RECUERDO CONTINUOS DE LOS TORMENTOS DE
JESÚS Y DE LAS LÁGRIMAS DE MARÍA SANTÍSIMA, SU MADRE, EN USO PRÁCTICO DE UN
RELOJ SANTO
Para
fomentar esta frecuente memoria, repartiremos por las veinticuatro horas los
pasos principales de la Pasión del Señor, a los que se añadirán algunas
jaculatorias, con un Ave María, para saludar a María, Madre Dolorosa, en lo que
se ganan copiosas indulgencias.
A las ocho de la noche
Instituyó nuestro Señor Jesucristo el Santísimo
Sacramento.
Bendita y alabada sea
la pasión y muerte de mi señor Jesucristo, y los dolores de su santísima Madre.
Oh
Virgen Madre de Dios, que comulgasteis dignamente aquel mismo Hijo que trajiste
nueve meses en vuestro vientre purísimo: alcanzadme pureza de corazón para
recibirle en mi pecho. Ave María.
A las nueve de la noche
Oró el Señor en el huerto y sudó sangre.
Oh
Virgen Santísima, por la suma aflicción que padeció vuestro Hijo en este paso,
sed servida de ayudarme y confortarme en todas mis aflicciones. Ave
María.
A las diez de la noche
Fue el Señor entregado por Judas y preso por los
soldados.
Oh
Virgen María, por las prisiones cruelísimas que arrastraron a vuestro Hijo por
las calles de Jerusalén, alcanzadme la gracia de Dios, me lleve siempre, aunque
sea arrastrando, en seguimiento de la divina voluntad. Ave María.
A las once de la noche
Llevó el Señor una cruel bofetada.
Oh
virgen Madre de Dios, por el honor ofendido de vuestro Hijo, os suplico con
ansia que nunca consintáis que yo llegue a injuriarle con culpa grave. Ave
María.
A media noche
Fue el Señor condenado a muerte por Caifás y los
sacerdotes.
Oh
Santísima Señora, por la impía sentencia que dio Caifás contra vuestro Hijo,
sed mi abogada para que su Majestad, no pronuncie contra mí la sentencia que
merecen mis culpas. Ave María.
A la una de la noche
Dieron muchas bofetadas a Jesús y le escupieron en su
divino rostro.
Oh
dolorosísima Virgen, por la paciencia increíble con que vuestro Hijo se dejó
injuriar de gente tan vil, alcanzadme paciencia y gusto de llegar a ser
injuriado por su amor. Ave María.
A las dos de la noche
Cubrieron con un velo el rostro del Señor, y dándole
golpes le decían por escarnio: adivina quién te dio.
Oh
Madre amantísima, ya que en aquella noche hicieron los hombres tanta burla y
mofa de vuestro Hijo, hombre y Dios, alcanzadme que yo siempre le estime, le ame
y adore de todo mi corazón. Ave María.
A las tres de la mañana
Fue el Señor negado por San Pedro
Oh
Virgen María, por el sentimiento que tuvo vuestro Hijo viéndose negado de un
discípulo que especialmente amaba: haced que, pues el Señor me ama tanto, nunca
lo niegue con las obras. Ave María.
A las cuatro de la mañana
Cantó el gallo, puso el Señor los ojos en San Pedro, y
comenzó a llorar.
Oh
Virgen Madre, por lo mucho que os consolaron las lágrimas de San Pedro,
alcanzadme del Señor, lágrimas verdaderas de contrición. Ave María.
A las cinco de la mañana
Se confirmó la sentencia de muerte que de noche habían
dado los fariseos.
Bendita
y alabada sea… etc.
Ruegos
oh Virgen María, por el dolor que os cansó esta inicua sentencia, que no consintáis
que Dios confirme la sentencia de condenación que contra mi han dado ya mis
pecados. Ave María.
A las seis de la mañana
Fue el Señor remitido a Poncio Pilatos.
Bendita
y alabada sea… etc.
Virgen
tantísima, por la paciencia con que sufrió vuestro Hijo ser juzgado de Pilato:
alcanzadme que yo nunca tema los juicios de los hombres, sino solamente los juicios
de Dios. Ave María.
A las siete de la mañana
Fue el Señor enviado a Herodes, y reputado por loco.
Bendita
y alabada sea… etc.
Oh
Santísima Reina, por la injuria que hicieron a vuestro Hijo, vistiéndole de
blanco como a loco, siendo la sabiduría eterna del Padre, enseñadme a sufrir,
aunque todos hagan burla de mí. Ave María.
