VISITA DE MONUMENTOS
PRIMERA IGLESIA
ORACIÓN
Oh
Jesús mío amabilísimo, dulcísimo y amantísimo, vida, esperanza y único amor de
mi alma! Vengo hoy a postrarme ante tu altar y darte gracias por haber
instituido este augusto sacramento en el que te has quedado perpetuamente con nosotros.
¡Ah! y ¡cuánto te costó el instituirlo! Como que para ello debiste morir, sin
lo que no hubieras podido estar sacramentado en nuestros altares. Y después; ¡cuántas
injurias has debido tolerar en este misterio adorable, para poder prestarnos
auxilio con tu presencia! Más todo lo ha superado tu amor y el deseo que tienes
de ser amado de nosotros. Ven, pues, Señor, ven y entra dentro de mi corazón y
cierra después la puerta de sus afectos, de modo que nunca vuelva a abrirse
para dar entrada en él a ninguna criatura que quiera tomar parte en el amor que
te debo. Reina en mí Tú solo, con absoluto imperio ¡oh Redentor mío! toma
posesión ilimitada de todo mi ser; haz que mi único deseo, mi único deleite sea
darte gusto, visitarte con frecuencia y recibirte en la comunión. Busquen los demás,
enhorabuena otra clase de bienes, que en cuanto a mí yo no quiero, ni deseo
otro bien que tu amor. El me hará santo en la tierra y dichoso en el cielo.
Amen.
La
estación mayor.
SEGUNDA IGLESIA
ORACIÓN
Oh
Cordero inmaculado y sacrificado por nosotros en la cruz! Acuérdate que yo soy
una de aquellas almas que redimiste con tantos dolores, y con tu muerte; y ya
que te has dado y que das todos los días a mí, sacrificándote por mi amor en los
altares, haz que yo te posea siempre, que no te pierda jamás y haz que sea yo
también todo tuyo. Yo me doy todo a Ti para que hagas de
mí
todo lo que fuere de tu agrado. Te doy mi voluntad, aprisiónala con los dulces
lazos de tu amor, para que sea eternamente esclava de tu voluntad santísima. Ya
no quiero vivir para satisfacer mis deseos, sino para contentar tu divina
voluntad. Destruye en mí todo lo que te desagrade y concédeme la gracia de no tener
otro pensamiento, ni otro deseo sino el de aquellas cosas que tu deseas. Te amo
con todo mi corazón; oh amantísimo Salvador mío! Te amo porque deseas que te
ame, te amo, en fin, porque eres infinitamente digno de mi amor. Siento no
amarte cuanto mereces, quisiera morir por amor
tuyo.
Acepta este deseo y dame tu amor. Amen. Así sea.
La
estación mayor.
TERCERA IGLESIA
ORACIÓN
Oh
amabilísimo Jesús mío Sacramentado, que por el amor que me tienes estás
encerrado noche y día en este sagrario, atrae, te ruego, todo mi corazón hacia Ti,
de tal modo que no piense sino en Ti, ni quiera, ni busque, ni espere otro bien
que poseerte. Hazlo por los méritos de tu Pasión, por la cual te lo pido y lo
espero. ¡Ah Salvador mío sacramento y amante de mi alma! ¡cuán amables son las
delicadas invenciones de tu amor para lograr que las almas te amen! ¡Oh Verbo eterno!
Haciéndote hombre, no te ¡has contentado con morir por nosotros, sino que nos
has dado, además este Sacramento por compañía, por alimento y por prenda de la
gloria. Te has dignado aparecer entre los hombres, ya como niño en un establo, ya
como pobre en un taller, ya como reo en una cruz, ya, en fin, como pan en la
mesa del altar. ¿Qué otros medios podrías inventar para ganarte nuestro corazón?
¡Oh amabilidad
infinita!
¿cuándo llegará el tiempo en que yo comience a corresponder de veras a tantas
finezas de amor? Señor, yo no quiero amar sino a Ti, en el tiempo y en la
eternidad. Amen.
La
estación mayor.
