viernes, 15 de junio de 2018

PEREGRINACIONES A LA SANTA CASA DE NAZARETH






PEREGRINACIONES A LA SANTA CASA DE NAZARETH



ORACIÓN
Padre y Señor nuestro: los castigos que misericordiosamente nos enviáis para que salgamos de nuestro profundo y funesto letargo, nos han hecho conocer que nos hemos desviado del buen camino que á Vos conduce, y que nuestras costumbres están muy lejos de ser piadosas y edificantes como las que hacía brillar en la santa Casa de Nazareth la sagrada Familia, ejemplar de todas las familias cristianas. Arrepentidos, pues, de nuestro errado proceder, y deseosos de enmendarlo, proponemos visitar cada día, en espíritu, dicha santa Casa, y considerar los rasgos sublimes que practicaba su jefe y Patrón nuestro, san José, para conformar a ellos nuestra conducta. Enviadnos, oh Señor, vuestro santo Espíritu, que prepare nuestros corazones y nos impulse el imitar tan perfecto modelo. y así viviendo cristianamente en la tierra, merezcamos después contemplar cara a cara ti Jesús, María y José en el cielo. Amen.


ORACIÓN Á SAN JOSÉ
En vuestra santa Casa nos presentamos, virtuosísimo José, para aprender de Vos lecciones de virtud y santidad. ¡Oh, si esas paredes pudiesen hablar, cuantos rasgos heroicos de la sagrada Familia nos referirían, conocidos solamente de Dios! Dignaos, pues, ser nuestro maestro, y nosotros atentos oiremos vuestras instrucciones. Hoy nos detendremos en considerar:


Día 1
Vuestra llegada con la Virgen santísima a esta pobre morada, después de los santos desposorios que unieron vuestros dos purísimos corazones.


PETICIÓN
Oh perfectísimo san José, admirados y confusos nos retirarnos de vuestra santa Casa, al ver de cuan distinto modo nos hemos portado. Mas haced Vos, oh Santo glorioso, que esta peregrinación no nos sea infructuosa; sino que recordando en cada suceso de nuestra vida lo que Vos practicasteis en parecido caso, sigamos vuestro ejemplo, y viviendo toda una vida verdaderamente cristiana, logremos que se reforme la sociedad y vengan días de paz y bien andanza, que sólo son fruto del catolicismo. Oh gloriosísimo san José, oíd nuestras súplicas y alcanzadnos también la libertad de nuestro amoroso padre el Pontífice reinante, el triunfo de nuestra madre la Iglesia católica, de la que habéis sido nombrado patrón y protector, el remedio de los males que afligen a nuestra católica nación, y después, la dicha de vivir y reinar con Vos y con Jesús y María en la morada celestial por todos los siglos. A este fin os invocamos diciendo:

S. José, casto esposo de María        R/: protegednos, y proteged a la Iglesia y a su Cabeza visible.
S. José, custodio de la virginidad de María,
S. José, puro amante de María,
S. José, obrero ejemplar,
S. José, pronto en cumplir los deberes para con Dios,
S. José modelo de sencillez,
S. José, revestido de fortaleza,
S. José, lleno de fe viva,
S. José, anonadado en vuestra grandeza,
S. José, ejemplo de obediencia,
S. José, firme en vuestra esperanza,
S. José, agradecido a los favores del cielo,
S. José, que estrechasteis en vuestros brazos al Hijo de Dios,
S. José, que alimentasteis al Señor del universo,
S. José, que comisteis en una misma mesa con Jesús y María,
S. José, que descansasteis con Jesús y María,
S. José, que con Jesús y María formasteis una sola voluntad,
S. José, el ms elevado en la contemplación,
S: José, lleno de alegría por haber encontrado Jesús,
S. José, ti quien estuvo sujeto el Hijo de Dios,
S. José, que siempre estuvisteis a la presencia de Dios
S. José, recreado con los dulces coloquios de Jesús y María,
S. José, solícito en el gobierno de la casa,
S. José, profundísimo en la humildad,
S. José, lleno de amor para con los hombres,
S. José, cauto en el uso de la lengua,
S. José, resignado en vuestra enfermedad,
S. José, consuelo de los enfermos,
S. José, protector de los agonizantes,
S. José, nuestro defensor en el divino tribunal,
S. José, príncipe de los bienaventurados,

Jaculatoria que se dirá tres veces.

