DEVOCIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
UTILÍSIMA PARA TODO FIEL CRISTIANO
Dada a luz en Roma en el año de 1684 y
nuevamente reimpresa para la utilidad de las almas, con otras oraciones.
Madrid, año de 1843
Puesto
en la presencia de Dios, eh hincados de rodillas, se santiguará y dirá lo
siguiente:
Abre,
Señor, mis labios para bendecir tu santo nombre: purifica mi corazón de todo
vano, ajeno y perverso pensamiento; ilumina mi entendimiento é inflama mi
voluntad, para que digna, atenta y devotamente pueda rezar estas oraciones, y
merezca en ellas ser oído de tu majestad soberana, por la intercesión de la gloriosa
Virgen María, madre de tu Unigénito Hijo Jesucristo, nuestro Señor, que contigo
vive y reina en unidad del Espíritu Santo, Dios por todos los siglos de los
siglos. Amen.
Se
reza el Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri, y se dice:
Yo
os adoro, oh Eterno Padre, con toda la corte celestial por mi Dios y Señor, y
os doy infinitas gracias por parte de la Santísima Virgen María, amantísima
hija vuestra, por todas las gracias y favores que le hiciste especialmente por
el poder con que la sublimaste asunta al cielo.
Se
hace una profundísima adoración, se reza el Padre nuestro, Ave María y Gloria
Patri, y luego se dice:
Yo
os adoro oh Eterno Hijo, con toda la corte celestial, por mi Dios, Señor y
Redentor, y os doy infinitas gracias por parte de la beatísima Virgen María,
vuestra amantísima Madre, por todas las gracias y favores que le hiciste,
especialmente por la suma sabiduría con que la ilustraste asunta al cielo.
Hecha
otra profundísima adoración se repite el Padre nuestro, Ave María y Gloria
Patri, y se dice:
Yo
os adoro, oh Santísimo Espíritu Paráclito, por mi Dios y Señor; os doy
infinitas gracias con toda la corte celestial en nombre de la beatísima Virgen
María, amantísima es posa vuestra, por todas las gracias y favores que le
hiciste, especialmente por la divina caridad con que encendiste su santísimo y purísimo
corazón en su gloriosísima asunción al cielo. Y humildemente os suplico por
sus: altísimos méritos, eficacísima protección, y, en su Santísimo nombre, echéis
de mí el amor del siglo, purguéis y purificad mi alma de toda mancha de pecado,
encendáis mi frío, corazón con el fuego de vuestro divino amor, me perdonéis
mis pecados, y me concedáis la gracia de que antes- muera que ofenda más a
vuestra divina Majestad; y me consoléis o Espíritu consolador, concediéndome a
mí y a todos vuestros siervos vuestro Santísimo espíritu, que derramasteis sobre
los fieles de la primitiva Iglesia, en los cuales no había más de un corazón y
una sola alma, para que todos unidos con vínculos de vuestros caridad amemos, sirvamos
y alabemos. Amén,
Luego
se dice:
ANTÍFONA
La
Inmaculada siempre Virgen María y todos los Santos y Santas de Dios intercedan
por nosotros al Señor, para que merezcamos su ayuda, y que nos salve. Amén.
ORACIÓN
Yo
os adoro, o santísima Virgen, emperatriz del cielo, patrona y Señora del
universo, como Hija del Eterno Padre, Madre de su amantísimo Hijo, Esposa graciosísima
del Espíritu Santo, templo y Sagrario de la Santísima Trinidad: y postrado a
los pies de vuestra grandeza y majestad, humildemente os suplico, por los
divinos dones de que fuísteis colmada por la Santísima Trinidad en vuestra Asunción
al cielo, me recibáis debajo de vuestra segurísima y fidelísima protección, me escribáis
en el número de vuestros felicísimos y dichosos siervos que tenéis esculpidas
en vuestro virginal pecho; y dignáis, oh madre clementísima y Señora mía, de
ser mi guía en este valle de lágrimas. Recibid mi pobre espíritu con sus
potencias y sentidos interiores y exteriores; y pues sois tesorero de las
gracias del cielo, vestid mi desnudez con vuestra caridad, fortaleced mi
flaqueza con vuestro poder, iluminad mis tinieblas con vuestra sabiduría.
adornad mi alma de gracias y virtudes, para que sea agradable a vuestros ojos y
de vuestro hijo Jesús. Y os suplico la gracia (nombre lo que pida)
y en la hora de mi muerte, cuando me hallare atribulado y afligido, consoladme
con vuestra amorosísima presencia, y presentadme a la Santísima Trinidad. Amén.
Los
Ilmos. Señores D. Andrés Mayoral, arzobispo de Valencia, y D. Pedro Albornoz,
obispo de Orihuela, concedieron cuarenta días de indulgencia a los que leyeran u
oyeren leer esta devoción, y por cada una de sus oraciones.
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