jueves, 21 de noviembre de 2019

NOVENA A LA BEATA IMELDA LAMBERTINI





NOVENA A LA GLORIOSA SANTA IMELDA LAMBERTINI


ORACION PARA TODOS LOS DIAS
Dulcísimo y amabilísimo Jesús mío, solicito pastor de las almas, a las que apacentáis con vuestra Carne sacrosanta y Sangre preciosísima por las particulares bendiciones de dulzura con que previnisteis á la bienaventurada Imelda , enamorada esposa vuestra, para que su castísimo pecho fuese digno templo y sagrario de vuestro Cuerpo sacramentado, y por la fiel ‘
correspondencia de esta gloriosa virgen a la divina gracia, dignaos infundirnos una ternísima devoción a la sagrada Eucaristía, y otorgarnos las mercedes que en este Novenario os pedimos humildemente, si ceden en honra de vuestro santo nombre y aprovechamiento de nuestras almas, Amen.


PRIMER DIA
Oh Imelda, una y mil veces bienaventurada, porque con fe viva creíste la verdadera y real presencia de Jesucristo en la sagrada Eucaristía; por la vivísima creencia que tuviste del que justamente se llama el misterio de la fe, suplicámoste nos la alcances tal del adorable Sacramento del altar, que estemos en sí: augusta presencia con tanta devoción y compostura interior y exterior que movamos a ella a los que nos vieren, emulemos á los santos ángeles, que invisiblemente hacen corte á nuestro Señor Sacramentado. Amen.

En seguida se rezarán tres Padre nuestros, tres Ave Marías y tres Glorias en honor de Santa Imelda; y para más empeñarla en alcanzarnos lo que pedimos, se concluirá con la siguiente:


Amorosísimo Jesús mío, yo creo firmísimamente vuestra verdadera y real presencia en el augustísimo Sacramento del altar. Yo os adoro, Dios mío, oculto en los sagrarios de nuestros templos, é invitado de vuestra caridad sin límites depongo al pie de vuestras sagradas aras la enorme carga de mis culpas, que detesto como ofensas vuestras, y quisiera borrar con la sangre de mis venas. Quitadme, Jesús mío; la vida, si proveéis que he de volver a ofenderos. Dadme esa Sangre que por mí derramasteis para lavar y purificar más y más mi alma, y vuestro sacrosanto cuerpo para robustecer mi espíritu. Venid, celestial médico, a curarme; venid, Maestro divino, a enseñarme; venid, Padre mío, a bendecirme; venid, Esposo mío, a estrecharos íntimamente conmigo, que por vos suspiro; venid, amado de mi corazón, a tomar posesión de él y de todo cuanto soy; venid y entrad espiritualmente en mi pecho para jamás salir de él. Derríteme y liquídame, fuego abrasador, para que no esté expuesto a perder jamás mi celestial Médico, mi divino Maestro, mi amoroso Padre, mi Esposo querido, mi único bien, mi fin último, mi Dios. Amen.


ANTIFONA
La voz de mi amado es la voz que oigo; vedle que viene saltando
por los montes, atravesando collados. Y Yo soy toda de mi amado.
Y él todo se vuelve a mí.

ORACION
Señor nuestro Jesucristo, que recibisteis en el cielo a la bienaventurada virgen Imelda, herida con el fuego de una abrasada caridad, y alimentada prodigiosamente con la Hostia consagrada; concedednos por su mediación que nos acerquemos con el mismo fervor de caridad a la sagrada mesa, para que deseando vernos desatados de los lazos de este cuerpo, merezcamos estar con vos. Que vivís y reináis con Dios Padre en unión del Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amen.


SEGUNDO DIA
Oh felicísima niña, a quien Dios reveló tan claramente las innumerables maravillas de que es memorial el augustísimo Sacramento de la Eucaristía , que no podías fijar tus modestísimos ojos en la Hostia consagrada, ni postrarte ante el Señor oculto en el sagrario, sin inflamarte en vehementísimos deseos de estrecharte con él; pedímoste encarecidamente por el digno objeto de tus cariños que nos impetres de Jesucristo el candor y humildad propia de la infancia, para que de este modo podamos merecer que nos comunique tal conocimiento de las excelencias que recopiló en la sagrada Eucaristía, que mirando con fastidio todos los placeres sensuales y delicias mundanas, no apetezcamos sino saciarnos de la carne del Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo. Amén.


DIA TERCERO
Oh Imelda virtuosísima, bien se conoce que tienes altamente grabado en tu memoria el raro ejemplo de sujeción y obediencia que nos da el obedientísimo Jesús, sacrificándose incruentamente en nuestras sagradas aras siempre que los sacerdotes profieren sobre la hostia las eficacísimas palabras de la consagración, pues a pesar de abrasarte en los más ardientes deseos de comulgar, por seguir el dictamen del director de tu espíritu, no osas gustar el sabroso bocado á que Dios te convida, padeciendo el más exquisito tormento, tantas veces repetido , cuantas viste a las otras religiosas saborearse con la sacrosanta carne del Cordero inmaculado: por este tu inaudito martirio, que por obedecer sufriste, consíguenos del Señor rendimiento de juicio al parecer de los que dirigen nuestras conciencias , no solo en las cosas claramente ilícitas, sino también en las que de suyo son santas. Amen.


