miércoles, 8 de mayo de 2019

SEPTENARIO A LA BEATA LUCÍA DE NARNI






PIADOSO SEPTENARIO A LA BIENAVENTURADA LUCÍA DE NARNI. VIRGEN. O. P.



DIA PRIMERO
CONSIDERACIÓN

Considera alma devota, como la Bienaventurada Lucia continuó por toda su vida y siempre con mayor fervor los ejercicios de devoción, pasando muchas horas del día, y la mayor parte de la noche en contemplar toda extática los acerbísimos dolores de la pasión sangrienta de Jesucristo. Oh qué bello ejemplo para emprender con fervor los ejercicios de piedad, y continuar en la contemplación de los misterios de la Vida y muerte de Jesús. Mira con dulce reflexión si hasta hoy has practicado este devoto ejercicio, a si has vivido totalmente olvidada de tu Redentor. Pondera en tu corazón este tan culpable olvido, y pide humilmente perdón a Dios con amargo llanto; y mudando de vida, para seguir en los afectos a Cristo vivirás muy diferente de la que fuiste al principio.


ORACIÓN

Piadosísima abogada mía Beata Lucia, Esposa amantísima de Jesús, bien reconozco que mis primeros años fueron en todo muy inferiores à los vuestros, pero confiado en vuestra intercesión, que es muy poderosa, os pido humildemente me impetréis de vuestro dulcísimo Esposo la gracia eficaz para bien ordena mis obras y saberes imitar en el desprecio del mundo, de modo, que solo Jesús sea mi alegría, Jesús mi único recreo, Jesús todo mi amor, hasta que viviendo desagradado aun de mí mismo sea digno de subir a las delicias de la eterna patria. Y si hasta ahora me han conducido mis pasos al Infierno, pido perdón de veras, y me arrepiento de todo corazón, para conseguir la gracia, y favor que os pido en este devoto Septenario, a cuyo fin os saludo reverente, diciendo:



SALUTACIÓN A LAS LLAGAS

Dios te salve Bienaventurada Lucía, en cuyas cándidas manos renovó el Redentor Jesús la memoria de sus Sacratísimas Llagas.

 Dos Padres nuestros, Aves Marías y Glorias

Dios te salve Bienaventurada Lucía, en cuyos inocentes pies imprimió Cristo Jesús las sangrientas señales de nuestra Redención.

Dos Padres nuestros, Aves Marías y Glorias.

Dios te salve Bienaventurada Lucía, en cuyo amoroso pecho renovó el Redentor Jesús la sangrienta Llaga de su costado.

Padre nuestro, Ave María y Gloria.




DIA SEGUNDO
CONSIDERACIÓN

Considera alma devota, como la Bienaventurada Niña Lucia, aunque Virgen tan delicada, noble y rica, ya desde sus primeros años sin reparar en lo tierno de su edad, ni en la candidez de su inocencia, comenzó a castigar, y mortificar su cuerpecito con tan rigurosa penitencia, y austeridad, que ponía asombro a los mayores penitentes de su tiempo. O qué eficaz acusación a nuestra tibia fé, y rebelde inclinación. ¡Qué provecho se saca de acariciar y querer comentar à nuestra carne mortal! ¿Dime, qué fruto se espera? No otro, que una grande amargura en la vida, un fatal ahogo en la muerte, y después de esta un eterno Fuego y gusano roedor. Así nos lo asegura el Espíritu Santo. Pues medite cada uno este paso, y verá cuanto importa mortificar el cuerpo.


