viernes, 3 de abril de 2020

DIA VEINTICUATRO A SAN RAFAEL ARCÁNGEL



DÍA VEINTICUATRO
EJERCICIO CRISTIANO PARA IMPLORAR CADA MES LA PROTECCIÓN DEL SANTÍSIMO Y GLORIOSÍSIMO PRÍNCIPE
SAN RAFAEL ARCÁNGEL

DISPUESTO
POR EL R. P. FR. JOSÉ FRANCISCO VALDÉS, RELIGIOSO DESCALZO DE LA SANTA PROVINCIA DE SAN DIEGO
AÑO DE 1807


ADVERTENCIAS
Para acordarle al Gloriosísimo San Rafael que estamos bajo su amparo y protección, parece conducente dedicarle cada mes el día veinticuatro, que es día correspondiente al veinticuatro de octubre, en que lo celebra la Iglesia, no por que el Santo Arcángel se considere olvidado o descuidado en el negocio que se le encomienda, sino porque este con este obsequio cristiano y religioso nos hacemos en alguna manera, acreedores a su protección y abogacía.  Será también muy agradable a Dios y a su Santo Arcángel, hacer alguna obra de misericordia en este día a honra y gloria suya, en particular alguna limosna.

Puestos de rodillas en tierra, y hecha la señal de la Cruz, se dice el siguiente:


ACTO DE CONTRICCIÓN
Amorosísimo Señor y Dios mío, si tus providencias van siempre arregladas a la equidad y la razón, ¡que grado tan alto de caridad, y que celo tan fervoroso del bien de las almas, verías en el corazón del Príncipe glorioso y Soberano Arcángel Señor San Rafael, cuando lo destinaste para el consuelo de la triste familia del Santo Tobías, para remedio de sus males, y para que fuese la alegría de toda su casa! Seas bendito por la eternidad, y canten tus misericordias los bienaventurados del cielo, y los hombres todos en la tierra. Yo entre tanto guiado de este conocimiento y fiado de tu piedad de este glorioso protector de los hombres, vengo a ponerme a su sombra, y valerme de su amparo, espero de tu bondad inmensa, apruebes mi resolución y le des licencia para que haga conmigo los oficios caritativos que ejecutó con aquellos santos hombres, no se desdeñó entonces para abrirse al humilde empleo de conductor y guía de unos hombres, siendo tan superior en la naturaleza, porque el celo del bien de las almas y de la honra y la gloria tuya, lo obligaba a tan bajo ministerio, y ¿Qué? ¿he de padecer yo la desgracia de llamarlo, y que se haga desatendido a mis clamores? ¿se ah apagado aquel celo que ardía en su pecho del bien de las almas? ¿ha de ser embarazo mis pecados a su misericordia y compasión? No, no Jesús mío, tu sangre preciosísima es la que aboga por mí; ve a este Santo Arcángel a mi alma bañada con tu sangre, y no atienda a mi maldad, mándale que me acompañe, que me guíe y que inspire en mi corazón un dolor verdadero de mis culpas, un arrepentimiento eficaz de ellas, solo porque son ofensas de un Dios a quien amo con todo el corazón, a quien deseo agradar, servir y amar por toda la eternidad. Amén.


ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA
Purísima María, Madre de Dios y abogada de los pecadores, si de tanta gloria es para los espíritus angélicos que los mortales te invoquemos con el título de Reina de los Ángeles, ¿con cuanto gusto, con cuanto empeño y con cuata eficacia se emplearán en ejecutar tus ordenes, en obedecer tus mandatos?  Pues ea, ilustrísima Princesa, Reina de los Ángeles, dale al Santo Arcángel Rafael el gusto, y a mí hazme el beneficio de mandarle que se encargue de mí, que me tome a su cuidado, que no me pierda de vista mi un instante. Hazlo Señora, por la vida de tu Divino Hijo, óyeme, atiéndeme, porque ¿Qué será de mí, si no me miras como Madre? El título de Reina te da autoridad para mandar lo que quieras, y el título de Madre te inspira compasión hacia tus hijos, pues manda como Reina al Santo Arcángel Rafael, que acompañe a este hijo tuyo, que arrepentido de sus pasados extravíos, clama por el perdón y no tiene que alegar a su favor, sino la Sangre de aquel Hijo tuyo divinísimo, que a la hora de su muerte, pendiente de una Cruz, y agonizando entre mil atroces penas y dolores, te encargó me mirases como hijo. Amén.
Tres padres nuestros, aves Marías y glorias.


HIMNO
No cese nuestra lengua
De repetir devota
A nuestro Dios el Himno
Que en el Cielo le entonan
Los angélicos coros
Diciendo una y otra vez:

Dios Santo, Santo, Santo
A quien el mundo adora,
Cielo y tierra están llenos
De tu alta Majestad y de tu gloria.


ORACIÓN A SAN RAFAEL
Nobilísimo espíritu Angélico, ministro fidelísimo del Monarca Omnipotente, y asistente glorioso de su trono: sea para bien, que logres la indecible grandeza de estar cercano a ese augusto Trono de donde se derivan hacia las criaturas las gracias y favores, sea para bien que tu naturaleza humana, tenga por particular honor a obedecer a Dios nuestro Señor, cuando te ordena hacer oficio de médico de los hombres, de conductor y guía en sus caminos, y de consuelo de sus trabajos y tribulaciones, todo esto lo contemplo yo como efecto de la ardiente caridad que arde en tu pecho del santo celo de la honra y gloria del Señor, y de la compasión generosa con que nos miras. Y ¿en quien puedes emplear esa misericordiosa compasión, esa piedad, mejor que en mí? ¿Quién mas necesitado que yo, a quien estas mirando en el funesto riesgo de perder para siempre a Dios, en castigo de sus gravísimas culpas y pecados? Pues a ti clamo, a ti recurro, para que, repitiendo en mi persona, los piadosos oficios que hiciste con San Tobías, de guía en su camino, agente en sus negocios, y de médico en sus enfermedades, me acompañes y guíes en esta peregrinación mortal, me saques con bien de los negocios y obligaciones de mi estado, cures mis enfermedades de cuerpo y alma. Amén.


LAVS DEVS







No hay comentarios:

Publicar un comentario

ANOTACIONES

Al hablar sobre la piedad popular, es referirnos a aquellas devociones que antaño se hacían en nuestros pueblos y nuestras casas, cuando se...