sábado, 2 de junio de 2018

RELOJ DEL SAGRADO CORAZÓN






RELOJ DEL SAGRADO CORAZÓN



AL DESPERTAR
Hoy comienzo un nuevo día
Que me concede el Señor;
Mas ya oigo su voz de amor
Que me dice: amiga mía,
Levántate, he aquí tu guía;
Sígueme, ve a la oración,
Y sobre tu corazón
Me pondrás como tu sello,
Y en él, como en altar bello,
Haré mi grata mansión.

PARA LAS SEIS
Si de tu más puro amor
El corazón me has llagado,
Ven a mí, Sacramentado,
Pues te deseo con ardor:
Ven, Padre mío, ven, Señor;
Sed tengo de ti, ven luego
A abrasarme en ese fuego,
Que cual sierra herida estoy;
Porque a tu Corazón voy,
Y como á fuente me llego.


PARA LA MISMA HORA.
Mi alma, amada Madre mía,
Mi cuerpo y todo mi ser,
Cuanto haga e intente hacer,
Todo es vuestro en este día:
Cuídame, dulce María,
Como Maestra y como Madre,
Y dile al Eterno Padre
Que yo soy su hija y esclava;
Y así no permita que haga
Hoy cosa que no le agrade





PARA LAS SIETE.
Ya puedo decir así,
Con un lenguaje sagrado:
Ya soy toda de mi Amado
Y mi Amado para mí,
Porque ya le recibí,
Le tengo Sacramentado;
Mi corazón trasportado
Está de santa alegría,
Porque se ha llegado el día
Por tanto, tiempo deseado.

PARA LA MISMA HORA.
Tu memoria siempre fiel
Sin cesar te proponía
Cuanto contigo había
Obrado el Dios de Israel;
Y tu acción de gracias á El
Era también sin cesar;
Ayúdame, pues, a dar
Las gracias que debo a Dios;
Pues si las damos las dos,
Sin duda le han de agradar.




PARA LAS OCHO
El amor de los amores
Eres en el Sacramento,
Meditarte es mi contento,
Pues aquí me haces favores;
Aquí pegas tus ardores
Al corazón más mezquino;
Aquí, mi Jesús divino,
Te diré yo, mi Señor,
Que me es más dulce tu amor
Que el más delicado vino.

PARA LA MISMA HORA.
Tu entendimiento ¡oh María!
Qué será lo que no supo,
Cuando vemos que en ti cupo
La eterna sabiduría:
Qué luces, qué mediodía,
Qué claridad te ilustró;
Bendigo al que te la dió,
Y te ruego por Jesús
Que en medio de tanta luz
No me quede a oscuras yo.



PARA LAS NUEVE.
Oculto, cual fino amante,
Mi Jesús, te miro aquí,
Tan solamente por mí
Y porque me amas constante;
Quién pudiera en este instante
Meterte en tu corazón,
Realmente y por comunión
Millones de abrazos darte,
Y con amor compensarte
Tan extraña humillación.

PARA LA MISMA HORA.
Tu voluntad, centelleando
Llamas del divino ardor,
Mientras se moría de amor
Tu fuego, era estar amando:
Feliz suerte; ¿pero cuándo
Harás que este santo fuego
Prenda en mi alma? yo te ruego
Que un rayo de esos, flamante,
Hiriéndome me haga amante
De Dios, ahora, luego, luego.


PARA LAS DIEZ.
Al verte Sacramentado
Me confundo yo, Señor,
Al ver tanto, tanto amor
Que á los hombres has mostrado,
Pues te veo aquí, despreciado,
Padeciendo y en prisión,
Por ganar un corazón
Que tan tuyo había ele ser;
Mas si no es tuyo, has de hacer
Que lo sea en esta ocasión.

PARA LA MISMA HORA.
Tu Corazón ardió tanto
En el amor al Dios Trino,
Que al fin este incendio vino
A ser de tu alma el encanto.
Si este fuego puro y santo
La existencia te quitó,
Tanto no merezco yo;
Pero sí puedo pedir,
Que me llegue a consumir
El fuego que te abrasó.




