DEVOCIÓN DE LOS CUARENTA DÍAS A LA BIENAVENTURADA SANTA
FILOMENA, VIRGEN Y MÁRTIR
Para desterrar la incredulidad y sus
desórdenes, promover el amor y culto de Dios, al mismo tiempo veneración a
nuestra santa mártir y la santificación de las almas.
Traducido
del Catalán
por
una devota de la misma Santa Filomena.
Barcelona, 1830
ACTO DE CONTRICION
¡Oh
dulcísimo Jesús, Dios y hombre verdadero, padre, criador y redentor mío, en
quien creo, en quien espero, a quien amo más que a mí mismo! ¡Oh bondad
infinita digna de ser amada sobre todas las cosas! ¡Ah! en lo más íntimo de mi corazón siento haber
pecado contra Vos. ¡Ay! ¡Ojalá, ojalá mi dolor fuese tan vehemente, que en este
mismo instante se hiciese pedazos mi corazón, al considerar que tantas veces os
he agraviado! Pésame, Dios mío, de haberos ofendido; pésame igualmente porque podéis
privarme de la gloria y arrojarme al infierno; propongo firmemente con vuestra
gracia nunca más pecar. Perdonad, Señor, mis culpas; para que limpia y pura mi
alma se dedique con más ahínco y fervor a vuestro santo servicio y alabe a la
gloriosa virgen y mártir Santa Filomena, mi especial abogada. Dadme, Dios mío un
espíritu fervoroso para imitarla en la fe, en la esperanza, en la caridad y
demás virtudes; a fin de que constante como ella en serviros os alabe también
en su compañía eternamente en la gloria. Amen.
ORACION PARA TODOS LOS DIAS
¡Oh
Santa Filomena! ¡Cuán grande es vuestro contento, contemplando la omnipotencia,
majestad y grandeza de Dios en el cielo! ¡Ah! El durará mientras Dios será
Dios; y sin poder vos experimentar jamás la más mínima tristeza, cantareis
siempre con los bienaventurados aquel cántico de eternas alabanzas, cántico de
nuevas y eternas delicias: Santo, Santo, Santo. Este es el premio
correspondiente a la vida fervorosa con que servisteis al Señor. Y yo.... ¡ay
de mí! me veo sin virtudes, sin méritos, expuesta mi alma ¡Oh Santa patrona mía!
Volved desde el cielo vuestros ojos cariñosos y compasivos hacia esa pobre y
miserable criatura; y por medio de María Santísima alcanzadme de Jesús, gracia
eficaz con que de aquí en adelante procure servir a Dios con todo fervor, y
lograr la bienaventuranza eterna. ¡Oh! qué satisfacción será la vuestra, al ver que
por vuestra intercesión una criatura tan olvidada y tibia como yo paso al
estado de fervorosa! confío, Santa mía, que me alcanzareis esta gracia; favor
que cordialmente os pido.
DIA
I.
ORACION
¡Oh
Santa Filomena, modelo de perfección cristiana, en que combate os contemplo al
pediros Diocleciano por esposa! ¿Vos uniros con un tirano, con un bárbaro? ¿Vos
abrazar las leyes paganas? ¿Vos dejar al Señor que se dignó criaros para ser de
un emperador? ¡Ah! sin duda inspirada de la gracia pensaríais: Dios mío, yo os
conozco y os adoro; todas las criaturas me publican vuestro infinito poder y
vuestra bondad infinita; los cielos anuncian vuestra gloria con sus ordenados
cursos; la resplandeciente luz de las estrellas me avisa, me revela la claridad
inmensa de que participan los bienaventurados en el cielo; los animales, los
árboles y las plantas con la variedad de sus especies, con la hermosura de sus
flores y con sus frutos saludables, todo... Oh! sí, todo el mundo es testimonio
evidente de vuestra sabiduría, Dios mío, hallándose todo ordenado a los fines
de vuestra providencia infinita. Mi conciencia quedaría confusa, si yo no os
amara, y mucho más si la ofendiera, viéndome reo de un infierno, conforme a
vuestra divina justicia. Yo pues, que creo y confieso que vos me habéis criado,
y que no he podido yo hacerme por mí mismo, así como criasteis a todos los demás
seres, suspiro vivamente para que mi espíritu se eleve a un alto conocimiento
de vuestro ser supremo que se dignó sacarme de la nada.
¡Oh!
si así se verificará, con que fervor contemplaría
sus atributos y maravillas! Alcanzadme, oh Santa de mi corazón, alcanzadme de Jesús
por medio de María santísima esta gracia: con ella mi espíritu será todo de
Dios, amándole y adorándole siempre, como vos lo amasteis y adorasteis siempre.
Amen.
3
padres nuestros, aves marías y glorias…
GOZOS
A SANTA FILOMENA VIRGEN Y MÁRTIR
Pues
nunca tuvo cabida
En
vos la gloria terrena:
Guiadnos
a mejor vida,
Virgen
Mártir Filomena.
De
la Grecia un trono ilustre
Por
su heredera os pregona;
Pero
Vos a otra corona
Aspiráis
de mejor lustre:
Pues
os es apetecida
Solo
la de empinas llena.
De
muy prematura edad
A
Cristo dais en ofrenda
La
rica joya, la prenda
De
vuestra virginidad:
Sois
su esposa muy querida,
Blanca
y fragante azucena.
El
atroz Diocleciano,
Sensible
a vuestra hermosura,
Todos
los medios apuran
Para
obtener vuestra mano:
Vos,
si bien qué agradecida,
De
ello os mostráis muy ajena.
Vuestros
padres, su precepto.
Dos
tronos con su atractivo,
No
os son bastante motivo
Para
mudar de concepto:
La
fe a Cristo prometida
Tal
desprendimiento ordena.
Del
tirano el fiero encono
A
la venganza le impulsa,
Al
ver que lleva repulsa,
En
su persona y su trono:
Su
bilis enardecida
Por
de pronto os encadena.
Mas
las cadenas y grillos,
Como
precioso joyel,
Muestran
mejor al infiel
Del
alma vuestra los brillos:
Ve
que un amor sin medida
A
Jesús os enajena.
Aherrojada
os encierra
En
cárcel muy tenebrosa,
Donde
el hambre y sed penosa
Os
hagan continua guerra:
Allá
en vez de la comida
Esperáis
la eterna cena.
Para
vos el calabozo
"No
es lugar de desconsuelo,
Que
en él la Reina del Cielo
La
tristeza os vuelve en gozo:
Y
os deja fortalecida
Para
vencer toda pena.
Constancia
tan no es esperada
De
furor le pone ciego;
Manda
seáis desde luego
Públicamente
azotada:
La
soldadesca atrevida
¡Cuanto
en Vos se desenfrena!
Toda
de pies a cabeza
A
golpes os desfiguran;
Ángeles
empero os curan
Y
aumentan vuestra belleza,
Con
ventaja conocida
A
la de 1a antigua Helena.
¡Qué
de tormentos no fragua
¡El
emperador mohíno!
Intenta
al fuego divino,
Que
arde en vos. matar con agua
Por
tanto, a ser sumergida
Bárbaramente
os condena.
Con
áncora al cuello os lanza
Del
Tíber en la corriente,
Y
tal crimen no consiente
El
áncora de la esperanza:
Por
ella sois- conducida
Salva
y enjuta a la arena.
Que
al rigor de la saeta
Perezcáis
quiere el tirano y
Su
conato- será en vano
Contra
vos, invicta atleta:
Como
estáis ya apercibida
A
la lucha vais serena.
Por
tres veces nada pudo
Contra
vos aquel tormento:
¡Y
qué mucho, si de intento
Ángeles
son vuestro escudo!
Pues
ni la más leve herida
Recibís
en tal escena.
Tantos
portentos cuidados
Ya
dan al tirano elevar
Porque
teme que la plebe
Adore
al Crucificado:
Así
son saña no oída
Decapitaros
ordena.
Así
se os abre el camino»
Por
el cual al cielo vais,
Do
las bodas celebráis
Con
el Cordero Divino,
Quien
como esposa querida
De
sus favores os llena
De
vuestras gracias notables
De
vuestros grandes prodigios
Ve
el incrédulo vestigios,
Que
le son irrecusables:
Vuestra
fama esclarecida
Por
todo el orbe resuena.
Ya
que pues Vos desde lo alto
Veis"
de Sion los apuros;
Y
que el averno a sus muros
Intenta
dar el asalto:
Sea
de vos socorrida.
Sed
su inexpugnable almena:
VUELTA.
Pues
que oís compadecida
Al
que os invoca en su pena
Alcanzarnos
mejor vida,
Oh
Divina Filomena
L/: Ruega por nosotros
¡Oh bienaventurada Filomena!
R/:
Para que seamos dignas de las promesas de Cristo
ORACION FINAL
¡Oh
Santa Filomena, protectora mía, digna de mi mayor veneración! Contemplándoos o
entre las penas de vuestro martirio, o coronada con la corona de gloria que por
él merecisteis, os suplico que me alcancéis de Jesús, vuestro dulcísimo esposo,
a quien tanto amasteis y por quien tanto padecisteis, la luz de una fe tan
viva, que jamás se apague, una esperanza tan firme que nunca desconfíe, y un
amor de Dios y del prójimo tan ardiente, que siempre mi voluntad y mi corazón
unidos con mi Criador y Redentor se desahoguen en actos fervorosos de tan santa
virtud. Haced que aborrezca yo hasta tal punto la infidelidad y el paganismo,
que derrame continuamente lágrimas por la conversión de los infieles pecadores,
que infieles y sin temor se entregan a tantos desórdenes; y ya que vos, por no
ser infiel al esposo Jesús, disteis la vida con tantos tormentos, rogad por la salvación
de todas las almas; haced que animados con vuestra protección poderosa,
sirvamos siempre fervorosos a Jesús nuestro Salvador, y logremos la dicha de ir
al cielo para darle a él y a vos las debidas eternas gracias. Amen.
