OFICIO DOLOROSO DE LA COMPASIÓN DE LA SANTISIMA VIRGEN MARIA
MAITINES
L/: Señor, tú abrirás mis labios.
R/: Y mi boca anunciará tus
alabanzas.
L/: Dios mío, atiende a mi socorro.
R/: Señor, ayúdame
prontamente.
L/: Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
santo.
R/: Por los siglos de los
siglos. Amen.
INVITATORIO.
En fervor encendidos
con María lloremos;
á su Hijo sepultado,
venid, adoremos.
SALMO
Venid, hombres, mujeres,
venid y llegad;
con la Virgen María
gemid y llorad.
De los íntimos llantos disfrutemos,
y los rostros con lágrimas bañemos.
Llore nuestro corazón,
y nuestros ojos se hieran
con los filos del amor:
¡Ay! La Madre, de culpa preservada,
queda de su Hijo dulce ya privada.
El inocente, ajeno de pecado,
muere, del hombre habiéndose apiadado:
padezcamos con él su sentimiento,
pues que la causa somos del tormento.
Gloria al Hijo de la Virgen santa,
que aquí en destierro de amargura tanta,
del todo se entregó a tormentos tales,
volviendo a dar la vida a los mortales.
HIMNO
Emperatriz y Madre de dulzura,
dale el rocío de la gracia pura
á mi corazón seco y miserable,
porque a tí sea acepto y agradable.
Concede que contigo yo conciba
un cordial sentimiento, y le reciba
llorando por la muerte que ha sufrido
el Rey, por quien el mundo es construido.
Estimado fué tu Hijo tan piadoso
por más vil que el ladrón facineroso:
escarnios, burlas sufre mesurado,
de gente vil impía rodeado.
El honor, la alabanza y la alegría
dense a Jesús, el Hijo de María;
en la Cruz extendido y enclavado,
por redimir su pueblo del pecado.
Amen.
Antífona:
Pasaste sin dormir la noche en que fué preso Jesús; y durmiendo todos los
demás, tú solamente te mantuviste en vela.
SALMO 83
Me pusieron mis enemigos en el lago más hondo,"
rodeado de tinieblas y sombras de muerte.
Sobre mí, Señor, se ha confirmado tu furor;
y todas las ondas de tu ira descargaste sobre mí.
Alejaste de mí mis amigos y conocidos:
tuviéronme por abominación.
Fui entregado a mis enemigos, y no quise
Librarme: "mis ojos se debilitaron por la mucha
necesidad,
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu santo.
Por los siglos de los siglos. Amen.
Antífona: Pasaste sin dormir la noche en que fué
preso Jesús; y durmiendo todos los demás, tú solamente te mantuviste en vela.
L/:
Tú llorando, dormir a todos viste.
R/:
Permaneciendo sola en vela triste.
Padre
nuestro...
L/:
Y no nos dejes caer en la tentación.
R/:
Mas líbranos de mal.
ABSOLUCIÓN
L/:
No me desampares, buen Jesús, y haz que yo muera por tu pasión.
R/:
Amen.
L/: Danos, Señor, tu bendición. Bendición. Al Crucificado
ruega por nosotros, Virgen bella.
R/:
Amen.
LECCIÓN PRIMERA
La
afligida Madre, mirando a su Hijo pendiente de la cruz, llora sin cesar;
hiriendo su pecho sagrado, movió a muchos á sentimiento con su quejoso llanto.
Viendo al Hijo todo ensangrentado, es tendido en el suplicio de la Cruz, al
alma de la triste Madre traspasó con vehemencia ¡ay dolor! la espada de pasión
que Simeón le había profetizado. Así, pues, llorando la muerte del Hijo, de
quien blasfemó su pueblo, solo su Custodio, el amado Discípulo, era su
consuelo. Tú, Señor, ten piedad de nosotros.
R/:
Gracias a Dios.
R/:
No podía consolarse la Madre, viendo que trataban así a su querido Hijo. Padeció
mayor sentimiento que el Salvador, que toleró tantos dolores.
