martes, 29 de octubre de 2019

NOVENA EN DESAGRAVIO A LA BOFETADA QUE RECIBIÓ CRISTO EN CASA DE ANÁS





NOVENA 
EN DESAGRAVIO DE LA BOFETADA QUE CRISTO RECIBIÓ DE MANOS DEL SAYÓN EN CASA DE ANÁS

Sacada a la luz por el Bach. Dn. Joaquín María Guerrero, Clérigo Presbítero de este Arzobispado y revisor del Santo Tribunal de la Inquisición.
Año de 1755


ACTO DE CONTRICCIÓN
¿A quién Vida de mi alma debe esta vil criatura buscar, sino a su amante Criador? a quien este ingrato hijo debe acudir, ¿sino a su caritativo Padre? ¿A quién está perdida oveja, sino a su celoso Pastor? Bien conozco Redentor mío que solo obligado de tu excesiva clemencia puedes permitir en tu presencia. Confieso que no soy digno delante de tu rostro, pues yo soy la causa de que este gravemente herido. Oh Justo Juez y Señor mío, con que te desagraviaré de tal ofensa, ¿con que te aliviaré este dolor? ¿Con que te podré consolar en esta deshonra? No tengo más que ojos y corazón con que llorar y sentir. Recibe mis lágrimas, sean lenitivo a tu grande sentimiento. Ay Salvador mío, tu abofeteado! ¡Oh, si yo viera mi corazón hecho pedazos a pesar de ser la causa de tal ignominia! Pésame de haber pecado Jesús mío, pésame de que María Santísima tu madre y mi amparo, este afligida al ver tu Rostro ultrajado. ¡Qué pena sería la de tu amantísimo Corazón al atender que, al hijo de sus limpísimas entrañas, así lo atormentaban! Permíteme ya Señor llegar mis indignos labios a tus Sagrados Pies, en los cuales, derramando lágrimas de dolor, merezca, que por el precio de esta Llaga me levante a tu amistad y gracia, concediéndome también, que persevere en ella hasta la muerte, y que después te alabe en los Cielos en compañía de todos tus escogidos Amén.




DIA PRIMERO
Tu Rostro, Jesús, herido
Conmueva mi corazón,
Y a el dolor de tu Pasión
Contigo se mire unido.

ORACIÓN
¡Oh Bellísima flor de los campos! Oh Cordero inmaculado tiernísimo Jesús! ¡Quien pudiera hacer de las telas de mis ojos lienzo para enjugar, y cubrir esta herida! ¡Como tuvo atrevimiento un hombre de poner la mano en el Rostro de un Dios! ¡Solo tu paciencia, solo tu grande amor pudo tolerar este agravio! Yo deseo quitarte los enojos, y conociendo mi insuficiencia, convido a los nueve Coros de tus Soberanos Espíritus, para que me ayuden a bendecirte. A tí Santo Ángel de mi Guarda invoco, acompáñame a bendecir, y dar gracias a él que á tanto costo me abrió las puertas de Tu Reino. Millones de veces bendigo, Jesús, la Sangre preciosísima, que vertisteis de tu Sagrada Boca: lava con ella esta alma, hacedme digno de tu ardiente amor. Oh mi consuelo y recreo, imprime en mi memoria esta tu pena y sentimiento, ¡y esta tristeza de tu espíritu! Enriquézcale con la virtud de la humildad, que tanto tu deseas habite en mí. ¡Qué locura será la mía, si viéndote abofeteado busco estimaciones! ¡Si viéndote por el suelo pretendo honras! Quiero trabajos, y penas, pero contigo: pues no es razón que tu padezcas, y Yo viva en delicias, y contentos, tu Pasión quiero, el que yo sea tu compañero te suplico, para que en esta vida no te disguste, y en la otra te alabe. Amén.



ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
Dios te Salve tristísima Señora, Madre la más atormentada del mundo, pues tu sola padeciste, lo que no es posible tolere corazón humano: eres Madre del Inocentísimo Jesús, por su propria naturaleza Justo, Santo, Perfectísimo, Dechado de todo lo bueno: y por ajenas culpas en casa de un mal Juez abofeteado. Ay Reina de tos Cielos y Tierra, qué dolor sería el tuyo, ¿al ver tal atrevimiento? ¿Qué le sucedió a aquel insensato, cuando levanto la mano, para herir a mi Esposo querido? Para cuando son, Princesa dulcísima las lágrimas, si ahora no las derramo abundantes contemplar a mi amante Pastor arrojado al suelo a la violencia de aquella hora es tiempo de que Yo uniera: ¿para qué quiero la vida si no me sirve de sentir lo que padece mí Padre? ¿Pero qué puedo hacer, si soy un mal hijo? Por tal me confieso, pues tengo corazón para saber, que así está ultrajado mi Criador, y con todo no muero de sentimiento, sino que le aumento sus fatigas con la malicia de mis graves pecados. Oh tortolita mía, todos sabemos lo mucho que te agrada la memoria de la Pasión de tu dulce Jesús, pues imprime en mi corazón este paso. Alcánzame este favor, señálame con esta divisa: báñame Madre mía con aquella Sangre, que mi Redentor arroja de su Boca. Mucho es lo que estima a mi Nazareno, por él te suplico rae enriquezcas, con que Yo me dedique muy de veras a meditar cita ignominia, quiero, que se agrave en mis potencias, para llorarla todo el tiempo de mi vida, y después ir a adorar reverente el Rostro de mi Jesús en la eterna gloria. Amén.
Tres Salves.


DÉCIMAS
Con una cruel bofetada
Han herido a mi Señor,
Sangre vierte a tal rigor.
De aquella boca agraciada:

Oh Majestad ultrajada.
Por esta Llaga te pido
Sea en tu amistad recibido,
Y que en la hora de mi muerte
Tenga la dicha de verte
Hallándome tu escogido.

Qué dolor padecería,
Virgen vuestro corazón
Cuando visteis, que un Sayón
De Jesús el Rostro heria.

Aquí Señora sería
Vuestro mayor desconsuelo
Viendo arrojada en el suelo
A la Majestad Sagrada
Y que de una bofetada;
Llegaba a la Tierra el Cielo.





DIA SEGUNDO
Por adular un Sayón
A el juez loco, y presumido,
Jesús, tu Rostro ha herido,
Y a tu Madre el corazón.

ORACIÓN
¡Pelicano amoroso Jesús mío Rey excelentísimo, y sobre todo el universo el más eminente y soberano! ¿Qué te podrá decir ella vil criatura para desagraviarte de la ofensa, que miro hecha a tu divina Persona? ¿Como Bienhechor mío, hubo valor en aquel sayón para ofenderte con tanta crueldad? Como siendo Tu el que gobiernas en los Cielos, y en la Tierra no mandes a tus Ángeles, que te librasen de tal vituperio, o por ti Tolo, pues eres todo Poderoso, ¿no te defendieses de esa ignominia? ¡Pero como se había de excusar tal amor de ser herido, cuando por salvar al Mundo te ofrecisteis a los tormentos y fatigas! Grave es fin duda la que en este paso tolerasteis, pero más enorme es la que yo con la continuación de mis delitos te ocasiono. Mucho me lastimo de verte ultrajado, mas no considero, que cuando te ofendo renuevo con mis culpas esta herida. ¡Quisiera morir de dolor al pronunciar este mi atrevimiento! Venid Patriarcas Santos, asistidme, dadme voces, comunicadme espíritu, para que yo desagravie á mi Señor. Recibe pues, manso Cordero, los merecimientos de tus Santos Patriarcas en desagravio de esta ofensa y concédeme, que mas no trie atreva a ofenderte, sino, que firme, y perseverante en tu servicio, siempre atienda, que tu Rostro mira todas mis acciones, y con tal temor, y respeto salgan dignas de que tú las premies en tu gloria. Amen.







DIA TERCERO
Jesucristo mi Señor
Sangre vierte de fu boca,
mi pecho cual de roca
le paga este favor.