DIA
II.
ORACION
¡Oh
elevada en Dios santa Filomena! Vuestros padecimientos empezaron en horrorosa cárcel;
pero vos hallasteis medio de superarlos con levantar vuestro corazón al Criador
y adorarle. Aquella tan necesaria comunicación entre Dios y los hombres, en que
el Criador se da a conocer a sus criaturas y estas le glorifican, ¿con qué
valentía dispuso vuestro interior? Es necesario que exista un ser supremo, un
Dios, pensabais; luego es también preciso que le tributemos culto, que le
amemos, que le alabemos. Así discurrís sepultada en lóbrego calabozo. ¡Ay Señor!
continuabais: Vos me habéis ilustrado, dándome conocimiento claro de vuestras
perfecciones infinitas; yo sé que Vos sois el ser
supremo
independiente, y que de Vos dependen todas las cosas; yo sé que Vos sois el
principio y fin de todos nuestros bienes, que Vos sois infinitamente bueno y
liberal para socorrernos en todas nuestras necesidades. Siendo así, ¿de qué
tengo de temer? ¡Oh Señor! Vos me ayudáis, y por lo tanto despreciaré a mis enemigos.
Vos me amparáis, y por lo mismo no temeré lo que contra mí maquinen los
hombres. Vos, Señor, Vos en vuestro nombre me salvareis. ¡Oh Santa mía! ¡Si yo
iluminado de la gracia conociese, amase y adorase al Criador como vos! ¡ah
cuánta y cuán pura seria mi religión! ¡Cuán fervoroso seria yo en sus actos! ¡Mi
corazón, mi voluntad... Oh! dignaos,
gloriosa Filomena, alcanzarme de Dios por medio de María santísima esta virtud
de la religión tan preciosa, como necesaria Sí, con ella, a semejanza vuestra, venceré
todas las tribulaciones de esta vida. Amen.
DIA
III.
ORACION
¡Oh
santa de mi corazón! cuan enamorado
estaba vuestro espíritu, aunque entre penas a millares! Frecuente en la
contemplación discurriríais así: Tan solo la religión cristiana es el camino
seguro que guía a la gloria. Un sola Dios, una so
la
providencia, una religión sola. La concordia del antiguo con el nuevo
testamento, las figuras realizadas con tanta perfección, la muchedumbre de
profetas que demuestran la venida de Jesucristo, su nacimiento, vida, milagros,
pasión, muerte y resurrección gloriosa, la venida del Espíritu Santo, la
reprobación de los judíos, la vocación de los gentiles, el establecimiento de la
Iglesia... ¡Oh! todo me afianza en la fe, esperanza y amor de Jesús mi
dulcísimo esposo. Vos nos habláis, Señor; ¡pero como sois omnipotente nos
habláis con milagros! ¡Vos solo podéis obrarlos; y como por otra parte es del todo
imposible que os engañéis, con tales portentos queda autorizada vuestra
divinidad y las verdades que os dignasteis enseñarnos! ¡Y a vista de pruebas
tan palpitantes, á vista de maravillas tan estupendas, yo me entregaría a un pagano,
abandonaría la religión que profeso, lo cual Jesús fundó y propagó por medio de
los Apóstoles ¡Oh! los Apóstoles eran hombres rudos, flacos, sin aparato, ni
séquito de los poderosos del mundo, y sin embargo propagaron la religión
católica, y con prodigios los más admirables demostraron ser toda divina,
sellando sus creencias con su propia sangre que gustosos derramaron. ¿Y yo que
soy cristiana...? yo sería infiel...? No. ¡Oh Santa Filomena! ¡Ojalá tuviere
como vos
grabada
profundamente en mi espíritu la religión cristiana! ¡Cuán arreglada, santa y
fervorosa sería mi vida! Soy cristiano, es verdad; pero ¡ah! miserable de mí! ¡cuán
descuidado vivo! ¡Alcanzadme pues, alcanzadme, Santa mía, la gracia de apreciar
como es debido la única religión verdadera, la religión católica! alcanzádmela por medio de María santísima,
pues grande será vuestra satisfacción, si yo fervoroso sigo vuestros pasos.
Amen.
DIA
IV.
ORACION
¡Oh
modelo de la fé, Santa Filomena! ¡Qué bella ocasión para que resplandeciera la
religión católica os daba Diocleciano, haciéndoos sufrir penas sin cuento!
Bella ocasión, porque entre tantos tormentos como aquel bárbaro imaginara, vos
manifestabais más y más la fe que a vuestra alma embelleciera. Heroína invicta,
hubisteis de combatir una pasión diabólica, con que se abrasara el corazón
carnal y feroz del tirano. Vuestros padres, Santa gloriosa, abrazaron la fe de Jesucristo,
y por este medio os lograron el cielo de un modo admirable; por esto os
llamaron Filomena, esto es, hija de la luz, y vos como á hija de aquella luz
soberana, opusisteis varonil resistencia a las tinieblas densas de la
gentilidad. Metida vos en cárcel lóbrega... ¿se puede agradar a Dios sin fe?
No, es imposible, exclamáis: el alma, el alma que de fe carece, se pierde, se
condena; ¿puedo pues yo repudiarla? No, mil veces no. Sostenida yo de la
gracia, ni la misma muerte me hará retroceder de la fe cristiana, que
dichosamente profeso.
¡Oh
Santa Filomena! cuán alumbrado estaba vuestro
interior! ¡Ah! Si mi fe hubiese sido tan viva, como hubiera contemplado la
bondad y misericordia de Dios, y por lo tanto le habría servido con amor; como
hubiera temido su justicia, y por consiguiente me había horrorizado de mis
culpas, ¡y mi vida no sería tan extraviada sino santa y meritoria! ¡Oh Santa de
mi corazón! Rogad a María Santísima me alcance de Jesús esta preciosa joya de
la fe, y sea tan viva que me mueva a vivir santamente; y con tal fervor que primero
dé yo mil vidas antes que apartar me dé la creencia de los divinos misterios.
Así sea.
DIA
V.
ORACION
¡Oh
alumbrada santa Filomena! en vano las tribulaciones se atropellaban unas sobre
otras para embestiros; en vano, pues, la gloria que vos esperabais era más que
suficiente para superarlas. Fija vuestra mente en aquel palacio del Esposo por
quien padecíais, no, no se arredraba vuestra voluntad por más grandes y crueles
que fueren los combates y las penas; en medio de aquellos y de estas diríais: ¡Oh!
el Señor me ilumina, él es mi salud; ¿tengo pues que temer? El esposo Jesús me
espera ya para darme una vida inmortal en el cielo. ¡Qué dicha ver y gozar de
Dios para siempre, bañada el alma de la luz divina! ¡qué dicha tratar con María
santísima, reina de aquella patria soberana! elevarse en alas del amor de Dios con los Ángeles,
querubines y serafines, y cantar con los bienaventurados... ¡Oh gloria! ¡oh
gloria! oh imponderable premio de que disfruta
el alma santa! Esta será la recompensa competente a los tormentos que ahora
sufro; el Esposo me la tiene prometida; es poderoso para dármela y su
misericordia me la asegura. ¡Oh Santa enamorada del cielo! Si mi esperanza
fuese grande como la vuestra, con que calor trabajaría por la gloria. ¡Ah! Jesús
murió para salvarme... él me inspira... él me estimula con la gracia. Logradme
pues del, esposo Jesús con el auxilio de su santísima Madre, una esperanza
firme, laboriosa para merecer aquel premio. Si me la lográis, Santa mía,
seremos compañeros en el cielo; por lo que no cesaré de pedírosla.
DIA
VI.
ORACION
¡Qué
situación la vuestra, comparada con las débiles fuerzas que teníais por
naturaleza! ¡Ay! habríais sido víctima de
la perfidia; ¿pero con qué empeño María Madre de la gracia, madre de
misericordia, os protegía en tan críticas circunstancias? Aquella gracia con
que estabais unido a Jesús, os movía a acogeros a su Santísima Madre. ¡Oh qué
animosa la reclamabais: ¡Madre, consuelo de los afligidos, vida, dulzura mía,
esperanza mía! Al salir del corazón el nombre dulcísimo de Madre... ¡cómo se
disipaban aquellos tormentos y angustias! ¡Ay! con mayor espíritu os uníais con
el Esposo Jesús; y la confianza que teníais con su Madre Santísima... ¡Oh si
yo, como vos, la tomase y venerase con todo el corazón por Madre mía! ¡Qué
espíritu sería el mío! ¡qué confianza me inspiraría, y vigor para no caer en las
tentaciones de los infernales enemigos! Libre mi corazón, ¡qué generoso emprendería
el camino de la virtud! No podría el tentador... Alcanzadme, Sta. mía, la gracia
de entregarme por hijo fidelísimo a María, que la sirva con fervor, y sin cesar
toda mi vida. Mirad que tendré segura la gloria si logro el amparo de una Madre
tan buena, y tan poderosa protectora.
DIA
VII.