CUARTA IGLESIA
ORACIÓN
Oh
Sacramento de amor, que ya sea dándote en la Santa Comunión, o ya permaneciendo
en los altares, sabes atraer a Ti con los suaves encantos de tu amor tantos
corazones, que enamorados de tu dulzura y fuera de sí en vista de tanta bondad,
arden en la llama feliz de tu amor, sin olvidarlo jamás. Atrae también a Ti,
este miserable que desea amarte y ser esclavo de tu amor divino. Yo entrego de
un modo irrevocable en manos de tu bondad todos mis afectos, mi alma, mi cuerpo
y todo mi ser. Aceptadme, Señor, y disponed de mí como te agrade. No, no
quiero, ¡Oh amor mío! volver a quejarme de vuestras santas disposiciones; pues
bien, comprendo que, siendo todas ellas dictadas por tu amoroso corazón, no
pueden menos de ser amorosas y para mi mayor bien. Me basta saber que en ellas está
tu voluntad para que las acepte todas durante mi vida y por toda la eternidad.
La
estación mayor.
QUINTA IGLESIA
ORACIÓN
Oh
corazón amantísimo de mi Jesús, del cual salieron todos los sacramentos y
principalmente este que es el de amor. Quisiera en este solemnísimo día
glorificarte y ensalzarte tanto cuanto Tú glorificas y ensalzas a tu Eterno
Padre en este sacramento. Bien sé, que aquí en este altar me estás amando con
aquel mismo amor que tuviste al morir en la Cruz entre infinitas amarguras. Yo
te adoro, yo te amo y te doy gracias con todas las almas quete están amando en
la tierra y en el cielo. ¡Oh Corazón purísimo! purifica el mío de todo afecto
desordenado a las criaturas y llénalo de tu santo amor. Oh corazón dulcísimo,
posee el mío de tal suerte que de hoy en adelante sea todo tuyo y pueda decir con
el Apóstol: ninguna criatura podrá jamás separarnos del amor de Dios, que se
funda en Jesucristo Nuestro Señor, a quien se dé todo honor y toda gloria en
los siglos de los siglos. Amen.
La
estación mayor.
SEXTA IGLESIA
ORACIÓN
Oh
Jesús mío Sacramentado, que te lamentas de que, habiendo venido a la tierra a
ser nuestro Huésped, para hacernos bien, nosotros no hemos querido recibiros.
Tienes razón, Señor, tienes razón: yo soy uno de esos ingratos que no quiero
hacerte compañía viniendo muy rara vez a visitarte. Castígame por ello cuanto
quieras, solo te ruego que no me impongas la pena que merecería,
de
no venir más ante tu presencia. ¿A dónde iré, que sería de mí si tú de ella me
alejaras? Pero no, tú no me abandonarás si antes yo no te abandono. Oh fuego
devorador, destruye todos mis afectos a las cosas criadas, mira que en este
momento me doy á Ti sin reserva, y consagro toda la vida que me queda al amor de
este santísimo Sacramento. El será, así lo espero, mi consuelo y mi amor
durante mi vida y en la hora de mi muerte, cuando vengas a servirme
de
guía y de viático en el camino a tu felicísimo reino. Así sea.
La
estación mayor.
SÉPTIMA IGLESIA
ORACIÓN
Oh
invisible Señor y Rey mío! Ya que te dignas permitírmelo, deja que te abra con
confianza mi corazón en esta mi última visita. Bien conozco ¡oh Jesús mío! Oh enamorado
de las almas, la sinrazón que te hacen los hombres. Tú los amas, y ellos no te
corresponden; les haces bien y te desprecian: quieres hablarles y no te
escuchan; les ofreces tus gracias y no quieren recibirlas. ¡Ah Jesús mío! Y ¿será
cierto que en otro tiempo yo también me asocié a esos ingratos para causarte tales
disgustos? ¡Ay de mí! es demasiada verdad; pero, Señor, ya quiero enmendarme y
compensar en los días que me queden de vida los pesares que te he causado,
haciendo cuanto pueda por complacerte y darte gusto. Te amo ¡Oh Sumo Bien!
infinitamente más amable que todos los bienes; y amándote, uno mi pobre corazón
a todos los corazones con que te aman los serafines, lo uno al dulcísimo y
doloroso Corazón de María y a tu Amantísimo y Sagrado Corazón. Te amo con todas
mis fuerzas y quiero amarte únicamente y siempre; si, solo á Ti, quiero amar
eternamente. Así sea.
La
estación mayor.
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