ORACIÓN
 Oh Padre de las misericordias, delicioso y ameno Huerto en donde hallan los pecadores el deleite, y alivio, que les niega el Mundo, por ser él todo engaño, y mentira, y tú la misma verdad, fragancias, ¡y suavidad! A Vos vengo como a mi verdadero Padre, olvida mi ingratitud, y concédeme, no tus brazos, que no soy digno de tal favor, si, qué ponga mis labios en la bendita tierra, que veo regada con la Sangre, que derramó ella tu castísima boca al golpe de aquella cruel bofetada. Es posible, Capitán mío, que tanto se cegara aquel mal ministro, que ni lo moviera tu hermosura, ¡ni lo ablandara tu paciencia! Estaba loco cuando tal hizo, pero más insensato soy yo, pues teniendo por el bautismo, y Católica Fe tan claro conocimiento, de que eres el Hijo de Dios vivo, e Hijo también de la Purísima Doncella María mi Señora, quien fue concebida sin el borrón de la culpa, me he atrevido a ofenderte. Muchas son las obligaciones, que tengo de desagraviarte y viéndome tan imposibilitado para hacerlo, convido á tus Santos Apóstoles, y Evangelistas, para que su martirio y sangre derramada en defensa de tu nombre, te mueva a mi perdón, y quede desagraviado. Y pues tanto vale una gota de tu sangre, por la más pequeña de esta herida te ruego humildemente, que te acuerdes de todas aquellas almas, que están en manifiesto peligro de perderte. Comunícanos el tesoro de tu gracia con tal firmeza, que jamás de ella nos apartemos, si no, que acabando en paz te veamos en la gloria. Amén.







DIA CUARTO
Una manopla dé hierro
Instrumento cruel, v atroz.
Herido os dejó mi Dios,
¡Qué inhumanidad! ¡Qué yerro!

ORACIÓN
Oh Elevadísimo Monte de Santidad a cuya falda están lo más heroicos varones y Santos contemplando cuanto los excedes en las virtudes y perfecciones, pues de ti gozan las que los enriquezco, como que tu solo eres la única causa, y origen de lo recto y justo. A tu sombra me pongo, para que el Sol de tu divina justicia no castigue los pecados, que contra tu santísima ley he cometido. Por ellos te veo mi Señor en el mayor desprecio que han visto los mortales a ningún viviente. Si a los homicidas, y perversos no los maltratan los Jueces, y es lo primero, que les prohíben las leyes, como a ti, que eres el dechado, y norma de toda perfección, te tratan con tanto escarnio. En qué pensó el sayón atrevido, que a ti te ultrajó, siendo tu dignó de todos los respetos y veneraciones. Aplica Jesús mío, estos purísimos ojos a él Coro de tus Confesores, que hoy te ofrezco, para que sus méritos te conmuevan al desagravio de tal injuria. Oh si yo pudiera gravar en mi memoria de tal manera, esta aflicción y pena, que hasta de mí mismo me olvidara, por solo acordarme de esta fineza. Esa sangre, qué por tu venerable Barba corre, sea el baño en donde queden lavados todos mis hermanos los hombres. No permita que se pierdan en ellos en las afrentas, ni el pesar, que tuvo la Santísima Virgen María tu Madre. Oblíguese, Nazareno dulcísimo, el que somos tus hijos, eres nuestro Padre, y como tal has de compadecerte de nuestra flaqueza y miseria. Si tu enemigo el demonio quiere despojarte de nosotros, que somos tan tuyos por todos caminos, no consientas, que logre sus intentos. Reduce a los Infieles, envíales ministros, que les den a conocer lo que por ellos sufristeis en el discurso de tu Pasión, por lo cual Vean elle tu hermoso Rostro en tu eterno Reyno. Amén.





DIA QUINTO
Un verdugo con crueldad 
La mano puso en el sol, 
Este agravio es el crisol 
Del oro de su humildad.