ORACION
¡Oh
enamorada de Jesús Santa Filomena! Los terrores con que el bárbaro Diocleciano
os tenía oprimida. . . no, no debilitaron el espíritu con que amabais al
Criador. Ni por más que en aquella cárcel abundasen las aguas de las
tribulaciones, jamás pudieron apagar el fuego de la caridad, con que vuestro
corazón se abrazaba. Haberos Dios criado, y con un alma tan noble a imagen y
semejanza suya, y para haceros dichosa en el cielo, haberos redimido con su
preciosísima sangre, hecho cristiana, y sin ningún mérito de parte vuestra,
haberos conservado la vida, sentidos y potencias, y preservado... ¡Oh qué
beneficios tan grandes, recibidos de la mano benéfica del Criador! ¡Ay! arrebatada vuestra voluntad y siempre unida a
la bondad Divina, más fuerte el amor que la misma muerte Os amaré, Dios mío,
exclamabais, os amaré ¡Oh Señor! Que sois la misma fortaleza; os amaré, bondad
infinita, por más que los tormentos, horrorosos... ¡Oh Santa todo amor de Dios!
¡Con qué afecto amaría al Señor que se dignó criarme, y hacer me tantos y tan
grandes beneficios! como se desahogaría
mi corazón... Ay! alcanzadme de Jesús, con el patrocinio de su Santísima Madre
a lo menos, algunas centellas de este fuego que santifica; y mi voluntad...
¡Ay! estará siempre consagrado a Jesús que tanto nos ama.
DIA
VIII.
ORACION
¡Oh atribulada Sta. Filomena! entre dos males los más
horribles os veiais acosada de aquel bárbaro idólatra Emperador; o dejar de ser
cristiana, y condenaros, o con horrorosos tormentos morir, si queríais
salvaros. Puesta en tanta apretura, no, no se desahogó vuestro corazón en odio,
contra un tirano, que tanto os molestaba: encendida en amor de Dios, teníais
presente aquella ley de la caridad con el prójimo: haced bien a los que os
aborrecen. ¡O con qué compasión mirabais el estado infeliz del tirano y sus secuaces!
¡qué deseosa estaríais de que conociesen al verdadero Dios y abandonasen la
idolatría! Sus delitos traspasaban vuestro corazón; ya por ser contra el
Criador, ya por la pérdida de tantas almas, y afligida de tantos excesos... ¡O
con qué anhelo pediríais a Jesús, les diese las gracias para conocer su mal
estado, hiciesen penitencia, y se salvasen! Perdonadlos, Jesús, fervorosa
diríais, perdonadlos, Jesús, que no saben lo que hacen, y ¡Oh Santa de Dios y de
las almas enamorada! si yo supiese imitaros! con qué amargura de corazón
llevaría las ofensas que se cometen contra el Salvador! con qué amor y
generosidad perdonarla los agravios a mis hermanos! Alcanzadme de Jesús con la
intercesión de María, Madre del amor, esta gracia. ¡Qué dicha será la mía, si
amando a Dios y a mis hermanos, acierto a imitar vuestros ejemplos!
DIA
IX.
ORACION
¡Oh
Santa Filomena toda de Jesús! ¡Qué dulce os era la memoria de ser toda suya,
aunque sufríais tantas penas! Ya en la tierna edad, ilustrada de la divina
gracia, consagrándoos con voto perpetuo de castidad, determinasteis generosa no
admitir por esposo a otro que a su Majestad Divina. ¡Qué sabia resolución! Cotí
ella estabais dispuesta para elevarse vuestro espíritu; porque la doncella
virtuosa solo se ocupa en las cosas del Señor, y como le será más agradable por
dicho fin. ¡O con qué atención meditabais las divinas perfecciones, el poder, majestad
y gloria, la bondad y hermosura de Dios, aquel amor infinito que tanto nos ama!
La inmensidad de beneficios.... ¡O que abstraída estabais de las cosas
terrenas! Con qué fervor vuestro corazón... ¡Oh Santa mía! ¡Qué diferente de la
vuestra ha sido no solo mi infancia, sino toda mi vida! ¡Vos toda de Dios, toda
dada a Dios! y yo. . . ¡Ay miserable¡ qué olvido del Señor, no solo
en mi edad primera, sino hasta el presente !Qué digo olvido! ¡Cuán enormes y
numerosas son mis culpas! y no saber ¡Ay de mí¡ si Dios me ama ¡Oh compasiva
Filomena! Pedid a María Santísima que me alcance de Jesús un fervoroso espíritu
para arreglar santamente mi conducta. ¡Qué contento será para vos, conducir al
cielo a un pecador que ha pasado el tiempo con tan gran tibieza¡
DIA X.
ORACION
¡Oh
Santa abstraída de las cosas del mundo! En vano pensaban vuestros padres
seríais la sucesora del Reino: en vano intentaba Diocleciano ganaros por esposa
con las riquezas, delicias, aplausos, y el dominante honor del imperio de la
famosa Roma; vuestro corazón estaba ya todo entregado a Jesucristo. Servir a
Dios con fervor y fidelidad, decíais interiormente, es reinar en la tierra, y
después para siempre en el cielo. ¡Qué prudente y santa vuestra idea! Dios mío,
y todas las cosas, seria vuestro blasón, oprimida de las penas con que
Diocleciano bárbaro os oprimía. ¡Oh Santa toda de Dios! La pureza de intención,
la rectitud de voluntad, la fidelidad y amor con que servíais al Criador,
condena mis desvíos, y presenta a mi vista los enormes pecados, con que yo
miserable le he ofrecido. ¡Qué terror y espanto me causan! ¿Quién me librará de
las cadenas de mi desgraciada esclavitud? ¡Ay de mí, que he ofendido a un Dios
de infinita bondad! A un Señor omnipotente, que podía echarme en el infierno. .
. ¿y la gloria? ¡Oh Santa de mi corazón! ¡Oh si mi corazón se partiese ahora de
sentimiento y pesar! Alcanzadme de Jesús, con el amparo de María Madre de
misericordia, la gracia de un verdadero arrepentimiento. Si me la alcanzáis,
como lo espero, ¡qué gloria será para vos en el cielo! y para mí? ¡Ay! la mayor
felicidad.
DIA
XI.
ORACION
¡Oh
Santa de mi corazón! Fijad vuestra atención en el aprecio de Dios en nada
teníais las cosas de este mundo miserable: firme en vivir toda para Dios, ni el
aprecio y ternura con que amabais a vuestros padres, ni las felicidades y honras
mundanas, ni las grandezas de un imperio, ni los peligros de perder la vida,
fueron suficientes para que desistieseis de la santa idea que teníais
comenzada; dichosos, decíais, dichosos los que siguen el camino de la vida
inmaculada y de
la
observancia de la divina ley. Yo soy de Jesús, no debo ser de otro, y menos de
un emperador bárbaro, idólatra, perseguidor de Jesucristo; menos mal es que mis
padres y vasallos padezcan, que ser yo infiel al Criador ¡Qué heroica vuestra
fidelidad al Esposo Celestial! ¡qué firmeza en las máximas de la Religión
cristiana! ¿y yo? qué flaco y miserable! A cada paso, ¡Ay! he traspasado la ley
santa de Dios; aquella ley que había prometido observar en el bautismo; y
tantos pecados... ¡Ay, que tal vez tienen aún encadenada mi alma! No sabe el
hombre si es digno de odio o de amor. Libradme, Santa mía, de tan terrible
miseria, alcanzadme de Jesús con la mediación de María Santísima, amargas y
continuas lágrimas ¡Oh si ahora muriere de dolor! confío no serán en vano mis
súplicas.
DIA
XII.
ORACION
¡Oh
invencible Santa Filomena! ¡Qué sobre salto fué el vuestro, al ver entrar en la
cárcel el mismo tirano, que bárbaro os tenía oprimida, empeñado a que le
dieseis la mano de esposa! Sola, sin amparo en la tierra; tierna, sin experiencia
del mundo..., ¡Oh qué temor os causarían sus miradas y su cara fiera!
escuchabais sus palabras y promesas engañosas, horrorizada con las expresiones
más vivas de un corazón torpemente enamorado, empeñado a seduciros: y vos...
¿yo separarme de Jesús? yo idólatra y esposa de un tirano idólatra? cómo puedo
cometer tan atroz maldad y pecar contra mi Dios? No, no, no bondad infinita,
no..; ¡Oh qué puro y santamente determinado estaba vuestro corazón! ¡Ay! ¡si mi
voluntad de no pecar jamás fuese tan firme y constante, como la vuestra, de no
ser infiel al Señor y de no ser pagana! ¡Oh fidelísima Santa! ¡interceded con María
Santísima me alcance de Jesús tan heroica resolución! ¡Qué satisfacción para
vos, ver que un pecador, como yo, de las tinieblas de las culpas, pasa a gozar
de la luz clara de la gracia! ¡Qué rápidamente corre a la eterna
bienaventuranza! ¡qué dicha será la mía! ¡Ay! ansiosa la espero.
DIA
XIII.
ORACION
¡Oh
constantísima en el amor de Jesús Santa Filomena! Mudadas, en rigor las
caricias y promesas que Diocleciano os hacía, un poco de pan era el sustento
que os concedía. ¡Tales son las mudanzas de este mundo! Pero si con hambre intentaba
ganar vuestra voluntad, y pervertiros, Jesús os amparaba con la divina gracia,
a fin de que quedasen burladas las pretensiones malignas de aquel bárbaro.
Elevado vuestro espíritu, ¿con qué claridad se os daba a conocer en vuestras
fervorosas oraciones? Infinitamente poderoso, sabio, criador de todas las
cosas, de gloria, bondad y misericordia inmensa, redentor de las almas, y de
una hermosura... ¡Qué prendada y arrebatada del amor vuestra voluntad! Jesús se
os representaba el más hermoso entre los hijos de los hombres, derramada la
gracia
en sus labios: pero Diocleciano idólatra perseguidor... ¡O Santa mía! si yo supiera resistir a los
insultos de mis enemigos, como vos a los vuestros, Ellos de día y de noche ¡Ay!
como leones rabiosos me rodean para tragarse mi alma. ¡Oh si el Señor me
concediese que, elevándose mi espíritu a la contemplación de su bondad y
misericordia, victorioso dejase burladas sus estratagemas y asaltos malignos! Alcanzadme
de Jesús, con la intercesión de María Santísima, esta gracia: ella será un
nuevo atractivo para veneraros más y poner en vos mayor confianza.
