ESCRITA POR EL
PRESBÍTERO DON PEDRO CASTAÑO RUIZ
AÑO 1896
Por la señal da la Sta. Cruz etc.
ACTO DE CONTRICIÓN
Eterno Dios y Padre amorosísimo, Criador de los cielos y
la tierra, Fuente inagotable de gracias y misericordia, ante Adiestra presencia
soberana, llego yo miserable pecador, agobiado bajo el peso de mis muchas culpas, de las que, arrepentido de todo
corazón, digo, que me pesa una y mil veces de haber pecado y ofendido á vuestra
infinita Majestad, digna del amor de todas las criaturas; propongo, ¡Oh Dios de
bondad! Firmísimamente no ofenderos más en lo venidero y ayudado de vuestra
Divina gracia, apartarme de toda ocasión y peligro de pecar; consagrarme desde
hoy a vuestro santo servicio y perseverar en tan santa ocupación hasta el fin
de mis días; para de ese modo tener el dulce consuelo de bendecir y alabar,
después de atravesar este valle de llanto y aflicción vuestra Paternal misericordia,
en la Patria celestial, por los siglos de los siglos, Amen.
ORACION PARA
TODOS LOS DÍAS
Gloriosísimo Apóstol S. Andrés, infatigable propagador del
Evangelio, que, con vuestra doctrina y ejemplo, hiciste que muchas é in numerables almas tuviesen la dicha
inefable de salir de las tinieblas de la más grosera idolatría en que
desgraciadamente se hallaban abismadas, haciéndolas, por consiguiente,
participantes de la herencia riquísima de la gloria que Jesucristo Señor
nuestro conquistó con su sangre preciosísima.
No permitáis Santo nuestro y Patrón amabilísimo que sea
para nosotros infructuosa esa Sacratísima sangre derramada, sino que, auxiliados
con vuestro poderoso valimiento, podamos un día entrar en posesión de esa
herencia celestial, para cuyo goce hemos sido criados y juntamente con vos
bendecir y ensalzar al Dios tres veces Santo, en la gloria. Amen.
DIA PRIMERO
Bienaventurado S. Andrés, os considero, como el más
privilegiado de los escogidos del Señor, porque tuviste la dicha de ser el
primero de los llamados á formar aquel ilustre Apostolado, fundado por el
Maestro divino Cristo Jesús, para extender y promulgar por toda la redondez de
la tierra, la luz brillante del Evangelio, de que tan necesitados estaban los
hijos de la desventurada pareja del Paraíso, á consecuencia de su fatal
prevaricación. Haced, ¡Santo mío! que nosotros tus fieles devotos seamos
también del número de los llamados y escogidos para gozar de la presencia de
Dios y habitar la celeste mansión de los bienaventurados donde con Vos cantemos
alabanzas eternas al Verbo Humanado que con el Padre y el Espíritu Santo vive y
reina por los siglos de los siglos Amen.
Se reza un Padre
nuestro, Ave María y Gloría Patri.
Ahora
postrándose reverentemente ante ese altar Sacrosanto, cada uno pedirá
humildemente á Dios la gracia que desee conseguir en esta novena.
ORACIÓN ÚLTIMA
PARA TODOS LOS DÍAS
Glorioso S. Andrés, Apóstol de la verdad, y discípulo
distinguido de Jesús: desde el Cielo donde moras, escucha compasivo nuestras
humildes súplicas y haz que sean favorablemente despachadas del Dios de las
bondades. Oíd, protector nuestro, como de lo íntimo de nuestro corazón pedimos,
para la Esposa Inmaculada del Cordero, la Iglesia nuestra Madre cariñosa tan
combatida por terribles enemigos, la paz que necesita; la extirpación de las herejías
y la exaltación de la Santa Fé católica para el Vicario de Jesucristo,
Vice-gerente de Dios en la tierra, consuelo a su atribulado corazón y la
libertad que en otros tiempos más felices la a tenido; para el Sacerdocio,
virtudes que le hagan digno del ministerio que desempeña; para nuestra católica
Nación, el remedio de todos los males que le aquejan y la conducen á su perdición
eterna y á su ruina temporal; para todos tus devotos, gracias y bendiciones celestiales
con las que seamos hijos amantes de Jesús nuestro Salvador y Redentor y gocemos
después de la Beatífica visión por los siglos de los siglos, Amen.
