LOS VEINTICUATRO DOLORES MÁS PRINCIPALES
QUE PADECIÓ LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
I.
Hallándose la Virgen en Belén en el tiempo de su
preñez, no hubo quien la recibiera, por lo que se vió precisada a retirarse a
un establo.
Ave María.
II.
Ve circuncidar a su tierno e inocente infante, y oye a
Simeón que le anuncia, traspasará su corazón con la más aguda y penetrante
espada de dolor, cuando haya de padecer y morir tan cruel y afrentosamente por
nosotros.
Ave María.
III.
Llora la muerte de los niños inocentes, degollados por
orden del rey Herodes, y para libertar de ella a su Hijo, se ve en la precisión
de huir de noche y retirarse en Egipto con San José.
Ave María.
IV.
Por tres días anduvo buscando a su Hijo perdido
Ave María.
V.
Muere su más amado y querido esposo José.
Ave María.
VI.
Siente mucho el que os judíos no quieran recibir la
predicación de su Hijo, y que, antes, por el contrario, lo desprecian sumamente
y buscan ocasiones para matarlo.
Ave María.
VII.
Saluda últimamente a su Hijo Jesús antes que entrase a
su pasión, y previniendo en espíritu sus grandes penas y amarguras, se ofrece
ella misma a padecerlas, es confortada por el ángel y recurre a la oración.
Ave María.
VIII.
Oye decir que su Hijo Santísimo ha sudado sangre en el
huerto, y habiéndolo vendido Judas, lo han apresado y maltratado los judíos.
Ave María.
IX.
Se aflige y contrista la Señora por la negación de
Pedro, y porque ve que su Hijo es acusado, abofeteado, escupido y vilipendiado en
las casas de Anás, Caifás y Pilatos, y tratado de loco en la de Herodes.
X.
Ver que ah instancia de los judíos, azotan
cruelísimamente a su Hijo Santísimo, teniéndolo desnudo y atado a una columna.
Ave María.
XI.
Ve que con grande inhumanidad lo visten de púrpura y
le ponen la corona de espinas sobre la cabeza.
Ave María.
XII.
Se duele mucho porque a su Hijo Jesús lo saca Pilatos
a la presencia de todo el pueblo, diciéndole:
mirad a este hombre, y por que con el mayor desprecio e ignominia lo
posponen a los judíos a Barrabás.
Ave María.
XIII.
Conoce que Pilatos por satisfacer a los judíos,
condena a su Hijo a que padezca muerte de Cruz, quedando el contento con solo
haberse lavado y purificado las manos.
Ave María.
XIV.
Derrama abundantes y copiosos raudales de lagrimas
sobre la cruz y los clavos, que habían de servir para enclavar a su dulce y
bendijo Hijo Jesús.
Ave María.
XV.
Encuentra a su Hijo caminando hacia el Monte Calvario
con la Cruz a cuestas, y queriéndole abrazar la desprecian y maltratan los
judíos.
Ave María.
XVI.
Luego que llega su Hijo al Monte Calvario, ve que lo
desnudan con grande crueldad y fiereza de las vestiduras que tenia pegadas a la
misma carne, y que lo arrojan inhumanamente sobre la Cruz.
Ave María.
XVII.
Con sumo dolor de su corazón, ve enclavar los pies y
manos de su Hijo.
Ave María.
XVIII.
Ve enarbolar la Cruz, y a su Hijo crucificado entre
dos ladrones y blasfemado de todos.
Ave María.
XIX.
Oye a su Santísimo Hijo, que estando para morir, la
nombra Mujer y no Madre, y despojada de un tan dulce y gustoso título, adopta
por Hijo a San Juan en lugar de su amantísimo Jesús.
Ave María.
XX.
Le causa gran pena y dolor el que estando sediento su
Santísimo Hijo, en vez de agua, le dan a beber hiel y vinagre, y también cuando
le oye decir, que lo ah abandonado su Eterno Padre, y ve que encomienda su
espíritu.
Ave María.
XXI.
Lo oye clamar con una voz sumamente grande y
descompasada, y después, con gravísimo dolor de su corazón, lo ve inclinar su
cabeza y expirar.
Ave María.
XXII.
Ve que después de muerto le abren el costado con una
lanza, y que salen de allí agua y sangre, las que ofrecen luego al Eterno Padre
por la salvación del mundo.
Ave María.
XXIII.
Después de haber bajado el cuerpo de la Cruz lo recibe
en sus brazos, sintiendo entonces penetrada su alma con la espada del más vivo
dolor y amargura, y observando más de cerca una multitud de heridas tan
profundas, las riega y lava con sus lágrimas.
Ave María.
XXIV.
Es inexplicable su angustia cuando le dan sepultura al
Santo Cuerpo, y obligada a retirarse de allí, sola y afligida, contempla
incesantemente con la viveza de su entendimiento, con la ternura de su corazón
tantos acervos dolores como había sufrido y tolerado su amantísimo Hijo Jesús
en todo el tiempo de su Pasión.
Ave María.
Se
podrán rezar tres padres nuestros, tres aves marías y tres glorias patris, en
honor de los tres huesos descubiertos de la espalda del Señor.
SALVE DOLOROSA
Salve, Virgen doloroso
salve, de Mártires Reina
Madre de misericordia,
entre espinas Azucena.
Vida y dulzura derramas
en vuestras lágrimas
tiernas,
y en esas perlas nos dais
prendas de esperanza nuestra.
Dios te salve, á ti llamamos
tus hijos los hijos de Eva:
pues en la cruz vuestro Hijo
á vos por Madre nos deja.
A ti tristes suspiramos,
llorando culpas y ofensas,
que a tu Hijo fueron clavos,
y á t a pecho agudas flechas
Ahogada en el Calvario
os hizo vuestra clemencia;
volvednos pues esos ojos,
que ellos son nuestras defensas.
Y a vuestro fruto Jesús,
grano muerto acá en la tierra,
haced que eh el paraíso
auxilio de vida nos sea.
¡O Madre, toda piedad!
o Madre, toda clemencia!
o Madre, todos dolores!
o María, mar de penas!
Tu compasión, dulce Madre
Añade nuestra dureza,
y tu martirio nos logre
la palma y Corona eterna.
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