NOVENA
A SAN JUAN FRANCISCO DE REGIS
DE LA COMPAÑIA DE JESUS
DIA PRIMERO
OFRECIMIENTO
Yo os ofrezco, oh Dios mío, cuanto hiciere,
meditare ó rezare en esta novena, a mayor honra y gloria vuestra, en honor de
San Juan Francisco de Regis, para bien de mi alma, por la conversión de los
pecadores, perseverancia de los justos, y necesidades de la Iglesia. Amen.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS.
¡Oh Jesús mío, que bajasteis del cielo a la tierra ansioso
de la salvación de todos los hombres, y por ellos sufristeis innumerables penas
y tormentos, hasta dar vuestra sangre y vuestra vida en una cruz afrentosa!
Hacedme conocer más y más el precio de esta Sangre Divina, y el de las almas
por quienes la derramasteis, para que este conocimiento me excite a procurar
con ahínco mi propia salvación, y la de todos mis prójimos, que comprasteis y
redimisteis á tan caro precio. Esta gracia os pido, Jesús mío, con todos mis
afectos por la intercesión de vuestro gran siervo y celoso apóstol San Juan
Francisco de Regis, para que, imitando su celo y ejemplos, consiga con otros
muchos por mi medio la vida eterna. Amen.
ORACION
PARA EL PRIMER DIA
¡Oh glorioso San Juan Francisco! que, iluminado con la luz
de una fe viva, comprendiste el gran precio de las almas por ser criadas á
imagen y semejanza de Dios; intercede por mí para que convencido de que la mía,
espiritual, inmortal y eterna, es superior a todas las cosas visibles,
menosprecie este mundo con sus riquezas, honores y placeres, y dé por bien
empleada la pérdida de todo, y aun de la misma vida temporal, por salvar mi
alma, y las de aquellos que estén confiados a mis cuidados. Amen.
Aquí
se rezará tres veces el Padre nuestro y Ave María por la conversión de los
pecadores. En seguida se hará la petición.
Antífona:
Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que anuncia y predica la paz;
del que anuncia el bien y predica la salud.
L/:
Anunciaré tu nombre a mis hermanos,
R/: Y
en medio de la Iglesia te alabaré.
ORACIÓN
¡Oh Dios! que adornaste a San Juan Francisco de admirable caridad,
y de invencible paciencia para soportar muchísimos trabajos por la salvación de
las almas; concédenos propicio, que amaestrados con sus ejemplos y ayudados con
su intercesión, consigamos los premios de la vida eterna. Amen.
DIA SEGUNDO
ORACIÓN
¡Oh glorioso San Juan Francisco, que convencido del sumo
precio de las almas por ser rescatadas con la Sangre infinitamente preciosa de
Jesucristo, te consagraste ante todo á tu propia salvación y santificación,
para poder luego con más eficacia cooperar a la salvación de los prójimos;
alcánzame del Señor la gracia de conocer que mi gran negocio en este mundo es
salvarme, y que todo lo demás sin esto es pura vanidad, como meló enseña
Jesucristo, cuyo único fin en su vida, padecimientos y muerte de cruz fué salvar
las almas. ¡Oh Santo mío! bien conozco que tiene sumo precio la mía, por la
cual Jesucristo dio su sangre y su vida, de infinito precio, para que así me
resuelva a perder todas las cosas antes que perder mi alma por el pecado. Amen.
DIA
TERCERO
ORACION
¡Oh glorioso S. Juan
Francisco! que oyendo aquellas divinas palabras: Fuego vine a traer a la tierra,
¿y qué quiero, sino que arda? te sentiste abrasado del fuego de la divina
caridad, y del celo de la salud de los prójimos; alcánzame del Señor algunas llamas
de este fuego celestial, que consuman en mi todo afecto desordenado a las
criaturas, y enciendan en mi corazón un celo ardiente por salvar almas, amándolas
en Dios y por Dios. Amen.
DIA
CUARTO
ORACION
¡Oh glorioso San Juan Francisco, que herido tu corazón de
las saetas del amor divino, corrías con ardiente celo por ciudades y aldeas,
montes y valles tras las ovejas descarriadas, para traerlas al redil Divino,
sufriendo indecibles penalidades; alcánzame la gracia de que mi pobre alma no
se extravíe ni se aleje jamás del Pastor Divino, y que con su gracia atraiga a
los que corren por los escabrosos caminos de la perdición, sin que sean presa
de los lobos infernales. Amen.
DIA
QUINTO
ORACION
¡Oh glorioso San Juan Francisco! que, abrasado del celo de
las almas, y sufriendo por esto persecuciones, humillaciones é ignominias,
estas no pudieron apagar el fuego de tu caridad, ni resfriar un punto el ardor
de tu celo; alcánzame del Señor la gracia de reputar en nada los trabajos y
persecuciones, con tal de salvar mi alma y las de los prójimos. Amen.
DIA
SEXTO
ORACION
¡Oh glorioso San Juan Francisco! que, viendo el celo impío
de los incrédulos y herejes, de Satanás, y sus secuaces en propagar el error y
la inmoralidad, sentías ansias de muerte contemplando que en efecto miles de
almas seguían la bandera del diablo, y se precipitaban ciegamente en el abismo
de miserias eternas; consígneme del Señor la gracia de una viva compasión de
los pecadores, y que superando en actividad a todos los malos, corra presuroso a
sacarlos del error y del pecado, para que en fin tengan la dicha de reinar con
Cristo en los Cielos. Amen.
DIA
SEPTIMO
ORACIÓN
¡Oh glorioso San Juan
Francisco! que iluminado por la luz de la fe comprendiste, que no hay gloria semejante
a la de ser cooperador con Cristo en la salvación de las almas, y que entre las
obras de Dios ésta es la más divina; alcánzame del Señor la gracia de entender
que nada puedo hacer más grato a Dios, nada más glorioso para mí, que trabajar,
y si es necesario, morir crucificado por salvar los hombres, rescatados con el
precio infinito de la Sangre de Jesucristo. Amen.
DIA
OCTAVO
ORACIÓN
¡Oh glorioso San Juan Francisco! Que, comprendiste cómo el
salvar, aunque no fuese más que un pecador, valía más delante de Dios que
conquistar el mundo entero, y que, salvando un alma, salvabas la tuya de la
perdición; hazme entender esta verdad, para que así, me esfuerce por conseguir
el inmenso galardón reservado a los que cooperan con Cristo a la salvación de
sus hermanos, y que animado con esta esperanza tenga la dicha de no entrar solo
en el Cielo, sino más bien acompañado de miles de almas, que glorifiquen a Dios
eternamente. Amen.
DIA
NOVENO
ORACION
¡Oh glorioso San Juan
Francisco! Que, ardiendo siempre en el fuego de la caridad divina, del
celo de la salvación de los redimidos, después de sufrir inmensos trabajos, y
de ganar a Cristo un sin número de almas, mereciste el renombre de apóstol, y
brillas ahora como estrella resplandeciente en el reino de los Cielos;
alcánzame del Señor la gracia de seguir tus pasos, ó imitar tu ardentísimo
celo, para que dando gloria a Dios, y cooperando con él a la salvación de las
almas, triunfe con él en la gloria. Amen.
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