RELOJ DEL SAGRADO CORAZÓN
AL DESPERTAR
Hoy
comienzo un nuevo día
Que
me concede el Señor;
Mas
ya oigo su voz de amor
Que
me dice: amiga mía,
Levántate,
he aquí tu guía;
Sígueme,
ve a la oración,
Y
sobre tu corazón
Me
pondrás como tu sello,
Y
en él, como en altar bello,
Haré
mi grata mansión.
PARA LAS SEIS
Si
de tu más puro amor
El
corazón me has llagado,
Ven
a mí, Sacramentado,
Pues
te deseo con ardor:
Ven,
Padre mío, ven, Señor;
Sed
tengo de ti, ven luego
A
abrasarme en ese fuego,
Que
cual sierra herida estoy;
Porque
a tu Corazón voy,
Y
como á fuente me llego.
PARA LA MISMA HORA.
Mi
alma, amada Madre mía,
Mi
cuerpo y todo mi ser,
Cuanto
haga e intente hacer,
Todo
es vuestro en este día:
Cuídame,
dulce María,
Como
Maestra y como Madre,
Y
dile al Eterno Padre
Que
yo soy su hija y esclava;
Y
así no permita que haga
Hoy
cosa que no le agrade
PARA LAS SIETE.
Ya
puedo decir así,
Con
un lenguaje sagrado:
Ya
soy toda de mi Amado
Y
mi Amado para mí,
Porque
ya le recibí,
Le
tengo Sacramentado;
Mi
corazón trasportado
Está
de santa alegría,
Porque
se ha llegado el día
Por
tanto, tiempo deseado.
PARA LA MISMA HORA.
Tu
memoria siempre fiel
Sin
cesar te proponía
Cuanto
contigo había
Obrado
el Dios de Israel;
Y
tu acción de gracias á El
Era
también sin cesar;
Ayúdame,
pues, a dar
Las
gracias que debo a Dios;
Pues
si las damos las dos,
Sin
duda le han de agradar.
PARA LAS OCHO
El
amor de los amores
Eres
en el Sacramento,
Meditarte
es mi contento,
Pues
aquí me haces favores;
Aquí
pegas tus ardores
Al
corazón más mezquino;
Aquí,
mi Jesús divino,
Te
diré yo, mi Señor,
Que
me es más dulce tu amor
Que
el más delicado vino.
PARA LA MISMA HORA.
Tu
entendimiento ¡oh María!
Qué
será lo que no supo,
Cuando
vemos que en ti cupo
La
eterna sabiduría:
Qué
luces, qué mediodía,
Qué
claridad te ilustró;
Bendigo
al que te la dió,
Y
te ruego por Jesús
Que
en medio de tanta luz
No
me quede a oscuras yo.
PARA LAS NUEVE.
Oculto,
cual fino amante,
Mi
Jesús, te miro aquí,
Tan
solamente por mí
Y
porque me amas constante;
Quién
pudiera en este instante
Meterte
en tu corazón,
Realmente
y por comunión
Millones
de abrazos darte,
Y
con amor compensarte
Tan
extraña humillación.
PARA LA MISMA HORA.
Tu
voluntad, centelleando
Llamas
del divino ardor,
Mientras
se moría de amor
Tu
fuego, era estar amando:
Feliz
suerte; ¿pero cuándo
Harás
que este santo fuego
Prenda
en mi alma? yo te ruego
Que
un rayo de esos, flamante,
Hiriéndome
me haga amante
De
Dios, ahora, luego, luego.
PARA LAS DIEZ.
Al
verte Sacramentado
Me
confundo yo, Señor,
Al
ver tanto, tanto amor
Que
á los hombres has mostrado,
Pues
te veo aquí, despreciado,
Padeciendo
y en prisión,
Por
ganar un corazón
Que
tan tuyo había ele ser;
Mas
si no es tuyo, has de hacer
Que
lo sea en esta ocasión.
PARA LA MISMA HORA.
Tu
Corazón ardió tanto
En
el amor al Dios Trino,
Que
al fin este incendio vino
A
ser de tu alma el encanto.
Si
este fuego puro y santo
La
existencia te quitó,
Tanto
no merezco yo;
Pero
sí puedo pedir,
Que
me llegue a consumir
El
fuego que te abrasó.