L/: Jamás hubo madre que sintiese tanto viendo morir al
que alimentó. Padeció mayor sentimiento que el Salvador, que toleró tantos dolores.
L/: Danos, Señor, tu bendición.
Bendición. La muerte de aquel Hijo de Dios Padre, vida nos
sea por su pía Madre.
R/:
Amen.
LECCIÓN SEGUNDA
Cuando
bajado de la Cruz es llevado al sepulcro, en medio de sus tristes dolores, así
les habla a los que le llevan: «Aguardad un poco que desahogue mi dolor en
sentidas lágrimas, y abrace con tiernos ósculos a mi Hijo amantísimo. No queráis
quitarme a mi amada prenda: si debe ser enterrado, sepultadme también en su
compañía.» Así, aunque sin fuerzas, se acercó al féretro, arrojase sobre el
cadáver,
bañando el rostro sagrado con el riego de sus lágrimas. Tú, Señor, ten piedad
de nosotros.
R/:
Gracias a Dios.
R/:
Como viese en su Hijo tormentos tan acerbos, es la Madre afligida con
imponderables angustias. Condolida de esta manera por el espacio de aquellos
tres días, la amarillez cubrió su agraciado rostro.
L/:
Jamás se oyó pena tan intensa, mucho más amable le era la muerte que la misma
vida. La amarillez cubrió su agraciado rostro.
L/:
Danos, Señor, tu bendición.
Bendición.
Aplacar procura al tremendo juez, Virgen casta y pura.
R/:
Amen.
LECCIÓN TERCERA
Privada
la Madre de la presencia del Hijo, habló así al ángel San Gabriel: «Me dijiste
que era llena de gracia; ahora estoy llena de triste amargura. Proseguiste
diciendo: El Señor es contigo: ¡ay de mí! yace sepultado, y ya no le tengo en
mi
compañía.
Toda la bendición que me prometiste, me sucede, al contrario, por la muerte de
Cristo. Tú, Señor, ten piedad de nosotros.»
R/:
Gracias a Dios.
R/: Viendo la Señora que cerrado el sepulcro era privada
de tan agradable espejo, quedándose sola con el amado Discípulo," llora
más en su corazón que por los ojos.
L/:
Corriendo el arroyo de sus lágrimas, movió a llanto al pueblo que estaba
presente. Llora más en su corazón, que por los ojos.
LAUDES
L/: Dios mío, atiende a mi socorro.
R/: Señor, ayúdame
prontamente.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu santo. Por
los siglos de los siglos. Amen.
Antífona:
Se escuchó la voz llorosa y triste de la afligida Madre, cuando fué preso su
querido Hijo.
SALMO 21
Yo soy gusano, y no hombre;
deshonra del hombre, y desprecio del pueblo.
Todos los que me vieron, hicieron escarnio de
mí; y meneando sus cabezas, decían:
Pues él tiene su esperanza en Dios, líbrele del
tormento que padece, y hágalo salvo, pues le ama.
Tú eres, Señor, el queme sacaste del vientre de
mi madre: Esperanza mía desde que mamé sus
pechos. En tus manos fui recibido desde su purísimo
seno.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Por los siglos de los siglos. Amen.
Antífona: Se escuchó la voz llorosa y triste
de la afligida Madre, cuando fué preso su querido Hijo.
CAPÍTULO
Como oyese la Virgen que a su Hijo habían prendido los
judíos, y llevaban a casa de Anás, encerrada en su casa, no cesó de herir su
pecho sagrado, y derramar tiernas lágrimas.R. Gracias a Dios.
HIMNO
!Oh gloriosa Señora, madre mía!
tu aflicción y congoja ¿cuál sería,
al ver que Barrabás es libertado,
y sufre penas Cristo por culpado?
Al Pastor hieren ¡ay! manos furiosas,
y las ovejas huyen temerosas:
tú sola, Madre triste, te has quedado
debajo de la Cruz con Juan su amado.
