miércoles, 20 de noviembre de 2019

NOVENA A SAN CAMILO DE LELIS




NOVENA A HONRA Y GLORIA DEL EXTÁTICO PADRE Y ABRASADO SERAFÍN DE CARIDAD SAN CAMILO DE LELIS, FUNDADOR DE LA RELIGIÓN DE PADRES CLÉRIGOS REGULARES MINISTROS DE LOS ENFERMOS AGONIZANTES


Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Redentor amoroso de las Almas, a vuestros Santísimos pies postrado, con profunda humildad y arrepentimiento digo, Dios mío, que me pesa en lo íntimo de mi corazón de todos mis pecados, por solo ser ofensas contra vuestra infinita e inmensa bondad, y porque os amo sobre todo lo criado. Hago, Señor, firme propósito de nunca más pecar, de confesarme, y espero que, como Padre de misericordia, me perdonaréis y daréis gracia para conseguir una perfecta perseverancia final. Amén.


ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS
Benignísimo Dios, que para esmero de tu inescrutable providencia, Ornamento de la Iglesia, admiración del Mundo y terror del Infierno, hiciste a tu escogido Siervo San Camilo dechado perfectísimo de todas las virtudes, especialmente la Caridad, en que resplandeció como Serafín amoroso: Yo os ruego que por su intercesión y eficaces méritos me concedáis que de mi Alma se desarraiguen los vicios e imperfecciones que la afean, y se haga plantel hermoso de heroicas virtudes, para que sea ardiente víctima de encendida Caridad, y que imitando la ejemplarísima vida de tan esclarecido Patriarca, pueda conseguir su poderoso Patrocinio, y mediante él, cuanto necesito para bien de mi Alma. Amén.


DÍA PRIMERO
ORACIÓN
Humildísimo Padre mío San Camilo, que por extraños modos y medios buscabas el mayor abatimiento de tu persona, y aborrecías las humanas honras, gustando ser de todos despreciado, por lo que llegaste a ser ejemplar portentoso de la más profunda humildad: Yo te ruego, Padre mío, eficazmente, que me consigas de la piedad Divina, determinación constante y firme resolución de abandonar toda soberbia y vanas inclinaciones, postrando mis altiveces y buscando solo la verdadera honra, que es la del Alma, por medio de un total desprecio de cuanto el mundo estima, para llegar a ser verdadero humilde, y que pueda merecer, con vuestro patrocinio, lo que pido en esta Novena, si me conviene, y si no, lo que sea para mayor gloria de Dios, bien mío espiritual, y edificación de mis prójimos. Amén.


DEPRECACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Gloriosísimo Padre mío San Camilo, Siervo fidelísimo del Señor, de quien mereciste la imponderable fineza de que apartando los brazos de la Cruz, con voz inteligible te animara a proseguir la empresa comenzada, para consuelo de los que se hallan en las últimas agonías, por lo que la Santa Iglesia os ha dado el atributo de Protector de las Almas en la hora de la muerte: postrado me tenéis, solicitando vuestro amparo para aquel lance, en que son tan formidables las tentaciones con que el Demonio hace los últimos esfuerzos, y en que espanta el temor de la inapelable sentencia de una eternidad, o para siempre infeliz, o para siempre dichosa. Alcanzadme, os ruego, amantísimo Padre, desde ahora para entonces, una perfecta contrición, viva fe, firme esperanza, fervorosa caridad, reverente disposición para recibir los Sacramentos, lograr la Indulgencia plenaria, y un total apartamiento de todo lo mundano, para que, humillándome, uniéndome, estrechándome, postrándome y arrojándome a los Santísimos pies de mi Dios, sea por Él admitido en el número de los escogidos. Y para conseguir esta gracia, imploro, ¡oh amado Padre mío San Camilo!, por vuestro medio, la asistencia de Jesús, mi Dulcísimo Redentor, de María, mi Amantísima Madre, y de José, mi especialísimo Abogado. Haced, por vuestro amor, que impresos en mi corazón estos Santísimos y dulcísimos nombres, sean el consuelo de mi Alma, y seguro medio para conseguir una buena muerte y después gozar de la eterna gloria. Amén.