DIA
XIV
ORACION
¡Oh
inmóvil en el camino de la virtud, Santa Filomena! No solo Diocleciano bárbaro
os afligía, sino también la triste memoria de la determinación que habían
tomado vuestros padres. Pensaban ellos que sería grande honra emparentar con el
noble poderoso imperio de la famosa Roma; que lograrían pacífica la posesión de
su reino en la Grecia, y la felicidad de los vasallos; y estas prosperidades
¡Ay! Los abalanzaron a daros para esposa a aquel bárbaro idólatra, y ahora son
para vos un terrible sentimiento las amarguras que los afligen. ¡Oh Dios!
suspirando exclamaríais: Vos dilatáis mis tribulaciones; abrid las puertas de
vuestra misericordia y oíd mis súplicas; si me oprimen la tribulación y las
angustias, yo meditaré vuestra santa ley; aquí hacedme pedazos, en esta mazmorra,
entregadme a las llamas, no me perdonéis, como sea vuestra para toda la
eternidad. ¡Oh Santa Filomena! qué conformada a la divina voluntad! Si mirabais
los tratos imprudentes y bárbaros del idólatra por amor a Jesús, erais
inalterable, si atendías a las amarguras de vuestros padres, que perdían una hija
que tanto apreciaban, por amor a Jesús, estabais consolada: si considerabais
que padecíais sola, ausentes unos padres que teníais escritos en vuestro
corazón, para Jesús no que dabais suspensa en el ejercicio del amor: toda para
Dios... ¡Ojalá que yo gozase de una paz como la vuestra Santa Filomena! qué
agradable seria al Criador. Alcanzádmela de Jesús por medio de María Santísima,
con ella inalterable en todos los reveses de fortuna haré siempre la voluntad
divina.
DIA
XV.
ORACION
¡Oh
Santa Filomena! plenamente entregada a Jesucristo. Bien procuraba de todas
maneras Diocleciano ganaros: sin duda repetiría sus promesas, con nuevas
chocantes caricias, con la alta dignidad de Emperatriz, y distinguidos aplausos
de toda la nobleza del Imperio Romano, temperando de este modo las amarguras
que pasabais; las que, cotejadas con aquellas felicidades mundanas, abalanzasen
vuestro corazón, para salir de la esclavitud, y escapar de los tormentos con que
estabais amenazada: pero Vos... ¡Oh Dios! cómo habíais de ceder a un idólatra?
¿Vos,
que fiel a la promesa que teníais hecha a Jesucristo, no hicisteis caso de la
ternura y lágrimas de vuestros padres, ni de verlos postra dos a vuestros pies,
pidiéndoos ansiosamente, dieseis la mano de esposa a aquel Emperador? Habíais
elegido pasar una vida mortificada: sois ahora la imagen de Jesús, toda de
Jesús; y lo tenéis grabado en vuestro corazón; sabéis que quien es de Jesús,
quien sigue a Jesús, no va por las tinieblas del error, y que poseerá la luz de
la vida; ¿pero qué vida? la vida eterna.
Ilustrada con aquella luz misteriosa ¡Oh experimentada Santa! si conociese yo
el camino, seguro para agradar al Señor como Vos lo conocíais. ¡Qué abnegada
estaría mi voluntad, siguiendo al Salvador por el camino de la mortificación!
Todas mis potencias y sentidos trabajarían para imitarlo ¡Oh Filomena toda
virtud! dignaos alcanzarme del esposo Jesús por medio de María esta gracia. ¡Ay!
si me la alcanzáis, como lo espero, nada me impedirá seguir sus pisadas.
DIA
XVI
ORACION
¡Oh determinada Santa Filomena en padecer por Jesucristo!
Las penas presentes que en la cárcel os afligían, y las venideras que os
amenazaban, eran ya un comenzado martirio, que muchísimo purificaban vuestro
corazón, y lo inflamaban en amor del Señor, que os había criado. Pero al
recordaros de la tirana disposición del Emperador, obligando a vuestros Padres
os presentasen, para quedar a su bárbara mundana voluntad. ¡Oh! parece que aun vuestro
pecho tiembla y palpita, bien que santamente confiada en el celestial Esposo.
El que no renuncia, os decía Jesús con una tierna inspiración de su gracia, el
que no renuncia al padre y a la madre, y a todas las cosas mundanas, no es
digno de mí; dame el corazón y yo seré todo tuyo, si tú eres toda mía.
Ilustrada y animada con una luz tan pura y clara ¿con qué fervoroso empeño os entregaríais
toda en los brazos de su providencia? ¡Y dispuesta para todos los sucesos!
Pedid ¡Oh Santa mía! a Jesús se digne concederme esta gracia; pedídsela por
medio de María Santísima, que no dudo se complacerá en concederla.
DIA
XVII
ORACION
¡Oh
Santa Filomena, siempre firme en la idea comenzada! ¿qué impresión debía hacer
en vuestro corazón el imponente aspecto de un poderoso Emperador idólatra,
bárbaro, determinado a obligaros, o a darle la mano de esposa, y renunciar a
Jesucristo, o a sufrir los tiros de su furor? Vos tierna, delicada, sin
experiencia de calamidades, y fieros castigos; una Princesa, como erais, criada
en la amable compañía y trato de vuestros padres, ¿cómo habíais de superar unos
combates tan horrorosos cual se os ofrecían en aquella cárcel? El Espíritu
Santo... sí, ciertamente ilustrada con la gracia del Divino Espíritu, recurríais
confiada y animosa al omnipotente... Nadie, le decíais, puede resistir a vuestra
voluntad soberana, si queréis salvarme; No, no cederé, ayudada de la gracia; no
cederé a las pretensiones de un idólatra tan poderoso como sanguinario; antes
serán abatidas, con su poder y soberbia, sus astucias y mundanas promesas, y yo
con la divina gracia... ¡Oh esforzada Santa! Vos me enseñáis a recurrir a Dios
en
todos los apuros de mi vida; en todas las dificultades, tribulaciones y
persecuciones; esta quiero sea mi práctica. Y si yo con espíritu fervoroso...
Alcanzadme de Jesús con el auxilio de su Santísima Madre este fervoroso
espíritu, que si me lo lográis como confío, grandes serán las victorias contra
los enemigos que me rodean para tragarse mi alma.
DIA
XVIII.
ORACION
¡Oh
Santa Filomena dada a la contemplación! Encerrada en aquella cárcel penosa,
privada de os auxilios de la tierra, la sola presencia de Dios temperaba y
endulzaba vuestras penas y amarguras. Dios me ha criado, pensabais, él cuidará
de mi subsistencia. Dios me ama y él me dará gracia para corresponder a su
amor. Dios me ve y conoce hasta los movimientos más secretos de mi corazón, él
me mantendrá siempre fiel en mi resolución. ¡Oh Dios! si alzo al Cielo mis
pensamientos, allí os hallo, si al infierno, allí estáis presente; si a manera
de águila se remonta mi espíritu, en vuestra presencia se recrea: si me oprimen
las penas, como en un sueño dulcísimo, apacible, en vos descansa mi interior:
si los temores... ¡Oh Santa amada y enamorada del Criador! Qué suaves afectos despedía
vuestro corazón al consideraros en la presencia del Supremo Ser. Toda la
diabólica turba no era capaz de perturbaros, ni entibiaros: erais toda amor ¡Ay!
¡si yo supiera imitaros, en pensar, hablar y obrar siempre en la presencia de
Dios! Si siempre hubiese hecho la seria reflexión: Dios te mira, Dios ve todo
lo que pasa en mi corazón. ¡Qué santa habría sido mi vida! Pedid, Santa mía, a María
Santísima, que me alcance de Jesús esta gracia. ¡Qué favor tan grande me haréis
¡Ay! ella me hará correr fervoroso por el camino de la perfección cristiana.
DIA
XIX
ORACION
Al
consideraros ¡Oh Santa Filomena! Tan ocupada y tan inflamada en amar a Jesús,
contemplo como se recreaba vuestra alma con las dulzuras espirituales, que en
aquella cárcel os comunicaba, despreciados todos los gustos de la tierra ¡Oh!
vos elegisteis la mejor parte, vivir toda para Jesús, ser toda de Jesús,
padecer enamorada de Jesús... ¡Dichosa elección, de la que nadie podrá
privaros! Hablad, decíais al Señor, que pronta estoy, deseosa de oíros y de hacer
vuestra voluntad: elevada como en un rapto dulcísimo, unidas íntimamente
vuestras potencias con la Divina Majestad, aprendíais a más alta doctrina, y
quedabais instruida para practicarla fervorosa, sumamente impresas en vuestra alma
aquellas virtudes, que había de haceros merecedora de aquel timbre de gloria
especial, con que estáis coronada en el Cielo, y sois tan venerada en la
tierra. Esta fué la oficina de vuestra santidad, de vuestra constancia, de
vuestro mérito. ¡Oh Santa unida a Jesús! ¡Ojalá que yo supiese, como vos, estar
fervoroso, atento a las inspiraciones de la divina gracia, y practicarlas! Con
qué ánimo emprendería el ejercicio de las virtudes cristianas ¡Cuán agradable
seria al Señor! Logradme de Jesús por medio de María Santísima esta santa afectuosa
voluntad ¡Oh! será un favor agradable a Dios, a los Ángeles y a los hombres.
