DÍA DE CARIDAD
DÍA DOS DE CADA MES PARA SOCORRO A LAS
AFLIGIDAS ALMAS DEL PURGATORIO DE LOS CRUELÍSIMOS TORMENTOS QUE PADECEN.
DEVOCIÓN ÚTIL PARA TODO GÉNERO DE PERSONAS
DISPUESTO
POR EL BR. D. DOMINGO GARCÉS
COLECTOR DEL ALTAR DEL PERDÓN Y ÁNIMAS
BENDITAS
CON LAS LICENCIAS NECESARIAS, AÑO DE 1801
ACTO DE CONTRICIÓN
¡Oh
Dios y Señor mío! ¿Quién soy yo para que me ponga en vuestra sacrosanta
presencia? Después que ingrato y atrevido no me he cansado de ofenderos,
resistiendo tantas veces a vuestros divinos llamamientos, más ya Dios mío,
conozco mi desvarío, veo y conozco que todo lo he perdido en el desgraciado
tiempo que eh estado separado de ti, que eres la hermosura inmensa, la santidad
suma, el ser inmutable, y la caridad infinita, que poseyéndote gozaba la
felicidad, la alegría y contento que se podía desear y esperar. ¡Oh tiempo
desgraciado que viví separado de mi amorosísimo Padre Dios! ¿en que pensé
cuando tan gran desatino cometí? ¡Oh! Como quisiera se ocultara tan execrable
maldad, mas ya que a vuestra benignísima liberalidad, reconozco el haber
despertado de tan profundo letargo, y que el arrepentimiento verdadero borra la
horrible mancha de tan infame delito, me vuelvo a ti, hecho un mar de lágrimas,
sin tener valor a un de mirarte, todo compungido y dolorido, pidiendo
misericordia: Misericordia mi Dios, Misericordia, me pesa en el alma, y con
todo mi corazón de todos mis pecados de pensamiento, palabra y obra, con que
atrevido te ofendí. Me arrepiento sobre todo lo que se puede decir, y quiera
Dios mío antes haber muerto que injuriándote, haber padecido todos los dolores,
que haber estado separado de ti, mas ya que esto no he hecho hasta ahora, te
prometo y quiero con toda mi alma, padecer todas las aflicciones, penas y
congojas que se pueden imaginar antes de volver a cometer la más mínima culpa,
sólo porque eres mi Dios, mi Padre, mi dueño, Salvador, y redentor, con todas
las demás e infinitas perfecciones, que ni puedo comprender ni alcanzar, y para
conseguirlo, me valgo y pongo por intercesora a vuestra querida Madre y Madre
mía, la Santísima Virgen María, con todos vuestros Ángeles y Santos de vuestro
Reino Celestial, y las suplicas de vuestros escogidos de la militante Iglesia.
Amén.
ORACIÓN
Trinidad
Santísima Padre, Hijo y Espíritu Santo, que siendo tres en las personas, sois
uno en vuestra esencia, comunicándose vuestra benignidad en la formación del
hombre, el cual infame borró por la culpa, vuestra bellísima imagen, quedando
sujeto a los tormentos eternos, y aunque vuestra gran caridad haya reparado tan
inauditas maldades con la pasión y muerte de vuestro Hijo santísimo, pero la
rebelión de las pasiones nos precipita a apartarnos de vos, que sois toda
nuestra de delicia, siendo esto preciso daros una condigna satisfacción de
nuestros delitos, más ah dolor, y que pocos pasamos de esta vida, con aquella
pureza necesaria, para presentaros a vuestra presencia, sin que sea preciso se
detengan en aquellas cárceles horrorosas del Purgatorio, por estas pues, santas
almas, amigas queridas vuestras, derramo en tu Divina Presencia, mis gemidos,
para satisfacción de estas, ofrezcos estas mis oraciones cortas, y por la
libertad de estas, os pido apliquéis vuestra gran caridad y misericordia, mirad
Padre Amante, que son vuestras esposas, y que vuestro Hijo Santísimo derramó su
Sangre preciosísima, para llenar las sillas de vuestro reino, cesen ya los
rigores de vuestra Justicia, y valgan para su rescate y libertad, los infinitos
méritos de nuestro Señor Jesucristo, los de nuestra querida madre María
Santísima, y los de todos vuestros escogidos, pues de todos me valgo, y a todos
suplico encarecidamente, rueguen y pidan
por su libertad y alivio, para que tengan ellas la complacencia de
enumerarse entre tus adoradores, y yo la de acrecentar tu Gloria en tu Reino
Celestial. Amén.
Aquí
se reza la estación mayor del Santísimo Sacramento, con la intención de ganar
la Indulgencia por las Ánimas.
