NOVENA AL PURÍSIMO CORAZÓN DE NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED
Compuesta por el Rev. P. Fray Andrés Ibáñez, religioso de la Orden de la
Merced.
Murcia, 1751
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío
Jesucristo, Dios Trino, en quien creo, a quien amo, y por quien espero la salvación
de mi alma; me pesa una, y mil veces de haberos ofendido, y propongo con
vuestra divina gracia la enmienda. Amen.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Purísima Virgen María, Madre de Misericordia, y
dispensadora de todo consuelo: presentad ante el Divino Trono de la Beatísima
Trinidad este Corazón compasivo, como Memorial de nuestras necesidades para que
ayudados de especialísimos auxilios de la Divina Gracia., alentando la
confianza, logremos en esta Novena el alivio de todas ellas: especialmente, Señora
a la que como penetrante espada traspaso vuestro amante Corazón si ha de ser
para mayor gloria de la Trinidad Beatísima, honra vuestra, y provecho de mi
alma. Amen.
PRIMER DIA
Altísima e
incomprensible providencia del Padre Eterno; infinita sabiduría del Hijo, que
con encendidos afectos de vuestro Santo Espíritu, previnisteis antes de todas
las edades el Purísimo Corazón de María, para Erario de vuestros divinos dones
cuyo superabundante Valor, ingrata nuestra voluntad, tantas veces resistió,
abrigando la miserable desdicha del pecado: haced ¡oh Trinidad Suprema! que
favorecidos de especialísima gracia, apartemos tanta ingratitud de nuestros
corazones, y que naciendo en ellos un imponderable agradecimiento, sea esta
espada, que atraviesa el Corazón purísimo de nuestra Madre María, dulcísima llave,
que nos franquee el inmenso tesoro de gracias, que en el fe encierra, para que
por medio tan eficaz logremos ser de los elegidos al Reino Celestial, y
juntamente la particular gracia que pedimos en esta Novena, a mayor honra, y
gloria vuestra. Amen.
Aqui se rezarán tres Padres Nuestros, y tres
Ave Marías y Glorias.
ORACION PARA TODOS
LOS DIAS
¡Hermosísima María, á tí, delicia de la Trinidad Suprema!
elegida entre millares de hermosas criaturas en la eternidad, para Hija del
Padre Eterno, Esposa del Espíritu Santo, y Madre del mejor Hijo Jesús: á ti, oh
Gloria de Israel, y honor de nuestro Pueblo: a ti, oh Tesorera de la Divina Providencial
humildes te pedimos, alcancéis, que cuando llegare la hora de nuestra muerte,
sea esta penetrante espada, que traspasa vuestro Corazón amante, la que rompa
las cadenas de nuestros desordenados afectos, para que correspondiendo a los suaves
impulsos de sus inspiraciones, logremos el fruto de vuestros deseos, en una
muerte reposada. Pero mientras la Divina Providencia nos convocare la vida, os suplicamos,
Madre amantísima, que enfervoricéis nuestra devoción, para que, imitando
vuestras virtudes, atesoremos en nuestros corazones un ardentísimo amor, que
sea causa de la vida eterna; y también que nos alcancéis la gracia, que pedimos
en esta Novena, a mayor honra y gloria de Dios Trino. Amen.
GOZOS AL CORAZÓN DE NUESTRA MADRE DE LA
MERCED
De
vuestro buen Corazón
María, es
Merced cumplida:
Dad a
las almas Señora
Mercedes
de vuestra mano.