DIA
XX
ORACION
¡Oh
estática Filomena! Ya desde vuestra infancia erais un modelo de santidad; pero
en aquella cárcel, siempre en la presencia de Dios, y postrada a los pies de
Jesús, vuestro Esposo dulcísimo. ¿A qué perfección se remontaron las virtudes y
afectos con que lo servíais? Tomaron tal incremento, que todas las astucias, y
maliciosas empresas de Lucifer no fueron suficientes para deteneros un momento
en el camino que habíais comenzado. Nada son, decíais en vuestro interior, nada
son los imperios, nada son los reinos, nada es todo el mundo con todas las satisfacciones
de grandeza, honras, gustos, y riquezas, comparado con la riqueza y
satisfacción del alma que fervorosa sirve al Criador. Vos solo ¡Oh Jesús! Vos
solo sois el Señor; Vos solo el Altísimo, único dueño de mi corazón. ¡Oh lumbre
infinita! Iluminad más y más esta pobre criatura; abrasad siempre este mi Corazón
y voluntad; y mi espíritu... ¡Oh Santa toda elevada a conocer a Dios, amar a
Dios, adorar a Dios! ¡Oh si un toque de la Divina gracia pusiera ahora en
movimiento mi interior! ¡Cuán desprendida viviría de mí, y de todo lo sensible!
¡Con qué sublimidad y afecto contemplaría las perfecciones del Criador y
redentor! Alcanzadme de Jesús, con la intercesión de María Santísima esta
gracia, haced que venga pronto el auxilio, y que luego del todo descanse en mi
Criador mi alma.
DIA
XXI
ORACION
¡Oh
toda desprendida de sí misma Santa Filomena! hasta ahora mansa y humilde de corazón
habíais pasado vuestra vida; pero sumamente elevada a la contemplación de la majestad
y grandeza de Dios. ¡Oh qué bajo concepto formabais de vos misma! Pasmada á
vista de las perfecciones infinitas, ¿qué soy yo, pronunciáis, miserable
criatura? ¡Ay! Menos que un vil gusano de la tierra, digna del oprobio, y
desprecio de la plebe. Yo de mí no soy nada: criada de la nada, de mí no tengo
nada de ser, ni existencia; nada de conocimiento, nada de
habilidad,
que no sea un don del Criador. Si miro porque fin soy criada ¡Ay! sé que es
para servir a Dios y gozar de su gloria. ¿Pero qué podré yo hacer para cumplir
aquella santa voluntad, y lograr tan gran premio! Yo que soy incapaz de mover
este mi corazón, y de hacer un acto meritorio sin el influjo de la Divina
gracia?
¡Qué distancia de mí a Dios! Es infinita. No me queda sino confesar ingenua,
que soy una esclava del Señor, y con la ayuda de la gracia dirigir celosa todos
mis pensamientos, palabras y obras, para su mayor gloria; y él que se dignó,
criarme... ¡Oh Santa verdaderamente humilde si yo pensara de mí como vos pensabais
de vos! No, no me habría cegado el enemigo con tanta vanidad y soberbia; mi corazón
humilde habría estado siempre sujeto a la Divina voluntad. A lo menos ahora,
Santa mía, alcanzadme de Jesús, por medio de María, la verdadera humildad. ¿Qué
beneficio será este que de vos espero? ¡Ay! Dios resiste a los soberbios; y a
los humildes. A los humildes da su gracia.
DIA
XXII
ORACION
¡Oh
siempre progresando en la virtud, Santa Filomena! Cada día se os presentaban
nuevos combates contra la fe, de que estabais adornada. Visitada por aquel
tirano bárbaro, se os quitaban las cadenas que os oprimían; no para aliviaros,
sino para seduciros, y a cada palabra que aquel blasfemo idólatra pronunciaba
¡Oh cuanto se perfeccionaba y remontaba aquella virtud tan preciosa! Dios me ha
criado, decíais, ilustrada de la gracia, Dios me ha redimido, Dios me ama.
Todas las cosas ¡Oh Dios! Están bajo el imperio de vuestra mano poderosa; Vos las
dirigís a los fines admirables de vuestra amable providencia; y yo que soy
criada para amaros y gozar de vuestra gloria; yo que conozco vuestra bondad y
perfecciones infinitas, como Vos os habéis dignado revelarnos, ¡me apartaré un
ápice de las verdades evangélicas! ¡Oh luz purísima de la revelación divina! ¡Qué
verdades me enseñas del Omnipotente! ¡Ay! impresas en mi interior, arrebatan mi espíritu
para unirme eternamente con la majestad del Criador, que de corazón adoro. Y la
fe evangélica ¡Oh Santa en la fe iluminada! ¡Qué tibia está en mí esta virtud!
¡Ojalá se avivase y perfeccionase
á
ejemplo de la vuestra! ¡Qué fortaleza tendría para abatir los insultos de los
impíos contra nuestra santa Religión! Alcanzadme de Jesús, por medio de su
Santísima Madre, este valor cristiano. ¡Qué favor será este tan grande! ¡Oh! seré
a lo menos un mártir de espíritu; si no tengo la dicha de padecer por Jesús un
real y heroico martirio.
DIA
XXIII
ORACION
¡Oh
Santa ante Dios siempre serena! ¡Qué satisfacción siente mi corazón, al
consideraros tranquila, en alta contemplación conversando con Jesús! Sola en
aquella prisión horrorosa, casi del todo al mundo olvidada, a la disposición de
un bárbaro, expuesta... ¡Con qué sosiego y satisfacción quedabais, cuando con
Una inspiración divina el Esposo os animaba! No tienes que espantarte, ni temas
a los poderosos, que amenazan echarse sobre tí; ¡yo estaré en tu compañía, yo
seré tu defensa! Os vendrían a la memoria, sí, los malos tratos y tormentos de
que estabais amenazada, y los que de aquel príncipe inhumano habían ya sufrido
muchos cristianos, mártires animosos: pero vuestro espíritu... sí, vuestro
espíritu con que fidelidad y amor generoso se ofrecía a todas las penas, y a la
muerte más dolorosa. ¡Oh, le diríais al amante poderoso! ¡Oh Esposo amado! ¡Fortaleza
mía! Jesús de mi corazón! Con vuestra gracia, no, no temeré, aunque contra mí
se presenten ejércitos de enemigos formidables: si he de pelear contra ellos no
perderé
el amor ni la confianza. ¡Qué disposición! ¡Qué valor para no ser abatida! Un corazón
apegado a las cosas mundanas puede ser fácilmente engañado con respetos
humanos, temores, o conveniencias propias; pero el vuestro, Santa Filomena, que
padecíais y pensabais padecer en la tierra, enamorada de Dios, estaba firme, inalterable,
¡conforme a la Divina voluntad! ¡Oh Santa toda de Dios y en Dios! Si tal fuese mi
sosiego en los reveses de fortuna en que puedo hallarme; y más c n los asaltos
de los infernales enemigos, que pueden embestirme. ¡Con qué tranquilidad
estaría bajo las disposiciones del Señor que nos gobierna! Alcanzadme de Jesús,
por medio de María Santísima esta gracia. ¡O, si la logro, como espero, que
virtuosa y santa será mi alma!
DIA
XXIV
ORACION
¡Oh
Santa Filomena, tan sumergida en la contemplación! Las penas que sufríais y las
que os amenazaban, estaban ya como olvidadas tan elevado teníais el espíritu hacia
el objeto de vuestro amor. Mis ojos (este sería vuestro ordinario ejercicio)
mis ojos continuamente se dirigían al Señor. Al Señor, que era vuestro amparo,
que os movía á la virtud, que os convidaba a la gloria: al Señor, que, con la
ayuda de la gracia, remontándoos a una altísima contemplación, hacia crecer
vuestro mérito. ¡Ay! diríais, pasmada de sus inmensas riquezas, todas las penas
que en este mundo pueden padecerse, no son condignas de la Gloria. ¡Oh
bondad
infinita! ¿y yo también a la Gloria? ¡Oh gloria incomprensible! ¡Descanso
eterno!... ¿Qué podrá detenerme de ir a vos, Dios de mi corazón? A vos, que,
para hacerme participante de vuestra eterna felicidad, libráis mis pies de los
lazos de los infernales enemigos. ¡Oh! mi espíritu estará siempre elevado á
contemplar vuestras maravillas, y mi corazón... ¡Oh Santa toda abstraída de las
cosas del mundo, y solo ocupada con el Esposo celestial! ¡Oh si a imitación
vuestra supiese yo elevarme a la contemplación de las cosas divinas,
aborreciendo todo el mundo! ¡Cómo se perfeccionaría mi espíritu! Alcanzadme de Jesús
esta gracia por medio de su purísima Madre. ¡Oh si la logro, como vos podéis
alcanzármela con vuestros méritos, el mundo para mí, ya no será mundo;
y
comenzaré a gozar .de una vida bienaventurada.
DIA
XXV
ORACION
¡Oh estática Santa Filomena! Ya la cárcel se os convertía
en un jardín de delicias, ilustrada con la Divina gracia, contemplando el excesivo
amor con que el Unigénito del Eterno Padre se hizo hombre, para sacarnos de la dura
esclavitud del pecado y del demonio; ya libres pudiésemos lograr la eterna
bienaventuranza. ¿Con qué asombro y pasmo considerabais el afecto con que bajó a
pasos agigantados para apresurar tan gran negocio? ¡Oh! pensabais, del Cielo vino el Salvador a las
entrañas de María, de ellas al pesebre, del pesebre a la Cruz. ¿Y de la Cruz? ¡Qué
consuelo para vos y para nosotros! De la cruz subió a la Gloria; y nos enseñó
el camino y el término de nuestra peregrinación. ¡Qué luz tan admirable! Al
paso que destierra la obscuridad de esa cárcel, ilumina a los tibios, y también
a los que están sentados entre las tinieblas y sombras de la muerte. ¡Oh
Filomena! con que singularidad contemplabais las admirables prendas del
celestial Esposo! Un ardiente fervor... ¡Oh si supiese yo seguir fervorosamente
a Jesús hasta la Gloria! Todo sería en mí pasmo del amor de Dios,
agradecimiento por tan gran beneficio, pureza de intención, deseo que fuesen
meritorias todas mis obras, ¡Oh Santa mía, si me alcanzaseis de Jesús, por medio
de María Santísima estos afectos! ¡Qué alta seria mi contemplación de las
maravillas divinas! De vos espero esta gracia.
