NOVENA A JESÚS NAZARENO EN SU DOLOROSA CORONACIÓN DE ESPINAS
CONOCIDO COMO
DIVINO HECCE HOMO
ORACION
INICIAL
Tí, o Rey Coronado, Rey de Reyes, y
Señor de Señores, viene este pobre vasallo delincuente, lleno de espinas de
pecados, pues que te dignaste querer ser coronado de Espinas, para quitar las
de mis maldades, me concedas la gracia de despinarlas librándome de ellas,
fortaleciéndome con el cerco de vuestras Espinas. ¡Oh buen Jesús! mi Dios y mi
Rey, te ruego en esta Novena, que, así como por mí quisiste que vuestra Sagrada
Cabeza se coronara con Corona de contumelia, os dignéis que en el Juicio final
sea coronada la mía con la Corona de la Gloria. Amen.
ORACION
PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Amabilísimo Jesús engrandecido en
el mayor abatimiento! Postrado à vuestros Pies este vil y desleal vasallo llega
a confesaros la victoria, que manifiesta vuestra Corona de Espinas: llego
corrido como ingrato, pero confiado como favorecido al ver en vuestras Sienes,
hermosa primavera de flores, la que mi culpa tejió áspera Corona de Espinas. Os
suplico humildemente me permitáis entrar a lavarme en esas setenta y dos
soberanas Fuentes que abrieron las setenta y dos Espinas, como saludables baños
para todas las naciones del mundo que se dividieron en setenta y dos lenguas.
¡Ay de mí! si en esas sagradas Fuentes no me lavo; si en esos prodigiosos baños
no curo. Concededme, Jesús mío, esta grada para entrar limpio en la Gloria.
Amen.
DÍA
PRIMERO
¡Oh Amantísimo
Padre de piedad! ¡Oh bondad infinita! ¡Oh dulcísima clemencia! ¡Oh tiernísima misericordia!
Llego en este primer día a la primera Fuente que abrió en vuestra sagrada
Cabeza la penetrante Corona de Espinas: postrado a vuestros píes, con cuanta confusión
me ocasionan mis culpas ¡Ojalá con el amor que debo à vuestras finezas! os
alabo, os adoro, os bendigo como a Dios, como à Rey y como á Redentor, y
acordándoos del cruelísimo tormento de vuestras Espinas, os pido, que las que
convirtió en flores vuestro amor, no las vuelva en Espinas mi ingratitud. Ahóguense
en esa Fuente las Espinas de mis culpas; curadme, Señor, mis dolencias, que si
sois aquel hombre: Ecce Homo, que deseaba aquel enfermo de la Piscina para
sanar de sus enfermedades, yo soy el doliente herido de las Espinas de mis
pecados: limpiadme, Señor, las llagas, lavadme las heridas con la Sangre que
hizo destilar esa Corona, para que logrando en ese baño la salud, adore vuestra
Cabeza en la Patria Celestial. Amen.
OFRECIMIENTO
Gracias
os doy, Coronado Rey, no solo porque me habéis sufrido este rato en vuestra
presencia sino porque muchos años no me tenéis ardiendo en el abismo. O Alma mía,
mira a este Hombre: Ecce-Homo, que, aunque está tan llagado con azotes, tan afeado
con salivas, tan cárdeno con bofetadas, coronado con Espinas, con una Caña por
Cetro en la mano, y vestido con ropa de Escarnio, más es que hombre, pues
también es Dios: Concededme, Señor, que sea devotísimo de este lastimoso paso,
para que por él logre el paso a la eterna felicidad. Amen.
Adorada
sea la Cabeza de nuestro Amabilísimo Jesús. Amen.
Padre nuestro, Ave María, y Gloria…
Alabado
sea el Cetro de nuestro Clementísimo Rey. Amen.
Padre nuestro, Ave María, y Gloria…
Venerada
sea la Púrpura de nuestro Invicto Monarca. Amen.