PARA LAS ONCE.
Pan
de vida y de sustento
Hallo
para saciar mi hambre,
Cuando
veo que cuerpo y sangre
Me
das en el Sacramento.
¡Oh!
qué indecible contento
Es
llegar a recibir
Esta
prenda, y repetir
Trasportada
en tus amores:
¡Qué
fuertes son tus ardores;
Amor,
y no más sentir!
PARA LA MISMA HORA.
Tu
pensamiento ocupado
En
el ser de Dios vivía,
Y
día y noche discurría
¡Cuán
perfecto era tu Amado!
Por
eso á ti, que has empleado
Tus
potencias dignamente,
Te
suplico humildemente
Me
ilumines con tu ciencia,
Y
que de Dios la presencia
Me
ocupe continuamente.
PARA LAS DOCE.
El
resto de tus amores
Aquí,
mi Jesús, echaste,
Cuando
con deseo deseaste
Cenar
con los pecadores.
Este
sí es nudo de flores
Que
a los corazones ata
Y
de amor los arrebata
Con
una dulce violencia;
Porque
en tu amable presencia
Sólo
de amores se trata.
PARA LA MISMA HORA.
Angustiada
Madre mía.
Tierno
imán de mis amores,
Mis
trabajos y dolores
Te
ofrezco desde este día.
Por
tu nombre de María
Te
pido resignación;
Por
tu amante Corazón
Paciencia
y conformidad;
Y
con profunda humildad
Lágrimas
de contrición.
PARA LA UNA.
Si
para poderme hablar
A
la soledad me llevas,
Me
esconderé hasta las cuevas
Para
poderte escuchar.
Bellas
lecciones de amor
A
tus pies he de aprender,
Y
en silencio he de entender
Lo
que tú quieres de mí;
También
te ofreceré aquí
Cuanto
pueda padecer.
PARA LA MISMA HORA.
Nada
deseo más de amarte;
Y
si en mi mano estuviera,
¡Oh
María! mi vida diera
Por
servirte y obsequiarte.
Y
mientras llego a gozarte,
Tú
mis deseos encamina
A
la voluntad divina,
A
padecer por Jesús,
A
abrazarme con su Cruz
Y
a serle una esposa fina.
PARA LAS DOS.
Si
el modo de amarte a ti
Es
el amarte sin modo,
Toma
mi corazón todo,
Pues
yo te lo entrego aquí.
Mi
cuerpo y alma te di,
Y
ahora de mi corazón
Te
hago nueva donación
Para
que viva en la Cruz;
Pues
Corazón de Jesús
Se
ha de llamar con razón.
PARA LA MISMA HORA.
Arca
viva y animada
Fué
tu cuerpo en que habitó
El
mismo que a ti te crió
Y
para quien fuiste creada.
¡Oh
Madre mía muy amada!
Hoy
mi cuerpo a tu pureza
Le
ofrezco; haz que con presteza
Sirva
diligente a Dios,
Y
obedeciendo a su voz
No
le venza la tibieza.
PARA LAS TRES.
Mi
amantísimo Jesús,
Me
dices, como mi guía,
Que
yo de noche y de día
Te
he de seguir con mi Cruz.
Mirándolo
a buena luz,
Sangrienta
esposa he de ser;
A
ti me he de parecer,
Porque
padecer y amar
Por
divisa he de tomar
Si
te quiero complacer.
PARA LA MISMA HORA.
Inclina,
Madre mía, a mí
Esos
tus hermosos ojos,
Pues
con los míos le di enojos
A
tu Hijo y también a ti;
Mas
se acabaron aquí,
Porque
en esta hora has de hacer
Que
yo ya no quiera ver
Más
que de Dios la belleza
Por tu celestial pureza
Esto
me has de conceder.
PARA LAS CUATRO.
Unida
con tus Esposas
Todas
las Sacramentarías,
Te
ofreceré preces diarias
Para
que sean fervorosas.
Acompaño
a las dichosas,
Que
en todas horas del día
Te
cantan con alegría
Y
llenas de dulce encanto,
Que
eres Santo, Santo, Santo,
Repito
en su compañía.
PARA LA MISMA HORA.
De
tus labios la belleza
A
Dios tanto complació,
Que
en cuanto tu boca dió
Un
Fiat, bajó a ti la Alteza.