GOZOS
Camilo, noble Campeón,
Soldado guerrero y fuerte,
Al que lucha con la muerte,
Sedle escudo y protección.

Un sueño tuvo del Cielo
Vuestra madre, de lampiños
Que cruzados cuando niños
La pusieron en desvelo:
Tuvo allí el primer modelo
Vuestra Santa Religión.

Boquianico en su fortuna
Patricio os goza excelente,
Allí tuvisteis oriente,
Y en el establo la cuna:
Ya os llamó estrella oportuna
De Cristo a la imitación.

Camila vuestra madre, con su desvelo
A la perfección os guía,
Mas luego el mundo os desvía
Del camino para el Cielo:
Crece más su desconsuelo
Viéndoos en tal perdición.

Soldado por mar y tierra
Vuestro valor os alista,
Contra el turco en la conquista
De Bérgamo hicisteis guerra:
Marcial vuestro ardor destierra
Todo temor con tesón.

Los naipes os burlan ciego,
Hasta dejaros desnudo,
Tanto el desengaño pudo,
Que entendéis la flor del juego:
Baraja vuestro despego
La más rara conversión.

Conocido el mal estado,
Apeado y arrepentido,
Os veis, si Saulo caído,
Como Pablo levantado:
De celestial luz rodeado
Ya sois vaso de elección.

Una pierna, que se os llaga,
Os saca de Capuchino,
Porque superior destino
Es quien renueva la llaga:
Con otra herida os halaga
Soberana vocación.

Desechando el propio mal,
El enfermo, el achacoso,
El pobre, el menesteroso,
Os llevan al Hospital:
Por la salud general
Enfermáis de compasión.

Un Crucifijo os indica
Nuevos alientos y luz,
Se desclava de la Cruz
Y en su amor os crucifica:
Ser su voluntad explica
Vuestra nueva Fundación.

Tanto el celo os martiriza,
Que la Religión su aumento
Tomó del último aliento
Del enfermo que agoniza:
La caridad se eterniza
En la ajena salvación.

Con vuestros hijos voláis
A asistir al moribundo,
Y al salir éste del mundo
A bien morir le ayudáis:
¡Oh, con qué ardor procuráis
¡Vos la eterna salvación!

Con caridad tan flameante,
Tanto vuestro poder obra,
Que el enfermo se recobra,
Con el que es Agonizante:
Por su indulgencia durante
Logra toda remisión.

¡Oh Héroe el más valeroso!
Vuestra caridad es tanta,
Que nada, nada os espanta,
Por más que sea horroroso:
De socorrer muy gozoso
Está vuestro corazón.

Misericordias llamáis
Cinco accidentes mortales,
Con que en gustos celestiales
Crucificado acabáis:
Y es que de la Cruz tomáis
Vuestras armas y blasón.

Desde el Cielo en todo evento,
¡Oh gran Camilo!, ayudadnos;
Mas sobre todo amparadnos
Al dar nuestro último aliento:
Libradnos de atroz tormento
Por vuestra intercesión.

Camilo, noble Campeón,
Soldado guerrero y fuerte,
Al que lucha con la muerte,
Sedle escudo y protección.

ANTÍFONA: Bien, siervo bueno y fiel, porque fuiste fiel en lo poco, en lo mucho te constituiré, entra en el gozo de tu Señor.

℣. El Señor dirige al justo por caminos rectos.
℟. Y le muestra el Reino de Dios.

ORACIÓN
Oh Dios, que has adornado a San Camilo con una caridad incomparable para las almas que luchan en la agonía, dígnate en vista de sus méritos, infundir en nosotros el espíritu de tu amor, a fin de que en nuestra hora postrera merezcamos triunfar del enemigo y alcanzar la corona celestial. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.