No me admira que estés tan angustiada,
vista la furia tan encarnizada,
sabiendo Virgen pura siempre fuiste
y a un Dios-Hombre en tu vientre concebiste.
El honor, la alabanza y la alegría
dense a Jesús, el Hijo de María,
en la cruz extendido y enclavado
por redimir su pueblo del pecado.
Amen.
L/: Nunca madre sufrió penas iguales.
R/: En su Hijo viendo tantos
cardenales.
Antífona:
Es preso como ladrón infame, cercado, herido, escupido, abofeteado: ¡oh
angustias de la Madre al oír los golpes! Bendito sea el Rey que sufrió tales
cosas por nosotros.
CÁNTICO DE ZACARÍAS
Bendito sea el Señor Dios de Israel, porque se
dignó visitar y redimir a su pueblo:
Y estableció el imperio de nuestra salvación,
en la casa de David su siervo.
Como lo había prometido por boca de los San
tos, que nos precedieron, sus profetas:
Que nos salvaría de nuestros enemigos, y del
poder de cuantos nos aborrecieron:
Para manifestar su bondad con nuestros padres,
y que tenía presente la promesa santa que les había
hecho;
Aquel juramento que hizo a nuestro padre Abraham,
que nos le cumpliría á su tiempo:
Para que, sin temor, libres de nuestros enemigos, le
sirvamos,
En santidad y justicia en su presencia, "todos
los días de nuestra vida.
Y tú, hijo mío, serás llamado Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor a prepararle
sus caminos:
A enseñará su pueblo la ciencia de la salvación,
para alcanzar la remisión de sus pecados.
Por las entrañas de misericordia de nuestro
Dios, " por las cuales tuvo por bien de
visitarnos
desde lo alto.
Para alumbrar a los que estaban sentados en las
tinieblas y sombra de muerte," y dirigir nuestros
pasos al camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Por los siglos de los siglos. Amen.
Antífona: Es preso como ladrón infame, cercado,
herido, escupido, abofeteado: ¡oh angustias de la Madre al oír los golpes!
Bendito sea el Rey que sufrió tales cosas por nosotros.
L/: Señor, oíd mi oración.
R/: Y llegue a Tí el clamor
de mi voz.
ORACIÓN: ¡Oh
Virgen beatísima! por aquel espantoso estremecimiento con que tembló tu corazón
cuando oíste que tu amantísimo Hijo había sido preso por los judíos, atado,
llevado y entregado a los tormentos, socórrenos, para que ahora nuestro corazón
por nuestros delitos se atemorice y mueva á penitencia, y no tenga miedo al
encuentro del enemigo en la hora de la muerte, ni tiemble en la presencia del
tremendo Juez por la acusación de la misma conciencia; antes bien mirando su
rostro, se llene de júbilo y gozo, é inefablemente se alegre. Concédanos esta
gracia el mismo Nuestro Señor Jesucristo, que con el Padre y el Espíritu santo
vive y reina por los siglos de los siglos. Amen,
A PRIMA
L/: Dios mío, atiende a mi socorro.
R/: Señor, ayúdame
prontamente.
L/: Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu santo.
R/: Por los siglos de los
siglos Amen.
HIMNO
Jesús, que de la Virgen has nacido,
del Espíritu santo concebido,
que muerte de cruz sufres afrentosa,
hecho toda una llaga dolorosa;
Por amor de tu Madre, así afligida,
perdona nuestra culpa repetida;
y por lo grande de su llanto tierno,
condúcenos al gozo sempiterno.
El honor, la alabanza y la alegría
dense a Jesús, el Hijo de María,
en la cruz extendido y enclavado
por redimir su pueblo del pecado.
Amen.
Antífona:
La piadosa Madre, penetrada de dolor, estaba llorando fuera del pretorio,
mientras los furiosos verdugos trataban vilmente al Rey del mundo.
Salmo 2
Se congregaron los reyes de la tierra, y los
príncipes se conjuraron contra el Señor, y contra su
Cristo.
