jueves, 2 de abril de 2020

NOVENA A SANTA MARÍA MAGDALENA




NOVENA DE LA BIENAVENTURADA SANTA MARÍA MAGDALENA

DISPUESTA POR UN OBISPO DE YUCATÁN, MÉXICO.

PUEBLA DE LOS ÁNGELES. 1819
ORATORIO DE SAN FELIPE

El Ilmo. Sr. Obispo de Mérida de Yucatán, concede cuarenta días de indulgencia por cada oración de esta novena.

ACTO DE CONTRICCIÓN
Clementísimo Dios y Señor mío, Padre amorosísimo, dulcísimo Jesús de infinita misericordia, a vuestros pies Señor, llegó a pediros una gracia que creo firmemente no me habéis de negar una gracia, Señor, que Vos mismo deseáis que os la pida, y vengo con tanta seguridad como humillación. No me acordaba, benignísimo Padre y Señor mío, la multitud y fealdad de mis culpas, antes, estas mismas me arrojan a vuestros pies, con el grande aliento de encontrar en ellos a una gran pecadora que en mismos alcanzó el perdón de muchos pecados, porque mucho amó. Si, tiernísimo Padre de misericordia, el perdón que alcanzó Santa María Magdalena, esta dichosa mujer, esta feliz pecadora alienta mi esperanza, y quiero con los auxilios de vuestra gracia, y por la intercesión de esta amada discípula, permanecer a vuestros pies, y no levantarme de ellos hasta conseguir el perdón de mis pecados por una verdadera contrición. Esta es, clementísimo Padre mío, la gracia que vengo a pediros, y es la única cosa que quiero me concedáis. No deseo, Señor, ni quiero pediros otra cosa que una contrición como la de Santa María Magdalena, y el perdón que alcanzó esta dichosísima pecadora. Bien conozco Dios mío, que no eh logrado el grado de amor y arrepentimiento de esta dicho santa y que por esto no merezco aun la absolución que ella mereció, pero ella misma me lo alcanzará de vos ¡Oh Padre de misericordia! Y por esto ¡ay de mí! Quiero mezclar mis lágrimas con las suyas y lavar con unas y otras vuestros sagrados pies. ¡Ay dulcísimo Jesús mío! Ya mis suspiros y gemidos se confunden con los de Santa María Magdalena, concédeme por ella lo que por mí no merezco, me pesa Señor, de haberos ofendido, y con vuestros auxilios y la intercesión de esta gloriosa santa, os doy palaba de no ofenderos más, lavando con mis lágrimas en la fuente sacramental de la penitencia las culpas cometidas, con lo que espero firmemente el perdón de ellas y la perseverancia en vuestro divino amor y servicio. Amén.



ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Dichosísima y especialísima abogada mía, Santa María Magdalena, a vos llego lleno mi corazón de confianza, apoyado en el gran valimiento que tenéis ante la presencia divina: a vos me acojo, para que como tan amada de vuestro divino Maestro y mi señor Jesucristo, le presentéis mi humilde súplica, intercediendo para que yo consiga por medio de una verdadera contrición, el perdón y absolución de mis pecados, y si mi dolor y arrepentimiento de haberos cometido, no son suficientes para alcanzar que se me perdonen, conseguidme vos, un auxilio eficaz como el que vos conseguisteis en el sermón en que vuestro amabilísimo Maestro os convirtió a su gracia. ¡Oh Bienaventurada Magdalena! Vos que habéis experimentado los horrorosos males de la culpa, y que necesitasteis para vuestra conversión de los ruegos y suplicas de vuestros hermanos Lázaro y Marta, que os consiguieron aquel eficacísimo auxilio de la divina gracia, sabéis muy bien cuanta necesidad tengo de vuestra protección y vuestros ruegos para alcanzar el perdón de mis pecados, y así como Lázaro y Marta rogaron al Divino Salvador por vos, os suplico roguéis o intercedáis por mí, con tanta confianza de conseguirlo, cuanta seguridad me inspira la calidad de mi suplica, pues en pedir lo que pido, yo no puedo errar, ni vos os podéis excusar. Conseguidme pues, un verdadero dolor de contrición que me vuelva a la amistad y gracia de mi Señor Jesucristo, y esto me basta. Amén.


ORACIÓN A NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
(PARA TODOS LOS DÍAS)
Amabilísimo Jesús de mi corazón, Dios de las misericordias, piadoso Redentor de mi alma, a vuestros pies, Jesús mío, estoy humildemente postrado, siendo ocasión de mayor motivo de escándalo al fariseo que cuando este tomo en otro tiempo, por haber Vos admitido en ellos a la pecadora Magdalena, pues bien conozco que son mayores y más graves mis culpas que lo fueron las de esta feliz y dichosa pecadora, pero por una parte se, que por mucho que sean mis pecados, vuestra misericordia es infinita, y por otra traigo por medianera y abogada a la misma que se levantó de vuestros pies perdonada y salva.  Ea, Jesús benignísimo y mansísimo, inclinad vuestros piadosos ojos, y encontrareis a vuestros sagrados pies dos pecadores bien diferentes a la Magdalena y a mí, yo (es verdad y con dolor lo confieso) objeto de toda la indignación del cielo, pero Magdalena, objeto de sus complacencias y de vuestro más tierno amor, yo merezco, ¡Ay de mí! Todos los suplicios eternos, pero ella merece que me concedáis el perdón  que espero de todos mis pecados, si para conseguirlo, mis lagrimas no bastan, atended Jesús mío, que corren por vuestros pies mezclados con las de vuestra amada discípula Magdalena, y aunque sea por no despreciar las suyas, recoged buen Jesús, las mías, escuchad Señor mis voces, si quiera porque van de concierto con las de vuestra amada, y pues ella se interesa por mí, concédeme por ella el perdón de mis pecados que es el único favor que os pido. Amén.

VERSOS
Prodigiosa Magdalena
Digno objeto del amor,
De Jesús tu amado dueño,
Imán de mi corazón:

Alcanzadme Santa mía
Lágrimas de contrición.

Magdalena penitente,
Pues tu ejemplo me movió
A pedir humildemente
De mis pecados el perdón.

A los pies de Jesucristo
En vuestra compañía estoy,
Y quiero llorar mis culpas
Con el más vivo dolor.

¿Qué cosa podrás pedir,
Magdalena, al Salvador?
Para mí, que no consigas
De tan liberal Señor?

No pretendo, Santa mía,
Por vuestra interposición
Otra cosa que llorar
Mis pecados como vos.

Yo te imité en la culpa,
Quiero con vuestro favor,
Imitar tu penitencia
Tus lágrimas y fervor.

Presentad ¡Oh Magdalena!
Al Señor mi petición,
Solo quiero me conceda
Lo que a vos os concedió.

PRIMER DÍA
Felicísima pecadora, nobilísima Magdalena, a ti acudo como diestrísima de arrepentidos, prontitud en dejar el mundo y sus falsas delicias en el momento feliz que oíste aquel venturoso sermón del Verbo de Dios, me estimula a no detener un instante más mi conversión, la resolución con que atropellaste los aparentes obstáculos de la razón de estado, y te arrojaste a los pies de tu amado Jesús, me compele a seguir tu ejemplo. Pero ¡ay de mí! ¿Cómo podré comparar mi fervor con el tuyo? ¿Cómo podré imitar tu resolución y firmeza? ¿Quién me dará a mis ojos la abundancia de tus lágrimas? ¿Quién a mi corazón la ternura del tuyo? ¿Quién a mi arrepentimiento y contrición la virtud dé? ¿Qué se me perdonen mis pecados, como se te perdonaron los tuyo? Pero ¡que dudo! Tú Magdalena, tú conseguirás para mí lo mismo que lograste para ti. Si, gloriosa Magdalena, tú eres maestra de lágrimas de contrición y de penitencia, únicamente por lograr estas virtudes, te elijo desde ahora y para siempre por mi especial devota y abogada, en cuyo testimonio concurro a esta novena, mi petición es grata a Dios, solo me falta que me acompañes en ella, pues considerándome a los pies de Jesucristo en tu compañía, mi corazón deshecho en lágrimas saldrá por las dos fuentes de mis ojos, inflamado con el fuego de tus suspiros, arderá en el amor que ardió el tuyo ¡ay generosa Magdalena! No perdamos más tiempo, corramos al convite del fariseo que allí está Jesús, allí le encontraste para tu remedio, llévame ahora para el mío, que en tu compañía y con tu ejemplo espero el buen despacho que sacaste. Tuya será la victoria de mi conversión y de Dios la honra y la gloria. Amén.
Se rezan siete Aves Marías…


ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Gloriosa y bienaventurada Magdalena, discípula amada de Jesús, compañera inseparable de María Santísima, y alivio de sus dolores, primera evangelista de la resurrección de Jesucristo. Yo, y cuantos estamos congregados en esta novena, permanecemos aun a tus pies, como tu estuviste en los pies de tu divino Maestro Jesús, no hemos venido a pretender por tu intercesión ningún género de bienes temporales, a más noble objeto se dirige nuestra solicitud, despreciamos como tú lo hiciste, todo cuanto el mundo pueda darnos, y solo pedimos, lo que tu pediste, que es la gracia y amistad de nuestro ofendido Redentor. ¿será posible que lo que su bondad te concedió generoso, nos niegue severo?  ¿se habrá mudado tu tiernísimo corazón? ¡Ay dulce Jesús mío! Vos sois inmutable por esencia. Pues Magdalena amada, amante Magdalena, si el mismo que te dio lágrimas para llorar y ternura para amar, es a cuyos pies estamos, ¿Por qué no se deshacen nuestros ojos y nuestro corazón en lágrimas? ¡ay de mil culpas me sobran que llorar! pues haz Magdalena, los mayores esfuerzos, habla por mí, duplica tus lágrimas, anegando con ellas los sagrados pies de tu maestro, empeña en tu súplica al glorioso Apóstol San Pedro, cuyas lágrimas fueron tan apreciables al Señor, haz la última diligencia, pues el caso no es para menos, presenta las lágrimas amarguísimas de María Santísima y oirás en el momento, que tu amado Maestro te dice tierno y compasivo: Magdalena ya basta, ya está concedida la gracia que te pides para todos tus devotos. ¡Oh clausula feliz! Ya me parece que suena en mis oídos, y que, penetrado hasta lo más íntimo de mi corazón, le enternece, le liquida, le purifica y le convierte todo en lágrimas, que, derramándose por las dos fuentes de mis ojos, van a ser el más agradable baño a los pies de mi Jesús, que vive y reina con Dios Padre, en unidad del Espíritu Santo, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.



SEGUNDO DÍA
Finísima Magdalena y constantísima amante de Jesucristo, por aquel grande amor y perseverancia con que siempre tierna y amorosa serviste a tu amado Maestro, y le acompañaste, oyendo siempre de su divina boca la doctrina que quedó grabada en tu corazón, e ilustró tu alma cada día más enamorada del dulcísimo Jesús, y por el valor y ardiente caridad con que le seguiste en medio de los mayores oprobios y persecuciones, hasta el monte Calvario, y por la grande dicha que tuviste de sellar con tus labios, teñidos en su preciosa Sangre, el sagrado madero de la Cruz, te suplico humildemente, consigas de tu amante crucificado una sola gota de aquella preciosa Sangre, para que cayendo sobre mi corazón, le reduzca a penitencia, y le resuelva en lágrimas de contrición que me alcance su santa gracia. Amén.


TERCER DÍA
Amorosísima y generosísima Magdalena, que en testimonio de lo mucho que amabas al Divino Salvador, quisisteis para dar mayor esplendor al convite que se le hizo en la casa del Leproso, derramar sobre sus pies un bálsamo de inestimable valor, cuya fragancia llenó toda la casa, y que, no saciándose tu corazón con esta demostración de un afecto, le difundiste tierna y generosamente por los ojos, mereciendo con esta ocasión la dicha de estampar sobre aquellos sagrados pies tus reverentes y devotos labios. Dadme, te ruego, parte de tu felicidad y dicha, y concédeme uno de esos divinos pies, que quiero estrecharle en lo más íntimo de mi alma, para que su contacto, purificado mi corazón le haga exhalar el más agradable olor de las virtudes cristianas, que por tu medio espero fructifiquen en mí, regadas con las lágrimas de una verdadera contrición. Amén.


CUARTO DÍA
Diligentísima amante de Jesús, que habiéndote obligado la necesidad y decencia a retirar del Sepulcro en que quedaba depositado el único objeto de tu encendido amor, y no pudiendo sufrir tu abrasado corazón más que una noche de usencia, madrugaste diligente y apresurada aquel venturoso sábado, llegando antes que ninguno de los otros discípulos al Sepulcro, en que desecha en lágrimas por no haber hallado el cuerpo de tu Divino Maestro, a quien ibas a hacer el último obsequio de embalsamar, más con tus tiernas lágrimas, que con los preciosos bálsamos que llevabas prevenida, Ruégote Santa mía devotísima, que por la honra con que te distinguió tu divino amante, apareciéndote primero resucitado primero a que otro alguno de sus discípulos , y por el inexplicable gozo que inundó tu corazón, al oír de su divina boca pronunciar tu nombre, y darte la honrosa comisión de llevar la nueva de la Resurrección a los Apóstoles, me consigas el don de las lágrimas de una verdadera contrición, para que mediante ella, alcance el perdón de mis pecados y resucite a la gracia con nuestro adorado Jesús. Amén.


