lunes, 16 de diciembre de 2019

MES DE LA INMACULADA - DIA DIEZ Y SEIS




16.
LAS DOS BENDICIONES
Sólo dos veces bendijo Dios sobre la tierra a las criaturas inocentes: la una, cuando después de haber criado a la primera de las madres, dijo: «Creced y multiplicaos»; y la otra, cuando después de haber criado a la única madre entre las vírgenes, la hizo anunciar por ministerio del ángel: Bendita tú entre todas las mujeres». La primera bendición debía dar al mundo el espectáculo augusto de padres inocentes y de hijos inmaculados; un espectáculo de generaciones sin mancha, formadas á imagen de Dios, justo, según su suprema sabiduría, establecidas en medio de todos los bienes, bajo un cielo siempre puro y benigno; un espectáculo de paz, de felicidad, de delicias, de amor; un espectáculo que deberíamos dolorosamente envidiar, si la segunda de las bendiciones no nos hubiese proporcionado en medio de la misma desventura otro todavía más grandioso. En fuerza de esta bendición fue señalado a María el destino más sublimo de que puede ser capaz una criatura, y por ella un rayo de la fecundidad infinita del Antiguo los días, fue á posarse sobre la predilecta los siglos, y la inmaculada Esposa de Dios cubierta por todas partes de la omnipotencia y virtud del Espíritu Santo, llegó a ser agregada a la generación del Eterno. Y por ella María hizo visible al mundo al Hijo inmaculado del Padre de toda inocencia, al Príncipe de la paz, al autor de toda felicidad, al deseado de las naciones, no á imagen de Dios, sino Dios mismo, que es engendrado por el Eterno Padre: espectáculo augusto, al que los ángeles entonan un cántico de gloria: espectáculo tierno en que se ve a un Dios hacerse niño para ser objeto de amor: espectáculo sublime en que un Dios hecho hijo de una Virgen inmaculada, llega a quedar unido con los más dulces lazos y a formar con la humanidad una misma familia. La primera de las bendiciones no impidió que el orgullo germinase en el corazón de la mujer y produjese la muerte; la segunda fecundó la humanidad de María para que produjese la vida. Con la primera se abría al mundo el principio de las generaciones humanas; con la segunda fueron suspendidas las leyes de la naturaleza, para ser reemplazadas por los misterios de la generación divina. Aquella había hecho que el hombre se enamorase de la tierra para eternizar en ella su terrena progenie, esta le ha hecho enamorarse del cielo y convertirse en progenie de Dios.


CANTICO
Celebrad al Señor, porque es bueno, porque
su misericordia está en lo eterno.
Dios miró desde lo alto de los cielos: el Se
ñor fijó su vista sobre la tierra.
Para oír los gemidos de los que se hallaban
en prisiones, para dar libertad a los hijos de
la muerte.
Y bendijo el campo de las generaciones humanas, y brotó una flor escogida, la flor del
paraíso.
La única rosa entre las espinas, la rosa que
no se marchita, la flor intacta que produce el
fruto de la vida.
Celebrad al Señor, porque es bueno, porque
su misericordia está en lo eterno.
Y vió y ensalzó a María sobre toda criatura,
para que en ella fuesen ensalzadas todas las
gentes.
La bendijo con la bendición de los años en
teros, para que en ella fuesen bendecidos todos los pueblos.
Y fuese celebrado el nombre de Jesús juntamente con el de María, en la plenitud de las
eternas misericordias.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
que preservó inmaculada a María por los siglos
de los siglos. Amén.


ORACION
Ven, alma mía, sal del letargo en que te han puesto las obras del pecado; póstrate a los pies de María, y no te apartes de ella hasta que te haya bendecido. ¡Bendecidme, oh Hija inmaculada del Eterno Padre, con la bendición del Omnipotente, para que haga caer sobre mi corazón ese cúmulo de virtudes, que me son tan necesarias en la peregrinación de este valle de asechanzas! ¡Bendecidme, oh Madre inmaculada del Eterno Hijo, con la bendición de la sabiduría, á fin de que me ilumine en las tinieblas de esta vida mortal, y me conduzca por el seguro camino que conduce al cielo! ¡Bendecidme, oh Esposa inmaculada del Eterno Espíritu, con la bendición del amor, para que, inflamando mi corazón con la ardiente caridad, que apartándome de las cosas perecederas de la tierra, pueda mi afecto concentrarse enteramente en las delicias de ese Dios, que en su benignidad bendijo vuestra concepción, para formar de vos la inmaculada entre todas las mujeres. Bendecidme, oh inmaculada Virgen María, bendecidme con la bendición de un amor maternal, que me haga digno de ser vuestro hijo en la tierra, y coheredero y partícipe de vuestra bienaventuranza en el paraíso eterno, Amén.
Tres Ave Marías




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