martes, 13 de marzo de 2018

TRIDUO AL SEÑOR MILAGROSO DE MAGDALENA




DEVOTO TRIDUO AL SEÑOR MILAGROSO DE MAGDALENA, JALISCO, MEXICO

PARA IMPLORAR SU PROTECCIÓN EN TODAS LAS NECESIDADES, DISPUESTO POR EL SR. JESÚS GORDOA
1880

ACTO DE CONTRICIÓN

¡Divino Redentor de las almas, ¡Dulcísimo Jesús, crucificado por nuestro amor!  aquí me tenéis postrado ante vuestra milagrosa imagen, que representa los sangrientos vestigios de la cruelísima pasión y muerte, que padecisteis por salvar al mundo. ¿Quién soy yo para que me atreva, desde el inmundo fango de la culpa, a implorar, de vuestra munificencia infinita, los poderosos auxilios que fortalecen el espíritu y nutren el corazón? ¿Quién- soy yo, sino una miserable criatura, hundida en el abismo de la nada, para que pretenda elevar mis pobres y tibias suplicas hasta la augusta cátedra de la cruz, en la que sufristeis tormentos inauditos, á fin de enseñarnos el camino del cielo? Bien sabéis, Dios y Señor mío, que en mí no hay más que el pecado, y que de nada puedo hacer mérito en la triste y penosa vida, que llevo sobre la tierra: pero confío en Vos, Padre amorosísimo, guiareis mis pasos por el recto sendero, que conduce a la eterna bienaventuranza; porque sois el verdadero camino para llegar á esa mansión celestial. Humildemente recurro á Vos, á fin de que borréis las afrentosas llagas, que han hecho en mi alma los errores y extravíos de un mundo corrompido. Vuestra clemencia imploro, y con ansia deseo, en este instante, resucitar de la muerte del pecado á la vida de la gracia, y este inestimable bien solo de Vos puedo alcanzarlo, porque sois la Resurrección y la vida.
 Me pesa en el alma ¡oh Mansísimo Cordero, me pesa una y mil veces haberos ofendido! No tengo palabras bastantes para expresar la intensidad de mi dolor, por haber despreciado tantas veces las insinuaciones de vuestra gracia. He sido un ingrato y vil pecador, sinceramente lo confieso, pues he visto con indiferencia criminal el tesoro de inmensa valía que contiene vuestra preciosísima sangre, derramada por mí en el árbol de la cruz. Pequé, Señor, pequé, tened, misericordia de mí, y hacedme digno de alcanzar las gracias y beneficios que tanto necesito. Amen.



ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Abrid, Señor, los labios de éste vuestro humilde siervo, pues dispuesto estoy á publicar constantemente vuestros gloriosos triunfos en todos los pasos de vuestra acerba pasión y muerte Todo mi ser lo consagro á Vos. Mi alma, que creasteis á vuestra imagen y semejanza, rompe desde ahora las cadenas con que la tienen aprisionada el mundo, el demonio y la carne; para que hallándose libre de sus enemigos, pueda con entera confianza rendiros el más sincero Homenaje, debido á Vos que os habéis constituido, por medio de sacrificios inaudito, el Redentor y Padre del linaje humano todos sus sentidos se declara el instrumento de expiación, á fin de que sea sacies toda clase de abstinencias; pues solo hacerse digno de tributaros, á su vez, que le corresponde presentar á Vuestra Divina Majestad, como la ofrenda más pura. Aceptad, os ruego, Milagroso Señor, mis pobres oraciones y súplicas, que, aunque débiles y marchitas flores, han sido cultivadas por vuestra divina gracia, y tienen su germen en mi corazón.

L/: Dirigid, Dios mío, mis oraciones.
R/: Apresuraos, Señor, a socorrerme.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amen.



DIA PRIMERO
PEDID Y SE OS DARÁ
¡Gran Dios! ¿Qué mar inmenso es ese que estoy mirando con los ojos de la fe? ¿qué piélago insondable de infinitas gracias y beneficios celestiales admira, á la vez, mi mente ruda? Yo. no veo en mi propio ser y en todo lo que me rodea sino solo miseria, iniquidad, aflicción de espíritu, lamentos, lágrimas y llanto; y sin embargo, en medio de esa espantable confusión que produce el mundo, y en la que me veo sumergido, á mi pesar, no puedo menos que entrever una refulgente luz, que reanima mi espíritu abatido y que me inunda de religioso entusiasmo el corazón. ¿Cuál deberá ser esa luz que por todas partes brilla y vivifica! sin duda que Vos, ¡Omnipotente Señor, ¡Creador del cielo y de la tierra, Divino Salvador del linaje humano, Vos sois esa luz verdadera que alumbra á todo hombre, que viene á este mundo, como dice el santo Evangelio!  Y no obstante, que sois la luz que refleja en todos los seres, os ha desconocido el impío, porque ante la faz de las naciones aparecisteis, no con esa grandeza mundana de que, según los judíos, debería está adornado el Mesías prometido; sino con la mansedumbre del cordero, que es conducido al lugar del sacrificio. Vos sois la luz increada, que guía los pasos del justo y lo hace caminar con rectitud hasta llegar á la mansión de su eterna dicha; y sois, á la vez, el caminos o faro, que hace ver con claridad al pecador, sus enormes faltas, por cuy a expiación fuisteis clavado en la cruz. Lleno de fe, y a pesar de mi indignidad y miseria, os ruego encarecidamente , Dios mío, nos iluminéis con la indeficiente luz de vuestra  gracia, á fin de que nos separemos de las tinieblas del pecado. Por los infinitos méritos de la preciosísima sangre que habéis derramado en el Calvario, os pedimos el eficaz remedio en todas nuestras necesidades espirituales y temporales, la tranquilidad del espíritu, la paz del corazón y la oportuna lluvia que fertiliza la tierra. Estos beneficios impetramos de Vos, Milagroso Señor, confiando siempre en aquella inmortal promesa, en aquellas palabras de vida que salieron de vuestros divinos labios: Pedid y se os dará. Así lo esperamos de vestir a suma bondad. Amen.
Tres credos con gloria Patri, en desagravio de los tormentos que sufrió el Señor en el Pretorio.



ORACIÓN A NUESTRO SEÑOR PARA TODOS LOS DÍAS
¡Omnipotente Libertador del Linaje humano! ¡Divino Jesús! Bien considero que allá en el encumbrado trono de vuestra gloria, aceptáis benigno, tanto las preces y ruegos del potentado de la tierra, como las humildes súplicas del infeliz mendigo. Pues aceptad, os ruego ¡oíd Dios clementísimo! la pequeña ofrenda que os presenta ese mendigo infortunado, que soy yo, pues la culpa me tiene en la mayor miseria. Encended mi tibieza con el fuego de vuestro amor: iluminad mi ceguera con el esplendor de vuestra presencia; y haced que todo lo terreno y deleitable se me convierta en amargura, á fin de que, con las lágrimas del dolor y la penitencia, lave y extinga las manchas de mi alma, que gime sin consuelo en el lóbrego laberinto del mundo. Desde la nada de mi ser siento la necesidad de elevar mis ruegos hasta el Solio de vuestra Grandeza; más desconfío de mi débil disposición para cumplir con un deber tan sagrado, y solo pongo mi entera confianza en Vos, á fin de que alentéis mi espíritu abatido, recibiendo mis humildes súplicas en el seno de vuestra bondad sin límites. Mas, ¿quién soy yo, Benignísimo Señor? ¿quién soy yo para atreverme á pediros gracia tan especial? Vos sois el Ser por esencia, el Supremo Ser, como lo habéis dicho á vuestro pueblo, por ministerio de Moisés, y en ocasión solemne: Yo soy el que soy, es decir el Ser Supremo que existe desde la eternidad y existirá por siempre. Y en presencia de vuestra excelsa Majestad, ¿qué podre decir de mi, vil insecto de la tierra? diré lo que es en realidad: que soy el que no soy, es decir la nada; pero con vuestra gracia de Redención soy mucho porque me habéis libertado de la ignominia esclavitud del común enemigo Por tan grano su beneficio, de singular poder, yo os ofrezco, Dios mío, como víctima expiatoria de mis culpas, para que lo Reviséis sanead o hasta la sempiterna mansión de la gloria Amen.


ORACION A MARIA SANTISIMA PARA TODOS LOS DÍAS
A Vos ¡Dulcísima María! que hacéis parte tan considerable en la historia lastimosa de vuestro Hijo Jesús, á vos, como á nuestra Corredentora, reverentes os ofrecemos éste piadoso ejercicio, para que por vuestras manos purísimas sea presentado al trono de Dios, y parezca agradable á sus divinos ojos. ¿Sois vos el canal de las gracias? Pues ya debemos contar por recibidas cuantas en este devoto Triduo pedimos. Nuestra confianza no puede ser más fundada, pues nos consta vuestro poder, como Hija que sois del Padre; vuestra sabiduría, como Madre del Hijo: y vuestra caridad y amor, como inmaculada Esposa del Espíritu Santo. Haced, ¡oh Virgen Dolorosísima y Madre de misericordia! que todas las criaturas, conociendo la cooperación de las tres Divinas Personas en esta grande obra de nuestra salud, abramos nuestros labios, y que i incesantemente nos ocupemos en alabar y bendecir al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, y a vos juntamente, pues sois, ¡oh grande María! nuestra medianera y templo riquísimo de esta Augusta, Incomprensible y Santísima Trinidad. Amen.



DIA SEGUNDO
BUSCAD Y HALLAREIS.
¡Divino Legislador del mundo, Jesucristo, vida nuestra! Desde la augusta cátedra del Calvario, desde el sacrosanto árbol de la cruz habéis dictado vuestra divina ley en beneficio ce universo entero. Clavado de pies y manos en ese adorable signo de nuestra redención, v estando va para exhalar el último suspiro, dijisteis á vuestro Padre celestial, con referencia a vuestros verdugos y en ellos á todos los pecadores: Señor, perdónales que no salen ¡o que hacen. í/ j •Oh alma cristiana, que fuiste redimida con el infinito precio de la sangre del cordero sin mancha' ¡Cómo no te conmueven esas palabras-sacrosantas, que hacen temblar los cielos, la tierra y el mar? ¿Cómo no te excitas a un dolor profundo, en fuerza de esas tiernas palabras de vida eterna que se elevan hasta el Empíreo, demandando el perdón por tus criminales errores y vicios? Ea ¡alma cristiana! entra en composición de lugar contigo misma; levántate de ese asqueroso lodazal, en que te tiene sumergida la abominable lepra de la culpa: contempla y adora á tu Divino Maestro, que tiene extendidos sus brazos en el madero de la cruz para estrecharte más y más en ellos, infundiéndote su divino amor, y perdonando tus innumerables faltas. ¿Qué otra cosa de más valía puede el hombre pretender, Dios mío? Vos le habéis labrado su eterna dicha, por medio del copiosísimo riego de toda vuestra sangre inmaculada. os sois la constante víctima; y él vuestro más cruel verdugo. Vos le ofrecisteis el reino de los cielos; y él se entrega, insano, á los deleites de la tierra. Vos le buscáis con el más amoroso empeño para salvarle; y él se oculta indiferente y criminal en los tenebrosos antros del vicio para perderse. ¡Oh Dios de bondad inmensa! haced que siempre tengamos presentes, aquellas tiernas y consoladoras palabras de vuestra inefable promesa: Buscad y hallareis. Buscad el reino de Dios primeramente^ y todas las demás cosas se os darán de aumento.  Pues cambiad, Señor, el endurecía corazón de los que tantas vece; haced que reconozcamos lo g ande» y numerosos beneficios que de concedéis, y os rogamos no desprecien, nuestras débiles súplicas; dadles vigor y; fuer a fin de lograr, mediante vuestros infinitos méritos, las bendiciones de vuestro Padre celestial, los auxilios temporales, la lluvia necesaria, y todo que sea de vuestro divino agrado. Amen.

 Los tres credos con gloria Patri, en memoria de los tormentos que sufrió el Señor en el camino del Calvario.



DIA TERCERO
LLAMAD A LA PUERTA Y SE OS ABRIRA
¡Supremo Hacehedor del Cielo y la Tierra! ¡Milagroso Señor, Crucificado por la salud de las naciones! Abiertos están siempre los riquísimos tesoros de vuestra divina misericordia, en espera del justo que sabe aprovecharlos, y del pecador que sinceramente desea el perdón de sus culpas. ¿Qué más puede apetecer el hombre de recto corazón, que tiene ansia por salvarse, lo mismo que el pecador arrepentido, que no quiere condenarse? Y Vos, Dios mío, ¿qué exigís del justo, a fin de que logre el premio inmortal de la gloria?  solo una cosa de grandísima importancia: ¿cuál podrá ser? el que persevere hasta el fin. Así lo habéis dicho en vuestras divinas escrituras. Y del ingrato pecador ¿qué exigís, Misericordioso y justísimo Señor? ya lo habéis igualmente manifestado: que de ninguna manera queréis su muerte; sino que se convierta y viva. Que luche, habéis dicho, que combata con todas sus fuerza s en el campo de la expiación y contra la vehemencia de sus pasiones, porque no será coronado el luchador, sino después de haber peleado conforme a la ley. Escucha, alma cristiana, esas palabras de eterna justicia; grábalas en tu memoria para que constantemente las recuerdes y hagas buen uso de ellas en las vicisitudes y conflictos de la vida. Si te arredra, como e s natural, el temor del infierno, confía en nuestro Redentor Padre pues si vences al común enemigo con la espada de la divina ley, serás premiada eternamente en el cielo. Corresponde, alma fiel, al llamamiento de tu Dios; abierto tiene el Empíreo par a recibirte; no ceses de llamar a sus puertas eternales; pues su Divina Majestad nos h a dicho: Llamad a la puerta y se os abrirá. Dignaos, Milagroso Señor, recibirnos en vuestro seno la inefable misericordia. Concédenos s la abundancia de todos los bienes de naturaleza y gracia, la necesaria resignación en las adversidades, el eficaz consuelo en las aflicciones de espíritu, el oportuno temporal de la lluvia y el remedio en todas las necesidades de la vida, Así humildemente os lo suplicamos por los, méritos de vuestra vida, pasión y muerte. Amen.
 Tres credos con gloria Patri, en desagravio de los tormentos que sufrió el Señor al ser clavado en la cruz



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