martes, 13 de marzo de 2018

NOVENA A LA VIRGEN DE LOURDES



PIADOSA NOVENA A LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE LOURDES
Santiago de Chile, Chile. 1901

ACTO DE CONTRICIÓN

Amantísimo Jesús, hijo unigénito de Dios, y como él, grande, admirable y santo. A vos que constituís las delicias de los espíritus angélicos que circundan el trono de vuestro padre celestial. A vos a quien la humanidad es deudora del inestimable beneficio de la redención, merced a la cual volvió a la gracia y amistad del Omnipotente. A vos Señor, a quien los bienaventurado s entonan cánticos de alabanza, llamándoos santo, justo y misericordioso, dirijo mis plegarias, y postrado ante vuestra presencia, os invoco con toda la efusión de mi alma. Sí, Padre mío: os llamo con el corazón traspasado de dolor como consecuencia de las culpas que he cometido; y puesto que sois la piscina que cicatriza las heridas del infortunio, apiadaos de mí, lavando las manchas que ennegrecen mi alma ; y como vuestra Santísima Madre de la Cueva de Lourdes recomienda a los mortales que hagan penitencia, os pido que viniendo en mi socorro, me inspiréis de tal manera , que pueda desde este momento comenzará disponerme, y hará hacer una verdadera confesión. Hacedlo así amorosísimo Jesús, y concededme vuestra protección par a con viva fé, grata esperanza y ardiente caridad, practicar esta devota Novena en honor de la Purísima e Inmaculada María que habiéndoos concebido en sus virginales entraña s par a dicha del mundo, quiere la invoquemos bajo la advocación de Nuestra Señora de Lourdes. Amen.


PRIMER DÍA
ORACIÓN
Cuan grato y dulce es tu Santísimo nombre ¡oh Reina Celestial! Al invocarlo se alegra la creación de que eres prodigiosa hechura, y la corte de espíritus angélicos y los justo s que disfrutan de la vista de Dios, te alaban, bendicen y reverencian, y el hombre, postrado a tus sacratísimas plantas, haciendo abstracción de las cosas terrenas, tan solo aspira a sublimar tus grandezas y a llamarte a todas horas con el dulce nombre de Madre. Sí, milagros a Virgen, el Cielo y la tierra se conmueven maravillados, el astro rey que ilumina al mundo y la luna, palidecen ante tí, y la Augusta é Inefable Trinidad, sublimada de gozo, coloca sobre tus sienes inmarcesible corona proclamándote Emperatriz del Universo. Por estas altísimas preeminencias y por tu gloriosa aparición en la misteriosa Cueva de Lourdes en Francia a la inocente pastorcilla Bernardita  a quien previniste dijera a los hombres que hicieran penitencia, te encarezco, Madre, Santa por tu Concepción Inmaculada, que despiertes en mi alma verdadero horror á la culpa y decisión por cuanto atañe a la práctica de los deberes del cristiano, par a que, teniendo por norma las virtudes de que eres depositaría, pueda desde ahora consagrarme de lleno a tus servicios en esta vida para verte después y adorarte en la otra. Amen.


ORACIÓN

Purísima e Inmaculada María, aurora de santidad en quien brillan todas las virtudes. Tu nombre sacrosanto forma el embeleso de las almas que esperan en tí, y tus misericordiosos actos resuenan por todas partes, haciendo sentir sus benéficos efectos. Sí, Virgen admirable: el mundo te es deudor del más grande y portentoso bien. Escogida como fuiste por el Omnipotente para Madre del Cordero que había de establecer la alianza entre aquel y sus criaturas, te prestaste gustosa, no obstante, tu virginidad inmaculada, a que encarnar a en tus amorosas entrañas el astro de clemencia, Jesucristo. Por este sublime acto de caridad y por las continua s gracias que vienes prodigando a los que se acogen a tu piadosa protección, te ruego que intercediendo con tu Padre santísimo me alcances de él el favor que ahora necesito y un perfecto dolor de mis culpa s par a ornado con la túnica de la gracia, imitarte en lo posible en esta vida y gozar después en tu compañía de los encantos de la gloria. Amen.


ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Amabilísima Virgen de Lourdes: después de Dios nada ha y en el Cielo ni en la tierra más digno ni más grande que tú. Verificada la caída de Adán y Eva y perdida por estos la amistad con su Criador y envuelta la humanidad en las tinieblas de la ignorancia se dedicaba a todo género de excesos. Cerradas las puertas de la misericordia quedó el mundo entregado a la soberbia y al desenfreno de las pasiones; y como ese estado de cosas no debía ser constante, la sabiduría del Altísimo en sus altos designios, te eligió desde los mismos momentos de la caída para que fueras tú, la que destruyeras el poder de la serpiente, causa de tan acerbas desgracias. Sí, Virgen Santa, tú fuiste la criatura designada para tamaño bien; y desde entonces los profetas comenzaron a anunciar tu venida, hasta que tuvo lugar tu Purísima e Inmaculada Concepción, par a que después dieras al mundo al hombre Dios que había de establecer la alianza entre el Criador y las criaturas. Logrado s los deseos de la Providencia con el precio de la sangre y muerte de tu inocente Hijo quedó establecida la alianza y rotas las cadenas que aprisionaban al universo. Empero, piadosísima María, el hombre, haciendo uso de su albedrío, se entregó de nuevo a ilícitos placeres y mostrándose muchos de ellos indiferentes a la pasión y muerte de Jesús, continúan frenéticos apurando los excesos del vicio. Tan punible proceder lacera de dolor tu materno corazón; pero tierna y amorosa siempre, no nos desamparas, antes si, has procurado presentarte en distintos reinos para recomendarnos, que volvamos al rebaño donde nos espera Jesús para estrecharnos en sus amorosos brazos; y como ha tenido lugar tu aparición en la Cueva de Lourdes de un modo singular y distinto a las anteriores, y al preceptuar á Bernardita a varios mandatos, le comunicaste tres secretos con recomendación de que no los revelar a nadie, y veo el germen de desgracias que afligen á las cuatro partes del mundo, lo que me hace creer que nos esperan estupendos males; te ruego, en tu cualidad de intercesora, que cuando tu Divino Hijo Jesucristo venga a juzgarnos y el Ángel dé el sonido de la trompeta que anuncie tan terrible escena, en cuyos momentos densas tinieblas oscurecerán el cielo y la tierra llenando de pavor a la humanidad, me tengas a tu diestra cubierto con tu inmaculado manto, para patrocinado por tí, merecer la alta dicha de ser contado entre los acogidos. Amen.


GOZOS

Madre de mi corazón
Iris de paz y bonanza:
Dame fé y dulce esperanza
Purísima Concepción

El mortal que conturbado
te llama con gran fervor,
ve mitigar su dolor
por t u cariño acendrado,
y de gozo enajenado.
te consagra el corazón:

Ciegos, baldados, tullidos,
paralíticos y cojos,
volviendo hacia tí los ojos
se ven presto socorridos;
y a tu bello manto asidos
entonan grata canción:

Los males más destructores
y la fiebre peligrosa,
por tí, oh Virgen hermosa,
dulcifican sus rigores;
y al termina r los dolores
se te rinde adoración:

El pesar más angustioso,
el cáncer, la hidropesía,
cesan celestial María
por el ruego fervoroso,
que contrito y cariñoso
te tributa la razón:

Brama terrible huracán
y desencadenado el viento,
causa grave sufrimiento
á la progenie de Adán,
que te llama con afán
en medio a su turbación:

El navegante afligido
por horrorosa tormenta,
que tristezas horas cuenta
en el mar embravecido;
á tus plantas dolorido,
solicita protección:

El sol con sus resplandores
la luna blanca y hermosa
y la estrella luminosa
hacen brillar los colores;
y el cautivo en sus rigores,
te entona triste canción:

Y las aguas de piedad
de tú benéfica fuente,
á la humanidad doliente
curan toda enfermedad;
y con himnos de verdad,
pregona su curación:




