martes, 13 de marzo de 2018

NOVENA A LA VIRGEN DE LA MEDALLA MILAGROSA



NOVENA EN HONOR DE LA PURÍSIMA CONCEPCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN DE LA MEDALLA MILAGROSA

MADRID. 1863

ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo, por ser tan bueno como sois, me pesa en el alma de haberos ofendido, y propongo con vuestra divina gracia antes morir que pecar: yo os doy gracias por haberme criado, redimido y colocado en el seno de la Iglesia Católica, y os suplico humildemente me deis gracia para no separarme jamás de Vos. Amen.


ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Dulce Jesús de mi alma, que con tanta bondad me llamáis todos los días a vuestro divino servicio, yo os suplico por la poderosa intercesión de la inmaculada Virgen María, me deis a entender la grandeza de vuestro amor, la ternura y protección de vuestra purísima Madre, la miseria mía, y la nada de cuanto contiene la tierra: dadme gracia, Dios mío, para que ardiendo mi corazón en la llama de vuestro puro y santo amor, llore constantemente mis culpas , y si es para gloria vuestra y bien de mi alma, concededme el favor que os pido en esta Novena; y si no ha de ser para bien, os suplico me concedáis la resignación constante a vuestra divina voluntad, para que consiga por este medio ensalzar vuestro santo nombre, y alabaros eternamente en la gloria. Amen.


DIA PRIMERO

Considera como el Espíritu Santo, que servía de guía a María y quería conducirla por los caminos de la más sublime perfección, la instruyó desde su más tierna infancia en la más santa de todas las virtudes, cual es la angelical virtud de la pureza: la enseñó que cuanto más perfecta fuese en esta virtud, más se asemejaría a Dios, que es la pureza por esencia. Acerquémonos a la Reina de las Vírgenes, imitándola en su celestial pureza: lancemos lejos de nosotros la maldición de Eva, para recibir por manos de María la bendición de nuestra salud y redención. ¡Dichosas las almas que sean bastante fuertes y generosas para imitar la pureza de María!...

ORACIÓN

Señor Dios omnipotente y misericordioso, que para librar a vuestro pueblo escogido de la opresión de Egipto, hablasteis a Moisés en el monte Horeb desde una zarza que entre incendios se conservaba ilesa: así mismo para librar al pueblo cristiano del cautiverio del pecado, os dignasteis hablar a vuestra sierva la novicia de la Caridad, permitiendo que entre resplandores de gloria se le apareciese vuestra purísima Madre, que desde el primer instante de su ser fué zarza misteriosa, a quien jamás tocó la llama de la culpa, ni perdió su inocencia original: os rogamos que por la intercesión de la misma Señora, cuyo misterio de su Concepción inmaculada confesamos y veneramos en la Medalla Milagrosa, nos concedáis el que jamás prenda en nuestro corazón la llama de la impureza, ni llegue a nuestra alma el álimo de la sensualidad, para que a imitación de esta celestial Señora , seamos templos de pureza y santidad. ¡Oh María, sin pecado concebida! Rogad por nos, que acudimos a Vos.



ORACION PARA TODOS LOS DIAS
 ¡Oh María concebida sin pecado! Vos hallasteis gracia delante del Altísimo: gracia original que adornasteis con todas las virtudes; gracia de fecundidad sin lesión de la pureza virginal; y el Dios que os había dado el ser se dignó nacer de Vos. ¡Oh escala celestial, por donde Dios descendió a la tierra, para que el hombre pudiera ascender al cielo! Por vuestra celestial pureza, y por la dignidad sublime de Madre de Dios, os rogamos que recibáis con benignidad las súplicas de los que acudimos a Vos, confiando alcanzar por vuestra intercesión la gracia que nos santifique en esta vida, y que, perseverando en la virtud, nos coloque con Vos en la gloria.


JACULATORIAS

1. Dios te salve, María, sin pecado concebida, Hija primogénita de Dios Padre. Llena eres de gracia
 2. Dios te salve, María, sin pecado concebida, Madre purísima de Dios Hijo. Llena eres de gracia
3. a Dios te salve, María, sin pecado concebida, Esposa amantísima del Espíritu Santo. Llena eres de gracia
4. Dios te salve, María, sin pecado concebida, Templo y Sagrario de la Santísima Trinidad. Gloria al Padre


JACULATORIA

Bendita sea tu pureza,
Y eternamente lo sea;
Pues todo un Dios se recrea
En tan graciosa belleza:
A tí, celestial Princesa,
Virgen sagrada María,
Te ofrezco desde este día
Alma, vida y corazón;
Mírame con compasión,
No me dejes, Madre mía.


