jueves, 15 de marzo de 2018

NOVENA A SAN ALVARO






NOVENA A SAN ÁLVARO DE CÓRDOBA

  Postradas ante una imagen del Santo las personas que hubiesen de hacer su novena, principiarán persignándose, diciendo el acto de contrición devotamente, y luego proseguirán:

Creo en Dios, espero en Dios, amo á Dios sobre todas las cosas, pésame de haberle ofendido por ser quien es; propongo nunca ofenderle. Madre admirable, abogada de pecadores, por Jesucristo crucificado que nos alcances perdón, y gracia eficaz para no caer en pecado.
de este modo se comenzará diariamente la novena.


DIA PRIMERO
CONSIDERACIÓN.
Representémonos a S. Álvaro en este dia como ejemplar de despego del mundo.
Considera que el despego de las cosas del mundo es la próxima disposición para la pureza del alma; porqué así como los Vapores de la tierra son los que quitan su pureza y diafanidad al aire el cual es tanto más puro cuanto más se acerca al cielo así las aficiones á las cosas del mundo^ y el apego a ellas son los que ofuscan la pureza del entendimiento, y empañan el candor del alma, la cual será tanto más hermosa cuanto más se alejare del siglo, y se uniere á Dios» Reflexiona pues cuanto se alejó nuestro S. Álvaro del mundo; pues no contento con haber renunciado cuanto este tiene de sensible y transitorio, profesando el instituto dominicano, quiso abstraerse aún más de él, retirándose á su desierto de Scala coeli. Si tú por el contrario, te dejas llevar por el deseo de la vanidad, y te tiran las cosas del mundo; es porque tienes tu corazón muy pegado á las cosas de la tierra^ y por eso tan pesado é inclinado á ellas. Pregúntate á tí mismo con el Profeta: ¿Hasta cuándo ha de durar la pesadez de mi corazón? ¿por ventura hasta la muerte? ¿qué acaso merecen estos caducos bienes que solo son vanidad y mentira, mi amor? Vanidad, porque nada son en si mismos; y mentira, porque siendo en sí tales, hacen creer que son una gran cosa. Míralo bien, y resuélvete abrazar la realidad desasiéndote de vanas y mentirosas ilusiones.

ORACIÓN
Amabilísimo abogado mío S. Álvaro, si os dignáis poner los ojos en vuestro siervo os admirareis, y doleréis de verme tan desemejante á vos. Vos tan desasido del mundo, y yo tan metido en él: ¡vos tan dado á Dios, y mi corazón tan lejos de su infinita amabilidad ¡Ah!  y cuanto esto me confunde, y me avergüenza en vuestra presencia. Veo que todo mi mal proviene de no acordarme de Dios: y por eso os suplico, me alcanzáis una estrecha unión con Él, que es el sumo bien, y con quien vos la tuvisteis tan familiar. Haced, Santo mío, que yo lije mis pensamientos todos solo en las cosas eternas; de manera, que logre no ser uno de aquellos que se dejan llevar ciegamente de las cosas del siglo, sino que siga la luz de la verdad. Amen.
Se concluirá la novena diariamente del modo que sigue. Ahora récese un Padre-nuestro, Ave María, y Gloria Patri.

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Amable protector mío, y poderosísimo abogado S. Álvaro, yo indigno siervo y devoto vuestro reconociendo la mucha privanza, en que estáis delante de Dios, postrado humildemente ante el trono de vuestra gloria, os adoro con la más profunda veneración, y me gozo de que hayáis sido colocado en el sublime grado, que corresponde a vuestros grandes merecimientos; y también de que vuestro nombre se haga cada día más glorioso en la tierra con tantos y tan estupendos milagros como obráis. Ruegoos rendidamente por tantos dones sobrenaturales, con que os enriqueció el sumo Bien; por aquella caridad y penitencia, que en vos fueron tan admirables por aquel amor intensísimo que tuvisteis á Dios, me concedáis una verdadera contrición de mis pecados, con que quede mi corazón limpio, y para siempre unido con mi Dios. Suplicoos seáis mi protector en todas las acciones de mi vida, y que no me desamparéis en la hora de mi muerte. Finalmente, os pido la gracia particular, que por vuestra mediación espero me impetréis de la misericordia divina en esta novena, y es.... (aquí pida cada uno la gracia que desee alcanzar del Señor.) Y vos Reina del cielo, María, á quien tanto amó mi protector S. Álvaro, interponed por mí el gran poder que para con Dios tenéis, para que sean eficaces estas mis suplicas. Oídlas vos Señora, amorosísima Madre mía, no por mis méritos, sino por los de vuestro Hijo divino, y por los de vuestro afectuoso siervo S. Álvaro. Conozcan todos que le amáis glorificado, y que amparáis á los que recurren á él para que crezca el número de vuestros devotos y suyos, á él y á vos os alaben ahora en la tierra, y por toda una eternidad en la gloria. Amen.



