TRIDUO
AL ALMA DE MARÍA SANTÍSIMA
Cuya
imagen milagrosa se venera en Miacatlán, Moleros, México.
Tiene
concedidos 240 días de indulgencia p. r cada palabra de las contenidas en esta Devoción
del Alma Santísima de la Virgen María, por el Ilmo. Sr. D. Fr. fosé María de
Jesús Belaunzarán.
ORACIÓN
A LA BEATÍSIMA TRINIDAD
Trinidad Beatísima, Padre, Hijo, y Espíritu Santo, tres
Personas distintas y un solo verdadero Dios, que siendo en tí mismo
esencialmente feliz, quisiste por un impulso de tu amable voluntad, salir ad
extra, para comunicar a tus criaturas tus divinas perfecciones, más o menos conforme
a la nobleza de su ser: yo te doy infinitas gracias porque con singular cuidado
y predilección pusiste tus ojos al eterno en María Santísima, escogiéndola
desde entonces de entre todas las criaturas para hacerla tu Hija primogénita,
tu Madre y Esposa dilectísima; y como á tal, la colmaste de dones y gracia tan
abundante, que excediese en ella no sólo a todos los Santos, sino también a
todos los ángeles. Conociendo, pues, Señor, que es gloria tuya el honrar esta
criatura privilegiadísima, me postro delante de tu soberana presencia; y después
de darte infinitas gracias por la perfección de tu divino ser, te las doy
también por las perfecciones casi infinitas de la Alma Santísima de María,
suplicándote por ella me concedas la gracia de imitar en lo posible sus altas
virtudes, que así me asemejaré a tí, que eres mi Dios único y verdadero, mi
Criador y mi Padre, a quien deseo servir por toda la eternidad. Amen.
Tres Ave Marías en honra del Alma Santísima
de María, y luego la siguiente:
DIA PRIMERO
¡Oh Alma purísima! ¡Oh Alma Santísima! ¡Oh Alma
gloriosisima de mi Señora la Virgen María Soberana Madre de Dios! Yo te alabo, yo
te bendigo, yo te glorifico, Alma excelsa, espíritu nobilísimo, que, del divino
corazón, encendido y abrasado en amor, saliste por su boca como aliento, como
respiración, no sólo para animar el cuerpo más hermoso, más inmaculado» más
puro de cuantos ha criado Dios, sino para ser respiración, aliento y vida de
todo el linaje humano. Yo te alabo mil veces, Alma regia, espíritu principal,
criado por el Omnipotente Señor para dominar en la tierra y en el cielo, para reinar
sobre todo lo visible e invisible: mil y mil veces te bendigo, Alma únicamente
escogida, sola, perfecta, paloma candidissima do los agrados, de las
complacencias, de las caricias de Dios: amada singularmente sobre todas las
doncellas, sobre todas las esposas y sobre todas las reinas. Yo, admirado,
adoro tu grandeza, Alma excelsa, capaz tú sola de engrandecer al Señor. Bendita
seas eterna e inmensamente, que como tú sola te pudiste conocer, pudiste, por los labios de tu
santísimo cuerpo, pronunciar estas admirables palabras: "Mi alma
engrandece a Dios"
Una Salve a María
Santísima.
DEPRECACIÓN
Reina de los cielos, alegría de los ángeles, honra y
fiesta de las vírgenes, principio de la vida, puerto, de la eterna gracia,
alegría del cielo, gozo de la tierra, concha escogidísima que destila fragancia
del divino amor, paraíso ameno de sagrados deleites, tálamo florido del Divino Esposo,
sala ilustre y resplandeciente, palacio del Emperador celestial, glorioso lecho
y olorosísimo reclinatorio de la Santísima Trinidad. Muéstrame a Jesús, bendito
fruto de tu virginal vientre: alcánzame un corazón semejante al suyo: negóciame
perdón de todos mis pecados, espíritu bueno, gracia saludable, perfecta mortificación
de mis pasiones, que sea perpetuo esclavo de Jesús y el más humilde siervo
suyo. Rígeme, ampárame, defiéndeme ahora, siempre, y en la hora
de mi muerte. En ella muéstrame tu muy alegre presencia. Consuélame con tus
blandos ojos y con tu vista resplandeciente. Dile en aquella hora a mi alma:
Yo, la Madre de Dios, a quien amaste y en quien esperaste, hablaré é
intercederé por tí. Hazme, Señora mía, cierto entonces de la bienaventuranza,
para que confiado en tí acabe la carrera de mi vida, guiándome para la eterna
que gozas en el cielo. Amen.