Padre nuestro, Ave María, y Gloria…
GOZOS
Por vuestra piedad
inmensa
Á T vuestra amarga
Pasión
En
el mar de tanta pena
Halle
puerto el Pecador
Con atroz
furia azotado,
Con
blasfemias ofendido,
De pies a
cabeza herido
Os miro,
mi Dios amado:
Pues nuestra
culpa ha causado
En Vos
tan mortal dolor;
Dura Corona de Espinas
Quebranta Vuestra Cabeza,
Cuyas
puntas con fiereza
Rompen
tus Sienes Divinas:
Con ella
al. suelo te inclinas,
Diciéndonos
con amor:
Tus manos
atan crueles
Los
Sayones inhumanos,
Siendo
sus pechos tiranos
Más duros
que los cordeles:
Mas ya
vuestros Hijos Fieles
Dicen llorando,
Señor:
Por Cetro una infame caña
En
vuestras manos pusieron,
Y al
ponerla concurrieron
Todos con
sangrienta sana:
Ya el
hombre se desengaña,
Y os pide
con gran fervor:
Porque a
la luz verdadera
Eclipso
tan fiero encono
Grita
Pilatos: Ecce-Homo,
Porque no
piensen que fuera;
Pues tu dolor considera
El alma con gran dolor:
Queda
condenado a
muerte,
Y en un Balcón
cae la suerte
Sobre un Ladrón
y Homicida;
Toda la
chusma atrevida
Le
condeno con furor:
A su Mejilla
inocente
Con mano
de hierro armada
Dan tan
fiera bofetada:
Que hace que
en sangre reviente
Mi Bien,
pues el alma siente
Ser causa
de ese rigor:
!Oh quien
estuviera allí,
Dulce
amante. Dueño mío,
Y al
golpe de aquel judío
Sacará el
rostro por ti
Toda la
culpa esta en mí,
Y Vos la pagáis,
Señor:
Haced, Señor
Soberano,
Que en la
fragua de tu amor
Se
encienda en Divino ardor
Todo corazón
cristiano:
Haced que
el Género Humano
Os pida,
mi Redentor:
En fin, a
los que lloramos,
O
cantamos a tu Hechura,
Dadnos, Señor,
la ventura
De que en
tu gracia vivamos:
A
vuestros pies nos postramos
Y os pedimos por favor;
ANTÍFONA
¡Buen Jesús! ¿A Ti Corona de Espinas? Nosotros cometimos
la culpa y ¿tú la pagas? Nosotros contrajimos la deuda ¿y tú la satisfaces?
L/: Tu Corona
adoramos Señor
R/: Tu glorioso
triunfo reverenciamos.
ORACION
Os suplicamos, Dios Omnipotente, que todos los que
reverenciamos la Corona de Espinas en la tierra merezcamos ser coronados con la
Corona de Gloria en el Cielo. Amen.
SEGUNDO DÍA
¡Oh Pacientísimo Rey! por segunda vez llego a vuestra
presencia a lavar en las Fuentes de vuestra sagrada Cabeza mis culpas: Estampad
al vivo dentro de mi alma| esa lastimosa figura: Dadme. Dios mío, ojos
compasivos, y un corazón o muelle, para que mirándote me compadezca, y llore la
causa de espectáculo tan lastimero, cubierto de afrentosa púrpura, ojos bajos,
bañados en lágrimas, cruel Corona de Espinas en la Cabeza, con Cetro de caña en
la mano, el Cuerpo desnudo, quebrantado y molido, destilando Sangre por todas
las Llagas. ¡Oh Rostro Divino! ¡en quien, como en espejo, se desean mirar los
Ángeles! ¡Oh Sagrada Cabeza de mi Jesús! ¡Cuántas de las Espinas, no pudiendo
romper el casco, abrieron puerta y fuente sobre los ojos a fuerza de golpes!
Dejadme entrar a ese baño de la salud, para que os pueda eternamente gozar. Amen.
OFRECIMIENTO
Gracias rendidas os doy, mi dulcísimo Jesús, porque a
tanta costa quisiste salvar mi alma. Gracias os doy por las luces que en este
breve rato me habéis comunicado. Bien se conoce, Señor, la verdad de vuestra Divina
promesa, que
quien se acercare a Vos os acercareis a él; pues
acercándome segunda vez al espejo de vuestro lastimosísimo Rostro no me neguéis
vuestra luz: Miradme, Señor, con esos piadosísimos ojos, y haced que os vean
los míos en la eterna Gloria. Amen.
TERCER DÍA
¡Oh Redentor mío! Tercera vez llego vuestra presencia a
confesar que mis pecados son las Espinas que os punzan, mis locuras la Purpura
que os escarnece, mi soberbia vanidad el Cetro afrentoso que os burla ¡Ay Jesús
mío! Yo soy vuestro verdugo, y la causa de vuestro tormento: A Vos, Padre
Eterno, os lo presento, mirad el Rostro de vuestro Hijo que atendiendo a él os
compadeceréis de mí: Ecce Homo: con grande confianza os le presento, nada me
negareis por su amor, permitidme entrar en la tercera Fuente de su Soberana
Cabeza a lavar mis culpas, para adoraros eternamente en la Gloria. Amen.
OFRECIMIENTO
Gracias os doy, Jesús mío, por las luces y santas
inspiraciones que por las Fuentes de vuestra Sagrada y Coronada Cabeza me
habéis enviado: por la paciencia con que sufriste tan atroz tormento para
remedio de mi alma, porque me movéis con esa lastimosa figura á penitencia,
todos los Ángeles y criaturas os bendigan: yo me ofrezco todo a Vos, asidme con
vuestras Espinas, dadme compasión de vuestras penas: atadme con esa soga, para
que un punto no me
aparte de Vos, que eso será eternamente gozar. Amen.
