mis
parientes, conocidos y encomendados, y por último, de todos los que yo hubiere
escandalizado de los que me hubieren hecho algún beneficio o algún agravio, perdonando
yo a estos con todas las veras de mi alma, para que Dios me perdone mis
pecados. Amen.
Se acaba con una Salve, por loa que
están ea pecado mortal y por las ánimas del purgatorio.
SEGUNDO DIA
Providentísimo Patriarca Señor San José, más
feliz que Noe, Abraham, Isaac, Jacob, y José virrey de Egipto, pues guardaste
la mejor arca De Dios, María, para que por ella se salven los hombres: te llamo
el mismo Hijo de Dios, no solo Dios de José, sino Hijo tuyo: te reverenciaron, el
Sol de Justicia Cristo; la luna llena de gracia María, y las estrellas de los
apóstoles; guardando tí el Pan del cielo en tu amo amorosísimo
Hijo Jesús, para sustentar a todo el mundo, alcánzame de Dios la virtud de la
prudencia, con que mire por lo que ha de durar para siempre, que.es el bien dé
mi alma. Amen
TERCER DIA
Ilustradísimo profeta Señor San José, más venturoso
que todos los profetas, pues en tu. misma casa, la hermosa Nube y fecundísima
tierra María, llovió como rocío, brotó como flor al Salvador del mundo,
escogiéndote tíos para que llevaras a Egipto al Redentor Jesús, para
librarlo de la tiranía de Herodes: te suplico rendido entrañes en mi alma un
perpetuo dolor con que deteste las veces que he despreciado con mis culpas a mi
amantísimo Jesús, persiguiéndolo para darle muerte con mis pecados, de que me pesa,
sobre todo pesar por ser mi Dios tan bueno. Amen.
CUARTO
DIA
Fidelísimo José, aventajado en las dichas
á Josué, David y todos los jueces, reyes y capitanes santos de la ley antigua;
pues á tí obedeció el verdadero Sol de Justicia Cristo, y la luna, siempre
llena de gracia, María; tuvo porque quiso, el mismo Dios necesidad de tus
bienes para sustentarse, y tuviste en tú casa tanto tiempo la mejor arca del
Nuevo Testamento, María en quien estuvo tan de asiento el Maná del cielo Cristo
Jesús; alcánzame de Dios una profundísima humildad con que sirviéndole la
agrade, y entrañable misericordia para con mis prójimos. Amen.
QUINTO DIA
Amabilísimo Señor San José, que pudiste, no
solo señalar con el dedo, diciendo como el Bautista, que había venido al
mundo el Redentor de él, sino también decir que, en tu misma casa, y de
tu sacratísima Esposa había nacido; teniendo igualmente mayor felicidad que los
apóstoles, pues en tu compañía vivió tantos años el Hijo de Dios, a quien
tantas veces servían tus brazos de trono, reclinando su cuerpo sobre tu
corazón: alcánzame de tu Hijo Santísimo, por medio de tu Esposa, un amor grande
a la oración, con el que solo guste de estar en compañía de Jesús y María, y tuya; y cuando, por
dar gusto a Dios, me sea preciso apartarme de tal conversación llevando a
Jesús, María y José. Amen.
SEXTO DIA
Dichosísimo José, más que todos los justos
de la ley de gracia quienes en el juicio, al decirles Cristo que le dieron de
comer y que lo vistieron, no le podrán decir con tanta propiedad lo que dirás
tu lleno de una profundísima humildad: pues muchas veces viste con hambre al mismo
Jesús y le diste de comer, dándole también vestido para cubrir su sacratísimo
cuerpo; concédeme una gran fortaleza de espíritu, y alegría en los trabajos que
tomare por Dios o que él me enviare, para que así sea mi manjar solo el hacer
la bondad de Dios. Amen.