GOZOS A LA MEDALLA MILAGROSA



Digamos con melodía
esta devota canción:
vuestra medalla ¡oh María!
es prenda de protección.

La medalla prodigiosa
á vos, purísima Virgen,
debe el principio y origen
en una visión dichosa.
Todos por eso á porfía
desean su adquisición.

Este emblema celestial
infunde pena, furor,
desesperación y horror
á la serpiente infernal.
¿Qué extraño, si su malicia
ve en ella su confusión?

Los brillantes resplandores
que vuestras manos despiden,
son las gracias que reciben
de Vos los hombres viadores.
¿Quién es el que no confía
vista tal demostración?

¿Quién podrá contar, Señora,
los prodigios que habéis hecho
con el que llevara al pecho
la medalla y os implora?
Llevémosla noche y día
con tierna veneración.

El rayo, la tempestad,
el contagio inevitable,
de esta medalla admirable
huyen con velocidad:
la virtud que los desvía
la da vuestra intercesión.

La tentación más violenta
resiste, calma y abate,
el fiel que en todo combate
este escudo fuerte ostenta,
su constancia no varía,
si os ruega de corazón.

Las olas del mar furioso
que espantan al que navega,
pierden la fuerza si ruega
ante este signo glorioso,
porque Vos sois norte, guía
y puerto de salvación.

Los enfermos desahuciados
buscan con solicitud
en la medalla salud,
y no quedan defraudados:
sanos, llenos de alegría
dicen con dulce emoción.

Los hombres más obstinados
en la impiedad y en el vicio
del eterno precipicio
con ella han sido librados:
pues por Vos, dulce María,
lograron su conversión.

Madre en gracia concebida
rogad, Señora, por nos
que recurrimos a Vos
en tan miserable vida:
muéstrate clemente y pie
ahora y en toda ocasión.

Digamos con melodía
esta devota canción:
vuestra medalla ¡oh María!
es prenda de protección.




ORACION FINAL PARA TODOS LOS DIAS
¡Oh Virgen llena de gracia! Siempre santa y agraciada ante los ojos del Altísimo. Os saludamos bendita entre todas las mujeres, y deseamos que todos los Ángeles os alaben, que las lenguas de todos los hombres os ensalcen y glorifiquen el fruto bendito de vuestro vientre. María, Madre Santa de Dios, presentaos ante el trono de vuestro Hijo, y rogad por nosotros pecadores, a fin de que por vuestra intercesión seamos oídos los que acudimos a Vos: sed, Madre mía, nuestra abogada, y defendednos en el tribunal de la divina justicia, de modo que merezcamos oír del supremo Juez la palabra de consuelo: Venid, benditos de mi Padre, a poseer el reino de los cielos por toda la eternidad. Amen.



DIA SEGUNDO

Jesucristo, que vino del cielo a la tierra para enseñarnos los caminos que conducen a la eterna felicidad, nada nos ha recomendado tanto como la humildad. Aprended de mí, (nos dice) que soy manso y humilde de corazón. María fué tan dócil a las lecciones del divino Hijo, que llegó a ser la más perfecta imitadora de su humildad: al verse elegida para Madre de Dios, se humilla y anonada hasta llamarse esclava del Señor. En casa de Santa Isabel se ejercita en las ocupaciones más humildes: en Belén no tiene más habitación que una miserable cueva, y en ella nació el Hijo de Dios: se ve la Madre de Jesús fugitiva en Egipto, despreciada en Nazaret, y perseguida en Jerusalén. ¡Oh Virgen purísima! ¡Vos tan humilde y despreciada, y yo tan orgulloso, tan amigo de placeres y honores! Haced, Madre mía, que sea humilde en mis pensamientos, modesto en mis palabras, y sencillo en todas mis obras: os suplico, Virgen Santísima, que os dignéis ser mi guía, mi luz, mi consuelo, y toda mi esperanza.

ORACION
Rey soberano del universo, Padre misericordioso, y Dios de todo consuelo , que con la virtud de la vara de Moisés disteis a conocer al Rey Faraón la omnipotencia de vuestro divino poder, pues con ella fué quebrantada la dureza de aquel perverso corazón, y puesto en libertad el pueblo de Israel: humildemente os rogamos por la intercesión de la portentosa vara María inmaculada, venerada en la Medalla Milagrosa, que doméis el orgullo de los impíos y la audacia de los enemigos de la Iglesia católica, aplaquéis mis pasiones y ablandéis la dureza de mi rebelde corazón, para que logrando con vuestro auxilio quebrantar las cadenas de mis pasiones, me vea libre del cautiverio del pecado, y concediéndome también la gracia de imitar la humildad de la Santísima Virgen, me deis el don de la santa y final perseverancia. ¡Oh María, sin pecado concebida! Rogad por nos, que acudimos a Vos.


