PIADOSA NOVENA A LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE LOURDES
Santiago de Chile, Chile. 1901
ACTO DE CONTRICIÓN
Amantísimo Jesús, hijo unigénito de Dios, y como él,
grande, admirable y santo. A vos que constituís las delicias de los espíritus
angélicos que circundan el trono de vuestro padre celestial. A vos a quien la
humanidad es deudora del inestimable beneficio de la redención, merced a la
cual volvió a la gracia y amistad del Omnipotente. A vos Señor, a quien los
bienaventurado s entonan cánticos de alabanza, llamándoos santo, justo y
misericordioso, dirijo mis plegarias, y postrado ante vuestra presencia, os
invoco con toda la efusión de mi alma. Sí, Padre mío: os llamo con el corazón
traspasado de dolor como consecuencia de las culpas que he cometido; y puesto
que sois la piscina que cicatriza las heridas del infortunio, apiadaos de mí,
lavando las manchas que ennegrecen mi alma ; y como vuestra Santísima Madre de
la Cueva de Lourdes recomienda a los mortales que hagan penitencia, os pido que
viniendo en mi socorro, me inspiréis de tal manera , que pueda desde este
momento comenzará disponerme, y hará hacer una verdadera confesión. Hacedlo así
amorosísimo Jesús, y concededme vuestra protección par a con viva fé, grata
esperanza y ardiente caridad, practicar esta devota Novena en honor de la
Purísima e Inmaculada María que habiéndoos concebido en sus virginales entraña
s par a dicha del mundo, quiere la invoquemos bajo la advocación de Nuestra
Señora de Lourdes. Amen.
PRIMER
DÍA
ORACIÓN
Cuan
grato y dulce es tu Santísimo nombre ¡oh Reina Celestial! Al invocarlo se
alegra la creación de que eres prodigiosa hechura, y la corte de espíritus
angélicos y los justo s que disfrutan de la vista de Dios, te alaban, bendicen
y reverencian, y el hombre, postrado a tus sacratísimas plantas, haciendo
abstracción de las cosas terrenas, tan solo aspira a sublimar tus grandezas y a
llamarte a todas horas con el dulce nombre de Madre. Sí, milagros a Virgen, el
Cielo y la tierra se conmueven maravillados, el astro rey que ilumina al mundo
y la luna, palidecen ante tí, y la Augusta é Inefable Trinidad, sublimada de
gozo, coloca sobre tus sienes inmarcesible corona proclamándote Emperatriz del
Universo. Por estas altísimas preeminencias y por tu gloriosa aparición en la
misteriosa Cueva de Lourdes en Francia a la inocente pastorcilla
Bernardita a quien previniste dijera a
los hombres que hicieran penitencia, te encarezco, Madre, Santa por tu
Concepción Inmaculada, que despiertes en mi alma verdadero horror á la culpa y
decisión por cuanto atañe a la práctica de los deberes del cristiano, par a
que, teniendo por norma las virtudes de que eres depositaría, pueda desde ahora
consagrarme de lleno a tus servicios en esta vida para verte después y adorarte
en la otra. Amen.
