viernes, 9 de marzo de 2018

NOVENA AL SEÑOR DE LA CAÑITA





NOVENA A  JESÚS NAZARENO EN SU DOLOROSA CORONACIÓN DE ESPINAS

CONOCIDO COMO

DIVINO HECCE HOMO


ORACION INICIAL
Tí, o Rey Coronado, Rey de Reyes, y Señor de Señores, viene este pobre vasallo delincuente, lleno de espinas de pecados, pues que te dignaste querer ser coronado de Espinas, para quitar las de mis maldades, me concedas la gracia de despinarlas librándome de ellas, fortaleciéndome con el cerco de vuestras Espinas. ¡Oh buen Jesús! mi Dios y mi Rey, te ruego en esta Novena, que, así como por mí quisiste que vuestra Sagrada Cabeza se coronara con Corona de contumelia, os dignéis que en el Juicio final sea coronada la mía con la Corona de la Gloria. Amen.

ORACION PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Amabilísimo Jesús engrandecido en el mayor abatimiento! Postrado à vuestros Pies este vil y desleal vasallo llega a confesaros la victoria, que manifiesta vuestra Corona de Espinas: llego corrido como ingrato, pero confiado como favorecido al ver en vuestras Sienes, hermosa primavera de flores, la que mi culpa tejió áspera Corona de Espinas. Os suplico humildemente me permitáis entrar a lavarme en esas setenta y dos soberanas Fuentes que abrieron las setenta y dos Espinas, como saludables baños para todas las naciones del mundo que se dividieron en setenta y dos lenguas. ¡Ay de mí! si en esas sagradas Fuentes no me lavo; si en esos prodigiosos baños no curo. Concededme, Jesús mío, esta grada para entrar limpio en la Gloria. Amen.

DÍA PRIMERO
¡Oh Amantísimo Padre de piedad! ¡Oh bondad infinita! ¡Oh dulcísima clemencia! ¡Oh tiernísima misericordia! Llego en este primer día a la primera Fuente que abrió en vuestra sagrada Cabeza la penetrante Corona de Espinas: postrado a vuestros píes, con cuanta confusión me ocasionan mis culpas ¡Ojalá con el amor que debo à vuestras finezas! os alabo, os adoro, os bendigo como a Dios, como à Rey y como á Redentor, y acordándoos del cruelísimo tormento de vuestras Espinas, os pido, que las que convirtió en flores vuestro amor, no las vuelva en Espinas mi ingratitud. Ahóguense en esa Fuente las Espinas de mis culpas; curadme, Señor, mis dolencias, que si sois aquel hombre: Ecce Homo, que deseaba aquel enfermo de la Piscina para sanar de sus enfermedades, yo soy el doliente herido de las Espinas de mis pecados: limpiadme, Señor, las llagas, lavadme las heridas con la Sangre que hizo destilar esa Corona, para que logrando en ese baño la salud, adore vuestra Cabeza en la Patria Celestial. Amen.


OFRECIMIENTO
Gracias os doy, Coronado Rey, no solo porque me habéis sufrido este rato en vuestra presencia sino porque muchos años no me tenéis ardiendo en el abismo. O Alma mía, mira a este Hombre: Ecce-Homo, que, aunque está tan llagado con azotes, tan afeado con salivas, tan cárdeno con bofetadas, coronado con Espinas, con una Caña por Cetro en la mano, y vestido con ropa de Escarnio, más es que hombre, pues también es Dios: Concededme, Señor, que sea devotísimo de este lastimoso paso, para que por él logre el paso a la eterna felicidad. Amen.

Adorada sea la Cabeza de nuestro Amabilísimo Jesús. Amen.
Padre nuestro, Ave María, y Gloria…
Alabado sea el Cetro de nuestro Clementísimo Rey. Amen.
Padre nuestro, Ave María, y Gloria…
Venerada sea la Púrpura de nuestro Invicto Monarca. Amen.
Padre nuestro, Ave María, y Gloria…



GOZOS


Por vuestra piedad inmensa
Á T vuestra amarga Pasión
En el mar de tanta pena
Halle puerto el Pecador

Con atroz furia azotado,
Con blasfemias ofendido,
De pies a cabeza herido
Os miro, mi Dios amado:
 Pues nuestra culpa ha causado
En Vos tan mortal dolor;

 Dura Corona de Espinas
 Quebranta Vuestra Cabeza,
Cuyas puntas con fiereza
Rompen tus Sienes Divinas:
Con ella al. suelo te inclinas,
Diciéndonos con amor:

Tus manos atan crueles
Los Sayones inhumanos,
Siendo sus pechos tiranos
Más duros que los cordeles:
Mas ya vuestros Hijos Fieles
Dicen llorando, Señor:

 Por Cetro una infame caña
En vuestras manos pusieron,
Y al ponerla concurrieron
Todos con sangrienta sana:
Ya el hombre se desengaña,
Y os pide con gran fervor:

Porque a la luz verdadera
Eclipso tan fiero encono
Grita Pilatos: Ecce-Homo,
Porque no piensen que fuera;

Pues tu dolor considera

El alma con gran dolor:


Queda condenado a muerte,
Y en un Balcón cae la suerte
Sobre un Ladrón y Homicida;
Toda la chusma atrevida
Le condeno con furor:

A su Mejilla inocente
Con mano de hierro armada
Dan tan fiera bofetada:
Que hace que en sangre reviente
Mi Bien, pues el alma siente
Ser causa de ese rigor:

!Oh quien estuviera allí,
Dulce amante. Dueño mío,
Y al golpe de aquel judío
Sacará el rostro por ti
Toda la culpa esta en mí,
Y Vos la pagáis, Señor:

Haced, Señor Soberano,
Que en la fragua de tu amor
Se encienda en Divino ardor
Todo corazón cristiano:
Haced que el Género Humano
Os pida, mi Redentor:

En fin, a los que lloramos,
O cantamos a tu Hechura,
Dadnos, Señor, la ventura
De que en tu gracia vivamos:
A vuestros pies nos postramos
Y os pedimos por favor;



ANTÍFONA

¡Buen Jesús! ¿A Ti Corona de Espinas? Nosotros cometimos la culpa y ¿tú la pagas? Nosotros contrajimos la deuda ¿y tú la satisfaces?

L/: Tu Corona adoramos Señor
R/: Tu glorioso triunfo reverenciamos.

ORACION
Os suplicamos, Dios Omnipotente, que todos los que reverenciamos la Corona de Espinas en la tierra merezcamos ser coronados con la Corona de Gloria en el Cielo. Amen.



SEGUNDO DÍA
¡Oh Pacientísimo Rey! por segunda vez llego a vuestra presencia a lavar en las Fuentes de vuestra sagrada Cabeza mis culpas: Estampad al vivo dentro de mi alma| esa lastimosa figura: Dadme. Dios mío, ojos compasivos, y un corazón o muelle, para que mirándote me compadezca, y llore la causa de espectáculo tan lastimero, cubierto de afrentosa púrpura, ojos bajos, bañados en lágrimas, cruel Corona de Espinas en la Cabeza, con Cetro de caña en la mano, el Cuerpo desnudo, quebrantado y molido, destilando Sangre por todas las Llagas. ¡Oh Rostro Divino! ¡en quien, como en espejo, se desean mirar los Ángeles! ¡Oh Sagrada Cabeza de mi Jesús! ¡Cuántas de las Espinas, no pudiendo romper el casco, abrieron puerta y fuente sobre los ojos a fuerza de golpes! Dejadme entrar a ese baño de la salud, para que os pueda eternamente gozar. Amen.

OFRECIMIENTO
Gracias rendidas os doy, mi dulcísimo Jesús, porque a tanta costa quisiste salvar mi alma. Gracias os doy por las luces que en este breve rato me habéis comunicado. Bien se conoce, Señor, la verdad de vuestra Divina promesa, que
quien se acercare a Vos os acercareis a él; pues acercándome segunda vez al espejo de vuestro lastimosísimo Rostro no me neguéis vuestra luz: Miradme, Señor, con esos piadosísimos ojos, y haced que os vean los míos en la eterna Gloria. Amen.




TERCER DÍA
¡Oh Redentor mío! Tercera vez llego vuestra presencia a confesar que mis pecados son las Espinas que os punzan, mis locuras la Purpura que os escarnece, mi soberbia vanidad el Cetro afrentoso que os burla ¡Ay Jesús mío! Yo soy vuestro verdugo, y la causa de vuestro tormento: A Vos, Padre Eterno, os lo presento, mirad el Rostro de vuestro Hijo que atendiendo a él os compadeceréis de mí: Ecce Homo: con grande confianza os le presento, nada me negareis por su amor, permitidme entrar en la tercera Fuente de su Soberana Cabeza a lavar mis culpas, para adoraros eternamente en la Gloria. Amen.

OFRECIMIENTO
Gracias os doy, Jesús mío, por las luces y santas inspiraciones que por las Fuentes de vuestra Sagrada y Coronada Cabeza me habéis enviado: por la paciencia con que sufriste tan atroz tormento para remedio de mi alma, porque me movéis con esa lastimosa figura á penitencia, todos los Ángeles y criaturas os bendigan: yo me ofrezco todo a Vos, asidme con vuestras Espinas, dadme compasión de vuestras penas: atadme con esa soga, para que un punto no me
aparte de Vos, que eso será eternamente gozar. Amen.