SEPTIMO DIA
Purísimo José, más dichoso que los
ángeles, arcángeles, principados y especialmente más que S. Miguel, S. Gabriel
y S. Rafael, pues haciendo Dios a los ángeles guardas de los hombres, a Rafael
compañero del Santo Tobías, en su viaje, a Gabriel embajador para con la Madre de
Dios, y Miguel príncipe de la milicia celestial; á tí te hizo guarda y
compañero en varios viajes de Jesús y de María; esposo en vez de embajador; y
cabeza de familia de Dios en la tierra. Por estas excelencias, impétrame de Dios
una gran pureza de alma y cuerpo, y de intención en todas mis obras, para que
pueda acompañar siempre a Jesús, María y José. Amen.
OCTAVO DIA
Santísimo José más feliz que todos los
espíritus celestiales, pues estos solo son ministros de Dios para que el Señor les
ordena; y a ti te dió Jesús la altísima dignidad de Padre putativo suyo,
llamándote padre, y tú llamando Hijo a Jesús, quien te obedecía en lo que tú le
decías que hiciese: alcánzame de tu Hijo una rendida obediencia a mis superiores,
con la cual camine en hombros ájenos con seguridad al cielo. Amen.
NOVENO DIA
Admirable prodigio de la gracia, Señor S. José en quien resplandecen
las prerrogativas de los ángeles y santos todos del cielo, pues eres como ángel;
por ser guarda de Jesús y de María; principado, por cabeza de la casa de Dios
en ¡a tierra. potestad por haberte mantenido en la dignidad que tu humildad te
reservó; virtud, por la fortaleza en los trabajos que padeciste, por Jesús y
María; dominación, porque venciste tus pasiones y a los tiranos; trono, porque lo
fuiste del Hijo de Dios querubín, por guarda del paraíso de Dios, María;
serafín, por tí sumo amor de Dios que tuviste; patriares, por tener nombre de padre
de un Hijo en que fueron benditas las gentes; profeta, por la luz que tuviste
de las escrituras y de lo que había de padecer el Redentor; apóstol, en el celo
can que convertiste tantos egipcios; doctor excelente, que más con obras que con
palabras enseñaste; virgen purísimo y confesor excelentísimo. Alégrame
sumamente de tan inexplicable santidad, y te suplico que por amor de Jesús y de
María, me concedas deseo grande de todas las virtudes, para que con. Ellas adorne
mi alma...
CORONA
AL
SEÑOR
SAN JOSÉ
ORACIÓN PREPARATORIA
Abrid,
Señor, nuestros labios, para bendecir y alabar vuestra benditísima Encarnación,
nacimiento y puericia: limpiad también nuestros corazones, para que libres de
toda culpa, se imprima en ellos la tierna compasion1 y dulcísimo
gozo
que en vuestra compañía tuvieron vuestros felicísimos padres, pata que heridos
nosotros con el dolor de nuestras culpas y regocijados con la gracia,
restaurada por vuestro caritativo amor, logremos el fruto de vuestros dolores y
gozos. Amen.
OFRECIMIENTO
Amorosísimo
Dios Niño, que con altísima Providencia encarnado en las purísimas entrañas de tu
amabilísima Madre, María Santísima, quisiste ocultar este alto sacramento a tu
amantísimo siervo y querido padre, Señor S. José, para que con el dolor de ver a
su santísima Esposa en cinta; se acrisolase tanto en la ferviente paridad, que
mereciera la altísima dignidad de estimativo padre tuyo, por cuyo medio rebozó
el gozo más feliz que el hombre pudo tener. Yo te ofrezco, Sr, el martirio de
los purísimos esposos y con ellos, la gloria y regocijo que tuvisteis
mirándolos padecer con tanta resignación y amor que te viste obligado a
consolarlos, revelándole a José tu siervo el altísimo misterio de tu
Encarnación: por ella y por el dolor y gozo que tuvieron tus santísimos padres;
te pido un dolor verdadero de todos mis pecados, para que uniéndome a tí por
gracia tenga el gozo de verte en su compañía en la gloria. Amen.
SEGUNDO MISTERIO
José,
que dichoso fin
Tuvo
tu primer dolor,
Pues
te manifestó el cielo
La
admirable encarnación
Padre
nuestro y diez Aves Marías.
OFRECIMIENTO
Dulcísimo
Jesús de mi vida, tierno amante de los hombres, que amándolos desde tu
eternidad luego qué por dicha nuestra quisiste aparecer en carne humana, fué ofreciéndote
sacrificio doloroso a tu Eterno Padre, atormentado del riguroso invierno, que
con crudos hielos mortificaba tu tiernecito y delicado cuerpo, enseñándonos
desde que naciste, a practicar la más alta pobreza y la más profunda humildad.
Yo te ofrezco el dolorosísimo martirio que tus padres santísimos tuvieron,
mirándote en tanto desamparo, pobreza y mortificación, y el sumo gozo que les
diste, cuando reclinado en sus brazos con tiernas y dulces caricias de Hijo,
quisiste que bajaran los ángeles para alivio de su pena, con la gloria que te
cantaron y la paz que anunciaron a todo el mundo: por este dolor y gozo, te
pide me concedas, que, imitando tus virtudes, y despreciando todas las cosas,
te ame á tí solo, sobre todo, para gozarte eternamente en Compañía de tus
padres en la gloria. Amen.
TERCER
MISTERIO
Al
dolor que José tuvo
Viendo
la sangre vertida,
Solo
el nombre de Jesús
Le
pudo ser medicina.
OFRECIMIENTO
Dulcísimo
dueño de mi alma, que, abrasado en llamas de una caridad ardiente, te precisa y
compete tu amor a derramar las primicias de tu sangre en tu dolorosísima
circuncisión, para que atravesados de dolor tus padres, fueran, sus corazones víctimas
de este martirio, con que hiriendo también el tuyo, les endulzase la inmensísima
gloria que tuvieron poniéndole el admirable y dulcísimo nombre de Jesús. Ya te ofrezco
con tu corazón y los de tus padres, el
mío,
para que por el dolor tan singular y amargo que padecieron en tu circuncisión,
circuncides todas mis culpas y pasiones; y por el gozo que les diste con tu
dulcísimo nombre, seas para mí, Jesús, salvador de mi alma, para que ajena de
toda culpa te vea, mi Jesús, en la gloria. Amen.
CUARTO
MISTERIO
Fué
á José angustia grande
La
pasión profetizada;
Pero
le sirvió de gozo
La
redención de las almas.
OFRECIMIENTO
Amabilísimo
bien de mi corazón, dulcísimo amor de mi alma, que por todos modos buscas mi
salvación: cómo té pagaré bien mío, el beneficio que me hiciste de querer ser
redimido, siendo mi Redentor, cuando te presentaste en el templo, pues entonces
te ofreciste en agradable sacrificio a tu Eterno Padre, para pagar por mis culpas,
no solo con tu do lo rosa pasión sino con tu ignominiosa muerte de cruz,
intimada por la voz de Simeón, que fué aguda espada que traspasó el alma
santísima de tus padres y tuya, endulzando tan grave tormento, el previsto
triunfo que habías de conseguir de todos tus enemigos, para mayor exaltación y
la de tus dolorosísimos padres: la continua meditación, de mis culpas, mirando
las ofensas tuyas, sea penetrante cuchillo que atraviese mi alma de dolor de
haberte ofendido, para que exaltándome por este medio a la íntima unión que
contigo deseo, sea solo tu amor, mi gozo en vida y muerte. Amen.
QUINTO MISTERIO
Mucho
padeció José
En
el camino de Egipto;
Mas
los triunfos de Jesús
Fueron
gozo y regocijo.
Padre nuestro y diez Aves
Marías.
OFRECIMIENTO
Mansísimo Cordero, Jesús de mi vida,
tierno amor de mi corazón, yo te doy infinitas gracias por la especial
dignación que tuviste, queriendo en tu niñez, ser perseguido, sufriendo
misericordioso la insolencia de Herodes, y con él la de todos los hombres que
atrevidos te ofenden, huyendo presuroso a Egipto, para rayar como sol divino
entre tantas sombras de idolatría, infidelidad y culpas de sus habitadores. Yo
te ofrezco el inmensísimo dolor que atravesó el corazón de tus padres, cuando
el Ángel les mandó qué contigo caminaran a reino extraño, con tanto sobresalto y
temor, y por él te pido seas mi luz y mi guía en este, camino de tanta sombra y
amargura, que viador tenga, para que destruyendo todos los ídolos que en mi
corazón levanten mis desenfrenadas pasiones, me des a sentir el gozo que tus
padres, tuvieron, mirándote triunfante de todos tus enemigos, para que con tu
gracia venciendo yo los míos, me corone en tu compañía en la gloria. Amen.