ORACIÓN
Purísima
e Inmaculada María, aurora de santidad en quien brillan todas las virtudes. Tu
nombre sacrosanto forma el embeleso de las almas que esperan en tí, y tus
misericordiosos actos resuenan por todas partes, haciendo sentir sus benéficos
efectos. Sí, Virgen admirable: el mundo te es deudor del más grande y
portentoso bien. Escogida como fuiste por el Omnipotente para Madre del Cordero
que había de establecer la alianza entre aquel y sus criaturas, te prestaste
gustosa, no obstante, tu virginidad inmaculada, a que encarnar a en tus
amorosas entrañas el astro de clemencia, Jesucristo. Por este sublime acto de
caridad y por las continua s gracias que vienes prodigando a los que se acogen
a tu piadosa protección, te ruego que intercediendo con tu Padre santísimo me
alcances de él el favor que ahora necesito y un perfecto dolor de mis culpa s
par a ornado con la túnica de la gracia, imitarte en lo posible en esta vida y
gozar después en tu compañía de los encantos de la gloria. Amen.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Amabilísima
Virgen de Lourdes: después de Dios nada ha y en el Cielo ni en la tierra más
digno ni más grande que tú. Verificada la caída de Adán y Eva y perdida por
estos la amistad con su Criador y envuelta la humanidad en las tinieblas de la
ignorancia se dedicaba a todo género de excesos. Cerradas las puertas de la
misericordia quedó el mundo entregado a la soberbia y al desenfreno de las
pasiones; y como ese estado de cosas no debía ser constante, la sabiduría del
Altísimo en sus altos designios, te eligió desde los mismos momentos de la
caída para que fueras tú, la que destruyeras el poder de la serpiente, causa de
tan acerbas desgracias. Sí, Virgen Santa, tú fuiste la criatura designada para
tamaño bien; y desde entonces los profetas comenzaron a anunciar tu venida,
hasta que tuvo lugar tu Purísima e Inmaculada Concepción, par a que después
dieras al mundo al hombre Dios que había de establecer la alianza entre el
Criador y las criaturas. Logrado s los deseos de la Providencia con el precio
de la sangre y muerte de tu inocente Hijo quedó establecida la alianza y rotas
las cadenas que aprisionaban al universo. Empero, piadosísima María, el hombre,
haciendo uso de su albedrío, se entregó de nuevo a ilícitos placeres y mostrándose
muchos de ellos indiferentes a la pasión y muerte de Jesús, continúan
frenéticos apurando los excesos del vicio. Tan punible proceder lacera de dolor
tu materno corazón; pero tierna y amorosa siempre, no nos desamparas, antes si,
has procurado presentarte en distintos reinos para recomendarnos, que volvamos
al rebaño donde nos espera Jesús para estrecharnos en sus amorosos brazos; y
como ha tenido lugar tu aparición en la Cueva de Lourdes de un modo singular y
distinto a las anteriores, y al preceptuar á Bernardita a varios mandatos, le
comunicaste tres secretos con recomendación de que no los revelar a nadie, y
veo el germen de desgracias que afligen á las cuatro partes del mundo, lo que
me hace creer que nos esperan estupendos males; te ruego, en tu cualidad de
intercesora, que cuando tu Divino Hijo Jesucristo venga a juzgarnos y el Ángel
dé el sonido de la trompeta que anuncie tan terrible escena, en cuyos momentos
densas tinieblas oscurecerán el cielo y la tierra llenando de pavor a la
humanidad, me tengas a tu diestra cubierto con tu inmaculado manto, para
patrocinado por tí, merecer la alta dicha de ser contado entre los acogidos. Amen.
GOZOS
Madre de
mi corazón
Iris de
paz y bonanza:
Dame fé
y dulce esperanza
Purísima
Concepción
El mortal
que conturbado
te llama
con gran fervor,
ve
mitigar su dolor
por t u
cariño acendrado,
y de
gozo enajenado.
te
consagra el corazón:
Ciegos,
baldados, tullidos,
paralíticos
y cojos,
volviendo
hacia tí los ojos
se ven
presto socorridos;
y a tu
bello manto asidos
entonan
grata canción:
Los
males más destructores
y la
fiebre peligrosa,
por tí,
oh Virgen hermosa,
dulcifican
sus rigores;
y al
termina r los dolores
se te
rinde adoración:
El pesar
más angustioso,
el
cáncer, la hidropesía,
cesan
celestial María
por el
ruego fervoroso,
que
contrito y cariñoso
te
tributa la razón:
Brama
terrible huracán
y
desencadenado el viento,
causa
grave sufrimiento
á la
progenie de Adán,
que te
llama con afán
en medio
a su turbación:
El
navegante afligido
por
horrorosa tormenta,
que
tristezas horas cuenta
en el
mar embravecido;
á tus
plantas dolorido,
solicita
protección:
El sol
con sus resplandores
la luna
blanca y hermosa
y la
estrella luminosa
hacen
brillar los colores;
y el
cautivo en sus rigores,
te
entona triste canción:
Y las
aguas de piedad
de tú
benéfica fuente,
á la
humanidad doliente
curan
toda enfermedad;
y con
himnos de verdad,
pregona
su curación:
ORACIÓN AL PADRE ETERNO PARA TODOS LOS DÍAS
Grande
es vuestra Omnipotencia, Dios mío, inmensa vuestra misericordia, inescrutables
vuestros designios. El mundo, obra portentosa de vuestra voluntad, está
atestiguando vuestra sabiduría. El sol, la luna y los demás planetas que,
recorriendo la bóveda celeste, remiten benéfica luz a la tierra: las nubes que
a su voz envían abundantes lluvias para fertilizar los campos, el mar cuyas
embravecidas olas invaden la costa, los sazonados frutos que proporciona la
tierra y la variedad de árboles, plantas, flores y animales que pueblan el
espacio, todo, todo en conjunto, está como pregonando vuestra caridad y excelso
e inmutable poder. En medio de este cuadro encantador, figura el hombre a quien
habéis elevado casi a igual jerarquía que a los ángeles, poniendo a su
disposición los peces del mar, los animales de la tierra y los productos de
esta, dándole a la vez la luz de la inteligencia para que os ame ó invoque en
todos los actos de su vida. Por estos cuantiosos beneficios y por el hecho
reciente de haber hecho brotar á inmediaciones de la Cueva de Lourdes un
fecundo manantial cuyas aguas curan toda clase de dolencias, al extremo de
volver la vista a los ciegos y dar fuerza y movilidad á cojos, baldados y
paralíticos que atraídos por la fé ocurren presurosos a esa mística piscina de
donde se retiran libres de sus dolencias, os ruego, "Oh artífice
prodigioso," que a la manera que vuestra humilde sierva Bernardita, en
virtud de expreso mandato de vuestra excelsa hija María Santísima comenzó a
remover la tierra que había de brotar tan portentoso cauce, toquéis con vuestro
auxilio las puertas de mi corazón para que al sentir vuestro tacto, pueda,
lavado con las aguas de vuestro amor, combatir las insidiosas asechanzas del
mundo y asido del estandarte de la Cruz, decir a todas horas, gloria al Padre, gloria
al Hijo y gloria al Espíritu Santo. Amen.
SEGUNDO
DÍA
ORACIÓN
Mucho se habla de tí, Purísima María. En todas partes y a
todas horas se repite tu preclaro nombre y los prodigios que se reproducen en
la Cueva de Lourdes, a cuyas inmediaciones, la piedad de tus hijos, cumpliendo
con lo que preceptuaste á Bernardita, te ha erigido un suntuoso templo. En ese
sitio tienes establecido tu piadoso tribunal donde, prestando oído a los
necesitados, despachas favorablemente sus demandas. Sí, castísima Señora: allí
afluyen ricos y pobres, sabios e ignorantes, grandes y pequeños. A todos oyes
benigna, a todos atiendes, a ninguno desechas. Tu corazón, extasiado en un mar
de delicias se embriaga con las preces, oraciones y ofrendas que te dirigen los
peregrinos que purificados por la penitencia buscan tu amparo; y como yo me
cuento en el número de tus escogidos, te adoro y reverencio en el altar de mi
pecho, y te suplico, por el nacimiento de tu inocente hijo Jesús, que me
alcances de éste el favor que ahora necesito y que renazca yo en la vida de la
gracia para participar de tus favores en este mundo y en el otro. Amen.
ORACIÓN
Siento
el alma conmovida Inmaculada Señora. Al colocarme ante tí, veo que se disipan
los males que abruman mi existencia. En alas de la fé, imaginarme contemplarte
presidiendo los coros angélicos de quienes eres hechizo; y que, acordándote
constantemente de tus hijos, intercedes por ellos colmándoles de bendiciones.
Abrasada por fuego de la Caridad que te consume, te colocas junto al infortunado
para prodigarle consuelos y abrirles los tesoros de tu corazón, toda ternura,
toda benevolencia. Por estas razones, el mundo cristiano, dando impulso al
entusiasmo y reconocido a tus bondades, proclama tu poder, y entonando himnos a
la Divinidad, ve en tí su preciosa hechura para gloria de la moral y de las
sanas costumbres. Por tales razones y siendo como eres iris de reconciliación,
confórtame más y más en la fé, hasta el día grande en que vuele mi alma al
Cielo. Amen.
TERCER
DÍA
ORACIÓN
Inmaculada Virgen María: la naturaleza de quién eres la
más perfecta obra se regocija al presenciar los actos que para contento de los
adoradores de la Cruz se vienen reproduciendo en tus milagros a basílica de
Lourdes. Acrecentadas las creencias con la repetición de esos cuadros en que se
ve grabada la mano del Hacedor, y donde ostenta tu poder, siguiendo las
inspiraciones de tu Santísima alma, marchan en tu busca innumerables enfermos
con el designio de que mitigues sus males y ofrecerte el debido culto, sin que
le arredren los padecimientos y sacrificios que ocasiona la jornada. Allí,
Virgen clemente, en medio del perfume de las flores y de los acentos de la
música, se hacen subir hasta tu sagrado solio, preces edificantes y votos de
ternura que simbolizan la devoción que se te tiene como fuente de donde emanan
todas las virtudes. Por esas prerrogativas de que gozas, te pido que
concediéndome el favor que ahora, necesito, radiques más y más en mí las
creencias para continuar mereciendo la dicha de loarte y santificarte por toda
la eternidad. Amen.
ORACIÓN
Señora
del alma mía Virgen hermosa, cuan gratos y conmovedores son los instantes que
saborea el mortal cuando se consagra a tu servicio. Nada ni cosa alguna hay en
el mundo que produzca tan vivas impresiones, que lejos de minorarse se aumentan
á manera que se va ejercitando el espíritu en tan piadosa ocupación. Partiendo
de lo expuesto y ansioso de proseguir esta Novena, fijo de nuevo las miradas en
ti encareciéndote, que avives mis creencias, al extremo de que, de hoy en
adelante mis palabras, acciones y pensamientos, no tenga n otro fin que
sublimar tu poder logrando que se grave en mi corazón tu milagrosa imagen. Sí,
Madre mía, mientras que una parte de la humanidad olvidada de sus deberes,
marcha presurosa en pos de ávidos goces sin consagrarte un solo recuerdo, y
otra, asida al carro de sus triunfos ve trascurrir las horas apurando los
excesos del vicio y llevando a todas partes la enseña del egoísmo e intereses
mundanos, haciendo caso omiso de la salvación de su alma; yo reconocido como
estoy a los favores que me has otorgado, te suplico hagas descender sobre mí un
torrente de luz que iluminándome, sirva a aclarar la senda por donde deba
encaminarme para arribar algún día a la patria celestial. Amen.
CUARTO
DIA
ORACIÓN
Amabilísima María, rio caudaloso cuyas aguas refrigeran
la sed insaciable del alma. Desde que la sabiduría del Omnipotente dispuso que
el Verbo encarnara en tus entrañas, comenzó la humanidad a sentir los efectos
de tan singular acontecimiento. Entronizada estaba la tiranía en la tierra y
preso el hombre de sus pasiones transitaba por ella entregado al vicio.
Amaneció un día la aurora de santidad, brilló por vez primera el Sol de
Clemencia Jesucristo, el suspirado por las naciones, y pronto, muy pronto
cambió la faz del universo, sucediendo la humildad a la soberbia, la virtud al
vicio. Si Madre mío, con la pasión y muerte de tu preclaro Hijo se rompieron
las cadenas que subyugaban a la humanidad, y vuelta ésta a la gracia de Dios,
quedó destronado el imperio del demonio, dejándonos Jesús antes de su muerte un
legado de gran valía. Ese legado fuiste tú Virgen admirable, que desde entonces
vienes subviniendo a nuestras necesidades temporales y espirituales. ¿Quién
podrá diseñar con verdadero colorido la ternura de tu alma, ni lo ardiente de
tu caridad? No hay palabras con que explicar ni lo uno ni lo otro. Sumisa a la
voluntad de tu Padre, llenas tu misión dejando las huellas de tus benéficos
designios ¡Penitencia! ¡Penitencia! ¡Penitencia! es lo que pides; y en las diez
y ocho apariciones a tu sierva Bernardita indicaste la pauta que debemos seguir
para ablandar la justicia divina, y yo que te venero como Madre, alzo la voz
para suplicarte me otorgues el favor que ahora necesito y que tocando los
corazones de tus hijos, los traigas a la senda del bien para que, postrados de
hinojos y con alma contrita, se acojan a los pliegues do tu manto, a fin de
que, apadrinados por tí, alcancen la remisión de sus pecados para poder entrar
en la vida de la gracia. Amen.
ORACIÓN
Alabada sea tu misericordia fidelísima María. Tu eres la
azucena del jardín de los Cielos con cuyo perfume se adormecen las almas, y la
antorcha que ilumina al viajero en el campo de la vida, hasta penetrar en el
puerto de la felicidad. ¡Oh Madre mía! En tí todo es pureza y conmiseración.
Nada altera la calma que disfrutas, y al observarte abatiendo a la serpiente
que tantos males causara a la humanidad, te encarezco, vuelvas a mí esos tus
ojos misericordiosos para poder con tu auxilio, huir de las asechanzas del
enemigo común que se obstina en desviarme de tu santo servicio. Oye mis
súplicas, Reina sin mancilla, y tomándome de la mano inscribe mi nombre en el
número de tus siervos. Amen.
QUINTO DÍA
ORACIÓN
Sapientísima María, antorcha refulgente y constante
defensora del hombre a favor de quien ejerces el oficio de la maternidad, ¿Qué
podré ofrecerte en recompensa de los favores que te has dignado otorgarme y
particularmente por tu aparición en la Cueva de Lourdes para dicha de los
pecadores? Nada poseo que sea digno de tí, A no ser mi corazón, que, henchido
de gratitud, te lo presento en testimonio de lo mucho que te debo. Acéptalo
Purísima Señora y tomándole a tu cargo y concediéndome el favor que ahora
necesito, ha z que se inflame de todo punto con la vivida llama del más puro
amor, para que, se circunscriba a imitarte en esta vida a fin de verte frente a
frente en la otra. Amen.
ORACIÓN
Purísima
María, báculo de nuestra esperanza y sol que ilumina el paraíso. Desde los instantes
de mi nacimiento y cuando comenzó a desarrollarse en mí la inteligencia,
apareciste a mi vista como el modelo más perfecto de santidad: con tan gratos
antecedentes, me aficioné á tí, al extremo de que hasta en mis infantiles
recreos, figurábame verte, inundada de hermosura, junto al trono del Altísimo.
Estas ideas cundieron después en mi alma hasta el punto de que hoy, formas para
mí el más bello emblema; y como para colmo de dichas, has elegido la Cueva de
Lourdes donde ostentas los designios de tu bienhechora alma, te encarezco
Señora, que, correspondiendo a mis afectos, y mirando por otra parte mi
fragilidad, me sirvas de poderoso escudo para resistir el oleaje de las
pasiones y poder vivir y morir en tu servicio. Amen.
SEXTO
DIA
ORACIÓN
Benignísima María, rosa del cielo y maná con que se nutren las almas. En una de tus apariciones á Bernardita, le previniste, dijera a
los Sacerdotes ser tu voluntad que á inmediaciones de la Cueva de Lourdes, se
te erigiera una Capilla... y que se hicieran procesiones de la gruta. La buena criatura
cumplió tu mandato y dando cuenta al Párroco a que corresponde dicha gruta de
lo que le habías preceptuado, le contestó éste, que, para dar crédito a su
dicho, quería tener una prueba, como, por ejemplo, que el rosal silvestre
nacido al pie de la gruta, floreciera robusto y lozano como en pleno día de
primavera. Instruid a tú de esto, bellísima María, retratada indefinible
sonrisa en tu rostro, no te dignaste acceder a lo pedido por el párroco antes
sí, ordenaste á Bernardita que fuera a beber agua y lavarse en la fuente y
comer la yerba que brota junto a ella señalándole con tu delicada mano, un
rincón al lado derecho de la gruta enteramente seco y árido. La humilde niña,
sumisa a tu mandato, no viendo la fuente comenzó a abrir con sus frágiles dedos
una pequeña cavidad que pausadamente empezó a brotar cenagosa agua, la que,
bebida que fué por ella, se transformó de turbia en cristalina. Es e milagro,
debido a tu admirable poder, ha venido a confirmar tu clemencia; y como esas
aguas santificadas por tí, están produciendo curas extraordinarias, a cuantos
tienen la dicha de beberías, te encarezco hagas florecer la gracia en mi alma,
para embriagado de alegría, loar tu misericordia, y apurar hasta la saciedad
las aguas de la penitencia, que no dudo me concedas, así como el favor que
ahora necesito. Amen.