JACULATORIA
Soberana Reina
hermosa,
Hija del Eterno
Padre,
Do Dios Hijo, digna
Madre,
Del Santo Espíritu
Esposa:
En mi vida
peligrosa,
Miserable y
transitoria,
Pues hago de tí
memoria
Y tu Concepción
bendigo,
Líbrame del enemigo
Y hazme digno de tu
gloria.
Dios te salve, María, concebida sin culpa original: Dios
te salve, Divina y tierna Madre, Reina de los ángeles y de los hombres, única
esperanza de los pecadores; después de tu Santísimo Hijo, remedio de nuestros
males, nuestra paz, nuestra alegría, nuestra buena Madre, nuestro consuelo y
nuestra vida. Dios te salve, arca del Nuevo Testamento, trono más precioso que
el oro más puro, en que se sentó el verdadero Salomón, Cristo Señor nuestro;
árbol de la vida que lleva el fruto de la salud, fuente de agua clara, que
riega con su corriente toda la superficie de la tierra; arco iris, señal cierta
de nuestra paz y de nuestra reconciliación con Dios. En tí, Divina y tierna
Madre, admiro con incomparables ventajas la fe de los patriarcas, la caridad de
los apóstoles, la fortaleza de los mártires, la constancia de los confesores,
el candor y pureza de las vírgenes y la santidad de todos los bienaventurados.
Tú, peregrina Madre, eres la candelera de oro macizo, adornado con los siete dones
del Espíritu Santo: tú el altar santo en donde Jesús, víctima inocente, se
ofrece a su Padre por la salud de los hombres: tú la rosa de Jericó; tú la
torre de David; tú la puerta del
cielo; tú el tabernáculo, la casa, el templo de Dios; tú .
. .. pero ¿a dónde voy, Divina María, cuando los ingenios más elevados se han
quedado cortos en alabarte? ¿Qué elogio podrá decir de tí mi tosca lengua,
cuando el mismo Omnipotente que te crió tan pura, exclama: ¡Qué hermosa eres,
amada mía, y en tí no hay la menor mancha! Alábote, pues, Madre preciosísima, tú
mismo Autor, mientras yo, lleno de confianza, porque eres la distribuidora de
todas las gracias del Redentor, te suplico me alcances de. su Divina
Majestad el perdón de mis pecados, auxilios eficaces para huir del vicio y
practicar las virtudes, y por fin una santa muerte, con la que merezca ir a
bendecir y alabarte eternamente en la gloria. Amen.
CUARTETOS
A NUESTRA SEÑORA LA VIRGEN MARIA
ES SU CONCEPCIÓN INMACULADA
¡Virgen, Madre de Dios! ¡Reina del mundo!
De querubes y arcángeles Señora,
Oye el acento de dolor profundo
Con que la tierra tu favor implora.
Tú que el Santo Cordero alimentaste
En tu seno feliz, vuelve tus ojos
A este mundo en que humana vegetaste,
A este valle de lágrimas y enojos.
Tú que el palacio azul de las estrellas
Dichosa habitas con tan gran fortuna,
Y por trono a tus pies triunfante huellas
El óvalo esplendente de la luna.
Por tí nuestra esperanza resucita,
Y no hay consuelo que en tu amor no encuentre.
Santa Madre de Dios ¡tú eres bendita,
¡Y bendito es el fruto de tu vientre!
¡Salve, salve mil veces, peregrina
¡Y bienaventurada bienhechora!
¡Oh Reina de las vírgenes divina!
¡Oh Santa de los ángeles Señora!
Si sois reguladora de mi suerte,
Al término feliz de mi existencia,
Bendeciré pacífico mi suerte,
Sin dudas que desgarren mi conciencia.
Desarma con tu amor de Dios la mano
Que rayo vengador sobre mí apresta,
No dejes que su brazo soberano
Descargue sobre mí su ira funesta.
Porque á tí te ama Dios, Inmaculada,
Y soy feliz si sois mi intercesora,
¡Oh Reina de las vírgenes sagrada!
¡Oh Santa de los ángeles Señora!