Rompamos, decían, las cabezas de sus mandamientos,
y sacudamos de nosotros el yugo de su nueva ley.
Pero el que mora en los cielos se mofará de ellos,
y el Señor hará burla de ellos.
Entonces les hablará lleno de ira, y hará que
se estremezcan á vista de su furor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu santo.
Por los siglos de los siglos. Amen.
Antífona: La piadosa Madre, penetrada de dolor,
estaba llorando fuera del pretorio, mientras los furiosos verdugos trataban
vilmente al Rey del mundo.
CAPÍTULO
El
rio de tus lágrimas sea, Señora, a mi corazón de piedra, motivo para
enternecerse.
R.
Gracias a Dios.
L/:
¡Oh Padre de piedad! por aquel llanto de María.
R/:
Concede que gocemos con los Santos la alegría.
L/:
Señor, oíd mi oración,
R/:
Y
llegue a tí el clamor de mi voz.
ORACIÓN:
¡Oh Virgen dulcísima! por aquellos gemidos y lágrimas que derramabas cuando
viste a tu dulcísimo Hijo ser presentado ante el juez, cruelmente azotado, y
con diversas burlas deshonrado y escarnecido, alcánzanos dolor de nuestros pecados,
y lágrimas de contrición saludable, y sed en nuestra ayuda para que el enemigo
no pueda burlarse de nosotros, ni molestarnos a su arbitrio con variedad de
tentaciones, y vencidas nos ponga ante la presencia del terrible Juez; antes
bien nos acusemos nosotros, y sentenciemos de nuestros excesos, haciendo verdadera
penitencia de ellos, para que en el tiempo de la necesidad, tribulación y
angustia, hallemos el perdón y la gracia, concediéndola el mismo nuestro Señor
Jesucristo, que con el Padre y el Espíritu santo vive y reina por los siglos de
los siglos. R. Amen.
A TERCIA
L/: Dios mío, atiende a mi socorro.
R/: Señor, ayúdame
prontamente.
L/: Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu santo.
R/: Por los siglos de los
siglos. Amen.
HIMNO
Jesús, que de la Virgen has nacido,
del Espíritu santo concebido,
que muerte de cruz sufres afrentosa,
hecho toda una llaga dolorosa;
Por amor de tu Madre, así afligida,
perdona nuestra culpa repetida;
y por lo grande de su llanto tierno,
condúcenos al gozo sempiterno.
El honor, la alabanza y la alegría
dense a Jesús, el Hijo de María,
en la cruz extendido y enclavado
por redimir su pueblo del pecado.
Amen.
Antífona:
¿Cuál pensamos seria la tristeza de la Madre cuando viese la angustia del Hijo?
No hay dolor semejante al de la Madre Virgen, que llora el que padece un Dios y
hombre.
Salmo 69.
Por amor de tí, Señor, he sufrido la deshonra:
la confusión ha cubierto mi rostro.
Extraño soy hecho a mis hermanos, y peregrino á los
hijos de mi madre.
El celo de tu casa me abrasó y consumió las entrañas:
y las deshonras de los que se deshonraban vinieron
sobre mí.
Fortalecí mi alma con el escudo del ayuno, y
de esto mismo se valieron para mi deshonra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu santo.
Por los siglos de los siglos. Amen.
Antífona:
¿Cuál pensamos seria la tristeza de la Madre cuando viese la angustia del Hijo?
No hay dolor semejante al de la Madre Virgen, que llora el que padece un Dios y
hombre.
Capítulo
Cuando
Cristo era conducido al Calvario, llevando sobre sus hombros la pesada cruz, le
seguía la Madre profiriendo tristísimas expresiones; e hiriendo su sagrado
pecho, derramaba abundantes lágrimas
R/: Gracias a Dios.
L/:
Haz, Reina de las vírgenes gloriosas,
R/: Llore
contigo lágrimas copiosas.
L/:
Señor, oíd mi oración.