ORACIÓN
Graciosísima
Virgen María, dechado de perfección y luciente espejo en que se miran las
almas. Cada día que transcurre de esta Novena veo aumentarse mis afectos de
ternura y devoción hacia tí, y al recordar que, en una de tus apariciones a Bernardita,
le prometiste hacerla feliz en la otra vida, t e encarezco por tu Inmaculada
Concepción, me alcances de tu Santísimo Hijo los auxilios de su misericordia
para tener la dicha de bendecirle y santificarle en la gloria. Amen.
SÉPTIMO
DÍA
ORACIÓN
Gloriosísima Virgen María, paloma inocente bajo cuyas
alas cobijas a tus hijos par a trasportarlos al sitio de delicias donde tiene
su asiento el Dios de Abraham de Isaac y de Jacob. A tí Madre tierna que eres
el ángel de paz que lleva la alegría a los que gimen bajo el peso de la
tribulación, motivo por el cual la católica Iglesia te denomina salud de los
enfermos y consuelo de los afligidos; ocurro ante tu acatamiento para que,
viniendo en mi auxilio ilumines mis sentidos prodigándome los tesoros de tu
maternal cariño. Tú lo puedes todo, misericordiosa María. Basta tu voluntad
para que todo se alcance; y como no se ha dado caso de que el cristiano que te
invoque con sincera fé, haya sido desairado, me alienta la consoladora idea de
poder continuar consagrándome a tu servicio. Amen.
ORACIÓN
Virgen
admirable, Señora del mundo. Al invocarse tu nombre, la naturaleza se regocija,
la bóveda celeste se cubre de luciente grana, los pajarillos entreabriendo sus
matizadas alas, te saludan con cantos y gorgeos y el hombre afligido, falto de
luz y de amparo, volviendo las miradas hacia tí, pone en tus manos su causa en
demanda de consuelo; y tú, compasiva y generosa, mitigas sus zozobras,
ahuyentando los males que le agobian. Sí, Reina de los mártires, tú eres la
estrella del peregrino que teniendo en las manos la suerte de los hombres,
estás deteniendo con tus ruegos el brazo de Dios que amenaza descargar sobre la
humana naturaleza, lo cual está justificado en el hecho de haber dicho a
Bernardita que rogase por los pecadores. Dignaos Santísima Virgen de Lourdes,
continuar sujetando la tempestad que nos amenaza y ahuyentando sus ímpetus
destructores, sálvanos en la nave de la virtud y concédeme el favor que ahora
necesito. Amen.
OCTAVO
DÍA
ORACIÓN
Amorosa Virgen María; desde el momento en que te dignaste
aparecer en la Cueva de Lourdes tu nombre y los milagros que allí se
multiplican, se repiten de boca en boca, liar o es el reino, provincia, ciudad,
pueblo y aldea donde no cuentes hoy con millares de adoradores que cifran su
ventura en denominarse hijos tuyos. Abandonando sus antiguos goces, sienten
placer en reformar sus costumbres para consagrarse a la observancia de los
deberes del cristiano. ¡Ay Virgen Poderosa! quiero ver gente aquí, dijiste á Bernardita;
y éstas significativas palabras son las que a mi ver han contribuido a que se
opere tan notable transformación en la sociedad que tanto necesita de auxilios
sobrenaturales para destruir el cáncer que lo devora; y como te hemos ofendido
mucho, impetro de tu clemencia, intercedas por nosotros, concediéndome a la vez
el favor que ahora necesito. Amen.
ORACIÓN
Clementísima
Virgen de Nazaret, aurora de eternal ventura y puerta por donde entramos a la
gloria. En tu lindo rostro se refleja la pureza de tu alma donde la
Omnipotencia de Dios está patentizando tu santidad. Yo el más indigno de los
pecadores, observo que nada se oculta a tus purísimos ojos, que todo lo abarcas
y que tu corazón se deleita en hacer la felicidad de tus hijos. Si alzo la
vista al Cielo, paréceme que, entreabriéndose blanca y resplandeciente nube, te
presentas circundada de ángeles, sirviéndote el sol de diadema y la luna de repisa,
y que multitud de estrellas tachonan tu manto. ¡Oh Santísima Virgen de Lourdes!
No puedo explicar cuanto siente mi corazón. Un torrente de pensamientos
elevados afluye a mi cerebro. En el éxtasis de mi entusiasmo, imaginóme que
acompañada del glorioso Arcángel San Miguel, vienes a la tierra con hermosa y
brillante luz, á dar el ósculo de paz a los escogidos de tu Padre, que
perseverando fieles a sus preceptos, se muestran sumisos a su voluntad, y aun
paréceme oír de tus labios celestiales la dulce palabra de Perdón para los que
se han vuelto de su mal camino y lástima para los que recalcitrantes en la
maldad, viven sumidos en el error, rindiendo culto al vicio. Todo esto pienso,
Madre piadosa, y como tanto te amo, espero tu bendita absolución. Amen.
NOVENO DÍA
ORACIÓN
Inmaculada
María, perla del mar de la gracia y aurora que disipa las tinieblas del pecado.
Estoy ya en el último dia de esta Novena, que impulsado por el amor que te
profeso, he venido haciendo en honra y gloria tuya bajo la advocación de
Nuestra Señora de Lourdes. Como mísero mortal he puesto en ejercicio cuanto
está en relación con mi frágil naturaleza, tú lo sabes, Virgen adorada, pero
como me figuro, que en fuerza de mi ignorancia y enfermiza fé, no ha ido
acompañada de todo el fervor y devoción a que eres acreedora por tu cualidad de
Reina Madre y Abogada, te encarezco suplas con tu eficacia tamaña falta, y que
perdonando mi tibieza, derrames sobre mí un raudal de bendiciones para
impulsado por ellas, continuar ofreciéndote con más aciertos otros ejercicios.
No me niegues esta gracia Castísima María: quiero desde hoy ser esclavo tuyo,
quiero adorarte e invocar tu nombre a todas horas. Quiero también que se
arraigue de tal manera en mí la devoción, que durante el día y aun en sueños
piense en tí; y quiero que des fuerza a mis palabras para ver si logro con el
ejemplo, atraer almas a tu redil. Hazlo así, benditísima Señora y en el trance
de la muerte cuando mi alma vaya a abandonar el cuerpo, colócate a mi lado,
para amparado por tí, resistir los ataques del demonio que trabajará con saña
para apartarme de esta senda donde por la misericordia de Dios y méritos de tu Divino
Hijo Jesús, estoy colocado par a mi eterna felicidad. Amen.
ORACIÓN
Purísima
Virgen María, canal por donde el autor del Universo trasmite a los mortales los
tesoros de su providencia. Mucho tengo que agradecerte por el favor que te has
dignado otorgarme en el hecho de concederme tiempo para ofrecerte este pequeño
servicio; y al consignar mi gratitud te suplico que, trayendo la paz a los
corazones, hagas cesar las discordias que reinan en la humanidad, para que,
patrocinada por tí y cubierta con el Estandarte de la Cruz, goce de los
beneficios que proporciona la religión de tu adorado hijo Jesús. Amen.
AL GLORIOSO ARCÁNGEL SAN MIGUEL
ORACIÓN
Amantísimo
Miguel, humilde siervo de Dios ante cuya presencia te encuentras loando su
admirable nombre y con cuyo ejemplo los espíritus angélicos se humillan
sobrecogidos de placer. A tí, Arcángel querido, que en tu cualidad de
secretario de la Santa é indivisa Trinidad, cumples los mandatos que emanan de
su prodigioso trono y que en el tremendo día en que ha de venir Jesucristo a
juzgarnos, has de dar el sonido de la trompeta que resonará en todos los
ámbitos de la tierra, en cuyos momentos se verá está envuelta en densas
tinieblas. A tí que contribuyes á sublimar la Omnipotencia del Altísimo, te
encarezco, que sirviéndome de Ángel de guarda; me acompañes en todos los actos
de la vida, delineándome la senda que conduce al Cielo. Sí, Arcángel purísimo,
ven en mi auxilio, y dando luz a mis sentidos, cuida que jamás me encamine por
la tortuosa senda del pecado para que luego que se presente el recto Juez a
tomar cuenta de mis actos, pueda yo, al percibir tu voz, presentarme alegre y
contento a adorarlo en medio del cuadro consternado que presentar a el mundo al
verse privado de la luz del sol y demás astros. Amen.
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