CLAMORES A MARÍA SANTÍSIMA
El alma desde hoy implora
tus dolores, Madre amada,
para cuando sea llegada
de mi vida la última hora:
Que, aunque merezco, Señora,
un castigo irremisible,
quitarle será posible
á tu Hijo tantos enojos,
sí vuelves a mí tus ojos
en aquel trance terrible.
Ave María.
Esos ojos que en razón
de dos caudalosos mares
en lágrimas a millares
liquidan tu corazón,
De mis culpas el perdón
espero me han de alcanzar,
pues para esto de rogar,
tal hechizo tiene ellos,
que, al verlos tu Hijo tan bellos,
nada le puede negar.
Ave María.
Cuando tu pecho amoroso
palpita seguidamente,
al morir Jesús pendiente
del suplicio ignominioso,
Ves su cadáver precioso
yerto, macilento, herido;
por cuya angustia te pido,
que e n d momento postrero
me alcances un verdadero
dolor de haberle ofendido.
Ave María.
Yo he de morir . . . .es verdad,
y pues a ti clamaré,
cuando mi alma solo esté
llena de funestidad,
Por tu amarga soledad
acompáñame en la mía,
para que yo en ese día
espire con el consuelo
de que de la cama al cielo
me voy en tu compañía.
Ave María.
María, cuando sea llegado
de mi muerte el trance triste,
ruega por mí a tu Hijo amado;
por el dolor que tuviste
al verlo crucificado.
Ave María.
María, pues solo con verte
aplaca Dios sus enojos,
hagan dichosa mi suerte
esos dulcísimos ojos
en el trance de mi muerte!
Ave María.
Porque en mi última agonía
tu grande piedad se vea,
¡oh dulce Virgen María!
tu alma santísima sea
el consuelo de la mía.
Ave María
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