PIADOSO SEPTENARIO A LA BIENAVENTURADA LUCÍA DE NARNI.
VIRGEN. O. P.
DIA PRIMERO
CONSIDERACIÓN
Considera
alma devota, como la Bienaventurada Lucia continuó por toda su vida y siempre
con mayor fervor los ejercicios de devoción, pasando muchas horas del día, y la
mayor parte de la noche en contemplar toda extática los acerbísimos dolores de
la pasión sangrienta de Jesucristo. Oh qué bello ejemplo para emprender con fervor
los ejercicios de piedad, y continuar en la contemplación de los misterios de
la Vida y muerte de Jesús. Mira con dulce reflexión si hasta hoy has practicado
este devoto ejercicio, a si has vivido totalmente olvidada de tu Redentor.
Pondera en tu corazón este tan culpable olvido, y pide humilmente perdón a Dios
con amargo llanto; y mudando de vida, para seguir en los afectos a Cristo vivirás
muy diferente de la que fuiste al principio.
ORACIÓN
Piadosísima
abogada mía Beata Lucia, Esposa amantísima de Jesús, bien reconozco que mis
primeros años fueron en todo muy inferiores à los vuestros, pero confiado en vuestra
intercesión, que es muy poderosa, os pido humildemente me impetréis de vuestro dulcísimo
Esposo la gracia eficaz para bien ordena mis obras y saberes imitar en el desprecio
del mundo, de modo, que solo Jesús sea mi alegría, Jesús mi único recreo, Jesús
todo mi amor, hasta que viviendo desagradado aun de mí mismo sea digno de subir
a las delicias de la eterna patria. Y si hasta ahora me han conducido mis pasos
al Infierno, pido perdón de veras, y me arrepiento de todo corazón, para conseguir
la gracia, y favor que os pido en este devoto Septenario, a cuyo fin os saludo
reverente, diciendo:
SALUTACIÓN A LAS LLAGAS
Dios
te salve Bienaventurada Lucía, en cuyas cándidas manos renovó el Redentor Jesús
la memoria de sus Sacratísimas Llagas.
Dios
te salve Bienaventurada Lucía, en cuyos inocentes pies imprimió Cristo Jesús
las sangrientas señales de nuestra Redención.
Dos
Padres nuestros, Aves Marías y Glorias.
Dios
te salve Bienaventurada Lucía, en cuyo amoroso pecho renovó el Redentor Jesús
la sangrienta Llaga de su costado.
Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
DIA SEGUNDO
CONSIDERACIÓN
Considera
alma devota, como la Bienaventurada Niña Lucia, aunque Virgen tan delicada,
noble y rica, ya desde sus primeros años sin reparar en lo tierno de su edad,
ni en la candidez de su inocencia, comenzó a castigar, y mortificar su cuerpecito
con tan rigurosa penitencia, y austeridad, que ponía asombro a los mayores
penitentes de su tiempo. O qué eficaz acusación a nuestra tibia fé, y rebelde inclinación.
¡Qué provecho se saca de acariciar y querer comentar à nuestra carne mortal! ¿Dime,
qué fruto se espera? No otro, que una grande amargura en la vida, un fatal
ahogo en la muerte, y después de esta un eterno Fuego y gusano roedor. Así nos
lo asegura el Espíritu Santo. Pues medite cada uno este paso, y verá cuanto
importa mortificar el cuerpo.
ORACIÓN
Esposa
amada de Jesús, como no se rompe mi corazón en suspiros y se desata en un mar
de lágrimas mis ojos, viendo a vuestra inocencia toda cubierta de cilicios, y
vuestra delicadez atormentada con sangrientos azotes, siendo yo tan grande
pecador, ¡y tan delicado de vida! Como será posible, que a vista de vuestro ejemplo
pase sin castigar con todo rigor mi cuerpo, quien a diferencia del vuestro ha sido
contra mí el más inicuo instrumento. Propongo desde ahora de seguiros en la
penitencia, y tratará mi carne de tal modo, que, así como me ha servido de instrumento
para el pecado, me sirva en adelante para la santificación, y el mérito, a cuyo
fin os saludo reverente, diciendo:
DIA TERCERO
CONSIDERACIÓN
Considera
alma mía, como nuestra bendita Virgen ansiosa de padecer por el amor de su Esposo,
y conformarse con sus tormentos, suspiraba de continuo, le diera à sentir las acerbísimas
penas de sus sangrientas Llagas. Así de prueba el amor de un alma
verdaderamente buena y agradecida a Cristo Jesús. Pues benignísimo Salvador mío,
dadme por vuestra piedad gracia, no solo para compadecerme de Vos, si también
para imitaros; porque no es justo, que el pecador pretenda ir al Cielo por un camino
de rosas, cuando Vos, que sois la misma inocencia, caminasteis por un camino
todo sembrado de espinas. Consoló Cristo Jesús a su amada Esposa Lucia, y le
imprimió en su virginal cuerpo sus Sacratísimas Llagas. Oh pobre y miserable de
mí que cosa descubro impresa en mi alma, sino unos feos caracteres de culpas,
¿y pecados? Lavadlos pues, piadosísimo Redentor con vuestra gracia, que nos mereciste
derramando Vuestra
preciosísima sangre, y será digno mi corazón de recibir vuestra Imagen y semejanza.
Bendita
y dichosa Virgen, con vos me congratulo de las hermosas señales que lleváis impresas
en vuestro Virginal Cuerpo: todos son bocas y lenguas, que publican así el amor
grande, que os tenía vuestro Esposo, como el amor fervoroso que vos teníais a Cristo
Jesús. O que feliz Esposa adornada con tan bien teñida purpura, infeliz de mí,
cubierto de Cabeza a pies de las llagas de mis pecados. Apiadaos benignísimo
Señor de mi alma, y curadla como Divino Medico con el bálsamo precioso de vuestra
gracia. Herid mi corazón con el dardo de vuestro amor para que herido, y
llagado de vuestra mano, os sepa amar como único centro de mi cariño. A cuyo fin
os saludo reverente en vuestra amada Esposa, diciendo:
CONSIDERACIÓN
Considera
alma mía, como nuestra bendita Virgen manifestó su profunda humildad en otros frecuentes
actos de abatimiento, pues, aunque bien servida, y favorecida del mundo ejercía
los oficios más pesados y viles de su casa... Trataba con las criadas como si fuese
una entre ellas: con todos se portaba muy amorosa,
benigna y cortés, reservando para Si el rigor de una sangrienta diciplina, que
tomaba todos los días. por manos de una hermana suya. Pues quien no ha de
admirar tan profunda humildad. Pero poco conduce el admirar, que es acto especulativo,
sino la hemos de imitar, según permite à cada uno su estado. Es que la altivez,
el orgullo, y arrogancia dominan nuestra voluntad desordenada. ¡O fatal engaño!
¿De qué se ensoberbece el barro, y ceniza de tu cuerpo? ¡O ceguedad deplorable!
Bienaventurada
Lucia, planta frondosa, y fecunda en la virtud, bien os veo humillada en presencia
de las criaturas del mundo, pero más os admiro exaltada à los ojos de vuestro
Divino Esposo y de toda la Corte del Cielo. En la tierra os miro abatida, pero
en la patria os veneramos honrada. Y os cuadra bien la corona en la Iglesia
Triunfante, por haber sido tan humilde en la Iglesia Militante; pues aún espero,
y confío que la Iglesia Santa, iluminada, y dirigida del Espíritu Santo os
venerará con mayor honra, y con más canonizado culto. Espero asimismo me alcanzaréis
de vuestro Esposo el espíritu de la verdadera humildad, para quedar escrito en
el número de los predestinados en el Cielo. A cuyo fin os saludo reverente, diciendo:
CONSIDERACIÓN
Considera
alma mía otro ejemplo de paciencia en nuestra bendita Virgen. Habiendo alcanzado de su Esposo Jesús, que sus
llagas se ocultasen y se hiciesen invisibles, para huir de todos los temporales
aplausos, fue con mayor ardor calumniada de sus perseguidores, hasta llegar a
privar la del oficio de Priora, y sujetarla a la obediencia de las menores del
Convento: vivió reclusa en su Celda por espacio de treinta y ocho años con una
total separación de cualquier persona, que la pudiese consolar, ni recrear en sus
trabajos. ¡Pero oh pecho magnánimo de Lucia! Siendo tantos y tan graves los desprecios
que padecía, jamás profirió su lengua la menor palabra de sentimiento; antes siempre
protestaba, que merecía muchos más severos castigos, por ser una miserable
pecadora. Qué mayor ejemplo de paciencia. Pero nunca la desamparó su Esposo en
la tribulación, y la consolaba día, y noche, sin necesitar de algún consuelo
del mundo. Pues aprende, aprende alma devota a tolerar los trabajos que permite
Dios por tus culpas, que ofreciéndoles a Dios con toda humildad experimentaras
con el Apóstol, que es el Dios de toda consolación.
A
si es Dios mío, Vos sois el Dios de toda consolación. Dios de consolación para
aquella alma, que os ama, y sufre por vuestro amor todos los trabajos de cualquier
parte que vengan, como hacía vuestra amada Esposa Lucia. Pero yo miserable
pecador confieso haber hecho lo contrario, y con mi continuada impaciencia, no
he ganado más, que cargarme una mayor y más grave cruz: aquí pues me postre
humilde, dispuesto a sufrir por vuestro amor, y en satisfacción de mis culpas, cualquier
adversidad, por contraria que sea à mi inclinación. Concededme piadoso Señor vuestra
eficaz gracia, para proseguir, y tener siempre en la memoria con David. A cuyo
fin saludo a vuestra amada Esposa diciendo:
CONSIDERACIÓN
Considera
alma mía, como nuestra bendita Virgen nunca desistió de su santa resolución por
algún dicho, ò respeto humano, antes firme; y constante en su voto, vivió, y
murió con la prerrogativa de Virgen, à pesar de todo el infierno. Así lo debiéramos
todos practicar, cuando se trata de alguna obra agradable a Dios. Será siempre mayor
mérito el cumplir no solo los preceptos divinos, si también sus consejos saludables;
despreciando los que da el mundo engañador, y sus ciegos secuaces como engañados.
Consagremos, pues, todo nuestro corazón a Dios, y procuremos darle gusto en
todo. Seamos animosos en la virtud, y sigamos a la Beata Lucia en la firme resolución,
para de este modo subir gloriosos al Celestial Paraíso.
Bendita
Virgen Lucia, paréceme que en vuestro corazón animoso estuvo impresa la célebre
máxima de San Jerónimo, que escribió a semejante propósito de conservar entre
las espinas de las contradicciones intacta la azucena del candor virginal Que se
debe tener por grande honra el ser menospreciado en vida de las criaturas, porque
desagradar al mundo, es señal de agradar a Dios. Oh, ti tuviésemos impresa en
nuestra alma tan saludable máxima. Imprimidla Vos pues Jesús mío con indelebles
caracteres de vuestro amor, y haced que yo obre prescindido de todo humano respeto,
y de toda contradicción del mundo, para que sea mi mayor gloria el serviros de
todo corazón. A cuyo fin saludo reverente a vuestra amada Esposa, diciendo:
CONSIDERACIÓN
Considera
alma mía la dichosa y feliz muerte de la Bienaventurada Lucia; pues avisada antes
de su Celestial Esposo del día, hora, y tiempo en que había de morir, se
preparó con mayor fervor de; espíritu, como Virgen muy sabia para el Celestial
Desposador; y habiendo recibido el último aviso, puestos sus brazos en forma de
cruz, con voz clara y alegre, dijo: Arriba , arriba, al Cielo , al Cielo, y así
entregó su purísimo espíritu en manos de su Divino Esposo cantando los Ángeles
una suavísima música, que se oía dentro de su celda. ¡O si tal fuera nuestra
muerte! Pero si la buena muerte es premio de una vida buena, querer vivir mal, y
pretender acabar bien, será una ilusión. Procuremos pues obrar de tal manera,
que en el fin de nuestra vida podamos decir con Santa Lucia: Arriba, arriba, al
Cielo, al Cielo, y no, abajo, abajo el Infierno. Asista Dios por su infinita
bondad à cada uno de nosotros, para que se vea libre de tan fatal ahogo: sigamos
en vida por norte a la Luz Divina, y llegaremos a la muerte libre de una eterna
desgracia.
ORACIÓN
Postrado
Señor mío clementísimo à vuestros pies, conozco que soy el más pobre, así de
virtudes, como de méritos, confesándome al mismo tiempo lleno de miserias, y de
culpas, pues qué otra cosa puedo hacer, sino recurrir humilmente a Vos, que sois
la fuente inexhausta de todas las gracias y riquezas espirituales. Por esto
alego, y confieso mi pobreza, para obtener vuestro divino socorro, y alcanzar vuestra
gracia eficaz, para detestar de corazón todas mis culpas, que me empobrecen,
como Vos bien sabéis. Pidoos vuestra protección en todas las necesidades, especialmente
espirituales, que me ocurrieren: dadme un corazón compasivo y benigno en orden a
los otros, para que con esto yo me disponga a recibir vuestros celestiales
favores. Haced que yo entienda bien aquello a cuyo fin saludo reverente a vuestra
amada Esposa Lucía, diciendo:
GOZOS
Pues
os hizo tan Gloriosa
Con
sus llagas el Señor:
Alcánzanos
su favor
Lucía
de Cristo esposa.
Vuestra
madre espiritual
Catalina
os visitaba
En
la cuna, os llenaba
De
alegría celestial
Estrechabais
cariñosa
Y
os daba abrazos de amor:
Tuviste
a los cuatro años
De
Dios el don de profecía
A
la tierna edad hacía
La
gracia excesos tamaños,
Dios
con luz maravillosa
Alumbró
vuestro interior:
María
desde sus brazos,
Os
dio a Jesús vuestro amado,
Que
a los vuestros traspasado
Estrecháis
con mil abrazos,
A
vuestra casa dichosa
Trajisteis
a vuestro Creador:
De
vos Cristo enamorado
Para
tu esposa os buscó,
Y
un anillo rico os dio
Prenda
del nudo sagrado
Con
música milagrosa
Fue
celebrado este honor:
Blanco
nupcial vestuario,
Guzmán
del cielo os bajo
Pues
por sus manos os vistió,
Su
sagrado escapulario
Cuando
la libra hermosa
A
vuestro interno candor:
A
un yermo os conducía
Que
poco de Narni dista,
Siendo
Niña, el gran Bautista
Donde
en Dios os instruía
Doctrina
muy provechosa,
Darla
tal director:
A
esposo igual con nobleza,
La
honesta mano negaste,
Mandando
Dios, le aceptasteis
Sin
zanjar vuestra pureza,
De
otra fragua más fogosa
Sentasteis
más noble amor:
Entrasteis
en la Orden Tercera
De
Domingo al imperioso
Llamamiento,
y al Esposo
Dejáis
que por vos se muera
Inspiración
poderosa
Del
cielo os dio tal valor:
En
Cristo Crucificado
Contemplabais
crueles plagas,
Cuando
os imprimió sus llagas
En
manos, pies y costado,
Desmayasteis
con congoja,
Al
sentir tanto dolor:
El
prodigio en vuestra vida
De
orden del Papa se vió,
Y
a toda prueba quedó,
La
sangre fresca y lucida
Con
su divisa gloriosa
Os
señalo el Redentor:
Antes
de vuestra partida,
Y
destierro de este suelo
Viste
la silla, que el cielo
Os
tenía prevenida,
Allí
de hora tan dichosa,
El
aviso os dio el Señor:
Dais
a dolientes salud,
Consuelo
a todo afligido
Y
al pecador más perdido
Conducís
a la virtud,
Pues
os hizo tan gloriosa
El
caritativo ardor:
L/: Ruega por nosotros
¡Oh Bienaventurada Lucía!
R/:
Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.
ORACIÓN: Oh
Dios, que otorgaste a la beata Lucía, admirablemente adornada con las señales de la pasión de tu Hijo y con los dones
de la virginidad y de la paciencia, superar las insidias y persecuciones; concédenos,
por su intercesión y ejemplo, la fuerza de vencer los halagos del mundo y no
ser abatidos por las adversidades. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario