NOVENA AL CARDENAL SAN RAMÓN NONATO
DE LA ORDEN DE LA MERCED
ABOGADO DE LAS MUJERES EMBARAZADAS
ACTO DE CONTRICIÓN
Dulcísimo Jesús mío, por ser tan bueno como sois, me pesa en el alma
haberos ofendido, por ser injuria de vuestra Divina Majestad, digna de ser
infinitamente amada, y propongo, con vuestra divina gracia, antes morir que
pecar. Amen.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Dios y Señor Omnipotente, yo adoro con suma reverencia las
tres Divinas Personas en vuestra única e individual esencia, y os doy infinitas
gracias por las grandes mercedes que hicisteis al glorioso San Ramón Nonato suplicándoos
que, por ellas, y por sus grandes merecimientos, por la intercesión poderosa de
la Señora dulcísima a quien eligió por Madre suya especial, a cuyo servicio, se
consagro sin reserva y cuyo blanco escapulario vistió tan dignamente, y por los
infinitos méritos de vuestro Unigénito Hijo Jesucristo, mi Salvador, me
concedáis fortaleza para el acierto de mis operaciones, y amor para más
agradaros, y en particular, el favor que os pido en esta novena, si es para
mayor gloria vuestra y bien de mi alma. Amen.
Se reza un Padre
nuestro por los cautivos cristianos.
DÍA PRIMERO
Glorioso y bendito San Ramón; postrado humildemente a
vuestras sagradas plantas os suplico, que tengáis piedad de mí y alentéis mi gran
tibieza de tal modo, que por ningún caso ofenda a Dios nuestro Señor, antes bien
le sirva con todo mi corazón, guardando enteramente su santísima ley; que
reverencie, sirva y ame todos los días de mi vida y con todas las fuerzas de mi
alma a vuestra Madre y Madre mía de la Merced; y que a vos, Santo mío, os ame y
os venere con fervorosa devoción; para que imitando vuestras virtudes, cumpla
siempre la voluntad de Dios; y que os acompañe eternamente en la gloria. Amen.
ORACION AL SANTO
Glorioso Hijo de la ilustre religión de la Merced;
errantes nosotros, vuestros devotos, por el penoso desierto de la vida, de vos
esperamos que nos ayudéis a seguir sin desviarnos con paso firme y seguro, por
la senda que conduce a la posesión dichosa del sumo bien que vos merecisteis alcanzar
con la ayuda de la gracia del Señor, y protegido de la benéfica diestra de
María a quien profundamente venerabais como á Madre especial vuestra con el
nombre bendito de Merced en cuya advocación gloriosa y en su blanco escapulario
con que honrabais vuestro pecho, encontraseis vuestra heróica fortaleza en el
martirio, vuestro más dulce consuelo y el medio más seguro de alcanzar la
inmarcesible corona que actualmente disfrutáis: inspiradnos vuestro amor y
vuestra devoción ferviente a la Santísima Virgen; haced que, como yos invoquemos ese su nombre adorable
que sus labios pronunciaron, y que, como vos, llevemos esa blanca vestidura que
nos trajo su mano bendita desde el cielo, como prueba evidente de su amor; y
entonces mereceremos, cual vos, eficazmente ayudados de la gracia, la eterna posesión
del cielo. Amen.
DÍA SEGUNDO
Dulcísimo Jesús mío, mi Redentor y Señor, que tan
tiernamente amasteis y favorecisteis a vuestro siervo San Ramón, visitándole en
la cuna, imprimiéndole en su mano vuestro nombre, regalándole y tratándole con
cariños de hermano, coronándole con vuestra corona de espinas, y comulgándole
al fin de su vida por vuestra mano misma de todos estos favores y de otros muchos
que yo ignoro, doy a vuestra Majestad infinitas gracias, y os ruego, por las
heroicas virtudes que procuraron merecerlos, y por los méritos de vuestra
pasión santísima, me concedáis gracia para que, imitando sus virtudes, merezca
vuestro
soberano agrado. Amen.
DÍA TERCERO
Serenísima Emperatriz delos cielos, María Santísima, Reina
de los Ángeles y Madre de los afligidos: a rendiros mil veces las debidas
gracias vengo por tantos y tan grandes favores con que engrandecisteis a
vuestro amado hijo y siervo San Ramón, pues sobre haberle impreso en su tierna
mano vuestro sagrado nombre, visitándole con mi dulcísimo Jesús, también
hicisteis oficio de Madre, criándole y enseñándole como á hijo vuestro,
llamándole a vuestra sagrada religión de la Merced, y ofreciéndole con tiernos
cariños una bellísima corona de flores: por estos tan singulares favores, por
vuestro título amable de Merced, por el cándido vestido que nos disteis, por
las heroicas virtudes de vuestro hijo y siervo San Ramón, y por los infinitos
méritos de mi Redentor Jesús, os suplico, clementísima Madre mía, que estéis
siempre a mi lado y me alcancéis de vuestro
unigénito Hijo, todas las gracias que me son
indispensables para poderme salvar. Amen.