CUARTO DÍA
¡Oh Rey Omnipotente y misericordioso! Cuarta vez vengo a
vuestra presencia avergonzado que Vos estéis Coronado de Espinas, y que mi loca
soberbia quiera coronarse de rosas: avergüénzome de que siendo miembro vuestro
sea esclavo de la vanidad, viéndoos Vos tan amante de la humillación:
avergüénzome de huir las penas como miembro delicado, teniendo Vos la Cabeza
taladrada con esas penetrantes puntas: ¿Es posible que bajo Cabeza Espinada ha
de haber miembro delicado? Confieso, Señor, mi flaqueza: corroboradme Ya con la
Sangre de esa Soberana Fuente, para que fortalecido yo en ella pueda unirme con
la Cabeza en la Gloria. Amen.
OFRECIMIENTO
¡Oh Jesús mío, Rey Omnipotente! ¿Qué gracias te daré,
sobre otros infinitos beneficios, por este singularísimo, de que siendo el
hermoso entre los hijos de los hombres quisiste ser afrentado y amentado con
una horrible diadema que penetró vuestras sagradas Sienes, cubierto con aquella
Púrpura de escarnio, y que siendo yo la causa no me habéis castigado? ¡Qué bien
se conoce, Señor, que sois infinitamente mayor que toda malicia humana! ¡Qué
bien se hecha de ver que no tiene que apostar la más refinada malicia a vencer
vuestra misericordia! Bendígante los Serafines, y mi dulcísima Madre María
Santísima: Haced de otros Santos Pablos, y de otras piedras hijos de Abraham,
para que todos os bendigamos en la Gloria. Amen.
QUINTO DÍA
¡Oh Dulcísimo Jesús! El vero tan lastimado mueve mi
depravado corazón a venir quinta vez para lavarlo en la sagrada Fuente de
vuestra soberana Cabeza: Si a mí me mueve a venir más os mueve a Vos la piedad;
pues como Lebrel generoso pusiste entre Espinas la Cabeza para cazar mi alma,
para que no huyera, para sacarme del infierno de mis vicios: Alabada sea
vuestra infinita bondad, y el arte con que cazaste, y aun pescaste con los
anzuelos de las Espinas, asidme bien con ellos: atraedme a Vos: penetrad me el
corazón con esas puntas para asegurarme en la Gloria. Amen.
OFRECIMIENTO
¡Oh Padre Celestial! ¿Qué retorno os daré si Vos a Vos
mismo no os alabáis y amáis por mí? Yo no soy bastante para hacerlo viendo la
infinita caridad y excesivo amor con que sufriste tantas injurias y escarnios
de los hombres peores que fieras, que viéndoos tan lastimado y dolorido, no
solo no se mueven a lástima, sino que nuevamente os coronan de Espinas, os dan
de bofetadas, escupiendo en vuestro hermosísimo Rostro. ¡Oh pacientísimo Señor,
retablo de dolores! Gracias os doy por tanta paciencia y sufrimiento, esperadme
un poco, me lavo llorando con sangre mis culpas, para daros gracias en la
Gloria. Amen.
SEXTO
DÍA
¡Oh Padre de misericordia y Dios
de todo consuelo! Y a es la sexta vez que vengo, como pobre
enfermo, a buscar la salud en la sexta Fuente que abrió la
Corona de Espinas para limpiar mis culpas: Señor, mirad que soy aquel hombre
llagado, maltratado y herido: Ecce Homo,
que descendía de Jerusalén a Jericó: !Oh! !
que llagado! ¡Oh! !que herido estoy por haber ignominiosamente
bajado del estado feliz dela gracia al infeliz de la culpa, Sois el Divino Samaritano, atadme las llagas, lavadme las heridas,
ungidme con el licor precioso de la sangre que destilo vuestra Cabeza, para que
me vuelva a la Jerusalén de la gracia para adoraros después en la Gloria. Amen.
OFRECIMIENTO
¡Oh Dulcísimo Jesús, y mi Padre! Si a los del
mundo, con ser tan poco lo que de ellos reciben los
hijos, enseña la razón natural que no se las puede cabalmente agradecer a
Vos, que me disteis todo lo que soy, y que para redimirme y lavarme
de mis llagas diste, no oro ni plata, sino vuestra sangre Divina que gracias
os daré, mi adorado Jesús. Más aquí de lo sumo
de mi gratitud; que, aunque os haga este obsequio
deseoso que se imprima esa lastimosa figura en mi corazón, donde queréis que os
ponga como Sello, siempre quedare corto
para agradecer tanto beneficio.
Alábente por mí y te den las gracias todos los
Santos de la Gloria. Amen.
SÉPTIMO
DÍA
¡Oh Sapientísimo
Medico de mi alma! Séptima vez vengo al baño de la salud a la séptima Fuente,
que, más que esa Corona, abrió el amor en vuestra soberana Cabeza. ¡Oh que
Fuente tan copiosa! ¡que por todo el Rostro y Cuello corrían raudales de
sangre, verificándose la profecía que desde la planta del Pie hasta la Corona
de la Cabeza no habla cosa sana, para que yo sanara de pies a cabeza! ¡Oh mi
Jesús! Llagado, dolorido, escarnecido, hecho oprobio de los hombres, desechado
de todo el mundo, haced que me aproveche de este remedio, de este baño, para
que sana mi alma os pueda ver en la Gloria. Amen.
OFRECIMIENTO
¡Oh Lastimosísimo
Jesús! No pensé haber salido vivo de este rato. Poco ha sido mi dolor cuando no
me ha quitado la vida; con todo eso os doy las gracias por el amor paternal con
que ahora me habéis sufrido: dadme una suma compasión
de las sumas
deshonras que padeciste por mí, llegando con esas insignias a ser risa y mofa
de los hombres: Suplicoos que me vistáis con esa preciosa y costosa librea, para
que corriendo en pos de Vos, aunque con ella os burle el mundo, merezca y o
veros en el Cielo con las ricas, honrosas y preciosas vestiduras de la
Gracia y Gloria. Amen.
OCTAVO
DÍA
¡Salvador de mi
alma! Como enfermo que desea la salud, no omite diligencias para lograrla,
vuelvo en este octavo día a suplicaros me permita vuestra clemencia, bañarme en
la octava fuente de vuestra sacratísima Cabeza: y pues deseabais la salud de
los mismos que atormentaban, esto mismo me anima y da confianza para venir a
ponerme en vuestra presencia, ¡confesando que fui la causa de vuestros
tormentos! ¡Oh Jesús mío! Hacedme de ellos participante; deseo la Corona de
trabajos, que punza, y renuncio de la de gustos, que atormenta, para gozaros en
la Gloria. Amen.
OFRECIMIENTO
Gracias os doy, Salvador
mío, por tantos beneficios como me han venido por estas insignias: A ellas
recurro con profunda veneración y respeto, para que, si hasta aquí he
sido caña débil e insubsistente, logre por este medio la firmeza en el bien, y sea
columna incontrastable. Así lo habéis hecho innumerables veces con grandes
pecadores, que mirando ese Rostro tan lastimado a Vos se han convertido: aunque
atadas, y no se han abreviado vuestras manos, Señor: hacedlo conmigo, y
con todos los que lo necesitan: miradnos con ojos de misericordia, esperamos
nos deis la mano de vuestros auxilios, para subir a habitar con Vos en la Gloria.
Amen.
ULTIMO DÍA
¡Oh Pacientísimo Rey y Medico de mi alma! !Que poco me he
aprovechado estos días de las Fuentes medicinales que abrió en vuestra Cabeza
la Corona de Espinas, pues todavía me estoy con mis dolencias! Pero confió que en
esta última Fuente me he de lavar de manera que no ha de quedar rastro de culpa:
Si vuestro Eterno Padre, mirando espectáculo tan lastimero y tan maltratado ,
por vuestra obediencia y nuestro amor perdono los pecadores, confiamos todos
los que con devoción y compasión miramos vuestra la limosa figura, que presentándosela
y diciendo: Ecce Homo: Señor, veis aquí el hombre que nos distes, varón de
vuestra diestra, aquel tan humilde, tan obediente, tan manso y tan amoroso, nos
perdonara, dándonos la gracia y después la Gloria. Amen.
OFRECIMIENTO
Gracias
os doy, dulcísimo Jesús mío, por los beneficios innumerables que os debo; más
por este de haberme hecho tan fácil el remedio a mis dolencias, franqueándome las
Fuentes medicinales que abrió la Corona de Espinas para lavarme y bañarme en
ellas, ¿que gracias os daré? Yo no puedo, Señor, pero suplan por mi todos los
Coros de los Angélicos, y vuestra Madre la Virgen Santísima, a quien os
presentamos diciéndole: Ecce Homo. Mirad Virgen Soberana, el hombre que
Vos criaste, vuestros pechos con tanto regalo, y tratasteis con tanto respeto:
Mirad cuan le han puesto mis maldades: Pero si se hizo hombre para remediar por
este medio dio a los hombres, dadle por mí las gracias, mereced para que
siempre tenga impresa en mi alma esa lastimosa figura: y que me sea medio para dárselas
hoy en la Gloria. Amen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario