domingo, 22 de marzo de 2020

DIADEMA DE LAS CINCO ESTRELLAS A SAN JUAN NEPOMUCENO






DIADEMA DE LAS CINCO ESTRELLAS
SAN JUAN NEPOMUCENO
COMPUESTA
POR EL DOCT. D.JUAN DE JOVE CANÓNIGA MAGISTRAL DE LA SANTA IGLESIA DE SANTANDER.

ACTO DE CONTRICCIÓN
Señor mío Jesucristo, crucificado por mi amor, Padre amantísimo y Redentor de mi alma, que no queréis la muerte del pecador, sino que se convierta, y viva, postrado ante vuestra Divina Majestad os pido perdón de mis pecados, de los cuales me pesa de rodo mi corazón, por haber sido ofensas de vuestra Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas. Propongo firmemente con vuestra Divina Gracia nunca más pecar y os suplico por vuestras preciosísimas Llagas, por vuestra dolorosa, y afrentosa Pasión, y Muerte, por los méritos de vuestra Madre Santísima, y los de vuestro grande Siervo San Juan Nepomuceno, me concedáis, que limpia mi alma de toda culpa, por medio de una buena confesión, persevere constante en vuestra amistad, y gracia, hasta el fin de mi vida. Amen.

PRIMERA ESTRELLA
Vocación de San Juan Nepomuceno al estado Sacerdotal, y brillante luz de Santidad, con que resplandeció en la más perfecta arreglada conducta de vida en él.

Gloriosísimo Mártir San Juan Nepomuceno, que, habiéndoos llamado Dios al estado Sacerdotal, os adorne de las más excelentes virtudes, y entre ellas de un santo temor reverencial á tan sagrado ministerio, en cuya consideración con el cuidado mayor de mejorar y perfeccionar cada día más, y más vuestra purísima y santísima Alma, enseñándonos así a procurasteis vivir siempre todos con vuestro ejemplo la puntual observancia, y exacto cumplimiento de todas nuestras obligaciones: Suplicoos me alcancéis de aquel gran Padre de las Misericordias gracia para amarle, y servirle perfectamente con una vida muy ajustada, y fervorosa en el estado, y constitución, en que me hallo, o en la que se dignare ponerme su Altísima Providencia, para que viviendo siempre según la Divina regla de sus santos Mandamientos, y consejos Evangélicos, logre después una dichosa muerte. Amen.

ORACION PARA TODOS LOS DIAS
Maravilloso Santo, San Juan Nepomuceno. Y o muy humilde siervo vuestro, y afectuosísimo devoto, recurro a Vos, Abogado piadosísimo mío, cuya pureza, y santidad de vida manifestada, ya en el celestial resplandor, que sobre vuestra casa, al tiempo de vuestro nacimiento, ya en las cinco brillantes Estrellas, que sobre el rio Moldava, en vuestra preciosísima muerte, se vieron acompañar a vuestro Santo Cuerpo: A Vos, benignísimo Patrono, cuyos primeros pensamientos fueron ensalzar la Religión, ejercitar la humildad, y guardar sin mancha el candor Angelical, cuya constancia, y fortaleza de tal suerte resplandeció, que, pudisteis con valor resistir a la tiranía de un furioso Monarca cuya caridad fue tan ardiente, que ni entibiarla pudo un genero de muerte tan bárbaro, cuyas virtudes fueron tantas, tan heroicas, y admirables, que viéndolas en otros Santos divididas, unidas en Vos las admiramos, a vuestros santos pies humildemente rendido, y lleno de confianza, os suplico, que os dignéis tomar en vuestra protección a mí, a todos los míos, a todas mis cosas, y negocios, y que así en la vida, como en la muerte, tengáis á bien el protegerme, y librarme de todos los peligros, que pueden acometer a mi alma, cuerpo, y honor y finalmente, Protector mío amantísimo, y prodigiosísimo Bienhechor en todas las necesidades, alcanzadme del Señor en las mías, y en las de mis próximos, el favor, y la gracia, que solicito en esta Devoción, gobernando todas mis intenciones, pensamientos, palabras, y obras, de tal suerte, que ordenado todo a Dios, como a nuestro último fin, merezcamos conseguir la Bienaventuranza, y vida eterna, por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

ORACIÓN FINAL
Inmaculada siempre Virgen María, Reyna y Señora de los Ángeles, Amparo del Género Humano, Consuelo de afligidos y Trono de la gracia, y Deposito de las Divinas gracias, que oísteis benigna los fervorosos, y humildes ruegos de los Padres de San Juan Nepomuceno, concediéndoles por fruto del santo matrimonio a este nuevo Sol de la Militante Iglesia, para que con ardiente celo de la salvación de las almas, disipase en el mundo, por medio de las brillantes luces de su santidad, y sus resplandecientes virtudes Sacerdotales, las inmundas malignas nubes de los vicios: y para que con su invicta fortaleza, y preciosa muerte, Riese el primero, que se ciñese la Corona de Mártir, por guardar el sacrosanto sigilo de la Confesión. Yo os pido, Madre mía amantísima, con el más cordial rendimiento, y filial confianza, que, como Refugio de pecadores, y Clementísima Abogada nuestra, presentéis a vuestro dulcísimo Hijo mis suplicas hechas en esta Devoción, que, uniéndose a los méritos de San Juan Nepomuceno, y por tan poderosa soberana mano, espero tendrán pronto cumplimiento, y favorable despacho, si conviene para honra, y gloria de vuestro Hijo Santísimo, y bien de mi alma. Amén.


GOZOS
Pues sois Astro luminoso
Juan de Bohemia prodigio,
Sirva tu luz de vestigio
En este mar proceloso.

De estéril vientre fecundo
Naciste parto en el suelo,
Haciendo la costa el Cielo
Para luz de todo un mundo:
Del que nació sin segundo
Sois diseño milagroso.

Ilustró tu nacimiento
Un tan brillante reflejo,
Que a nadie dejó perplejo
De tu santo encendimiento:
De presagio lucimiento
Del Septentrión prodigioso.

De Sacerdote ordenado
Fue tan ardiente tu afecto,
Que de Dios solo el respeto
Pudo hacerte amartelado:
Tanto que en Dios transformado
Fuiste en nada perezoso.

Fue tan activo tu fuego,
Que predicando exhalado,
En muchos fue fecundado
Sin un punto de sosiego:
Antes bien encendió luego
Al que más escandaloso.

Lo que el corazón humano
Para Dios reserva solo,
Claro fue a tu vista
Solo para guía de tu mano:
Diste así el Celeste grano
En frutos maravillosos.

Armóte el Poder Divino
Con el vigor de su brazo,
Que no sirvió de embarazo
El rigor a tu destino:
Como Sol en tu camino
Corriste, gigante brioso.

Quiso el Príncipe indiscreto
Satisfacer sus recelos,
Aborto de indignos celos
Por el sagrado secreto.
Mas saliste en tal aprieto
Laureado Mártir glorioso.

De las luces descubierto,
Y luminarias honrado,
Quiso Dios fuese pagado
De tu secreto el acierto:
Vive en todos por afecto,
Ya que en ti es Dios poderoso.

Vence siglos de por medio
De corrupción lo enfadoso:
¡Oh lengua!, miembro glorioso
Sin mutaciones te dio:
Goza, pues el justo premio
De tu arcano silencioso.

En milagros un portento
Eres para tus devotos,
Que pagan rendidos votos
De sanidades sin cuento,
Asistes del Firmamento
En tempestades piadoso.

De la fama el esplendor,
Como sois Santo de punto,
Conserváis en todo asunto,
Respirando tu favor:
Con que el crédito acreedor,
Proclama tu celo honroso.

ORACIÓN: Oh Dios, que por el invencible silencio sacramental del bienaventurado Juan Nepomuceno adornaste tu iglesia con una nueva corona del martirio; concédenos, por su intercesión y ejemplo, que moderemos nuestra lengua y suframos todos los males de este mundo, antes que el detrimento de nuestras almas. Por Jesús Cristo Nuestro Señor. Amén


SEGUNDA ESTRELLA
Brillante luz de Santidad, con que resplandeció San Juan Nepomuceno en las virtudes de su vida contemplativa, y excelencias de su oración

Gloriosísimo Mártir San Juan Nepomuceno, a quien, entre otros perfectísimos Dones, enriqueció Dios con el don soberano de Oración, y que ésta resplandeciese tanto en vuestra alma, que, uniéndoos cada día más a la presencia Divina, y Divino Amor, y siendo vuestros afectos todos de Cielo, vivíais siempre más en la gloria, que os esperaba, que en la tierra, que habitabais: Suplico a vuestra intercesión poderosa, que yo regle de tal manera mi vida, y mi conciencia, que viva siempre unido con mi Señor Jesucristo, por medio de una devota frecuencia de los Santos Sacramentos, y del ejercicio Santo de la Oración. Alcanzadme del Espíritu Divino el don de esta celestial virtud, para que, con ella, y sin apartarme jamás de la presencia de Dios, adore siempre dignamente su Inmensidad, y Omnipotencia, tema su justicia, espere en su Misericordia, ame su infinita Bondad, y muera en su Gracia. Amén.


TERCERA ESTRELLA
Brillante luz de Santidad conque resplandeció San Juan Nepomuceno en las virtudes de su vida activa, y su ardiente celo por la gloria de Dios, y salvación de las almas

Gloriosísimo Mártir San Juan Nepomuceno, a quien, entre otras excelsas perfecciones y heroicas virtudes, adornó el Altísimo con los dones de Sabiduría, y Consejo, y de un Apostólico celo de su Divina Gloria, y salvación de los próximos: con lo que, instruyendo, y predicando a todos las verdades eternas, habéis conducido innumerables almas a la eterna Bienaventuranza: Suplicoos humildemente me alcancéis de Dios su santo amor, y temor para nunca más ofenderle, y que encienda en mi corazón un ardiente deseo de que todo el mundo se convierta, y guarde su santa Ley, con todas las demás virtudes, que conocéis medio necesario para la salvación de mi alma. Amen.


CUARTA ESTRELLA
Brillante luz de Santidad con que resplandeció San Juan Nepomuceno en las virtudes de su Humildad, y menosprecio del mundo

Gloriosísimo Mártir San Juan Nepomuceno, a quien, entre otras eminentes virtudes, adorno Dios de una Humildad profunda, con la que, despreciando las mayores dignidades de la tierra, y los grandes honores con que os convidaba el mundo, tuvisteis siempre por la dignidad mayor el servir solamente al Rey del Cielo: Suplico a vuestra poderosa intercesión un aprecio grande, y amor a esta Evangélica Virtud de la cristiana Humildad, y un generoso desprecio de cuantos bienes estiman los mundanos. Alcanzadme, Santo mío, auxilios de la Divina Gracia, para que yo prefiera siempre en todos mis deseos, y operaciones, la verdad del Evangelio a las falsas máximas del mundo y que, dirigiendo toda mi vida, y todas mis obras únicamente a la mayor gloria de Dios, use de tal manera de todo honor temporal, que pueda librarme de la infamia eterna del Infierno, y conseguir la inmortal gloria del Cielo. Amen.


QUINTA ESTRELLA
Brillante luz de Santidad con que resplandeció San Juan Nepomuceno toda su vida en el buen usó y empleo de su bendita lengua y milagrosa incorruptibilidad de ésta, después de su muerte

Gloriosísimo Mártir del Sacramental sigilo, San Juan Nepomuceno, cuya bendita lengua preservo la Divina Omnipotencia, no solo de la corrupción, que naturalmente había de experimentar, sino que, al trasladarse vuestras Sagradas Reliquias, a la vista, y con admiración de todo el concurso, creció repentinamente a su natural corpulencia, y recobró el color, y humedad correspondiente a la lengua de un cuerpo vivo, conservándose hasta el día de hoy, y después de tantos años, en este milagroso estado: prodigios con que os honró Dios, en premio de lo bien que supisteis emplearla en su Divina honra, y callando lo que convenía para crédito de su ley santa, Divinos Sacramentos, y cristiana caridad: Yo os pido humildemente, que en cuanto condujere al mayor servicio de Dios, guardéis mi buen crédito, y fama de las maldicientes lenguas. Alcanzadme, Santo mío, de la Divina Misericordia la virtud del silencio, para que omitiendo cualesquiera palabras, que sean contra la caridad, que debo a mi próximo, y evitando toda conversación, que pueda aumentar el cargo en el día del Juicio, se emplee siempre mi lengua en alabanzas de su Criador, utilidad de mis próximos, y bien de mi alma. Amen.



ORACIÓN Y SÚPLICA DE INSTANCIA
Ya se concluyó, Mártir Gloriosísimo San Juan Nepomuceno, la Diadema ofrecida a vuestro culto. Admitid, Santo mío, este corto obsequio, que en estos cinco días ha rendido mi afectuosa devoción; y suplid los defectos de mi tibieza, interponiéndoos compasivo con la Majestad Divina, para que, no atendiendo a mis culpas, ni a quien yo soy, me conceda, por vuestra mediación poderosa, el despacho favorable de mi suplica en mi necesidad para cuyo remedio aun clamo sin cesar, como un hijo, á Vos que sois Padre amorosísimo, y amparo mío. Ayudadme con vuestro paternal amor, y no quede frustrada la firme esperanza, que tengo en tan prodigioso Abogado. En Vos, Protector amabilísimo, confío de Vos espero la intercesión y por Vos la gracia de mi Dios. Pero si acaso lo ordenase de otra manera su Altísima Providencia, queriendo que yo sufra más tiempo esta necesidad, o trabajo, que padezco, alcanzadme, Glorioso Santo, la virtud de una verdadera paciencia, y el mérito de una muy resignada conformidad con sus soberanas disposiciones, para que todo redunde en su mayor honra, y gloria, y sirva de satisfacción al mismo Señor por mis pecados, y así consiga la vida eterna. Amen



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