DIA SEGUNDO
CONSIDERACIÓN.
Representémonos a S. Álvaro en este día como ejemplar de compunción y humildad.
 Considera que el principio de una vida cristiana y devota es un corazón compungido y humillado, así como un espíritu altivo y derramado suele serlo de una vida libre y disoluta. Esta compunción en S. Álvaro fue admirable si se atiende á lo inocente de su vida; y a pesar de ella llamabas el mayor pecador del mundo. Si sobrevenía algún castigo del cielo á los lugares de su residencia, se compungía y humillaba atribuyéndolo á sus culpas. ¡Que confusión es la para los que con tantos y tan graves pecados no sabemos compungirnos! Toda culpa nos parece pequeña y nos amarga poco, porque no ponderamos la dignidad de un Dios ofendido, ni lo apreciable de un paraíso que se pierde, ni lo terrible de un fuego que se merece por el pecado. Hacemos con nuestros pecados, lo que solemos hacer con las cosas amargas; que dejan de mascarse, para que no amarguen el paladar. Medita, pues, un poco con atenta consideración la gravedad de sus culpas, y así no te será difícil sacar de ellas la compunción, que les corresponde.

ORACIÓN
 ¡Oh grande y amable abogado mío S. Álvaro! Vos que teniendo tan poco que llorar con todo eso llorasteis tan continua y amargamente; aquí tenéis á vuestros pies un alma, que, teniendo tanto que llorar, no sabe arrepentirse: dadle, os ruego, á este mi sensible corazón un poco de aquella vuestra contrición que lo hiera, y de una vez lo derribe á los pies de Jesucristo crucificado. Si no lo merezco yo, lo merece un Dios por mí ofendido, el cual pide la satisfacción por lo menos de mi llanto. Haced, Santo bendito, que yo tenga siempre delante de los ojos mis muchas culpas, y en mi corazón un vivo y verdadero dolor de haberlas cometido, de tal manera, que sea digno de vivir con la esperanza de haber sido enteramente perdonado, como se promete á un corazón penitente y compungido verdaderamente. Amen.



DIA TERCERO
CONSIDERACION.
Representémonos en este día a S. Álvaro como ejemplar de penitencia.
Considera que, así como es propio de todo cristiano seguir las huellas de Cristo, así también lo es participar de la amargura de su cáliz y austeridad de su Cruz. S. Álvaro se mostró abrazado á ella en la corte, en el claustro, y en el desierto. Por experimentar sus rigores le condujo el amor de padecer á disciplinaria hasta derramar sangre: á dormir sobre el frío pavimento del templo; a llevar siempre ceñido su cuerpo de silicio; y á ejercer tan inauditas maceraciones, que llegó á ser un verdadero varón de dolores, y uno de los más penitentes Santos; ¡Oh Santo mío! ¿qué diré yo á eso? j Cómo no me confundo á la vista de tan rígido penitente! ¿Me servirá de escusa la edad, la inocencia, la complexión, ó la falta de tiempo? ¡Más ay, que no! Pues no pocas veces por cumplir un deseo, sufro in - comodidades, que me parecerían insufribles si las hubiese de padecer por Dios y por mi alma. Saber debo, pues, que el espíritu de santa austeridad es una de las más ciertas señales de predestinación.

ORACION
 ¡Oh penitentísimo abogado mío S. Álvaro! ¡cuán confuso quedo al contemplaros tan austero contra vos mismo, y á mí tan lejos de imitar vuestros ejemplos! ¡Cuánta más razón que yo hubiese usado en mi cuerpo esos rigores; pues han sido tanto mayor mis pecados! í Oh Santo mío vos lo entendisteis en macerar con tanto rigor vuestras inocentes carnes Y yo soy el necio, que no atendiendo á otro que á mi gusto, soy tan condescendiente con mis brutales apetitos Concededme, os ruego, ejemplar insigne de penitencia, un odio santo contra mí mismo, domando de continuo mis apetitos, y mortificando mis pasiones con vuestra ayuda y ejemplo, con que merezca caminar por la senda estrecha, que conduce al cielo. Amen.