DÍA SEGUNDO
Apóstol bendito San Andrés, magnánimo varón que por
vuestra fé vivísima en las palabras del Bautista, cuando señalando a Jesús
dijo, que era el Cordero de Dios que quitaba los pecados del mundo, le
seguisteis pronta y decididamente, confesando con esto su Divinidad, y
mereciste ser trasformado de pobre é ignorante pescador, en discípulo del
Mesías, vaticinado por los Profetas y esperado con ansia por los Patriarcas,
para regenerar el mundo y librarle de la odiosa esclavitud del enemigo de nuestras
almas. Haz ¡oh glorioso Apóstol! que nosotros informados por esa fe Divina, seamos
fieles á los llamamientos de la gracia y á imitación vuestra, sigamos los pasos
de Jesucristo nuestro Señor, con
la observancia de los Divinos preceptos y obtengamos como
recompensa una corona de gloría en la Jerusalén Triunfante por eternidades.
Amen.
DIA TERCERO
Apóstol San Andrés dechado de virtudes y modelo el más
perfecto en la observancia de los consejos Evangélicos; yo contemplo en este día,
aquella admirable abnegación con que apartasteis vuestro corazón de todas las cosas
de la tierra, despreciando al mundo, á sus obras, pompas y vanidades poniéndolo
únicamente en Dios, para poder así más libremente trabajar en la conversión de
tantas almas sumidas en el caos abominable de la
idolatría. Te rogamos, ¡Santo bendito! nos alcances del Eterno Padre, gracia
para despreciar á ejemplo vuestro, todo lo terreno como perecedero y caduco,
despojar á nuestro corazón de todo lo mundano, para servir como merece á Su
Divina Majestad mientras vivimos en este destierro de llanto y de dolor y gozar
después de su gloria en la Patria de los Santos, por siglos infinitos. Amen.
DÍA CUARTO
Humilde hijo de Betsaida, que por la grande caridad en que
ardía vuestro corazón, venciste los trabajos insuperables del ministerio apostólico,
ilustrando con la antorcha esplendorosa de la fé, la Tracia, el Epiro, la Escitia,
la Capadocia y otras muchas, con la predicación de la divina palabra; dilatando
de este modo el reinado de Jesucristo y destruyendo el del príncipe de las
tinieblas. Alcánzanos Santo esclarecido, de nuestro Dios misericordioso, encienda
nuestros fríos corazones en su ardentísima y Divina caridad, para que seamos
celosos propagadores, con nuestras obras y ejemplos, de la única y verdadera religión
que profesamos; llevando almas al Cielo, donde con ellas alabemos al Padre, al
Hijo y al Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amen.
DÍA QUINTO
Bendito San Andrés, defensor intrépido de la
doctrina de la verdad, de aquella doctrina pues aprendiste de
nuestro Salvador. Yo os contemplo en este día, como valeroso soldado
de la milicia de Cristo Jesús, despreciar todos los respetos
humanos y comparecer ante el Procónsul perseguidor cruel de los hijos de la
Cruz, para increpar y reprender su perverso proceder, al par también que
confesar que erais Apóstol de la única y verdadera religión que conduce al
Cielo, por la cual estabais dispuesto a derramar si fuese necesario hasta la
última gota de vuestra sangre. Suplícoos, Patrón amantísimo, nos alcancéis del trono
del Altísimo una chispa del Amor Divino, que avive nuestras almas adormecidas
en el letargo de la más punible indiferencia y que imitando vuestro ejemplo,
despreciemos los viles respetos humanos que nos impiden andar por el camino de
la salvación y no nos avergoncemos de confesar á Jesús en medio de los hombres;
para tener la dicha de que Jesucristo nos confiese también por hijos suyos, en
la presencia del Padre Celestial, cuando salgamos de este mundo miserable y
gozar eternamente en el otro. Amen.
DÍA SEXTO
Apóstol San Andrés, discípulo fidelísimo de Jesús, varón
fuerte, según la frase del Espíritu Santo. Os considero en este día lleno del
amor de Dios, sufrir con admirable resignación el tormento cruel de los azotes
a que os condenó el tirano Egeas para ver si con este inhumano suplicio
quebrantaba vuestra heróica constancia, pero, antes, por el contrario, con él
avivó más y más en vuestro corazón el deseo de padecer por Cristo y en defensa
de su santa y celestial doctrina. Haced, glorioso Santo, que seamos imitadores
de tan heroico proceder, sufriendo por Aquél que dio su sangre preciosísima para
rescatarnos del pecado
y romper las cadenas de la esclavitud en que gemían nuestras
almas, todas las penas, tribulaciones y amarguras que nos sobrevengan en esta
vida miserable, para conquistar de este modo la diadema de gloria que está
prometida á los que pelean legítimamente hasta el fin. Amen.
DÍA SÉPTIMO
Os alabamos, Apóstol invicto del Cristianismo San Andrés,
por el gozo que mostrasteis cuando el inicuo y sanguinario Egeas os sentenció a
que murieseis en una cruz y apercibiéndoos de que el pueblo compasivo, se
oponía a la ejecución de tan terrible sentencia, levantasteis la voz en medio
de aquella multitud, convenciéndola con vuestra palabra persuasiva a que no
hicieran la mala obra de impedir y retardar un martirio que tanto se asemejaba
al del Divino Nazareno, martirio, que indudablemente os pondría muy pronto en
el reino de los Cielos y por el cual incesantemente suspirabais. Os ruego Santo
esclarecido, seáis nuestro intercesor para que el Todopoderoso infunda en
nuestras almas, vehementes deseos de dar la vida por amor de Jesús y abrazarnos
gustosos con la cruz que a la Suprema Majestad le plugo colocar sobre nuestros
hombros, para en día no lejano recibir el premio eterno que tiene reservado a
los que se desprecian a sí mismos, toman su Cruz y le siguen. Amen.
DÍA OCTAVO
«Salve venerable y santa Cruz que fuiste consagrada por el
cuerpo de mi Señor Jesucristo que descansó en ti antes que muriese en tus
brazos este amable Salvador eras ignominiosa y temible, pero después que espiró
en tu seno el mismo Dios estás llena de delicias y los que te conocen suspiran
por rendir el último aliento en tus brazos. Ruégote que gustosamente me recibas
como discípulo de aquél Divino Maestro mío que pendiente de tí redimió al mundo
¡Oh Cruz! Por quien tanto tiempo suspiré.... Recíbeme en tu seno con
benignidad, restitúyeme a mi Divino Maestro, y tenga yo la dicha de pasar desde
tus brazos a los de Aquél que en ellos me redimió". Así hablaste, ¡oh
esforzado campeón del catolicismo! cuando divisaste la Cruz en que habías de
ser ajusticiado, palabras que ciertamente llenan de alegría el corazón del
justo, al par que animan a los pusilánimes á no desmayar en el camino de la
virtud, enseñándonos finalmente con ellas también a bendecir en la última y
tremenda hora de la vida la Cruz que el ministro de Jesucristo nos entregue, y abrazados
a ella exhalar el último suspiro para gozar después de la eterna bienaventuranza.
Amen.
DÍA ÚLTIMO
¡Oh glorioso patrón S. Andrés! estrella refulgente del
hermoso y admirable cielo de la Iglesia: mi alma os contempla hoy pendiente de
la Cruz, desde donde ante
los dos días de vuestro martirio, no cesasteis
de predicar y enseñar las verdades eternas convirtiendo a imitación del Divino
Salvador, el lugar del suplicio en Cátedra Santa, sacando de los mismos tormentos
y dolores que sufríais motivo para arrebatar almas á Satanás y llevarlas al
reino de los Cielos, tendidamente os suplicamos, bienaventurado Apóstol y
glorioso mártir, en este último día de la novena que hemos consagrado a vuestra
honra y gloria, nos alcancéis de la Trinidad Santísima, valor para confesar la
fé de Cristo, un amor grande para amarle y servirle como merece, es decir, que
quiera antes la muerte que ofenderle; y últimamente, patrón y abogado nuestro ,
la perseverancia final, para que cuando llegue la hora de nuestra muerte,
podamos con la alegría de los justos repetir aquellas palabras que el Pastor
amante de las almas Cristo Jesús pronunció en el árbol sacrosanto de la Cruz:
"Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” Amen.
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