jueves, 14 de junio de 2018

TRIDUO A LA VIRGEN DEL PUEBLITO






TRIDUO EN REVERENCIA
DE LA
INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
BAJO LA ADVOCACIÓN
DE
NUESTRA SEÑORA DE EL PUEBLITO



ACTO DE CONTRICIÓN
¡Dios mío!  bondadoso criador del universo, tú que, para regenerar al género humano, descendiste del cielo, dejaste tu asiento en la morada de los ángeles, para salvarnos muriendo por nosotros en una dolorosa cruz; aquí tienes delante de tí una criatura que errante, lejos del sendero de tu santa ley, se ha dejado arrastrar de la funesta ilusión de las pasiones culpables, heme aquí reducido a solo sentir el amargo peso del remordimiento; he aquí deforme un ser a quien tú adornaste con los inapreciables encantos de la redención espirando por él entre dolores, en el ara santa, en el Calvario. Heme aquí humillado, sepultado en el fango del crimen y sujeto al horrible aislamiento de la culpa. Estoy sin fuerzas, el desfallecimiento que engendra el pecado se ha apoderado de mí. y debilitado, apenas he podido levantarme de entre las sombras de mis desórdenes para venir a tí que eres la luz, la fuente sacrosanta del bien, y que lava los pecados del mundo. ¡Señor! estoy arrepentido de mi detestable ingratitud, me pesa el olvido de los santos deberes que me has impuesto para mi salvación. Perdóname. Dios mío torna a mis tus ojos desde la cruz, lávame' Señor, hazme de nuevo digno de tí: si mis pasos han sido guiados por el error, si me he dejado dormir en los brazos de la culpa y han podido deslumbrar mis ojos los halagos y funesto brillo de los placeres mundanales, ¿no eres tú mi tierno padre para perdonarme si a tí vengo arrepentido? ¿no eres tú el Dios fuerte, el Santo de los
santos, Dios misericordioso! ¿no eres el mismo que corre solícito tras la oveja extraviada del redil? ¿no eres tú quien la lleva gustoso sobre sus hombros y la vuelve al seno de sus demás felices compañeras? Sí, Dios mío, tú que apuraste hasta las heces el cáliz del dolor por redimirnos, oye el ruego doliente que á tí elevo desde el fondo de mi profundo abatimiento, has que germinen en mi alma la fé, la ardiente caridad, y no permitas se aleje de mi corazón, la consoladora esperanza de tus bondades. No elevo á tí el ruego de mi corazón arrepentido sin una mano pura que te lo presente, no, lo he puesto en las purísimas de aquella a quien la diste el título de madre, la esposa del Espíritu Santo, la hija del Eterno Padre. Con tan tierna medianera, con tan amable protectora ¿desesperaré de tu auxilio? no, ella, fuente de la gracia, lirio gentil del celestial Edén, refugio de los pecadores; rogará por mí, intercederá por el hombre caído, y tú reclamarás sobre él el tesoro de tus bondades; no más seguiré las huellas del pecado, no más correré extraviado tras, el vicio, y llorando diariamente mis deslices, cuando me llames á tí, te alabaré sin cesar, y cantaré con el ángel tus misericordias por toda una eternidad. porque tú eres la salud, el refugio, el amparo, la Madre mas tierna y cariñosa, la estrella que nos guía, la rosa cuyo perfume se siente en todas partes, el iris de la paz que anhela el corazón en medio de las borrascas de la vida. Jamás, porque tu eres la compasiva medianera que tiene el hombre allá en el cielo, jamás, porque a mas de que aceptaste el amargo sacrificio de la muerte de tu Hijo adorado, por sumisión a la Voluntad del Eterno, fue también porque ese sangriento holocausto salvaba a los que en medio de tu dolor llamaste con indecible ternura “Hijos míos”. Jamás porque tu anhelo es el hombre desgraciado, y porque eres la más santa de las santas la más pura de las vírgenes, la rema en fin del género humano; rema adorable cuyo imperio se extiende en favor de todos los que te llaman, de todos los que te imploran, de todos los que á tí dirigen su plegaria Por esta razón, madre incomparable, á tí dirigimos nuestras oraciones: bien ves las necesidades que nos cercan, eres fiel testigo de cuanto nos aflige, y pues eres   nuestro único consuelo, la sola que puede curar nuestros dolores, acepta benigna nuestras lágrimas que humildes deponemos a tus pies, y generosa concédenos tu bienhechor auxilio. Amén.