QUINTO DÍA
Fervorosísima Magdalena, cuyas lágrimas y ruegos acompañados de una fe viva, y confianza alcanzaron del divino Redentor la prodigiosa resurrección de tu hermano Lázaro: Suplícote abogada mía, que así como te interesaste por la resurrección temporal de tu hermano Lázaro, empeñes todo tu valimiento, para que con las lágrimas de una verdadera contrición, pueda yo conseguir mi resurrección espiritual, y si aquella atrajo contra tu Divino Maestro, todo el odio y la envidia de los fariseos y escribas, la mía le dé gloria, y yo bendiga las misericordias del Señor en esta vida, y repita en tu compañía sus eternas alabanzas en la otra. Amén.


SEXTO DÍA
Constantísima y valerosísima Magdalena, que, habiendo acompañado y servido, con reverente y tierno amor, al amado dueño de tu alma, mientras permaneció en este mundo, y publicando con firme entereza su triunfante Resurrección y doctrina, atrajiste contra ti toda la indignación de los enemigos de Jesucristo, que furiosos por el testimonio que dabas del Hijo de Dios, te abandonaron con tus santos hermanos a las procelosas ondas del mar mediterráneo, en una nave sin velas ni timón: Ruégote santa mía, que así como tu amado Maestro te preservó de ser sumergida y ahogada en el mar, conduciéndote al Puerto de Marsella, consigas que yo sumergido en un dolor de contrición de mis pecados, para que anegado en mis lágrimas, sus corrientes me conduzcan al puerto seguro de la gloria. Amén. 


SÉPTIMO DÍA
Fervorosísima Magdalena y celadísima predicadora evangélica, que inflamada del amor divino, redujiste a la fé de Jesucristo a los gentiles en la ciudad de Marsella, anunciando y propagando entre ellos, como testigo ocular el Evangelio, predicando todos los días en la plaza más cercana al templo de Diana, que convertiste en el Templo del Señor, dedicado hasta el día, a tu amada maestra María Santísima: te suplico humildemente, por el gozo que sintió tu corazón al ver el fruto de tu predicación, que pidas a tu amado Maestro y Redentor Jesucristo, continúe sus bendiciones sobre todos sus devotos, para que así, como lograron aquellos gentiles su conversión por tu medio, consiga yo por el mismo la mía, empezando por un arrepentimiento tan vivió de mis culpas, que resuelva mi corazón en lágrimas de una verdadera contrición. Amén.


OCTAVO DÍA
Arrepentidísima penitente Santa María Magdalena, devota tiernísima de mi alma, que siendo maestra de penitencia y de contrición, alcanzaste de tu amado Maestro y Redentor Jesucristo, el perdón de muchos pecados, mereciendo por el rigor de las maceraciones con que afligiste a tu cuerpo por treinta años en la gruta de Marsella, que tu espíritu fuese consolado muchas veces al día con celestiales músicas e íntimas comunicaciones con tu amado Jesús y su Santísima Madre: Ruégote devotísima y amadísima de mi alma, consigas de nuestro Señor Jesucristo, los auxilios más eficaces para que mi corazón inflamado de caridad, abrace con resolución y esfuerzo la vida mortificada y penitente, y desecho en lágrimas de contrición, merezca la absolución de mis culpas y la remisión de todos mis pecados. Amén.


NOVENO DÍA
Dichosísima y felicísima Santa María Magdalena, anacoreta favorecida de Dios, fervorosa penitente, que después de treinta años de rigurosas penitencias, alternadas con los consuelos celestiales y contemplaciones altísimas de tu divino y amado Jesús, mereciste que el mismo te revelara el día y la hora de tu dichosa muerte, y que ibas a recibir el premio de tus penitencias y virtudes, y a gozar del fruto que regaste con tus abundantes y fecundas lágrimas: te suplico, devotísima Santa mía, ruegues a tu adorado amante Jesús, conceda a mis ojos las abundantes lágrimas de los tuyos, nacidas de un verdadero dolor y contrición de mis pecados, para que, borradas las manchas que han afeado mi alma, me hagan con tu ejemplo, abrazar la cruz del Salvador, conduciéndome por el camino de la penitencia, hasta llegar a la vida eterna. Amén.



LAVS DEVS


El devoto que ha experimentado maravillosos efectos de la devoción de Santa María Magdalena, desea que los pecadores imploren su protección para conseguir del Señor la gracia de una verdadera contrición, y que todos los fieles propaguen la devoción de esta gran Santa.





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