Que la
espada le divida
Sin
partir a compasión
Abriendo
el camino llano
A las
gracias, que atesora:
En
hierro, que cruel, y activo
Paso
vuestro corazón,
Por daros
la redención
Quedo
vuestro amor cautivo
Oh
consejo soberano,
Que así
nuestro yerro dora:
El filo
que a nuestras vidas
Amenaza
justiciero,
Para
sanarnos, primero
Se
endulza en vuestras heridas
Efectos
de amor tan sano
Que aun
las desgracias mejoras:
En esta
patente herida
En que
amor lleva la palma
Nos
manifestáis el alma
Porque encontremos
la vida
Pues que
la mejor, es llano,
Que en
vuestras almas mora:
Como
nuestra sinrazón
Nos ha
llegado a perder
Por
darnos otra vez ser
Abrís
nuestro corazón
Sin huir,
ni al que villano
Vuestra
dignación desdora:
Como en
tanta perdición
Sois virgen
nuestra esperanza
Por
darnos más confianza
Os abrís
el corazón
Que a
nadie dejara en vano,
Cuando a vuestro auxilio imploramos.
ORACION FINAL
Dios te salve, Corazón purisimo de nuestra Madre María,
centro de misericordia, seguro descanso a donde nuestra esperanza, traída del
cordial materno afecto vuestro, esforzando nuestros débiles pasos, nos lleva en
alas de tan saludable devoción. Dios te salve, amantísima Madre; y pues que tan
liberal os mostráis, haced, que ardiendo ese Corazón purísimo en él fuego
inextinguible de la caridad mas ardiente, lleguemos confiados al Trono de la Gracia
, como dignos ya , por vuestro medio, de los méritos de Cristo. Amen.
DIA SEGUNDO
Altísima, è incomprensible Providencia del Padre Eterno,
infinita Sabiduría del Hijo, que con encendidos afectos de vuestro Santo Espíritu
elegisteis como Celestial Paraíso, el purísimo Corazón de María, para que
habitase en él, el mejor Adán, Cristo, cuyo conveniente remedio era
para los hombres de tanta utilidad: os ofrecemos los merecimientos de esta
Soberana Reyna, y el dolor, que como penetrante espada toca lo íntimo de su
Corazón , cuando con el terreno Adán, nos apartamos por nuestras concupiscencias
del estado de la inocencia, al miserable de la culpa, para que ayudados de tan superiores
méritos, perseverando hasta el fin en la gracia de nuestro Redentor Jesús,
logremos la vida eterna; y ahora la particular gracia, que os pedimos, si ha de
ser a mayor honra, gloria vuestra y provecho de mi alma. Amen.
TERCER DIA
Altísima e incomprensible Providencia del Padre Eterno, infinita
Sabiduría del Hijo que con encendidos afectos de Vuestro Santo Espíritu
preparasteis el Corazón de María, para que mejor que en el arca de Noé se
libertase tanta alma del diluvio de la culpa: os ofrecemos los merecimientos de
esta Soberana Reyna, y el dolor, que como penetrante espada traspasa su Corazón
compasivo, viendo, que las lisonjas de estas caducas delicias, tanto nos arrastran,
que quedamos inmergidos en las aguas de la indignación divina, para que
ayudadas de tan seguro asilo, logremos por su medio la salvación de nuestras
almas, y ahora la gracia, que pedimos en esta Novena, si ah de ser a mayor
honra, gloría vuestra y provecho de mi alma. Amen.
DIA CUARTO
Altísima eh incompresible Providencia del Padre Eterno;
Sabiduría infinita del Hijo, que con encendidos afectos de vuestro Santo Espíritu,
encendisteis el Corazón de María, para que, cual resplandeciente columna,
nos guiaría á la tierra de Promisión, la Celestial Jerusalén, después del
cautiverio de la culpa: os ofrecemos los merecimientos de esta Soberana Reyna;
y también el dolor, que como aguda espada traspasa su corazón, al ver que los fétidos vapores de nuestra
ingratitud, oscurecen la claridad de su hermoso lucimiento, para que ayudados
de tan segura luz, caminando por el confuso caos de este mundo, logremos la
claridad hermosa de la Visión Beatifica y ahora la particular gracia, que
pedimos en esta Novena si ha de ser a mayor gloria, honra vuestra, y provecho
de nuestra alma. Amen.
QUINTO DIA
Altísima e incomprensible Providencia del Padre Eterno;
infinita Sabiduría del Hijo, que con encendidos afectos de vuestro Santo Espíritu
fabricasteis el Corazón de María, para lacrado Templo; donde, mejor que en el
de Salomón, depositasteis vuestra gloria: os ofrecemos los merecimientos de esta
Soberana Reyna, y también el dolor, que como penetrante espada, traspasa su Corazón
Santísimo, viendo, que acariciados de los halagos del Demonio nos hacemos por
la culpa, casa y morada de su infernal soberbia, para que, ayudados de tan
particular gracia, nos hagamos templos vivos del Espíritu Santo y ahora nos
alcancéis la gracia que pedimos en esta Novena, si a mayor gloria, honra
vuestra y provecho de mi alma. Amen.
SEXTO DIA
Altísima e incomprensible
Providencia del Padre Eterno; infinita Sabiduría del Hijo, que con encendidos
afectos de vuestro Santo Espíritu enardecisteis el purísimo Corazón de
María, para que correspondiendo a la salutación del Ángel, concibiese al
deseado de las gentes: os ofrecemos los merecimientos de esta Soberana
Reyna y también el dolor, que como aguda espada, traspasa su Corazón amoroso al
ver, que nuestros fríos y tibios deseos son impedimento, de que espiritualmente
se conciba Jesús en nuestros corazones, para que ayudados de especialísimos
auxilios de vuestra gracia, aborrezcamos la culpa, que tanto bien nos impide; y
ahora, el favor que pedimos en esta Novena, si ha de ser a mayor gloria, honra vuestra,
y provecho de mi alma. Amen.
DIA SEPTIMO
Altísima e incomprensible Providencia del Padre Eterno;
infinita Sabiduría del Hijo, que, con encendidos afectos de vuestro Santo Espíritu,
ciasteis el Corazón de María, no solo para que contemplase en el seno del Padre
Eterno a esta infinita Sabiduría, sino como nacido, venido de nuestra humana
naturaleza, para Redentor del mundo: os ofrecemos los merecimientos de esta
Soberana Reina, y el dolor que, como penetrante espada, traspasa su Corazón
amante, cuando por nuestras frecuentes y repetidas culpas, se aparta Jesús de
nuestras almas, para que ayudados de tan singular gracia, renazca en nosotros
este tierno infante, y ahora, la particular gracia que pedimos en esta novena,
a mayor honra, y gloria vuestra, y provecho de mi alma. Amen.
OCTAVO DIA
Altísima e incomprensible Providencia del Padre Eterno;
infinita Sabiduría del Hijo, que con encendidos afectos de vuestro Santo Espíritu
fortalecisteis el Corazón de María, para que asistiendo al funesto espectáculo
de la muerte de su Hijo Jesús, fuese Corredentora del hombre esclavo por la
culpa: os ofrecemos los merecimientos de esta Soberana Reyna, y el excesivo
dolor, que como penetrante espada traspasa su corazón compasivo, al ver, que en
tantos se malogre el infinito valor de la muerte de nuestro Redentor Jesús,
para que ayudados de tan infinito beneficio, sea nuestra vida Cristo
crucificado; y ahora nos concedáis la particular gracia que pedimos en esta
Novena, si ha de ser a mayor gloria, honra vuestra, y provecho de nuestra alma.
Amen.
NOVENO DIA
Altísima e incomprensible Providencia del Padre Eterno;
infinita Sabiduría del Hijo, que con encendidos afectos de vuestro Santo Espíritu,
para delicia de vuestra infinita complacencia trasladasteis con el cuerpo, y
alma el Corazón purísimo de María a la Celestial Patria de vuestros escogidos,
los Santos, desde donde adornado de tantos privilegios se manifestase gloriosamente
triunfante, para consuelo y esfuerzo de nuestros débiles corazones: haced,
pues, que revelación tan gloriosa fue motivo de principiar nuestra devoción: sea
la especial gracia con que nos ayudéis un fervoroso anhelo a su mayor aumento y
también el favor particular, que pedimos en esta Novena, si ha de ser a mayor
gloria, honra vuestra, y provecho de nuestras almas. Amen.
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