NOVENA A SAN
PEDRO TELMO
ABOGADO DE LOS NAVEGANTES
Dispuesta
por un devoto del Santo
Tuy 1855
ACTO
DE CONTRICIÓN
Dulcísimo
Jesús mío, Padre amantísimo de mi alma, que, en medio de vuestra justicia, os
acordáis, de vuestra misericordia, y que no desecháis un corazón arrepentido,
aquí tenéis el mío que os ama de todas veras, y se duele amargamente de las
ofensas que tuve la desgracia de cometer contra Vos, que siendo la misma
Majestad de los cielos y de la tierra, os habéis dignado tomar nuestra naturaleza,
padecer tormentos acerbísimos y morir en una cruz, para que redimida mi alma
con vuestra sangre preciosísima, viviese eternamente. ¡Ah, Señor, cuanto os
debo y que mal os eh pagado! Pero ya me pesa en el alma de haber correspondido
a tan grandes beneficios con tan repetidas ofensas. ya me humillo en vuestra
presencia reconociendo miseria. Confieso, Dios mío, que peque contra Vos, y
propongo no volver a pecar. Os adoro
como a mi Creador, mi Redentor, mi Salvador, y prometo no ser ingrato a tanto bien. Os amo, en fin, como a Padre clementísimo y
deseo cual otro hijo prodigo volver a vos, Bondad inmensa, digna de ser
infinitamente amada. Admitidme Señor, a vuestra gracia, compadeceos de mi
flaqueza, perdonad mis extravíos, y haced que nada de cuanto hay en el mundo
vuelva a separarme de Vos, para que de este modo llegue a acompañaros,
bendeciros y alabaros por eternidades en la gloria. Amen.
DIA PRIMERO
Amabilísimo
Jesús mío, luz verdadera, que ilumináis a todo hombre, que viene a este mundo,
pero luz de vida eterna solo para que los que la siguen, como lo experimento en
el bendito Telmo, que iluminando por ella en el instante mismo, en que más se
apartaba de Vos por un exceso de amor al mundo y sus vanidades, renuncio
generoso cuanto tenia, enseñándonos así, a amaros sobre todas las cosas: Haced
Señor, que a imitación suya, oiga yo la voz de vuestro cariño que tantas veces
me llama, en medio de los excesos de esta vida, a una seria conversión y
enmienda de mis extravíos, para que apartándome desde luego de cuanto pueda servirme de tropiezo para seguiros, disfrute los bienes temporales
que me concedáis, de modo que no pierda por ellos los eternos, que tenéis
preparados a los que de veras os aman. Amen.
Se
rezará tres veces el Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri.
ORACION PARA TODOS
LOS DIAS
Bienaventurado
Padre mío San Pedro Telmo, honor de las catedrales, gloria de los claustros,
alegría de los Tudenses y consuelo de tus devotos, que despreciando los honores
y riquezas con que el mundo te convidaba, todo lo dejaste por seguir a
Jesucristo en el retiro y pobreza de la vida religiosa, interpón tu valimiento
con el dispensador de todas las gracias para que me concedas la de imitar tu
humildad ejemplar, tu castidad angélica, tu sufrimiento heroico, tu obediencia
singular, tu mortificación extraordinaria y tu oración tan frecuentemente como
fervorosa. Bien conozco que tengo ofendido a la Majestad Divinidad, y merecido
el castigo de su cólera tan justamente irritada por mis pecados. Pero pídele
tú, Santo mío, que, pues una caída fue el principio de tu exaltación, me
levante yo de las que eh dado en la culpa, de tal modo que no vuelva a dar
otra. Tú, que evangelizaste a los pueblos, propagando la fe, alentando la
esperanza y exhortando a la caridad de que estaba tan abrasada tu alma, aumenta
en la mía estas virtudes cristianas. Tu que has reducido a tantos pecadores a
penitencia, con la sabiduría de tu predicación y con el acierto de sus
confesiones, alcánzame en las que yo haga un verdadero dolor de mis pecados.
Tú, en fin, que mereciste confirmase el cielo tu santidad con repetidos
prodigios en la tierra, en el mar y en el fuego, consígueme que, en el feliz
despacho de mis peticiones, vea yo cumplida aquella celestial promesa, que
antes de pasar a mejor vida me has hecho de amparar mis ruegos y protegerme en
los peligros y socorrerme en mis necesidades. Hazlo así, glorioso Patrono mi
amigo, para que, asistido de tu protección, alcance lo que pido en esta novena,
si me conviene, y guiado de la luz de tus obras por el borrascoso mar de este
mundo, logre arribar felizmente al deseado puerto de la bienaventuranza. Amen.
