martes, 13 de marzo de 2018

NOVENA A LA VIRGEN DE LA SALETTE






NOVENA A LA SANTÍSIMA VIRGEN DE LA SALETTE


ACTO DE CONTRICIÓN
 ¡Adorable salvador de nuestras almas! Ya no eres tú el Dios terrible que con voz de trueno hablabas á los hijos de Israel que temían morir: eres el Dios manso y benigno que nos hablas con la suavidad de la brisa, por medio de María tu Madre Virgen para convertirnos. ¡Con qué ternura y caridad nos reprendes! pues a la vez que nos amenazas con el castigo, nos ofreces tu misericordia para que no perezcamos. Por tanto, humillados profundamente en tu presencia, escuchamos tus llamamientos y te pedimos perdón por nuestros pecados. Venga a nosotros tu misericordia antes que el rigor de tu justicia, y quedemos a ti convertidos, para que, sirviéndote fielmente en nuestra vida, merezcamos amarte y bendecirte en el cielo para siempre. Amen.


ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS.
¡Reina de las Vírgenes y Madre de Jesucristo! ¿Cómo es posible contemplarte en actitud de tristeza, sin que nuestra alma quede profundamente conmovida? ¿Cómo podremos verte contristada por nuestros pecados, sin arrepentimos en lo íntimo de nuestro corazón? Tú lamentas las ofensas que hacemos a tu dulce Jesús, y, como una Madre interesada por nuestro bien, quieres evitar nuestra perdición y nos haces escuchar tus avisos maternales. No queremos, pues, verte llorosa y afligida, ni ser más los crueles instrumentos de tu pena. Cese ya nuestra ingratitud, y muera en nosotros el pecado que detestamos con toda la fuerza de nuestras almas. Estos son tus deseos y a este fin te apareciste en la Saleta como una celeste Misionera para predicarnos la penitencia y nuestra conversión a Dios. En tus manos, pues, ponemos nuestra salvación. Recibe nuestro arrepentimiento y haz que nos sometamos fielmente a la ley de tu santísimo Hijo. Amen.


DIA PRIMERO
¡Con qué sublimes encantos te presentas a nosotros ¡oh María! en forma de celeste misionera, ¡para convertirnos a tu divino Hijo Jesús! ¡Con qué dulcísima caridad nos amonestas para que evitemos el castigo y obremos nuestra salvación! ¿Y quién se resistirá a la eficacia de tus purísimas lágrimas virginales? ¡Oh María! que estas lágrimas caigan sobre nosotros como el rocío sobre la tierra sin agua, como la lluvia sobre la campiña, como la llovizna sobre la grama, y queden nuestras almas convertidas al eco armonioso de tu saludable predicación, a fin de que, haciendo penitencia por nuestros pecados, desagraviemos, amemos y sirvamos a nuestro Señor Jesucristo. Amen.


GOZOS
¡Oh María! por tu inocencia
Y por tu llanto y dolor,
Misericordia y clemencia,
Madre del divino amor.

Dos inocentes pastores,
De la Saleta en la altura,
Te vieron ¡oh Virgen pura!
Entre vivos resplandores.
Y admiraron tu presencia
En actitud de dolor.

"¡Oh hijos míos! avanzad
Les dijo tu voz doliente:
Vengo a contaros clemente,
Una grande novedad...
Y de tu llanto la fluencia
Reconviene al pecador."

"Si no quiere obedecer
Mi pueblo la ley sagrada,
Y o me veré precisada
A dejarlo perecer.
¡Cuánto su mala conciencia
Carga el divino furor.

"¡Oh si quisierais creerlo!
El brazo de Dios airado
Es tan fuerte y. tan pesado
¡Que no puedo sostenerlo!
Haced todos penitencia
Con temor y con temblor...

"Yo ruego en la eternidad
Por vuestro bien y salud;
Pero vuestra ingratitud
Se olvida de mi bondad.
¡Ay!  vuestra fría indiferencia
Debe causaros pavor...

"Del Domingo y día festivo
La profanación frecuente,
La blasfemia irreverente
Y la impiedad del altivo:
Esto carga con frecuencia
El brazo de mi Hacedor...

"De los actos religiosos
Os burláis con artificio
Y del Santo Sacrificio
Os olvidáis perezosos.
Ni el ayuno y la abstinencia
Queréis guardar con fervor...

"Si os convertís a mi Dueño,
Os dará dicha cumplida,
Será feliz vuestra vida
Y tranquilo vuestro sueño.
Pedid piedad é indulgencia
A vuestro Dios y Señor...

Haréis saber esto vos,
A mi rebaño, hijos míos,
Que abandone sus desvíos
Y se convierta a su Dios.
Tan bondadosa excelencia
Escuchará su clamor.

Dijiste, y en el momento,
Tus facciones escondiendo
Fuiste desapareciendo
Como astro del firmamento.
Los dos niños en tu ausencia,
Dieron fe de tu primor.

La fuente que sin raudal
Tocó tu planta serena,
Hoy se mira de agua buena,
Convertida en manantial.
Su frescura y trasparencia
Da la salud y vigor.

Todo el mundo á tí ha venido
Como a su amparo y consuelo
Porque a su voz se abre el cielo
En favor del desvalido.
Y tú le prestas audiencia
Y le impartes tu favor.


ORACIÓN FINAL
Compungido nuestro corazón y conmovida nuestra alma por la filial confianza que tenemos en tí ¡oh Madre de Jesús! imploramos tu auxilio para que nos reconcilies con Dios. A este fin te apareciste en la Saleta derramando lágrimas por nuestra desgracia, y exhalando tiernos suspiros por nuestra eterna salud. Tú quieres que nos sometamos a la ley de Dios y de la Santa Iglesia porque en ello estriba nuestra verdadera felicidad y el honor que se debe a tu Santísimo Hijo. Quieres que vivamos como verdaderos cristianos; que no nos olvidemos de tus piedades; que nos acojamos a tu dulce protección. Por tanto, venimos hoy a tus plantas ¡oh María! atraídos por tus finezas y por tu amor. Favorécenos contra el azote de la divina justicia, y haz que obtengamos los saludables efectos de tu misión sublime. Queden grabadas en lo íntimo de nuestra alma tus sentidas quejas para corresponder a tus deseos: temamos los castigos de Dios y obedezcamos su santa ley; confiemos en tus promesas para animarnos a practicar el bien. ¡Oh hermosa Misionera! Dígnate bendecirnos con la imagen de Jesús crucificado que traes sobre tu pecho, para que, convertidos a Dios, por tu medio, consigamos la perseverancia final y la eterna salvación. Amén.


DIA SEGUNDO
¿Qué sería de nosotros ¡oh María! si tú no fueras nuestra poderosa Abogada? ¿En dónde estaríamos ahora sufriendo el eterno castigo si no fuera por tu benéfica intercesión? Tú nos has librado de la muerte eterna: tú has suspendido los castigos que nos venían del cielo: tú nos has amonestado para que no perezcamos: tú nos llamas con ternura maternal. ¿Quién resistirá a tan dulces llamamientos? Nosotros hemos oído tu voz y venimos a tí para ponernos al abrigo de tu manto. ¡Oh cuán dulce es verter a tus plantas las lágrimas de nuestro arrepentimiento! Dígnate recogerlas y presentarlas a tu Santísimo Hijo como fruto especial de tu misión sagrada.


DIA TERCERO
Tú ¡oh María! Maestra de los fieles y augusta Misionera de los pecadores, que con tanto amor nos invitas á que hagamos penitencia por nuestros pecados, envíanos un rayo de luz que nos ilumine para separarnos de la vida que nos conduce al abismo. Enséñanos a hacer oración y a practicar el bien, para que desprendidos de la tierra, elevemos al cielo nuestros suspiros, y haciendo la voluntad de tu santísimo Hijo, le desagraviemos con nuestras buenas obras. Esto te pedimos fiados en tu bondad y llenos de confianza en tu protección.


DIA CUARTO
¡Oh María! Compungidos íntimamente por la profanación del día del Señor a quien debemos todo honor y reverencia, nos postramos a tus plantas para que recibas nuestro arrepentimiento y nuestra contrición. Piedad ¡oh María! por tan sacrílega profanación. De hoy en adelante queremos honrar al bienhechor de nuestra vida santificando el día que se ha reservado para sí. Alcánzanos esta gracia por amor de Jesús, y concédenos que tus ruegos aplaquen su indignación.


DIA QUINTO
¡Oh María siempre benigna y misericordiosa! ¿Cómo no agradeceremos tu amor y piedad para con nosotros, cuando viendo a ti santísimo Hijo tan ofendido interpones tus ruegos para que no nos castigue? ¿Cómo no bendeciremos a nuestro Señor Jesucristo que es tan bueno y á tí que eres tan amable y bendita? ¡oh María! Lloramos amargamente las blasfemias y profanaciones del santo nombre de Dios, y queremos bendecirlo en todos los instantes de nuestra vida. Alcánzanos la gracia de bendecirlo también en nuestra muerte y en tu compañía en el cielo. Amen.


DIA SEXTO
Te saludamos ¡oh María! con la pronta sumisión de hijos reconocidos. Te bendecimos con toda la efusión de nuestra alma porque eres nuestra ventura y nuestra reconciliación con Dios. ¡Oh tierna Abogada nuestra! No queremos ofender más a tu Santísimo Hijo Jesús: nos arrepentimos de haber pecado: proponemos la enmienda de nuestra vida y esperamos que nos alcances la gracia de la perseverancia final, y que nos libres de los castigos temporales y de la eterna condenación.


DIA SEPTIMO
Te saludamos ¡oh María, Madre de Dios! causa de nuestra alegría y remedio de nuestros males. Te saludamos bellísimo encanto de nuestras almas, dulcísimo consuelo de nuestra vida, Madre llena de ternura para nuestro corazón. Te saludamos y venimos a tí para depositar á tus plantas las lágrimas de nuestra contrición. ¡Seas bien venida, oh Misionera sublime! Seas bien venida y queden nuestras almas inflamadas en tu caridad. Tu amor purísimo es más que suficiente para premiar nuestra sumisión a Dios, ¿y aun nos ofreces bendiciones temporales? ¡Oh cuán bueno es tu Dios y nuestro Dios! ¡Cuán buena eres tú, delicia nuestra! Madre amable, conviértenos: defiende nuestra causa y no nos dejes perecer.


DIA OCTAVO
¡Oh María! ¡Mensajera celeste de la ventura! Con cuánta confianza debemos recurrir a ti que eres tan rica y bondadosa, y que tan de veras quieres salvarnos. Tú eres la repartidora de los tesoros de Dios, nuestra buena Madre, nuestra Maestra y protectora. Portales privilegios enséñanos a orar y nos desprenderemos de la tierra para elevar nuestras miradas al cielo: enséñanos a ser mortificados para vencer los estímulos de la carne; y alcánzanos la gracia de una verdadera conversión a Dios, estimando debidamente la oración y el ayuno que tanto nos recomiendas. Amen.



DIA ULTIMO
¡Oh bendita María! Tu misericordia es como la lluvia temprana que llena de alegría y de gozo a las campiñas que han sido abrasadas por el calor del estío, tu clemencia, como la suavidad del día sereno que nos anuncia tu ventura, tu gracia despide la prodigiosa fragancia del bálsamo puro, y tu hermosura y amor son el atractivo de todas las naciones. ¿Quién no quedara rendido al contemplar tu belleza? ¿Quién no se someterá a la voluntad del Señor, oyendo el llamamiento de tu voz virginal? Bendita seas porque has derramado en nosotros tu clemencia. Bendita mil veces porque no has tendido una mano salvadora y compasiva. Líbranos, por tanto, de la eterna venganza: ruega por nosotros y dígnate abrirnos las puertas del cielo. Amen.

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