R/:
Y llegue a tí el clamor de mi voz.
ORACIÓN:
¡Oh Virgen beatísima! por las angustias y tormentos que padeció tu corazón
cuando oíste que tu Hijo amantísimo era sentenciado a muerte, y muerte de cruz;
socórrenos en el tiempo de nuestra mayor necesidad, cuando nuestro cuerpo será atormentado
con el dolor de la enfermedad, y nuestro espíritu angustiado ya por las
asechanzas de los demonios, y ya por el terror del severo Juez: ayúdanos, pues,
Señora, entonces para que no se profiera contra nosotros la sentencia de condenación
eterna, ni seamos entregados a las llamas eternas del infierno: concediéndolo
el mismo nuestro Señor Jesucristo, que, con el Padre, y el Espíritu santo, vive
y reina por los siglos de los siglos.
R/: Amen.
A SEXTA
L/: Dios mío, atiende a mi socorro.
R/: Señor, ayúdame
prontamente.
L/: Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu santo.
R/: Por los siglos de los
siglos. Amen.
HIMNO
Jesús que de la Virgen has nacido,
del Espíritu santo concebido:
que muerte de cruz sufres afrentosa,
hecho toda una llaga dolorosa;
Por amor de tu Madre, así afligida,
perdona nuestra culpa repetida;
y por lo grande de su llanto tierno,
condúcenos al gozo sempiterno.
El honor, la alabanza y la alegría
dense a Jesús, el Hijo de María,
en la cruz extendido y enclavado
por redimir su pueblo del pecado.
Amen.
Antífona:
Como llegase la Virgen al lugar del suplicio, luego que vió a su Hijo, y la
cruz en que había de ser enclavado, los llantos y lágrimas se aumentaron, los dolores
y angustias se multiplicaron.
Salmo 21
Secase como teja cocida en el horno la virtud de
mi cuerpo, y mi lengua se pegó al paladar; y me
dejáis padecer, Señor, hasta una muerte vil.
Pues me han rodeado mis enemigos como perros rabiosos;
y el concilio de los corazones malignos me ha cercado.
Enclavaron mis manos y mis pies; y contaron
uno a uno todos mis huesos.
Ellos me consideraban. y me miraban como blanco de sus
burlas;
partieron entre sí mis ropas, y
sobre mis vestiduras echaron suertes.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu santo.
Por los siglos de los siglos. Amen.
Antífona: Como llegase la Virgen al lugar del suplicio,
luego que vió a su Hijo, y la cruz en que había de ser enclavado, los llantos y
lágrimas se aumentaron, los dolores y angustias se multiplicaron.
Capítulo
Levantada
la cruz, subió Jesús, y en ella extendió los brazos, clavándole las manos y los
pies; lo que, mirando su piadosísima Madre, el excesivo dolor la puso en los
umbrales de la muerte.
R/: Gracias a Dios.
L/:
Pálida se torna ¡ay! la bella rosa de encarnada.
R/:
Viendo bañar el suelo con la sangre tan sagrada.
L/:
Señor, oíd mi oración.
R/:
Y llegue a tí el clamor de mi voz.
ORACIÓN:
¡Oh Virgen dulcísima! por la espada de dolor que traspasó tu alma cuando mirabas
a tu Hijo amantísimo desnudo, levantado en la cruz, clavado en ella, y por
todas partes despedazado con las heridas, azotes y llagas; ayúdanos para que la
espada de la compasión y compunción traspase ahora nuestro corazón y le hiera
la lanza del divino amor, de modo que salga de nuestro pecho todo el humor del
pecado, seamos limpios de los vicios ponzoñosos, adornados con los preciosos
vestidos de las virtudes, y siempre con el corazón y el cuerpo nos levantemos
desde este valle de miseria a la contemplación del reino celestial; a donde,
finalmente, cumplido el día prometido, merezcamos subir en cuerpo
y alma; concediéndolo el mismo Señor Jesucristo tu Hijo, que con el Padre y el
Espíritu santo, vive y reina por los siglos de los siglos. Amen.