CUARTO DÍA
¡Oh Rey Omnipotente y misericordioso! Cuarta vez vengo a vuestra presencia avergonzado que Vos estéis Coronado de Espinas, y que mi loca soberbia quiera coronarse de rosas: avergüénzome de que siendo miembro vuestro sea esclavo de la vanidad, viéndoos Vos tan amante de la humillación: avergüénzome de huir las penas como miembro delicado, teniendo Vos la Cabeza taladrada con esas penetrantes puntas: ¿Es posible que bajo Cabeza Espinada ha de haber miembro delicado? Confieso, Señor, mi flaqueza: corroboradme Ya con la Sangre de esa Soberana Fuente, para que fortalecido yo en ella pueda unirme con la Cabeza en la Gloria. Amen.

OFRECIMIENTO
¡Oh Jesús mío, Rey Omnipotente! ¿Qué gracias te daré, sobre otros infinitos beneficios, por este singularísimo, de que siendo el hermoso entre los hijos de los hombres quisiste ser afrentado y amentado con una horrible diadema que penetró vuestras sagradas Sienes, cubierto con aquella Púrpura de escarnio, y que siendo yo la causa no me habéis castigado? ¡Qué bien se conoce, Señor, que sois infinitamente mayor que toda malicia humana! ¡Qué bien se hecha de ver que no tiene que apostar la más refinada malicia a vencer vuestra misericordia! Bendígante los Serafines, y mi dulcísima Madre María Santísima: Haced de otros Santos Pablos, y de otras piedras hijos de Abraham, para que todos os bendigamos en la Gloria. Amen.





QUINTO DÍA
¡Oh Dulcísimo Jesús! El vero tan lastimado mueve mi depravado corazón a venir quinta vez para lavarlo en la sagrada Fuente de vuestra soberana Cabeza: Si a mí me mueve a venir más os mueve a Vos la piedad; pues como Lebrel generoso pusiste entre Espinas la Cabeza para cazar mi alma, para que no huyera, para sacarme del infierno de mis vicios: Alabada sea vuestra infinita bondad, y el arte con que cazaste, y aun pescaste con los anzuelos de las Espinas, asidme bien con ellos: atraedme a Vos: penetrad me el corazón con esas puntas para asegurarme en la Gloria. Amen.

OFRECIMIENTO
¡Oh Padre Celestial! ¿Qué retorno os daré si Vos a Vos mismo no os alabáis y amáis por mí? Yo no soy bastante para hacerlo viendo la infinita caridad y excesivo amor con que sufriste tantas injurias y escarnios de los hombres peores que fieras, que viéndoos tan lastimado y dolorido, no solo no se mueven a lástima, sino que nuevamente os coronan de Espinas, os dan de bofetadas, escupiendo en vuestro hermosísimo Rostro. ¡Oh pacientísimo Señor, retablo de dolores! Gracias os doy por tanta paciencia y sufrimiento, esperadme un poco, me lavo llorando con sangre mis culpas, para daros gracias en la Gloria. Amen.





SEXTO DÍA
¡Oh Padre de misericordia y Dios de todo consuelo! Y a es la sexta vez que vengo, como pobre enfermo, a buscar la salud en la sexta Fuente que abrió la Corona de Espinas para limpiar mis culpas: Señor, mirad que soy aquel hombre llagado, maltratado y herido: Ecce Homo, que descendía de Jerusalén a Jericó: !Oh! ! que llagado! ¡Oh! !que herido estoy por haber ignominiosamente bajado del estado feliz dela gracia al infeliz de la culpa,  Sois el Divino Samaritano, atadme las llagas, lavadme las heridas, ungidme con el licor precioso de la sangre que destilo vuestra Cabeza, para que me vuelva a la Jerusalén de la gracia para adoraros después en la Gloria. Amen.

OFRECIMIENTO
¡Oh Dulcísimo Jesús, y mi Padre! Si a los del mundo, con ser tan poco lo que de ellos reciben los hijos, enseña la razón natural que no se las puede cabalmente agradecer a Vos, que me disteis todo lo que soy, y que para redimirme y lavarme de mis llagas diste, no oro ni plata, sino vuestra sangre Divina que gracias os daré, mi adorado Jesús. Más aquí de lo sumo de mi gratitud; que, aunque os haga este obsequio deseoso que se imprima esa lastimosa figura en mi corazón, donde queréis que os ponga como Sello, siempre quedare corto para agradecer tanto beneficio. Alábente por mí y te den las gracias todos los Santos de la Gloria. Amen.