DIA
XXVI
ORACION
¡Oh
Santa Filomena, sumamente celosa de la salvación de las almas! La admirable
providencia con que se manifiesta ser Jesús el Mesías prometido a los
Patriarcas, pronunciado por los Profetas, y esperado por la redención de
Israel, ¡tenía arrebatado vuestro corazón! ¡Oh! Pensabais ¿con qué cánticos de gloria y de
júbilo lo anunciaron los Ángeles a los pastores y a los monarcas una prodigiosa
estrella? Ciertamente conocieron que él era la luz verdadera, que debía
iluminar a todos los hombres. Resplandeció su poder inefable el convertir el
agua en vino, haciéndose obedecer del mar y vientos, haciendo cesarlas tempestades
más horrorosas. Brillaba su sabiduría con aquella divina elocuencia con que
preguntaba y respondía a los doctores en el templo, y dejaba admirados, y sin
palabra, a los sabios de la ley, que maliciosamente le preguntaban. Su bondad,
oh como se daba a conocer con el virtuoso y amoroso trato con que daba a los
enfermos la salud, a los ciegos vista, y a los muertos la vida. ¡Qué grande su
misericordia, convidando con un corazón atractivo a los pecadores á penitencia,
y perdonándolos! Y el cielo... Con qué fervor enseñaba a las turbas
las eternas verdades! Haced penitencia, les decía, se
acerca el reino del cielo; yo soy el camino, yo soy la verdad, yo soy la vida,
y confirmando su doctrina con frecuentes y estupendos prodigios... ¡Oh Santa! ¡qué
contento el vuestro pensando cuan fácil es salvarse los hombres, conociendo con
tanta claridad al Salvador! El Eterno Padre lo proclama por su Hijo amado, y
vuestro corazón... ¡Oh si yo tuviera una voluntad ardentísima de la salvación
de mi prójimo! ¡Cómo los edificaría con palabras y obras! Alcanzadme de Jesús
por medio de María Santísima este fervoroso ejercicio. ¡Oh! es la obra más divina.
DIA
XXVII
ORACION
¡Oh
toda dedicada al culto del Criador Santa Filomena! Os daban cuidado las
perversas intenciones, y las mañas con que Diocleciano intenta seduciros: pero
el vicio abominable de la idolatría os tenía sumamente solícita, angustiada. ¡Ay!
pensabais, que no conozcan y amen los hombres
al Criador del cielo y tierra, tanto como lo adoran y aman los Ángeles y los
Santos en la gloria! ¡Qué no conozcan ni quieran conocer a aquel Supremo Ser,
infinitamente poderoso y sabio, aquella infinita inteligencia y bondad, que se
dignó criarlos a imagen y semejanza suya para hacerlos participantes de la
eterna bienaventuranza! Adoran por su Dios, ¡ay miserables! adoran las obras de
sus manos, estatuas de oro, o plata, o de otras materias; que no tienen
conocimiento ni advertencia, que con ojos y orejas no ven ni oyen, tienen manos
y pies, y no tocan ni andan. ¡O qué locura, y cuantas almas miserablemente se
pierden engañadas del demonio! ¡Santa de mi corazón! Vos padecíais porque
fidelísima a la Soberana Majestad, solo a ella se dirigía vuestro corazón, para
adorarla, y al ver el estado infeliz de tantas almas... ¡Ay de mí! No soy yo
idólatra, gracias al Señor; ¡pero ha sido una especie de idolatría, el tener
tanto afecto a las cosas mundanas que me han distraído de amar y adorar al
Criador! ¡Ojalá que a lo menos desde ahora mi corazón solo se emplease en
amarlo y adorarlo! Logradme de Jesús este fervoroso ejercicio, poned, por
medianera a María Santísima, y si la alcanzo, como confío, seré semejante a los
ángeles de la gloria.
DIA
XXVIII
ORACION
¡Oh
sumamente compasiva Santa Filomena! Veiais los desórdenes de los idólatras, y
al considerar, que llevaban una vida tan apartada del camino de la salvación,
vuestro corazón se afligía y estabais en gran manera angustiada. ¡Oh,
pensabais,
la soberbia y la avaricia, los gustos carnales, y la ira acompañada de
horrendos estragos, como son la gula, la envidia, madre de tantos disturbios y
atentados odiosos, y la negligencia en mirar con un corazón recto quien es el
Señor que se dignó criar a los hombres, y la bienaventuranza para que los crió!
¡Qué dignos son de compasión tantos que están de asiento en las tinieblas de la
gentilidad! ¡Oh Jesús! Vos sois la luz verdadera, que ilumina a todos los
hombres; si estos no os conocen ¿de dónde les vendrá la luz clara de la vida?
¡Ay miserable! irán a obscuras, ciegos
con sus errores. Abrid, Santa mía, los ojos de estas desventuradas criaturas; haced
que aborrezcan sus desórdenes y máximas falsas, y que movidos de la Divina
gracia... ¡Oh iluminada Santa! atended a mi necesidad, y alcanzadme de Jesús,
por medio de su Santísima Madre que brille siempre en mi alma la luz del beneficio
de la creación, a fin de que sea toda del Señor, que se dignó criarla sin
ningún mérito de parte mía, dejando de criar a tantas que habrían correspondido
mejor que yo agradecidas, si las hubiese criado. Espero de Vos con tanta
confianza este singular favor, que desde ahora de corazón os doy las gracias
por él.
DIA
XXIX
ORACION
¡Oh
Santa Filomena, pasmada de la humana ingratitud! Allí en la prisión
contemplabais el inefable misterio de la Redención humana, como vino al mundo
el Salvador, como predicó; y los tormentos y muerte afrentosa de cruz con que
quiso redimirnos, y admirada de tan singular beneficio... No, pensabais, no
eran los hombres capaces de redimirse, el pecado que los había hecho esclavos;
desheredados del cielo era de una malicia infinita; era necesario un hombre
Dios, para satisfacer a la Divina justicia; y Jesús ¡ay! ¡mi esposo Jesús,
plenamente satisfizo por todos los hombres, dando como hombre, su sangre y su
vida a copia de tormentos, y como a Dios un valor infinito a aquel sacrificio!
¡O cuán plenamente quedó satisfecha la Divina justicia! Abiertas para todas las
puertas del cielo... Cómo se manifiesta la omnipotencia, la sabiduría, la
magnífica liberalidad y misericordia de Dios en esta obra. La providencia en
poner todas las cosas por obra con tanto primor, y en tiempo tan oportuno... ¡Ay! obstinados los judíos no conocieron tan
grande beneficio, y esta terquedad, os representaba la de Diocleciano, que
tanto os afligía, ¿y por qué? porque como los judíos perseguían a Jesucristo y á
vos porque erais cristiana. Pero vos sumamente penetrada de un beneficio tan
singular. ¡Oh Santa consagrada al Redentor! Alcanzadme de Jesús con el amparo
de María, que tenga yo siempre
presente el beneficio de la Redención: si logro este
favor, que espero, ¡ay! que Jesús estará siempre en mi corazón, y mi corazón en
el de Jesús para adorarlo.
DIA XXX
ORACION
¡Se
acercaban, oh mártir de espíritu Santa Filomena! los días del triunfo, a que el Esposo os tenía
destinada, y la corona eterna con que os quería premiar: para lo que estaríais
en alta contemplación del gran beneficio de haberos hecha cristiana, de haberos
aplicado los méritos de su pasión y muerte en el santo Bautismo, é infundido la
gracia con las virtudes y dones del Espíritu Santo, y viéndoos elevada a tan
alta Dignidad ¡Ay! diríais, el Salvador para hacerme heredera del cielo, de su
propia voluntad se ofreció a la muerte y al sacrificio; y siendo yo cristiana,
desfallecerá mi espíritu a vista de las penas que me amenazan! ¡Oh! si como un San Esteban, un Santiago, una
Santa Tecla, fuera
yo
una víctima consagrada a Jesús mi Redentor! ¡Ay! Jesús, está con los que
padecen por su amor! No son los mártires, es el Espíritu del Eterno Padre, que
en ellos habla y los conforta a confundir la impiedad y los errores; y la
religión cristiana... ¡Jesús de mi corazón! No soy mía, sino toda de Vos, soy
cristiana, ¿qué queréis de mí? ¿Qué queréis que haga? Aquí está mi sangre, y mi
vida, disponed, que yo con vuestra gracia... ¡Oh animosa Santa! si yo que soy cristiano tuviese una sincera
eficaz voluntad de morir por Jesús, como Vos teníais! ¡Qué elevado estaría mi
corazón! ¡Qué esforzado contra las máximas impías! Alcanzadme de Jesús, por
medio de María Santísima, este espíritu de constancia y de valor; si lo logro,
que dispuesto estaré para no desistir de la religión cristiana que profeso.
DIA
XXXI
ORACION
¡Oh
toda elevada en Dios en medio de las tribulaciones, Santa Filomena! con todo descaro se os presentaban nuevos y
horrorosos combates contra la fe y la pureza; la prisión en que estabais
encerrada, es testimonio de las palabras seductoras, y de amenazas con que Diocleciano
intentaba aterraros, a fin de que
temerosa
de los suplicios, abandonaseis a Jesucristo. A la bárbara y brutal pasión de
aquel Príncipe... ¡Oh como exclamaríais horrorizada! No me aparto de la ley
cristiana: soy toda vuestra, Señor, salvadme; y ya que Vos dais la virtud y
fortaleza, mirad cuanto necesito de vuestra protección, sola, esclava, sin
amparo en esta mazmorra: expuesta... Solo vos... ¡Ay de mí! Los pecadores me
esperan para perderme; sé que podéis librarme, que vuestra bondad es infinita,
me arrebata vuestra hermosura; conozco la santidad y pureza de vuestra santa
ley; y me convidan con el premio de la Gloria. ¡Qué flaqueza seria titubear en
un negocio de tanta importancia! Jesús de mi corazón! Padecer, morir... ¡Oh
dulcísima esposa! Ya se acerca el desposorio eterno, y no podrán provocaros las
apalabras y tormentos del bárbaro idólatra; tan unida estáis con el Criador. ¡Oh
si mi espíritu estuviese preso como el vuestro! Cuando será el dichoso momento
en que mi alma estará toda engolfada en el mar inmenso de la bondad
de
Dios! Alcanzadme de Jesús esta gracia, con la intercesión de María Santísima.
Si la logro ¡ay! ya no viviré yo, en mí vivirá Cristo. ¿Qué grande será mi
felicidad?
DIA
XXXII
ORACION
¡Oh
atormentada de angustias Santa Filomena! después de tantos días que aquel
idólatra tirano os tenía afligida, enfurecido se os presentó en aquella prisión
horrenda, su cara fiera, la vista altiva, vomitando por su boca el veneno de su
corazón, con palabras de desprecio, de odio, de rigor, de tormentos; con su
bestial y bárbara agitación... ¡Oh con qué aparato de horror debía embestiros
la viva aprehensión de una muerte violenta y á copia de suplicios! A vos, flaca
por naturaleza, tierna por la edad, delicada Princesa, criada con los cariños
de vuestros padres. ¿Yo, pensaríais, quebrantar la promesa hecha a mi esposo
Jesús! abandonar su Santísima ley?... y no amarlo?... ¡Qué horror! Oh Dios, Vos
sabéis mi voluntad, y en esta espantosa borrasca... ¡Oh! Un impulso de la
Divina
gracia
basta para serenar una tempestad tan horrorosa. Venid a mí, oíais que os decían
interiormente, venid a mi todos los que estáis atribulados de penas, y yo os
aliviaré: llamad a las puertas de la Divina providencia, y se abrirán para
vuestro remedio. ¡Oh como se alentó vuestro espíritu, siguiendo aquella Divina
luz! cómo se disiparon aquellas angustias! fortalecida con la Divina gracia ya
no anhelabais sino para lo eterno, aquel gozar eterno, aquel amor eterno, aquel
estar unida a Dios por toda la eternidad... ¡Qué arrebatada de la bondad y hermosura
de Dios! Pero yo, O mártir de espíritu, yo como un vil gusano, no sé alzarme de
la tierra, y la más leve molestia deja mi corazón... Ojalá que de aquí en
adelante lo tuviese siempre en Dios, contemplando siempre a Dios, y siempre
amando a Dios. Alcanzadme de Jesús esta gracia, por medio de María Santísima, y
haced que jamás deje este santo ejercicio.
DIA
XXXIII
ORACION
¡Oh
consolada entre las angustias Santa Filomena! No han sido hasta ahora todos los
asaltos de Diocleciano, ministro de Lucifer, sino derrotas contra sí mismo,
triunfos que habéis logrado con la divina gracia, sus intentos perversos, mañas
maliciosas, promesas diabólicas, terror de tormentos horrorosos... Sí, más que invencible
amazona, sí, todo ha sido en vano: sostenida con el amparo de Jesús y de María,
nada ha tenido fuerza para hacer titubear vuestro corazón, dirigiendo la vista
al Señor: Vos estáis en nosotros, le decíais animosa, con nosotros que
invocamos vuestro Santísimo nombre, no nos desamparéis, Señor Dios nuestro. Al pensar
que el brazo de Dios era el vuestro, para superar horrendos suplicios, ¿con qué
consuelo os veiais vencedora de tan cruel enemigo? La tribulación y angustia
han venido sobre mí, he clamado al Señor, y amoroso ¡Ay! se ha dignado oírme.
¡Qué sosiego, así consolada y animada, vuestro corazón derritiéndose en acción
de gracias... ¡Oh agradecidísima Filomena! cómo estáis sobre el ara del amor exhalando el
incienso finísimo de la gratitud! ¡cómo os ofrecíais para mayores sacrificios!
Si es voluntad vuestra, Dios mío... O si fuese tan fervorosa mi voluntad, ¡cómo
me ofrecería a sufrir nuevas y más aflictivas penas para honrar al Salvador!
Padecer o morir seria mi blasón; y aún más animosos padecer y morir para más
honrarlo. Rogad por mí a Jesús ¡Oh Santa mía! con la mediación de María Santísima,
que me conceda un espíritu tan fervoroso, como el de Filomena, que ya no viviré
más, sino que en mí vivirá Cristo, a quien adoro.
DIA
XXXIV
ORACION
¡Oh
Santa Filomena, molestada con las inicuas pretensiones de un bárbaro Emperador!
Sus palabras arrogantes, sus gestos desmesurados, la vista penetrante, y su
aspecto de tirano, respirando furor y barbarie, indicaban un ánimo cruel,
determinado a la venganza, viendo vencidas sus ideas perversas y pretensiones diabólicas:
y un presentimiento de que habíais de sufrir nuevos y más terribles combates,
ocupaba vuestro corazón. ¡La viva aprehensión de ser maltratada por los
verdugos, de las heridas penetrantes y dolorosas, del derramamiento de sangre,
de morir en manos de los bárbaros perseguidores de Jesucristo... Oh...! ¿Y
podré yo, flaco...? ¡Qué! todo lo puedo
con Jesús, queme
conforta:
él me dice que no he de temer a los que me pueden quitar la vida del cuerpo;
pero sí, al Señor que puede condenar mi alma. ¡Oh Señor, criador, redentor,
glorificador! Vuestra es mi sangre, mi vida, disponed. ¡Qué gloria la mía, si
con la ayuda de vuestra gracia, soy una víctima atormentada, despedazada, a
vuestra honra consagrada! Si vos queréis... ¡Oh esforzada heroína! Rogad por mí
a María Santísima me alcance de Jesús, que os conforta, un corazón invencible a
todo aparato de tormentos de este mundo, que jamás, ni un solo instante, me aparte
de la doctrina de Jesucristo. ¡Si logro, este favor, que de vos espero, o
cuántas victorias lograré contra la infidelidad y las máximas perversas!
DIA
XXXV
ORACION
¡Oh
sumamente confiada en María Santísima Santa Filomena! ¡cómo expondríais a la
Reina del cielo y tierra la gran necesidad, que en la prisión os afligía! ¡O
madre, clamaríais, O madre de piedad y de clemencia! ¡O dulzura y esperanza
nuestra! ¿Cuándo está una madre más solícita por su hijo que al verlo en una
extrema necesidad? Lo desea amparar con gran eficacia, y si no está en su mano,
¿qué amargura siente? Miradme, madre, a la disposición de un bárbaro, que
rabioso maquina quitarme la vida, si no dejo a Jesucristo, y me hallo
encarcelada, molestada, desamparada, sumamente flaca, expuesta... Oh qué
necesidad me apura; Vos podéis amparar me, que sois la Madre de la gracia, depositaria
de las gracias, y gozáis de una omnipotencia participada de vuestro Hijo
omnipotente; nada os falta para asistirme en esta necesidad tan extrema.
Acordaos que Jesús, antes de espirar, desde la cruz, me encomendó a Vos por
hija; que jamás se ha visto desamparado el que recurre a vuestra maternal benevolencia;
que vuestras entrañas de misericordia... ¡O Madre, ahora es hora; volved hacia
mí vuestros ojos misericordiosos, expuesta como estoy en tantos peligros a la
perfidia de un bárbaro idólatra: si me amparáis, como ciertamente espero, no,
no seré vencida; daré generosa mi sangre, mi vida... O Santa amada de Jesús y
de María, que glorioso será el triunfo de vuestra fidelidad! ¡Oh si yo, como
Vos, supiera con fervor pedir a María el maternal amparo! toda tribulación, toda amargura, se
convertiría en bien de mi alma. Pedid por mí á Jesús y a María esta gracia; y
que yo sea fervoroso en practicarla.
DIA
XXXVI
ORACION
¡Oh
Santa Filomena, hija amada de María Santísima! Extrema se os presentaba la
necesidad, atacada contra la fe, próxima a una muerte violenta, en gran peligro
la virtud ¡Oh! ¡y a la voluntad de un bárbaro, carnal idólatra! Pero vos,
sumamente elevada... ¡Cómo se transformó en cielo aquella prisión horrorosa!
María, la Madre del amor ¡Ay! rodeada de luz celestial, acompañada de ángeles,
el niño Jesús en sus brazos, del cielo bajó a visitaros; ¡qué abstraída del
mundo, arrebatada, divinizada, quedasteis! Hija, os decía, pasarás aun tres
días en esta prisión, y al cumplirse los cuarenta, saldrás de esta situación
penosa; y con esta
tan
plausible noticia repentinamente pasasteis a tal agonía, que pensasteis acabar
la vida, al añadir que saldríais para sostener un combate aún más terrible:
¡pero qué ánimo cobrasteis a la promesa que os hizo de ayudaros! Hija mía, os
decía, ¿ignaras la predilección con que te amo? No temas, yo te ayudaré. Yo,
pensabais, ¡Ay! tan amada de María! Yo, animada, ayudada de María, encomendada también
al Arcángel S. Gabriel, que significa fortaleza; con qué fortaleza fuisteis
dispuesta para entrar en la última batalla, y para triunfar la cristiana religión.