A las ocho de la mañana
Fue el Señor públicamente azotado.
Bendita
y alabada sea… etc.
Virgen
amantísima, mirad a vuestro hijo delicadísimo cruelmente azotado, y todo
desecho en sangre, pidoos que no consintáis que yo renueve sus azotes con mis
pecados. Ave María.
A las nueve de la mañana
El Señor es coronado de espinas.
Bendita
y alabada sea… etc.
Oh
afligidísima Madre, por la cruel corona que atravesó la cabeza de vuestro Hijo,
concededme traiga siempre en mi cabeza una continua memoria de sus penas y
martirios. Ave María.
A las diez de la mañana
Salió el Señor al Monte Calvario con la cruz sobre sus
hombros.
Bendita
y alabada sea… etc.
Oh
afligidísima Señora, por la espada de dolor que os traspasó el corazón cuando
encontrasteis a vuestro Hijo cargado con la cruz: concededme que sepa pesar
bien este beneficio de morir Cristo por mí. Ave María.
A las once de la mañana
Fue el Señor extendido y clavado en la Cruz.
Bendita
y alabada sea… etc.
Oh
Virgen angustiadísima, que a vos visteis estar crucificando con tanta crueldad
a vuestro Hijo: clavad en mi corazón un vivo sentimiento de su muerte y de mis
pecados. Ave María.
Al medio día
Fue el Señor levantado en la cruz en el monte
Calvario.
Bendita
y alabada sea… etc.
Puesto
de rodillas adoraré a Jesús crucificado, y consideraré que el Señor, lleno de
aflicción y amor, me mira y me dice: Hijo mío, muero de este modo por tu amor,
mira cuanto te amo.
Se
dirá a lo menos tres veces:
Bendito
sea el amor con que Cristo murió por mí.
Amoos,
mi Dios, sobre todo, ya que vos, mas que a la vida y a la honra, e amasteis a mí.
A la una de la tarde
Perdonó al buen ladrón, y pidió perdón a su Eterno
Padre por los que le crucificaron.
Bendita
y alabada sea… etc.
Oh
Madre Santísima, por la bondad de vuestro Hijo os pido que, pues fui tan
desgraciado que lo crucifiqué, sea también del número de los perdonados. Ave
María.
A las dos de la tarde
Encomendó el Señor al evangelista Juan a su Madre, y a
su Madre a San Juan.
Bendita
y alabada sea… etc.
Oh
Virgen Madre de Dios, acordaos que vuestro Hijo os hizo madre de pecadores, más
ya que hasta aquí he sido pecador, alcanzadme que desde ahora sea buen hijo
vuestro. Ave María.
A las tres de la tarde
Expiró el Señor en la Cruz
Bendita
y alabada sea… etc.
Oh
Virgen purísima, por la espada de dolor que traspasó vuestro corazón en esta
hora: clavad en mi alma un dolor vivo de haber sido la causa de esta muerte,
para que ella me aproveche. Ave María.
A las cuatro de la tarde
Abrieron con una lanza el pecho del Señor, y salió
sangre y agua.
Bendita
y alabada sea… etc.
Oh
Señora y Madre mía, por la cruel lanza que traspasó el costado de vuestro Hijo:
haced que su muerte afrentosa, me hiera siempre y traspase el corazón. Ave
María.
A las cinco de la tarde
Depusieron al Señor de la Cruz en los brazos de la
Señora.
Bendita
y alabada sea… etc.
Virgen
Señora, por la pena que afligió vuestra alma cuando visteis en vuestros brazos
el sagrado cadáver ensangrentado de vuestro Hijo: dadme una viva compasión de
sus tormentos. Ave María.
A las seis de la tarde
Fue el Señor sepultado, acompañándole su santísima
Madre.
Bendita
y alabada sea… etc.
Suplicoos,
Virgen Santísima, que, así como sepultasteis a vuestro Hijo en un sepulcro de
piedra: hagáis de esta piedra de mi corazón, sepulcro en que depositáis a mi
Señor. Ave María.
A las siete de la tarde
Retirose la Señora al cenáculo a sentir la ausencia y
pérdida de su Hijo.
Bendita
y alabada sea… etc.
Oh
dolorosísima Madre, por la inexplicable pena que tuvisteis en la falta de
vuestro Hijo: dadme un vivo sentimiento de tantas veces como lo he perdido. Amén.
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