DIA CUARTO
O prudentísima virgen, que sumamente angustiada con tantas negativas del confesor, en vez de buscar en las criaturas el Lenitivo de tu aflicción, le buscas en el Criador de todas ellas, quejándote amorosamente con Jesús Sacramentado de sus desvíos, ni te desanimas, ni desistes de tu oración por parecerte que Dios no escucha tus quejas y plegarias; pues el Señor se
complació en tu fiel perseverancia, y llenó colmadamente los encendidos deseos de tu corazón, pídele que en todas nuestras necesidades, así espirituales como corporales, no busquemos otro consolador que á Jesús sacramentado, nuestro buen amigo, amoroso Padre y única esperanza nuestra. Amen.


DIA QUINTO
O castísima Imelda, siempre hambrienta del Pan de los escogidos, y sedienta del Vino que engendra Vírgenes; por el indecible gozo que bañó tu bendita alma al ver que se abría milagrosamente el Sagrario en que estaba reservado el Santísimo Sacramento, y que volando del Copón una Forma consagrada se dirigía‘ al coro, donde suspirabas y gemías inconsolable por estarte aún prohibido el Pau de los ángeles, te rogamos nos alcances de tu amado un deseo tan vehemente y continuo de unirnos con él por medio del Sacramento de amor, que en ningún momento de nuestra vida desmerezcamos por falta de preparación alimentarnos de este divino manjar. Amen.




DIA SEXTO
O tierna niña, ensancha y dilata ya los senos de tu purísimo corazón, cuyos ardientes deseos saciará esa sagrada Forma, que aún permanece elevada en el aire, tan luego como tus carísimas hermanas sean citadas por el cielo con un nuevo prodigio para testigos oculares de tu primera comunión; ejercita entre tanto la fe de la real presencia de tu amado bajo las especies sacramentales, adórale como a tu Dios, ámale entrañablemente como á esposo tuyo, y pídele que siempre nos acerquemos a la sagrada mesa con la misma preparación que tú, benditísima niña; con los mismos actos de fe viva, adoración profunda y caridad ardiente. Esta gracia te suplicamos, confiando que oirás nuestra oración; pues cede en obsequio de tu amadísimo dueño y utilidad de nuestras almas. Amen.


DIA SÉPTIMO
O Virgen la más enamorada del celestial Esposo, que herido de tus amorosas miradas viene hoy corriendo por los montes y atravesando collados, a darte no solamente la mano, sino todo su Cuerpo sacrosanto y toda su Sangre preciosísima: inclina tu oído a la voz del Ministro sagrado que te dice: He aquí al Cordero de Dios, he aquí al que borra los pecados del mundo; y olvídate de tu pueblo y linaje de tus mayores, que vas a quedar para siempre desposada con el Dios de la Majestad y grandeza. Abrázate con él y recibe el ósculo suavísimo que te da al entrar por tus graciosos labios, y por la fineza que te hace, ruégale vista nuestras almas de la Vestidura nupcial, para que jamás suframos el bochorno de vernos despedidos de la regalada Mesa que para nosotros dispuso su infinita bondad y largueza. Amen.


DIA OCTAVO
O Imelda, toda absorta en la contemplación más fervorosa del amor estimado con que Jesucristo se comunica a sus criaturas por medio de la divina Eucaristía; toda embelesada al considerar la dicha inefable de que descanse en tu virginal pecho, florido tálamo de honestidad y recato; toda íntimamente unida con el más estrecho vínculo de caridad al que tomaste por Esposo, desde que rayó en tu bellísima alma la luz de la razón: ahora que ya disfrutas de sus castos brazos, que estás embriagada del vino de la caridad) que le posees que de has robado el corazón y merecido sus cariños, aboga por nosotros, y consíguenos ternura de corazón y tal gratitud a tamaño beneficio, que después de comulgar no podamos olvidarnos de la sagrada Mesa que el Señor nos preparó para endulzar las amarguras de esta nuestra peregrinación. Amen.


DIA NOVENO
O verdadera y fiel Esposa de Jesucristo, que habiéndole hospedado una vez en tu enamorado corazón, no le dejaste salir de él sin llevarse consigo tu preciosa alma a la mansión de los Bienaventurados, recibiéndole Sacramentado a un mismo tiempo como mantenimiento de tu espíritu y viático para la vida eterna; ruega a Dios, fuego consumidor, que te derritió como cera con su divina presencia, que recibido el santo Viático en nuestra postrera hora, se levante en nosotros tal llama de amor divino, que no pudiéndola resistir, vuele nuestra alma a la Jerusalén celestial, donde sin cesar entonemos contigo cánticos de alabanza al Señor, por haberse dignado permanecer así con nosotros hasta la consumación de los siglos. Amen.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

ANOTACIONES

Al hablar sobre la piedad popular, es referirnos a aquellas devociones que antaño se hacían en nuestros pueblos y nuestras casas, cuando se...