NOVENA EN HONOR DE
LA PURÍSIMA CONCEPCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN DE LA MEDALLA MILAGROSA
MADRID. 1863
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, por
ser tan bueno como sois, me pesa en el alma de haberos ofendido, y propongo con
vuestra divina gracia antes morir que pecar: yo os doy gracias por haberme
criado, redimido y colocado en el seno de la Iglesia Católica, y os suplico
humildemente me deis gracia para no separarme jamás de Vos. Amen.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Dulce Jesús de mi alma, que con tanta bondad me llamáis
todos los días a vuestro divino servicio, yo os suplico por la poderosa
intercesión de la inmaculada Virgen María, me deis a entender la grandeza de
vuestro amor, la ternura y protección de vuestra purísima Madre, la miseria
mía, y la nada de cuanto contiene la tierra: dadme gracia, Dios mío, para que
ardiendo mi corazón en la llama de vuestro puro y santo amor, llore
constantemente mis culpas , y si es para gloria vuestra y bien de mi alma,
concededme el favor que os pido en esta Novena; y si no ha de ser para bien, os
suplico me concedáis la resignación constante a vuestra divina voluntad, para
que consiga por este medio ensalzar vuestro santo nombre, y alabaros
eternamente en la gloria. Amen.
DIA
PRIMERO
Considera como el
Espíritu Santo, que servía de guía a María y quería conducirla por los caminos
de la más sublime perfección, la instruyó desde su más tierna infancia en la
más santa de todas las virtudes, cual es la angelical virtud de la pureza: la
enseñó que cuanto más perfecta fuese en esta virtud, más se asemejaría a Dios,
que es la pureza por esencia. Acerquémonos a la Reina de las Vírgenes,
imitándola en su celestial pureza: lancemos lejos de nosotros la maldición de
Eva, para recibir por manos de María la bendición de nuestra salud y redención.
¡Dichosas las almas que sean bastante fuertes y generosas para imitar la pureza
de María!...
ORACIÓN
Señor Dios omnipotente y misericordioso, que para librar
a vuestro pueblo escogido de la opresión de Egipto, hablasteis a Moisés en el monte
Horeb desde una zarza que entre incendios se conservaba ilesa: así mismo para
librar al pueblo cristiano del cautiverio del pecado, os dignasteis hablar a
vuestra sierva la novicia de la Caridad, permitiendo que entre resplandores de
gloria se le apareciese vuestra purísima Madre, que desde el primer instante de
su ser fué zarza misteriosa, a quien jamás tocó la llama de la culpa, ni perdió
su inocencia original: os rogamos que por la intercesión de la misma Señora,
cuyo misterio de su Concepción inmaculada confesamos y veneramos en la Medalla
Milagrosa, nos concedáis el que jamás prenda en nuestro corazón la llama de la
impureza, ni llegue a nuestra alma el álimo de la sensualidad, para que a
imitación de esta celestial Señora , seamos templos de pureza y santidad. ¡Oh
María, sin pecado concebida! Rogad por nos, que acudimos a Vos.
ORACION
PARA TODOS LOS DIAS
¡Oh María
concebida sin pecado! Vos hallasteis gracia delante del Altísimo: gracia
original que adornasteis con todas las virtudes; gracia de fecundidad sin
lesión de la pureza virginal; y el Dios que os había dado el ser se dignó nacer
de Vos. ¡Oh escala celestial, por donde Dios descendió a la tierra, para que el
hombre pudiera ascender al cielo! Por vuestra celestial pureza, y por la
dignidad sublime de Madre de Dios, os rogamos que recibáis con benignidad las
súplicas de los que acudimos a Vos, confiando alcanzar por vuestra intercesión
la gracia que nos santifique en esta vida, y que, perseverando en la virtud,
nos coloque con Vos en la gloria.
JACULATORIAS
1. Dios te salve, María, sin pecado concebida, Hija
primogénita de Dios Padre. Llena eres de gracia
2. Dios te
salve, María, sin pecado concebida, Madre purísima de Dios Hijo. Llena eres de
gracia
3. a Dios te salve, María, sin pecado concebida,
Esposa amantísima del Espíritu Santo. Llena eres de gracia
4. Dios te salve, María, sin pecado concebida, Templo
y Sagrario de la Santísima Trinidad. Gloria al Padre
JACULATORIA
Bendita
sea tu pureza,
Y
eternamente lo sea;
Pues
todo un Dios se recrea
En
tan graciosa belleza:
A
tí, celestial Princesa,
Virgen
sagrada María,
Te
ofrezco desde este día
Alma,
vida y corazón;
Mírame
con compasión,
No
me dejes, Madre mía.
GOZOS A LA MEDALLA MILAGROSA
Digamos
con melodía
esta
devota canción:
vuestra
medalla ¡oh María!
es
prenda de protección.
á vos, purísima Virgen,
debe
el principio y origen
en
una visión dichosa.
Todos
por eso á porfía
desean
su adquisición.
Este
emblema celestial
infunde
pena, furor,
desesperación
y horror
á
la serpiente infernal.
¿Qué
extraño, si su malicia
ve
en ella su confusión?
Los
brillantes resplandores
que
vuestras manos despiden,
son
las gracias que reciben
de
Vos los hombres viadores.
¿Quién
es el que no confía
vista
tal demostración?
¿Quién
podrá contar, Señora,
los
prodigios que habéis hecho
con
el que llevara al pecho
la
medalla y os implora?
Llevémosla
noche y día
con
tierna veneración.
El
rayo, la tempestad,
el
contagio inevitable,
de
esta medalla admirable
huyen
con velocidad:
la
virtud que los desvía
la
da vuestra intercesión.
La
tentación más violenta
resiste,
calma y abate,
el
fiel que en todo combate
este
escudo fuerte ostenta,
su
constancia no varía,
si
os ruega de corazón.
Las
olas del mar furioso
que
espantan al que navega,
pierden
la fuerza si ruega
ante
este signo glorioso,
porque
Vos sois norte, guía
y
puerto de salvación.
Los
enfermos desahuciados
buscan
con solicitud
en
la medalla salud,
y
no quedan defraudados:
sanos,
llenos de alegría
dicen
con dulce emoción.
Los
hombres más obstinados
en
la impiedad y en el vicio
del
eterno precipicio
con
ella han sido librados:
pues
por Vos, dulce María,
lograron
su conversión.
Madre
en gracia concebida
rogad,
Señora, por nos
que
recurrimos a Vos
en
tan miserable vida:
muéstrate
clemente y pie
ahora
y en toda ocasión.
Digamos
con melodía
esta
devota canción:
vuestra
medalla ¡oh María!
es
prenda de protección.
ORACION
FINAL PARA TODOS LOS DIAS
¡Oh Virgen llena de gracia! Siempre santa y agraciada ante los ojos del
Altísimo. Os saludamos bendita entre todas las mujeres, y deseamos que todos
los Ángeles os alaben, que las lenguas de todos los hombres os ensalcen y
glorifiquen el fruto bendito de vuestro vientre. María, Madre Santa de Dios,
presentaos ante el trono de vuestro Hijo, y rogad por nosotros pecadores, a fin
de que por vuestra intercesión seamos oídos los que acudimos a Vos: sed, Madre
mía, nuestra abogada, y defendednos en el tribunal de la divina justicia, de
modo que merezcamos oír del supremo Juez la palabra de consuelo: Venid,
benditos de mi Padre, a poseer el reino de los cielos por toda la eternidad.
Amen.
DIA SEGUNDO
Jesucristo, que vino del cielo a la tierra para
enseñarnos los caminos que conducen a la eterna felicidad, nada nos ha
recomendado tanto como la humildad. Aprended de mí, (nos dice) que soy manso y
humilde de corazón. María fué tan dócil a las lecciones del divino Hijo, que
llegó a ser la más perfecta imitadora de su humildad: al verse elegida para
Madre de Dios, se humilla y anonada hasta llamarse esclava del Señor. En casa
de Santa Isabel se ejercita en las ocupaciones más humildes: en Belén no tiene más
habitación que una miserable cueva, y en ella nació el Hijo de Dios: se ve la
Madre de Jesús fugitiva en Egipto, despreciada en Nazaret, y perseguida en Jerusalén.
¡Oh Virgen purísima! ¡Vos tan humilde y despreciada, y yo tan orgulloso, tan
amigo de placeres y honores! Haced, Madre mía, que sea humilde en mis
pensamientos, modesto en mis palabras, y sencillo en todas mis obras: os
suplico, Virgen Santísima, que os dignéis ser mi guía, mi luz, mi consuelo, y
toda mi esperanza.
ORACION
Rey soberano del universo, Padre misericordioso, y Dios
de todo consuelo , que con la virtud de la vara de Moisés disteis a conocer al
Rey Faraón la omnipotencia de vuestro divino poder, pues con ella fué
quebrantada la dureza de aquel perverso corazón, y puesto en libertad el pueblo
de Israel: humildemente os rogamos por la intercesión de la portentosa vara María
inmaculada, venerada en la Medalla Milagrosa, que doméis el orgullo de los
impíos y la audacia de los enemigos de la Iglesia católica, aplaquéis mis
pasiones y ablandéis la dureza de mi rebelde corazón, para que logrando con
vuestro auxilio quebrantar las cadenas de mis pasiones, me vea libre del
cautiverio del pecado, y concediéndome también la gracia de imitar la humildad
de la Santísima Virgen, me deis el don de la santa y final perseverancia. ¡Oh
María, sin pecado concebida! Rogad por nos, que acudimos a Vos.
DIA TERCERO
Nadie tiene mayor caridad, (nos dice Jesucristo) que
aquel que expone su alma por sus amigos. La Santísima Virgen deseaba tanto la
felicidad de todos, y en particular la felicidad espiritual, que, durante su
permanencia en el Templo, según nos enseña San Bernardo, no cesó de rogar al
Señor enviase a la tierra el Mesías prometido para que salvase a todos los
hombres. Su ternura con ellos la obligó a ser más sensible a los males y penas
ajenas que a las suyas propias: así fué que en el Templo ofreció al Eterno
Padre su dulce Hijo en precio de nuestra redención, y en el Calvario le ofreció
en holocausto su purísimo corazón y su vida preciosa... Al considerar, ¡oh
tierna Madre mía! el gran sacrificio de vuestra inmensa caridad, ¿cómo tendré
yo valor para presentarme delante de Vos, si conservase en mi corazón algún
sentimiento de odio contra mis semejantes? Desde este momento detesto todo
sentimiento que pueda desagradar á Vos, o a vuestro dulce Hijo Jesús, y
propongo amar a Dios y a mi prójimo.
ORACION
Poderosísimo Señor y Padre compasivo, que tan bondadoso fuisteis con los
pobres israelitas, pues no solo los librasteis del cautiverio de Egipto, sino
que para su consuelo les disteis una nube misteriosa, que de día los defendía
de los ardores del sol, y de noche en forma de columna resplandeciente los
guiaba y libraba de los riesgos de las tinieblas; humildemente os suplicamos
que por medio de la resplandeciente y misteriosa columna María Santísima, cuya
luz ilumina toda la iglesia ¡.Católica, y con su protección soberana la
defiende y libra de sus enemigos, consiga yo verme libre de los enemigos de mi
alma , y merezca de vuestra piedad la luz del divino amor que inflame mi tibio
corazón, ilumine mi pobre alma, y destierre de ella las tinieblas de la
ignorancia , para que no yerre el camino de la gloria. ¡Oh María, sin pecado
concebida! Rogad por nos, que acudimos a Vos.
DIA CUARTO
Considera que la modestia tiene su origen en la verdadera
piedad, que ordena los afectos del corazón, al propio tiempo que compone y
modera los actos exteriores: que su principal móvil es la meditación constante
de la presencia de Dios... La modestia de María fué tan perfecta, que mereció
justamente ser propuesta por modelo a todos los hombres... San Epifanio dice, que
su modestia parecía á todos tan admirable, que les obligaba a decir, que jamás
habían visto prodigio semejante. ¡Qué noble sencillez en sus vestidos! Sus
miradas eran tan dulces, que el Espíritu Santo compara sus ojos a los de la inocente
paloma. Su rostro era tan bello y candoroso, que la gracia estaba derramada en
sus purísimos labios. San Juan Damasceno, hablando de su conversación, dice,
«que todas las palabras que pronunciaban sus virginales labios, expresaban la
suma modestia, la dulzura, la caridad y la humildad de que estaba lleno su
corazón.» ¡Oh mi compasiva Madre! la modestia es la señal por la que se puede
conocer que se os ama. Yo quiero amaros, Madre purísima, y desde ahora propongo
imitaros... ¡Oh alma mía! Velemos con cuidado sobre nosotros mismos, y no
olvidemos jamás nuestra resolución.
ORACIÓN
Dulcísimo Jesús, Hijo primogénito de María: Vos que
manifestáis cuan grato os es el título de la Medalla Milagrosa conque veneramos
a vuestra purísima Madre, haced, Señor, que experimentemos los milagrosos
efectos de su protección, y que la Reina de Cielos y tierra, cual Judit hermosa
y fuerte, nos defienda del enemigo infernal y de los peligros y tentaciones del
mundo, de modo que cumplamos en todo vuestra Santísima voluntad, y después en
compañía de vuestra purísima Madre os alabemos eternamente. ¡Oh María, sin
pecado concebida! Rogad por nos, que acudimos a Vos.
DIA QUINTO
Siendo los sufrimientos y aflicciones de la vida un justo
castigo del pecado, parece que María debió estar libre de ellos supuesto estuvo
preservada de toda culpa... Mas como María, dicen los SS. PP., debía cooperar
al gran sacrificio de la inmolación de su Hijo, para la redención del mundo,
debía ser la copia más exacta de ese divino Salvador. Además, siendo los
sufrimientos y pruebas el patrimonio de las almas predestinadas, el Señor los
dio a María con abundancia, a fin de que por su paciencia en sufrirlo todo se
manifestase digna de ser coronada un día por Reina de los Mártires y de todos
los Santos: de modo que sus dolores y sufrimientos fueron continuos y tan
crueles, que ella sola sufrió más que todos los mártires juntos; pues sufrió en
su purísimo corazón todos los tormentos y dolores que Jesús padeció en su
sagrado cuerpo. ¡Oh María, cuánto me interesa imitaros en vuestros sufrimientos
y resignación en la divina voluntad, para purificar mi alma! Animado con
vuestro ejemplo, y fortalecido con vuestro auxilio, sea tan sufrido, que los
padecimientos no produzcan en mí más efecto que el de espiar mis culpas para
unirme estrechamente a Jesús y á Vos, que sois mi refugio.
ORACIÓN
Clementísimo Dios, Padre amoroso, y benignísimo Redentor,
que tanto os compadecéis de nuestras miserias, pues que mereciendo por nuestros
pecados el ser aniquilados con un diluvio de trabajos, enfermedades y
aflicciones, nos concedéis el refugio de la Arca maravillosa de la nueva
alianza, vuestra Madre purísima, que nos defiende y libra de los castigos de
vuestro justo enojo. Continuad, oh Dios de bondad, vuestras divinas piedades,
en cuantos veneramos su inmaculada Concepción, y nos honramos con su Medalla
Milagrosa, para que libres de los naufragios de este mundo, lleguemos con su
protección al puerto seguro de la gloria. ¡Oh María, sin pecado concebida!
Rogad por nos, que acudimos a Vos.
DIA SEXTO
La piedad, dice el apóstol San Pablo, es útil para todo;
útil para la gloria de Dios, útil para nuestra santificación, y útil para el
prójimo en cuya felicidad se interesa. Tal fué la piedad de María, pues se
empleó en la gloria de Dios contemplando sus infinitas perfecciones, meditando
sus inefables grandezas, adorándole con el más profundo respeto y amándole con
el más tierno amor. Por ser su piedad tan elevada trabajó en su perfección con
un celo sin igual, y trató a sus semejantes con un afecto de Madre, haciéndoles
todo el bien posible, y atrayendo sobre ellos con sus ruegos toda suerte de
bendiciones. Oh Dios mío, al considerar la gran piedad de María, vengo a
vuestros pies lleno de confusión, por ver que nada he hecho para imitar a
María: yo no he merecido sino la triste suerte de aquel árbol estéril que
Jesucristo maldijo porque no llevaba fruto: ahora os presento mi corazón como
una tierra seca y estéril: dignaos hacer que. descienda sobre él el saludable
rocío del cielo que le haga fecundo en buenos deseos y dé frutos sazonados de
piedad. ¡Oh María inmaculada! haced que mis deseos sean cumplidos, alcanzadme
una piedad que eleve mi espíritu hacia el cielo, y haga crecer mi corazón en el
amor de Jesús: haced que desciendan sobre mi alma las bendiciones del cielo,
que me den la dulce esperanza de veros un día coronada de gloria en la feliz
eternidad.
ORACIÓN
Dios y Señor de las misericordias, que por medio de la
Reina Ester librasteis a los hebreos de la sentencia de muerte que contra ellos
había promulgado el Rey Asuero: os ruego, poderosísimo Señor y dueño de mi
vida, que por la intercesión de la divina Ester, vuestra Madre purísima, a
quien preservasteis de la mancha original y librasteis de toda culpa actual, me
libréis de la muerte de la culpa, concediéndome la libertad y vida de la
gracia, y llegar un día a cantar vuestras glorias y las de vuestra Madre
purísima. ¡Oh María, sin pecado concebida! Rogad por nos, que acudimos a Vos.
DIA SEPTIMO
Cuando la Santísima Trinidad quiso sacar de la nada a
esta dichosa criatura que debía ser elevada a la sublime dignidad de Madre de
Dios, hizo en ella cosas grandes el que es Todopoderoso. El Padre Eterno usó de
su infinito poder para formarse una Hija digna de su Omnipotencia: el Verbo
Divino se valió de su inmensa sabiduría para formarse una Madre digna de
concebirle y hospedarle en sus purísimas entrañas y criarle con su virginal
néctar, y el Espíritu Santo concurrió con inefable amor a formarse una Esposa
tan sumisa y rendida al divino beneplácito, que pudiese en la plenitud de los
tiempos fecundar su castísimo seno. María Santísima, como Madre de Dios, fué
elevada sobre todas las criaturas que existían y podían existir; y en cierta
manera fué depositaría de los inefables arcanos de la Trinidad Beatífica. ¡Oh
admirable Señora y purísima Madre de Dios! Supuesto que no podemos comprender
toda la elevación y excelencia que hay en Vos, os contemplaremos en respetuoso
silencio, y postrados a vuestros sagrados pies os suplicamos que os dignéis
obtenernos la gracia de contemplar un día vuestra felicidad y grandeza en la
gloria.
ORACIÓN
Eterno Dios y Omnipotente Señor, que coronáis a María de
gloria, la rodeáis de estrellas, y la vestís de resplandeciente belleza; cuyo
poder sujeta al infernal dragón postrándole a sus purísimas plantas: yo os
suplico con toda la efusión de mi corazón, me miréis como humilde devoto y
esclavo de tan poderosa Señora, pues la invoco y la aclamo Madre de pureza, y
venero en su Medalla Milagrosa, para verme con su auxilio libre de las astucias
del enemigo ahora y en la hora de la muerte. ¡Oh María, sin pecado concebida!
Rogad por nos, que acudimos a Vos.
DIA OCTAVO
Queriendo San Bernardo manifestar el poderoso valimiento
que tiene María con su Hijo, le dirige estas palabras: Vos, oh Virgen Santa, no
tenéis más que desear y todos vuestros deseos son cumplidos. María, (añade el
mismo Santo) es la hija predilecta de Dios Padre, la Madre purísima de Dios
Hijo, la Esposa dignísima del Espíritu Santo, la Reina del cielo y de la
tierra, y la dispensadora de todas las gracias. Quien entienda bien estas
cuatro palabras, y conozca toda su significación, debe concebir una idea tan
elevada del poder de María, a la cual nada podrán añadir todos los discursos,
todos los razonamientos y todos los libros. ¡Oh María, cuan dichosos son
aquellos que confían en vos, y tenéis la dignación de tomarlos bajo vuestro
amparo! Oh Madre mía, yo espero que Vos usareis de todo vuestro poder en favor
mío: yo lo espero firmemente, y no quedaré confundido en mi esperanza.
ORACION
Piadosísimo Dios y Señor de todo consuelo, que para
librar a Nabal del riesgo de próxima muerte , dispusisteis bajase del Monte
Carmelo y saliese al encuentro del rey David la graciosa y prudente Abigail: yo
os suplico rendidamente, que por los ruegos de la prudentísima y llena de
gracia María, vuestra purísima Madre, que para dar consuelo a los afligidos
cristianos descendió del cielo y apareció a la Novicia de la Caridad, nos
libréis de todos los peligros del cuerpo y riesgos del alma, y nos concedáis
segura entrada en la gloria. ¡Oh María, sin pecado concebida! Rogad por nos,
que acudimos a Vos.
DIA NOVENO Y ULTIMO
La Iglesia, dirigida por el Espíritu Santo, nos enseña en
dos palabras lo que puede María, y lo que hace en favor de los hombres, llamándola
Madre de gracia y Madre de misericordia: es Madre de gracia para los justos,
pues ella los conserva en la santidad, los hace crecer en virtudes, y les
obtiene Ja perseverancia final. Es Madre de misericordia para los pecadores,
pues los recibe con bondad, oye favorablemente sus plegarias, y les obtiene de
Dios el perdón de sus pecados. ¡Oh bondad admirable de Dios! (exclama San
Buenaventura) que se ha dignado elegir una abogada tan poderosa para los pobres
pecadores, a fin de que por su intercesión puedan ser todos salvos. ¡Oh
inefable misericordia! que nos ha dado por protectora a su propia Madre, la
dispensadora de todas las gracias. ¡Oh María inmaculada! cuan felices somos en
teneros por Madre. Vuestra ternura y bondad con los hombres forman toda nuestra
dicha. Yo os suplico que, si veis alguna vez a vuestro divino Hijo levantar el
brazo de su justicia contra mí, mostréis entonces que sois Madre mía:
interponed, ¡oh piadosa Virgen! entre la justicia de Dios y mi pecado, vuestra
gran misericordia; yo os ruego, dulce Madre mía, que no olvidéis la súplica que
os dirijo en este momento. ¡Oh María, sin pecado concebida! Rogad por nos, que
acudimos a Vos.
ORACIÓN
Dios y Señor de todo el universo, que compadecido de
nuestras miserias, os dignasteis bajar por la elevada escala de María,
haciéndoos hombre en sus purísimas y virginales entrañas, para redimirnos de la
esclavitud del pecado: por esta inmensa caridad, os rogamos que pues elegisteis
a María, Virgen y Madre tan pura y misericordiosa, haced que difunda sus
piedades sobre sus devotos, de modo que, mereciendo subir por las gradas de
esta misteriosa escala, consigamos ver vuestro rostro y adoraros en vuestra
gloria. ¡Oh María, sin pecado concebida! Rogad por nos, que acudimos a Vos.
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