¡Y aquel perfume celestial que en la prisión quedó al desaparecer la divina
Princesa...! ¡Qué perfumada quedó vuestra alma de gracia y deseo de morir por
Jesucristo, y pasar a la gloria! ¡Alcanzadme de Jesús, O dispuesta Esposa!
Pedid por medio de vuestra Madre María, que esté siempre preparada mi alma a imitación
vuestra. ¡O con qué deseo esperaré la fiesta de las bodas en la gloria!
DIA
XXXVII
ORACION
¡Oh
patrocinada de María Santísima, Santa Filomena! Desfogó por último Diocleciano
su barbarie: instigada su pasión brutal por una legión de demonios, como los
judíos contra el Salvador... ¡Ay! os
considero llagada, públicamente azotada, ensangrentada, despedazada, y con tal
crueldad y furia, que el bárbaro, y vos, casi sin fuerzas, pensabais acabar
pronto la vida. Tan maltratada estabais que mandó os quitasen de su presencia:
pero vos en la prisión ¿cuántas gracias daríais á Jesús, cuando los ángeles
derramando un bálsamo celestial sobre las llagas, fuisteis perfectamente
curada? Sana, robusta, animosa... ¡Qué! ¡intentaba, loco el tirano, persuadiros
que aquella repentina curación era un beneficio de Júpiter! ¡Qué aquel Dios
falso os quería Emperatriz de Roma! Y con
halagüeñas caricias y promesas... ¡Oh! ¿Con qué valor le hicisteis ver, ser un
beneficio del redentor Jesús? Con tales argumentos le probasteis que la
religión cristiana es la única verdadera; que confusos, ni él, ni otro alguno
de sus secuaces tuvieron palabras que responder. Hablaba en Vos el Espíritu de
Dios: sí, soy cristiana, soy esposa de Jesucristo: morir y no prevaricar; morir
fiel y constante; morir con firmeza por su amor. Qué fogoso vuestro espíritu ¡Oh
Santa Filomena! ¡Ojalá que tal fuese el espíritu de todos los cristianos!
Interceded por todos nosotros en estos tiempos tan calamitosos. Pedid a la Virgen
Santísima, depositaria de todas las gracias, que nos alcance de Jesús tal
espíritu
de fe y religión, que ni tocto un infierno sea capaz de apartarnos de las
máximas cristianas. ¡Qué gracia será esta tan grande!
DIA
XXXVIII
ORACION
Le
traspasan, O Santa Filomena, a mi corazón, la consideración de los tormentos en
que estáis puesta; pero se anima el espíritu, viéndoos victoriosa. Al Tíber
quiso Diocleciano, burlado del cielo que os protegía, y confuso con los
argumentos, que os inspiraba el Espíritu Santo, al rio Tíber, quiso os
arrojasen con un áncora atada al cuello. ¡Bárbaro! ¡Desnaturalizado! ¡Qué deshonra para un
Príncipe desfogar contra una doncella de trece años, hija única de un Monarca!
¿y por qué? ¡Ay! porque es cristiana,
esposa consagrada a Jesucristo; porque fiel y constante en servir al verdadero
Dios no quiere abrazar las máximas paganas. ¡Qué! no confundirá Dios el furor
de un tal idólatra? ¡Qué providencia la del Omnipotente! Bajan del cielo los
ángeles, y a la ejecución de aquel suplicio, cortan la cuerda del áncora; y la Santa...
¡Qué gloria! los ángeles la trasportan salva,
sana entre una multitud de espectadores de aquel prodigio, y los paganos se
convierten un gran número. ¡Qué furor el de Diocleciano! Poseído del demonio,
que atizó su corazón contra Jesucristo, no cesa, por más que vea visible la
mano de Dios contra sus obras. Que la arrastren, mandó, por las calles de Roma,
y después con una niebla de flechas que sea atormentada, traspasada. Corría ¡ay!
la sangre por aquel cuerpo virginal, y tantas eran las heridas que, perdidas
las fuerzas, estaba cercana a la muerte; ¿y aquel bárbaro?... ¡Qué confuso
quedó al saber que Filomena, dulcemente dormida en la prisión, liabia quedado
prodigiosamente curada! Cual fué su furor... ¡Oh Santa protegida de Jesús en el
martirio! ¿Quién no admirará, y adorará, y alabará la providencia de Dios en
sus Santos? Dignaos alcanzarme de Jesús, por medio de María, Reina de los
Mártires, este espíritu de adoración. ¡O qué elevado estará mi corazón a Dios!
Alabaré siempre su poder y bondad, y celebraré vuestra fidelidad y constancia.
DIA
XXXIX
ORACION
¡Qué
satisfacción es la mía, o Santa Filomena! Vuestros triunfos me arrebatan, y
vuestra gloria... ¡Ay! hoy el esposo Jesús va a completarla. Furioso el tirano,
ha dispuesto que con agudas flechas seáis atormentada, traspasada hasta morir;
y las flechas ¡Oh Dios! no se prestan a su bárbara idea, un furor infernal lo
atiza; os tiene por mágica; y persuadido que el fuego destruirá el
encantamiento mágico con que loco imagina, se obran aquellos portentos, ordena
que con flechas encendidas seáis atormentada rías disparan contra vos, ¡qué
barbarie! ¡Las flechas no llegan, qué novedad! ¡Vuelven atrás, qué admiración!
¡Hieren a los verdugos, qué escarmiento! ¡Algunos luego allí mueren, qué
castigo del cielo! ¡Muchos de los flecheros repudian el paganismo, qué
conmoción en los corazones! ¡Y el pueblo, sí, el pueblo comienza a dar un
testimonio al Dios verdadero que os sostiene, qué prodigio! ¡Oh! es la mudanza de la diestra del Excelso, de
la diestra del Omnipotente. O qué enfurecido estaba Diocleciano que presenciaba
estas maravillas, temeroso de algún funesto resultado, al ver conmovido el
pueblo, confuso, bárbaro, desnaturalizado, enfurecido y loco en las máximas y
perfidias... ¡Ay! Os hace decapitar... Al golpe del alfanje... ¡Ay!
corre,
se esparce la sangre... y ¡Oh fidelísima esposa de Jesús! Difunta vos en la
tierra, vuela al cielo vuestro espíritu. ¡Qué triunfo! Adornada con las palmas
de esposa, de Virgen de mártir... ¡Qué contento! qué dulzura! Oír aquel
convite: entra Filomena, entra acompañada de los Ángeles; entra a disfrutar del
gozo de Dios y santos: entra en la eterna bienaventuranza. Y vos exaltada con
el premio correspondiente a vuestros méritos... ¡Oh Patrona mía! Pedid á Jesús,
por medio de su Santísima Madre, que encienda en mi Corazón un deseo vehementísimo
de llevar una vida santa, para poder poseer aquella gloria: allí, allí en
compañía vuestra será completa mi felicidad, mi dicha.
DIA
XL Y ULTIMO
ORACION
¡Oh
gloriosa en el cielo Santa Filomena! ¡Con qué acción de gracias podré yo
corresponder a los beneficios, que tan generosa os habéis dignado hacerme en
estos cuarenta días! Vos, amada esposa de Jesús, hija predilecta de María, iluminada
con la luz de la gloria, y gozando de la visión beatífica de la Santísima
Trinidad, tenéis en la mano las gracias de que necesitamos los devotos que os
imploramos; porque si aquella divina Madre, con su Ángel S. Gabriel os amparó,
y ayudó en el terrible martirio de que salisteis victoriosa, y Jesús os dio
espíritu y fuerzas para aterrar, triunfando la barbarie de los tiranos, y sus
máximas paganas; ¿qué harán ahora que glorificada gozáis de su compañía,
exaltada, en el cielo con las coronas y palmas de Virgen, y mártir, y esposa
triunfante? Al momento que intercedáis por mí al esposo Jesús por medio de María...
sí, por medio de María Santísima ya habéis logrado de Jesús las luces, é
inspiraciones, los toques interiores, los afectos de amor de Dios y de
salvarme, el valor contra las pasiones, y contra los infernales enemigos, que a
manera de llamas me rodean para tragarse mi alma: y por estos beneficios... ¡Oh
Santa de mi corazón! ¡Oh perpetua Patrona mía! ¿Qué haré que os sea más agradable?
¡Ay! ¿queréis todo mi corazón? Aquí está. ¿Lo queréis todo para el esposo Jesús?
aquí está. ¿Lo queréis todo para María? Aquí está. ¿Queréis que yo no viva en
mí, sino en Dios? que sea muerto al
mundo, y que solo en mí viva Jesucristo ¡Ojalá que esta fuese mi dicha! Y ya
que esta es la ofrenda que os es
más
agradable, aquí tenéis mi corazón, mi voluntad, que con el mayor afecto... ¡Oh Virgen
Mártir Santa Filomena! Pedid a María Santísima que me alcance de su hijo Jesús
un corazón puro, un espíritu recto, y un fervor que jamás se apague, aspirando
siempre a más amor y perfección. Qué favor es este tan grande que
de
vos espero? ¡Ay! estaré preparado para ir al cielo, y en vuestra compañía y con
la de los Ángeles y Santos cantar al Criador y a María Santísima las eternas
alabanzas.
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