viernes, 24 de enero de 2020

EJERCICIO PARA EL JUEVES SANTO



VISITA DE MONUMENTOS


PRIMERA IGLESIA
ORACIÓN
Oh Jesús mío amabilísimo, dulcísimo y amantísimo, vida, esperanza y único amor de mi alma! Vengo hoy a postrarme ante tu altar y darte gracias por haber instituido este augusto sacramento en el que te has quedado perpetuamente con nosotros. ¡Ah! y ¡cuánto te costó el instituirlo! Como que para ello debiste morir, sin lo que no hubieras podido estar sacramentado en nuestros altares. Y después; ¡cuántas injurias has debido tolerar en este misterio adorable, para poder prestarnos auxilio con tu presencia! Más todo lo ha superado tu amor y el deseo que tienes de ser amado de nosotros. Ven, pues, Señor, ven y entra dentro de mi corazón y cierra después la puerta de sus afectos, de modo que nunca vuelva a abrirse para dar entrada en él a ninguna criatura que quiera tomar parte en el amor que te debo. Reina en mí Tú solo, con absoluto imperio ¡oh Redentor mío! toma posesión ilimitada de todo mi ser; haz que mi único deseo, mi único deleite sea darte gusto, visitarte con frecuencia y recibirte en la comunión. Busquen los demás, enhorabuena otra clase de bienes, que en cuanto a mí yo no quiero, ni deseo otro bien que tu amor. El me hará santo en la tierra y dichoso en el cielo. Amen.
La estación mayor.



SEGUNDA IGLESIA
ORACIÓN
Oh Cordero inmaculado y sacrificado por nosotros en la cruz! Acuérdate que yo soy una de aquellas almas que redimiste con tantos dolores, y con tu muerte; y ya que te has dado y que das todos los días a mí, sacrificándote por mi amor en los altares, haz que yo te posea siempre, que no te pierda jamás y haz que sea yo también todo tuyo. Yo me doy todo a Ti para que hagas de
mí todo lo que fuere de tu agrado. Te doy mi voluntad, aprisiónala con los dulces lazos de tu amor, para que sea eternamente esclava de tu voluntad santísima. Ya no quiero vivir para satisfacer mis deseos, sino para contentar tu divina voluntad. Destruye en mí todo lo que te desagrade y concédeme la gracia de no tener otro pensamiento, ni otro deseo sino el de aquellas cosas que tu deseas. Te amo con todo mi corazón; oh amantísimo Salvador mío! Te amo porque deseas que te ame, te amo, en fin, porque eres infinitamente digno de mi amor. Siento no amarte cuanto mereces, quisiera morir por amor
tuyo. Acepta este deseo y dame tu amor. Amen. Así sea.
La estación mayor.



TERCERA IGLESIA
ORACIÓN
Oh amabilísimo Jesús mío Sacramentado, que por el amor que me tienes estás encerrado noche y día en este sagrario, atrae, te ruego, todo mi corazón hacia Ti, de tal modo que no piense sino en Ti, ni quiera, ni busque, ni espere otro bien que poseerte. Hazlo por los méritos de tu Pasión, por la cual te lo pido y lo espero. ¡Ah Salvador mío sacramento y amante de mi alma! ¡cuán amables son las delicadas invenciones de tu amor para lograr que las almas te amen! ¡Oh Verbo eterno! Haciéndote hombre, no te ¡has contentado con morir por nosotros, sino que nos has dado, además este Sacramento por compañía, por alimento y por prenda de la gloria. Te has dignado aparecer entre los hombres, ya como niño en un establo, ya como pobre en un taller, ya como reo en una cruz, ya, en fin, como pan en la mesa del altar. ¿Qué otros medios podrías inventar para ganarte nuestro corazón? ¡Oh amabilidad
infinita! ¿cuándo llegará el tiempo en que yo comience a corresponder de veras a tantas finezas de amor? Señor, yo no quiero amar sino a Ti, en el tiempo y en la eternidad. Amen.
La estación mayor.



