NOVENA
DEL
SANTO FELICÍSIMO Y BUEN LADRÓN
SAN DIMAS
Cuya sagrada y hermosísima imagen se venera en el convento de Nuestra Señora de la Merced de la Puebla, en una capilla de su sagrado templo, que se compuso, doró y adornó con las limosnas de los devotos, así de dentro como de fuera de dicha ciudad.
DISPÚSOLA
UN RELIGIOSO AFECTO AL SANTO
HIJO DE DICHO REAL MERCENARIO CONVENTO
Con licencia del Ordinario
SANTIAGO DE CUBA
1906
MODO DE HACER ESTA NOVENA
El modo de hacer la Novena será ponerle de rodillas ante una imagen del glorioso Santo, y, habiendo confesado y comulgado (si diere licencia el confesor), apartada de toda ocasión de culpa el alma, porque no podrá de otra suerte ser a Dios agradable su súplica, para que la otorgue su piadosísima clemencia, con dolor y lágrimas del corazón se hará un acto de contrición, se signará con la señal de la Santa Cruz, y luego dirá la oración común para todos los días, que empieza: «¡Oh ladrón Santo!», la cual acabada, se rezan cinco Padrenuestros y cinco Avemarías, que corresponden a las cinco letras de DIMAS; y éstos rezados, se ofrecerán con la oración propia para cada día; luego la jaculatoria, y por fin la oración última, común también para todos los días de la Novena, y procurar no apartar del alma la consideración de cada día.
El tiempo será el que la necesidad pidiere en el año, y el asignado para cada un año, es nueve días antes de la fiesta, que celebrará dicho convento de Nuestra Señora de la Merced, como lo celebra esta sacratísima Religión el día 24 de abril, y así empezará la Novena el día 16 de dicho mes, y de estar ocupados en estos días antecedentes, se hará en los nueve días subsecuentes. Advirtiendo también que, si la necesidad urge, se puede hacer en nueve horas de un mismo día.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh ladrón Santo, Dimas, penitente el más dichoso, que desde el ignominioso patíbulo en que moriste, acompañando a nuestro Redentor divino en los tormentos del Calvario, diste el asalto hasta el cielo, en donde descansas con Su Majestad en su trono, y con las ardientes palabras de tu predicación y confesión fervorosa robaste al mismo Dios la voluntad y arrebataste a Cristo el corazón! Suplicámoste, ladrón felicísimo, que por tu intercesión eficaz y piadosa nos alcances de la divina misericordia gracia y nos comuniques la tuya para que robemos a la Soberana Majestad sus amorosas atenciones a nuestras súplicas, y así nos conceda el socorro que para nuestra especial necesidad le pedimos por tu intercesión en esta novena, y te rogamos también humildemente, ladrón del cielo, que, así como te apiadaste de Cristo y sus dichosísimos Padres en el camino de Egipto, cuando saliste a Sus Majestades al encuentro, y como predicaste celoso al ladrón protervo en defensa de tu Rey divino, así, apiadándose de todos nosotros, alcances de Jesús, María y José, por aquel gozo que tuvieron con tu piedad, el que nuestro Sumo Pontífice, y todas las cabezas eclesiásticas, nuestro Católico Rey y todos los jueces seculares, y nosotros todos, vivamos libres de los interiores infernales ladrones que nos asaltan el espíritu para despojarlo de la gala de las virtudes y de los salteadores facinerosos que en las ciudades y campos roban los temporales tesoros; y defiende, Santo mío, con especialidad los sagrados templos, los monasterios religiosos, especialmente el de Nuestra Señora de la Merced, por haber sido el primero tú que gozaste el fruto de la Redención, y los purísimos relicarios de vírgenes, para que así, dilatando en toda la tierra tu favorable sombra, te vivamos todos reconocidos, implorando en todo tiempo y lugar tu patrocinio, por el cual esperamos imitar tu muerte dichosa y gozar contigo la eterna luz de la bienaventuranza. Amén.
DÍA PRIMERO
Domine.
La primera palabra de las que habló Dimas a Cristo, fué con las que confesó, adoró e invocó a su Señor Soberano, Domine; el Siriaco añade mí; y así esté día se considera el soberano universal dominio de Cristo, y el excesivo amor que lo hizo esclavo en el mundo para sacar de la esclavitud tirana del demonio, y se ejercitará alma y cuerpo en profundos afectos de humildad y reverentes adoraciones al Señor de los señores; en sus sagradas imágenes, y rezando los cinco Padrenuestros y cinco Avemarías, se ofrecerán con la siguiente
ORACIÓN
¡Oh Señor Soberano de todos los señores, Jesús dueño amantísimo de nuestras almas, que, disfrazando con nuestra servil humana librea vuestra excelsa soberanía por libertarnos de la esclavitud de la culpa, empeñáis nuestro reconocimiento a la sujeción y adoración a vuestro soberano dominio! Suplicamos, Señor, con vuestros humildes siervos, que, como al gloriosísimo ladrón, dichoso siervo vuestro, manifestasteis en la Cruz las luces de vuestra divinidad soberana ocultas en la linterna de nuestro barro, para que os publicara su Señor en el mundo, así por su intercesión y rendimiento debido a vuestra alteza, nos alumbréis a todos los ojos del alma y deis a conocer a todos los bárbaros y herejes vuestro dominio para que así os confesemos con Dimas y adoremos todas las criaturas de la tierra al Dueño único y universal Señor de nuestras almas, las cuales, libres de la esclavitud de la culpa, os sirvan y alaben en la bienaventuranza. Amén.
JACULATORIA
Si después de esclavo infiel,
Dimas, fiel os adoró,
Jesús, porque lo haga yo,
En mí haced del ladrón fiel.
ORACIÓN COMÚN PARA LOS DEMÁS DÍAS, SACADA DEL «DEVOTO PEREGRINO», EN LATÍN, Y TRADUCIDA PARA USO DE TODOS EN ESPAÑOL
¡Oh, Dimas, penitente ladrón el más feliz! Si cuando estabas en la Cruz cuidabas
tanto de ti, ahora que reinas en el cielo con Cristo, acuérdate de mí, de todos los fieles cautivos, de los que en el purgatorio están más necesitados y de los obstinados pecadores, y ruega al que te guió á su reino, que a mí me lleve contigo a gozar eternamente en su Trono. Amén,
Por amor de Dios, un Padrenuestro y un Avemaría por los cautivos cristianos, y otro Padrenuestro y Avemaría por el religioso que la hizo.
DÍA SEGUNDO
Memento mei.
La segunda palabra que dijo a Cristo el ladrón penitente, fué con la que le pidió su memoria, con estas voces: Memento mei; y así, considerando este día cuan desdichados son aquellos a quienes Dios aparta de su memoria, permitiendo su obstinación en la culpa, y cuan felices los que la obligan al recuerdo amoroso, con acordarse de sus pecados para confesarlos y llorarlos arrepentidos, se ejercitarán este día en examinar la conciencia y confesar con lágrimas y dolor de las culpas, y rezando lo acostumbrado, se ofrecerá así:
ORACIÓN
¡Oh amantísimo Jesús Padre finísimo de nuestras almas, que teniendo presentes a vuestros ojos todas las criaturas, a las que se olvidan de vos por la culpa negáis los auxilios eficaces, para dar a entender que las apartáis de vuestra eterna memoria por moverlas con este castigo a la penitencia de sus pecados, como hicisteis con vuestro escogido ladrón, permitiendo el olvido que tuvo de Vos en su vida, para que solicitase arrepentido en la muerte vuestra memoria! Suplicamos, Señor y Padre nuestro, que, por intercesión del ladrón Santo, y por su memoria tan fina, no nos apartéis de la vuestra, sino que, purificando con las luces de vuestros ojos de nuestros corazones las manchas, miréis las lágrimas que para lavarlos lloran los nuestros, porque así os mováis a comunicarnos los auxilios de la gracia, que será la señal cierta de que nos tenéis en vuestra memoria eterna por todos los siglos. Amén.
JACULATORIA
Ya que tan poco os temí
Para ofenderos, mi Dios,
0, vi dad mis culpas Vos,
Y acordaos, Jesús, de mí.
DÍA TERCERO
Dum veneris.
La tercera palabra del ladrón Santo fué con la que publicó la gloriosa vuelta de Cristo a su reino: Dum veneris. Y así considerarás este día el de nuestra muerte y partida de este mundo al otro, ejercitándote en continua oración y buenas obras; pedirás a Nuestro Señor nos guíe en el camino del cielo y dé feliz viaje en la salida de este mundo, y rezando lo acostumbrado, ofrecerás así:
ORACIÓN
¡Oh Jesús amorosísimo, Capitán Soberano de la cristiana milicia, que siendo luz de ciegos, camino de errados y vida de muertos, sois guía también de perdidos, como lo fuisteis con el ciego errado y perdido ladrón a quien pusisteis y guiasteis en el camino de la Cruz, que es el de la verdad, para que, llegando con Vos al monte Calvario, viéndoos en el trance riguroso de la muerte, publicara con fe, esperanza y caridad tan viva vuestra ida gloriosa al cielo! Suplicamos, Señor, por sus virtudes heroicas y por vuestra preciosísima sangre y agonías de vuestro tránsito, nos lo deis a todos, y con especialidad a los que están agonizando, felices, para que, asistiéndonos con Dimas en la hora tremenda de nuestra muerte, nos guiéis á la Jerusalén gloriosa, en donde os alaben por toda la eternidad nuestras almas. Amén.
JACULATORIA
Vuestra luz, Jesús divino,
Alumbra mi corazón,
Porque, como buen ladrón,
Os robe á Vos de camino.
DÍA CUARTO
In Regnum tuum.
La última palabra del Santo ladrón a nuestro dueño Jesús, fué con la que le juró y publicó su soberano Rey: In Regnum tuum, y así este día. se considerará el grande abatimiento a que obligó nuestro remedio y redención al Rey Soberano, pues dejó el trono en que le adoraban los serafines por morir en la Cruz entre dos ladrones, y ejercitándose en actos de humildad y abnegación, y en deseos de acompañar a Cristo con la Cruz, se rezará lo acostumbrado, y se ofrecerá, diciendo:
ORACIÓN
¡Oh rey Soberano de los ángeles, Jesús, amantísimo dueño de los hombres, que por redimirnos del infernal tirano dejasteis el excelso Trono de la diestra de vuestro Eterno Padre, en donde os adoran su Rey todos los celestiales espíritus, y moristeis en la Cruz acompañado de dos ladrones, é injuriado por falso Rey de los judíos! Suplicamos, Señor, que, como con el dichoso Dimas, que fué uno de los dos ladrones que os acompañaron en el Calvario, disteis a conocer vuestra soberana majestad para que os confesara y publicara su verdadero Rey, nos deis, por su fe admirable y dolorosa muerte, luz para que, conociendo vuestra alta majestad y excelsa soberanía, os confesemos y sirvamos fieles vasallos, sin ofensa vuestra, y que como tales veneremos, amemos y abracemos todos como trono vuestro la Cruz, para cargarla con verdadera resignación y pronta voluntad en esta vida hasta llegar al monte de la gloria, donde con Dimas os alabemos por la eternidad de los siglos. Amén.
JACULATORIA
Mi Jesús, mi Rey, si á Vos
Ya el corazón se avasalla,
Haced que cuando á Vos viva,
Vuestro reino venga a nos.
DÍA QUINTO
Amen dico tibí.
Al día quinto dará materia para la consideración la primera de las palabras que respondió Cristo á Dimas, y fué ésta: Amen dico tibi; enseñándonos en ella el Señor que, no a cualquiera, sino solamente a aquellas almas que le confiesan, adoran y llaman arrepentidas, les asegura su reino y concede las dulces voces de sus divinos labios, y así, considerando este día cuan pronto es Dios en responder a quien le llama se ejercitará en oración y penitencia para llamar con voces y golpes a las puertas del cielo, y rezando lo acostumbrado, se ofrecerá así:
ORACIÓN
¡Oh Pastor bueno, Jesús piadosísimo, que tan atento y pronto respondéis a los balidos tiernos de las ovejas perdidas de vuestro rebaño, para atraerlas a vuestro redil amoroso, como lo hicisteis con Dimas, ladrón dichoso, pues de los montes en que andaba como perdida descarriada oveja, la trajo al monte del Calvario vuestra piadosísima misericordia, y respondisteis tan benigno a sus tiernas súplicas! Por su intercesión y vuestra piedad os pedimos, amorosísimo Pastor Jesús, nos deis voces para llamaros que sean agradables a vuestros oídos, atendáis a los clamores tiernos de las almas que padecen en el purgatorio, y nos entréis a todos en el redil de vuestro costado, para que, oyendo de cerca vuestros amantes silbos, os respondamos alabando vuestra misericordia en esta vida y todos vuestros divinos atributos en la eterna. Amén.
JACULATORIA
Jesús, mi pastor amado,
De Dimas, es mi balido:
Respondedme, que perdido
Ando por vuestro ganado.
DÍA SEXTO
Hodie.
La segunda palabra de Cristo fué la que le prometió al ladrón dichoso en aquel mismo día su reinó: Hodie y así éste se considerará en aquel en que hemos de dar cuenta, de nuestra vida al divino Juez, que será el del juicio particular, y se ejercitarán en componer las cuentas, ajustar las partidas, y descargar el alma de las culpas, con la confesión y penitencia de ellas; y rezando lo acostumbrado, se ofrecerá:
ORACIÓN
¡Oh Juez rectísimo de nuestras almas, Jesús, que, sentado a la diestra de vuestro Eterno Padre, habéis de juzgar nuestras almas en el tribunal de vuestro reino, aquel formidable y espantoso día en que nos llamáis a juicio, como juzgó Vuestra Majestad en el tribunal de la Cruz á Dimas, en el día que detestó y confesó públicamente sus culpas! Suplicamos, rectísimo Juez, que, por intercesión de vuestro ladrón dichoso, a quien elegimos por nuestro abogado, y por el valor infinito de vuestros méritos, que ponemos para nuestro descargo en el libro de nuestro juicio, juzguéis con vuestra infinita piedad nuestras almas, echando el contrapeso de vuestra misericordia a la gravedad de nuestra malicia, para que así salga a nuestro favor la sentencia, y la celebremos con Dimas, por todo el día sin noche en la eternidad de vuestra gloria. Amén.
JACULATORIA
Hoy, mí Dios, el beneficio
De vuestra piedad invoco,
Para no quedar por loco
Cuando me miréis de juicio.
DÍA SÉPTIMO
Meum.
Este día séptimo, atendiendo a Cristo tan humanado con Dimas, que le prometió su lado con estas palabras: Meum, se considerará la inmensa bondad con que Dios asiste a todos y está en todo, y el excesivo amor que le movió a la institución del Santísimo Sacramento, por quedarse con los hombres en el mundo; y así, ejercitándose este día en operaciones dignas de los divinos ojos, recibirá, con licencia del confesor, a Cristo Sacramentado, y rezando lo acostumbrado, se ofrecerá:
ORACIÓN
¡Oh inmenso bien de nuestras almas, Jesús, que para manifestar el amor infinito con que asistís a los que os buscan, aseguró vuestro divino labio, al penitente dichosísimo Dimas, vuestro lado y compañía en el cielo, y nos la comunicáis en el Santísimo Sacramento del Altar a todas las almas en el mundo! Suplicamos, Señor, humildemente, que, a imitación del ladrón santo, no se aparten de Vos nuestros espíritus, no ofendamos con algún desacato la pureza de vuestros divinos ojos, y que espiritual o corporalmente os recibamos siempre en el Sacramento de la Eucaristía, para que, no faltándonos jamás a nosotros, seamos en nuestros pensamientos, palabras y obras, todos vuestros, y gozando en este mundo vuestra compañía soberana, gocemos en el cielo de vuestra gloriosa visita por toda la eternidad. Amén.
JACULATORIA
¡Oh Jesús! Vuestra presencia
Gocé con Dimas, y el lado
Qué hace grande, y no privado
De gozar de vuestra esencia.
DÍA OCTAVO
Eris
Para la consideración de este día octavo, se atenderá bien a la penúltima palabra que dijo Cristo á Dimas, prometiéndole su gloria de fruto: Eris para enseñarnos que en esta vida no se puede gozar la gloria de Dios con permanencia; y así, considerando este día en la oposición de las glorias y felicidades de la tierra a las de la eterna gloria, se ejercitará en el desprecio de todos los bienes caducos, vanos y transitorios de este mundo, y en el deseó de los eternos y verdaderos gozos del cielo, y rezando lo acostumbrado, se ofrecerá:
ORACIÓN
¡Oh Eterno é inmenso Jesús, indefectible bien de nuestro corazón, que a los más trabajados en esta vida prometéis y aseguráis el eterno descanso en vuestra gloria, como se lo prometisteis á Dimas, porque lo visteis con tanta resignación y humildad en los tormentos de la Cruz! Suplicamos, Señor, por sus virtudes y vuestros méritos, deis constancia en la fe, conformidad con vuestra voluntad y paciencia en sus muchos trabajos y tormentos a los cautivos cristianos, y a todos los que padecen en castigo de nuestras culpas, nos deis para el sufrimiento vuestra gracia, para que, imitando al ladrón paciente y humilde en las tribulaciones, merezcamos ser llamados y escogidos para vuestra gloria, la cual esperamos por vuestra promesa, para alabaros en ella sin mudanza, por los siglos eternos. Amén Jesús.
JACULATORIA
Por Vos, Jesús, sufriré
Cuantos trabajos queráis;
Como Vos a mi vengáis,
Yo al cielo con Vos me iré.
DÍA NOVENO
In Paradiso.
La última palabra que dijo el Señor a su ladrón dichoso, fué con la que le concedió su paraíso: In Paradiso, y así, considerando este día las gloriosas felicidades y hermosura del cielo, para conseguirlo será de todo género de virtudes el ejercicio, y rezando lo acostumbrado, se ofrecerá, diciendo:
ORACIÓN
¡Oh Criador Soberano de la gloria, alegría infinita de nuestras almas, Jesús, dulce embeleso de los bienaventurados, qué en premio de los muchos tormentos que padeció constante el ladrón San Dimas, en vuestra compañía en el Calvario, le disteis el Trono excelso con Vuestra Majestad en la gloria de nuestro celestial paraíso! Con todo rendimiento os pedimos, Jesús triunfante y glorioso, que por las virtudes heroicas de San Dimas, y por el gran deseo y gozo que os causa la salvación de las almas, no permitáis salgan desterradas de vuestro paraíso las nuestras por la culpa, sino que todos los que están obstinados en ella hagan penitencia, en los auxilios de vuestra gracia la cual mediante os gocemos todos en vuestra gloria, por todos los siglos de los siglos. Amén.
JACULATORIA
Si del cielo Dimas hizo
Digno el tormento, Jesús,
Vuestro amor me ponga en Cruz,
Y yo estaré en mi paraíso.
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