viernes, 9 de marzo de 2018

TRIDUO AL SANTO ROSTRO







TRIDUO AL SACROSANTO ROSTRO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO



DÉCIMA
La calle de la amargura
Que a serlo en todo conspira
En Jesús llora y admira
Fea la mayor hermosura

Más la Verónica apura
En una heroica piedad
Contrarresto a la crueldad
Limpiando el Rostro, que atinta
De sangre y sudor le pinta
La más hermosa fealdad.
                                                                                              
DÍA PRIMERO
ORACIÓN
Pacientísimo Jesús, Redentor y amor mío, me humillo y me cubro de penitente confusión al hacerme presente ante vuestro Divino Rostro en la calle de Amargura, ensangrentado, destrozado, afeado, y, lo que, es más, sucio de las groserías más sacrílegas de los impíos soldados cuya vista penetro aun sobre las piadosas mujeres que le lloraban, la tierna piedad de la Verónica, ¡Oh mi Jesús, cuanto me duele haber dado en mis culpas el motivo a cubrir de confusión y de ignominia! El me valga, oh Redentor mío, con vuestro Eterno Padre, a quien se lo presento para que a su vista se mueva a perdonarme, y a protegerme en su gracia, para detestar, enmendar y satisfacer mis ingratitudes. Amen.

Aquí se rezan tres credos, intercalando entre cada uno:

L/: Adoro y reverencio el pacientísimo Rostro de Jesús, Dios y Salvador mío.

R/: Los Ángeles y Santos del cielo lo adoren y glorifiquen eternamente.

Después de rezados los tres credos se dirán:

ORACIÓN
Dolorosísima Madre de Jesús, María Santísima mi Señora, ¡con cuan intima gratitud, visteis, a enterneceros más la generosa intrepidez de la Verónica, que herida de la presencia lastimosa de vuestro preciosísimo Hijo, se dejó arrebatar a socorrerlo en su fatiga y aliviar su ahogo para perpetua emulación de todos los cristianos, que, instruidos en la fe, no recordamos tal hecho sin alabanza, y sin estímulo a venerar el Rostro sacrosanto, y compadecer vuestro tierno dolor en aquel trance. Lo que tan dichosa mujer se gangreno para vuestra protección, lo admiran en el cielo los bienaventurados. En la tierra os pedimos nos inspiréis los más tiernos compasivos afectos a los de vuestro pacientísimo hijo, y a la veneración de su preciosismo Rostro, a imitación de ella, en obsequio vuestro, gloria de Dios Padre y provecho de nuestras almas. Amen.  Ave María


DÍA SEGUNDO
ORACIÓN
Pacientísimo Jesús, Redentor y amor mío, me enternezco de lo íntimo del alma al presentarme vuestro Divino Rostro, cubierto de sudor y de fatiga en la calle de la amargura, por ir a redimirme, cuyo lastimoso espectáculo saco de si, a la piadosa y dichosa Verónica, que se lanzó sin reparo a daros un alivio tan tenue, pero tan tierno, como limpiaros con un lienzo. ¡Oh mi Jesús! Quien se hubiera hallado a imitar una piadosa y valiente acción de quien no podía más. Yo Señor, os ofrezco acreditar este suspiro mío, este mi afectuoso deseo, con esmerarme en venerar, amar y adorar vuestro pacientísimo Rostro, e inspirar como pueda en otros, su tierno culto y desagravio. Amen.


DÍA TERCERO
ORACIÓN
Pacientísimo Jesús, Redentor y amor mío, solo el exceso de vuestra dignación en querer para vos y pedirme mi corazón, puede haberlo dicho digno a refinar sus telas en su ternura para limpiar con ellas vuestro Divino Rostro, como si lo estuviera viendo, compadeciendo y adorando en la calle de la Amargura, deseando con ansia allí aun mejorar el lienzo tresdoblado con que lo alivio la dichosa Verónica, ¡Oh mi Jesús! Deseo ser merecedor de que imprimáis en mi corazón, vuestro Rostro tiernísimo, y que jamás se borre, para estar siempre amándolo y contemplándolo, anticipándome la gloria que los Ángeles tienen en mirarlo, sin hartarse de verlo, pues siempre lo desean. Yo deseo verlo y mirarme en él, amándole eternamente. Amen.


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