José, a cuyo ruego cede
De Jesús el Corazón,
Salva a Roma y nuestra Patria,
Pues ya pedimos perdón.


Día 2.
Vuestra fidelidad en desempeñar el cargo con que os honró Dios, eligiéndoos custodio del tálamo virginal de María.

Día 3.
Vuestra conducta hacia María, ú la que tratasteis siempre con santo respeto, cariño y ternura.


Día 4.
El arreglo que hicisteis de las horas del día, empleándolas todas en el trabajo y la oración.


Día 5.
La prontitud con que os levantabais muy de mañana, dirigiendo vuestro primer pensamiento tí Dios, y pidiéndole su auxilio para no desagradarle en ninguna cosa.


Día 6.
La sencillez y aseo en vuestro porte y en el arreglo del mueblaje de esta Casa.


Día 7.
La fortaleza con que Vos y vuestra virginal Esposa arrostrabais las tribulaciones de esta vida, consolándoos y ayudándoos mutuamente.


Día 8.
La grande fe con que creísteis las palabras del Ángel, al revelaros el misterio de la encarnación del Hijo de Dios en las virginales entrañas de vuestra purísima Esposa.


Día 9.
Vuestro anonadamiento al pensar que debíais hacer las veces del Padre eterno.


Día 10.
Vuestra obediencia a las potestades de la tierra, disponiéndoos a marchar a Belén con María para cumplir el edicto del emperador.


Día 11.
La firmísima esperanza que al salir de esta Casa pusisteis en el Señor, que dirigiría vuestros pasos en el viaje que emprendíais.


Día 12.
Vuestro agradecimiento al Altísimo, dándole gracias al poner de nuevo los pies en esta Casa cuando volvisteis de Egipto.


Día 13.
Las suaves delicias que sentíais cada vez que estrechabais contra vuestro corazón y besabais al Hijo de Dios.


Día 14.
Vuestro afán en procurar con el sudor de vuestro rostro el alimento al Señor del universo.


Día 15.
Vuestra satisfacción en comer con Jesús y María en una pobre y frugal mesa, pidiendo a Dios su bendición al empezar, y dándole gracias después.


Día 16.
La tranquilidad con que os entregabais al descanso con Jesús y María, después de haber ofrecido las obras de aquel día ti Dios.


Día 17.
La unión de vuestro corazón piadoso con los de Jesús y María, formando los tres una sola voluntad.


Día 18.
Vuestra puntualidad y fervor en el santo ejercicio de la oración, que practicabais con Jesús y María.


Día 19.
Vuestro inmenso gozo cuando entrasteis en esta Casa, de vuelta de Jerusalén, por haber encontrado a vuestro querido Jesús que allí habíais perdido.


Día 20.
Vuestro asombro al ver que el mismo Hijo de Dios os estaba sujeto y obedecía alegre vuestras órdenes.


Día 21.
El gusto con que trabajabais teniendo a vuestra presencia al mismo Dios humanado, que os ayudaba en vuestras rudas faenas.


Día 22.
Vuestros dulces y santos coloquios con la Virgen María y el divino Jesús.


Día 23.
La santa emulación con que los tres procurabais cumplir los quehaceres domésticos para aliviaros mutuamente.


Día 24.
Vuestra humildad al vero servido por Jesús y María.


Día 25.
Vuestro amor al prójimo ofreciéndole vuestros servicios, sufriendo sus molestias, excusando sus defectos y rogando por los pecadores.


Día 26.
Vuestra vigilancia en evitar palabras ociosas y murmuraciones.


Día 27.
Vuestra paciencia en sufrir las molestias de vuestra enfermedad.


Día 28.
La paz del alma que os infundían los dulces y santos consuelos que recibíais de Jesús y María en los momentos más críticos de vuestra enfermedad.


Día 29.
Vuestra entera conformidad A la voluntad de Dios, al hallaros cercano A la muerte.


Día 30.
El agradecimiento que demostrasteis A Jesús y A María por los favores que os habían dispensado, al despediros de ellos próximo A morir.


Día 31.
Vuestra inefable dicha al exhalar el último suspiro en los brazos de Jesús y María.


El último día de los meses de 30 días se considerarán los números 30 y 31.




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