TRIDUO EN HONOR DEL SACRATÍSIMO E
INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
PARA IMPLORAR SU FAVOR EN LA PRESENTE
EPIDEMIA
MÉXICO 1850
ACTO DE CONTRICCIÓN
Penetrado
de dolor mi corazón, en vista de mis pecados, oh Corazón Santísimo de María, poderosa
Reina de los cielos y de la tierra, vengo ante vuestra presencia a pediros el
remedio de mis males ¿a quién, después de Dios, había de ocurrir con más
confianza que a Vos Corazón amorosísimo, para que me alcanzara la verdadera contrición
de mis culpas, que es la que ha de mudar eternamente mi corazón? Si, Madre mía,
estoy seguro de que vuestro Corazón compasivo se ha de compadecer de mí y me ah
de dar un corazón nuevo, sinceramente contrito y humillado, desprendido del
mundo, fiel a la gracia, un corazón nuevo, que animado del fuego del amor
divino, este pronto a sufrirlo y sacrificarlo todo antes de desagradar en lo más
mínimo a vuestro adorable Hijo: un corazón nuevo que os ame a él y a vos, no
solo en vuestros beneficios y en las gracia que tengáis a bien concederme, sino
en las pruebas, en el dolor y en la cruz que quisiereis envirarme, dadme en
fin, un corazón nuevo semejante al vuestro, para que triunfando, por vuestra
intercesión, de todas las culpas y miserias de mi alma, tenga parte en las
grandes misericordias del Señor y consiga gozar con vos de la eterna
bienaventuranza. Amén.
DIA PRIMERO
MEDITACIÓN
¿Hubo
jamás un corazón animado de un amor más ardiente como el Corazón de María? Todos
sus deseos eran transportes, todos sus sentimientos, fuego devorador, todas sus
afecciones, llamas divinas, todo lo que pensaba, lo que decía, lo que hacía,
era inspirado, animado, vivificado por ese fuego celestial, todas sus virtudes
estaban marcadas con este amor. Su obediencia era un amor sumiso, su paciencia
un amor resignado, su humildad, un amor anonadado, su dulzura, un amor
pacífico, su celo, un amor inflamado, y su mismo amor, una emanación del amor
divino. Toda ella respiraba amor, y el amor era el principio, el motivo y el
fin ¡A que grado de perfección elevaría de este amor su Corazón! Durante su vida
no vivió sino con la vida de amor ¡cual sería el cúmulo de sus méritos al fin
de su carrera! Ella vivió de amor y murió por un exceso de amor a su Dios. ¡Oh
Vida santa, oh muerte preciosa de María!
Nosotros ¿amamos a Dios según este modelo? ¿qué hacernos, qué sufrimos
para manifestarle nuestro amor? El Corazón de María estaba abrasado con un
incendio de amor, apenas el nuestro siente una mínima centella, el amor de Dios
animaba todas las virtudes de María; apenas este amor nos hace practicar la menor
de las virtudes. Nuestro amor ¿es resignado corno el suyo, humilde, dulce, paciente,
celoso, desinteresado como el suyo? ¿qué sacrificios nos hace ofrecer este
amor? ¿qué penitencia nos hace practicar? ¿qué victorias nos hace alcanzar?
Medítese un rato y después se dirán doce
Ave Marías en memoria de las gracias que recibió María del Señor. Luego
se dirá:
L/:
Oh Corazón de María
R/: Oye la súplica mía
ORACIÓN
Oh
Corazón de María el más perfecto que salido de la mano Omnipotente del Señor y el
más semejante al Corazón adorable de Jesús, os ruego por la abundancia de amor que
recibisteis, encendáis en mí Corazón ese fuego divino, para que, viviendo en la
tierra animado de amor, como Vos, consiga vivir eternamente de amor en el
cielo. Amén.