DIA SEGUNDO
En
ti, en tí, Alma sublime, Alma grande, Alma Santísima, Alma hermosísima; en ti,
soberano, excelso, sublimísimo espíritu, resplandece, reluce, aparece toda la
grandeza de Dios. Ignora quién es Dios, no conoce cuál y cuánta es la grandeza
de Dios quien no te conoce a tí, quien no admira lleno de reverente espanto lo
que hizo, lo que puso, lo que obró su magnificencia en tí. En tí, Alma
admirable, crió Dios Todopoderoso un mundo especialísimo para sí. Si la tierra
es escabel de sus soberanas plantas, tú eres la silla de su asiento, el tálamo
de su regocijo, el lecho de su descanso. Tú eres el mar inmenso, el insondable
piélago de gracias en quien entran y se refunden copiosas avenidas de dones, de
excelencias, de prerrogativas y de perfecciones. Tú eres el aire que sólo
recibe todas las iluminaciones divinas, y a todos las comunica. Tú eres el
cielo del cielo, y en tí son más innumerables los dones que en el cielo las estrellas.
Tú eres el verdadero sol en quien puso Dios su tálamo, y tú eres el mejor
empíreo que solas abarcas, comprendes, recibes y gozas más gloria que todo el
resto de aquella celestial patria, En tí sola es más bella la guirnalda de la santa
virginidad, que en todo el coro purísimo de las Vírgenes: en tí es más lúcida
la laureola del magisterio, que en todo el coro sapientísimo de los Doctores:
en tí es más preciosa la corona del martirio, que en todo el triunfal coro y
escuadrón de los Mártires. Tú, como Reina de los Apóstoles, de los Patriarcas,
Profetas, Mártires,
Confesores
y Vírgenes, y también de todos los coros y jerarquías angélicas, con superior o
incomparable eminencia, gozas las gracias, excelencias y prerrogativas de
todos; y todos los cortesanos del cielo, ángeles y hombres, adorando en tí,
Alma Santísima, la sublimidad casi infinita de tu gloria, postran, rinden, arrojan
a las plantas de tu sacratísimo y gloriosísimo Cuerpo las coronas de la suya.
Otras mil veces mil, y otros mil millones de veces, te alabo, te bendigo, te
ensalzo, te glorifico, Alma gloriosísima, Alma deificada, Alma sobre todas las
de los Santos, y sobre todos los angélicos espíritus llena de Dios: te doy, te
rindo, te tributo cuantas alabanzas, cultos y adoraciones te dan todos los bienaventurados,
ángeles y hombres, y cuantas te darán por toda la eternidad. Bendígate Dios que
te crió, Alma bellísima, que sólo Dios puede dignamente bendecirte: bendígate
el Padre Eterno, Alma perfectísima de su primogénita Hija; bendígate Dios Hijo,
Alma purísima de su Santísima Madre; bendígate Dios Espíritu Santo, Alma
hermosísima de su dulcísima Esposa: engrandece tu Alma Santísima a Dios en la
tierra y en el cielo, y por toda la eternidad. Amén.
Una Salve a María
Santísima.
DIA
TERCERO
Alégrate
y regocíjate, Espíritu sublime, en Dios, salud tuya y gloria tuya; y desde ese
solio que gozas, superior a todos los celestiales espíritus, inclina esos tus
ojos misericordiosísimos a este valle de lágrimas: conviértelos y ponlos en el
alma infelicísima de este pobre y miserable pecador, que en tí, vida, dulzura,
esperanza y abogada, tiene puesta toda su confianza de que le has de mostrar, después
de este destierro, a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Ea, pues, dulcísima María,
cielo nuevo, tierra nueva, firmamento y tabernáculo de Dios, templo y casa suya,
atrio y tálamo de su gloria, arca del testamento, urna de oro purísimo, maná y
vara de Aaron, vellocino de Gedeón misterioso, puerta cerrada de Ezequiel,
ciudad santa de Sion, sol, luna y estrella matutina, aurora y luz hermosa de la
gracia y de la gloria, monte y fuente cristalina de los huertos, azucena de los
valles, desierto y tierra de promisión fertilísima, que manas leche y miel;
estrella venturosa de este mar proceloso de miserias: no desdeñes, dulcísima María,
mis súplicas; oye benigna mis clamores; recibe piadosa estas mis tibias
alabanzas; preséntalas, Madre mía dulcísima, ante el acatamiento divino del que
como á Hija, como á Madre y como á Esposa, siempre se empeña en honrarte:
avócate mi causa, y toma desde hoy por tu cuenta el librarme del tempestuoso
mar de mis pasiones y de las grandes aflicciones que me causan mis espantosos
crímenes y delitos: no perezca, no, Madre mía, en aquel tremendo juicio que le
espera, quien deposita en tí sus confianzas; antes, purificado y limpio por la
gracia merecida por tu intercesión poderosa, por tí y contigo
alabe y glorifique a su Dios eternamente en la gloria. Amen.
Una
Salve a María Santísima.
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