jueves, 11 de julio de 2019

MES CONSAGRADO AL SANTÍSIMO SACRAMENTO DEL ALTAR


MES
CONSAGRADO AL SANTÍSIMO SACRAMENTO DEL ALTAR








Puesto de rodillas ante el tabernáculo y después de un acto de contricción profundo y sincero dirás lo siguiente: 


DIA I.
PREPARACIÓN
¿Quién viene? Cristo, Rey inmortal de los siglos, que tiene en su vestido y en su muslo escrito: Rey de los Reyes y Señor de los Señores. ¿A quién viene? A un siervo suyo, que le es deudor de diez mil talentos, y que no tiene ni un maravedí de donde pueda empezar a pagar tan grande deuda. ¿A qué viene? No para vender a su miserable siervo, y tomarle todos sus bienes, sino para entregarle y darle el precio de su Cuerpo y Sangre, mucho mayor que la deuda, para que pueda pagar con este tesoro.


ASPIRACIÓN
Salta de alegría, hija de Sion, alégrate, hija de Jerusalén: mira que tu Rey viene a ti Justo y Salvador.


HACIMIENTO DE GRACIAS
Mira con los ojos de la fe a Cristo en medio de tu corazón, como Rey poderosísimo y benignísimo; a ti como reo, que postrado delante de él le ruega y dice: Ten paciencia, Señor, conmigo, y te corresponderé en todo. Ama a este Señor de todo tu corazón de tal suerte, que por deseo y firme propósito tuyo nada quieras ya contrario a él; nada le antepongas o iguales; nada ames, que no se dirija a su mayor gloria, o a tu propia santificación. Pídele el espíritu de fortaleza, para que como fiel súbdito celes su divino honor contra los que le ultrajan, hasta derramar la sangre.

ASPIRACIÓN
Tú eres mi Rey y Dios mío, que ofreces saludes a Jacob. Confiados en ti ahuyentaremos a nuestros enemigos, y en tu nombre despreciáremos a los que se levanten contra nosotros.















DIA II.
PREPARACIÓN
¿Quién viene? Cristo Señor, que a sus siervos les impone el yugo suave, y la carga ligera de sus mandamientos y consejos y por unos obsequios momentáneos promete una Gloria eterna. ¿A quién viene? A su siervo contumaz, que desde el principio hizo pedazos su yugo, rompió sus prisiones, y dijo: No serviré. ¡A qué viene? Para atraerle suavemente y atarle con vínculos de dulcísima caridad, y suelto del yugo de las pasiones reducirle a su servidumbre, más feliz que todo imperio.

ASPIRACIÓN
¿Y de dónde me viene esto, que mi Señor y el Hijo de mi Dios venga a mí?


HACIMIENTO DE GRACIAS
Mira con los ojos de la fe a Cristo en medio de tu corazón, como a tu Señor, que te compró por grande precio: Y a ti como á siervo suyo fugitivo, que quiere volver a él por medio de un nuevo fervor.  Amale con toda tu alma de tal suerte, que seas uno de aquellos que decían: Ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí; si vivimos, vivimos para el Señor; y si morimos, morimos para el Señor. Pídele el espíritu del temor de Dios, para huir todo pecado, aun el más leve, y temer a él solo con afecto de hijo.

ASPIRACIÓN
Meted, Señor, mis pies en vuestros grillos, y mi cuello en vuestras argollas.















DIA III.
PREPARACIÓN
¿Quién viene? Cristo, Maestro que nos enseña las cosas más útiles: quien primero hizo lo que enseñó; y para que hagamos lo que nos enseña, de su gracia. ¿A quién viene? A un discípulo poco aplicado, que nunca o tarde viene a oír la Doctrina de las virtudes, y presto se aparta de las que ha oído y aprendido por la liviandad de su ánimo. ¿A qué viene? Para que estén tus ojos viendo a tu celestial Maestro, y tus oídos. oigan la palabra de quien le amonesta en oculto (esto es bajo el velo de los accidentes.) Este es el camino (la conversación de Cristo) caminad por él.

ASPIRACIÓN
Venid y subamos al monte del Señor, y a la casa del Dios de Jacob, y nos enseñará sus caminos.


HACIMIENTO DE GRACIAS.
Mira con los ojos de la fe a Cristo en medio de tu corazón, como a tu Maestro, que te enseña el camino de la perfección, y te instruye en las cosas que has de hacer u omitir: y a ti, cual otra Magdalena, que se sienta a los pies del Salvador, y está oyendo sus palabras, y aprendiendo al buscar aquel uno que solo es necesario. Ama a este Señor con toda tu mente de tal suerte, que inmediatamente te acerques a él con santos pensamientos, y busques la tranquilidad y Pureza interior para percibir las cosas celestiales. Pídele, el espíritu de la ciencia, para saber discernir las cosas verdaderas de las falsas, y para estar constantemente persuadido de los dictámenes de la fe.

ASPIRACIÓN
Muéstrame, Señor, tus caminos y enséñame tus sendas.















DIA IV.
PREPARACIÓN
¿Quién viene? Cristo, amigo fiel, al cual no hay comparación, que aun dejándole nosotros, y provocándole a ira, nunca nos deja, sino que de enemigos nos hizo amigos íntimos con el precio de su Sangre. ¿A quién viene? A un infame traidor, que tantas veces ha despreciado su amistad; que pospuso su gracia al pecado; y que su trato y familiaridad lo ha conmutado por los vanísimos coloquios de los hombres. ¿A qué viene? Para ser un fiel amigo y una protección fuerte, el cual
hallado encuentre un tesoro, y para más íntimamente unirlo así por amor.

ASPIRACIÓN
Manifiéstame, Señor, tu cara, suene tu voz en mis oídos; pues tu voz es a la verdad dulce, y tu rostro lleno de gracia.


HACIMIENTO DE GRACIAS
y Mira con los ojos de la fe a Cristo en medio de tu corazón, como amigo fidelísimo, que, a ti, servicillo inútil, te levanta a su amistad: y a ti, como amigo en la mesa, o por mejor decir vil mercenario, que cuando recibes consolaciones le amas; y cuando te castiga para tu corrección, te resfrías en el amor. Amale con todas tus fuerzas de modo, que ofrezcas a Dios las facultades y potencias de tu alma, los sentidos y órganos de tu cuerpo, en unión de las facultades y sentidos de Jesús; y haz propósito de usar de ellos siempre en obsequio suyo. Pídele el espíritu de consejo, para saber elegir los remedios proporcionados a la salud de tu alma, y de aquellos que están a tu cuidado.

ASPIRACIÓN
Mi amado para mí, y yo para él. Yo para mi amado, y hacía mí él se convierte.













DIA V.
PREPARACIÓN
¿Quién viene? Cristo Hermano, quien, siendo verdadero Dios y Señor de los hombres, no se avergüenza de llamarlos hermanos, diciendo: Anunciaré tu Nombre a mis hermanos. ¿A quién viene? A su hermano fratricida, que cual otro Caín se arrojó al Justo Abel en el campo de este mundo con los pecados, é impíamente le mató. ¿A qué viene? Para conservar a este fratricida en la vida espiritual que antes le había dado, y no dejarle ir vago y prófugo sobre la tierra.

ASPIRACIÓN
¿Quién me dará a ti mi Hermano, que chupas los pechos de mí misma Madre, el que te encuentre fuera y te bese, y ya nadie me desprecie?


HACIMIENTO DE GRACIAS
Mira con los ojos de la fe a Cristo en medio de tu corazón, como a tu Hermano el mayor, y el primogénito entre muchos hermanos y a ti como el mínimo hermanito, el mínimo en su comparación; o por mejor decir, indigno de tal nombre, siendo tan desemejante a él en la vida y costumbres. Amale con todas tus facultades de tal suerte, que con todo tu conato sigas fielmente los consejos, é imites los ejemplos de tu Hermano Primogénito. Pídele el espíritu de entendimiento, para que entiendas y expliques los ocultos sentidos de la Sagrada Escritura.

ASPIRACIÓN
De sola esta única cosa tengo necesidad, que encuentre gracia en tus ojos, Señor mío y Hermano mío.














DIA VI.
PREPARACIÓN
¿Quién viene? Cristo, Padre del futuro siglo, quien voluntariamente nos engendró con la palabra de la verdad: Padre de las misericordias, y Dios de toda consolación, que tiernísima mente nos ama, y nos llama: Hijitos. ¿A quién viene? A un Hijo Pródigo, que ha estado peregrinando en la remota región del olvido de Dios, y allá disipó sus bienes, viviendo, si no lujuriosamente, por lo menos vana é inútilmente. ¿A qué viene? Para abrazar y besar a este Hijo Pródigo que vuelve a él; para adornarlo con la "Estola de la gracia y con los dones celestiales; para confortarlo con el convite de su Cuerpo y de su Sangre; y para constituirlo poseedor de la eterna heredad en la casa de su gloria.

ASPIRACIÓN
¡Cuántos mercenarios abundan de panes en la casa de mi Padre! Y yo aquí estoy pereciendo de hambre. Me levantaré é iré a mi Padre.

HACIMIENTO DE GRACIAS.
 Mira con los ojos de la fe a Cristo en medio de tu corazón, como á Padre piadosísimo, que te engendró en la Cruz con sumos dolores: y a ti como á hijo prófugo, que vuelve a él de una larga peregrinación y miserabilísimo estado, y que es recibido de él con una benignidad admirable. Amale con toda tu fortaleza de suerte, que por él desprecies la vida, la salud del cuerpo, las riquezas, los deleites y las honras; y te acostumbres a vivir separado de las criaturas. Pídele el espíritu de la piedad, para que los obsequios á tanto y tal Padre debidos, diligentemente los busques, y eminentemente se los tributes.

ASPIRACIÓN
Padre, pequé contra el Cielo y contra ti: ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo: hazme como uno de tus jornaleros.













DIA VII.
PREPARACIÓN
¿Quién viene? Cristo Esposo, que dijo: Yo te desposaré conmigo para siempre: y te desposaré conmigo en justicia, en juicio y en misericordia: y te desposaré conmigo en la fe. ¿A quién viene? A su infiel esposa, que se ha entregado a muchos amantes sobre todo monte excelso, y bajo de todo árbol frondoso; es a saber, por la soberbia y los malos deseos, poniendo su corazón en vilísimas ¿Para qué viene? No para darle libelo de repudio, sino para desposarse nuevamente con ella; y para poner señal en su rostro, y lograr que en adelante no admita a otro amante que a él.

ASPIRACIÓN
Prudentes Vírgenes, levantaos y preparad vuestras lámparas: mirad que viene el Esposo, salidle a recibir.


HACIMIENTO DE GRACIAS
Mira con los ojos de la fe a Cristo en medio de tu corazón, como amabilísimo Esposo, que voluntariamente amó a tu alma arrojada sobre la faz de la tierra, desnuda y llena de confusión: a tu alma como á esposa suya, unida a él con tantos vínculos, y atraída con tantos dones, para que corresponda con amor. Amale con toda tu libertad de modo, que ya no tengas potestad sobre tu cuerpo ni sobre tu alma, sino tu Esposo, que te dió potestad de comer su Cuerpo y beber su Sangre. Pídele el espíritu de la sabiduría, para que puedas investigar todo lo mas íntimo que hay en Dios, esto es su ser y sus divinas perfecciones, con el fin de excitar en ti mayor amor suyo.

ASPIRACIÓN
Alegre me regocijaré en el Señor, y mi alma se llenará de alegría en mi Dios; porque me vistió con los vestidos de la salud, y me cubrió con el manto de la justicia, como á esposa adornada con sus collares.












DIA VIII.
PREPARACIÓN
¿Quién viene? Cristo, Sol de Justicia y esplendor de la Gloria: Luz verdadera, que alumbra a todo hombre que viene a este mundo. ¿A quién viene? A un hombre, ciego, que camina en tinieblas, y que habita en la región de la sombra de la muerte; y que siente el no ver la luz del Cielo. ¿A qué viene? Para poner en el resplandor de su semblante; é ilustrarle con su doctrina y ejemplo, como antorcha en lugar obscuro, hasta que amanezca el día de la eternidad, y nazca en su corazón el lucero de la gloria.

ASPIRACIÓN
Levántate y recibe la claridad, Jerusalén; porque ya viene la luz: sobre ti nacerá el Señor, y su Gloria se verá en ti


HACIMIENTO DE GRACIAS
 Mira con los ojos de la fe a Cristo en medio de tu corazón, como candor de la eterna luz, que ilumina lo más escondido de las tinieblas: Y a ti, como a aquel ciego que mandó Jesús traer a su presencia, el cual le rogaba y decía: Señor, haced que vea la luz. Ama al Señor más que a tus ojos, y más que todo aquello que es deleitable a la vista de tal suerte, que propongas apartar tus ojos para que ya no vean la vanidad. Pídele el don especial de la fe, para que veas las cosas que has de hacer, y tengas fuerza para hacer las que vieres.

ASPIRACIÓN
Tú, Señor, das pábulo a la antorcha que encendiste en mí, Dios mío, disipad mis tinieblas.













DIA IX.
PREPARACIÓN
¿Quién viene? Cristo, Viático de quien peregrina a la bienaventurada Sion; medicina de inmortalidad, y prenda de la eterna gloria, que no es menos que la misma gloria prometida. ¿A quién viene? A un extranjero y peregrino, que no tiene aquí Ciudad permanente; sino que camina en busca de la venidera. ¿A qué viene? Para que como otro Elías pueda andar fortalecido con esta comida por el camino de la observancia de los Mandamientos en los días de las prosperidades, y en las noches de las adversidades, hasta el monte del Señor.

ASPIRACIÓN
Percibe con los oídos mis llantos, no enmudezcas, Señor; porque yo soy en tu presencia extranjero y peregrino, como todos mis Padres.


HACIMIENTO DE GRACIAS
Mira con los ojos de la fe á Cristo en medio de tu corazón, como a tu Provisor en el camino que llevas a la tierra prometida, que te provee del Maná para comer: Y a ti como á Peregrino en el desierto, que coge este celestial Maná todos los días, hasta que comas el eterno de las bien aventuradas cosechas de aquella tierra. Ama a tu Señor más que a todos los olores suaves, y más que a la fragancia de los aromas y las flores de modo, que solo corras tras él al olor de sus ungüentos, esto es de sus ejemplos, hasta que el Rey te introduzca en sus despensas. Pídele el don de una firmísima esperanza, para poder decir confiada
mente: En paz dormiré y descansaré en las cosas del Señor; porque tú, Dios mío, me aseguraste singularmente en la esperanza.

ASPIRACIÓN
Me he alegrado en estas cosas que me han dicho: Iremos a la casa del Señor. Estaban firmes nuestros pies en tus atrios, o Jerusalén.















DIA X.
PREPARACIÓN
¿Quién viene? Cristo, convidador y convite: convite substancioso, convite de la vendimia, convite de las substancias de las médulas; convite de vendimia purificada. ¿A quién viene? A un hombre que se presenta sin el vestido nupcial, o por lo menos cubierto con un vestido lleno de manchas, indecente para tan excelso convite. ¿A qué viene? Para que, satisfecho con este convite, fastidie las insípidas y dañosas comidas de este mundo, y solo anhele por la cena de las
bodas del Cordero, significada en la Eucaristía.

ASPIRACIÓN
¿Quién nos dará de sus carnes para saciar nuestra hambre? Pues su carne verdaderamente es comida, y su sangre es verdaderamente bebida.


HACIMIENTO DE GRACIAS
Considera con los ojos de la fe a Cristo en medio de tu corazón, como ceñido con las especies Sacramentales, y que te administra una comida, que permanece hasta la vida eterna: Y a ti, comiendo esta suavísima comida, hasta quedar satisfecho, y aun teniendo hambre de amor. Ama a este Señor más que a toda dulzura y suavidad de manjares de tal suerte, que, templándote en los excesos de la gula, empieces a gustar y conocer, cuán suave es el Señor. Pídele el don de caridad fervorosisima, para que solo Dios sea sabroso a tu paladar, y todo lo que no es Dios te sea insípido.

ASPIRACIÓN
¿Quién soy yo, siervo tuyo, pues has puesto tu vista en un perro muerto, a quien yo soy semejante, y me has hecho sentar entre los convidados a tu mesa?












DIA XI.
PREPARACIÓN
¿Quién viene? Cristo, huésped suavísimo, que todos los días se hospeda, y da de comer y beber a los ingratos, y en recompensa recibe amarguras: el cual ahora mismo está tocando a la puerta de tu corazón. ¿A quién viene? A tu ingrata alma, de la cual se ha quejado diciendo era huésped, y no me acogiste en tu casa, por tenerla ocupada con afectos terrenos. ¿A qué viene? Para que oyendo, tú su voz, y abriéndole las puertas de tu corazón, entre él a ti, para darte y recibir de ti una mutua cena.

ASPIRACIÓN
Baja presto (por humildad) porque hoy conviene que yo esté en tu casa. Entrad, bendito del Señor, ¿por qué te estás á fuera? Ya tengo preparada mi casa.


HACIMIENTO DE GRACIAS
Considera con los ojos de la fe a Cristo en medio de tu corazón, como á huésped humanísimo, que está contigo teniendo mutuos coloquios, más suaves y dulces que la miel y el panal: y a ti, como a un pobre villano, ennoblecido con la presencia de tan gran huésped. Ama a este Señor sobre toda melodía y sobre todo cuanto deleita los oídos, para que te hagas sordo a las voces de aquellos que te cuentan noticias; pero que no son conformes a la Ley de tu Dios. Pídele la virtud de la prudencia, para que ya no seas más párvulo sin firmeza, y no te dejes llevar a todo viento de doctrina; por la malicia de los hombres, y por su astucia para hacerte caer en error.

ASPIRACIÓN
Su conversación no tiene amargura, ni el cohabitar con él engendra tedio; sino alegría y gozo.












DIA XII.
PREPARACIÓN
¿Quién viene? Cristo, amado, cándido y rubio; cándido bajo las especies de pan; rojo bajo las especies de vino; escogido entre millares, y todo amable. ¿A quién viene? A su amada, a la cual por un exceso de amor la llama Paloma suya, Hermosa suya, Limpia, Inmaculada: no porque sea así, sino porque tal la desea él. ¿A qué viene? Para besarla, con el dulce beso de su boca en la Eucaristía, e introducirla en la despensa de sus llagas, y hablarle allí amores a su corazón.

ASPIRACIÓN
Yo os ruego encarecidamente, hijas de Jerusalén, que si encontrareis a mi amado, le digáis, que muero de amor.


HACIMIENTO DE GRACIAS
Considera con los ojos de la fe a Cristo en medio de tu corazón, como a tu amado, que te pide tus abrazos y tus ósculos: y a ti como a su amada ingrata, que tantas veces has ido vagando distraída tras los rebaños de tus compañeros los amadores del mundo. Ama a este Señor sobre todos los brutales y locos deleites de la carne de tal suerte, que ya de aquí en adelante crucifiques tu carne con sus vicios y concupiscencias. Pídele la virtud de la templanza, para que rijas y enfrenes todos los movimientos de la concupiscencia; y sepas tener modo en todas las cosas.

ASPIRACIÓN
Encontré al amado de mi alma, lo tengo asido, y no lo dejaré.












DIA XIII.
PREPARACIÓN
¿Quién viene? Cristo, heredero pródigo del opulentísimo Padre, el cual se hizo pobre por nosotros, siendo rico, para que con su pobreza fuésemos ¿A quién viene? Al mendigo Lázaro, postrado a sus puertas, lleno de llagas, y que desea alimentarse de las migajas, que caen de la mesa de este rico. ¿A qué viene? Para echarle en su seno una medida buena, rellena y apretada, y que rebosa sus gracias.

ASPIRACIÓN
Como los ojos de los siervos en manos de sus señores, y como los ojos de la criada en manos de su señora; así están nuestros ojos hacía nuestro Señor Dios, hasta que tenga misericordia de nosotros.


HACIMIENTO DE GRACIAS
Considera con los ojos de la fe a Cristo en medio de tu corazón como que está derramando en ti las riquezas de su amor: y a ti, como a un pobrecillo que le estás manifestando tus miserias y necesidades. Ama a este Señor sobre todas las
pompas y riquezas del mundo, para que lo que antes reputabas por logro, lo tengas como daño para ti, y lo estimes como estiércol para lograrlo a él. Pídele la virtud de la justicia, para que, excluida toda avaricia, des al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios.

ASPIRACIÓN
Venid, oíd todos los que teméis a Dios, y os contaré, cuantas cosas hizo a mi alma: yo clamé a él con mi boca, y lo ensalcé con mi lengua.











DIA XIV.
PREPARACIÓN
¿Quién viene? Dios escondido, Dios Salvador de Israel; quien, ocultando su Majestad, ha mudado de hábito, para convertirse a ti, y tratar contigo más familiarmente. ¿A quién viene? A un hombre, a quien lo desea también escondido, diciéndole: Entra en tus aposentos, cierra tus puertas a ti mismo, escóndete un poco por un momento. ¿A qué viene? Para esconderlo de la conturbación de los hombres en su más oculto retrete: para llevarlo a la soledad, y allí hablarle a su corazón, y manifestarse a él mismo.

ASPIRACIÓN
Si he encontrado, Señor, gracia en tu presencia, manifiéstame tu rostro, para que te conozca.


HACIMIENTO DE GRACIAS
Mira con los ojos de la fe a Cristo en medio de tu corazón, que te ofrece el Maná escondido, que ninguno conoce, sino el que le recibe; a ti, como que gloriosamente te estás ocultando en su seno. Ama a este Señor más que a todos los honores y dignidades, de tal suerte, que tu gloria en esta vida no sea otra, que estar oculto, y ser des preciado por su amor. Pídele la virtud de la fortaleza,
para que, contemplando, no las cosas que se ven, sino las que no se ven, desprecies todas las cosas terrenas como viles, superes las cosas difíciles y arduas, y siempre camines a lo grande y excelso.

ASPIRACIÓN
¿Quién me dará alas como de paloma, y volaré y descansaré? Mirad como me alejé huyendo, y habité en la soledad.











DIA XV.
PREPARACIÓN
¿Quién viene? Cristo, vino que produce Vírgenes: el cual preparó el Señor a aquellos, que están con el corazón amargo, para que beban, y se olviden de su necesidad, y no se acuerden más de su dolor. ¿A quién viene? A aquel que colocó en la tierra excelsa, esto es, en su Iglesia, para que chupe miel de la piedra y aceite del pedernal más duro, y beba la purísima sangre de la uva. ¿A qué viene? Para darle una bebida de vino confeccionado, y mosto de sus granadas, con el cual lo deje embriagado en su caridad.

ASPIRACIÓN
Venid, comed de mi pan, y bebed del vino, que he mezclado para vosotros: dejad la infancia, vivid y caminad por los caminos de la prudencia.


HACIMIENTO DE GRACIAS
Mira con los ojos de la fe á Cristo en medio de tu corazón, que está lavando su Estola en el vino, esto es, tu alma en su sangre; y a ti como introducido en la bodega, y que recibes de su mano el cáliz del vino, no de su furor, sino de su amor. Ama a este Señor con amor casto, como le amaron las Santas Vírgenes; de tal suerte, que ya no tengas mácula ni arruga, u otra maldad, sino que seas santo é inmaculado. Pídele la pureza del corazón, para que purificado el ojo de tu alma, seas elevado a contemplar su hermosura.

ASPIRACIÓN
Preparaste, Señor, delante de mí la mesa, contra aquellos que me atribulan: encrasaste, Señor, mi cabeza con el aceite, y ¡oh cuán excelente es mi cáliz, que me embriaga!










DIA XVI.
PREPARACIÓN
¿Quién viene? Cristo, Pan de Dios, que bajó del Cielo, y da la vida a el mundo: Pan sustancioso, que ofrece delicias a los Reyes. ¿A quién viene? A la Cananea tu alma, a la cual con razón se le puede decir: No es bueno tomar el pan de los hijos, y arrojarlo a los perros. ¿A qué viene? Para ser pan, que corrobore tu corazón, y te alimente sobre substancialmente, para que ya no desfallezcas en el camino de Dios.

ASPIRACIÓN
Señor, socórreme; pues también los cachorrillos comen de las migajas, que caen de la mesa de sus Señores.


HACIMIENTO DE GRACIAS
Considera con los ojos de la fe a Cristo en medio de tu corazón, que te está partiendo su pan a ti que estás hambriento: y a ti, como hambriento cachorro, que recoge las preciosas y sustanciosas migajas. Ama a este Señor con un amor
constante, como le amaron los Santos Confesores; de tal suerte, que, a fuera de hombre Santo, permanezcas como el Sol en tu sabiduría, y no cual necio te mudes cono la Luna. Pídele la verdadera pobreza de espíritu, para que renunciadas todas las cosas, con más desembarazo corras por el camino de la perfección, el cual lleva recto al Reyno de los Cielos.

ASPIRACIÓN
Con la comida de los Ángeles alimentaste a tu Pueblo; y sin trabajo les franqueaste el preparado pan del Cielo, que contiene en sí todo deleite.











DIA XVII.
REPARACIÓN
¿Quién viene? Cristo, Pontífice Santo, inocente, inmaculado, separado, de los pecadores, hecho más excelso, que el Cielo: quien, en los días de su vida mortal, ofreciendo con gran clamor y lágrimas, ruegos y súplicas, fué oído por la reverencia, que se le debía. ¿A quién viene? A uno de aquellos, a quienes se les ha dicho: Y vos, generación escogida, Sacerdocio Real, gente santa, Pueblo de adquisición. ¿A qué viene? Para consagrar tu pecho en Templo de la Divinidad, y tu corazón en Altar; y para que tengas una víctima agradable, que ofrecer al Eterno Padre en olor de suavidad.

ASPIRACIÓN
Ved que viene a su Santo Templo el Dominador, que vosotros buscáis; y el Ángel del Testamento, a quien vosotros queréis.


HACIMIENTO DE GRACIAS
Considera con los ojos de la fe a Cristo en medio de tu corazón, como Pontífice Máximo, que penetró los Cielos, el cual ahora vuelve a bajar a ti por amor, para unirte a sí: y a ti mírate como á ministro suyo, escogido por él para su servicio. Ama a este Señor con un amor solícito, como le amaron los Santos Pontífices, de suerte, que, en el servicio de tan gran Pontífice, evites hasta el más mínimo descuido. Pídele entrañas de misericordia, para conseguir de él la eterna misericordia, el cual, tentado que fué, en todas las cosas a semejanza nuestra, sabe compadecerse de nuestras enfermedades.

ASPIRACIÓN
Hemos recibido, Dios mío, tu misericordia en medio de tu Templo: según es tu nombre, ¡o Dios! así es tu alabanza en toda la tierra.











DIA XVIII.
REPARACIÓN
¿Quién viene? Cristo, Varón de dolores, que ha experimentado la enfermedad, el cual ha sido herido por nuestras iniquidades, ha sido destrozado por nuestros delitos. ¿A quién viene? A tu alma delicadísima, enemiga de la Cruz de Cristo, que estando bajo de una cabeza coronada de espinas, desea coronarse de rosas. ¿A qué viene? Para que estés lejos de gloriarte en otra cosa, que en la Cruz de este Señor, por el cual el mundo ha de estar crucificado a ti, y tú á el mundo; y para que lleves sus llagas en tu cuerpo.

ASPIRACIÓN
Iré al monte de la mirra, y al collado del incienso, hasta que amanezca el día , y se desvanezcan las sombras.


HACIMIENTO DE GRACIAS
Mira con los ojos de la fe a Cristo en medio de tu corazón, como esposo ensangrentado: y a ti como á esposa suya ingrata, que, aunque todos los días anuncias la muerte del Señor en el Santo Sacrificio de la Misa, aun no has aprendido a morir al mundo. Ama a este Señor con un amor fuerte, como le amaron los Santos Mártires, de modo, que te atrevas á decir: ¿Quién nos separará de la caridad de Cristo? ¿La tribulación? ¿Acaso la angustia? ¿Acaso el hambre? ¿Acaso la desnudez? ¿Acaso el peligro? ¿Acaso la persecución? ¿Acaso la espada? Pídele el llanto saludable, para que abundando la Pasión de Cristo en ti, por Cristo abunde tu consolación.

ASPIRACIÓN
Mi amado es para mí hacecillo de mirra: entre mis pechos (esto es, en mi mente y voluntad) habitará conmigo.











DIA XIX.
PREPARACIÓN
¿Quién viene? Cristo, que se profesa Madre, diciendo: ¿por ventura puede olvidar la Madre a su Infante de modo, que no tenga misericordia con el hijo de su vientre? Y si ella se olvidare, yo no me olvidaré de ti. ¿A quién viene? A ti, párvulo en espíritu, a quien da leche de Reyes; y una y otra vez te pare, hasta que él se forme en ti. ¿A qué viene? Para que como un recién nacido infante, apetezcas sin dolo la leche racional; y obrando la verdad en caridad, crezcas por todo en aquel, que es la cabeza, Cristo Jesús.


ASPIRACIÓN
Venid, comprad sin plata, y sin conmutación alguna el vino y la leche.


HACIMIENTO DE GRACIAS
Mira con los ojos de la fe á Cristo en medio de tu corazón, como á Madre amantísima, que te lleva a sus pechos, y te halaga sobre sus rodillas: y a ti, como á infante recién nacido, que está chupando de él la leche de las consolaciones. Ama a este Señor con amor tierno, como le amaron los Santos Apóstoles, de suerte, que ni aun por un momento, permitas apartarte de su regazo y presencia. Pídele la mansedumbre de infante, para que, aprendiendo de él, que es manso y humilde de corazón, te hagas como párvulo, y así entres en el Reyno de los Cielos.

ASPIRACIÓN
Mi Padre y mi Madre me desampararon; pero el Señor me ha tomado a su cuidado.










DIA XX.
PREPARACIÓN
¿Quién viene? Cristo, esperanza de las gentes, y deseo de los collados eternos: el cual ha deseado también con gran deseo comer esta Pascua contigo, para manifestar cuánto te ama. ¿A quién viene? A tu alma perezosa, a la cual le quitan la vida los deseos estériles y ociosos: que ya quiere, ya no quiere; y se ha hecho como paloma engañada, que no tiene ¿A qué viene? Para enviar de lo alto a tu alma el fuego de los deseos eficaces, y para enseñarte: pues el principio de la sabiduría es la verdadera concupiscencia de la disciplina.

ASPIRACIÓN
Mi alma te deseó, Señor, en la noche; pero también con todo mi espíritu y en lo más interior de mi corazón velaré a ti desde por la mañana.


HACIMIENTO DE GRACIAS
Mira con los ojos de la fe a Cristo en medio de tu corazón, como asentado a las puertas de tu alma con deseo de estar contigo: y a ti, que estás aun como soñoliento, y torpe para levantarte y abrir las puertas a tu amado. Ama a este Señor con un amor ansioso, como le amaron los Santos Patriarcas; de modo, que por las calles y plazas busques al amado de tu alma, y ruegues a los centinelas de la Ciudad: ¿por ventura habéis visto al amado de mi alma?  Pídele la sed y hambre de justicia, para que; aspirando siempre a lo más perfecto, merezcas conseguir la eterna hartura.

ASPIRACIÓN
A ti, Señor, habló mi corazón, mi semblante te buscó con diligencia: yo buscaré, Señor, tu rostro. Tu nombre y tu memorial está en el deseo del alma.










DIA XXI.
PREPARACIÓN
¿Quién viene? Cristo, fuego que consume: que hace a sus Ángeles, espíritus, y a sus ministros llama de fuego; que vino a arrojar fuego en la tierra; ¿y qué quiere, si no que se encienda? ¿A quién viene? A tu alma, ni fría ni caliente, sino que, con su detestable tibieza, lo está provocando á vómito. ¿A qué viene? Para ocuparla toda y encenderla; para inclinarla a que reciba sus inspiraciones, adornarla con el esplendor de las buenas obras, y comunicarle la virtud de abrazar a otros.

ASPIRACIÓN
¡Ojalá rompieras los Cielos, y bajaras! A tu presencia se derretirán los montes: como lo que abrasa el fuego, se desharían las aguas mismas arderían en el fuego.


HACIMIENTO DE GRACIAS
Considera con los ojos de la fe á Cristo en medio de tu corazón, como a una fragua, que respira por todas partes llamas de amor: y a ti, como á hierro vil, y cubierto de orín, metido en este inmenso fuego. Ama a este Señor con amor ferviente, como le aman los Querubines y Serafines; de modo, que por la fuerza de su amor todo te enciendas y te derritas, y todo lo enciendas é inflames. Pídele la paz perfecta, para que, descansando en él, como en tu esfera, seas contado entre los verdaderos pacíficos, que serán llamados hijos de Dios.

ASPIRACIÓN
¿Por ventura puede el hombre esconder el fuego en su seno, sin que ardan sus vestidos?










DIA XXII.
PREPARACIÓN
¿Quién viene? Cristo, médico meritísimo, quien verdaderamente tomó sobre sí nuestras enfermedades, y cargó con nuestros dolores y se hizo como leproso, y herido de la mano de Dios, y humillado; para que nosotros sanásemos con sus heridas. ¿A quién viene? A aquel hombre, que, por el pecado, bajando de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de ladrones, que, despojándole, y llenándole de heridas, le dejaron medio. ¿A qué viene? Para que como buen Samaritano, acercándose, ligue sus llagas, derramando en ellas el aceite de su misericordia, y el vino de su sangre, y tenga cuidado de él, hasta que convalezca.

ASPIRACIÓN
Señor, no soy digno, de que entréis en mi pobre Casa, basta que digáis una sola palabra, y será sana (mi alma)


HACIMIENTO DE GRACIAS.
Mira con los ojos de la fe a Cristo en medio de tu corazón, que de sus manos y pies está derramando copiosísimas fuentes de sagrada sangre, formando un baño para remedio de tu alma: y a ti, como a aquel paralítico de la probática Piscina, que había pasado muchos años en su enfermedad. Desea varonilmente desfallecer de amor, apartándote de las cosas criadas, y como sabiamente enfermo, aborreciendo lo que antes te deleitaba; y ya como tullido, no quieras caminar más a las cosas ilícitas, ni estar levantado por soberbia, si no postrado por humilde. Pídele al Señor la virtud de la obediencia, para que imites a aquel,
que por tu salud se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de Cruz.

ASPIRACIÓN
Señor, mira que aquel a quien amas está enfermo. Dile a mi alma: Yo soy
tu salud.







DIA XXIII.
PREPARACIÓN
¿Quién viene? Cristo, Margarita preciosísima, por la cual, si diere el hombre toda la riqueza de su casa, le parecerá que da nada: porque todo el oro en su comparación, es como un puñado de arena; y como el lodo se apreciará la plata en su presencia. ¿A quién viene? A un necio mercader, que, por un puñado de cebada, y un pedazo de pan, ha quebrantado a golpes esta. inestimable piedra preciosa. ¿A qué viene? Para que encontrada está sola preciosa margarita, sabiamente venda todas las cosas que tiene, y la compre.

ASPIRACIÓN
Ponme á mí, dice el Señor, como sello sobre tu corazón (para amar) como sello sobre tu brazo (para obrar.)

HACIMIENTO DE GRACIAS
Mira con los ojos de la fe a Cristo en medio de tu corazón, como Santo dado a los perros, y como margarita arrojada a los cerdos y a ti, como a un bruto animal, que ni la merece, ni conoce su precio. Desea por fuerza del amor buscar la prontamente; lo que cumplirás, si contemplas aquellas sus perfecciones, que te mueven a amarle; si le pides luz, para más conocerle; si le ruegas, te enseñe a elegir los Padres Espirituales; y si en nada te detienes, que no sea Dios.  Pídele al Señor la virtud o el don de la Oración, con la cual, buscando siempre su voluntad, de tal suerte pidas, que te se dé; de tal suerte busques, que encuentres; y de tal suerte llames a la puerta, que te se abra.

ASPIRACIÓN
Dadme los parabienes, porque he encontrado la dracma, que había perdido.








DIA XXIV.
PREPARACIÓN
¿Quién viene? Cristo, árbol de la vida, que produce doce frutos, dando en cada mes su fruto; cuyas hojas son de salud para las gentes. ¿A quién viene? A la viña del hombre perezoso, llena de ortigas de los vicios, y cubierta de espinas de las aficiones terrenas: la cual tanto tiempo se ha esperado a que llevara uvas,
y no ha llevado sino agrazones. ¿A qué viene? Para que plantado en ella este árbol de la vida, produzca los frutos del Espíritu Santo, que son: Caridad, Gozo, Paz, Paciencia, Benignidad, Bondad, Longanimidad, Mansedumbre, Fe, Modestia, Continencia y Castidad.

ASPIRACIÓN
Venga mi amado a su huerto, y coma el fruto de sus árboles frutales; toda futa, nueva y vieja, amado mío, he guardado para ti.


HACIMIENTO DE GRACIAS
Mira con los ojos de la fe á Cristo en medio de tu corazón, como á Vid hermosa y frondosa y a ti, como á sarmiento, que chupa de ella el jugo de la gracia, con el cual, puedas producir hojas de Santas palabras, flores de buenos deseos, y frutos de piadosas acciones. Desea por amor obrar santamente sin interrupción; de modo, que no dejes pasar ocasión alguna de aprovechar, no sea que después que el Señor ha esperado en vano de ti aun este año el fruto, mande al fin cortarte y arrojarte al fuego. Pídele al Señor la virtud de una incansable solicitud, para que, teniendo siempre tu alma en tus manos, no ceses de purgarla de los vicios, y de cultivarla con las virtudes.

ASPIRACIÓN
Bajo de la sombra de aquel, que había deseado me senté: y su futo es dulce a mi garganta.










DIA XXV.
PREPARACIÓN
¿Quién viene? Cristo, Capitán de las Gentes, y Señor de los Ejércitos, el cual no vino a traer paz, si no guerra: y venció al fuerte armado, y le quitó todas sus armas, en las qua les confiaba. ¿A quién viene? A un soldado su yo desertor, quien, por suma perfidia, se pasó a los reales de sus enemigos, o a lo menos quiso contentará los dos partidos; jurando en nombre del Señor, y jurando en nombre de Melcom. ¿A qué viene? Para ceñirle sus lomos con la verdad, vestirle la cota de la justicia, darle el escudo de la fe, con cuyas armas pueda romper todas las saetas del enemigo; y también viene para darle el morrión de la salud, y la espada del espíritu, que es la palabra de Dios.

ASPIRACIÓN
El Señor, que vence en las batallas su nombre es el Señor. El que puso sus reales
en medio de su Pueblo, para sacarnos de las manos de todos nuestros enemigos.


HACIMIENTO DE GRACIAS
Mira con los ojos de la fe á Cristo en medio de tu corazón, como á diestrísimo Capitán, que instruye tus manos para la guerra, y tus dedos para la batalla; y a ti, como a su Soldado de leva, negligente y cobarde; pero que ya desde ahora determina, so lo militar debajo de sus banderas. Desea por amor sufrir infatigablemente, de suerte, que, trabajando como buen Soldado de Cristo, toleres con igualdad de ánimo, y aun con deleite, el hambre, la sed, el fio, el calor, y las demás incomodidades de la milicia cristiana. Pídele al Señor la virtud de la mortificación y abnegación, para que no corras como en incierto; no pelees como quien hiere al viento; sino que castigues tu cuerpo, y lo sujetes a la servidumbre del espíritu.

ASPIRACIÓN
Vive Dios, y vive mi Señor el Rey, que en cualquiera lugar que estuviereis, Señor mío y mi Rey, ya en la muerte, ya en la vida, allí estará vuestro Siervo.









DIA XXVI.
PREPARACIÓN
¿Quién viene? Cristo, fuente de la vida, fuente manifiesta a la casa de Jacob, y a los habitantes de Jerusalén, para lavar al pecador; y para que, quien tenga sed» venga, y quien quiera, reciba el agua de vida gratuita Incite. ¿A quién viene? A uno de aquellos necios, que dejaron esta fuente de aguas vivas, y cavaron para sí cisternas; y cisternas rotas, que no pueden retener las aguas. ¿Para qué viene? Para que, bebiendo de esta agua, no tenga ya sed jamás; sino que esta agua forme en él una fuente perene hasta la vida eterna.

ASPIRACIÓN
Mi alma ha deseado con sed a Dios fuente viva; ¿cuándo será aquel día, que apareceré en la presencia de Dios?


HACIMIENTO DE GRACIAS
Considera con los ojos de la fe a Cristo en medio de tu corazón, como á fuente de agua viva, que esparce las corrientes de su espíritu sobre tu sedienta y árida alma; y a ti como a otra Samaritana, que le pide con mucha instancia Señor, dame de esta agua, para no tener jamás sed. Desea con amor apetecerla impacientemente; de suerte, que, por el deseo de la virtud, y de las cosas celestiales, cuasi mueras de sed, y nada este mundo te deleite. Pídele al Señor la virtud de la humildad: porque el Señor hace correrlas fuentes por los valles profundos, y por medio de los montes pasarán las aguas: esto es, a los humildes da gracia, y resiste a los soberbios.

ASPIRACIÓN
Saquemos agua con gozo de las fuentes del Salvador.








DIA XXVII.
PREPARACIÓN
¿Quién viene? Cristo, cazador de los corazones, cuyas saetas nunca volvieron hacía atrás porque disparadas por un brazo todo poderoso son como brasas destruidoras y consumidoras de las aficiones terrenas. ¿A quién viene? A tu alma, como una de las cabras monteses, que habitan en las selvas, que anda vaga y errante por entre las malezas de este mundo, y que va huyendo de las saludables heridas. ¿A qué viene? Para que herida con el dardo de su santo amor, por fin se rinda a su cazador; y llagada, llague, herida, hiera a otras almas que como fieras silvestres huyen de su Dios.

ASPIRACIÓN
Pondrá mis pies, como los de los ciervos; y victorioso me volverá a mis montes, cantándole cánticos.

HACIMIENTO DE GRACIAS
Considera con los ojos de la fe a Cristo en medio de tu corazón, como á asaeteador, que armó su arco, y te puso a ti por blanco de su saeta, y arrojó en tus entrañas las hijas de su aljaba, que son los dardos de la caridad. Desea por amor correr velozmente, no ya huyendo; sino siguiendo con pasos de fervor a tu cazador, por si de algún modo llegas a comprehender aquello, para lo cual has sido prendida con lazos de amor por Cristo Jesús. Pídele al Señor un celo ardentísimo de la salvación de las almas, para ser tú también un fuerte cazador en presencia del Señor; y para que le puedas ofrecer alguna cosa de tu caza, y te bendiga su alma.

ASPIRACIÓN
Tus saetas, Señor, han penetrado mi interior, y has agravado sobre mí tu mano.







DIA XXVIII.
PREPARACIÓN
¿Quién viene? Cristo, Redentor, que no nos redimió de nuestra vana conversación con cosas corruptibles, no con oro, ni con plata; sino con su preciosa sangre, como de cordero inmaculado y no contaminado. ¿A quién viene? A una cautiva hija de Sion, que está sentada, y llorando junto a las corrientes del rio de Babilonia: que se ha vendido de balde, y será redimida sin plata.  ¿A qué viene? Para que tenga misericordia de todas sus iniquidades, sane todas sus dolencias para que rescate, de la muerte su vida, y la corone con piedad y misericordia.

ASPIRACIÓN
Por amor de Sion no callaré, y por amor de Jerusalén no pararé, hasta que amanezca como resplandor, su justo, y se encienda, como lámpara, su salvador.


HACIMIENTO DE GRACIAS
Mira con los ojos de la fe á Cristo en medio de tu corazón como a tu Redentor, que con su cruz rompió el yugo del pecado que te oprimía, y apartó el azote de tu hombro, y pagó tus deudas con su preciosa sangre y a ti, como á cautivo; pero reintegrado por su gracia en la libertad de la gloria de los hijos de Dios. Desea por amor anhelar vehementemente, de suerte, que, movido, y tocado de Dios (quien no perdonó a su propio hijo; sino que lo entregó por todos nosotros) te atrevas a pedir cosas grandes y a emprender por él cosas arduas. Pídele al Señor la virtud de la caridad fraterna, para que, así como él expuso su vida por ti, así también tú expongas la tuya por tus hermanos.

ASPIRACIÓN
Dios es mi Salvador: obraré confiadamente, y no temeré; porque mi fortaleza y mi gloria es el Señor. Y él ha sido para mí, la verdadera salud.







DIA XXIX.
PREPARACIÓN
¿Quién viene? Cristo, todo bien, que Dios nos ha manifestado; y a todos nos convida para poseerle, diciendo: Atended los que me oís, y comed el bien, y vuestra alma se deleitará en su sustancia. ¿A quién viene? A una miserabilísima criatura suya cargada de maldades que no tienen número la cual neciamente llama a lo malo bueno, y a lo bueno malo. ¿A qué viene? Para enseñarle lo que es bueno, y lo que el Señor pretende de ella; para saciar todos sus buenos deseos, y elevada sobre todos sus bienes.

ASPIRACIÓN
¿Qué tengo yo en el Cielo, y qué he deseado yo fuera de ti sobre la tierra? Desfalleció mi carne y mi corazón: ¡Oh Señor! tú eres el Dios de mi corazón y mi herencia eterna.


HACIMIENTO DE GRACIAS
Mira con los ojos de la fe a Cristo en medio de tu corazón, como á tesoro de infinita bondad y a ti, como á abismo de miserias, que recibe de su abundancia toda dádiva especial) y todo don perfecto. Desea por amor abrazar a este Señor estrechamente de suerte, que con el entendimiento y con el afecto siempre estés unido a Dios; y nada te pueda separar de la caridad de Cristo. Pídele al Señor el continuo ejercicio de la presencia de Dios, para que caminando con ella, seas perfecto y así como son sus delicias estar con los hijos de los hombres, así sean tus delicias estar con el hijo de Dios.

ASPIRACIÓN
Teniendo en ti solo todas las cosas juntas, la luz de mis ojos y la compañía de mi vida, no debo yo despedirte de mi presencia.








DIA XXX.
PREPARACIÓN
¿Quién viene? Cristo, Pastor vigilantísimo de las almas, que conoce sus ovejas, y da su vida por ellas y ahora viene a buscarlas y visitarlas, como visita el pastor a su rebaño. ¿A quién viene? A su ovejuela estólida, que va perdida por el desierto de este mundo, y está expuesta á los encuentros de las fieras y de los ladrones. ¿A qué viene? Para buscarla, y encontrada, cargarla alegre sobre sus
hombros; y convidando a los Ángeles y a los Santos, decir: Dadme los parabienes, porque encontré la oveja que había perdido.

ASPIRACIÓN
Erré como oveja perdida busca á tu siervo, Señor, porque a lo menos no me he olvidado, de algún modo, de tus Mandamientos.


HACIMIENTO DE GRACIAS
Considera con los ojos de la fe a Cristo en medio de tu corazón, como a Pastor amantísimo, que te da a comer su carne, y a beber su sangre: y a ti como á oveja de su rebaño, que por beneficio suyo oyes ya su voz, y caminas tras él. Desea por amor arder suavemente en holocausto; de tal suerte, que de termines hacer de ti espiritualmente lo que se hacía con la víctima: es a saber, se segregaba del rebaño, se ataba, se degollaba, se desollaba, se lavaba, se dividía en pedazos, y se quemaba sobre el Altar. Pídele al Señor la virtud de la religión, para que des a Dios, de quien todo eres, el culto, el honor, y la reverencia interior y exterior, y te ofrezcas a él con un corazón sincero.

ASPIRACIÓN
El Señor me gobierna, y nada me faltará; en el lugar del pasto allí me colocó. Me alimentó sobre el agua de la refección me restituyó la vida.









DIA XXXI.
PREPARACIÓN
¿Quién viene? Cristo, ejemplar y modelo de toda virtud y santidad, que en otro tiempo se manifestó en el Monte Calvario, y ahora todos los días se manifiesta en la Eucaristía, al cual se deben asemejar todos los escogidos. ¿A quién viene? A una su imagen y semejanza, en la cual, por la culpa, se ha obscurecido el oro, ha perdido su especial color porque el hombre, cuando estaba colocado en honor, no tuvo entendimiento; ha sido comparado a los jumentos insipientes, y se ha hecho semejante a ellos. ¿A qué viene? Para que tirando la cortina y contemplando la gloria del Señor, te transformes en la misma imagen, de claridad en claridad, como obra del espíritu del Señor.

ASPIRACIÓN
Vaya mi Señor delante de su siervo, y yo seguiré sus pisadas.


HACIMIENTO DE GRACIAS
Mira con los ojos de la fe a Cristo en medio de tu corazón, que te está proponiendo el ejemplar de su vida, para que le mires y obres según él y a ti, como a un rudo pintor, que tira las primeras líneas de su imitación, para formar en tu alma la imagen de lo celestial, y borrar la de lo terreno. Desea por amor asemejarte a él perfectamente de tal suerte, que te revistas de las perfecciones de Dios, según le es posible al hombre; é imitar sus virtudes, especialmente manifestadas en este Sacramento, que son la Caridad, la Humildad y la Obediencia. Pídele al Señor una entera conformidad con la divina voluntad; de
suerte, que de ti se pueda gloriar Dios, diciendo encontré un varón según mi corazón, que obrará según toda mi voluntad.

ASPIRACIÓN
Con Cristo estoy crucificado en la Cruz. Vivo, sí, más ya no yo, por que vive en mí Cristo.




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