DÍA SEGUNDO
MEDITACIÓN
¿A
quién pudo haber consagrado María los sentimientos de su Corazón sino a este Hijo
bien amado, a este Hijo único, dulce objeto de sus complacencias, centro de todas
sus afecciones? Una madre ama a sus hijos, la naturaleza misma inspira esta ternura;
pero en María había grabado otro sentimiento además del de la naturaleza: su
amor era inspirado, santificado, abrasado por la gracia: el mismo Espíritu
Santo, su divino esposo, le había encendido en su Corazón; y así jamás el corazón
de una madre fue tan vivo, tan ardiente como el de María hacia su divino Hijo. Amor
tanto más generoso, en cuanto que no siempre le ofreció dulzuras y consuelos. Cuando
inclinaba la vista a su Hijo, tan digno de
su ternura, y pensaba que este tierno y único objeto de su cariño había de ser
un día para ella una fuente de amarguras y de
lágrimas: cuando leyendo en el porvenir le veía en espíritu entregado al exceso
de los dolores y sufrimientos, a lo sumo de
los oprobios y de las humillaciones: cuando le veía cubierto de llagas, bañado
con su propia sangre cuando, en fin, le contemplaba clavado en la cruz y espirando
en medio de los tormentos, ¿quién podrá explicar sus sentimientos? ¡Oh amor! ¡Oh
Corazón de una tierna madre traspasado con el cuchillo de dolor! Dolor tanto más
intenso, tanto más amargo en cuanto era continuo, y renovándose en todos los
momentos de su vida, puede decirse que toda ella fue un martirio continuado de
amor y de dolor.
L/:
Oh Corazón de María
R/: Oye la súplica mía
ORACIÓN
Oh
Corazón santo de María, inspiradnos para vuestro amado Hijo un amor tierno, que
le consagre todas nuestras afecciones: un amor generoso, que nos empeñe a ofrecerle
todos los sacrificios: un amor eficaz, que sea animado por las obras: un amor
constante, que dure toda nuestra vida. Haced que entremos por este amor en
vuestro Corazón y que tengamos parte en su ternura y en sus sentimientos. Amén.
DIA TERCERO
MEDITACIÓN
Un
Corazón naturalmente tan bueno, tan tierno, tan compasivo; ¿cómo no había de tener
una caridad sincera y ardiente para con nosotros? El amor de Dios y del prójimo
es una misma virtud, de consiguiente estando abrasado el Corazón de María de un
tan grande amor de Dios, ¿tendría un Corazón insensible e indiferente para nosotros?
Por el contrario, ella nos ama con el amor más tierno, más generoso, más desinteresado.
¡Qué celo tiene por nuestro bien! ¡qué cuidado por nuestros intereses! ¡qué sed
por la salud de las almas! Nos lleva a todos en su Corazón, como una tierna
madre lleva a sus hijos en su seno: nos ama con un amor divino, porque a todos nos
considera rescatados con la muerte de su Hijo, rociados e inundados con su
Sangre. Sí, María nos ama y sin duda, aunque ella se juzga muy honrada cuando
le damos los gloriosos títulos de Reina de los Ángeles, de los Patriarcas, de
los Profetas, de los Apóstoles, de los Mártires, de los Confesores, de las
Vírgenes, no se enternece tanto su Corazón, como cuando la invocamos con la
Iglesia, con los dulces nombres de Salud de los enfermos, Refugio de los pecadores,
Consuelo de los afligidos, Auxilio de los cristianos. Tales fueron en la tierra
los sentimientos del Corazón de María; y ahora, gloriosa en el cielo, ¡qué
aumento de caridad no habrá recibido en el seno de Dios, para con sus hijos
afligidos que invocan su santo Nombre: que reclaman su poderosa protección: que
le presentan con confianza sus miserias, sus tentaciones, sus peligros, todas
las desgracias a que están expuestos en este valle de lágrimas!
Medítese un rato y después se dirán doce Ave
Marías en memoria de las gracias que recibió María del Señor. Luego se dirá:
L/: Oh Corazón de María
R/: Oye la súplica mía
ORACIÓN
Oh
Virgen Santísima, la dulzura y la tierna caridad de vuestro Corazón es lo que
hace mi consuelo en este lugar de destierro, en esta morada de las miserias.
Sí, Madre de mi Dios, vos seréis mi divina Madre, y vuestro Corazón será para mí
el Corazón de la más tierna de las madres. Lleno de esta confianza y animado de
estos sentimientos, siempre os honraré cómo al Corazón de una Soberana,
a quien quiero estar enteramente sujeto: como al Corazón de una Medianera, a quien,
después de Dios seré deudor de mi salvación: como al Corazón de una Bienhechora
de quien he recibido tantas gracias, y espero recibir otras nuevas: como al Corazón
de una poderosa Protectora, que me librará de todos los peligros. Jamás nadie
os a invocado en vano; y pues tanto nos amáis, interceded por nosotros en la
presente tribulación, y seremos salvos. Corazón amante de María, dadnos una piedad
sincera hacia vos: haced que imitemos vuestras virtudes, y que nuestro corazón
se anime de los sentimientos del vuestro. Alcanzadnos esta felicidad en la
tierra, y coronando todos, nuestros dones, obtenednos al fin la gracia de una
santa muerte. Amen.
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