DIA TERCERO

Nadie tiene mayor caridad, (nos dice Jesucristo) que aquel que expone su alma por sus amigos. La Santísima Virgen deseaba tanto la felicidad de todos, y en particular la felicidad espiritual, que, durante su permanencia en el Templo, según nos enseña San Bernardo, no cesó de rogar al Señor enviase a la tierra el Mesías prometido para que salvase a todos los hombres. Su ternura con ellos la obligó a ser más sensible a los males y penas ajenas que a las suyas propias: así fué que en el Templo ofreció al Eterno Padre su dulce Hijo en precio de nuestra redención, y en el Calvario le ofreció en holocausto su purísimo corazón y su vida preciosa... Al considerar, ¡oh tierna Madre mía! el gran sacrificio de vuestra inmensa caridad, ¿cómo tendré yo valor para presentarme delante de Vos, si conservase en mi corazón algún sentimiento de odio contra mis semejantes? Desde este momento detesto todo sentimiento que pueda desagradar á Vos, o a vuestro dulce Hijo Jesús, y propongo amar a Dios y a mi prójimo.

ORACION

Poderosísimo Señor y Padre compasivo, que tan bondadoso fuisteis con los pobres israelitas, pues no solo los librasteis del cautiverio de Egipto, sino que para su consuelo les disteis una nube misteriosa, que de día los defendía de los ardores del sol, y de noche en forma de columna resplandeciente los guiaba y libraba de los riesgos de las tinieblas; humildemente os suplicamos que por medio de la resplandeciente y misteriosa columna María Santísima, cuya luz ilumina toda la iglesia ¡.Católica, y con su protección soberana la defiende y libra de sus enemigos, consiga yo verme libre de los enemigos de mi alma , y merezca de vuestra piedad la luz del divino amor que inflame mi tibio corazón, ilumine mi pobre alma, y destierre de ella las tinieblas de la ignorancia , para que no yerre el camino de la gloria. ¡Oh María, sin pecado concebida! Rogad por nos, que acudimos a Vos.



DIA CUARTO

Considera que la modestia tiene su origen en la verdadera piedad, que ordena los afectos del corazón, al propio tiempo que compone y modera los actos exteriores: que su principal móvil es la meditación constante de la presencia de Dios... La modestia de María fué tan perfecta, que mereció justamente ser propuesta por modelo a todos los hombres... San Epifanio dice, que su modestia parecía á todos tan admirable, que les obligaba a decir, que jamás habían visto prodigio semejante. ¡Qué noble sencillez en sus vestidos! Sus miradas eran tan dulces, que el Espíritu Santo compara sus ojos a los de la inocente paloma. Su rostro era tan bello y candoroso, que la gracia estaba derramada en sus purísimos labios. San Juan Damasceno, hablando de su conversación, dice, «que todas las palabras que pronunciaban sus virginales labios, expresaban la suma modestia, la dulzura, la caridad y la humildad de que estaba lleno su corazón.» ¡Oh mi compasiva Madre! la modestia es la señal por la que se puede conocer que se os ama. Yo quiero amaros, Madre purísima, y desde ahora propongo imitaros... ¡Oh alma mía! Velemos con cuidado sobre nosotros mismos, y no olvidemos jamás nuestra resolución.

ORACIÓN

Dulcísimo Jesús, Hijo primogénito de María: Vos que manifestáis cuan grato os es el título de la Medalla Milagrosa conque veneramos a vuestra purísima Madre, haced, Señor, que experimentemos los milagrosos efectos de su protección, y que la Reina de Cielos y tierra, cual Judit hermosa y fuerte, nos defienda del enemigo infernal y de los peligros y tentaciones del mundo, de modo que cumplamos en todo vuestra Santísima voluntad, y después en compañía de vuestra purísima Madre os alabemos eternamente. ¡Oh María, sin pecado concebida! Rogad por nos, que acudimos a Vos.



DIA QUINTO

Siendo los sufrimientos y aflicciones de la vida un justo castigo del pecado, parece que María debió estar libre de ellos supuesto estuvo preservada de toda culpa... Mas como María, dicen los SS. PP., debía cooperar al gran sacrificio de la inmolación de su Hijo, para la redención del mundo, debía ser la copia más exacta de ese divino Salvador. Además, siendo los sufrimientos y pruebas el patrimonio de las almas predestinadas, el Señor los dio a María con abundancia, a fin de que por su paciencia en sufrirlo todo se manifestase digna de ser coronada un día por Reina de los Mártires y de todos los Santos: de modo que sus dolores y sufrimientos fueron continuos y tan crueles, que ella sola sufrió más que todos los mártires juntos; pues sufrió en su purísimo corazón todos los tormentos y dolores que Jesús padeció en su sagrado cuerpo. ¡Oh María, cuánto me interesa imitaros en vuestros sufrimientos y resignación en la divina voluntad, para purificar mi alma! Animado con vuestro ejemplo, y fortalecido con vuestro auxilio, sea tan sufrido, que los padecimientos no produzcan en mí más efecto que el de espiar mis culpas para unirme estrechamente a Jesús y á Vos, que sois mi refugio.

ORACIÓN

Clementísimo Dios, Padre amoroso, y benignísimo Redentor, que tanto os compadecéis de nuestras miserias, pues que mereciendo por nuestros pecados el ser aniquilados con un diluvio de trabajos, enfermedades y aflicciones, nos concedéis el refugio de la Arca maravillosa de la nueva alianza, vuestra Madre purísima, que nos defiende y libra de los castigos de vuestro justo enojo. Continuad, oh Dios de bondad, vuestras divinas piedades, en cuantos veneramos su inmaculada Concepción, y nos honramos con su Medalla Milagrosa, para que libres de los naufragios de este mundo, lleguemos con su protección al puerto seguro de la gloria. ¡Oh María, sin pecado concebida! Rogad por nos, que acudimos a Vos.




DIA SEXTO
La piedad, dice el apóstol San Pablo, es útil para todo; útil para la gloria de Dios, útil para nuestra santificación, y útil para el prójimo en cuya felicidad se interesa. Tal fué la piedad de María, pues se empleó en la gloria de Dios contemplando sus infinitas perfecciones, meditando sus inefables grandezas, adorándole con el más profundo respeto y amándole con el más tierno amor. Por ser su piedad tan elevada trabajó en su perfección con un celo sin igual, y trató a sus semejantes con un afecto de Madre, haciéndoles todo el bien posible, y atrayendo sobre ellos con sus ruegos toda suerte de bendiciones. Oh Dios mío, al considerar la gran piedad de María, vengo a vuestros pies lleno de confusión, por ver que nada he hecho para imitar a María: yo no he merecido sino la triste suerte de aquel árbol estéril que Jesucristo maldijo porque no llevaba fruto: ahora os presento mi corazón como una tierra seca y estéril: dignaos hacer que. descienda sobre él el saludable rocío del cielo que le haga fecundo en buenos deseos y dé frutos sazonados de piedad. ¡Oh María inmaculada! haced que mis deseos sean cumplidos, alcanzadme una piedad que eleve mi espíritu hacia el cielo, y haga crecer mi corazón en el amor de Jesús: haced que desciendan sobre mi alma las bendiciones del cielo, que me den la dulce esperanza de veros un día coronada de gloria en la feliz eternidad.

ORACIÓN

Dios y Señor de las misericordias, que por medio de la Reina Ester librasteis a los hebreos de la sentencia de muerte que contra ellos había promulgado el Rey Asuero: os ruego, poderosísimo Señor y dueño de mi vida, que por la intercesión de la divina Ester, vuestra Madre purísima, a quien preservasteis de la mancha original y librasteis de toda culpa actual, me libréis de la muerte de la culpa, concediéndome la libertad y vida de la gracia, y llegar un día a cantar vuestras glorias y las de vuestra Madre purísima. ¡Oh María, sin pecado concebida! Rogad por nos, que acudimos a Vos.




DIA SEPTIMO

Cuando la Santísima Trinidad quiso sacar de la nada a esta dichosa criatura que debía ser elevada a la sublime dignidad de Madre de Dios, hizo en ella cosas grandes el que es Todopoderoso. El Padre Eterno usó de su infinito poder para formarse una Hija digna de su Omnipotencia: el Verbo Divino se valió de su inmensa sabiduría para formarse una Madre digna de concebirle y hospedarle en sus purísimas entrañas y criarle con su virginal néctar, y el Espíritu Santo concurrió con inefable amor a formarse una Esposa tan sumisa y rendida al divino beneplácito, que pudiese en la plenitud de los tiempos fecundar su castísimo seno. María Santísima, como Madre de Dios, fué elevada sobre todas las criaturas que existían y podían existir; y en cierta manera fué depositaría de los inefables arcanos de la Trinidad Beatífica. ¡Oh admirable Señora y purísima Madre de Dios! Supuesto que no podemos comprender toda la elevación y excelencia que hay en Vos, os contemplaremos en respetuoso silencio, y postrados a vuestros sagrados pies os suplicamos que os dignéis obtenernos la gracia de contemplar un día vuestra felicidad y grandeza en la gloria.