DÍA SEGUNDO
ORACIÓN
Liberalísimo Padre mío San Camilo, en quien como en su centro reinaba la piedad y compasión de todo necesitado, repartiéndolos con imponderable generosidad copiosas limosas, llegando a tanto, que buscabas las más ocultas calamidades para remediarlas, por lo que fuiste aclamado por Padre de Pobres: no siendo menor el cuidado de las necesidades espirituales, pues arrebatado de santo celo por libertar la vida espiritual del prójimo, arriesgaste varias veces la tuya temporal: Yo te pido encarecidamente, que me alcances la virtud de la misericordia, y que de tal manera me compadezca de las miserias de mis prójimos, que según mi estado y lo que alcanzaren mis fuerzas los socorra y alivie sus necesidades, así espirituales como temporales, con un afecto nacido de verdadera caridad y amor de Dios, y que su Majestad me conceda, mediante vuestro patrocinio, lo que pido en esta Novena, si me conviene, y si no, lo que sea para su mayor gloria, bien mío espiritual, y edificación de mis prójimos. Amén.


DÍA TERCERO
ORACIÓN
Amantísimo Padre mío San Camilo, espejo clarísimo de la más activa caridad con los Pobres Enfermos, a quienes agasajabas con ternura, cuidabas con solicitud, tratabas con fineza, consolabas con alegría, siendo el serviros tu mayor delicia, hacías los oficios de una tierna y amorosa Madre: y al mismo tiempo te preciabas del honroso título de Siervo y Esclavo suyo, por contemplar en ellos representada la persona de Jesucristo: Suplicóte, amado Padre mío, que comuniques a mi helado corazón las centellas de este tu abrasado amor y encendida Caridad, para emplearla, a tu imitación, en consolar y servir a los Enfermos, y los estime y aprecie, como venerando en ellos oculta la persona de mi Señor Jesucristo, y que su Majestad me conceda, mediante vuestro patrocinio, lo que pido en esta Novena, si me conviene, y si no, lo que sea para su mayor gloria, bien mío espiritual, y edificación de mis prójimos. Amén.


DÍA CUARTO
ORACIÓN
Pacientísimo Padre mío San Camilo, que mereciste vivir tan dueño de las pasiones, que no conturbaron tu interior las tribulaciones ni los trabajos, permaneciendo siempre con ánimo sereno e inimitable conformidad: mostrándola también en las enfermedades, y especialmente en los cinco penosos accidentes que os afligieron lo más del tiempo de vuestra vida, padeciéndolos tan resignado, que los llamabas misericordias de Dios: Yo os suplico, amantísimo Tutelar mío, que me alcances de la Majestad Divina virtud poderosa para rendir mis pasiones, y llevar con serenidad de ánimo los trabajos y adversidades de este mundo, y que las enfermedades que me enviare, las tolere resignado y conformándome con su voluntad, las conozca perfectamente por grandes misericordias suyas, y que consiga lo que pido en esta Novena, mediante vuestro patrocinio, si me conviene, y si no, lo que sea para su mayor gloria, bien mío espiritual, y edificación de mis prójimos. Amén.


DÍA QUINTO
ORACIÓN
Devotísimo Padre mío San Camilo, que desde aquel dichoso día en que por divina ilustración conociste las sendas erradas de tu mocedad, y empezaste a caminar por la de la virtud, hasta llegar a la más heroica perfección, profesaste una ternísima devoción a la Princesa del Cielo, María Santísima, por haber logrado tan singular beneficio en el día de su Purificación, teniéndola siempre por objeto de los más finos cariños: Suplícote, Abogado mío, que hagas me inflame el corazón en una fina y obsequiosa devoción a esta Divina Reina, y me emplee continuamente en sus alabanzas, para que me sea eficaz medio de lograr las piedades del Altísimo, y ablandar los rigores de su justicia, y que con su patrocinio y el vuestro, me conceda su Preciosísimo Hijo lo que pido en esta Novena, si me conviene, y si no, lo que sea para su mayor gloria, bien mío espiritual, y edificación de mis prójimos. Amén.
 