PARA LAS ONCE.
Pan de vida y de sustento
Hallo para saciar mi hambre,
Cuando veo que cuerpo y sangre
Me das en el Sacramento.
¡Oh! qué indecible contento
Es llegar a recibir
Esta prenda, y repetir
Trasportada en tus amores:
¡Qué fuertes son tus ardores;
Amor, y no más sentir!

PARA LA MISMA HORA.
Tu pensamiento ocupado
En el ser de Dios vivía,
Y día y noche discurría
¡Cuán perfecto era tu Amado!
Por eso á ti, que has empleado
Tus potencias dignamente,
Te suplico humildemente
Me ilumines con tu ciencia,
Y que de Dios la presencia
Me ocupe continuamente.




PARA LAS DOCE.
El resto de tus amores
Aquí, mi Jesús, echaste,
Cuando con deseo deseaste
Cenar con los pecadores.
Este sí es nudo de flores
Que a los corazones ata
Y de amor los arrebata
Con una dulce violencia;
Porque en tu amable presencia
Sólo de amores se trata.

PARA LA MISMA HORA.
Angustiada Madre mía.
Tierno imán de mis amores,
Mis trabajos y dolores
Te ofrezco desde este día.
Por tu nombre de María
Te pido resignación;
Por tu amante Corazón
Paciencia y conformidad;
Y con profunda humildad
Lágrimas de contrición.



PARA LA UNA.
Si para poderme hablar
A la soledad me llevas,
Me esconderé hasta las cuevas
Para poderte escuchar.
Bellas lecciones de amor
A tus pies he de aprender,
Y en silencio he de entender
Lo que tú quieres de mí;
También te ofreceré aquí
Cuanto pueda padecer.

PARA LA MISMA HORA.
Nada deseo más de amarte;
Y si en mi mano estuviera,
¡Oh María! mi vida diera
Por servirte y obsequiarte.
Y mientras llego a gozarte,
Tú mis deseos encamina
A la voluntad divina,
A padecer por Jesús,
A abrazarme con su Cruz
Y a serle una esposa fina.




PARA LAS DOS.
Si el modo de amarte a ti
Es el amarte sin modo,
Toma mi corazón todo,
Pues yo te lo entrego aquí.
Mi cuerpo y alma te di,
Y ahora de mi corazón
Te hago nueva donación
Para que viva en la Cruz;
Pues Corazón de Jesús
Se ha de llamar con razón.

PARA LA MISMA HORA.
Arca viva y animada
Fué tu cuerpo en que habitó
El mismo que a ti te crió
Y para quien fuiste creada.
¡Oh Madre mía muy amada!
Hoy mi cuerpo a tu pureza
Le ofrezco; haz que con presteza
Sirva diligente a Dios,
Y obedeciendo a su voz
No le venza la tibieza.


PARA LAS TRES.
Mi amantísimo Jesús,
Me dices, como mi guía,
Que yo de noche y de día
Te he de seguir con mi Cruz.
Mirándolo a buena luz,
Sangrienta esposa he de ser;
A ti me he de parecer,
Porque padecer y amar
Por divisa he de tomar
Si te quiero complacer.

PARA LA MISMA HORA.
Inclina, Madre mía, a mí
Esos tus hermosos ojos,
Pues con los míos le di enojos
A tu Hijo y también a ti;
Mas se acabaron aquí,
Porque en esta hora has de hacer
Que yo ya no quiera ver
Más que de Dios la belleza
 Por tu celestial pureza
Esto me has de conceder.




PARA LAS CUATRO.
Unida con tus Esposas
Todas las Sacramentarías,
Te ofreceré preces diarias
Para que sean fervorosas.
Acompaño a las dichosas,
Que en todas horas del día
Te cantan con alegría
Y llenas de dulce encanto,
Que eres Santo, Santo, Santo,
Repito en su compañía.