ORACIÓN
Eterno Dios y Omnipotente Señor, que coronáis a María de gloria, la rodeáis de estrellas, y la vestís de resplandeciente belleza; cuyo poder sujeta al infernal dragón postrándole a sus purísimas plantas: yo os suplico con toda la efusión de mi corazón, me miréis como humilde devoto y esclavo de tan poderosa Señora, pues la invoco y la aclamo Madre de pureza, y venero en su Medalla Milagrosa, para verme con su auxilio libre de las astucias del enemigo ahora y en la hora de la muerte. ¡Oh María, sin pecado concebida! Rogad por nos, que acudimos a Vos.




DIA OCTAVO
Queriendo San Bernardo manifestar el poderoso valimiento que tiene María con su Hijo, le dirige estas palabras: Vos, oh Virgen Santa, no tenéis más que desear y todos vuestros deseos son cumplidos. María, (añade el mismo Santo) es la hija predilecta de Dios Padre, la Madre purísima de Dios Hijo, la Esposa dignísima del Espíritu Santo, la Reina del cielo y de la tierra, y la dispensadora de todas las gracias. Quien entienda bien estas cuatro palabras, y conozca toda su significación, debe concebir una idea tan elevada del poder de María, a la cual nada podrán añadir todos los discursos, todos los razonamientos y todos los libros. ¡Oh María, cuan dichosos son aquellos que confían en vos, y tenéis la dignación de tomarlos bajo vuestro amparo! Oh Madre mía, yo espero que Vos usareis de todo vuestro poder en favor mío: yo lo espero firmemente, y no quedaré confundido en mi esperanza.

ORACION
Piadosísimo Dios y Señor de todo consuelo, que para librar a Nabal del riesgo de próxima muerte , dispusisteis bajase del Monte Carmelo y saliese al encuentro del rey David la graciosa y prudente Abigail: yo os suplico rendidamente, que por los ruegos de la prudentísima y llena de gracia María, vuestra purísima Madre, que para dar consuelo a los afligidos cristianos descendió del cielo y apareció a la Novicia de la Caridad, nos libréis de todos los peligros del cuerpo y riesgos del alma, y nos concedáis segura entrada en la gloria. ¡Oh María, sin pecado concebida! Rogad por nos, que acudimos a Vos.




DIA NOVENO Y ULTIMO
La Iglesia, dirigida por el Espíritu Santo, nos enseña en dos palabras lo que puede María, y lo que hace en favor de los hombres, llamándola Madre de gracia y Madre de misericordia: es Madre de gracia para los justos, pues ella los conserva en la santidad, los hace crecer en virtudes, y les obtiene Ja perseverancia final. Es Madre de misericordia para los pecadores, pues los recibe con bondad, oye favorablemente sus plegarias, y les obtiene de Dios el perdón de sus pecados. ¡Oh bondad admirable de Dios! (exclama San Buenaventura) que se ha dignado elegir una abogada tan poderosa para los pobres pecadores, a fin de que por su intercesión puedan ser todos salvos. ¡Oh inefable misericordia! que nos ha dado por protectora a su propia Madre, la dispensadora de todas las gracias. ¡Oh María inmaculada! cuan felices somos en teneros por Madre. Vuestra ternura y bondad con los hombres forman toda nuestra dicha. Yo os suplico que, si veis alguna vez a vuestro divino Hijo levantar el brazo de su justicia contra mí, mostréis entonces que sois Madre mía: interponed, ¡oh piadosa Virgen! entre la justicia de Dios y mi pecado, vuestra gran misericordia; yo os ruego, dulce Madre mía, que no olvidéis la súplica que os dirijo en este momento. ¡Oh María, sin pecado concebida! Rogad por nos, que acudimos a Vos.

ORACIÓN
Dios y Señor de todo el universo, que compadecido de nuestras miserias, os dignasteis bajar por la elevada escala de María, haciéndoos hombre en sus purísimas y virginales entrañas, para redimirnos de la esclavitud del pecado: por esta inmensa caridad, os rogamos que pues elegisteis a María, Virgen y Madre tan pura y misericordiosa, haced que difunda sus piedades sobre sus devotos, de modo que, mereciendo subir por las gradas de esta misteriosa escala, consigamos ver vuestro rostro y adoraros en vuestra gloria. ¡Oh María, sin pecado concebida! Rogad por nos, que acudimos a Vos.



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