ORACIÓN AL PADRE ETERNO PARA TODOS LOS DÍAS

Grande es vuestra Omnipotencia, Dios mío, inmensa vuestra misericordia, inescrutables vuestros designios. El mundo, obra portentosa de vuestra voluntad, está atestiguando vuestra sabiduría. El sol, la luna y los demás planetas que, recorriendo la bóveda celeste, remiten benéfica luz a la tierra: las nubes que a su voz envían abundantes lluvias para fertilizar los campos, el mar cuyas embravecidas olas invaden la costa, los sazonados frutos que proporciona la tierra y la variedad de árboles, plantas, flores y animales que pueblan el espacio, todo, todo en conjunto, está como pregonando vuestra caridad y excelso e inmutable poder. En medio de este cuadro encantador, figura el hombre a quien habéis elevado casi a igual jerarquía que a los ángeles, poniendo a su disposición los peces del mar, los animales de la tierra y los productos de esta, dándole a la vez la luz de la inteligencia para que os ame ó invoque en todos los actos de su vida. Por estos cuantiosos beneficios y por el hecho reciente de haber hecho brotar á inmediaciones de la Cueva de Lourdes un fecundo manantial cuyas aguas curan toda clase de dolencias, al extremo de volver la vista a los ciegos y dar fuerza y movilidad á cojos, baldados y paralíticos que atraídos por la fé ocurren presurosos a esa mística piscina de donde se retiran libres de sus dolencias, os ruego, "Oh artífice prodigioso," que a la manera que vuestra humilde sierva Bernardita, en virtud de expreso mandato de vuestra excelsa hija María Santísima comenzó a remover la tierra que había de brotar tan portentoso cauce, toquéis con vuestro auxilio las puertas de mi corazón para que al sentir vuestro tacto, pueda, lavado con las aguas de vuestro amor, combatir las insidiosas asechanzas del mundo y asido del estandarte de la Cruz, decir a todas horas, gloria al Padre, gloria al Hijo y gloria al Espíritu Santo. Amen.



SEGUNDO DÍA
ORACIÓN
Mucho se habla de tí, Purísima María. En todas partes y a todas horas se repite tu preclaro nombre y los prodigios que se reproducen en la Cueva de Lourdes, a cuyas inmediaciones, la piedad de tus hijos, cumpliendo con lo que preceptuaste á Bernardita, te ha erigido un suntuoso templo. En ese sitio tienes establecido tu piadoso tribunal donde, prestando oído a los necesitados, despachas favorablemente sus demandas. Sí, castísima Señora: allí afluyen ricos y pobres, sabios e ignorantes, grandes y pequeños. A todos oyes benigna, a todos atiendes, a ninguno desechas. Tu corazón, extasiado en un mar de delicias se embriaga con las preces, oraciones y ofrendas que te dirigen los peregrinos que purificados por la penitencia buscan tu amparo; y como yo me cuento en el número de tus escogidos, te adoro y reverencio en el altar de mi pecho, y te suplico, por el nacimiento de tu inocente hijo Jesús, que me alcances de éste el favor que ahora necesito y que renazca yo en la vida de la gracia para participar de tus favores en este mundo y en el otro. Amen.


ORACIÓN

Siento el alma conmovida Inmaculada Señora. Al colocarme ante tí, veo que se disipan los males que abruman mi existencia. En alas de la fé, imaginarme contemplarte presidiendo los coros angélicos de quienes eres hechizo; y que, acordándote constantemente de tus hijos, intercedes por ellos colmándoles de bendiciones. Abrasada por fuego de la Caridad que te consume, te colocas junto al infortunado para prodigarle consuelos y abrirles los tesoros de tu corazón, toda ternura, toda benevolencia. Por estas razones, el mundo cristiano, dando impulso al entusiasmo y reconocido a tus bondades, proclama tu poder, y entonando himnos a la Divinidad, ve en tí su preciosa hechura para gloria de la moral y de las sanas costumbres. Por tales razones y siendo como eres iris de reconciliación, confórtame más y más en la fé, hasta el día grande en que vuele mi alma al Cielo. Amen.


TERCER DÍA
ORACIÓN
Inmaculada Virgen María: la naturaleza de quién eres la más perfecta obra se regocija al presenciar los actos que para contento de los adoradores de la Cruz se vienen reproduciendo en tus milagros a basílica de Lourdes. Acrecentadas las creencias con la repetición de esos cuadros en que se ve grabada la mano del Hacedor, y donde ostenta tu poder, siguiendo las inspiraciones de tu Santísima alma, marchan en tu busca innumerables enfermos con el designio de que mitigues sus males y ofrecerte el debido culto, sin que le arredren los padecimientos y sacrificios que ocasiona la jornada. Allí, Virgen clemente, en medio del perfume de las flores y de los acentos de la música, se hacen subir hasta tu sagrado solio, preces edificantes y votos de ternura que simbolizan la devoción que se te tiene como fuente de donde emanan todas las virtudes. Por esas prerrogativas de que gozas, te pido que concediéndome el favor que ahora, necesito, radiques más y más en mí las creencias para continuar mereciendo la dicha de loarte y santificarte por toda la eternidad. Amen.


ORACIÓN

Señora del alma mía Virgen hermosa, cuan gratos y conmovedores son los instantes que saborea el mortal cuando se consagra a tu servicio. Nada ni cosa alguna hay en el mundo que produzca tan vivas impresiones, que lejos de minorarse se aumentan á manera que se va ejercitando el espíritu en tan piadosa ocupación. Partiendo de lo expuesto y ansioso de proseguir esta Novena, fijo de nuevo las miradas en ti encareciéndote, que avives mis creencias, al extremo de que, de hoy en adelante mis palabras, acciones y pensamientos, no tenga n otro fin que sublimar tu poder logrando que se grave en mi corazón tu milagrosa imagen. Sí, Madre mía, mientras que una parte de la humanidad olvidada de sus deberes, marcha presurosa en pos de ávidos goces sin consagrarte un solo recuerdo, y otra, asida al carro de sus triunfos ve trascurrir las horas apurando los excesos del vicio y llevando a todas partes la enseña del egoísmo e intereses mundanos, haciendo caso omiso de la salvación de su alma; yo reconocido como estoy a los favores que me has otorgado, te suplico hagas descender sobre mí un torrente de luz que iluminándome, sirva a aclarar la senda por donde deba encaminarme para arribar algún día a la patria celestial. Amen.



CUARTO DIA
ORACIÓN
Amabilísima María, rio caudaloso cuyas aguas refrigeran la sed insaciable del alma. Desde que la sabiduría del Omnipotente dispuso que el Verbo encarnara en tus entrañas, comenzó la humanidad a sentir los efectos de tan singular acontecimiento. Entronizada estaba la tiranía en la tierra y preso el hombre de sus pasiones transitaba por ella entregado al vicio. Amaneció un día la aurora de santidad, brilló por vez primera el Sol de Clemencia Jesucristo, el suspirado por las naciones, y pronto, muy pronto cambió la faz del universo, sucediendo la humildad a la soberbia, la virtud al vicio. Si Madre mío, con la pasión y muerte de tu preclaro Hijo se rompieron las cadenas que subyugaban a la humanidad, y vuelta ésta a la gracia de Dios, quedó destronado el imperio del demonio, dejándonos Jesús antes de su muerte un legado de gran valía. Ese legado fuiste tú Virgen admirable, que desde entonces vienes subviniendo a nuestras necesidades temporales y espirituales. ¿Quién podrá diseñar con verdadero colorido la ternura de tu alma, ni lo ardiente de tu caridad? No hay palabras con que explicar ni lo uno ni lo otro. Sumisa a la voluntad de tu Padre, llenas tu misión dejando las huellas de tus benéficos designios ¡Penitencia! ¡Penitencia! ¡Penitencia! es lo que pides; y en las diez y ocho apariciones a tu sierva Bernardita indicaste la pauta que debemos seguir para ablandar la justicia divina, y yo que te venero como Madre, alzo la voz para suplicarte me otorgues el favor que ahora necesito y que tocando los corazones de tus hijos, los traigas a la senda del bien para que, postrados de hinojos y con alma contrita, se acojan a los pliegues do tu manto, a fin de que, apadrinados por tí, alcancen la remisión de sus pecados para poder entrar en la vida de la gracia. Amen.


ORACIÓN
Alabada sea tu misericordia fidelísima María. Tu eres la azucena del jardín de los Cielos con cuyo perfume se adormecen las almas, y la antorcha que ilumina al viajero en el campo de la vida, hasta penetrar en el puerto de la felicidad. ¡Oh Madre mía! En tí todo es pureza y conmiseración. Nada altera la calma que disfrutas, y al observarte abatiendo a la serpiente que tantos males causara a la humanidad, te encarezco, vuelvas a mí esos tus ojos misericordiosos para poder con tu auxilio, huir de las asechanzas del enemigo común que se obstina en desviarme de tu santo servicio. Oye mis súplicas, Reina sin mancilla, y tomándome de la mano inscribe mi nombre en el número de tus siervos. Amen.



QUINTO DÍA
ORACIÓN
Sapientísima María, antorcha refulgente y constante defensora del hombre a favor de quien ejerces el oficio de la maternidad, ¿Qué podré ofrecerte en recompensa de los favores que te has dignado otorgarme y particularmente por tu aparición en la Cueva de Lourdes para dicha de los pecadores? Nada poseo que sea digno de tí, A no ser mi corazón, que, henchido de gratitud, te lo presento en testimonio de lo mucho que te debo. Acéptalo Purísima Señora y tomándole a tu cargo y concediéndome el favor que ahora necesito, ha z que se inflame de todo punto con la vivida llama del más puro amor, para que, se circunscriba a imitarte en esta vida a fin de verte frente a frente en la otra. Amen.


ORACIÓN

Purísima María, báculo de nuestra esperanza y sol que ilumina el paraíso. Desde los instantes de mi nacimiento y cuando comenzó a desarrollarse en mí la inteligencia, apareciste a mi vista como el modelo más perfecto de santidad: con tan gratos antecedentes, me aficioné á tí, al extremo de que hasta en mis infantiles recreos, figurábame verte, inundada de hermosura, junto al trono del Altísimo. Estas ideas cundieron después en mi alma hasta el punto de que hoy, formas para mí el más bello emblema; y como para colmo de dichas, has elegido la Cueva de Lourdes donde ostentas los designios de tu bienhechora alma, te encarezco Señora, que, correspondiendo a mis afectos, y mirando por otra parte mi fragilidad, me sirvas de poderoso escudo para resistir el oleaje de las pasiones y poder vivir y morir en tu servicio. Amen.




SEXTO DIA
ORACIÓN
Benignísima María, rosa del cielo y maná con que se nutren las almas. En una de tus apariciones á Bernardita, le previniste, dijera a los Sacerdotes ser tu voluntad que á inmediaciones de la Cueva de Lourdes, se te erigiera una Capilla... y que se hicieran procesiones de la gruta. La buena criatura cumplió tu mandato y dando cuenta al Párroco a que corresponde dicha gruta de lo que le habías preceptuado, le contestó éste, que, para dar crédito a su dicho, quería tener una prueba, como, por ejemplo, que el rosal silvestre nacido al pie de la gruta, floreciera robusto y lozano como en pleno día de primavera. Instruid a tú de esto, bellísima María, retratada indefinible sonrisa en tu rostro, no te dignaste acceder a lo pedido por el párroco antes sí, ordenaste á Bernardita que fuera a beber agua y lavarse en la fuente y comer la yerba que brota junto a ella señalándole con tu delicada mano, un rincón al lado derecho de la gruta enteramente seco y árido. La humilde niña, sumisa a tu mandato, no viendo la fuente comenzó a abrir con sus frágiles dedos una pequeña cavidad que pausadamente empezó a brotar cenagosa agua, la que, bebida que fué por ella, se transformó de turbia en cristalina. Es e milagro, debido a tu admirable poder, ha venido a confirmar tu clemencia; y como esas aguas santificadas por tí, están produciendo curas extraordinarias, a cuantos tienen la dicha de beberías, te encarezco hagas florecer la gracia en mi alma, para embriagado de alegría, loar tu misericordia, y apurar hasta la saciedad las aguas de la penitencia, que no dudo me concedas, así como el favor que ahora necesito. Amen.


ORACIÓN

Graciosísima Virgen María, dechado de perfección y luciente espejo en que se miran las almas. Cada día que transcurre de esta Novena veo aumentarse mis afectos de ternura y devoción hacia tí, y al recordar que, en una de tus apariciones a Bernardita, le prometiste hacerla feliz en la otra vida, t e encarezco por tu Inmaculada Concepción, me alcances de tu Santísimo Hijo los auxilios de su misericordia para tener la dicha de bendecirle y santificarle en la gloria. Amen.





SÉPTIMO DÍA
ORACIÓN
Gloriosísima Virgen María, paloma inocente bajo cuyas alas cobijas a tus hijos par a trasportarlos al sitio de delicias donde tiene su asiento el Dios de Abraham de Isaac y de Jacob. A tí Madre tierna que eres el ángel de paz que lleva la alegría a los que gimen bajo el peso de la tribulación, motivo por el cual la católica Iglesia te denomina salud de los enfermos y consuelo de los afligidos; ocurro ante tu acatamiento para que, viniendo en mi auxilio ilumines mis sentidos prodigándome los tesoros de tu maternal cariño. Tú lo puedes todo, misericordiosa María. Basta tu voluntad para que todo se alcance; y como no se ha dado caso de que el cristiano que te invoque con sincera fé, haya sido desairado, me alienta la consoladora idea de poder continuar consagrándome a tu servicio. Amen.


ORACIÓN

Virgen admirable, Señora del mundo. Al invocarse tu nombre, la naturaleza se regocija, la bóveda celeste se cubre de luciente grana, los pajarillos entreabriendo sus matizadas alas, te saludan con cantos y gorgeos y el hombre afligido, falto de luz y de amparo, volviendo las miradas hacia tí, pone en tus manos su causa en demanda de consuelo; y tú, compasiva y generosa, mitigas sus zozobras, ahuyentando los males que le agobian. Sí, Reina de los mártires, tú eres la estrella del peregrino que teniendo en las manos la suerte de los hombres, estás deteniendo con tus ruegos el brazo de Dios que amenaza descargar sobre la humana naturaleza, lo cual está justificado en el hecho de haber dicho a Bernardita que rogase por los pecadores. Dignaos Santísima Virgen de Lourdes, continuar sujetando la tempestad que nos amenaza y ahuyentando sus ímpetus destructores, sálvanos en la nave de la virtud y concédeme el favor que ahora necesito. Amen.




OCTAVO DÍA
ORACIÓN
Amorosa Virgen María; desde el momento en que te dignaste aparecer en la Cueva de Lourdes tu nombre y los milagros que allí se multiplican, se repiten de boca en boca, liar o es el reino, provincia, ciudad, pueblo y aldea donde no cuentes hoy con millares de adoradores que cifran su ventura en denominarse hijos tuyos. Abandonando sus antiguos goces, sienten placer en reformar sus costumbres para consagrarse a la observancia de los deberes del cristiano. ¡Ay Virgen Poderosa! quiero ver gente aquí, dijiste á Bernardita; y éstas significativas palabras son las que a mi ver han contribuido a que se opere tan notable transformación en la sociedad que tanto necesita de auxilios sobrenaturales para destruir el cáncer que lo devora; y como te hemos ofendido mucho, impetro de tu clemencia, intercedas por nosotros, concediéndome a la vez el favor que ahora necesito. Amen.


ORACIÓN

Clementísima Virgen de Nazaret, aurora de eternal ventura y puerta por donde entramos a la gloria. En tu lindo rostro se refleja la pureza de tu alma donde la Omnipotencia de Dios está patentizando tu santidad. Yo el más indigno de los pecadores, observo que nada se oculta a tus purísimos ojos, que todo lo abarcas y que tu corazón se deleita en hacer la felicidad de tus hijos. Si alzo la vista al Cielo, paréceme que, entreabriéndose blanca y resplandeciente nube, te presentas circundada de ángeles, sirviéndote el sol de diadema y la luna de repisa, y que multitud de estrellas tachonan tu manto. ¡Oh Santísima Virgen de Lourdes! No puedo explicar cuanto siente mi corazón. Un torrente de pensamientos elevados afluye a mi cerebro. En el éxtasis de mi entusiasmo, imaginóme que acompañada del glorioso Arcángel San Miguel, vienes a la tierra con hermosa y brillante luz, á dar el ósculo de paz a los escogidos de tu Padre, que perseverando fieles a sus preceptos, se muestran sumisos a su voluntad, y aun paréceme oír de tus labios celestiales la dulce palabra de Perdón para los que se han vuelto de su mal camino y lástima para los que recalcitrantes en la maldad, viven sumidos en el error, rindiendo culto al vicio. Todo esto pienso, Madre piadosa, y como tanto te amo, espero tu bendita absolución. Amen.




NOVENO DÍA

ORACIÓN
Inmaculada María, perla del mar de la gracia y aurora que disipa las tinieblas del pecado. Estoy ya en el último dia de esta Novena, que impulsado por el amor que te profeso, he venido haciendo en honra y gloria tuya bajo la advocación de Nuestra Señora de Lourdes. Como mísero mortal he puesto en ejercicio cuanto está en relación con mi frágil naturaleza, tú lo sabes, Virgen adorada, pero como me figuro, que en fuerza de mi ignorancia y enfermiza fé, no ha ido acompañada de todo el fervor y devoción a que eres acreedora por tu cualidad de Reina Madre y Abogada, te encarezco suplas con tu eficacia tamaña falta, y que perdonando mi tibieza, derrames sobre mí un raudal de bendiciones para impulsado por ellas, continuar ofreciéndote con más aciertos otros ejercicios. No me niegues esta gracia Castísima María: quiero desde hoy ser esclavo tuyo, quiero adorarte e invocar tu nombre a todas horas. Quiero también que se arraigue de tal manera en mí la devoción, que durante el día y aun en sueños piense en tí; y quiero que des fuerza a mis palabras para ver si logro con el ejemplo, atraer almas a tu redil. Hazlo así, benditísima Señora y en el trance de la muerte cuando mi alma vaya a abandonar el cuerpo, colócate a mi lado, para amparado por tí, resistir los ataques del demonio que trabajará con saña para apartarme de esta senda donde por la misericordia de Dios y méritos de tu Divino Hijo Jesús, estoy colocado par a mi eterna felicidad. Amen.


ORACIÓN

Purísima Virgen María, canal por donde el autor del Universo trasmite a los mortales los tesoros de su providencia. Mucho tengo que agradecerte por el favor que te has dignado otorgarme en el hecho de concederme tiempo para ofrecerte este pequeño servicio; y al consignar mi gratitud te suplico que, trayendo la paz a los corazones, hagas cesar las discordias que reinan en la humanidad, para que, patrocinada por tí y cubierta con el Estandarte de la Cruz, goce de los beneficios que proporciona la religión de tu adorado hijo Jesús. Amen.



AL GLORIOSO ARCÁNGEL SAN MIGUEL

ORACIÓN

Amantísimo Miguel, humilde siervo de Dios ante cuya presencia te encuentras loando su admirable nombre y con cuyo ejemplo los espíritus angélicos se humillan sobrecogidos de placer. A tí, Arcángel querido, que en tu cualidad de secretario de la Santa é indivisa Trinidad, cumples los mandatos que emanan de su prodigioso trono y que en el tremendo día en que ha de venir Jesucristo a juzgarnos, has de dar el sonido de la trompeta que resonará en todos los ámbitos de la tierra, en cuyos momentos se verá está envuelta en densas tinieblas. A tí que contribuyes á sublimar la Omnipotencia del Altísimo, te encarezco, que sirviéndome de Ángel de guarda; me acompañes en todos los actos de la vida, delineándome la senda que conduce al Cielo. Sí, Arcángel purísimo, ven en mi auxilio, y dando luz a mis sentidos, cuida que jamás me encamine por la tortuosa senda del pecado para que luego que se presente el recto Juez a tomar cuenta de mis actos, pueda yo, al percibir tu voz, presentarme alegre y contento a adorarlo en medio del cuadro consternado que presentar a el mundo al verse privado de la luz del sol y demás astros. Amen.



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