PARA LA MISMA HORA.
De tus labios la belleza
A Dios tanto complació,
Que en cuanto tu boca dió
Un Fiat, bajó a ti la Alteza.
¡Oh Madre de la pureza!
En esta hora ofrezco á Vos
Mi boca, mi lengua y voz,
Cuanto profieran mis labios;
No permitas que haga agravios
Con ellos, ni ofenda a Dios.



PARA LAS CINCO.
Tu Corazón, mi Jesús,
Por amor está encerrado,
Por amor Sacramentado,
Por amor se abrió en la Cruz,
Por amor llenó de luz
El corazón de su Esposa
Margarita, la dichosa,
Dándonos la devoción
A tu amante Corazón,
Que nos es tan ventajosa.

PARA LA MISMA HORA.
Mi fe en tus manos, Señora,
Para que vaya en aumento,
Os la dedico y ofrezco
En este momento y hora.
Mi alma tu favor implora,
Para que mis obras den
Testimonio de que creen;
Y con frecuencia mi voz
Repita siempre: creo en Dios,
Espero y lo amo también.




PARA LAS SEIS.
Con un no sé qué de amor
Quisiera yo repetir,
Que de amor siento morir
Cuando pienso en ti, Señor.
El más pequeño favor
De cuantos he recibido,
Me saca de mis sentidos;
Y más saber que tú me amas,
Que me buscas, que me llamas
Y quieres que esté contigo.

PARA LA MISMA HORA.
¡Oh dulce, oh amable María!
Espero en ti, Madre pura,
Que yo he de ver tu hermosura
Cuando llegue mi agonía.
Tú eres la esperanza mía,
Mi amparo, amor y consuelo;
Tú me has de llevar al Cielo
Y alcanzar de mi Señor,
Que me muera de su amor
Y a ti y a Él vea luego, luego.





PARA LAS SIETE DE LA NOCHE.
Si el permanecer conmigo
Son tus delicias, Señor,
Esta sí es prueba de amor
Que hace perder el sentido.
Pues ver a tan fiel amigo
Que conmigo quiere estar,
Oh, y cómo no te he de amar,
Si por mi amor te quedaste
Y a lo muerte te entregaste
¡Para venirme a salvar!

PARA LA MISMA HORA.
En esta hora voy a hacer
Una escritura firmada,
Que acredite soy tu esclava,
Y por tal me has de tener:
Ya libertad no ha de haber
Para disponer de mí;
Porque te he entregado a ti
Alma, vida y corazón,
Y el propio juicio y razón
También te lo rindo a ti.




PARA LAS OCHO DE LA NOCHE.
Tengo corazón de acero;
Pero es muy de piedra imán
El de mi Dios, pues se van
Mis afectos donde quiero:
Su amor á mí es verdadero,
Y por eso el mío se inflama,
Y hace crecer más la llama
Si le veo Sacramentado;
Pues es traza de mi amado,
Y aquí mil gracias derrama.

AL COMENZAR CUALQUIERA OBRA.
A los oficios de Marta
Mi cuerpo se va a entregar;
Pero mi alma ha de gozar,
Porque de ti no se aparta.
Tu presencia nunca me harta,
Y aunque me encuentre ocupada,
En el Sagrario encerrada,
En ti está mi corazón
Con la más dulce atención
Y de tu amor embriagada.




PARA LAS NUEVE.
Tú me dices: ven á mí
Si te encuentras fatigada
Y de trabajos cansada,
Que el consuelo será en ti.
Pues Padre mío, que sea así;
Aquí me tienes postrada,
Mira qué desconsolada:
Pero el Sagrario es mi anhelo,
De aquí he de sacar consuelo
Y ésta ha de ser mi morada.

PARA LA MISMA HORA.
Quisiera, Virgen María
Y Madre mía muy amada,
Que mi alma fuera abrasada
En vuestro amor noche y día.
¡Oh dulcísima María,
Quién tuviera tal fervor
Que aventajara en amor
A los serafines todos,
Amando de cuantos modos
¡Inventó el más puro amor!





No hay comentarios:

Publicar un comentario

ANOTACIONES

Al hablar sobre la piedad popular, es referirnos a aquellas devociones que antaño se hacían en nuestros pueblos y nuestras casas, cuando se...