DÍA SEXTO
ORACIÓN
Castísimo Padre mío San Camilo, que mereciste ser privilegiado con el Don de Castidad, en tal grado, que desde el dichoso día de vuestra conversión en adelante viviste, postradas las rebeldías de la carne, sujetas a la razón las pasiones, y muerto el apetito, como si gozaras los fueros de Ángel más que de hombre, en medio de esto, por conservar tan apreciable joya, lucías sangriento estrago de tu inocente cuerpo con vigilias, cilicios y disciplinas: Suplicóte, Padre y Abogado mío, que me alcances perfecta castidad y, que desterrando de mí cualquiera sombra o incentivo de lascivia, respiren pureza mis palabras, obras y pensamientos, y que mortificando mis sentidos, y huyendo las más leves ocasiones de mancharla, exhale mi corazón suaves fragancias de esta soberana virtud, y que conserve su integridad en Alma y Cuerpo, y que así mismo consiga, mediante vuestro Patrocinio, lo que pido en esta Novena, si me conviene, y si no, lo que sea para mayor gloria de Dios, bien mío espiritual, y edificación de mis prójimos. Amén.


DÍA SÉPTIMO
ORACIÓN
Inocentísimo Padre mío San Camilo, que llegaste a tan elevada perfección y pureza de conciencia, que desde el día de la Celestial ilustración hasta el de vuestro felicísimo tránsito, no se afeó vuestra Alma ni aun con culpa venial, cometida voluntariamente, y mereciste el singular Privilegio de conocer lo más interior de los corazones y lo más oculto de las conciencias, no atreviéndose persona alguna a estar en tu presencia con mancha de pecado, aun venial, sin confesarse primero: Suplicóte, amantísimo Padre mío, hagas que merezca yo tener mi conciencia pura y libre de todo pecado, y si por mi fragilidad le cometiere, le borre por medio de un eficaz arrepentimiento, y una fructuosa confesión, para que pueda ser mi Alma sacrificio agradable a la Divina Majestad, y que consiga, mediante vuestro Patrocinio, lo que pido en esta Novena, si me conviene, y si no, lo que sea para su mayor gloria, bien mío espiritual, y edificación de mis prójimos. Amén.



DÍA OCTAVO
ORACIÓN
Extático Padre mío San Camilo, en quien, entre otros Dones Celestiales resplandeció el de la Oración, encumbrándose tu Espíritu a la contemplación de los incomprehensibles Misterios del infinito amor de Dios, sus perfecciones y atributos, en cuyo Soberano estudio aprendiste la más profunda y Divina Teología, y en que sentía tu purísima Alma tales dulzuras y delicias, que se manifestaban en frecuentes raptos y amorosos éxtasis: Suplicóte, fervorosísmo Santo mío, que me consigas esta virtud tan elevada de la Oración, para conocer cuán digna es de ser amada por sí misma la infinita bondad de mi Dios, y cuán mal tengo correspondido a sus particulares beneficios: y enseñadme, benignísimo Maestro mío, el medio mejor para que sean agradables a Dios mis tibias oraciones, y que consiga, mediante vuestro Patrocinio, lo que pido en esta Novena, si me conviene, y si no, lo que sea para su mayor gloria, bien mío espiritual, y edificación de mis prójimos. Amen.


DÍA NOVENO
ORACIÓN
Poderosísimo Padre mío San Camilo, a quien hizo el Altísimo, por tan crecidos méritos, terror y espanto de los infernales Espíritus, los que de tal modo aborrecían vuestro Santo nombre, que con solo oírle, publicaban ser atormentados más que con las penas del Infierno por Vos, que han sido y son frecuentemente lanzados de los cuerpos en virtud de vuestro maravilloso poder: Suplicóte, amorosísimo Padre mío, que imprimas en mi corazón tu dulcísimo nombre, para que me sea invencible escudo contra las tentaciones del Demonio, especialmente en la hora de mi muerte, y que a tu poderosa invocación se ahuyenten los Infernales Espíritus, sin infestar las Almas ni los Cuerpos, y que por Vos, Santo mío, se vea todo fiel Cristiano libre de tan maligna e infeliz opresión, y que ahora consiga yo, mediante vuestro Patrocinio, lo que pido en esta Novena, si me conviene, y si no, lo que sea para mayor gloria de Dios, bien mío espiritual, y edificación de mis prójimos. Amén.



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