ORACIÓN
Señor
mío Jesucristo, Redentor y Salvador de nuestras almas, que, con el precio
infinito de tu pasión santísima, fundasteis vuestra Iglesia, enriqueciéndola con
un caudal interminable, cual son los trabajos, lágrimas, suspiros, dolores y
muerte que sufriste en vuestra dolorosísima Pasión, con total derramamiento de
vuestra Preciosísima Sangre, a lo que quisiste añadir el valor todo del cuasi
infinito mérito de vuestra madre María Santísima, con todos los méritos de todos
los santos de vuestro Palacio Celestial, para que con esto tuvieran valor las
pobres oraciones que os ofrecemos y damos inmensas gracias, por tan grande
benignidad, te ofrezco esta estación, conformándome a todas las intenciones de
vuestro Vicario, el Romano Pontífice, despensero de vuestros tesoros, para que
por ella logren la libertad y alivio de las almas benditas del purgatorio,
apagues Señor con el rocío de vuestra sangre aquel fuego que padecen, y los
méritos infinitos de vuestra pasión que fueron su rescate, sean ahora los de su
libertad, siendo sus poderosos intercesores los innumerables de vuestra cándida
Madre y santos del vuestra gloria, pues a este fin los dejaste a vuestra
Iglesia, extendiendo mi petición a toda ella, rogándoos la conservéis en paz, y
defendáis de todos sus enemigos, y que su santa cabeza visible sea amada,
temida y obedecida, que los justos permanezcan en su fidelidad, que los pecadores
detesten sus vicios, haciendo penitencia de ellos, que los afligidos tengan el socorro
y alivio, que las ordenes religiosas mantengan su pureza, y los eclesiásticos su decoro y santidad, que
los cautivos logren su libertad y los pobres su socorro, que los reyes
católicos se mantengan en concordia y unión, que los gentiles y herejes se
conviertan, y en fin, obre en nosotros su efecto vuestra Santísima Sangre, que
derramasteis en vuestra Pasión, para que cuando se nos llegue nuestra muerte,
sin detenernos en el purgatorio, vayamos a alabaros, bendeciros y glorificaros
eternamente en vuestra Gloria. Amén.
Aquí
se rezan tres salves a María Santísima de los Dolores, a las tres necesidades
que tuvo al pie de la cruz, y se ofrecen con la siguiente:
ORACIÓN
Tristísima,
Dolorosísima y Afligidísima Virgen María, con que consuelo me postro a vuestras
sacrosantas plantas, pidiendo socorro, libertad y alivio para aquellas
atormentadas almas del purgatorio, considerando la pena, la congoja y la
aflicción que padecerán al estar privadas de Dios, única felicidad de la criatura,
pues Madre mía, si tanto llorasteis la ausencia de vuestro Hijo Santísimo solo
por tres días ¿Qué sentirán y que dolor tendrán aquellas afligidas almas de
verse separadas de su Dios, de su Padre y su consuelo, su dicha y su felicidad
y todo bien? Y esto por muchos días y
tiempo, privadas de ayudarse por si mismas, llorando y expirando por su
socorro, por cuyos motivos me valgo de Vos como nuestra Madre, para que si por
nuestro amor padecisteis tanto en la Pasión de nuestro Redentor Jesucristo, e
hicisteis tanto por ellas para que no se perdieran eternamente, prosiga vuestra
caridad la obra ya comenzada para su libertad, ofrecer a vuestro santísimo Hijo
los dolores que padeciste en su pasión dolorosísima, especialmente cuando
muerto vuestro Hijo, no hallabas quien te lo bajara de la Cruz, pidiendo por
este dolor el alivio y libertad para aquellas pobrecitas almas, que destituidas
de todo socorro gimen por muchos años en aquellas cárceles del purgatorio, por
el dolor de no tener mortaja en que envolver a vuestro Hijo Santísimo, saques
de aquel fuego voraz tantas almas, que ofuscadas en lo caduco y brillantes de
la falacidad de este mundo, no se dispusieron con el fervor de la caridad, para
ser dignas de presentarse puras a la presencia de su Divino Esposo, padeciendo
por esto los terribles dones que les acercan hasta borrar la mancha de la culpa
más mínima, y por el dolor que tuvisteis de carecer de Sepulcro, para depositar
a vuestro Hijo, te compadezcas de aquellas afligidísimas almas que esperan
pronto la dicha de poseer a su Dios, colmo de su felicidad, y por ultimo Madre
mía, ahora es tiempo que valiendo de la compasión de vuestros dolores, los
empeñe todos para el rescate de tantas atormentadas almas, que en esta vida fui
la causa y ocasión que padezcan por estas, y por aquellas que según el orden de
Justicia o Caridad, estoy obligado a socorrerlas y ayudarlas, y por cuanto la
maternal piedad tuya me alimenta a pedir los que me valgo de ella, para que a
todos le valgan, conozcan todas ellas el valor casi infinito de vuestros
Dolores ofrecidos, para que no perecieran, y ahora dados para su rescate, para
que todas juntas alaben, y den las gracias a Dios de haberos dado por su Madre,
Corredentora y Libertadora, eternamente en el cielo. Amén.
Se
acaba con la oración del Santo Sudario.
LAVS DEVS
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