PRIMER DIA
Desde el instante en que para bien del género humano ¡olí Virgen admirable! Fuiste elegida, madre de Dios, el ángel canto con arpa de oro tan tierno nombramiento, humilló su frente lleno de gozo delante del Eterno y un himno universal en la región celeste celebró tan feliz nueva. El Dios de las naciones, quedó contento de su noble hechura, te adornó de sus gracias, ciñó tu frente con la diadema de la santidad, y bella flor trasplantada en este valle, el grato perfume de tu virtud se extendió en la triste mansión del hijo de Adán; embelleció su sombrío recinto y este miró en tí a la tierna medianera, a la generosa abogada que ante el Dios de la justicia rogara por él. Te vio más resplandeciente que la aurora, más apacible que la argentada luna, más pura que el lirio recién abierto, más blanca que la nieve de las montañas, más graciosa que la rosa, más bella que el rubí, más capta que los ángeles, y enajenado con solo el encanto de tu dulce nombre, su voz no fué ya el triste eco del dolor, sino el acento de un hijo que viendo en tí la madre más amable y la única más cariñosa, corre hacia ella para enjugar su llanto Tú le recibes bajo tu amparo, tú le cubres con tu manto, tú le alumbras con tu refulgente luz, tú le ayudas con tu mano protectora, y derramas en la herida que en su corazón han hecho los pesares, el saludable bálsamo da la consolación. Y cuando en tí ha encontrado su único y seguro refugio; cuando en tí solo ve en fin a su amable corredentora, la que ha roto las cadenas que lo sujetaban al averno, ¿desterrará de su corazón el amor hacia ti? ¿no doblará la rodilla en tu presencia cuando el ángel mismo adora sin cesar enternecido? ¡Oh madre dulcísima! antes que este crimen se apodere de nuestra alma, antes que en nuestro corazón se abrigue el impuro amor a las criaturas, antes que se olvide de tí, permite que la muerte sorprenda nuestros pasos, porque no amarte sería lo mismo que desconocer tus bondades, las únicas que pueden salvar a un desgraciado, seria corresponder con la más culpable ingratitud á tí que eres nuestro bien, á tí que a pesar de nuestros deslices, diariamente nos das pruebas del más tierno amor. No, madre mía, no, al contrario, enciende en nuestro corazón un amor inextinguible hacia nosotros, has que en él arda constantemente, que ese fuego, sagrado, sea la lámpara bienhechora que le ilumine en sus funestas borrascas, has que nuestro pensamiento solo en tí se ocupa, solo en ti se fije: el error no entrará jamás en él, los labios no sabrán repetir más, que tu nombre santo, y amándote hasta la muerte, iremos a cantar tus virtudes y tu amor, gozando de tu agradable vista en el hermoso diamantino cielo donde habitas. Aman.



DEPRECACIÓN 
Eres refulgente estrella,
Eres cándida azucena,
Luna sin menguante, llena
Virgen pura, santa y bella:
Prudentísima doncella
Inmaculada María,
Del pueblo fiel, norte y guía,
Alva que luces destella
Y contra el dragón centella
Que quebranta su osadía.
¿Y eres también madre mía
Sí, recordad que Jesús,
En el árbol de la Cruz
Y en su postrera agonía,
En aquel tremendo día
Que su heredad redimió,
Cuando al discípulo vio
Con tierno acento te dijo:
"Mujer mirad ahí a tu hijo"
Y en él también de mí habló.
Tú lo entendiste, Señora,
Lo aceptaste, y clamo á vos
Virgen madre, cual no hay dos
Tú eres mi corredentora;
¡Oh María! brillante aurora
Pues interceded por nos:
Aplaca al juez soberano
Dadnos tu auxilio, y velos
Aparta la ira de Dios
De tu pueblo Queretano.

ORACIÓN FINAL
Dígnate madre amantísima aceptar nuestra humilde oración; lleguen a ti nuestros ruegos, y. concediéndonos lo que en ella te pedimos, haznos dignos imitadores de tus virtudes para que te alabemos después eternamente. Amén.




SEGUNDO DIA
Madre tiernísima de los pecadores, tú en cuyas manos ha puesto el Eterno los tesoros de las gracias para repartirlos a los que se acogen a tu amparo: tú, castísima esposa del Espíritu Santo, ven en nuestro socorro. Apenas hemos emprendido la carrera de la virtud, apenas hemos abjurado el vicio, desterrado del corazón la inclinación al mal, el espíritu maligno se esfuerza más y más en perseguirnos, constantemente presenta a nuestros ojos mil objetos que puedan seducir nuestra naturaleza, siempre débil para ceder bajo el yugo ominoso dé su funesto imperio; pone a nuestros pies todos los tropiezos que puede acumular para obtener el triunfo detestable a quien aspira. Enemigo do Dios, todos sus esfuerzos se emplean en alejarnos de ese soberano ser; en privarnos de la visión amable del supremo Hacedor y sepultarnos en sus eternos calabozos, allí donde arde el fuego perenne encendido por la cólera Divina; allí donde solo se escucha el eterno gemido, el espantoso crujir de dientes, donde se vive entre dolores, morada luctuosa de la desesperación de donde está desterrada hasta la esperanza de la muerte. Por tanto, madre mía amantísima, recíbenos bajo tu amparo cúbrenos con tu manto, pues a ti nos acogemos, que eres fuerte columna indestructible de virtud: has que en nuestro corazón no se abrigue sino el amor a ti y a tu hijo santísimo; has que los dulces reflejo de tus virtudes hieran nuestros ojos para que á tí sola vean, en tí sola se fijen y solo sigan tus adorables huellas que forman el más seguro y delicioso camino que conduce a los cielos. No permitas que el enemigo de nuestra salvación se goce en el triunfo adquirido sobre alguno de tus hijos; pues redimidos en el calvario con la sangre preciosa do tu hijo, y siendo nosotros recomendados por él a tí que enmedio del dolor, fuiste testigo de su amarga muerte al pie de la cruz, no permitirás se pierde para siempre la criatura regenerada por él y tus dolores. Por el contrario, tú, divina madre de los pecadores, fortalece nuestro corazón con la virtud. ¡Virgen sin mancha! aleja nuestros pasos del sendero del mal: tú, predilecta celestial, heroína que domaste la cabeza de la infame serpiente, ahuyenta al espíritu de las tinieblas. Madre de la gracia, ¡has que nuestra vida sea una constante imitación do tus adorables!  virtudes, y ellas después do este destierro nos lleve a cantarte por toda la eternidad. Amén.




DIA TERCERO
¡Oh Madre de la gracia! ¡Oh celestial doncella escogida entre las hijas de Adán, para ser la salud del genero humano, siendo Madre del que nos redimió en la Cruz! ¡Oh Virgen incorruptible, preservada de la culpa original! ¡Oh fuente preciosa de virtud! ¡Oh fuente preciosa de virtud! ¡Oh Reina! ¡Oh Señora! Sujetos a la muerte desde que pisamos los umbrales de la vida, ella será espantosa y aparecerá temible sin tu amparo. Eres momento solemne en que se entabla una lucha funesta del alma que se desprende, y una naturaleza que se aleja para siempre de las ilusiones y deslumbrantes halagos de la vida.  Cuando descorriéndose ante los ojos del velo que nos descubre una eternidad terrible; cuando se miran desaparecer rápidamente las encrespadas olas del mar agitado de nuestra existencia y se toca en la anchurosa playa de otra esfera, ¿qué término le espera al desventurado viajero si tú te encuentras lejos de él? ¿quién le ayudará a anidar a esa nueva mansión que debe tocar? su espíritu ¿cómo se lanzará en esa oscura región desconocida, sin una mano amiga que lo lleve al delicioso eterno imperio de la luz? ¡Oh madre de los pecadores! en este angustiado momento, se, cierren nuestros párpados en esta vida y no veamos sino a tí sola, para siempre. Amén.



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