DIA CUARTO
Dios y Señor mío amantísimo y muy digno de ser obedecido
de todas las criaturas; yo os ofrezco aquella santa obediencia de vuestro grande
siervo, el glorioso cardenal San Ramón, que por más agradaros obedeció gustoso,
no sólo vuestros preceptos santos y los de todos sus superiores, sino lo que le
mandaban hasta sus mismos criados; suplícoos, que, por los merecimientos de tan
rendida obediencia, y por los de mi obedientísimo Redentor Jesús, me hagáis
perfectamente obediente a mis superiores, iguales o inferiores. Amen.
DIA QUINTO
Dios y Señor mío, amantísimo de la santa pobreza; yo os
presento aquella suma desnudez de todas las cosas temporales en que, como
verdadero pobre, vivió y murió vuestro siervo San Ramón, contentándose con lo
preciso para sí y buscando con ansias limosnas para librar a los Pobres
cautivos y socorrer muchos pobres, a quienes consolaba, llorando compasivo sus
necesidades, cuando no hallaba medios humanos para socorrerlos: os suplico,
Padre mío, por esta virtud heroica de vuestro siervo, y por los merecimientos de
mi Señor Jesucristo, me deis una verdadera pobreza y desnudez de todo lo transitorio,
para que enriquecida mi alma con los tesoros de a divina gracia, logre después
la eterna felicidad. Amen.
DÍA SEXTO
Dios y Señor mío que para mostrar cuán amante sois de la
santa pureza, quisisteis que vuestro Unigénito Hijo encarnase en las purísimas
entrañas de una Virgen, y que ésta se desposase con varón virgen también: por
esta pureza virginal de la Reina de las vírgenes, simbolizada en el cándido
escapulario que
nos dio, y por la que ofreció el castísimo San Ramón en manos
de esta gran Señora, con voto de perpetua virginidad, conservándose toda su vida
tan puro, que más parecía ángel que humana criatura: os suplico humildemente, me
concedáis, Señor, una enterísima pureza de cuerpo y alma, con recato grande en
todas mis acciones, y una perfecta custodia de todos mis sentidos. Amen.
DÍA SEPTIMO
Dios y Señor mío, que ensalzáis á los que profundamente se
humillan; ofrezcos el ejercicio de la heróica humildad de vuestro siervo San
Ramón, que, siendo tan noble, no se dedignó de ser en el siglo pastorcillo; siendo
religioso, se tuvo por indigno de tal dicha; y siendo cardenal sin desdoro del
capelo, supo ser ejemplo de novicios: por los méritos de tan heroica virtud, y
los de Jesús, mi Redentor, que tanto se humilló por nosotros, os suplico, Señor,
desterréis de mi corazón toda vanidad y soberbia, para que fundado en perfecta humildad,
que es el mejor Cimiento, sea firme y permanente en el edificio de las virtudes.
Amen.
DÍA OCTAVO
Dios y Señor amantísimo, que a las almas caritativas las
encendáis más, para que, sin consumirse, se abrasen en el fuego de vuestro
divino amor, ofrezcos la caridad del glorioso San Ramón, tan inflamada, que por
amor vuestro y por el rescate de los pobres cautivos, deseó muchas veces dar su
libertad y su vida; y aunque este no se la dio la espada del tirano, logró, no
obstante, con los tormentos de un cruel cautiverio el mérito del martirio: os
suplico. Señor, por esta tan encendida caridad, y por la de mi amoroso Jesús,
me concedáis un amor santo a vuestra divina ley, y una caritativa piedad con
todos los necesitados, especialmente con los pobres cautivos. Amen.
DÍA NOVENO
Dios y Señor inmenso, que dejáis consolados a los que con
fé, humildad y perseverancia os piden; si hasta aquí he perseverado en
suplicaros, me han faltado las demás cualidades para obligar a vuestra piedad
divina; hoy que es el último día de la novena, llego, Señor, a vuestras
plantas, a representar mis necesidades con profunda humildad, con viva fé y
alentada esperanza de con seguir el remedio de ellas, por la intercesión del
glorioso San Ramón Nonato; y
para obligaros más, presentóos los trabajos, aflicciones, azotes,
golpes, oprobios, escarnios y martirios que, a imitación de nuestro Redentor Jesús
padeció el santo Redentor Ramón; y os suplico, por todos sus merecimientos, por
los de Jesús, mi Salvador, y los de la Santísima Virgen, nuestra Madre, me
concedáis una santa paciencia resignación y con conformidad con vuestra
voluntad santísima en todos mis trabajos, penas y aflicciones interiores y
exteriores. Amen.
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