SÉPTIMO DÍA
¡Oh Sapientísimo Medico de mi alma! Séptima vez vengo al baño de la salud a la séptima Fuente, que, más que esa Corona, abrió el amor en vuestra soberana Cabeza. ¡Oh que Fuente tan copiosa! ¡que por todo el Rostro y Cuello corrían raudales de sangre, verificándose la profecía que desde la planta del Pie hasta la Corona de la Cabeza no habla cosa sana, para que yo sanara de pies a cabeza! ¡Oh mi Jesús! Llagado, dolorido, escarnecido, hecho oprobio de los hombres, desechado de todo el mundo, haced que me aproveche de este remedio, de este baño, para que sana mi alma os pueda ver en la Gloria. Amen.

OFRECIMIENTO
¡Oh Lastimosísimo Jesús! No pensé haber salido vivo de este rato. Poco ha sido mi dolor cuando no me ha quitado la vida; con todo eso os doy las gracias por el amor paternal con que ahora me habéis sufrido: dadme una suma compasión
de las sumas deshonras que padeciste por mí, llegando con esas insignias a ser risa y mofa de los hombres: Suplicoos que me vistáis con esa preciosa y costosa librea, para que corriendo en pos de Vos, aunque con ella os burle el mundo, merezca y o veros en el Cielo con las ricas, honrosas y preciosas vestiduras de la Gracia y Gloria. Amen.




OCTAVO DÍA
¡Salvador de mi alma! Como enfermo que desea la salud, no omite diligencias para lograrla, vuelvo en este octavo día a suplicaros me permita vuestra clemencia, bañarme en la octava fuente de vuestra sacratísima Cabeza: y pues deseabais la salud de los mismos que atormentaban, esto mismo me anima y da confianza para venir a ponerme en vuestra presencia, ¡confesando que fui la causa de vuestros tormentos! ¡Oh Jesús mío! Hacedme de ellos participante; deseo la Corona de trabajos, que punza, y renuncio de la de gustos, que atormenta, para gozaros en la Gloria. Amen.

OFRECIMIENTO
Gracias os doy, Salvador mío, por tantos beneficios como me han venido por estas insignias: A ellas recurro con profunda veneración y respeto, para que, si hasta aquí he sido caña débil e insubsistente, logre por este medio la firmeza en el bien, y sea columna incontrastable. Así lo habéis hecho innumerables veces con grandes pecadores, que mirando ese Rostro tan lastimado a Vos se han convertido: aunque atadas, y no se han abreviado vuestras manos, Señor: hacedlo conmigo, y con todos los que lo necesitan: miradnos con ojos de misericordia, esperamos nos deis la mano de vuestros auxilios, para subir a habitar con Vos en la Gloria. Amen.




ULTIMO DÍA
¡Oh Pacientísimo Rey y Medico de mi alma! !Que poco me he aprovechado estos días de las Fuentes medicinales que abrió en vuestra Cabeza la Corona de Espinas, pues todavía me estoy con mis dolencias! Pero confió que en esta última Fuente me he de lavar de manera que no ha de quedar rastro de culpa: Si vuestro Eterno Padre, mirando espectáculo tan lastimero y tan maltratado , por vuestra obediencia y nuestro amor perdono los pecadores, confiamos todos los que con devoción y compasión miramos vuestra la limosa figura, que presentándosela y diciendo: Ecce Homo: Señor, veis aquí el hombre que nos distes, varón de vuestra diestra, aquel tan humilde, tan obediente, tan manso y tan amoroso, nos perdonara, dándonos la gracia y después la Gloria. Amen.

OFRECIMIENTO

Gracias os doy, dulcísimo Jesús mío, por los beneficios innumerables que os debo; más por este de haberme hecho tan fácil el remedio a mis dolencias, franqueándome las Fuentes medicinales que abrió la Corona de Espinas para lavarme y bañarme en ellas, ¿que gracias os daré? Yo no puedo, Señor, pero suplan por mi todos los Coros de los Angélicos, y vuestra Madre la Virgen Santísima, a quien os presentamos diciéndole: Ecce Homo. Mirad Virgen Soberana, el hombre que Vos criaste, vuestros pechos con tanto regalo, y tratasteis con tanto respeto: Mirad cuan le han puesto mis maldades: Pero si se hizo hombre para remediar por este medio dio a los hombres, dadle por mí las gracias, mereced para que siempre tenga impresa en mi alma esa lastimosa figura: y que me sea medio para dárselas hoy en la Gloria. Amen.

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