SEXTO MISTERIO
Por
temor del rey tirano
Se
afligió mucho José;
Mas
el cielo le asegura
Su
consuelo en Nazareth
OFRECIMIENTO
Rey supremo de la gloria, que, en solio de
majestad y grandeza, te adoran rendidas las sagradas inteligencias, empleando
siempre sus alabanzas en publicar tu santidad y gloria, ¡cómo, Señor siendo tú
soberano, así humillas y abates tu grandeza, volviéndote tierno Niño a pie y
descalzo por el camino de espinas y abrojos, padeciendo hambre, sed, sol, frio
y cansancio, en el regreso de Egipto para Galilea! Pero ya, amor mío, sé la
causa de estos excesos, que es el grande amor que me tienes y el dolor que mis
culpas te causan, con que aumentas tanto el de tus padres, que sin comparación
padecen. Yo te pido por este agudísimo dolor, me concedas una perfecta
imitación de tus virtudes, para que, llegando en tu compañía al fin de mi
carrera, consiga aquella apacible quietud, que después de tan largo y penoso
camino, lograron tus padres gozándome con sus Majestades de verme; seguro en tu
casa y patria, que es la gloria. Amen.
SEPTIMO
MISTERIO
Perdiendo
al Niño, fué sumo
De
José el sentimiento;
Mas
después fué sumo el gozo
Al
descubrirle con el templo.
Padre nuestro y diez Aves Marías.
OFRECIMIENTO
Mi Dios, mi Redentor, dueño de mi alma y Señor
de todo mi ser: atravesado mi corazón de dolor, confuso y avergonzado, me
postro a tus pies, dándote gracias por aquel grao dolor que con divina Providencia
causaste a tus padres, cuando ocultándote a sus ojos te hizo perdido mi amor, pues
sus altezas inocentes padecían por mis culpas llorando mis omisiones,
despertando mis negligencias, y enseñándome a buscar; Ay amor de mi alma, con
qué paciencia toleras mis culpas, ¡y tus ofensas! Pues, siendo tan pronto para
perderme, soy tan tardo para
buscarte, porque ignoro el bien que causa
tu posesión, y el mal que acarrea tu pérdida. ¡Hay mi Jesús! ¡Quién pudiera
tener aquellas dulces y tiernas delicia que tenían tus padres con tu presencia,
y aquellas dolorosísimas amarguras que padecieron con tu ausencia! Dádmelas tú Señor,
porque sólo tú puedes sacarme del letargo en que vivo, y darme luz para conocer
esta pérdida de que hago tan poco caso; y para u obligarte a que obres esta
maravilla de tu divina diestra, convirtiéndome todo a tí, te ofrezco los dos
traspasados corazones de tus amantísimos padres, buscándome dolorosos, para que
movido del dolor que en compañía de tus padres tanto gozo te dió, me concedas
el de hallarte benigno Padre, misericordioso, Redentor y Salvador de esta
miserable alma, que tantas veces te ha perdido. Ea, amabilísimo dueño de mi
corazón, no me deseches ni me desprecies en castigo de mis culpas, sino que,
purificado con lágrimas de verdadera contrición, sea mi dolor quien te mueva a
unirte conmigo en perpetua caridad: y puesto que no desprecias los ruegos de
los humildes, humildemente te ruego por la exaltación de la fé, extirpación de
las herejías y errores, conversión de los infieles, herejes y pecadores; por el
aumento de tu Iglesia y acierto de tu vicario; por la paz y concordia de los
gobiernos cristianos; por la conservación del estado eclesiástico, con todos
sus superiores y ministros; por
el aumento y permanencia de todos los
justos, para que todos abrasados en el celo de tu amor unidos con el vínculo dé
caridad, te hallen y tengan en esta vida por gracia, y en la otra te gocen por gloria.
Amen.
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