CUARTA IGLESIA
ORACIÓN
Oh Sacramento de amor, que ya sea dándote en la Santa Comunión, o ya permaneciendo en los altares, sabes atraer a Ti con los suaves encantos de tu amor tantos corazones, que enamorados de tu dulzura y fuera de sí en vista de tanta bondad, arden en la llama feliz de tu amor, sin olvidarlo jamás. Atrae también a Ti, este miserable que desea amarte y ser esclavo de tu amor divino. Yo entrego de un modo irrevocable en manos de tu bondad todos mis afectos, mi alma, mi cuerpo y todo mi ser. Aceptadme, Señor, y disponed de mí como te agrade. No, no quiero, ¡Oh amor mío! volver a quejarme de vuestras santas disposiciones; pues bien, comprendo que, siendo todas ellas dictadas por tu amoroso corazón, no pueden menos de ser amorosas y para mi mayor bien. Me basta saber que en ellas está tu voluntad para que las acepte todas durante mi vida y por toda la eternidad.
La estación mayor.



QUINTA IGLESIA
ORACIÓN
Oh corazón amantísimo de mi Jesús, del cual salieron todos los sacramentos y principalmente este que es el de amor. Quisiera en este solemnísimo día glorificarte y ensalzarte tanto cuanto Tú glorificas y ensalzas a tu Eterno Padre en este sacramento. Bien sé, que aquí en este altar me estás amando con aquel mismo amor que tuviste al morir en la Cruz entre infinitas amarguras. Yo te adoro, yo te amo y te doy gracias con todas las almas quete están amando en la tierra y en el cielo. ¡Oh Corazón purísimo! purifica el mío de todo afecto desordenado a las criaturas y llénalo de tu santo amor. Oh corazón dulcísimo, posee el mío de tal suerte que de hoy en adelante sea todo tuyo y pueda decir con el Apóstol: ninguna criatura podrá jamás separarnos del amor de Dios, que se funda en Jesucristo Nuestro Señor, a quien se dé todo honor y toda gloria en los siglos de los siglos. Amen.
La estación mayor.



SEXTA IGLESIA
ORACIÓN
Oh Jesús mío Sacramentado, que te lamentas de que, habiendo venido a la tierra a ser nuestro Huésped, para hacernos bien, nosotros no hemos querido recibiros. Tienes razón, Señor, tienes razón: yo soy uno de esos ingratos que no quiero hacerte compañía viniendo muy rara vez a visitarte. Castígame por ello cuanto quieras, solo te ruego que no me impongas la pena que merecería,
de no venir más ante tu presencia. ¿A dónde iré, que sería de mí si tú de ella me alejaras? Pero no, tú no me abandonarás si antes yo no te abandono. Oh fuego devorador, destruye todos mis afectos a las cosas criadas, mira que en este momento me doy á Ti sin reserva, y consagro toda la vida que me queda al amor de este santísimo Sacramento. El será, así lo espero, mi consuelo y mi amor durante mi vida y en la hora de mi muerte, cuando vengas a servirme
de guía y de viático en el camino a tu felicísimo reino. Así sea.
La estación mayor.

SÉPTIMA IGLESIA
ORACIÓN
Oh invisible Señor y Rey mío! Ya que te dignas permitírmelo, deja que te abra con confianza mi corazón en esta mi última visita. Bien conozco ¡oh Jesús mío! Oh enamorado de las almas, la sinrazón que te hacen los hombres. Tú los amas, y ellos no te corresponden; les haces bien y te desprecian: quieres hablarles y no te escuchan; les ofreces tus gracias y no quieren recibirlas. ¡Ah Jesús mío! Y ¿será cierto que en otro tiempo yo también me asocié a esos ingratos para causarte tales disgustos? ¡Ay de mí! es demasiada verdad; pero, Señor, ya quiero enmendarme y compensar en los días que me queden de vida los pesares que te he causado, haciendo cuanto pueda por complacerte y darte gusto. Te amo ¡Oh Sumo Bien! infinitamente más amable que todos los bienes; y amándote, uno mi pobre corazón a todos los corazones con que te aman los serafines, lo uno al dulcísimo y doloroso Corazón de María y a tu Amantísimo y Sagrado Corazón. Te amo con todas mis fuerzas y quiero amarte únicamente y siempre; si, solo á Ti, quiero amar eternamente. Así sea.
La estación mayor.





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