  


DIA CUARTO
CONSIDERACION.
Representémonos a S. Álvaro en este día como ejemplar de oración.
Considera que S. Álvaro concibió una idea elevadísima de la divinidad por la oración: por ella conoció la hermosura de la gracia y fealdad del pecado ¿con qué otra arma peleó S. Álvaro, y triunfó de sus espirituales enemigos sino con las armas de la oración? ¿de qué medio se valió para practicar tan heroicas virtudes, y obrar tan estupendas maravillas? de la oración. Medita el alto grado á que en esta llegó, que le proporcionó la unión íntima con Dios. Se derretía su alma con esta íntima unión como la cera se derrite con la proximidad del fuego. Con tan buen ejemplar aprende el aprecio que debes hacer de la meditación de las eternas verdades^ cujas máximas deben ser la regla de nuestra \ida^ sin olvidar lo que dice el Espíritu Santo: acuérdate de tus postrimerías y nunca pecarás. Aquellas se aprenden meditándolas diariamente.

ORACION
 !Oh Álvaro bendito! inclinad el reino de los cielos todos mis pensamientos y afectos: despertad en mí la memoria de la eternidad; y haced, que acabe de una vez de conocer la diferencia grande que hay entre un bien infinito^ y lo que solo tiene su apariencia para que después llegue á poseer á Dios que solamente es el sumo bien, y á acompañaros á vos en la eterna bienaventuranza. Amen.





DIA QUINTO
CONSIDERACION
Representémonos a S. Álvaro en este día como ejemplar de castidad.
 Considera cuanto el angélico S. Álvaro amó la angelical virtud, cuando siendo aún tierno niño hizo voto de virginidad. Procuró conservarla macerando sus carnes, y mortificando sus sentidos. Toma tú para ello a María Santísima por protectora de tu pureza, y ruégala diariamente que te la conceda; pues esta Señora ama con especialidad á las almas castas. Concibe altamente de esta virtud, y ámala con ternura y afecto fervoroso. Es tan grande su aprecio, que no puede perfectamente conocerse en esta vida; pues acá en la tierra no se encuentra valor que le iguale. Es tan bella, que como dice S. Gerónimo, nos hace semejantes, y casi nos iguala con los Ángeles. ¡Dichoso el que sabe guardarla; y miserable el que la pierda!

ORACION
Purísimo abogado mío S. Álvaro ¡cuánto me confundo al verme delante de una azucena tan hermosa! ¡Y cuanto temo, que por mis culpas pareceré abominable en vuestra presencia! Yos, Santo prodigioso, podéis alcanzarme gracia para curar de todas ellas; pues me arrepiento de haberlas cometido. Alcanzadme de Dios y de su purísima Madre, una perfecta pureza, así en el cuerpo como en el alma; y así en la voluntad como en el entendimiento. Haced, que conciba yo un odio capital contra el vicio contrario; de modo, que no solo lo abomine, sino que le tenga cerrados todos los caminos por donde pudiese tener entrada en mi alma; pues de mi parte estoy resuelto á practicarlo con la gracia de vuestra protección. Amen.




DIA SEXTO
CONSIDERACION
Representémonos a S, Álvaro en este día como ejemplar de una fe viva
. Considera cuan viva fue la fé que comenzó á rayar desde la razón, y cuan fructuosa; que siendo aún niño era ya un varón perfecto. Álvaro vivía de la fé, y esta virtud conducía todos los pasos de Álvaro en presencia de su Dios y Señor. Medita en la intensión de ella y hallarás que fue tan viva, tan vehemente y tan eficaz que derretía su corazón y enardecía su entendimiento la presencia del Santísimo Sacramento la vista de la Sta. Cruz ó cualquiera criatura que le recordase su Criador. Ésta le obligaba á no poder apartar el pensamiento ni el afecto de un Ser supremo, en quien creía y á quien conocía por su viva fe. Detén tú un poco el pensamiento en contemplar tan grande fe, y resuélvete á excitarla por actos repetidos de ella, y la constante meditación de las verdades eternas; para que lijando esta virtud su morada en tu corazón, todas tus obras sean hijas de la fé.

ORACION
¡Oh Santo mío! animado de tan viva fé caminasteis siempre en la presencia de Dios. Imprimid en mi corazón altamente una profunda fé, y un reverente y santo temor de Dios; para que, no apartándome jamás de su presencia, camine por el camino de sus mandamientos; y que penetrado por una meditación continua de las verdades divinas^ y unido siempre con Dios por una no interrumpida oración^ merezca^ siendo imitador de las obras de tu fé en esta \ida^ gozar de Dios en vuestra compañía en la gloria. Amen.





DIA SEPTIMO
CONSIDERACION.
Representémonos en este día á S. Álvaro como ejemplar de una esperanza admirable.
Considera cuantas colosales y arriesgadas empresas le impulsó á acometer su esperanza: estribado en ella únicamente^ emprendió la fundación de su monasterio; puesta solo en Dios su confianza descansaba su alma de los medios de conservar su obra. ¡Cuán maravilloso efecto no causó esta virtud! Entregado en manos de la Providencia menospreció todo el apoyo y confianza que pudiera prestarle el mundo. Esta esperanza le hizo ejercer tan rígidas penitencias. ¡De cuanto consuelo le serviríais estas en la hora de la muerte! En Dios esperó siempre^ y por eso le recomendó su última voluntad; y Dios que siempre cuida á quien en él confía hace que esta se verifique.

ORACION
 ¡Oh esperanza madre de las virtudes! ¡Cuán dulces sois á la hora de la muerte! ¡De qué consuelo no se sentirá Heno el corazón del que supo practicarlas en la vida! ¡Qué seguridades no le prometerán de ver á Dios, y gozarle eternamente! Pasó el dolor, dirá el alma, y te queda, oh cuerpo una recompensa eterna y un gozo interminable. Pues si esto es así, oh Santo mío bendito, impétrame del Señor una muy grande esperanza, que me haga que sujetando la carne á la razón y esta á Dios desprecie las falaces máximas del mundo y de la carne, y violentándome por arrebatar el reino de los cielos, entone un cántico de gloria en su compañía. Amen


  


DIA OCTAVO
CONSIDERACION.
Representemos á S. Álvaro en este dice como ejemplar de una ardiente caridad para con los prójimos.
Considera que la caridad es industriosa en bien de su prójimo: así como el amor propio suele serlo para sí mismo. No dejó S. Álvaro modo alguno de ayudar á sus prójimos en cuanto le fue posible, y tuvo entrañas muy tiernas para socorrer á los pobres, y ayudarlos. Su celo por el bien de las almas le condujo á pasar los mejores días de su \ida, dedicado á los trabajos de una tarea evangélica. Su caridad para con los necesitados basta ver como se la premió el Señor, convirtiendo medio siguieron la virtud. ¿Qué cuenta no darás á Dios si por incuria ó vanos respetos hubieres dejado tanto bien?

ORACION
¡Oh amantísimo Santo mío S. Álvaro recurro á vos lleno de confianza rogándoos me concedáis la verdadera caridad para con el prójimo; pues siendo como soy cristiano no sé amarlo como Dios quiere y únicamente por Dios; sino que mis pasiones son la reglado mis afectos! Enderezad pues, en mí el amor para que sea amor santo y conforme al que ardía en tu corazón. Y si por él alcanzasteis tanta gracia ante la divina aceptación; ordenad os ruego, mis acciones de tal suerte, que sea para mi dichoso aquel trance último de donde empieza y depende la. eternidad, para alabaros y daros las gracias en el cielo. Amen.





DIA NOVENO
CONSIDERACIÓN.
Representémonos á S. Álvaro en este día como ejemplar de una heroica caridad para con Dios.
Considera que si en las demás virtudes fue S. Álvaro gran Santo, en su amor para con Dios fue serafín; tan abrasado estuvo en el fuego del Espíritu Santo, pue con solo pensar u oír hablar de la bondad Divina quedaba abstraído en estático rapto. Pero como en Jesús crucificado reluce más que en otra cosa alguna la bondad divina; así en el crucifijo tenía S. Álvaro el incentivo de sus amores. No sabía apartar de él su corazón: su meditación diaria eran los dolores, llagas, amarguras y afrentas que Cristo padeció en la Cruz, y de aquí sacaba tan vivos deseos de padecer con Cristo, que este amoroso anhelo le impulsaba á emprender atroces é inauditas penitencias. Bien le recompensó el Señor este amor á Cristo en la cruz transformando el pobre ulceroso, que conducía en sus hombros, en el devoto Crucifijo de S. Álvaro, venerado en Scala-coeli. Resuélvete pues a pensar á menudo en la cruz de Cristo, y en aquel amor que le obligó á padecer tanto por tí, y estos recuerdos te obligarán al agradecimiento, y á sufrir con paciencia los trabajos; viendo que Cristo va delante con tan pesada cruz: que es monstruosidad insufrible, que quien piensa en Jesús crucificado, no enderece hacia él sus afectos á imitación de su fiel siervo S. Álvaro.

ORACIÓN
¡Oh prodigio de amor grande amigo de Dios S. Álvaro! Veo cuán lejos estoy de la perfección, mas por eso mismo tengo por más necesario poner delante de Vos; que sois un serafín de caridad, este mi corazón frío hasta ahora y el que deseo encendáis en el fuego del divino amor. Téngale para criaturas vilísima, y no le tengo para mí Criador, para mi Redentor, para mi Padre, y. para mi Dios. Lleno de confusión pues os ruego, Santo mío, por aquel amor que le tuvisteis, y deseasteis en todo, que lo encendáis en mí, y me alcancéis gracia, para que todos mis alientos sean amor de Dios, y que yo viva, y muera amando al sumo Bien, que es el mayor don que puedo pedir, y alcanzar de vos. Amen.





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