DIA SEGUNDO
Humildísimo
Jesús mío, que siendo el Señor de los señores y Rey de los cielos y la tierra,
te acomodaste con mi bajeza, sufriste mis necesidades, y te humillaste hasta
servirme, a cuya imitación el bendito Telmo, constituyéndose desde luego siervo
de todos, hallaba solo en las humillaciones, sus verdaderas delicias, y
pensando siempre de sí mismo con desprecio, ocupándose gustoso en los oficios
más bajos y despreciables, supo renunciar generoso cuantos honores y
distinciones se ofrecían a su mérito incomparable: hace Señor, que a ejemplo
suyo, reconozca mi nada para no engreírme, vea mis defectos, para humillarme, y
solo aspire a ser más que otros en la virtud, para que de este modo sea
exaltado, como tenéis prometido a los que de veras se humillaren. Amen.
DIA TERCERO
Sapientísimo
Jesús mío, que con obras y con palabras nos mostrasteis el camino más
corto y el medio más seguro para unirnos
a Vos mismo, enseñándonos a orar y a prender en tan santo ejercicio a serviros
y agradaros, como lo experimento el bendito Telmo, que orando día y noche,
viviendo continuamente en vuestra presencia logro por ello aquella celestial sabiduría
y tesoro de virtudes, que tan en breve lo hicieron idóneo ministro de vuestra
palabra, y tal acierto en saber pediros, que sus ruegos jamás desatendidos:
haced, Señor, que viva yo siempre unido
con Vos por mis oraciones, sintiendo en ellas mi corazón lo que digan mis
palabras, para que siéndoos acepto el sacrificio de mis labios aprenda a
serviros en mi estado, adelante en la virtud y aplaque vuestro enojo con el
fervor de mis oraciones. Amen.
DIA CUARTO
Amantísimo
Jesús mío, que por la excesiva caridad con que amasteis, bajando del seno de
vuestro Eterno Padre, no hubo trabajo que no abrazarais por mi amor, con cuyo
recuerdo el bendito Telmo, ardiendo en deseos de remediar las necesidades
espirituales y corporales del prójimo, abandono la inquietud del claustro y
acudió con presteza al remedio de toda clase de necesidades de sus hermanos,
sin que ninguno dejara de ser aliviado cumplidamente: Haced Señor, que arda en
mi este volcán de amor al prójimo, que lo auxilie con mis consejos, que lo
socorra con mis bienes, y me interese de veras en el alivio de sus necesidades,
para que desempeñando fielmente de este modo el máximo de vuestros preceptos,
logre algún día recibir el premio de mi amor al prójimo. Amen.
DIA QUINTO
Castísimo
Jesús mío, que naciendo de una virgen, la más pura de todas las criaturas, nos
declarasteis el singular mérito de una virtud, que nos transforma en Ángeles,
como experimento el bendito Telmo, que para conservar ileso, en medio de la
corrupción del mundo, el precioso tesoro de su castidad, supo vencer, con la
más violenta de las penas, la más poderosa de las tentaciones, arrojándose a
las llamas para no perderlo, haciéndose por su pureza admiración de los hombres y aun de los mismos
Ángeles: haced Señor, que apreciando yo debidamente mi castidad, me aparte y
huya de las ocasiones, en que pueda mancharla, y conservándola en mis
pensamientos, la manifiesten mis obras y palabras, para que auxiliado de
vuestra gracia, merezca ser colocado algún día entre vuestros escogidos por mi pureza.
Amen.
DIA SEXTO
Pacientísimo
Jesús mío, que en cambio de vuestras glorias abrazasteis con gozo las
ignominias, los trabajos y la misma muerte, a cuya imitación el bendito Telmo,
no hubo malos tratamientos, que no llevara con un sufrimiento singular en la
larga carrera de sus peregrinaciones, injurias y gravísimas calumnias contra su
honor y estimación, que resignado no tolerara, y pagando siempre bien por mal,
pidiéndoos de continuo por los que inflamaban, logro con su paciencia
purificarse y hacerse perfecto sin fallar en cosa alguna: haced Señor, que
llevando yo con la misma flaquezas de mis prójimos, sufra con alegría sus
ultrajes, les vuelva bendiciones por maldiciones, y aprenda a agradaros en mis
persecuciones, para que bendiciendo la mano, que me la envía por mi provecho,
logre la tranquilidad de la otra vida en premio de mi sufrimiento en esta.
Amen.
DIA SEPTIMO
Obedientísimo
Jesús mío, que para hacer la voluntad de vuestro Eterno Padre os mostrasteis
obediente a sufrir la muerte, y muerte de cruz, por lo que el bendito Telmo,
desnudo siempre de su propia voluntad y dependiente de la ajena, ponía todo su
cuidado en hacer vuestra voluntad santísima y hallaba todas sus delicias en
acudir por ella a la conversión de los pecadores, al socorro de los enfermos y
al auxilio de los necesitados, presentándose sin replica en alas de su
obediencia, y sin conceder a su cuerpo fatigado el preciso descanso, a donde
quiera que le llamara vuestra voluntad y el cumplimiento de sus deberes; haced
Señor, que llene yo en todos los míos, obedeciendo a mis mayores y respetando
los mandatos de mis superiores, para que en la observancia de los vuestros,
enseñe a todos a hacer vuestra voluntad en la tierra, para que después la
hagamos en el cielo. Amen.
DIA OCTAVO
Dolorosísimo
Jesús mío, que tomando sobre vuestros hombres el grave peso de nuestras culpas
y satisfaciendo por ellas superabundante, nos enseñasteis el camino de la
mortificación, que conduce al cielo, por el que el bendito Telmo se esmeró en
seguiros, ofreciéndoos de continuo el agradable sacrificio de su cuerpo,
castigándolos con ayunos, crueles cilicios y sangrientas disciplinas, sin
permitirle otro descanso que no fuera otro tormento para sujetarlo, como consiguió a las leyes del espíritu: Haced
Señor, que yo también lo consiga por medio de una mortificación saludable, que
destruya de luego a luego las armas de la carne, mi mayor enemigo, para que
haciendo dignos frutos de penitencia, aligerado por ella de la pesada carga de
cuando debo por mis culpas, vuele más fácilmente a las mansiones de la gloria.
Amen.
DIA NOVENO
Misericordiosísimo
Jesús mío, principio y fin de todas nuestras esperanzas y único termino en cuya
posesión hemos de ver cumplidas las celestiales promesas, que tenéis hechas a
los que para lograrlas no se desvían del camino de vuestros divinos
mandamientos, y en cuyo puntual cumplimiento se cifra el goce de Vos mismo,
como lo experimento el bendito Telmo, que confiado, antes de pasar a mejor
vida, del premio que en ella le esperaba, lejos de haber sido confundido en sus
esperanzas, logra ya en Vos mismo que tenéis preparado a los que bien y
fielmente os sirven: Haced, que apartando yo los ojos de la tierra, los dirija al cielo, donde
están mis esperanzas para que siguiendo los pasos en las virtudes de vuestro
fiel siervo San Telmo, también vea yo cumplido la esperanza que tengo de
alabaros y bendeciros en su compañía, por eternidades en la gloria. Amen.
GOZOS
Pues eres
mi protector
Por
disposición del cielo
Oh Telmo, dame tu celo
Para ser tu imitador.
Aunque en
Fromista naciste
De padre
ricos y honrados
Y en
Palencia señalados
Destinos,
Telmo, tuviste
El azar
que allí sufriste
Te dio a
conocer mejor:
Con tu
ruidosa caída
Enseñaste
al mundo entero
Que todo
por Dios ligero
Debe
dejarse, aun la vida
Pues hay
merced más cumplida
Al que
siga tu fervor:
Renunciaste
con presteza
La
dignidad de Deán
El mundo y
todo su afán
Por
honores y riqueza,
Que a
Domingo sin pereza
Te lleva
impulso mayor:
Las
virtudes en tu pecho
Tal
acogida tuvieron
Que desde
luego te vieron
Modelo de
todas hecho
Sin
saberse cual de hecho
En si se
vio mayor:
Amor de
Dios acreditas
En dejarlo
por el todo,
Y del
prójimo, de modo,
Que quieto
jamás habitas
Ganando
con tus conquistas
Almas mil
para el Señor:
Los
prodigios que en el mar
En la
tierra y en el fuego
Y en el
aire ostentas luego
Todos son
para probar
Tu
castidad y tu orar,
Y de tu fe
el gran fervor:
Sufrido,
obediente a todos,
Humildísimo
viviste
De rico
pobre te hiciste,
Hecho un
todo ´para todos,
Castigando
de mil modos
Solo tu
cuerpo el rigor:
El premio
que merecía
Al fin
logro tu esperanza,
Arribando
con bonanza
Al puerto
que apetecía
Pues es
Dios, del que confía
En él,
remunerador:
Enfermos,
pues y tullidos,
Ciegos y
cojos venid,
Todos a
Telmo pedid,
No seréis
desatendidos
Pues
benignos sus oídos,
Oyen aun
vuestro clamor:
Y si en
tempestad furiosa
Te vieres,
o navegante,
Llama a
Telmo, que al instante
Veras en
calma dichosa
La mar
inquieta y undosa
A impulso
de su favor:
Por eso en
tu protección
Tanta
confianza tenemos,
Que al fin
alcanzar creemos,
Siguiendo
en tu devoción,
Vivir a tu
imitación
La gloria
por tu favor:
L/: Ruega por nosotros Bienaventurado
Pedro.
R/: Para que seamos dignos de alcanzar
las promesas de Jesucristo.
ORACION: Dios nuestro, que
manifestasteis tan singular el auxilio del Bienaventurado Pedro, a los que se
ven en los peligros del mar, concédenos por su intercesión, que la luz de tu
gracia nos ilumine en las borrascas de esta vida, para que con ella encontremos
el puerto de la salud eterna. Por Jesucristo nuestro Señor. Amen.
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