A NONA
R/: Señor, ayúdame prontamente.
L/:
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/: Por los siglos de los siglos. Amen.
HIMNO
Jesús, que de la Virgen has nacido,
del Espíritu santo concebido:
que muerte de cruz sufres afrentosa,
hecho toda una llaga dolorosa;
Por amor de tu Madre, así afligida,
perdona nuestra culpa repetida;
y por lo grande de su llanto tierno,
condúcenos al gozo sempiterno.
El honor, la alabanza y la alegría
dense a Jesús, el Hijo de María,
en la cruz extendido y enclavado
por redimir su pueblo del pecado.
Amen.
Antífona: El manso Cordero, moviendo la cabeza, dice en alta voz al morir en la cruz: «Señor, ¿por qué me habéis desamparado?» Su Madre llorando padece juntamente con El; y al oír su voz, queda casi muerta.
Salmo 69.
Tú, Señor, sabes mi deshonra, y mi confusión,
y mi vergüenza.
En tu presencia están todos los que me persiguen:
mi corazón esperó paciente la deshonra y
abatimiento.
Y esperé quien conmigo se entristeciese, y no
le hubo; y quien me consolase, y no le hallé.
Y me dieron hiel en lugar de manjar, y vinagre para
beber en mi sed.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu santo.
Por los siglos de los siglos. Amen.
Antífona:
El manso Cordero, moviendo la cabeza, dice en alta voz al morir en la cruz:
«Señor, ¿por qué me habéis desamparado?» Su Madre llorando padece juntamente
con El; y al oír su voz, queda casi muerta.
Capítulo
El
clamor de Cristo acongoja a la Madre, y con ningún llanto alivia su dolor: es causado
de la compasión que mutuamente se tienen, porque precedió entre los dos un
cariño excesivo.
R/: Gracias a Dios.
L/:
¡Oh Virgen! a Jesús que está clavado
R/:
Dánosle por tus ruegos aplacado.
L/:
Señor, oíd mi oración.
R/:
Y llegue a tí el clamor de mi voz.
ORACIÓN: ¡Oh
Virgen santísima! por la molestia y tormento con que era afligido tu espíritu
cuando escuchabas junto a la cruz que tu Hijo, clamando con gran de voz en
fuerza de los dolores, te dejaba á tí, su Madre amada, encargada a san Juan, y
encomendaba su espíritu en las manos de Dios Padre; socórrenos en el fin de
nuestra vida, y con especialidad en aquel tiempo cuando nuestra lengua no podrá
moverse para invocarte; cuando nuestros ojos estarán eclipsados, sordos y
cerrados los oídos, y faltará toda la virtud a nuestros sentidos. Acuérdate
entonces, piadosísima Señora, que ahora dirigimos nuestros ruegos a los oídos
de tu piedad y clemencia, y favorécenos en aquella hora de la necesidad extrema,
y encomienda nuestro espíritu a tu amantísimo Hijo, por el cual, mediante tu intercesión,
seamos libres de todos los tormentos y terrores, y conducidos al descanso
deseado de la patria celestial; concediéndolo el mismo nuestro Señor
Jesucristo, que, con el Padre, y el Espíritu santo, vive y reina por los siglos
de los siglos.
R/: Amen.
A VÍSPERAS
L/: Dios mío, atiende a mi socorro.
R/: Señor, ayúdame
prontamente.
L/: Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
R/: Por los siglos de los
siglos. Amen.
Antífona:
Todos los siglos lloren la muerte del Salvador, por motivo del dolor de la
gloriosa Virgen
Salma 68.
Sálvame, Dios mío, porque las aguas de la
tribulación han entrado hasta lo interior de mi
ánima:
He atollado en lo profundo de los abismos,
y no hallo sobre qué estribar.
Vine hasta lo profundo de la mar, y la tempestad me
anegó.