ORACIÓN
Oh Dilatado y profundo Mar de piedades, y clemencias en donde han hallado remedio los más enormes pecadores: yo alentado de los muchos, que has abrigado en tus adentros, rae esfuerzo a pedirte, que con tan dulces aguas limpies las viscosidades de mis culpas y que, atendiendo a mi vileza, é inconstancia, no me castigues como merezco. ¿Qué pecador se ha puesto en tu presencia verdaderamente, arrepentido, y le has negado el consuelo de salir perdonado? Ninguno. ¿Pues como yo he de perder la esperanza de quedar libre de mis iniquidades? Mira, Padre amoroso, que venero, saludo y siento con todo mi corazón está herida de tu Santísimo Rostro. ¡Oh azucena Fragantísima, nacida en el mar de tantas piedades! Míralos ríos de sangre, que ha formado la paciencia de tus Santos Mártires. Con este tan dilatado ejercicio pretendo hoy desagraviarte. Recibe sus méritos, acepta mi voluntad. Bien sé, salud mía, que porque los Santos Mártires (ayudados de tu gracia) pusieron en ti los ojos, como en su fortísimo Capitán, supieron vencer la crueldad de sus contrarios y salieron victoriosos en las contiendas. Luego si yo de ti me hubiera valido, si a te hubiera clamado, fuera vencedor en la guerra de mis tres enemigos. Ea, Médico soberano, aquí tienes este enfermo gravemente accidentado, lana me, pues te pido favor propongo no quitarme de tu lado, quiero estarme a tus pies, y con los auxilios de tu gracia no disgustarte más; en nombre de tu Santísima Madre concédeme este bien, por el cual seguramente gozaré los bienes de tu gloria eternamente. Amén.






DIA SEXTO
Al Esposo Soberano
De las Vírgenes consuelo,
Un sayón puso en el suelo
¡Oh sacrílego inhumano!

ORACIÓN
Oh Infinita Sabiduría, Maestro universal de todo el Mundo, tú que, desde el purísimo instante de tu admirable Encarnación, halla el punto en que entregaste tu soberano espíritu en manos de tu amado Padre, únicamente estuvisteis dando reglas y documentos de conservar la vida en santa limpieza, y humildad. Hoy llego a tus sagradas plantas ofrecerte el crecido número de azucenas, que en esta gloria te bendicen, para que por tanta pureza tenas por bien de quedar desagraviado de la iniquidad con que te trató aquel, ministro Malco, hiriendo tu Rostro con una bofetada. Registra, dulcísimo Nazareno este ameno Huerto, sírvase de recreo en tanta injuria ver cuantas Vírgenes siguiendo tus pasos, y yendo en pos de tus dolores, despreciando las pompas y faustos de este engañador mundo, y te dieron la mano de fieles esposas. No te acuerdes de la sacrílega, que te puso en tal desprecio, cortísimas son mis fuerzas para quitarte los enojos, pero sé lo mucho, que te agradas de cualquier afecto de tus hijos los hombres: Yo quisiera haber estado a tu lado, y que aquel golpe hubiera venido sobre mí, más ya que así no fue, te suplico me alientes y esfuerces, para que por amor tuyo sufra con paciencia todos los dolores y adversidades, que tú quieres me vengan de tu mano. Acéptalas, Señor, que yo de mi padecer, quiero, y deseo que solo resulte gloria a ti, a tu Santísimo Padre, y al Espíritu Santo por los siglos sin fin. Amén.







DIA SÉPTIMO
Un hombre desvergonzado
Ay, mi Jesús, se atrevió,
A este Rostro sacro hirió
Y en sangre dejó bañado.

ORACIÓN
Oh Suavísimo Jesús, Tesoro incomprensible de beneficios, pues desde el principio del mundo, como Dios de clemencias, antes de criar al hombre ya le tenías prevenidas todas las cosas que le eran necesarias para la espiritual y temporal vida, sin que por falta de lo necesario se halle contristado. Bendiga tu gran poder y misericordia todo el universo. Bendita sea tan excelente caridad, Siento amor mío, que este cuidado de nuestro bien, se te pagase tan mal, atreviéndose un tirano ministro a poner su sacrílega mano en tu delicado Rostro. Quien pensara, ¡oh gloria mía, que así habías de ser correspondido!  ¿Qué haré, para poder desagraviarte? Soy nada, y así nada tengo con que obsequiarte, para quitarte los enojos y por ello intento ofrecerte los méritos, virtudes, y amor de todos los Bienaventurados de este tu Empíreo, junto con todo lo que te agradan los Justos de la tierra. Sea el congreso de todas estas tus criaturas, que tanto te estiman motivo de que quedes desagraviado, Señor, los pecados de nosotros los hombres, acordándote del desprecio, que por salvarnos padeciste. Bien manifiesto esta, que por nosotros mismos merecemos el infierno, pero si la preciosa Sangre, que de tu boca vertisteis es nuestra madrina, esperamos de su valor, que hemos de alcanzar perfecta remisión, que hemos de darte los agradecimientos de tal favor, y que te hemos de alabar eternamente en tu Reyno. Amén.






DIA OCTAVO
Del Señor de los Señores,
Del Santo Hijo de María,
De un Soldado la osadía
Hirió el Rostro a mis amores.

ORACIÓN
Oh Liberalísimo Jesús, que en la dulzura de tu Santo Nombre nos mostrasteis la esplendidez de tus dadivas: pues cada vez que decimos Jesús, te llamamos Salvador, no solo porque esperamos ser salvos eternamente, por medio de tu Pasión, sino porque aún en esta miserable vida, nos salvas y libras de los muchos peligros y riesgos de que nos vemos cercados. Bendito sea tu admirable Nombre Jesús, con él es hoy mi voluntad desagraviarte y quitarte el sentimiento de la injuria, que te hizo aquel insolente Soldado, poniendo la mano en tu bellísimo Rostro. Acepta, bien único de las almas la oferta, qué te hacemos en decir repetidas veces Jesús. Y puesto que eres tan Santo Hijo, y tanto te complaces en la gracia, virtudes, perfecciones, y hermosura de mi Señora la Virgen Mari tu Madre: te ofrezco la suavidad de su Santo Nombre, y te suplico por su Santísimo y purísimo Vientre en que te hicisteis hombre por amor del hombre por los castísimos pechos con que fuisteis alimentado, por el amor, qué la gran Reina te tiene, y tú a su Majestad le tienes, que no haya más enojos y que está herida de tu venerable Rostro sea el patrocinio y amparo de todos los moribundos: allí, Señor ostenta su precio, perdonándoles todas sus culpas, fortaleciéndolos en esta hora, para que quede lucifer vencido, y ellos entren triunfantes. Amén. 







DIA NOVENO
Las gracias Señor, te damos
Por tu mucho padecer
Esperamos merecer
El que en la gloria te veamos


ORACIÓN
¡Oh Abismo de bondad! ¡Oh maestro elocuentísimo! ¡Oh caritativo Padre y Bienhechor! ¡Oh Jesús humildísimo! ¡Oh Jesús castísimo! Patentes son a ti los corazones de todos los hombres, ya sabe tu Soberana comprensión que quisiera el que mis afectos te dijeran cosas excelentísimas con que aplaudir, y desagraviar a tan encumbrada Majestad. No puedo por mí solo ejecutarlo, y así el día de hoy me valgo de ti mismo para que en el inmenso piélago de tu magnificencia te aplaques, y quedes satisfecho de las deudas de todo el mundo. Recibe la oferta de tu Santísimo Cuerpo en el venerable Sacramento de la Eucaristía en donde te adoramos glorioso, vivo, real, y verdadero, como estás en los Cielos: creyendo que tu Soberana Presencia está en todas las Hostias consagradas, Cálices, y Partículas por cuya verdad, quisiéramos dar la vida, y firmar con nuestra sangre, así este Altísimo misterio, como todos los demás que tiene, cree, y confiesa nuestra piadosa Madre la Santa Iglesia Católica Romana. Y si aquel alevoso ministro levanto la mano, para herir tu hermoso Rostro, nosotros las levantamos para herir nuestros pechos arrepentidos de nuestros pecados, y las voces para publicar, que el que está oculto bajo de los accidentes es verdaderamente el Hijo de Dios vivo, y de Santa María Virgen, que es el mismo, que ha de venir a juzgar vivos, y muertos. Nuestro Padre eres, y nos enseñasteis a pedirte pues te suplicamos mires benigno a tu Esposa la Santa Iglesia, y á fu principal Cabeza: cuida a nuestro Católico Rey y demás Príncipes Eclesiásticos, y Seculares. Socorre a las Benditas Almas del Purgatorio, llévalas a tu Reino. Dale tú conocimiento a los Infieles, a los Herejes luz, para que detesten sus errores a los que están en pecado mortal verdadera contrición, a los agonizantes feliz salida, y a todo el mundo mucho amor tuyo, para que abrasados en él todos subamos a decir Santo, Santo, Santo. Amén.



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