¡Oh
Madre de la pureza!
En
esta hora ofrezco á Vos
Mi
boca, mi lengua y voz,
Cuanto
profieran mis labios;
No
permitas que haga agravios
Con
ellos, ni ofenda a Dios.
PARA LAS CINCO.
Tu
Corazón, mi Jesús,
Por
amor está encerrado,
Por
amor Sacramentado,
Por
amor se abrió en la Cruz,
Por
amor llenó de luz
El
corazón de su Esposa
Margarita,
la dichosa,
Dándonos
la devoción
A
tu amante Corazón,
Que
nos es tan ventajosa.
PARA LA MISMA HORA.
Mi
fe en tus manos, Señora,
Para
que vaya en aumento,
Os
la dedico y ofrezco
En
este momento y hora.
Mi
alma tu favor implora,
Para
que mis obras den
Testimonio
de que creen;
Y
con frecuencia mi voz
Repita
siempre: creo en Dios,
Espero
y lo amo también.
PARA LAS SEIS.
Con
un no sé qué de amor
Quisiera
yo repetir,
Que
de amor siento morir
Cuando
pienso en ti, Señor.
El
más pequeño favor
De
cuantos he recibido,
Me
saca de mis sentidos;
Y
más saber que tú me amas,
Que
me buscas, que me llamas
Y
quieres que esté contigo.
PARA LA MISMA HORA.
¡Oh
dulce, oh amable María!
Espero
en ti, Madre pura,
Que
yo he de ver tu hermosura
Cuando
llegue mi agonía.
Tú
eres la esperanza mía,
Mi
amparo, amor y consuelo;
Tú
me has de llevar al Cielo
Y
alcanzar de mi Señor,
Que
me muera de su amor
Y
a ti y a Él vea luego, luego.
PARA LAS SIETE DE LA NOCHE.
Si
el permanecer conmigo
Son
tus delicias, Señor,
Esta
sí es prueba de amor
Que
hace perder el sentido.
Pues
ver a tan fiel amigo
Que
conmigo quiere estar,
Oh,
y cómo no te he de amar,
Si
por mi amor te quedaste
Y
a lo muerte te entregaste
¡Para
venirme a salvar!
PARA LA MISMA HORA.
En
esta hora voy a hacer
Una
escritura firmada,
Que
acredite soy tu esclava,
Y
por tal me has de tener:
Ya
libertad no ha de haber
Para
disponer de mí;
Porque
te he entregado a ti
Alma,
vida y corazón,
Y
el propio juicio y razón
También
te lo rindo a ti.
PARA LAS OCHO DE LA NOCHE.
Tengo
corazón de acero;
Pero
es muy de piedra imán
El
de mi Dios, pues se van
Mis
afectos donde quiero:
Su
amor á mí es verdadero,
Y
por eso el mío se inflama,
Y
hace crecer más la llama
Si
le veo Sacramentado;
Pues
es traza de mi amado,
Y
aquí mil gracias derrama.
AL COMENZAR CUALQUIERA OBRA.
A
los oficios de Marta
Mi
cuerpo se va a entregar;
Pero
mi alma ha de gozar,
Porque
de ti no se aparta.
Tu
presencia nunca me harta,
Y
aunque me encuentre ocupada,
En
el Sagrario encerrada,
En
ti está mi corazón
Con
la más dulce atención
Y
de tu amor embriagada.
PARA LAS NUEVE.
Tú
me dices: ven á mí
Si
te encuentras fatigada
Y
de trabajos cansada,
Que
el consuelo será en ti.
Pues
Padre mío, que sea así;
Aquí
me tienes postrada,
Mira
qué desconsolada:
Pero
el Sagrario es mi anhelo,
De
aquí he de sacar consuelo
Y
ésta ha de ser mi morada.
PARA LA MISMA HORA.
Quisiera,
Virgen María
Y
Madre mía muy amada,
Que
mi alma fuera abrasada
En
vuestro amor noche y día.
¡Oh
dulcísima María,
Quién
tuviera tal fervor
Que
aventajara en amor
A
los serafines todos,
Amando
de cuantos modos
¡Inventó
el más puro amor!
No hay comentarios:
Publicar un comentario