Trabajé clamando, enronqueciese mi garganta;
desfallecieron mis ojos, en tanto que espero en mi
Dios.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu santo.
Por los siglos de los siglos. Amen.
Antífona: Todos los siglos lloren la muerte
del Salvador, por motivo del dolor de la gloriosa Virgen
Capítulo
No
quiera Dios me gloríe yo en otra cosa que en la cruz de Nuestro Señor
Jesucristo, por el cual el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo.
R/:
Gracias a Dios.
HIMNO
Hoy las entrañas de la Madre pura
son heridas con pena la más dura,
pues Jesús que en su vientre ha concebido
por lenguas de los malos es herido.
Con increíble crueldad le tratan,
le hieren sin piedad, y le maltratan;
y al oírlo esta Madre dolorida,
se aumentan sus angustias sin medida.
Cuando a muerte cruel es conducido,
la Madre con tristeza le ha seguido,
el pecho con sus lágrimas bañando,
y á repetidos golpes quebrantando.
En la cruz afrentosa es extendido;
y al ver la Madre muere su querido,
no hubo dolor con este comparado,
pues tampoco hubo un Hijo más amado.
El honor, la alabanza y la alegría
dense a Jesús, el Hijo de María,
en la cruz extendido y enclavado
por redimir su pueblo del pecado.
Amen.
L/:
No hubo madre que tanto padeciese, ni congojas tan duras tolerase.
R/:
Al mirar en su Hijo las heridas, viendo de las espinas las señales.
Antífona:
Habiendo padecido el Hijo, declara la Madre las penas de su corazón, y
manifiesta en medio del pueblo su sentimiento. Acercándose ya la hora de la ejecución
del castigo, suplica con tristes voces, la que en otro tiempo llena de gozo, exclamó:
Engrandece mi alma al Señor.
Cántico de la B. V. María.
Mi alma engrandece al Señor,
Y mi espíritu se alegró en Dios mi salud.
Porque se dignó poner sus ojos en la pequeñez
de su esclava, "y por esto me llamarán bienaventurada
todas las naciones de la tierra. E hizo en mí grandes cosas el
Todopoderoso,"
y su nombre es santo.
Y su misericordia se extiende de generación en
generación a todos los que le temen.
Hizo alarde del poder de su brazo, "trastornó
todos los designios y trazas de los soberbios.
Derribó de sus sillas a los poderosos, y ensalzó
á los humildes.
Colmó de bienes a los necesitados, y dejó va
cíos a los ricos.
Recibió Israel a su Dios hecho hombre, no
olvidado de su misericordia.
Así como lo había prometido a nuestros padres,"
Abraham y sus descendientes, por todos los siglos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu santo.
Por los siglos de los siglos. Amen.
Antífona: Habiendo padecido el Hijo, declara la
Madre las penas de su corazón, y manifiesta en medio del pueblo su sentimiento.
Acercándose ya la hora de la ejecución del castigo, suplica con tristes voces,
la que en otro tiempo llena de gozo, exclamó: Engrandece mi alma al Señor.
L/:
Señor, oíd mi oración.
R/:
Y llegue a tí el clamor de mi voz.
ORACIÓN: !Oh
Virgen castísima! por aquel llanto y gemidos dolorosos que manando de lo íntimo
de tu pecho no podías ocultar, cuando, como piadosamente se cree, te abrazabas
amorosa con el cadáver de tu Hijo bajado de la cruz, cuyas mejillas antes resplandecientes
y brillante rostro mirabas cubierto de
amarillez, y todo Él descoyuntado, amoratado con los cardenales, y destrozado
llaga sobre llaga; socórrenos, Señora, para que lloremos ahora de tal manera
nuestros delitos, y curemos con la medicina de la penitencia las llagas de los
pecados, que cuando nuestro cuerpo estuviere afeado con la muerte, nuestra alma
resplandezca entonces con el candor de la inocencia, de modo que seamos dignos de
gozar de los suavísimos ósculos, y estrechados con los amorosos abrazos del
dulcísimo sobre todas las cosas, tu Hijo Nuestro Señor Jesucristo, que con el
Padre, y el Espíritu santo, vive y reina por los siglos de los siglos.
R/: Amen.
A COMPLETAS
L/: Conviértanos, Dios Salvador nuestro.
R/: Y aparta tu ira de
nosotros.
L/: Dios mío, atiende a mí socorro.
R/: Señor, ayúdame
prontamente.
L/: Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu santo.
R/: Por los siglos de los
siglos. Amen.
Antífona:
La compasión de tu Madre ¡oh Jesús Rey eterno! nos liberte del abismo y de su
fuego infernal.
Salmo 49.
Contra mí, Señor, hablaban en secreto todos
mis enemigos; " maquinando males para hacerme
daño.
Determinaron la sentencia inicua de mi muerte;"
y haciendo burla, decían: ¿Por ventura el que mue
re, no hará de su parte para resucitar?
A más de esto, el hombre pacífico y amigo mío,
en quien yo tenía confianza; " el que comió pan á
mi mesa, ese se levantó contra mí.
Tú, pues, Señor, ten misericordia de mí, y resucítame,
y yo les daré la retribución que se me
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu santo.
Por los siglos de los siglos. Amen.
Antífona: La compasión de tu Madre ¡oh Jesús Rey
eterno! nos liberte del abismo y de su fuego infernal.
HIMNO
¡Oh, Madre singular! ¡Virgen gloriosa!
al ver en los judíos que furiosa
su crueldad prende a Cristo, y le han atado,
tembló tu corazón sobresaltado.
Dando tristes suspiros dolorosa
seguíoslo angustiada y congojosa;
lágrimas abundantes derramabas,
y al templo presurosa caminabas.
El honor, la alabanza y la alegría,
dense a Jesús, el Hijo de María,
en la cruz extendido y enclavado
por redimir su pueblo del pecado.
Amen.
Capítulo
Sepultado
el Señor, y dispersos los discípulos, la fe de la universal Iglesia permanecía
solo en la Madre del Señor.
R/: Gracias a Dios.
L/:
Muerto el Hijo, la Madre preparada estaba con san Juan a cualquier suerte
R/:
O ya fuese de cárcel o de muerte.
Antífona:
Oh Virgen sin pecado, la espada de la pasión de tu Hijo traspasó tu ánima con
toda aquella vehemencia que prometió Simeón lleno de espíritu divino, cuando
dijo en el templo: Ahora, Señor, dejas tu siervo en paz.
Cántico de Simeón
Ahora, Señor, dejas tu siervo en paz, según
la promesa de tu palabra;
Porque ya han visto mis ojos tu salud.
La cual aparejaste " á presencia de todos los
pueblos.
Y será luz para que sean alumbradas las gentes,
y para gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu santo.
Por los siglos de los siglos. Amen.
Antífona: Oh Virgen sin pecado, la espada de la
pasión de tu Hijo traspasó tu ánima con toda aquella vehemencia que prometió Simeón
lleno de espíritu divino, cuando dijo en el templo: Ahora, Señor, dejas tu
siervo en paz.
L/:
Señor, oíd mi oración.
R/:
Y llegue a tí el clamor de mi voz.
ORACIÓN: ¡Oh
Virgen gloriosísima! por los sollozos y suspiros, indecibles lamentos con que
eran afligidas tus entrañas, cuando a tu Hijo unigénito, consuelo de tu alma,
le veías separado de tí y sepultado; vuelve a nosotros desterrados hijos de
Eva, que á tí clamamos, y suspiramos, en este valle de lágrimas, esos tus ojos
misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito
de tu vientre; y ayudándonos tus méritos, merezcamos ser fortalecidos con los
sacramentos de la Iglesia, morir en gracia, y ser presentados misericordiosamente
al eterno Juez; concediéndolo el mismo Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
con el Padre, y el Espíritu santo, vive y reina por los siglos de los siglos.
Amen.
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