ORACIÓN

Esposa amada de Jesús, como no se rompe mi corazón en suspiros y se desata en un mar de lágrimas mis ojos, viendo a vuestra inocencia toda cubierta de cilicios, y vuestra delicadez atormentada con sangrientos azotes, siendo yo tan grande pecador, ¡y tan delicado de vida! Como será posible, que a vista de vuestro ejemplo pase sin castigar con todo rigor mi cuerpo, quien a diferencia del vuestro ha sido contra mí el más inicuo instrumento. Propongo desde ahora de seguiros en la penitencia, y tratará mi carne de tal modo, que, así como me ha servido de instrumento para el pecado, me sirva en adelante para la santificación, y el mérito, a cuyo fin os saludo reverente, diciendo:




DIA TERCERO
CONSIDERACIÓN

Considera alma mía, como nuestra bendita Virgen ansiosa de padecer por el amor de su Esposo, y conformarse con sus tormentos, suspiraba de continuo, le diera à sentir las acerbísimas penas de sus sangrientas Llagas. Así de prueba el amor de un alma verdaderamente buena y agradecida a Cristo Jesús. Pues benignísimo Salvador mío, dadme por vuestra piedad gracia, no solo para compadecerme de Vos, si también para imitaros; porque no es justo, que el pecador pretenda ir al Cielo por un camino de rosas, cuando Vos, que sois la misma inocencia, caminasteis por un camino todo sembrado de espinas. Consoló Cristo Jesús a su amada Esposa Lucia, y le imprimió en su virginal cuerpo sus Sacratísimas Llagas. Oh pobre y miserable de mí que cosa descubro impresa en mi alma, sino unos feos caracteres de culpas, ¿y pecados? Lavadlos pues, piadosísimo Redentor con vuestra gracia, que nos mereciste derramando Vuestra preciosísima sangre, y será digno mi corazón de recibir vuestra Imagen y semejanza.


 ORACIÓN

Bendita y dichosa Virgen, con vos me congratulo de las hermosas señales que lleváis impresas en vuestro Virginal Cuerpo: todos son bocas y lenguas, que publican así el amor grande, que os tenía vuestro Esposo, como el amor fervoroso que vos teníais a Cristo Jesús. O que feliz Esposa adornada con tan bien teñida purpura, infeliz de mí, cubierto de Cabeza a pies de las llagas de mis pecados. Apiadaos benignísimo Señor de mi alma, y curadla como Divino Medico con el bálsamo precioso de vuestra gracia. Herid mi corazón con el dardo de vuestro amor para que herido, y llagado de vuestra mano, os sepa amar como único centro de mi cariño. A cuyo fin os saludo reverente en vuestra amada Esposa, diciendo:



 DIA CUARTO
CONSIDERACIÓN

Considera alma mía, como nuestra bendita Virgen manifestó su profunda humildad en otros frecuentes actos de abatimiento, pues, aunque bien servida, y favorecida del mundo ejercía los oficios más pesados y viles de su casa... Trataba con las criadas como si fuese una entre ellas: con todos se portaba muy amorosa, benigna y cortés, reservando para Si el rigor de una sangrienta diciplina, que tomaba todos los días. por manos de una hermana suya. Pues quien no ha de admirar tan profunda humildad. Pero poco conduce el admirar, que es acto especulativo, sino la hemos de imitar, según permite à cada uno su estado. Es que la altivez, el orgullo, y arrogancia dominan nuestra voluntad desordenada. ¡O fatal engaño! ¿De qué se ensoberbece el barro, y ceniza de tu cuerpo? ¡O ceguedad deplorable!


 ORACIÓN

Bienaventurada Lucia, planta frondosa, y fecunda en la virtud, bien os veo humillada en presencia de las criaturas del mundo, pero más os admiro exaltada à los ojos de vuestro Divino Esposo y de toda la Corte del Cielo. En la tierra os miro abatida, pero en la patria os veneramos honrada. Y os cuadra bien la corona en la Iglesia Triunfante, por haber sido tan humilde en la Iglesia Militante; pues aún espero, y confío que la Iglesia Santa, iluminada, y dirigida del Espíritu Santo os venerará con mayor honra, y con más canonizado culto. Espero asimismo me alcanzaréis de vuestro Esposo el espíritu de la verdadera humildad, para quedar escrito en el número de los predestinados en el Cielo. A cuyo fin os saludo reverente, diciendo:



DIA QUINTO

CONSIDERACIÓN
Considera alma mía otro ejemplo de paciencia en nuestra bendita Virgen.  Habiendo alcanzado de su Esposo Jesús, que sus llagas se ocultasen y se hiciesen invisibles, para huir de todos los temporales aplausos, fue con mayor ardor calumniada de sus perseguidores, hasta llegar a privar la del oficio de Priora, y sujetarla a la obediencia de las menores del Convento: vivió reclusa en su Celda por espacio de treinta y ocho años con una total separación de cualquier persona, que la pudiese consolar, ni recrear en sus trabajos. ¡Pero oh pecho magnánimo de Lucia! Siendo tantos y tan graves los desprecios que padecía, jamás profirió su lengua la menor palabra de sentimiento; antes siempre protestaba, que merecía muchos más severos castigos, por ser una miserable pecadora. Qué mayor ejemplo de paciencia. Pero nunca la desamparó su Esposo en la tribulación, y la consolaba día, y noche, sin necesitar de algún consuelo del mundo. Pues aprende, aprende alma devota a tolerar los trabajos que permite Dios por tus culpas, que ofreciéndoles a Dios con toda humildad experimentaras con el Apóstol, que es el Dios de toda consolación.


ORACIÓN

A si es Dios mío, Vos sois el Dios de toda consolación. Dios de consolación para aquella alma, que os ama, y sufre por vuestro amor todos los trabajos de cualquier parte que vengan, como hacía vuestra amada Esposa Lucia. Pero yo miserable pecador confieso haber hecho lo contrario, y con mi continuada impaciencia, no he ganado más, que cargarme una mayor y más grave cruz: aquí pues me postre humilde, dispuesto a sufrir por vuestro amor, y en satisfacción de mis culpas, cualquier adversidad, por contraria que sea à mi inclinación. Concededme piadoso Señor vuestra eficaz gracia, para proseguir, y tener siempre en la memoria con David. A cuyo fin saludo a vuestra amada Esposa diciendo:


 DIA SEXTO

CONSIDERACIÓN
Considera alma mía, como nuestra bendita Virgen nunca desistió de su santa resolución por algún dicho, ò respeto humano, antes firme; y constante en su voto, vivió, y murió con la prerrogativa de Virgen, à pesar de todo el infierno. Así lo debiéramos todos practicar, cuando se trata de alguna obra agradable a Dios. Será siempre mayor mérito el cumplir no solo los preceptos divinos, si también sus consejos saludables; despreciando los que da el mundo engañador, y sus ciegos secuaces como engañados. Consagremos, pues, todo nuestro corazón a Dios, y procuremos darle gusto en todo. Seamos animosos en la virtud, y sigamos a la Beata Lucia en la firme resolución, para de este modo subir gloriosos al Celestial Paraíso.


ORACIÓN

Bendita Virgen Lucia, paréceme que en vuestro corazón animoso estuvo impresa la célebre máxima de San Jerónimo, que escribió a semejante propósito de conservar entre las espinas de las contradicciones intacta la azucena del candor virginal Que se debe tener por grande honra el ser menospreciado en vida de las criaturas, porque desagradar al mundo, es señal de agradar a Dios. Oh, ti tuviésemos impresa en nuestra alma tan saludable máxima. Imprimidla Vos pues Jesús mío con indelebles caracteres de vuestro amor, y haced que yo obre prescindido de todo humano respeto, y de toda contradicción del mundo, para que sea mi mayor gloria el serviros de todo corazón. A cuyo fin saludo reverente a vuestra amada Esposa, diciendo:



DIA ÚLTIMO

CONSIDERACIÓN
Considera alma mía la dichosa y feliz muerte de la Bienaventurada Lucia; pues avisada antes de su Celestial Esposo del día, hora, y tiempo en que había de morir, se preparó con mayor fervor de; espíritu, como Virgen muy sabia para el Celestial Desposador; y habiendo recibido el último aviso, puestos sus brazos en forma de cruz, con voz clara y alegre, dijo: Arriba , arriba, al Cielo , al Cielo, y así entregó su purísimo espíritu en manos de su Divino Esposo cantando los Ángeles una suavísima música, que se oía dentro de su celda. ¡O si tal fuera nuestra muerte! Pero si la buena muerte es premio de una vida buena, querer vivir mal, y pretender acabar bien, será una ilusión. Procuremos pues obrar de tal manera, que en el fin de nuestra vida podamos decir con Santa Lucia: Arriba, arriba, al Cielo, al Cielo, y no, abajo, abajo el Infierno. Asista Dios por su infinita bondad à cada uno de nosotros, para que se vea libre de tan fatal ahogo: sigamos en vida por norte a la Luz Divina, y llegaremos a la muerte libre de una eterna desgracia.



ORACIÓN

Postrado Señor mío clementísimo à vuestros pies, conozco que soy el más pobre, así de virtudes, como de méritos, confesándome al mismo tiempo lleno de miserias, y de culpas, pues qué otra cosa puedo hacer, sino recurrir humilmente a Vos, que sois la fuente inexhausta de todas las gracias y riquezas espirituales. Por esto alego, y confieso mi pobreza, para obtener vuestro divino socorro, y alcanzar vuestra gracia eficaz, para detestar de corazón todas mis culpas, que me empobrecen, como Vos bien sabéis. Pidoos vuestra protección en todas las necesidades, especialmente espirituales, que me ocurrieren: dadme un corazón compasivo y benigno en orden a los otros, para que con esto yo me disponga a recibir vuestros celestiales favores. Haced que yo entienda bien aquello a cuyo fin saludo reverente a vuestra amada Esposa Lucía, diciendo:




GOZOS

Pues os hizo tan Gloriosa
Con sus llagas el Señor:
Alcánzanos su favor
Lucía de Cristo esposa.

Vuestra madre espiritual
Catalina os visitaba
En la cuna, os llenaba
De alegría celestial
Estrechabais cariñosa
Y os daba abrazos de amor:

Tuviste a los cuatro años
De Dios el don de profecía
A la tierna edad hacía
La gracia excesos tamaños,
Dios con luz maravillosa
Alumbró vuestro interior:

María desde sus brazos,
Os dio a Jesús vuestro amado,
Que a los vuestros traspasado
Estrecháis con mil abrazos,
A vuestra casa dichosa
Trajisteis a vuestro Creador:

De vos Cristo enamorado
Para tu esposa os buscó,
Y un anillo rico os dio
Prenda del nudo sagrado
Con música milagrosa
Fue celebrado este honor:

Blanco nupcial vestuario,
Guzmán del cielo os bajo
Pues por sus manos os vistió,
Su sagrado escapulario
Cuando la libra hermosa
A vuestro interno candor:

A un yermo os conducía
Que poco de Narni dista,
Siendo Niña, el gran Bautista
Donde en Dios os instruía
Doctrina muy provechosa,
Darla tal director:

A esposo igual con nobleza,
La honesta mano negaste,
Mandando Dios, le aceptasteis
Sin zanjar vuestra pureza,
De otra fragua más fogosa
Sentasteis más noble amor:

Entrasteis en la Orden Tercera
De Domingo al imperioso
Llamamiento, y al Esposo
Dejáis que por vos se muera
Inspiración poderosa
Del cielo os dio tal valor:

En Cristo Crucificado
Contemplabais crueles plagas,
Cuando os imprimió sus llagas
En manos, pies y costado,
Desmayasteis con congoja,
Al sentir tanto dolor:

El prodigio en vuestra vida
De orden del Papa se vió,
Y a toda prueba quedó,
La sangre fresca y lucida
Con su divisa gloriosa
Os señalo el Redentor:

Antes de vuestra partida,
Y destierro de este suelo
Viste la silla, que el cielo
Os tenía prevenida,
Allí de hora tan dichosa,
El aviso os dio el Señor:

Dais a dolientes salud,
Consuelo a todo afligido
Y al pecador más perdido
Conducís a la virtud,
Pues os hizo tan gloriosa
El caritativo ardor:



L/: Ruega por nosotros ¡Oh Bienaventurada Lucía!
R/: Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.

ORACIÓN: Oh Dios, que otorgaste a la beata Lucía, admirablemente adornada con las señales de la pasión de tu Hijo y con los dones de la virginidad y de la paciencia, superar las insidias y persecuciones; concédenos, por su intercesión y ejemplo, la fuerza de vencer los halagos del mundo y no ser abatidos por las adversidades. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.




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